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Having my baby 2MIN por minnah

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Notas del capitulo:

Hola perdon el atraso :P
Gracias a todas esas personitas que preguntaron por mi fic, a quienes me leen y quienes me dejaron review

Y como no me olvido :P agradezco de nuevo a Milky porque me ayuda con la ortografía :D 

A leer, espero les guste :D

  

 Minho estaba sentado en el sofá color verde lima de Taemin y miraba cómo él terminaba de darle un biberón a Yoogeun. Minji, la niña de cuatro años, se movía sin cesar a su izquierda y Tae se sentaba a su derecha. Yoogeun era minúsculo, mucho más pequeño que Bailey, la sobrina de Minho.

—Es pequeñísimo —dijo este.

—Los bebés suelen ser pequeños —murmuró Key desde la cocina.

Minho no le hizo caso. A Key no le gustaba tenerlo dentro del apartamento. Todavía sentía los ojos de él taladrándole un agujero en el lado lateral de la cabeza.

—¿Seguro que no quieres terminar de darle el biberón? —preguntó Taemin.

—No, gracias. Me conformo con miraros.

Key soltó un bufido.

—Tienez miedo de Yoogeun —anunció Minji.

—No, no es verdad —contestó Minho rápidamente.

—Puez zácale el aire —dijo Minji.

Se puso de pie en el sofá, con los pies cubiertos por calcetines rosas hundiéndose en los cojines y agarrándose al hombro de Minho.

—No, no, prefiero mirar. ¿Cómo sabes tanto de bebés? —preguntó a la niña, para cambiar de tema y que la pequeña se centrara en algo diferente a él.

—Yo tambien era bebé.

Key se echó a reír.

—Toma –Minji le puso un pañal seco de tela en el hombro y lo aplastó con la mano —. Pon la cabeza de Yoogeun aquí —le dijo a Taemin.

El biberón ya estaba vacío y Taemin se colocó en el sofá para poder hacer lo que decía la niña.

—¡Oh, no sé! —dijo Minho con nerviosismo.

Taemin colocó a Yoogeun como había dicho Minji.

En cuanto la cabeza del bebé tocó su hombro, Minho se quedó paralizado. No se movió ni un centímetro. Minji rió y le movió la mano hasta colocar la palma en la espalda de Yoogeun.

—Ahora dale golpecitoz zuavez —le dijo—. Tú erez muy grande —sonrió—. No le hagaz dano.

 Minho frotó suavemente la espalda de Yoogeun.

—¿Así?

Minji asintió.

—Cí. Hazta que eructe.

Unos segundos después, Yoogeun soltó un eructo grande. Minho abrió mucho los ojos.

—¡Funciona!

Minji aplaudió y soltó un gritito. Minho sonrió a Taemin y a continuación miró a Key, lo cual fue un gran error porque él fruncía el ceño, estropeando el momento.

—¡Mami, Yoogeun ha eructado! —gritó Minji en el oído de Minho.

—¿Qué ha hecho Yoogeun? —preguntó Key con una sonrisa, sabedor de que su hija volvería a gritar en el oído de Minho. Y eso fue lo que hizo Minji. Estaba de suerte.

—A Yoogeun le guztaz —dijo Minji.

Taemin se levantó del sofá. Minho rió. A pesar de ser de la semilla del diablo, Minji era una niña adorable.

—Pero su mami no le guzta —añadió Minji.

Taemin se ruborizó.

—Pues claro que le gusta su mami —intervino Minho.

—No. No le guzta.

—Está bien —Key se acercó y se llevó a la niña—. Es hora de bañarte.

—Ahora no. Hollywood ha dicho que vamoz a dibujar.

—En otro momento —contestó Key.

—Es una niña encantadora —comentó Minho cuando se quedaron solos.

—Muy graciosa —asintió Taemin, con los brazos cruzados.

Minho no sabía qué hacer. Yoogeun se estaba durmiendo en su hombro. No quería despertarlo, pero tenía calambres en la pierna y el brazo no estaba mucho mejor.

Los dos guardaron silencio mirando la cabecita de Yoogeun apoyada en el hombro de Minho.

—Es la primera vez que tengo un bebé en brazos —comentó este—. Bueno, la primera vez en mucho tiempo. No es tan difícil después de todo.

—Se te da bien.

Minho bajó la barbilla al pecho y miró a Yoogeun.

—Tiene tu boca —dijo.

Taemin se sentó en el brazo del sofá y miró también a Yoogeun.

—Umm. ¿Tú crees?

Minho le miró la boca para compararlos y Tae sintió vergüenza y se arrepintió de haber hecho la pregunta.

—Claro que sí —dijo Minho.

Taemin miró la boca de Yoogeun.

—No me había dado cuenta. Puede que tengas razón —aquella idea la animó muchísimo—. Pero la nariz es tuya, eso seguro —añadió—. Y tiene los ojos grandes como tú.

—Para verte mejor, cariño —él movió las cejas arriba y abajo.

Taemin rió. Vio que Minho lo miraba de un modo extraño y se puso serio.

