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Having my baby 2MIN por minnah

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Notas del capitulo:

Holaa espero les guste

Como siempre quiero agradecer a Choi Milky quien me está ayudando con la ortografia :P Gracias Milky!!! 

Perdon la demora :P 

a leer!!! 

Al día siguiente, era ya mediodía cuando Taemin salió de su dormitorio a la sala de estar.

—Estás vivo —comentó Key.

—Por un pelo.

—Yoogeun no te ha dejado dormir, ¿eh?

—No he podido cerrar los ojos ni un segundo —Taemin se sentó en el sillón enfrente del sofá donde estaba sentado su amigo—. ¿Qué he hecho?

—Cuidar de un recién nacido es difícil al principio, pero luego todo mejora, se vuelve más fácil.

Taemin negó con la cabeza.

—Tú no entiendes. Creo que no le agrado a Yoogeun.

—Claro que le agradas —Key sonrió—. Simplemente tienes que acostumbrarte a tener un niño.

Taemin sopló para apartarse el pelo de los ojos.

—Necesito café.

—No creo que sea buena idea.

—Yo no doy pecho. Y ahora Yoogeun está durmiendo. Me odia —Taemin enterró la cara en las manos.

Key se acercó a él y le dio una palmadita en el hombro.

—Oh, tesoro, no te odia. Todo irá bien. Te prepararé un té caliente y huevos revueltos —se dirigió a la cocina.

—Yo nunca me siento así —comentó Taemin—. Estoy muy cansado… y deprimido. Desde que nació Yoogeun, tengo ganas de llorar. ¿Qué me ocurre?

—Tiene cuatro días. Dale tiempo.

Taemin miró su imagen en el cristal de la ventana. ¿Quién era la persona que le devolvía la mirada? ¿Qué había sido de Lee Taemin, el chico elegido “con más probabilidades de triunfar” en el instituto? ¿Qué había sido del joven lleno de energía que tenía montones de chicos dispuestos  a acompañarlo a su baile de presentación en Seúl?

Se levantó e hizo una reverencia. No sirvió de nada. A sus veintiocho años, ya acabado.

 —¿Te encuentras bien? —preguntó Key, mirándolo desde la cocina.

Taemin se volvió a hundir en su sillón favorito.

—Muy bien. Muy bien.

—Cambios hormonales, una pequeña depresión postparto, eso es lo que tú tienes — le aseguró Key—. A ti no te pasa nada. Después de comer, te darás una ducha y enseguida te sentirás como una persona nueva.

Sonó el móvil de Taemin, pero antes de que pudiera contestar, el llanto procedente del dormitorio le anunció que se había acabado el descanso. Ignoró el móvil y entró en el dormitorio.

—Luego se vuelve más fácil —le gritó Key—. Te lo prometo.

Taemin no le creyó. Su amigo solo pretendía reconfortarlo. Y si Yoogeun le dejaba dormir media hora sin interrupciones, seguro que podría con aquello.

Solo media hora y todo iría bien.

Tres horas más tarde, después de haber comido un huevo y haber dado un paseo por el parque mientras devolvía llamadas telefónicas, se sentía algo mejor. Al menos tenía el pelo limpio y había conseguido cepillarse los dientes antes de que Yoogeun empezara a llorar de nuevo. Su hijo tenía unos pulmones que sin duda había sacado del lado paterno de la familia.

Taemin se había criado en silencio, porque en su familia nadie hablaba ni interactuaba. La mayoría de los días se podía oír un alfiler que cayera al suelo. A su hermano y a él les habían enseñado a bajar la voz y controlar los sentimientos en todo momento. A los niños había que verlos pero no oírlos. Cuando los sorprendían armando jaleo o riendo demasiado fuerte, algo poco comun, los castigaban diez minutos a la silla de madera.

