Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Having my baby 2MIN por minnah

[Reviews - 61]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Holaaa les vengo trayendo un nuevo capi :D

 

Quiero agradecer a tod@s los que me dejaron reviews, tambien a Milky Bunny Choi :D quien me esta ayudando a revisar mis un poco grandes faltas de ortografia :P Gracias Milky :D

 

Espero les guste a leer!!!

Al día siguiente, Minho no hizo caso del teléfono móvil que vibraba en su bolsillo. Salió del coche, tomó el ramo de flores del asiento de atrás y cruzó el aparcamiento hasta la entrada del hospital Seúl Medical. Ya había hablado con su madre, con su padre, con Yuri y con cuatro de sus hermanos. Todos querían ir al hospital a ver al niño.

Bueno, todos menos Yuri. Élla quería retorcerle el cuello antes por no haberle hecho caso. Luego también quería ver al niño. Pero le dijo que se reuniera con ella al día siguiente a las tres en el tribunal de Seúl si quería tener alguna posibilidad de conseguir una custodia parcial de su hijo.

Minho quería hablar con Taemin. Eran las siete de la tarde. Había planeado visitarlo mucho antes, pero entre dormir un poco y contestar media docena de llamadas, el tiempo había pasado muy deprisa.

Su hijo todavía no tenía nombre, pues Taemin había accedido a esperar hasta ese día para tomar una decisión. A él le gustaban los nombres de Dae y Sook, nombres que le parecían sanos y fuertes, pero Taemin no se había mostrado encantado con ninguno de los dos. Sus hermanas, por otra parte, abogaban por nombres como Seungri y Ho Dong, porque, según su madre, les encantaba el programa de televisión Star King.

Minho había llamado esa mañana al hospital y lo habían pasado con la habitación de Taemin, pero no había contestado nadie. Aunque hacía poco más de un día que conocía a Taemin, le gustaba que fuera el padre de su hijo. Principalmente porque no era Key; y él estaba ya agradecido solo por eso.

En mitad del aparcamiento le salió al paso una reportera y le plantó un micrófono en la cara.

—Hola, Hollywood. ¿Es cierto que Lee Taemin ha tenido un hijo tuyo sin la ventaja de haber dormido en tu cama?

El apodo de “Hollywood” se lo habían puesto quince minutos después de que firmara su primer contrato con Los Angeles Condors, lo que seguramente decía algo sobre su “magnetismo”.

Guardó silencio. Los reporteros eran como las hormigas. Si se interponían en su camino, los pisaba. Si se quedaban a un lado, los ignoraba.

Ella lo siguió.

—¿Es verdad también que no conocías a Lee Taemin hasta ayer, cuando la policía te detuvo por mirón?

Minho se preguntó si la reportera habría hablado con el amigo de Taemin. Mantuvo la vista fija en la entrada del hospital.

Ella alzó más el micrófono, acercándolo a la boca de él.

—¿Por qué has venido aquí?

Minho se limitó a sonreír, principalmente porque la pregunta resultaba irritantemente divertida.

—Quizá —continuó ella— no estés al tanto de que Lee Taemin se ha marchado con Lee Yoogeun hace solo unos minutos.

Minho empujó la puerta giratoria del hospital, dejando a la reportera fuera.

Lee Yoogeun.

No, no lo sabía, pero no iba a creer en la palabra de aquella chica. Taemin no podia salir del hospital hasta el día siguiente. Le había dicho que esperaría su visita antes de rellenar algun documento importante sobre su hijo.

Cinco minutos después, él llego  a la habitación de Taemin y la encontro vacía. El olor a antiséptico y a limpiador de pino penetró en su olfato. Una voluntaria de unos ochenta años entró tras él. Llevaba el pelo canoso sujeto con una cinta roja, a juego con el color de sus labios.

Él dejó el ramo de flores sobre la cama vacía.

—Se ha ido —dijo.

La anciana le sonrió.

—Ha dicho que usted lo entendería, puesto que él tenía que empezar los preparativos para su boda.

—¿Boda?

La mujer le dio un codazo.

—Perdón. Olvidaba que su amigo ha dicho que era un secreto —se llevó la mano a los labios y fingió que cerraba una cremallera.

