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Las Joyas de Sweet Ann por AlexisKID4869

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Notas del capitulo:

Hola a todos n.n

Primero que nada quiero disculparme u.u

Me he dado cuenta que la historia ha perdido la subjetividad de los dos primeros capítulos :’(

En lo que me reste de la historia (que no se cuanto será) prometo concentrarme mejor en la trama :D

Y quisiera disculparme de antemano antes de que lean una escena de este capítulo ñ.ñ

He puesto algo que… bueno en lo personal no he visto en otras historias y no porque sea de me agrado quiera decir que a ustedes también piensen los mismo a.a pero tiene su función en la historia se los aseguro n.n y por favor no me linchen por leerla >n<

   Después de la escuela me dirigí a lo de Leon. Quise entrar en la Suite pero la puerta de cristal estaba cerrada. Sin embargo tenía mi llave, Leon me dio permiso para usar la suite cuando quisiera. Eso sí, no me dejaba traer a nadie. Al entrar pude sentir la calidez del ambiente. El invierno se acercaba y Leon encendía su antigua chimenea no solo para evitar padecer frio. Él era de Inglaterra, según me comento tener la hoguera encendida le recordaba a la patria de la que huyo; aunque esa parte de su historia lo omitió. Sobre la mesa había un papel de notas amarillas. “Len, tuve que salir por un momento. Ya sabes que puedes sentirte como en casa. Leon”. Me tire sobre el sofá victoriano. De haber sabido que Leon no estaría hubiera salido con los chicos. Aburrido, inspeccione la habitación con la mirada, aunque ya había estado aquí cientos de veces. El decorado era el clásico estudio británico que muestran en las novelas: muebles antiguos, libreros llenos de colecciones y atlas de diversos temas, una telaraña dorada en el techo, piso de madera con una gran alfombra, cuadros al oleo, inclusive hay un megáfono antiguo y una armadura con una espada. Ciertamente mi instructor debía extrañar Londres, se que allí se crio por que en una ocasión salimos a correr por la ciudad y nos detuvimos en un puente que pare él era similar a uno en la capital de Inglaterra, su ciudad natal, trayéndole nostalgia. No conozco mucho del pasado de Leon, solo sé que en su juventud era un ladrón de guante blanco que tuvo que huir por una misión fallida. Se escondió aquí en Japón, trabajando como reconstructor de cuadros en un museo. Y allí lo conocí, siempre tuve una atracción por el arte, algo que me transmitió mi madre, y tal parece que Leon vio esa similitud en nosotros, por lo que me hablo de su antiguo pasatiempo y me lo transmitió. Así me convertí en CV02, mi instructor me bautizo con ese nombre aunque nunca me dijo el porqué era el 2do. Ah… me recosté en el sofá. Ciertamente, Leon siempre será un misterio… nunca quiero preguntar por su pasado ya que por la forma en que me trata tengo miedo de tocar un punto muy sensible en su historia. Pero a veces resistirse a la curiosidad es difícil.

– ¿Len, estas aqui?

– ¡Sí! – dije levantándome.

– Perdón por la demora, – decía mientras colgaba su abrigo y caminaba a su escritorio –  me llamaron del museo para que los asesorara por la llegada de unos artículos prestados de Inglaterra. Esta refrescando, ¿Quieres que te sirva algo de café?

– No gracias.

– ¿Y chocolate caliente?

– Tampoco, pero gracias. – respondía mientras lo seguía.

   Esa era la forma en que me trataba Leon. Me cuidaba como yo velo por Rin, como un hermano mayor. Leon es una persona cariñosa, atenta y amable. Él es todo lo contrario a los estereotipos británicos: indiferente pero al estilo relajado, como si ya nada le importara como para estimularle alegría, tristeza, sufrimiento o pasión. Siempre me he preguntado si esa personalidad suya es producto de su vida pasada, si algo lo atormenta y no quiere demostrarlo. Sin embargo se que todavía es una gran persona. Cada vez que tiene la oportunidad, me dice: “No importa que tan invaluable sea el objeto a robar, tu vida siempre tendrá un valor superior” y se que le daría un infarto el enterarse como me muevo en cada misión, por lo que los detalles de mi trabajo los guardo en secreto. Es verdad, ya de por si lo que hacemos es peligroso. Pero la emoción de estos trabajos fue una forma de evadir a la angustia de perder a mis padres. Aunque ahora tengo un motivo más por el cual robar:

– Sobre las joyas de Sweet Ann

– Te alegrara saber que he confirmado la autenticidad de la joya que encontré. – se anticipo a que terminara la oración – Da la casualidad que entre uno de los artículos que enviara el Museo Británico esta una tiara que fue utilizada por una princesa el día de su boda. Actualmente, esa joven es ahora la Reina de Inglaterra y el cuidador solicito esa tiara como una extravagancia. Sin embargo, él, y sospecho que la misma realeza, no saben que esa tiara fue fabricada por la misma Sweet Ann. – me alegre al saber ello, inconscientemente me lleve un dedo a la boca mientras mordía la punta con una sonrisa. Kaito…. Al verme, Leon soltó una leve risa. – Supongo que te emociona saber que lo volverás a ver. Pero para tu pesar, ese envió llegara dentro de dos semanas.

