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Having my baby 2MIN por minnah

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Notas del capitulo:

Hola chic@s no se sí vieron pero talvez me eliminen mis adaptaciones, por lo que voy a estar actualizando también en el face: 

https://www.facebook.com/groups/290902601078570/

Espero les guste el capi :D 

 

Capítulo 6

 

 —¿Qué le has hecho a Aron?

Minho hizo una mueca al salpicadero de su coche, donde la radio a menudo ponía milagrosamente ondas magnéticas a la voz de su madre.

El teléfono manos libres de su Chevy Tahoe supuestamente ayudaba  a viajar más seguro, pero se preguntó si sería muy seguro conducir mientras le sermoneaba su madre. 

—No sé de qué me hablas —dijo sin apartar la vista de la carretera.

—Aron ha dicho que, si vienes tú a la reunión familiar que estoy planeando, no puede venir él. Ha dicho que te pregunte a ti si quiero detalles.

—Ahora no, mamá. Estoy aparcando delante de mi nuevo apartamento. Woohyun y los mellizos vienen a ayudarme a mover algunas cosas.

—¿Por qué te mudas a un apartamento cuando ya tienes una casa preciosa?

Minho entró en el aparcamiento.

—Es solo temporal. Quiero que Taemin entienda que la vida de Yoogeun será mejor si yo estoy en ella.

—Pues claro que será mejor si tú estás en ella. ¿Cuándo podremos conocer a Taemin y a nuestro nieto?

—Estoy trabajando en ello, mamá. Hasta la mediación del mes que viene, voy a hacer lo que pueda para intentar que Taemin y yo lleguemos a algún acuerdo entre nosotros.

—No comprendo. Tú estuviste en la habitación del hospital cuando nació vuestro hijo. ¿Por qué no ve que eres un hombre bueno y fiable? No eres exactamente Tom Hanks o Kang Ho Dong, pero tienes carisma. Quizá se pregunte por qué sigues soltero.

—Mamá, eso me podría parecer un cumplido si a Ho Dong no lo hubieran demandado seis mujeres por su programa de televisión.

—Ridículo. Ho Dong fue nombrado el presentador de concursos más popular en una encuesta a nivel nacional.

Minho soltó una risita. Aparcó en un lugar vacío y puso el freno de mano. 

—En eso tendré que aceptar tu palabra. Tengo que irme.

—Dile a Woohyun que he encontrado los patines que andaba buscando y diles a los mellizos que la cena estará lista a las siete.

—¿Patines?

—Woohyun tiene una cita con Suzy este fin de semana, pero yo no te he dicho nada.

 Minho alzó los ojos al cielo.

—¿Sigues cocinando para los mellizos? ¿No tienen ya veinticinco años?

—Los miércoles viene todo el mundo a cenar aquí. Todo el mundo menos tú.

¡Maldición! Minho había vuelto a olvidarlo.

—Iré la semana que viene, lo prometo.

—Te creere. No olvides traer una foto de Yoogeun.

—Haré lo que pueda. Te llamo luego, mamá —Minho cortó la llamada antes de que a su madre se le ocurriera otro tema de conversación.

Salió del coche y cerró la puerta. La capa de nubes procedentes del mar había desaparecido antes que de costumbre aquel día. El sol calentaba el aire y los hombros rígidos de Minho.

Había un cielo azul sin nubes, sin asomo de la niebla de contaminación de Los Angeles ni del tiempo plomizo de junio. Cerró los ojos, alzó la cara hacia el sol, respiró hondo y extendió la pierna. La rodilla se le agarrotaba un poco cuando pasaba mucho rato sentado.

Sonó un claxon y entraron dos camionetas en el aparcamiento. Una Ford vieja marrón y un modelo Toyota más nuevo. Habían llegado tres de sus hermanos. Los mellizos, Max y Minki, tenían un negocio de construcción y eran los del vehículo más nuevo; y Woohyun los seguía en una camioneta que le había tomado prestada a su padre.