Taemin se quedó un momento al lado de la cuna viendo llorar a Yoogeun. ¿Qué habrían hecho sus padres cuando lloraba él de pequeño? Había leído muchos libros sobre cómo ser madre. Se había asustado al no sentir el vínculo instantáneo que las enfermeras del hospital decían que sentían la mayoría de las madres con sus bebés recién nacidos. Él no sentía una conexión, pero quería sentirla. Lo deseaba más que nada en el mundo. Había anhelado tener un bebé casi toda su vida y ahora, en aquel momento, no podía recordar por qué razon lo deseaba.

Su hijo ni siquiera se parecía a él. Quizá le habían dado el niño de otra persona. El corazón le latió con fuerza. Miró la pulserita del bebé y comparó el nombre y los números con los de él. Eran conpatibles  

—¿Qué ocurre, Yoogeun? ¿Qué te pasa?

Lo tomó en brazos, le besó la frente e inhaló su olor a bebé mezclado con el olor a talco para niños. Entró en la sala de estar, donde Minji, la hija de Key, estaba sentada en el suelo coloreando un libro.

Unos metros más allá, Key estaba sentado en un sillón con las piernas dobladas debajo del cuerpo. Estaba ayudando a Taemin a escribir su columna mensual.

Taemin rezó interiormente para que Yoogeun y él pudieran estar algún día así de relajados y tranquilos. Key dejó el portátil y se puso de pie.

—Voy por su biberón. ¿Cómo va todo?

—El doctor ha dicho que, mientras coma y le cambie el pañal, no debo preocuparme porque llore mucho.

El sonido de alguien que hablaba fuera atrajo la atención de los dos. Key se acercó a la ventana y se asomó entre los huecos de la persiana.

—¡Oh, Dios mío! No me lo puedo creer. Es él.

—¿Quién? —preguntó Taemin.

—Hollywood.

—¿Quién?

—Choi Minho. Está hablando por el móvil. ¡Oh, mierda! Ahí viene—Key cerró la persiana—. Tus padres se morirían si supieran que el padre de tu hijo es un jugador de fútbol americano.

Las palabras de Key provocaron una reacción curiosa dentro de Taemin. Hasta aquel momento no había tenido intención de abrir la puerta, pero el comentario de su amigo le hizo cambiar de idea.

Key se apartó de la ventana y entró en la cocina.

—Ven. Vamos a escondernos y quizá se marche.

Minji corrió a la cocina, se metió debajo de la mesa y se echó a reír.

Taemin entró en la cocina y le pasó el bebé a Key.

—Quédate con Yoogeun y yo me ocuparé de Minho.

Key sostuvo al bebé contra su pecho.

—Choi Minho quiere llevarse a tu hijo —advirtió a Taemin en voz baja—. Ya lo has visto en las noticias entrando con su abogada en el tribunal.

Taemin miró la puerta principal. Aquello era verdad. Le había sorprendido ver a Minho en la televisión. Él había ido corriendo a los tribunales. Pero lo que había dicho Key de que a sus padres no le gustaban los jugadores de fútbol americano lo había animado. Por primera vez en días, todo parecía haberse aclarado de pronto.

Taemin tenía un plan.

Esa mañana su madre había llamado para decirle que su padre y ella irían pronto a verlo. Como de costumbre, no había podido darle ni el día ni la hora de la visita. Eran personas ocupadas. Para su padre no era fácil dejar unos días el trabajo. Desgraciadamente, Taemin no esperaba su visita con impaciencia. Quería a sus padres, pero no le caían bien. Su padre era dominante y controlador y su madre era simplemente una de las muchas marionetas de su marido. La vida entera de Taemin había girado alrededor de los deseos de sus padres. Hasta Kai había sido obra de ellos. Y antes de que este lo dejara plantado en el altar, Taemin había empezado a pensar que quizá era cierto que sus padres sabían qué era lo que más le convenía.

Pero ya no pensaba así.