Minho forzó una sonrisa.

—¿Key? —preguntó.

—Sí, Key. Un muchacho muy simpático.

—No lo conoce bien entonces.

Minho tomó las flores y se las dio a la anciana.

—Para usted —dijo.

Salió de la habitación y fue al ascensor. ¡Y pensar que Taemin había tenido el valor de llamarlo mentiroso cuando él tenía pensado escapar! 

—Le dijo la sartén al cazo… —murmuró para sí mismo. 

 ****

 

 —No puedo creer que haya llegado a esto —dijo Taemin—. Me siento como un fugitivo.

Key soltó un bufido.

—Los fugitivos huyen. Tú te vas a casa. No has hecho nada malo. Ese hombre no tiene derecho a cobrar por su semen y luego pedir que se lo devuelvan como si solo hubiera dado una sudadera o algo así. —

—Mamá —preguntó la hija de cuatro años de Key desde el asiento de atrás—. ¿Qué ez un cemen?

Key miró a Taemin y luego volvió a mirar la carretera.

—He dicho examen —explicó a Minji—. Es algo que se hace a los estudiantes para que  demuestren lo que saben.

—¿En el colegio?

—Sí.

—¿Cómo está Yoogeun? —preguntó Taemin a Minji, aunque podía ver perfectamente a su hijo desde el asiento del acompañante—. ¿Sigue durmiendo?

Minji miró al bulto del asiento de atrás.

—Ha movido la pierna. Creo que quiere zalir.

—Ya casi hemos llegado, hijita —intervino Key—. Solo unos minutos más.

—¿Qué voy a hacer? —preguntó desesperado Taemin—. No puedo creer que haya llegado a esto.

—Tienes que mantenerte fuerte. Choi Minho quiere a tu hijo. No me agrado desde que lo vi en el parque sentado en ese auto caro suyo. Y cuando vi a su abogada en las noticias, confirmé mis sospechas. Quiere a Yoogeun y hará todo lo que pueda, todo, por quitártelo.

—No sé —repuso Taemin—. No me pareció el tipo de hombre que quiera quitarle un niño a su padre. Tenia que haber hablado con él antes de irme del hospital. Salir huyendo un día antes de que me dieran de alta me parece un poco precipitado.

—Antes de que vuelvas a hablar con Choi MInho, tenemos que buscarte un buen abogado. Además, necesitamos contactar con CryoCorp y ver lo que esta. Si alguien de ese lugar está filtrando información de los clientes, tienen que saberlo. Yo, por ejemplo, no quiero a ya sabes quién —hizo una seña con la cabeza; Taemin sabía que se refería al padre biológico de Minji— llamando a mi puerta cuando menos lo espere.

Taemin se preguntó qué tenía eso que ver con CryoCorp, puesto que el padre de Minji era un hombre de carne y hueso. Key se había enamorado de él y había creído que había encontrado a su príncipe azul. Pero él lo había dejado poco después de que naciera Minji. Taemin suspiró.

—Tienes razón. No tengo tiempo para lidiar con Choi Minho. Luhan ha llamado antes para decirme que Dave Cornerstone tiene problemas con los gráficos, hay dos autores que dicen no haber recibido sus cheques y tengo que entregar mi columna mensual en tres días.

—Sé que tu hijito ha llegado antes de lo esperado —repuso Key—. Y la aparición de ese hombre no te ha ayudado, pero lo que más necesitas ahora mismo es mantener el optimismo. Yo te ayudaré a pasar por esto. Además, como ayudante editorial tuyo, es mi trabajo tenerte contento —hizo una pausa—. Si las cosas se complican demasiado, siempre puedes pedirle ayuda a tu madre.

—¿Estás de broma?

Key frenó el coche para girar a su derecha.

—Puede que este sea un buen momento para enterrar el hacha de guerra —aconsejó —. Tus padres tienen mucho dinero. Te pueden conseguir el mejor abogado.

—No puedo hacerlo.

—Di mejor que no quieres.