Max fue el primero en encontrar aparcamiento y acercarse andando a Minho. Medía un metro ochenta y cinco y era el más alto de los hermanos. En la cancha de baloncesto para él era pan comido lanzar canastas. Minki era el único rubio de la familia, y por eso los demás le gastaban bromas con que a su madre siempre le había gustado el cartero rubio.

Señaló el edificio de apartamentos con la barbilla.

—Conque este es tu nuevo hogar, ¿eh?

—Por el momento sí.

—Es muy distinto de tu casa de Busán.

-Es solo temporal. Tengo que hacer lo que tengo que hacer.

—¿Y qué es lo que tienes que hacer exactamente?

Woohyun y Minki llegaron hasta ellos a tiempo de oír la respuesta de Minho.

—Quiero demostrarle a Taemin que soy un buen tipo, quiero que vea que merezco estar en la vida de Yoogeun.

—No sabía que tenías tantos deseos de ser padre —intervino Woohyun.

—No ha sido elección suya, ¿no te parece? —comentó Minki.

—Yo tampoco sabía que sentiría esto —repuso Minho—, pero en cuanto tuve a mi hijo en brazos, supe que no solo tenía que estar ahí por si necesita algo, sino que también quiero formar parte de su vida. Quiero verlo dar sus primeros pasos y oír su voz cuando diga sus primeras palabras. Quiero ayudarle con los deberes y jugar al béisbol con él en el parque. Quiero entrenarlo si decide jugar a algún deporte y quiero conocer a sus amigos. Lo quiero todo.

Se produjo un silencio bastante largo.

Minho creyó ver en los ojos de sus hermanos que había dicho demasiado, pero no le importó. Aquello de ser padre había sacado a la luz un lado sentimental suyo que no era consciente de tener.

—Y cuando Taemin vea que eres un buen tipo, ¿luego qué? —quiso saber Woohyun.

—No tengo ni idea —contestó Minho.

Minki movió la cabeza.

 —¿Qué clase de persona querría alejar a un padre de su hijo? Con la de padres inútiles que hay por ahí, llegas tú, un tipo que quiere formar parte de la vida de su hijo, y él te da la espalda. No lo entiendo.

—Está confuso —le explicó Minho—. Por lo que he podido entrever hasta el momento, hubo un incidente en su pasado que lo dejó un poco amargado en relación con los hombres. Y no se le había pasado por la cabeza que su donante de semen pudiera llamar a su puerta, razón por la que tengo que demostrarle no solo que Yoogeun me necesita en su vida, sino también que no tengo intención de quitárselo.

—Es una situación complicada —asintió Max.

—¿Cómo es Taemin? —preguntó Woohyun.

Minho pensó en la primera vez que lo había visto. Solo se había fijado en su vientre, al menos hasta que lo había besado. Hasta aquel momento no había pensado mucho en el beso. Él tenía ojos sensuales, labios gruesos, rostro expresivo…

—.Es bonito. Pelo brillante, dientes blancos rectos.

—No es tu tipo, ¿eh? —preguntó Max.

—Yo no tengo un tipo definido.

Sus tres hermanos se echaron a reír al unísono. Woohyun chasqueó los dedos.

—Ya sé lo que tienes que hacer.

Minki soltó una risita.

—Esto va a ser divertido.

—Tienes que gustarle —continuó Woohyun sin hacerle caso—. Haz que te desee, coquetea con él, hazle cumplidos y llévale flores sin que haya un motivo. Seguro le encanta eso.

Minho lanzó un gruñido.

—No quiero engañarlo.

—Muy bien, como quieras —Woohyun se encogió de hombros—. Siempre puedes recurrir a mi idea si te falla todo lo demás.

—Nada en esta situación va a ser fácil —dijo Minki, cuando Minho y Max se acercaron a la camioneta más próxima y empezaron a desatar las sogas que sujetaban los muebles.