– Supongo que tendré que esperar. Pero no te imaginas la emoción de poder restregarle en su cara de enfado el haber tomado la joya. – Leon giro los ojos sonriendo a mi comentario.

– Me recuerdas mucho a mi Len, ojala no tardes mucho en darte cuenta como yo.

– ¿De qué hablas?

– Nada, yo me entiendo – dijo moviendo la mano – Por cierto, ¿Quieres saber lo que averigüe de él?

– ¡Sí! Digo, que encontraste. – León se rio a mi reacción. Pero yo no me explicaba por que me emocione.

– Haber… – tipiaba en su computadora buscando – Aquí esta. Kaito Shion: nació aquí en Japón un 17 de Febrero, fue registrado en Servicios Sociales a los doce años tras quedar huérfano. Según el reporte de la trabajadora social, paso por distintos hogares adoptivos debido a su actitud rebelde. También en los informes policiales se registra el haber sido regañado por robo en dulcerías y fugarse de clases y Ya a sus 15 años sus crímenes se vuelven más serios como vandalismo, estafas y robo de carteras. – me entristecí al saber de sus antecedentes, de cierta forma podía leer el porqué de sus actos. De no ser por Leon yo abría terminado igual – Sin embargo allí se detiene. Los informes de la trabajadora social detallan un cambio en su actitud. Termino la escuela secundaria con honores y ahora, a sus 18, está matriculado con una beca en una universidad privada. Ahora, paralelamente a su vida, los informes policiales desde hace dos años hablan sobre un ladrón que asalta sin la necesidad de la discreción. Tomando su objetivo a la fuerza, se las arregla para no ser atrapado mientras se mofa de la policía. – se detuvo para mirarme – Si relacionamos lo que me has hablado de él y hacemos los cálculos podríamos decir que este chico ha sido un ladro profesional desde los 16 años. – dejamos de hablar por un momento, ¿Qué lo habrá hecho cambiar a los 15 años? De repente Leon me saco de mi concentración con un comentario – Si te doy mi opinión este chico me agrada. No es como nosotros, pero admiro su actitud temeraria.

– Pero sigue siendo un bárbaro.

– Por algo dicen que los opuestos se atraen. – de repente mi corazón se acelero.

– ¿Por qué lo dices?

– Bueno, ambos actúan de manera distinta – movía las manos a los lados representándonos – tu usa la discreción, él la fuerza; tu usas herramientas, él usa armas; tú eres un novato todavía, él es profesional. En comprensible que tengan cierto recelo para la rivalidad.

– Si, es verdad. – si… solo es eso… a mi no me atrae Kaito… solo es diversión… un juguete… ¿Pero por que Leon sonríe? – ¿Que es tan gracioso?

– Nada.

   …

– Sabes, es extraño que no te preocupes que me vea con alguien que tiene ese tipo de antecedentes ¿Hay algo que me estés ocultando?

– Si, hay algo – incluso tenía el descaro de admitirlo.

– ¿Y me lo dirás? – dije sonriendo con ironía.

– ¿Tu me dirás por que te interesan las Joyas de Sweet Ann? – reacciono igual.

– Ya te dije, te lo diré a su tiempo.

– Descuida,  lo que se no es nada que tenga relevancia para vos. Pero si tu no me lo dices yo tampoco te lo diré.

   Leon, me desespera que seas un misterio.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

 

   Ya era de noche y Len todavía no llegaba, me había  llamado diciendo que si vendría pero todavía seguía esperándolo. Me sentía ansioso por lo que me recosté en el sofá a esperarlo. Estaba solo, por lo que tenía la casa para mí mismo y eso era aburrido. De repente sonó el timbre poniendo nervioso mi corazón, camine con las piernas temblando hasta abrir la puerta.

– Perdón por la tardanza Nero.

– Descuida Len, pasa. – acto seguido entro y cerré la puerta con llave. Me apoye en la puerta con las manos atrás. Nos quedamos mirando por un rato, podía sentir mi rostro caliente y a la vez podía ver el rubor en las mejillas de Len.

– ¿Cómo has estado?

– Bien – respondí sonriendo y mirando para otro lado ya que no podía verlo a los ojos sin aumentar mis nervios – ¿Y vos?

– También. ¿Cómo vas con tu historia?

– B-bien. Es m-uy… lei-da – los nervios ya afectaron a mis palabras. Mi rostro se puso más rojo al reconocerlo, sin mencionar que mi corazón latía más rápido.

