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Having my baby 2MIN por minnah

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Notas del capitulo:

Hola perdona lo se, desaparecí totalmente

pero antes de desaparecer de la tierra me prometí acabar estos fics, primero voy a acabar este que ya lo tengo mas adelantado que los otros.

Tuve que volverme a leer la historia desde el comienzo porque no me acordaba como le había dejado, lo siento mucho, y perdón si encuentran algún error o faltas de ortografía. 

Capítulo 9

Kai estaba de pie cerca de la rosaleda. Esa noche iba de esmoquin y la luz de la luna se reflejaba en su chaqueta y tocaba los ángulos de su rostro, lanzando sombras sobre la barbilla y sobre la nariz larga recta.

Al otro lado, Minho estaba sentado cerca de la piscina vestido solo con un bañador de colores. Introdujo los dedos en su pelo espeso y salpicó gotas de agua sobre el pecho bronceado y los bien definidos bíceps.

Los dos miraron a Taemin, que se acercaba a ellos moviendo las caderas.

—Es hermoso —dijo Kai.

—Sí —musitó Minho—. Y es mío. Tú lo estropeaste todo.

Taemin abrió los ojos. Miró el techo. ¿Qué le ocurría? Apenas conocía a Minho y, sin embargo, no podía cerrar los ojos sin soñar con él. Y no una vez, sino dos veces seguidas. El corazón le latió con fuerza. Se dio cuenta de que estaba perdiendo el juicio. Era la única explicación posible. Minho no era su tipo. A él no le atraían los hombres de cuerpo bronceado y músculos grandes. Los dientes blancos relucientes y los ojos brillantes que se guiñaban con picardía no eran lo suyo. No, señor. A él le gustaban los hombres de profesiones útiles que se tomaban la vida un poco más en serio. Prefería un hombre de traje que usaba más el cerebro que la fuerza. El reloj de la mesilla marcaba las tres.

Volvió a mirar el techo y después de nuevo el reloj. No podían ser las tres. La última vez que le habían despertado las voces de los otros en la cocina eran las nueve. Si eran las tres, había dormido seis horas seguidas. Él nunca había echado siestas de seis horas. Apartó el edredón, intentando no ceder al pánico; bajó los pies al suelo, se puso las enormes zapatillas rosas de peluche y se acercó a la puerta. Escuchó un momento.

Nada. No se oía ni un ruido. Yoogeun. ¿Dónde estaba Yoogeun?

Desde que naciera el niño, no habían pasado tantas horas separados. El pánico cayó sobre él como un rayo, quemándole las entrañas. Salió corriendo a la sala. ¿Dónde estaba todo el mundo?

Corrió a la habitación del bebé. La encontró vacía.

Entró en la cocina y vio una nota escrita a mano.

“Me llevo a Yoogeun a dar un paseo por el parque. Espero que no te importe”. M.

Minho había sacado a su bebé del apartamento.

¿Cómo se atrevía a hacer eso?

Taemin tenía la sensación de que le subieran llamaradas calientes desde las puntas de los dedos de los pies.

Corrió al dormitorio y sacudió los pies hasta que una zapatilla voló por la habitación y la otra desapareció debajo de la cama. Sacó unas zapatillas deportivas del armario y se las puso rápidamente. Un vistazo al espejo encima de la cómoda le hizo ir corriendo al baño, donde se echó agua en la cara, se cepilló los dientes, se peinó y se hizo una coleta. Lo último que hizo antes de salir corriendo por la puerta fue agarrar una sudadera de un montón de ropa limpia que había en un sillón de mimbre situado en un rincón de su habitación.

****

Minho pensó que no podrían haber elegido un día mejor para ir al parque. Luhan, con su sonrisa amplia y su espíritu entusiasta, era todo un personaje. Key, por otra parte, estaba resultando ser un hueso duro de roer. Por muy encantador que se mostrara él,  Satanás no cedía.

Mientras Key y Luhan repartían cupones de descuento para la revista Comida para todos y daban a probar el chili, él conversaba con desconocidos y firmaba autógrafos. Una mujer y su hijo se acercaron a él. Minho se agachó sobre una rodilla para hablar con el niño.

—¿Cómo te llamas?

El niño se sonrojó y le tendió un trozo de papel arrancado de una revista.

—Jimin.

—¿Cuántos años tienes, Jimin?

—Ocho.

—¿Te gusta jugar al fútbol americano?

Él negó con la cabeza.

—Mamá dice que no puedo. Soy muy delgado. Cree que los otros chicos me romperán los huesos.

—¿Tienes un balón en casa?

El niño negó con la cabeza.

Minho firmó el trozo de papel como Hollywood y anotó debajo su email. —Mándame tu dirección y te enviaré un balón de fútbol. No tiene nada de malo que practiques lanzando a tus amigos.

El niño sonrió y miró por encima del hombro a su madre para ver si estaba de acuerdo. Ella asintió, con lo que Jimin tomó el papel y volvió con ella con una energía nueva en su forma de andar.