—¿Y si Taemin decide dejar que formes parte de la vida de Yoogeun y luego, por ejemplo, descubres que quiere que vaya a un colegio solo para chicos…? —preguntó Woohyun.

—Por encima del cadáver de Minho —intervino Max.

—¿Y si le hace un tatuaje a Yoogeun? —continuó Woohyun, que no se quería dar por vencido tan fácilmente.

—Nadie hace tatuajes a los niños —le contestó Minki.

Max negó con la cabeza.

—Eso no es verdad. El sobrino de un amigo mío tiene un salón de tatuajes y le hizo uno a su hijito.

—Taemin jamás haría eso —comentó Minho, aunque nadie lo escuchaba.

—¿Y si lo decide apuntarlo a clases de ballet?

Woohyun se mostró escandalizado.

—¿Admiten niños en las clases de ballet?

—Ninguno sobrino mío se pondrá leotardos —anunció Minki.

Minho alzó una mano.

—Estás sacando las cosas de quicio. Yoogeun no tiene ni una semana de vida. Además, si decide que quiere bailar, yo no veo nada de malo en eso.

Los otros tres soltaron una carcajada al oírlo. A Minho empezaba a dolerle la cabeza.

—Me pregunto si Yuri pensará dar a luz un bebé—comentó Max.

—Primero tendrá que llegar el matrimonio y después el bebé —gruñó Minho—. ¿Podemos ponernos a trabajar de una vez?

—Veo que sigues susceptible con el tema de Yuri.

Minho terminó de desatar las cuerdas y fue a abrir la parte de atrás de la camioneta.

—Aron no actuó bien al conquistarla, y eso es todo lo que pienso decir sobre ese asunto.

Minki movió la cabeza.

—Te ha dado fuerte con Yuri, ¿eh? Yo no me lo creía, pero ahora que sale el tema, ¿qué te pasa? Si estabas enamorado de ella, ¿por qué no fuiste tú hace tiempo a buscarla e intentar conquistarla?

—Porque sabía que no era el único que sentía algo por ella. Y habíamos hecho un juramento, ¿recuerdas?

—Eso fue hace más de quince años —dijeron los otros tres al unísono.

—Éramos unos niños—añadió Max, para rematar el argumento.

Woohyun movió la cabeza de un modo que daba a entender que pensaba que Minho era un caso perdido. Éste agarró un extremo del sofá y sacó él solo la mitad fuera de la camioneta, antes de que Woohyun lo agarrara por el medio y Minki saltara al vehículo para levantarlo por el otro extremo.

—Tienes que olvidar tus sentimientos por Yuri —le aconsejó Woohyun—. Aron y ella se quieren y Aron se merece ser feliz y contar con el apoyo de su hermano.

—Él no es nuestro hermano.

Woohyun miró a Minho de hito en hito.

—Eso es mentira. ¿Sabes quién me enseñó a nadar? Aron. ¿Recuerdas aquel accidente de tráfico que hubo en Seúl? Fue un accidente del que todavía se habla. ¿Un conductor que se durmió al volante y cuatro chicos murieron cuando volvían a su casa de Jeju? No se lo he dicho a nadie, pero yo tenía que haber ido en ese coche. Hasta que Aron se enteró y me lo prohibió. Amenazó con decírselo a mamá. Yo estaba furioso con él  y lo odié por eso. Pero ahora no estaría aquí de no ser por él. Aron sí es nuestro hermano. Y también es el tuyo, pero me parece que se te han cruzado los cables. Porque si te pararas a pensar en los viejos tiempos, verías que estás muy equivocado. Yuri nunca nos quiso a ninguno tanto como quería a Aron. Pero por alguna razón, todo el mundo ve eso claramente menos tú.

—¿Podemos ponernos a trabajar ya? —preguntó Minho.

—Esa es una buena idea —repuso uno de los mellizos.