– Me alegro – sentía la mano de Len en mi mejilla, levantaba mi rostro hacia el suyo para verme. Len me miraba con los ojos entrecerrados mientras me sonreía – Hoy estas sumiso, me gusta. Te hace ver adorable.

   No respondí, solo me quede viéndolo. No se me ocurría una reacción ingeniosa a sus palabras. Fue Len quien decidió sacarme de mi estado estático, me tomo de la puerta y acerco mi cuerpo contra el suyo sujetando mis caderas. Tenía mis manos apoyada en los pechos de Len, su corazón latía rápido pero no tanto como el mío. No, no puedo ser sumiso. No puedo dejar moverme como un muñeco. Deslice mis manos por su pecho para abrazarlo del cuello. Apoyamos juntas nuestras frentes.

– Eso es… tu también debes expresarte Nero… Dime, ¿Qué quieres que haga? – decía mientras me miraba

   Solo lo veía al rostro. Es verdad, yo también lo deseo, ¿Pero qué puedo pedirle? Inspecciones su rostro hasta ver sus labios, sus labios. Moví mi boca tratando de pronunciar unas palabras hasta que estas se hicieron sonar.

– Be-bésame…

   No se hizo de rogar. Cerré mis ojos mientras juntaba sus labios con los míos, presionando con su lengua para entrar en mi boca. Nuestras lenguas se entrelazaban en una danza donde era la suya la que me invitaba a bailar mientras la mía se movía con timidez. Las manos de Len subieron por mi espalda bajo mi ropa acariciándome mientras yo apretaba mis brazos para atraerlo más a mí. Ya no era solo que él me buscaba, sino que ahora ambos lo hacíamos. Mi lengua se aventuro en su boca en un constante puje por saciarnos hasta que nos separamos al quedarnos sin aire, manteniéndonos unidos por una delgada línea de saliva que colgaba en nuestros esfuerzos por respirar. Volvimos a quedar mirándonos hasta que yo hice la invitación.

– Vamos a mi cuarto.

   Subí por las escaleras tomando a Len de la mano y encerrándonos en mi habitación con la traba puesta. Len me arrincono contra la puerta con un beso, bajando por mi cuello y explorándolo con sus labios provocándome jadeos.

Len…

   Me saco la remera mientras me guiaba a mi cama entre besos, recostándome tiernamente bajo por mi torso para jugar con mis pezones. Mordiendo y lamiendo mi pezón izquierdo sin dejar olvidado al derecho con su mano dando pellizcos. Sostuve su cabello desordenándolo por los estímulos hasta que la liga que sostenía su peinado salió volando dejando caer sus mechones dorados en mi piel desnuda. Len subió la mirada viendo mí ruborizado rostro soltando unos cuantos jadeos. Sonrió, procedió a besarme nuevamente bajando su mano derecha  para meterla entre mis pantalones. Jugaba con mi boca mientras estimulaba mi miembro a erectarse tocándolo a través de mi ropa interior. Actúa. Yo tampoco debía quedarme quieto. Desabroche su vaquero con ambas manos para tomar su pene y masturbarlo mientras acariciaba sus testículos dentro de su bóxer. La excitación se hizo notoria cuando mi miembro sobresalía por la punta de mi ropa interior. Len dejo de besarme para bajar su cabeza a mi entrepierna. Desabrocho mi vaquero y bajo el cierre para besar suavemente mi miembro excitado por encima de mi bóxer mientras sujetaba su cabeza hasta…

– ¿Nero, estas en casa? – tocaban desde mi puerta.

   Neru… se me enfrío la sangre al oír su voz. ¡¿Por qué volvió temprano?! Mire a Len aterrado mientras el formaba una sonrisa en su rostro. Me guiño el ojo y se levanto.

– ¿Nero?

– S-si, ya abro. – respondí para ganar tiempo.

   Len abrió la ventana mientras me hacia seña en T con ambas manos. Luego salió por la ventana. ¡¿Qué haces, estamos en el 2do piso?! Corrí a detenerlo pero cuando saque mi cabeza lo vi colgándose del borde de la ventana mientras el viento soplaba sus cabellos sueltos.

– Distráela. Gana tiempo. – me decía sonriendo mientras colgaba.

   Me apresure a abrirle la puerta a Neru ya que me había llamado por tercera vez.

– Al fin. ¿Por qué tardaste tanto?

– ¡Perdón, es que…! – balbuceaba nerviosos, buscando rápidamente una escusa creíble. – ¡Me estaba cambiando! – use el pretexto debido a que no tenia puesta mi remera.

– Ya veo. Pero, ¿Estás bien? ¿Estás algo rojo? – me decía tocando mi frente – ¿Tienes fiebre?

– No-no, no. Es que me hacía calor – me acorde de la ventana – por eso abrí la ventana para refrescarme.