Durante veintiocho años había hecho lo que le había dicho su padre. Su primer acto de desafío había sido trasladarse de Japón a Corea del Sur. Sus padres dirían que su segundo acto de desafío había sido tener un hijo fuera del matrimonio, pero eso no era cierto. Tener un niño había sido un plan muy meditado por parte de Taemin. Kai y él habían salido juntos muchos años antes de que Kai le pidiera matrimonio. En ese tiempo, había descubierto que Kai tenía algo llamado eyaculación retrógrada, un trastorno que hacía infértiles a algunos hombres, como Kai. Había también otros problemas relacionados con eso, problemas en los que él no quería pensar.

Por esa razón, Taemin había pasado los últimos cuatro años visitando bancos de esperma de todo el país. Al final había elegido CryoCorp porque le había parecido el mejor de todos. Concebir a Yoogeun no había tenido nada que ver con venganza ni con relojes biológicos. Después del abandono de Kai, había decidido seguir adelante con sus planes de tener un hijo. Concebir a Yoogeun había sido una decisión muy meditada, un sueño hecho realidad. No se disculparía ante nadie por su decisión de ser madre y padre.

Enderezó los hombros y se dirigió a la puerta justo cuando llamaban en el otro lado.

—¡No contestes! —dijo Key.

—Tengo que hacerlo.

Taemin agarró el picaporte. Choi Minho podía ser justo lo que necesitaba. Si sus padres pensaban, aunque fuera solo por un minuto, que le interesaba un jugador de fútbol americano, volverían corriendo a su casa. Según su padre, esos jugadores eran arrogantes y cobraban demasiado. Eran todo ego y nada de sustancia. Una desgracia para la humanidad.

 “Maravilloso”.

El mismo Taemin no habría podido planearlo mejor. Minho podía ser el hombre perfecto para quitarse a sus padres de encima de una vez por todas.

—Ni siquiera lo conocemos —dijo Key—. Podría ser peligroso.

—No es peligroso —Taemin abrió la puerta.

—¿Quién no es peligroso? —preguntó Minho.

—Tú —respondió él. Saludó con la mano a la señora Kim, una vecina de noventa años que se asomó a la puerta de su apartamento.

Taemin miró a Minho de arriba abajo. El día que lo había conocido, él llevaba un pantalón de vestir y una camisa. Ahora llevaba una camiseta blanca que realzaba sus bíceps, vaqueros desteñidos, deportivas, gafas de sol… y barba de tres días. Tenía una mano en el bolsillo delantero de los pantalones. Su pelo era espeso, oscuro y ondulado.

Unos mechones caían sobre su frente desde todas direcciones.

¡Ojalá sus padres hubieran podido verlo así!

Su madre se habría desmayado.

Minho era todo lo que no era el padre de Taemin. Alto, sexy y, por lo poco que Taemin había oído en las noticias, Hollywood era un chico malo. Un mujeriego que seguramente tendría mujeres altas de pecho grande haciendo cola en su puerta.

Taemin miró más allá de él, por encima de la barandilla, y vio su BMW aparcado en la acera de enfrente, lo que explicaba el pelo revuelto. Su BMV era un descapotable. El mismo coche en el que él estaba a punto de tener a su bebe. No pudo evitar pensar si habría tenido tiempo de pasar por el lavado de coches.

Salió del apartamento y cerró la puerta tras él. Minho se subió las Ray-Bans a la parte superior de la cabeza. Tenía el ojo izquierdo morado.

—¿Qué te ha pasado?

—Un pequeño malentendido.

—Has cabreado a alguien, ¿verdad?

—¿Cabreado?

Taemin alzó los ojos al cielo.

—No hace falta ser Hermann Oberth para ver que  tienes dotes para mosquear a la gente.

—¿Hermann Oberth?

—Un científico espacial —explicó él—. Uno de los tres padres fundadores de la ingeniería espacial y la astronáutica moderna.

Minho frunció el ceño.

—Podrías haber dicho que no hacía falta que fuera científico espacial para ver que tengo facilidad para hacer enfadar a la gente.

 —O sea que he acertado.

—¿En qué?