—Ni puedo ni quiero. Desde el día en que nací, mis padres han usado el dinero para obligarme a hacer las cosas a su modo. Si toco mi fideicomiso, habrán ganado ellos. Subirán a su avión privado y llegarán aquí tan deprisa que te dará vueltas la cabeza. Y a continuación empezarán a mangonearme de nuevo —añadió—. Desde que se enteraron que soy gay, antes de que puedas contar hasta diez, tendrán un novio para mí. Un clon de todos los demás hombres con los que siempre me han emparejado: alto, de nariz recta, impecablemente vestido y con el pelo muy corto y engominado. Jamás volveré a dejar que nadie compre mi amor.

—¿Ni siquiera Kai?

Algo se movió en lo más hondo de Taemin.

—Ni siquiera Kai.

Key detuvo el Jeep delante de un edificio de apartamentos.

—¿Lo echas de menos?

—Ya no —respondió Taemin. Giró en su asiento para mirar a Key a los ojos—. Me dejó plantado ante el altar. Creía que eso solo pasaba en las películas. Ni siquiera tuvo la cortesía de llamarme por teléfono. Me dejó en la iglesia solo y humillado.

—Dijo que tenía sus razones. ¿Sabes cuáles eran?

Minji resopló enfurruñada.

—Quiero zalir, omma.

—Ahora mismo, tesoro. Quítate el cinturón y recoge tus cosas.

Taemin sentía que se ponía tonto y sus ojos llorosoa… Y eso lo preocupó. No quería entristecerse ni sentir nada que tuviera que ver con Kai. Quería olvidarse de él, del hombre al que creía haber amado. El hombre con el que había planeado pasar el resto de su vida. Quería seguir adelante con su vida. Kai había elegido y él, ahora, también. Su relacion había terminado. 

 ****

 

 —El tribunal designará un mediador en los próximos treinta días. Hasta entonces, se aplaza el caso.

Minho y su abogada se pusieron en pie.

—Soy buenísima —comentó Yuri, con la sonrisa amplia que Minho recordaba perfectamente..

—Sí que lo eres —asintió él, de acuerdo con su comentario.

Ella le dio un golpe con fuerza en el brazo.

—Deja de mirarme así.

—¿Así cómo?

—Como si volviéramos a ser adolescentes.

Él la siguió fuera de la sala y luego por el pasillo. Debería estar contento. Debería celebrar que el juez le hubiera concedido una vista con un mediador designado por el tribunal. Pero en aquel momento solo contaba Yuri.

Los tacones de ella resonaban en el suelo. Llevaba una chaqueta corta hasta la cintura y una falda ceñida que mostraba sus pantorrillas. Se había recogido el pelo en un peinado práctico con el que no estaba acostumbrado a verla. Minho apretó el paso y se colocó delante antes de que llegaran a la salida.

Ella se detuvo y rio porque eso era lo que hacía… Ella era esa clase de persona. Hacía del mundo un lugar más feliz iluminándolo con sus sonrisas y con su naturaleza predispuesta a la risa.

Minho quería besarla. Aron no era su hermano biológico. ¡Qué diablos! después de lo que había hecho, ni siquiera era su amigo. Yuri y él solo vivían juntos. Ella seguía siendo soltera. Dos podían jugar al mismo juego.

—Minho —dijo ella con su voz de abogada—. Nos veremos la semana que viene para discutir nuestro plan de acción. Tengo que irme.

Alzó la barbilla y sus ojos se encontraron y Minho habría jurado que ella podía ver en lo más profundo de su alma. Sin pensar lo que hacía, se acercó, alzó una mano hasta el pelo de ella y le quitó una horquilla. El cabello, espeso y negro, le cayó sobre los hombros.

—Así —dijo él—. Así es como te recuerdo.

—Minho, basta —ella le apartó la mano.

—Ha pasado mucho tiempo. Necesito mirarte un momento. Quiero darte las gracias por haber venido hasta aquí. Tú siempre has estado a mi lado, Yuri. Cuando necesitaba un amigo, alguien con quien hablar… siempre eras tú.

—Eso no es cierto del todo. Tenías a tu familia y…

Antes de que ella pudiera terminar la frase, él se inclinó y la besó en la boca. Las palabras de ella desaparecieron en sus labios. En lugar de una respuesta apasionada, ella le dio una patada en la espinilla.