– Pero Nero, estas totalmente desabrigado. – se aproximaba a la ventana – Puede darte un golpe de frio. Primero abrígate – decía mientras… ¡Cerraba la ventana!

– ¡Ok, ok! – ¡Len!

– Bueno, mamá y papá llegaran mañana así que hare algo de cenar para los dos, ¿Qué se te antoja?

– ¡Lo que sea!

– Esta bien. Te llamo cuando este lista. – decía tras salir mientras cerraba la puerta.

   Corrí hacia la ventana para subir a Len pero al sacar la cabeza el rubio ya no estaba. Busque con la mirada por todas partes del patio pero no lo divisaba. Luego tocaron otra vez la puerta.

– ¿Nero, puedo pasar? – decía abriendo la puerta

– ¡Neru, yo…¡ – al voltearme quede boquiabierto al ver a mi hermana junto a Len.

– Len vino a visitarte.

– Hola Nero. – decía con una sonrisa inocente, como si fuese tan natural para la situación.

– Ho-hola…

– Voy a preparar la cena. ¿Quieres quedarte? – decía invitándolo con una sonrisa.

– Me gustaría, gracias.

– Bien, los llamare cuando esté lista. – dijo tras salir y cerrar la puerta.

– ¿Qué diablos paso Len? – decía preocupado mientras él se reía de mi.

– Luego de que Neru entrara al cuarto salte al patio y fui a la entrada para que pensara que era una visita.

   Suspire aliviado. Me apoye en el cuerpo de Len poniendo mi cabeza en su hombro.

– Un momento. – lo mire al rostro mientras aun lo abrazaba – ¿Y tu cabello? No tuviste tiempo de buscar la liga que salió volando

– Siempre llevo algunas de repuesto. – me dijo sonriendo y yo lo mire de la misma forma hasta caer en cuenta de la realidad.

– Supongo que no podremos terminar lo que empezamos ¿Verdad? – Len se rio a mi pregunta.

– No, cuando estoy dentro de ti gimes muy fuerte. – me ruborice a su comentario

– ¡Len, no digas…! – me callo con un simple beso y luego me acarició la mejilla con su pulgar.

– Nero, te ves muy adorable cuando te ruborizas. – el calor en mi rostro aumento – Ahora ponte una camisa rápido antes de que pierda el control, te viole y nos descubran.

– Chistoso, esta vez iba a ser yo el seme. – decía mientras buscaba mi remera.

– Sí, claro. – contesto irónicamente mientras se sentaba en la cama. – En esto dos meses que llevamos haciéndolo nunca has tomado la iniciativa. Siempre serás… ¿Cómo dijiste que era? ¿”ume”?

– Es uke. – le corregí mientras me sentaba con él en la cama con mi remera puesta. – Si vas a hacer yaoi conmigo al menos ten la consideración de aprenderte los términos. Además, tú no eres 100% seme, más bien pareces un suke.

– Ese término si lo reconozco. Y no, nunca voy a ceder a eso que llamas seme, yo soy totalmente hetero.

– ¡JA! Perdón querido amigo pero eso que haces conmigo deja mucho que decir.

– Date cuenta Nero, que tú y yo nos revolcamos dentro del mismo saco. Por lo que yo también dudo de a donde apunta tu brújula.

– Te equivocas, yo solo sacio mi amor por el yaoi como fudanshi. – decía seriamente al verlo, argumentando mi defensa.

– Y yo mi apetito sexual como adolescente. – contraataco mientras me penetraba con la mirada.

   Nos miramos fulminantemente, ninguno quería ceder a los ojos del otro hasta que nos reímos de nosotros mismos.

– Bueno, ¿Qué hacemos para matar tiempo?

– Mmm, ¿jugamos videojuegos?

   Ambos nos entretuvimos jugando en mi Play Station 4. MI historia con Len comenzó hacía un año cuando nuestro profesor nos junto para hacer un trabajo práctico. Nos volvimos amigos y aunque nos teníamos mucha confianza le oculte mi gusto por el BL por miedo a perder su amistad, ya que tuve una experiencia muy negativa cuando se lo conté a mi novia, por lo cual me dejo. Sin embargo un cierto día Len buscaba en mi celular una canción llamada Spice! para que se la pasara y se dio con un archivo que sonsamente titule hard. Fue muy incomodo explicarle que aunque me emocionaba ver a dos hombres besarse yo seguía siendo hetero. Sorprendentemente a él no le importo hasta que quiso saber del fruto prohibido preguntándome acerca del yaoi. Le explique sobre el shonen-ai, el lemon, los distintos subgéneros y terminologías, los que es una fujoshi y un fudanshi, le mostré unos mangas, animes y ovas… y bueno… ahí fue donde piso el palito… tras mostrarle algunas cosas no tan leves… bueno, una cosa llevo a la otra… actualmente ambos satisfacemos nuestros intereses sin perder nuestra amistad sino mas bien reforzándola hasta el punto que me confió su secreto de ser un ladrón de guante blanco.