—Por cierto —Minho miró a Woohyun—, mamá ha dicho que te diga que ha encontrado los patines que buscabas, los que quieres llevar a tu cita con Suzy este fin de semana.

Minki tosió un poco.

—¿Suzy? ¿Aquella chica que era tan cruel?

—¿La misma Suzy que una vez te robó la ropa cuando te cambiabas para Educación Física en el instituto? —preguntó Max.

—No es nada del otro mundo —contestó Woohyun—. Nos encontramos por casualidad el otro día.

Max se rascó la barbilla.

—¿Vais a ir a patinar? ¿La gente sigue haciendo eso?

Los mellizos rieron. Woohyun no, por supuesto. Minho tampoco, porque seguía intentando averiguar cómo podían estar tan ciegos sus hermanos en lo referente a Yuri y a él y cómo habían podido olvidar lo que habían compartido entonces.

Todos ellos y Yuri habían estado a menudo juntos en aquella época. Y Minho no recordaba ni una sola vez en la que Aron y Yuri hubieran pasado más de unos minutos juntos a solas.

La única razón por la que él, Minho, no había ido a intentar conquistarla era el juramento, ese mismo juramento que acababa de descubrir que él era el único que se había tomado en serio. 

 

 ****

 

 Los cuatro tardaron una hora en amueblar el nuevo apartamento de dos dormitorios con una cama doble, una cómoda, un sofá, una mesita de café y una televisión con pantalla plana de cuarenta pulgadas. En la casa había ya frigorífico, cocina, lavadora y secadora.

Minho abrió la nevera y pasó latas de té frío a sus hermanos.

—¿Qué es esto? —preguntó Max—. ¿Es que no tienes cerveza?

—Quizá la próxima vez —contestó Minho, abriendo su lata.

—Quiere dar ejemplo mientras vive aquí —le recordó Minki a su hermano mellizo.

—Necesitas algo para decorar las paredes. Tengo un póster antiguo de Pamela Anderson que puedes colgar encima de la tele, pero quiero que me lo devuelvas cuando te vayas de aquí.

Minho no le hizo caso. Entró en su dormitorio nuevo, donde había una cama y una cómoda, pero, y eso era lo más importante, donde estaban también sus analgésicos, en la maleta guardada en el armario empotrado.

No le gustaba tomar analgésicos. De hecho lo evitaba siempre que podía. Pero después de transportar sofás y mesas y subir y bajar muchas escaleras, la rodilla derecha le ardía. La semana anterior su doctor le había ofrecido inyectarle esteroides en la pierna lesionada para combatir el dolor, pero Minho había decidido que se guardara las inyecciones para alguien que las necesitara más que él.

Había soportado dolores peores durante su carrera como jugador de fútbol americano y un poco de dolor de vez en cuando no le iba a hacer renunciar a su carrera. El fútbol americano era su vida, le había proporcionado una casa cómoda, había pagado la hipoteca de sus padres, y aunque su hermano no lo sabía, también pagaría la universidad de Woohyun.

No, no permitiría por nada del mundo que unos cuantos analgésicos arruinaran todo aquello por lo que había trabajado tanto.

—¿Te duele otra vez?

Minho se tragó la pastilla y bebió un sorbo de té frío antes de volverse hacia la puerta. Su hermano  Jonghyun lo observaba apoyado en el marco.

—Estoy bien —contestó Minho.

Miró a su hermano mayor. Le sorprendía verlo, pues Jonghyun aparecía muy poco en los últimos tiempos. Cuando lo hacía, solía ir con bata blanca, pues era ginecólogo y trabajaba muchas horas. Jonghyun era el guapo de la familia y a Minho y sus hermanos les gustaba gastarle bromas sobre su cara bonita. Ese día llevaba un traje oscuro y una corbata de seda azul brillante.

—Me alegro de que hayas venido —dijo Minho—. ¿Tienes una cita interesante?

Jonghyun le dedicó una sonrisa torcida.