Una mujer mayor esperaba pacientemente a que él le firmara un cupón que le había dado Key para el siguiente número de Comida para todos. Minho lo firmó y después le pasó un brazo a la mujer por los hombros para que su esposo hiciera una foto de los dos juntos. A continuación, la pareja invirtió posiciones e hicieron otra foto. Cuando se alejaron, Minho miró su reloj.

—Son las tres —dijo a Key y Luhan, que entregaban los últimos cupones—.Tengo que volver antes de que se despierte Taemin y encuentre la casa vacía.

—A Taemin le encantará lo que hemos hecho —le dijo Luhan—. Gracias a ti, hemos entregado el doble de cupones que otras veces para el número del próximo mes. Y a todo el mundo le ha gustado el chili.

—Debo admitir que ha sido una buena idea —intervino Key—. No te ofendas, Minho, pero no sabía que había tanta gente que quería conocer a un jugador de fútbol americano. Taemin estará encantado.

—No me ofendo —contestó él.

Se inclinó sobre el carrito para mirar a Yoogeun. Después de dos horas siendo el centro de atención de mucha gente, el pequeño estaba agotado. La temperatura rozaba los veinticinco grados. Era un día perfecto para salir con su hijo.

Cuando Key y Luhan habían mencionado que querían dar a probar el chili y repartir cupones en el centro comercial, él había sugerido que fueran al parque. Así lo habían hecho y enseguida se había corrido la voz de que había un jugador de fútbol profesional que estaba repartiendo chili con carne gratis y fotografiándose con la gente.

—Tienes mucho valor para llevarte a mi hijo sin preguntarme.

Minho se volvió al oír la voz enfadada de Taemin.

Luhan le puso una mano en el hombro a esta.

—Ha sido idea mía —dijo, intentando exculpar a Minho—. Y te alegrarás cuando veas lo que ha hecho por la revista. Se ha corrido la voz de que Hollywood estaba aquí y han venido cientos de personas. En cuanto se han enterado de que había un famoso repartiendo chili con carne y firmando autógrafos, no han dejado de venir. Ha sido fascinante.

Minho intuía lo que se avecinaba, pero Luhan no había visto todavía el poder de las hormonas de una persona después de tener un bebé. Desgraciadamente, estaba a punto de experimentarlo en su persona.

Taemin se colocó a pocos centímetros de su cara.

—Puesto que ha sido idea tuya —dijo—, estás despedido. No hace falta que vuelvas al apartamento. Te enviaré el despido y tu último cheque.

Minho notó entonces que ya había terminado el horario escolar, pues a poca distancia de ellos había un grupo de adolescentes. Los señalaban riendo y hablaban de ropa interior infantil de Taemin.

Miró a Taemin. Efectivamente, una prenda de doraemon rosa sobresalía por debajo de la sudadera de él. Minho tendió la mano y le quitó lo que resultaron ser unos calzoncillos.

Los chicos rieron con más fuerza.

Taemin le apartó la mano sin molestarse en ver lo que hacía. Estaba ocupado destrozando a Luhan.

Minho se guardó los calzoncillos en el bolsillo del pantalón.

—¿Estás de broma? —preguntó Luhan—. Mira a tu alrededor. Acabamos de repartir todos los cupones que teníamos para el próximo mes. También hemos conseguido muy buenas notas para el chili que quieres sacar en primera página. No solo eso, tengo fotos para la portada que creo que te van a encantar. Con eso tachamos tres tareas de tu lista.

Taemin señaló la calle.

—Vete.

—Pero…

—Nadie se lleva a mi niño sin consultarme. Y por si no te has dado cuenta, yo soy el director editorial.

Minho seguía esperando que Key acudiera al rescate de Luhan, pero Key estaba repartiendo cupones a una familia y no oía lo que ocurría. Se disponía a intervenir él cuando lo rodearon tres mujeres, todas con bebés en los brazos. Como no quería que vieran el ataque de nervios de Taemin, las alejó un poco.

—¿Le importa que nos hagamos una foto con usted, señor Choi?

—En absoluto —se colocó en medio de las mujeres y miraron todos a la cámara, que llevaba un hombre que Minho asumió sería uno de los maridos.

—Antes lo hemos visto con su hijo. Es adorable.

—He notado que no lleva nada en los pies —comentó una mujer de pelo rizado—. Debería taparle los pies aunque no haga frío.

—También hemos notado un sarpullido en la pierna izquierda —intervino otra—. Le recomiendo almidón de maíz para eso.

Empezaron a darle consejos todas a la vez. Él asentía con la cabeza e intentaba asimilarlo todo. Qué detergente usar para la ropa de Yoogeun, cuál era la mejor marca de pañales, y dónde comprar los artículos de bebé más importantes, como cochecitos y columpios.

Un dedo se clavó con fuerza en su brazo y él soltó una mueca de dolor. Miró a su derecha y no le sorprendió ver a Taemin con Yoogeun en brazos mirándolo con una expresión que habría hecho arrodillarse al mismísimo diablo.

En lugar de arrodillarse, él le pasó un brazo por los hombros y la atrajo hacia sí. —Este es Lee Taemin —dijo a las mujeres—. Es la mamá de Yoogeun y el director editorial de Comida para todos.