   Si, es verdad. Somos un par de amigos raros. Por eso es un secreto que ambos nos llevaremos a la tumba.

– Oye Nero, ¿Qué tal te va con tu historia por cierto? – preguntaba sin despegar su atención del juego.

– Ya voy por el capitulo veinte ocho. Esperaba publicar algo de lemon hoy pero se me corto la inspiración. Pondré relleno de una pareja secundaria para cumplir con la fecha, solo espero no decepcionar a mis lectores.

   Aunque tengo mucha imaginación, hacer yaoi me inspira para escribir mis historias en una página donde las público.

– ¿Y tú que tal con las Joyas de Sweer Ann? – pregunte concentrado en el juego.

– Ya llevo dos y pronto se volverán tres.

– ¿Y de ese tal Kaito?

– Últimamente no he tenido trabajo así que no lo he visto.

– Que lastima, esperaba que se vieran más seguido y se enamorasen para hacerme fanservice.

– ¡¿QUÉ?! – Len se levanto sorprendido a mi comentario.

– ¡GANE! – Len había caído en mi trampa – Lero, le... – me mofaba en su cara cuando lo vi mejor.

– Vil tramposo…

– Len, ¿Estás bien? Tienes la cara roja. – Sus ojos casi podrían haberse caído con abrirlos tantos.

– S-si, solo es el calor.

   Tartamudea, la cara roja, se exalto a mi comentario. Si no lo conociera diría que…

– Len, ¿Tú no estás…?

– ¡Chicos, a cenar! – Gritaba Neru desde abajo.

– ¡Ya bajamos! – respondió Len – Vamos que se enfría. – dijo tras salir disparado del cuarto.

   Incluso trata de evadir el tema. Podría ser que… Nah… la vida no es un manga yaoi para mi desgracia. 

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    Estaciones el lujoso auto junto a la entrada del hotel. No tarde mucho tiempo en esperar ya que la persona a la que bien a buscar subió en seguida.

– ¿Por qué tardaste tanto? – decía mientras se soplaba la nariz, un efecto a causa de las sustancias que aspiraba – No importa. Llévame a casa antes de que alguien me vea.

   No respondí. Solo arranque el auto, conduciendo por las oscuras calles mientras el hombre escribía por su celular. Me metí por un antigua túnel subterráneo que ya no era tan transitado hasta que mi pasajero se dio cuenta del desvió.

– ¿A dónde vamos? Este no es el camino. – pare el auto justo en medio del túnel y coloque los seguros a la puerta – ¡¿Qué demonios…?! – el sujeto no puedo terminar la frase cuando vio mi rostro por el espejo retrovisor.

– Supongo que por su reacción me recuerda senador. – decía mientras lo observaba a través del retrovisor. Me saque la gorra del uniforme dejando caer mi cabello.

– CV01… – su rostro se puso pálido al darse cuenta de la situación. – Si buscas Kamui… hace mucho que deje de tener tratos con él.

– Lo sé senador. – saque del interior de la chaqueta mi pistola – Si, estoy buscando al samurái, pero esta noche vengo por usted.

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   Regrese antes de las doce para que Lily no se percatara que estuve fuera de casa hasta tarde, por lo general ella trata de volver antes de las 1 am. ¿Me pregunto que habrán hecho Rin y los chicos? Admito que fue divertido visitar a Nero, como siempre, pero sigo sin evitar pensar por qué me exalte cuando insinuó que podría pasar algo entre Kaito y yo. Es decir, yo no soy gay. Bueno, lo que hago con Nero podría ser contradictorio a lo que digo pero eso es solo diversión…

   Trate de olvidar mis tormentos cuando entre a casa.

– Ya volví.

– Tienes suerte de que este de buen humor. – para mi desgracia, escuchaba a mi tutora en el living.

– Perdón. Quise volverme más temprano pero me invitaron a cenar. – Decía mientras entraba al living viendo a Rin recostada en el hombre de Lily – ¿Qué tal te fue con…? Rin… – ella estaba en el sofá llorando. Deje caer mi mochila y me apresure en abrazarla – ¿Qué sucede?

– Descuida – me decía apartándose. Mostraba una sonrisa que desencajaba con sus lágrimas. – No ocurre nada malo. Solo estoy triste y feliz al mismo tiempo.

– Rin, no te entiendo. Explícate.

– Solo digamos que entendí que Oliver no va a fijare en mi… Len, no me hagas más preguntas. Déjame asimilar la realidad. – verla a mi hermana actuar así me ponía nervioso. Sin embargo entendía que no iba a contármelo ya que es igual de necia que yo para los secretos. Pero si ella dice que no debo preocuparme, le creeré. Solo me dedique a abrazarla. – Ya es algo tarde, iré a acostarme.