—Nada de citas. He estado en un congreso no muy lejos de aquí. Mamá ha dicho que necesitabas ayuda para mover muebles, pero me parece que he llegado demasiado tarde.

—Gracias de todos modos. ¿Cómo te va todo?

—Muy bien —repuso Jonghyun.

Señaló la maleta en el armario con un gesto de la cabeza—. Si alguna vez necesitas ayuda para dejar de tomar esas pastillas, avísame.

—Te agradezco la oferta —dijo Minho—, pero estoy bien. La rodilla va mucho mejor. Estaré como nuevo antes de que empiece la pretemporada.

No se molestó en explicar que llevaba tanto tiempo con el mismo frasco de pastillas que casi habían caducado. Sabía que su hermano tenía tendencia a pensar que todo aquel que tomaba algo más fuerte que una aspirina era un adicto.

Dos años atrás, Jonhyun había perdido a su esposa por culpa de las drogas y desde entonces no había vuelto a ser el mismo. Minho no veía ninguna razón para decirle la verdad. ¿De qué serviría? Fue con él hasta la sala de estar.

—Ahora que te has trasladado a un apartamento del tamaño del dormitorio que tienes en Busán —preguntó Jonghyun—, ¿qué va a ser lo siguiente?

—Ahora me tomaré cada día como venga y confiaré en que todo salga bien.

—¡Mira, mami, ez Hollywood!

Nadie se había molestado en cerrar la puerta del apartamento. Minho sonrió a la cabecita de pelo rizado que metió la cabeza en su nuevo apartamento.

—Hola, Minji, ¿qué tal estás?

—¿Quién es esa niña? —preguntó Jonghyun.

—Es la hija de Satanás —contestó Minho en voz baja.

Jonghyun miró atentamente a la niña.

—Pues parece bastante encantadora.

Minho soltó una risita.

—No me interpretes mal. La niña está bien, es la madre o padre? bueno él...

No terminó la frase.

Key llegó en aquel momento donde estaba su hija y se asomó al interior del apartamento.

—No parece Satanás —murmuró Jonghyun.

—Las apariencias pueden engañar mucho —contestó Minho—. No lo olvides.

—Perdón —musitó Key, que luchaba con bolsas y paquetes y al mismo tiempo intentaba sujetar a Minji por el brazo antes de que la niña se metiera en el apartamento. No lo consiguió.

Max se hallaba en la cocina guardando platos y otros utensilios y Minki estaba conectando la televisión. Woohyun se había sentado en el sofá con su té y Jonghyun fue a la puerta y liberó a Key de su carga.

—Estoy bien —dijo él.

—No me cuesta nada —Jonghyun le tomó las bolsas de todos modos.

Minji tiró de la pernera del pantalón de Minho.

—¿Quierez dibujar? Tengo colorez nuevoz.

Minho se dobló sobre su rodilla buena para que la cabeza de Minji le quedara a la altura del pecho y no de las rodillas.

—Estás de suerte. A mi hermano Woohyun le encanta colorear —señaló el sofá donde estaba sentado Woohyun.

Minji no perdió tiempo en acercarse a él con los lápices y el libro de dibujos para colorear. Woohyun palideció cuando la niña se subió a su regazo y se instaló cómodamente allí. Minji abrió el libro de colorear animales y clavó un dedo en el primer dibujo que apareció.

—Hacemoz primero el león. El león ruge —dijo.

Rugió un par de veces para demostrarlo y sonrió, orgullosa de sí misma. Key movió la cabeza desde el umbral.

—Lo siento. Es muy rápida para mí.

—A Woohyun no le importa nada —le aseguró Minho—. En la guardería era un campeón coloreando animales.

El aludido le lanzó una mirada que prometía venganza.

—¡Oh! —le dijo Minji—. Me guztaz.

Woohyun forzó una sonrisa, tomó el lápiz que le tendía la niña y se puso a colorear. Key miró el apartamento.