—En que se te da bien hacer enfadar a la gente.

Él suspiró.

—Te noto distinto —dijo, obviamente en un intento por cambiar de tema.

—Acabo de tener un niño.

Él ladeó un poco la cabeza para mirarlo mejor.

—No, en serio. El pelo… todo. No pareces la misma persona.

Taemin se cruzó de brazos.

—¿Estás diciendo que antes estaba gordo?

—No, claro que no. A mí me parecía que estabas estupendo. Solo estás distinto, eso es todo.

Taemin, que lo había dicho en broma, movió la cabeza exasperado.

—¿Por qué has venido? —preguntó, renunciando al humor, ya que no podía conseguir hacer sonreír a aquel hombre.

—Quería hablar contigo. Estuve en un juzgado y supongo que querrás oír lo que dijo la jueza.

Taemin lo observó intentando imaginar lo que pensarían sus padres cuando les dijera que salía con Choi Minho. Por alguna razón, esa idea ridícula le produjo un escalofrío. Hacía más de un año que no estaba con un hombre. En toda su vida solo había hecho el amor con tres. Y eso contando a Lee Joon. Decidió rápidamente que no tenía que contarlo. Dos hombres. En toda su vida había hecho el amor con dos hombres. Choi Minho no parecía el tipo de hombre que hacía el amor. Probablemente echaba todas las noches polvos apasionados en el capó de su coche. Taemin se ruborizó al pensarlo.

El sexo era sucio.

Eso era lo que les decía su madre a su hermano y a él. Kai siempre había sido un perfecto caballero en la cama. Era la persona más limpia y ordenada que había conocido, siempre asegurándose de no despeinarlo ni ensuciar las sábanas… las pocas veces que Taemin conseguía pillarlo de humor para el sexo.

—¿Te encuentras bien? —preguntó Minho cuando Taemin no contestó a lo que había dicho él de la jueza.

—Estoy bien. Tengo muchas cosas en la cabeza y esta noche no he dormido mucho.

—¿Yoogeun está bien?

—Muy bien. ¿Cómo sabes su nombre?

—Me lo dijo una periodista cuando llegué al hospital como habíamos quedado.

—¡Oh! —Taemin sintió una punzada de culpabilidad—. ¿Y qué te dijo la jueza?

—Ha asignado a un mediador para que nos ayude a pensar cómo vamos a lidiar con la situación.

—Key cree que quieres quitarme al niño. ¿Es verdad?

—No. Jamás.

Taemin captó el olor de su aftershave. Seguramente sería de Gucci o Chanel. Olía muy bien. Él no llevaba zapatos, pero en cualquier caso, Choi Minho era alto… muy alto. A él empezaba a dolerle el cuello de mirar hacia arriba. —¿Por qué te fuiste del hospital sin hablar conmigo? —preguntó él.

—Es complicado.

—Tengo tiempo.

El angelito, si se podía llamar así, que se sentaba en el hombro izquierdo de Taemin lo alentaba a decir la verdad. Que estaba confuso y había hecho lo que hacía siempre… cumplir órdenes. Key le había dicho que tenía que escapar de Minho y él lo había hecho. Había huido.

El diablillo con tridente y capa roja que se posaba en su hombro derecho también le decía que dijera la verdad. Y que, en el proceso, fuera amable con él y le hiciera creer que quería ser su amigo. Al menos hasta que llegaran sus padres. Entonces se mostraría todavía más encantador. Y cuando sus padres volvieran a Japón, se acabaría todo. Taemin sabía que las apariencias engañan, pero estaba demasiado cansado para pensar en eso. Su pareja ideal jamás podría ser un atleta. Prefería hombres inteligentes y bien peinados que iban a trabajar con traje.

—Toda mi vida, desde que era adolescente, he querido tener un hijo —explicó.

Minho se pasó una mano por el pelo revuelto.

—¿En serio?

Él asintió.