– ¿Quieres que te lleve algo caliente? – preguntaba Lily acariciando la cabeza de Rin.

– ¿Puede ser leche? – preguntaba volteándose para verla.

– Por supuesto. – decía mientras besaba su frente.

   Rin subía por las escaleras mientras yo entraba con Lily a la cocina.

– Lily, ¿Rin te dijo por que lloraba?

– Por la adolescencia. – decía mientras sacaba la leche de la heladera – Parece que le gustaba un compañero suyo pero a este ella no, un tal Oliver. ¿Lo conoces? – asentí con la cabeza.

– Es un chico de intercambio. No es alguien malo, habrá tenido sus motivos.

– Entiendo. – ponía una olla junto a la leche en una hornalla para calentarla – ¿Tienen algo que hacer mañana?

   Buscaba en mi subconsciente algo que tal vez haya olvidado sobre mi o mi gemela.

– No, creo que no.

– Que bien. ¿Qué les parece si salimos mañana los tres a pasear?

– ¿Y qué hay de los juicios?

– Ya he cerrado el caso que se me asigno y mañana inicia mi receso. Así que estaré más tiempo en casa para los dos.

   Lily era jueza de distrito. Las personas que no nos conocen piensan que Lily es nuestra madre por el parecido, pero eso es debido a que es nuestra tía, hermana de mi madre. Tras la muerte de nuestros padres ella hizo todo lo posible para que la ley le cediera nuestra custodia en la época en que ella era fiscal, aun siendo muy difícil criar a dos niños con ese cargo. He escuchado rumores sobre su época como abogada que han hecho que se gane un terrible apodo por su fiereza, astucia y mano de hierro a la hora de enfrentar a los acusados, aunque es difícil creerlo para mí. Si, Lily puede ser estricta pero bajo esa capa de piedra se esconde un corazón amable, gentil y maternal que brilla aun con más intensidad que cualquier diamante.

   Su celular de repente sonó. Y por un segundo ella frunció el ceño al ver el contacto.

– Es de tribunales. ¿Puedes llevarle la leche a tu hermana por favor? – me pregunto con un sonrisa mientras dejaba en la mesa la taza que iba a llevar.

– Por supuesto.

– Gracias Len, eres un gran sobrino. – decía mientras me despeinaba la cabeza

   Tome la taza mientras salía de la cocina. Una vez fuera, escuche a Lily atender la llama.

– ¡¿Qué horas de llamar son estas inepto?!... ¡¿Legajo?! ¡¿Cómo que no puedes encontrar el legajo?!... ¡¡DEJA DE LLORAR Y PEDIR PERDON Y PONETE A BUSCAR INUTIL O TE JURO QUE EL PROXIMO DOCUMENTO QUE VEAS SERA TU CERTIFICADO DE DEFUNCIÓN FIRMADO A MI PUÑO Y LETRA!!

   Bueno, muy, muy en el fondo es una bella persona…

   Subí al cuarto de Rin con la taza. Iba a tocar la puerta cuando la vi entre abierta. Me asome un poco para ver si ella se encontraba mejor hasta que la vi metida en cama.

Jijijijijijijijiji – mi gemela reía perversamente mientras escribía en un cuaderno. Pronunciaba unas palabras que no sonaban como siempre con su dulce voz – Muy pronto… Si, muy pronto…

– ¿Rin, puedo pasar? – pregunte antes de entrar.

– Si, pasa. – al abrir la puerta vi que escondía entre las sabanas el misteriosos cuaderno. Me acerque a la cama y le extendí la taza mientras me sentaba en el borde – Muchas gracias. ¿Y Lily?

– Atiende una llamada… Rin, lamento que las cosas no funcionaran con Oliver. Pero te aseguro que vas a encontrar a muchos chicos más adelante.

– Te lo agradezco Len, pero ya estoy mejor. Es más, ahora me doy cuenta de que prefiero tenerlo como amigo.

– Bueno, solo quiero verte feliz.

– Descuida, voy a ser feliz siendo solo la amiga de Oliver. Muy, muy feliz…

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   Eran las 8:00 am y el Sol todavía no terminaba de salir, esa era una señal de que el inverno se avecinaba. Aunque estaba con ropa abrigada igual podía sentir el frio. Caminaba desde mi departamento hacia la universidad soplando mi aliento entre mis manos en un intento por calentarme. Trataba de recordar un lugar cálido para distraerme de la baja temperatura y a mi mente vino el estudio de Miriam. Del lado contrario a donde estaba el librero de la boveda había una chimenea enorme con leña artificial...