—¿Cuál de todos vosotros vive aquí? —preguntó a Minho.

—Minho lo ha alquilado unos meses —le dijo Minki.

—¿De verdad? ¿Y Taemin lo sabe ya?

—Todavía no —Minho señaló a Woohyun con un gesto, con la esperanza de cambiar de tema—. Key, quiero presentarte a algunos de mis hermanos. El que está coloreando es Woohyun. Max está en la cocina desempaquetando cacharros y Minki es ese que está enredando con la televisión —los tres hermanos lo saludaron con la mano y le dijeron hola—. El hombre elegante que se ha quedado con tus bolsas es Jonghyun.

Key sonrió y miró a todos a los ojos menos a Jonghyun. Minho no pudo evitar pensar si le daría vergüenza. Él habría jurado que aquella persona no sabía lo que era la vergüenza.

—¿Has dicho “algunos de mis hermanos”? —preguntó Key—. ¿Es que hay más?

—Tres más —contestó Jonghyun—. Yunho, Yesung y Aron. Y dos hermanas. Sully y Amber.

—Vuestra madre debe de ser una mujer muy especial. Yo me siento desbordado con una.

—Lo es —contestaron todos los hermanos a la vez.

Minho pensó que Satanás parecía otra persona aquel día. Se lo veía relajado, como si hubiera bajado la guardia. O quizá había acabado por aceptar que él había entrado en escena para bien o para mal y que lo mejor para todos sería aceptarlo así.

Key miró detrás de él y dijo: —¡Oh, vaya! Ahí está Taemin ahora. Vamos, Minji, es hora de irse.

Minho pasó por delante de sus invitados y salió por la puerta, desde donde vio a Taemin, que subía las escaleras hasta su apartamento. Llevaba a Yoogeun atado en un portabebés. Él le salió al encuentro en el rellano.

—Hola.

Taemin se detuvo en el último escalón.

—¿Qué haces tú aquí?

—Ahora vivo aquí —Minho señaló su apartamento con la cabeza.

Taemin miró en aquella dirección y vio a Key rodeado de otros hombres.

—¿Qué hace Key ahí?

—Minji y él han pasado a saludar. Tú deberías hacer lo mismo —él alzó un dedo en el aire—. Solo te pido un minuto, lo suficiente para que mis hermanos vean a su sobrino.

Taemin pasó a su lado y dejó el portabebés en el felpudo delante de su puerta para buscar las llaves en el bolso.

—No deberías haberte mudado aquí. No puedo creer que caigas tan bajo.

Minho no respondió. No quería discutir con él porque había sabido de antemano que a Taemin no le gustaría aquello.

En vez de eso, observó a Yoogeun intentar meterse la mano en la boca. Solo hacía unos días que no lo veía y ya parecía que Yoogeun hubiera duplicado su tamaño.

—Hola, pequeñín —dijo, inclinándose a hablar con el—. Te estás haciendo muy grande, ¿verdad?

Yoogeun le tomó el pulgar con firmeza. El pequeño olía a talco y a leche en polvo.

—Mira eso. Tiene mucha fuerza agarrando. Algún día jugarás al fútbol como tu padre, ¿a que sí?

Taemin entró en su apartamento y dejó el bolso en la mesita de café con un golpe seco. Volvió a la puerta y cruzó los brazos sobre el pecho.

—Un minuto —dijo—. No tienes más. Y Yoogeun no jugará nunca al fútbol americano.

Minho tardó un momento en asimilar sus palabras. Lo despistó el comentario sobre el fútbol, y además no esperaba que Taemin accediera a su petición de presentar a Yoogeun a sus hermanos.

Se incorporó, pensando que debía actuar con rapidez y aprovechar la buena disposición de él. Pero antes de que pudiera tomar el portabebés, Taemin se inclinó y alzó a Yoogeun en sus brazos. Minho lo siguió a su apartamento. El bebé empezó a llorar.

—¿Ese es Yoogeun? —preguntó alguien cuando Taemin entró en el apartamento.