—¿Qué?

—Nada —contestó él, apartando la vista.

Taemin pensó en insistir  hasta que le dijera lo que pensaba, pero optó por no hacerlo. Hasta que hubieran aclarado las cosas entre ellos en lo referente a Yoogeun, era más seguro mantener la guardia alta.

Si quería convencer a sus padres de que salían juntos, tenía que mostrarse amistoso, pero no había razón para exagerar. Minho volvió a mirar a  Yoogeun, que se había quedado dormido.

—Me parece que lo hemos agotado. ¿Lo pongo en su cuna?

—Yo lo llevaré —Taemin se levantó y tomó al niño. Éste ahora olía a Minho; exudaba un aroma acre y viril—. Vuelvo enseguida.

Cuando regresó, Minho estaba en la puerta, preparado para marcharse. Taemin se alegró. Él lo ponía nervioso. Era atractivo y demasiado encantador para su bien. Probablemente esa tarde había sido un engaño. Seguramente quería que él se confiara, hacerse su amigo y después, cuando menos lo esperara, llegarían sus abogados y encontrarían el modo de quitarle a Yoogeun.

—Me preguntaba si te importaría que me pasara mañana —comentó Minho.

—No —contestó Taemin enseguida—. Es decir, creo que no sería buena idea.

Se sentía vulnerable y no le gustaba la sensación. No podía ser su amigo y al mismo tiempo mantenerse fuerte. Sus planes se hacían papilla rápidamente. Abrió la puerta.

—Quizá lo mejor sea que no nos veamos hasta la mediación —dijo cuando salió Minho.

Minho se frotó la barbilla, claramente confuso.

—Sé que esto no puede ser fácil para ti, pero tardaremos un mes en ir  a la mediación. Mis padres viven a menos de una hora de aquí y mi familia me está dando la lata para conocer a Yoogeun. ¿Por qué no los recojo a él y a ti el sábado a las diez y…?

—No. Lo siento, no puedo —Taemin cerró la puerta y se apoyó en ella con los ojos cerrados hasta que lo oyó alejarse. 

Todo sucedía muy deprisa. Él tenía que dirigir una revista, una revista pequeña, sí, pero revista al fin y al cabo. Comida para todos tenía de todo, desde recetas rápidas a críticas de restaurantes.

La idea de la revista se le había ocurrido cinco años atrás como un hobby, cuando vivía en el este, pero no había tardado en convertirse en mucho más. Había encontrado un comprador para la edición de Japón y habían acordado que el empezaría otra edición en Seúl. Pero encontrar lectores llevaba tiempo y sus ahorros disminuían rápidamente.

Si no encontraba un modo de conseguir suscriptores, se vería obligado a buscar un trabajo fuera del apartamento. Tenía que terminar un artículo, leer e-mails a y contestar al teléfono. Entró en la cocina y alzó el auricular.

—¿Diga?

—Taemin. Me alegro mucho de oír tu voz. Soy yo, Kai. 

 ****

 

 De camino a su coche, a Minho le resultaba difícil entender la idea de que tenía un hijo. Los últimos días habían sido una bomba de emociones. Antes de encontrar a Taemin, había pensado mucho en lo que haría si localizaba a la persona que lo había elegido como donante y resultaba que él estaba embarazado. Desde luego, nunca había pensado que se sentiría como en aquel momento. Feliz.

Estar con Yoogeun había sido muy estimulante. Hasta Minji había ayudado a calmar sus nervios por si sería o no sería capaz de lidiar con niños. Pensó que, quizá, si Yuri podía ver que había cambiado y se tomaba en serio sus responsabilidades, vería que él, y no Aron, era el hombre ideal para ella.

Por el rabillo del ojo vio un cartel que anunciaba apartamentos de alquiler. Se volvió y siguió la dirección de la flecha, que lo llevó de nuevo escaleras arriba. Justo enfrente del apartamento de Taemin había un cartel de SE ALQUILA.

Se dirigió a la oficina principal con una sonrisa. 

 

 ****

 

 Habían pasado tres días desde que Yuri y Minho se habían visto en el tribunal. Aron había insistido en que ella no fuera, pero Yuri había ido de todos modos y ahora su prometido casi no le hablaba. Aunque habían mantenido su relación en secreto hasta hacía poco, Aron y ella llevaban unos meses viviendo juntos.

Aron estaba sentado en la mesa de la cocina, tecleando en su ordenador portátil. Yuri lo observaba a poca distancia. Él era farmacéutico de día y estudiaba derecho de noche. A ella le gustaba cómo se le rizaba el pelo alrededor de las orejas y el modo en que su nariz se curvaba levemente hacia la izquierda, algo que nadie más notaría a primera ni a segunda vista.

Odiaba molestarlo, pero él llevaba días hablando muy poco y aquello tenía que acabar.

—Aron —dijo.

—Umm.

—Tenemos que hablar de Minho.

Él no contestó; sus dedos siguieron golpeando el teclado sin vacilar ni un instante.