—Muchos chicos sueñan con otras cosas, pero yo no. Yo soñaba con tener un bebé. Mi hermano pedía carros o monsters a Papá Noel. Yo siempre pedía un bebé.

Él parecía escucharlo con atención, lo cual le llevó a pensar en sus motivos. Los hombres no solían escuchar así cuando el resto hablaba de sus anhelos y deseos.

Minho debía tener también un plan. Pues muy bien. Podían jugar los dos.

—Luego llegó Kai —continuó—. Salimos durante años, pero él no podía… — apartó la vista—. Esto es muy personal. No debería hablarlo contigo.

—No, por favor, sigue —le pidió él—. ¿Kai era infértil?

Taemin lo miró escéptico. Asintió.

—El nuestro fue un compromiso largo. Durante ese tiempo, yo busqué ayuda. Y encontré CryoCorp. Cuando se estropearon las cosas entre Kai y yo, supe inmediatamente que mantendría la cita con CryoCorp y criaría a mi hijo solo. Sin padre, sin ataduras, sin nadie que me dijera cómo criar a mi hijo. Sin nadie que me juzgara. En el mundo hay muchas personas que crían solos a sus hijos —cruzó los brazos sobre el pecho—. No veía nada de malo en lo que hacía.

—Yo no te juzgo, Taemin.

Taemin pensó que a él se le daba muy bien aquel juego. No bostezaba y sus ojos no mostraban aburrimiento.

—¿De verdad?

Minho negó con la cabeza.

—Se suponía que era todo confidencial —dijo Taemin—. Y luego apareces tú de pronto —. ¿Cuántas probabilidades había de eso?

—Una entre un millón.

Taemin asintió.

—Una entre un millón —volvió a mirarlo a los ojos, esa vez más hondo, indagando —. No debí irme del hospital sin antes hablar contigo. ¿Pero y tú qué? —preguntó—. No mencionaste que tenías una abogada ni que pensabas ir a juicio. Tú tampoco fuiste franco conmigo, ¿verdad? —levantó un poco la barbilla.

—Tienes razón. Tendría que haberte contado mis planes —él cambió el peso de un pie a otro—. Espero que podamos arreglar algo entre nosotros.

—¿Como qué?

Él sacó un papel del bolsillo de atrás del pantalón y se lo pasó.

—Esta es la fecha y la hora en que tenemos que vernos el mes que viene para la mediación. La primera fecha que he podido conseguir ha sido dentro de treinta días —él carraspeó—. Yo esperaba que me dejaras pasar algo de tiempo con Yoogeun antes de eso. Ya sabes, para que empecemos a conocernos.

Taemin tomó el papel y lo leyó.

—Él no entra aquí —dijo Key desde dentro.

Taemin suspiró.

—¿Quieres ver a Yoogeun?

Minho pareció sorprendido.

—Me encantaría.

Dentro del apartamento sonó un gemido.

—¿No deberías estar entrenando? —pregunto Key al otro lado de la puerta—. ¿No necesitáis jugadores diestros en el campo?

Minho sonrió con un destello de dientes blancos y una chispa encantadora en los ojos. Definitivamente, seguro que aquel hombre tenía un montón de mujeres y hombres a sus pies.

—Los entrenamientos empiezan dentro de seis semanas —contestó a Key.

—Tengo una pregunta antes de que entremos —dijo Taemin.

—Pregunta.

—¿Qué pasa si vamos a la mediación pero no conseguimos llegar a un acuerdo en lo referente a Yoogeun?

—Supongo que tendríamos que ir a juicio —contestó él.

A Taemin le gustó su sinceridad, pero eso no significaba que le gustara su respuesta. 

Notas finales:

Espero les haya gustado,

si tengo mas de 6 reviews subo dos capis seguidos :P

Dejen reviews!!!

No se olviden de leer mi otra historia 2min 

La Noche del Fantasma: 

http://www.amor-yaoi.com/fanfic/viewstory.php?sid=123063

Bye nos leemos luego :D 


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