—¿Qué diablos pasa aquí?

Minho reconoció la voz de Aron. Miró hacia la derecha y recibió un puñetazo en la cara.

Se tambaleó hacia atrás antes de recuperar el equilibrio. Se llevó una mano a la mejilla.

—Impresionante. No sabía que eras capaz de esto.

Aron no le hizo ningún caso. Miró a Yuri.

—Te dije que seguía enamorado de ti, pero tú no querías creerme. Díselo —Aron miró entonces a Minho—. Dile que la quieres. Dile la verdad.

Minho frunció los labios.

—Yo no tengo nada que decirle.

—Vamos —Aron tomó el brazo de Yuri—. Vámonos. Y tú —miró a Minho— búscate otro abogado, porque a nosotros no nos verás más el pelo.

Cuando Yuri se alejaba con su ex-amigo, el hombre al que antes llamaba su hermano, Minho la miró. Los ojos de ella tenían una expresión perdida y triste. Minho apretó los puños. Estaba enfadado con Aron, pero también consigo mismo por no haberse controlado mejor. ¿Qué demonios le ocurría? 

 

 ****

 

 Esa misma noche, Minho estaba sentado en su enorme casa vacía y, por primera vez desde que se mudara dos años atrás a la enorme casa de setecientos cincuenta metros cuadrados, se preguntaba por qué había hecho todo aquello. Tenía una casa grande, buenos coches, todo lo que la gente decía querer. Tenía una profesión que amaba. Y sin embargo, allí estaba, viendo subir la marea a través del enorme ventanal y preguntándose para qué diablos servía todo aquello. Las luces estaban apagadas, pero la televisión estaba prendida. Daba un resplandor suave a la estancia y creaba sombras de formas extrañas por las paredes. Él se sujetaba una bolsa con hielo en el lado izquierdo de su cara.

Besar a Yuri había sido una estupidez por su parte, y sin embargo, si tuviera la oportunidad, volvería a hacerlo. Aron tenía tanta parte de culpa como él. Sabía lo que Minho sentía por Yuri. Qué diablos, todos los chicos de Busan habían sentido lo mismo por ella. Era guapa y lista, y era una coqueta. Siempre lo había sido y siempre lo sería. Les gustaba a todos, razón por la cual habían hecho el juramento solemne de no tomarla nunca demasiado en serio. En pocas palabras: ella era territorio prohibido.

Todos sus hermanos habían jurado que nada, y menos una mujer, se interpondría jamás entre ellos. Pero Aron obviamente no entendía el significado de un juramento. Cuando Yuri había partido para la universidad, todos habían respirado aliviados. Al menos él. Porque entonces ya sabía lo mismo que ahora. Quería a Yuri, pero estaba dispuesto a renunciar a su amor para no cavar una trinchera entre sus hermanos y él. Pensaba que había hecho un gran sacrificio y de pronto se daba cuenta de que había cometido el peor error de su vida. Tendría que haberla cortejado años atrás y haberle dicho lo que sentía. No debería haberla perdido de vista.

Lanzó un gruñido de frustración. No quería pensar en Yuri ni en Aron. Le dolía la cabeza. Cambió el tren de sus pensamientos hacia Lee Yoogeun.

Tenía un hijo y todavía no lo había abrazado.

El día de su nacimiento, una enfermera había intentado ponérselo en los brazos, pero él había inventado una excusa tonta. Había dicho a la enfermera que le dolía la garganta y no quería contagiar al niño. La verdad era que había tenido miedo de tomar en brazos a su hijo. Pero pensándolo bien, lo asustaba mucho más la idea de no tener nunca la oportunidad de abrazarlo.

Una ola chocó contra las rocas al otro lado de la ventana. Minho se levantó y miró a su alrededor con determinación. Su hijo daba un nuevo significado y propósito a su vida. Lucharía por Yoogeun y no dejaría de luchar hasta que tuviera la custodia de su hijo. 

Notas finales:

Espero les haya gustado

Gracias por leer

dejen reviews!!

Nos vemos en el siguiente capi :D


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).