   …Tenía 15 años la única vez que la encendimos, el invierno en que conocí a Miriam, y en esa ocasión tuve que rogarle de rodillas para que me diera su permiso ya que no le entusiasmaba la idea, aceptando al final a regañadientes. Una vez que libere el gas y lance el fosforo me senté frente al fuego. Las llamas eran enormes, y de no ser que había un cristal para retenerlas hubiera sentido un inmenso calor en mi rostro. Recuerdo que le sugerí a mi jefa que se acercara para calentarse, a lo que ella me respondió, sin dejar de mirar su computadora, que prefería más el frio. Quise invitarla y me levante del piso para dirigirme a su escritorio. “Un poco de calor no va a derretirte Miriam”. Dije extendiéndole la mano. Ella sabía que no iba a dejar de insistir y accedió a mi pedido. Al sentarnos en frente a la chimenea nos quedamos a contemplar el movimientos de las llamas. Durante un momento, ella se quedo mirando mi rostro y yo me voltee para ver el suyo, luego sonreírle y decir: “Ves, es más agradable”. Y se levanto. En ese instante pensé que Miriam no solo era una mujer de apariencia fría, por su tez blanca, su cabello tono nieve y su lápiz labial plateado, sino que también era así en su personalidad, una dama que prefería la fría soledad que a la calidez de la compañía. Pero me equivoque. Miriam no se había levantado para dejarme e irse a su escritorio para alejarse de mí, sino que se había parado para arrodillarse atrás de mi espalda y abrazarme. Apoyaba su cabeza en mi hombro dejando caer su cabello para cubrir sus rostro mientras miraba las llamas con una sonrisa que apenas podía observar, pero esa expresión no era alegre, parecía melancólica, tristes, de dolor. Y al ver de reojo que por su barbilla colgaba una lágrima próxima a caerse fue cuando entendí que había algo más, un recuerdo del pasado que encerraba en su castillo de escarcha, sensible a derretirse. Desde esa vez no volví a insistir por encender la chimenea….

– Kaito… ¿Kaito me oyes?

– ¡Ah! – una voz familiar me saco de mis recuerdos – Miku. Perdona, estaba en las nubes.

– Se nota. – una voz un tanto masculina provino detrás de Miku.

– Oh, Mikuo disculpa no te he visto.

   Los dos hermanos se rieron por mi falta de atención mientras seguíamos caminando. La misma noche que conocí a Miku me invito a pasar a cenar en gratitud a mi ayuda. En su departamento conocí a su hermano menor Mikuo, el mesero de aquella tarde, junto a su amigo Akaito, al cual me sorprendí por nuestro parecido pero que a él no le impresionaba en lo más mínimo por su sonrisa despreocupada. Miku junto a su hermano estaban en el último año de secundaria pero en escuelas distintas, me extrañaba de ella por tener la misma edad que yo pero me ilumino explicando que perdió un año por la oportunidad de viajar por el mundo, aunque eso me extraño aun mas. Por su lado, mi gemelo pelirrojo era una amistad de ambos hermanos y había acompañado a Miku en su recorrido mundial, pero más me dejo atónito que me dijera que era el novio de Mikuo, no por el hecho de que era raro verlos tan íntimos sino mas bien por el grado de confianza para confesar algo tan privado a alguien que recién conocían. ¿Pero quién era yo para juzgarlos? si a mí me revolvía la mente un chico que inclusivo podría ser menor que yo. Ah… CV02

– ¿En qué pensabas? – pregunto Mikuo – Andabas tan perdido en tus pensamientos que caminamos al lado tuyo por diez cuadras.

– ¡¿Qué?! ¡Entonces pase de largo mi universidad!

   Ambos hermanos volvieron a reírse.

– Estamos jugando. Recién nomas te encontramos. – dijo Miku sonriendo inocentemente.

– Menos mal. Si llegaba tarde a clase otra vez mi profesor de Ética Ciudadana no me permitiría rendir el examen a fin de mes. – tras decir eso mire la hora en mi reloj – Todavía tengo tiempo de llegar. ¿Ustedes a donde van?

   Ambos hermanos giraron los ojos sonriendo.

– Vamos a una sesión de modelaje. ¿En serio eres tan despistado Kaito? – no entendí a lo que se refería pero al ver sus uniformes caí en cuenta de que iban a sus escuelas y me reí de mi mismo.

– Lo siento chicos. Ando algo distraído últimamente.

– Descuida. – dijo Mikuo.

– Oye Kaito, ¿Tienes algo que hacer hoy a la tarde? – me pregunto Miku.

– Ehm… Creo que no.

– ¿Te gustaría acompañarme al centro para pasear?

– Ahm…

– Como amigos, claro.

– Si. Con gusto.

– ¡Kaito! – dos voces femeninas gritaban mi nombre un poco más delante de nosotros.

– Chicas. – dije alegre al ver a Gumi y a Miki que corrían hacia nosotros. – ¿Qué hacen por aquí?