—¿De verdad? —la mujer del pelo rizado miró el atuendo de Taemin: pantalones grises de chándal y una sudadera desgastada que mostraba el dibujo de un gatito de ojos grandes con un lazo azul en el cuello—. ¿Este es su esposo?

La mujer situada a su lado se sonrojó al oír las palabras de su amiga y dijo a Taemin:

—Le estábamos comentando a su esposo que tienen un niño precioso.

—No es mi esposo —gruñó Taemin.

—Perdón. Había asumido que sí.

Taemin abrió la boca para decir algo, pero Yoogeun empezó a llorar antes de que pudiera hablar. Minho casi se alegró. No sabía lo que podía salir de la boca de Taemin. A juzgar por el modo en que fruncía el ceño, no podía ser nada bueno.

—Tal vez tenga cólico del lactante —dijo la tercera mujer, que era la primera vez que hablaba—. El mío lo tuvo los tres primeros meses. Fue horrible porque yo no podía dormir y pasé mucho tiempo pensando que no le gustaba a Nathan.

En un abrir de ojos, la expresión de Taemin cambió de la furia a la curiosidad. Miró la carita triste de su hijo y después a la mujer que acababa de hablar.

—¿Cólico del lactante? ¿Qué es eso?

—El doctor dijo que Nathan tenía muchos gases y eso le producía dolores.

Taemin le pasó el niño a Minho para acercarse más a la mujer y oír bien lo que decía.

—¿Y qué hizo usted?

Minho colocó al niño sobre su brazo y sonrió a su carita lastimosa.

—Hay muchas cosas que puede probar —contestó la mujer—. Mantener los brazos de su bebé próximos al cuerpo y mecerlo con gentileza. Algunos están más cómodos colocados boca abajo y así puede frotarles suavemente la espalda. Cuando todo lo demás falla, yo ponía la radio, o incluso el aspirador.

—¿El aspirador? —preguntó Minho.

La mujer asintió.

—Algunos bebés se calman con ruidos fuertes y continuados.

—Es verdad —intervino la del pelo rizado—. A mi niña le gustaba columpiarse. Si eso no funcionaba, a veces la llevaba a dar una vuelta en coche hasta que se quedaba dormida.

Minho vio que se suavizaban los rasgos de Taemin. Supuso que le aliviaba saber que otras personas habían estado en su situación y habían sobrevivido.

—Lo más importante —añadió una de las mujeres— es no tomarse el llanto como algo personal. Respirar hondo e intentar relajarse. Sé que no es fácil, pero usted no quiere perder los nervios en el proceso. Luego eso va mejorando con el tiempo.

Taemin relajó los hombros, con lo que relajó también parte de la tensión de la que hablaban las mujeres.

—Y no tenga miedo de aceptar o pedir ayuda a amigos y parientes.

Minho estuvo a punto de añadir un “amén”, pero se contuvo.

—El doctor le dirá si su niño tiene cólico del lactante —dijo la primera mujer; dio una palmadita a Taemin en el brazo—. ¿Cuándo es su próxima cita?

Taemin tendió los brazos hacia Yoogeun y Minho se lo pasó.

—Mañana tiene su primera cita con el pediatra –contestó él.

—Espere aquí —dijo la mujer—. Le diré a mi esposo que le anote mi número por si tiene alguna vez alguna pregunta o algún problema. La mujer se alejó antes de que Taemin pudiera protestar.

Quince minutos después, éste se despedía de sus nuevas amigas mientras Minho ayudaba a Key a guardar en el maletero del coche la bolsa de basura y las tazas y cucharas de plástico no utilizadas.

—Luhan me ha puesto un mensaje. No puedo creer que Taemin le haya despedido — dijo Key—. Estamos escasos de empleados.

—No me sorprendería que lo readmitiera antes de que acabe el día —contestó Minho.

 —Espero que tengas razón. Y espero también que te des cuenta de que todo esto es por tu culpa.

—¿Qué he hecho ahora?

—Despedir a Luhan no ha tenido nada que ver con que trajéramos a Yoogeun al parque y sí mucho con que Luhan flirteara contigo y tú con él.

Minho cerró el maletero y soltó una carcajada.

—Me parece que no conoces a Taemin tan bien como crees. Me odia.

Key suspiró.

—Conozco a Taemin mejor que la mayoría de la gente y sé lo que he visto hoy —Key lo miró a los ojos—. Si le haces daño, haré todo lo que esté en mi poder para que te aleje de Yoogeun para siempre.

—Entendido. Pero ya te he dicho que estás equivocado.

Minho se volvió hacia Taemin y le observó meter a Yoogeun en el carrito y colocarle la manta hasta que pareció satisfecho. Cuando terminó, alzó la vista y sus ojos se encontraron. El rostro del joven se iluminó con una expresión de placer y de algo más que Minho no había visto antes allí. ¿Era posible que Key tuviera razón?

Notas finales:

Espero les haya gustado, lo sé merezco morir, pueden lanzarme lo que quieran, pero como recompensa hoy actualizo 4 capis :D :p 


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