Minki fue el primero en llegar hasta él.

—¿Puedo tomarlo en brazos?

—No creo que sea buena idea —repuso Minho.

—Claro que puedes —Taemin le pasó el niño a Miki—. Toma —le mostró cómo colocárselo sobre el codo—. Puedes usar el hueco del brazo para sostenerle la cabeza en alto. Sí, así.

—¡Mirad eso! —exclamó Minki—. Ha dejado de llorar.

—No le guzta su mami —dijo Minji.

Sacó un lápiz nuevo de la caja que había en el sofá, al lado de Woohyun.

—Eso no es verdad —le contestó Key—. ¿Qué te dije yo cuando dijiste eso?

 —Dijizte que no importa porque a muchoz bebéz no lez guztan suz mamiz.

—No es verdad —Key miró a Taemin y se encogió de hombros con aire de disculpa.

Taemin parecía decidido a ignorarlos a todos. Seguía ayudando al hermano de Minho a sostener a Yoogeun.

Minho sintió un nudo en la garganta. ¿Pero qué narices le ocurría? Siempre que estaba cerca de Taemin y su hijo se ponía sentimental. Max y Jonghyun miraban al bebé sonrientes y le hacían muecas.

—Lo has hecho muy bien —dijo Jonghyun a Minho.

—Él no ha hecho nada —le contestó Taemin.

Minho supuso que estaba enfadado con él por haber alquilado el apartamento. Max se rio al oír la respuesta.

—Es increíble cómo funciona todo eso de las donaciones de semen. Muy pronto las personas no necesitarán a los hombres para nada.

—Ya conoces el dicho —intervino Woohyun—. No puedes vivir con ellas y no puedes vivir sin ellas.

Key soltó un bufido.

—Eso es lo que mamá lleva años diciéndole a papá —comentó Minki, antes de empezar a hacerle sonidos bobos al bebé.

Taemin le sonrió. Fue una sonrisa sincera que indicaba a Minho que él empezaba a simpatizar con sus hermanos, o al menos con uno de ellos.

—Tengo lápicez nuevos, Tae —gritó Minji, al oído de Woohyun.

Este hizo una mueca de dolor.

—Eres una niña con mucha suerte —le contestó Taemin—. ¿Qué haces ahí?

—Pinto con mi amigo nuevo.

—Ya está bien —Key movió la cabeza e intentó mostrarse severo—. Creo que es hora de irnos.

—Siento llegar tarde —le dijo Taemin—. Ya sabes cómo se pone el tráfico a esta hora.

—No te preocupes. Minji siempre se las arregla para encontrar algo que hacer.

—Tengo que irme —comentó Taemin—. Ha sido un placer conoceros a todos.

—Antes de que te vayas —le dijo Minki—, mamá te estaría eternamente agradecida si llevaras a Yoogeun este fin de semana a la barbacoa en su casa. Estaremos todos allí.

Minho notó que Taemin tenía un tic en el ojo, una muestra clara de que se sentía incómodo. Le había visto el mismo tic el día en que él se había presentado en su puerta sin avisar.

—No creo que sea buena idea —contestó él.

—Minji podría montar en los ponies —hizo notar Max.

Minji soltó el lápiz que tenía en la mano.

—¡Poniez! —gritó a pleno pulmón.

—Y Woohyun estará allí —le dijo Minho  a la niña, con lo que Minji empezó a saltar arriba y abajo en el regazo de Woohyun mientras daba palmadas de alegría.

Woohyun hizo una mueca.

—¿Tus padres tienen ponies? —preguntó Key.

—Tienen una granja de ponies —respondió Jonghyun.

—A mamá le encantaría que vinierais todos a cenar el domingo —le dijo Max a Key, para dejar claro que su hija y él estaban también invitados. Minki asintió.

—Y no aceptaremos un no por respuesta.

Notas finales:

Espero les haya gustado :D

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