—Tienes que hablar con tu hermano antes de que lleve a ese muchacho a los tribunales y avergüence a la familia en el proceso.

—No es mi hermano.

Biológicamente hablando, aquello era verdad, pero Aron había sido adoptado extraoficialmente por la familia de Minho cuando tenía doce años. Después de que su madre se fugara con otro hombre y su padre empezara a pasar más tiempo en el bar que en su casa.

—Antes hablabas de Minho con orgullo —le recordó ella—. Siempre presumías de cómo se había ganado un lugar en la NFL, lo llamabas tu hermano y recordabas una anécdota de la infancia detrás de otra.

—Eso era antes de que volviera a encontrarte. Ahora todo es distinto.

Aquello dolía. Yuri siguió mirándolo. Él todavía no había apartado la vista del ordenador. Desde que le dio el puñetazo a Minho, la trataba como si ella hubiera hecho algo malo.

—Aron. Mírame, por favor.

Al fin él alzó la vista y la miró con frialdad.

—¿Por qué me culpas de los actos de Minho? —preguntó ella.

—¿La verdad?

 —Claro que sí.

—Creo que tú querías que Minho te besara.

Aquello fue como un puñetazo en el estómago. Yuri sintió dolor y náuseas.

—¿Hay algo más?

—Sí. Creo que estás enamorada de Minho. Creo que siempre lo has estado. Creo que aceptaste casarte conmigo para acercarte a él.

Yuri no sabía si reír o llorar. Le resultaba difícil creer que él pudiera ser tan espeso.

—¿Tú no crees que, si quisiera estar con Minho, me habría ido con él?

—No. Tú eres muy orgullosa y el orgullo jamás te habría permitido ir detrás de él.

“¡Caray! Ha pensado en todo”. Yuri lo miró. Él volvió de nuevo su atención al trabajo.

Ella se había criado con un montón de chicos, entre ellos Minho y Aron. Todos lo hacían todo juntos. Montaban en bici, jugaban al fútbol, lanzaban canastas y caminaban por la ciudad. Habían bromeado juntos, jugado juntos y se habían gastado bromas pesadas unos a otros. Hasta que ella llegó a la pubertad, había sido una más con los chicos: Max, Minho, Aron, Kyuhyun, Minki, Seungri, Woohyun, unos cuantos vecinos y Yuri.

Todos habían sido muy amigos, al menos hasta que a ella le cambió el cuerpo y a ellos se les puso más grave la voz. 

Durante un periodo corto de tiempo, ella pensó que sentía algo por Minho. Pero entonces le había regalado un balón de fútbol americano en su catorce cumpleaños y él la había besado. Cuando se dieron su tercer y último beso en la oficina del director en el último curso del instituto, ella ya sabía que su corazón no estaba hecho para el.

Minho era divertido y despreocupado, pero no se tomaba la vida en serio. Aron, por otra parte, se había convertido en un hombre responsable y cariñoso que llevaba sus sentimientos a la vista de todos. Aron y ella se habían hecho muy amigos. Hablaban durante horas y Yuri solo había necesitado un beso para saber que él era el dueño de su corazón, era a él a quien amaba.

Sí, las hermanas de Aron y Minho le habían contado el juramento ridículo que habían hecho todos los chicos en aquella época, la promesa de que, si no podían tenerla todos, no la tendría ninguno. Una locura. Bobadas de la infancia.

Yuri miró a su prometido y sonrió interiormente pensando en todas las noches solitarias que había pasado en sus años universitarios soñando con que Aron iría a buscarla.

Él había tardado unos años más de los que ella creía, pero había terminado por ir. Y ella había estado esperando.

—¿A dónde vas? —preguntó Aron, cuando ella suspiró y se dispuso a salir de la cocina.

Yuri se detuvo en el umbral y miró la casa que habían compartido durante meses. Miró el escritorio que le había comprado Aron antes de que se mudaran allí, los cojines hechos a mano en los sillones donde se sentaban, cojines que había hecho ella cuando se instalaron allí.

—Voy a por mi ordenador —contestó—. Tengo clientes que me necesitan.

—¿No te vas  a ir?

Yuri enarcó las cejas, escandalizada por la pregunta.

—Esta es mi casa —respondió, harta de tonterías—. Si alguien se marcha, tendrás que ser tú. Yo no iré a ninguna parte.

—¿Y no tienes nada que decir sobre el tema?

Yuri tragó el nudo que tenía en la garganta, decidida a no derrumbarse, firme en su decisión de ayudar a Minho en aquel momento de necesidad.

—Voy a ayudar a Minho todo lo que pueda. Es tu hermano. Es tu familia. 

Notas finales:

Espero les haya gustado

El próximo capi actualizo el lunes, peero (ya empezé con el chantaje :P ) les cuento que ya tengo listo el capi 6 ya corregido y todo, solo de subir, pero le subo si recibo mas de 5 reviews :P

Bye nos leemos en el siguente capi

Gracias por leer 

Ya saben tomatazos, comentarios, sugerencias en el cuadrito de abajo :P


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