– Pues… – iba a hablar Miki cuando vio a los hermanos Hatsune – Oye ¿Tú no eres el mesero de aquellas ves?

– Si, gusto en verlas otra vez. – contesto Mikuo con una sonrisa.

– Chicas, ellos son Miku y su hermano Mikuo. – dije presentándolos –  Miku, Mikuo. Ellas son mis amigas Gumi y Miki

– Un gusto conocerlas. – dijeron al unisonó los aguamarina.

– Igualmente. – respondieron las chicas.

– Bueno, nosotros nos vamos que se nos hará tarde. – dijo Miku. – Ha sido un gusto.

   Tras la despedida y partida de los Hatsune, Miki no perdió tiempo para atacarme con sus insinuaciones.

– Así que no solo fuiste a buscar al mesero sino que además es menor que vos. ¿Hasta dónde llegan tus limites Kaito?

– No es lo que tú piensas – dije sonriendo y mirándola seria – Además ¿Qué hacen aquí? ¿No irán a clases?

– No tenemos clases.

– ¿Por que?

– Veras, el profesor… – trato de decir hasta que una ráfaga de viento soplo entre nosotros.

– Mi-miki-i… – tartamudeaba Gumi mientras castañeaba los dientes por el frio.

– Oh, cierto. ¿Podemos hablarlo en tu departamento?

– Si. – dije frotándome las manos – La verdad está un poco fresco.

   Caminamos un par de cuadras mientras le contaba la historia de cómo conocí a Miku y asu hermano, hasta que Gumi se detuvo frente a una casa. La miraba extrañada, como si tratara de recordarla. No conozco a las personas de esta casa, o mejor dicho mansión, pero si recordaba que estaba rodeada de policías la primera vez que la vi. Ese día…

– ¡Chicos, apuren que me congelo!

   Redoblamos la velocidad en nuestros pasos hasta que llegamos al complejo de departamentos.

– Ted, he vuelto. – anunciaba mi llegada a mi amigo mientras entraba al living.

– ¿Qué paso que volviste temprano? – dijo Ted sentado en el sofá, volteándose para verme. Junto a él se encontraba un chico de cabello café, usando unos lentes.

– No tuve clases. Gumi y Miki vienen conmigo. – las mencionadas hicieron su acto de presencia. – ¿Quién es él?

– Hola Ted – saludaron al mismo tiempo.

– Hola chicas – saludo Ted con una sonrisa. – Él es Kiyoteru, es ayudante de cátedra en Medicina Legal.

– Mucho gusto. – saludo el amigo de Ted.

– Igualmente. – saludo Gumi, sin embargo Miki se había quedado con la boca entre abierta sin decir alguna palabra.

– Miki… – chasqueaba los dedos frente a su cara – Miki, reacciona.

– S-si, mu-cho gusto.

– Kiyoteru, ¿Te parece si vamos a mi cuarto? Así Kaito y las chicas pueden platicar tranquilos.

– Como gustes, pero Ted dime Hiyama. No tienes por qué ser tan formal conmigo.

– Esta bien Kiyo… quiero decir Hiyama. – se retracto riendo levemente.

   Ambos tomaron sus cuadernos y se marcharon. Una vez que oí a Ted cerrar la puerta de su cuarto aproveche para molestar a Miki

– Casi se te caía la baba…

– Como no evitarlo con semejante chico. – decía sin vergüenza alguna haciéndome reír.

– Lo que digas ¿Quieren algo caliente?

– ¡Siiii! – respondió Gumi por ambas.

   Una vez hervida el agua, les serví a ambas un té de yerbas que compra Ted en un herbario en el centro.

– ¿Y qué fue lo que paso chicas? – pregunte dejando sobre la mesa una bandeja con tres tazas y sentándome en uno de los sillones.

– Esta mañana llegamos a la universidad y en los transparentes figuraba que nuestro profesor no iba a dar clases hasta nuevo aviso. – decía Gumi tras tomar un sorbo del té al igual que Miki hasta que esta la secundo.

– Luego llame a papá para preguntarle si sabía sobre el asunto – hizo otra pausa para tomar otro sorbo – y resulta que encontraron muerto al profesor anoche.

– ¡¿Qué?! – dije incrédulo.

– Tampoco nosotros nos lo creíamos. Todavía no se quiere hacer público, apareció en el asiento trasero de un choche dentro de un túnel en la zona roja con un disparo en la frente.

– No me lo puedo creer… – decía incrédulo ante la noticia.

– Todavía se está investigando, pero se sospecha que es trabajo de un sicario de la mafia que hace un año…

– ¡Eso es! – grito Gumi exaltada – Esa casa. Esa mansión de hace un rato. ¡Es donde vivía la familia Kagamine!

Notas finales:

Bueno, espero que sea de su agrado a.a

Si tienen alguna duda no se cuestionen si preguntarme o no n.n


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