Caminaron en silencio hasta el muelle, que quedaba a un par de manzanas del bar, y se acomodaron en una pequeña banca frente al mar. Ed estaba algo nervioso por la propuesta y con la mente llena de ideas por el evento que se daría unas horas más tarde. Bajó la mirada.
Y... ¿De qué querías hablar? - dijo Ed para terminar con el incómodo silencio, disimulando su inquietud mirando a los lados.
¿Por qué? Dime... ¿por qué estabas ahí? - preguntó desconcertado Roy - ¿Qué hacías tu allí?
¿Cómo? - dijo Ed, volteando a ver a Mustang a los ojos inmediatamente.
En aquel horrible sitio... ¿por qué estabas tirado y golpeado como cualquier basura? - reprendió Roy con la mirada perdida - Y ahora... ¿en qué asunto te estás entrometiendo?
Ahh... de eso hablabas. - alegó Ed - Es una larga historia, y además, no es algo que deba importarte...
Al verte por primera vez... - continuó Roy, ignorando por completo la respuesta de Ed - pensé que eras ''el pobre chiquillo indefenso secuestrado'', pero ahora que te estoy conociendo más, me doy cuenta que eres tú el que te metes en problemas. Me preocupas. No quiero que te pase algo malo.
No espera... ¿cuándo dejé que me conocieras? - farfulló Ed - No eres mi niñero, ni mi tutor... ni mucho MENOS mi padre. No necesito tu ayuda ni la de nadie más...
Pues eso no es lo que parece, Edward - recriminó Roy.
Pues discúlpame por haberte preocupado. - dijo Ed en su hiriente tono sarcástico de nuevo - Tengo que irme.
Edward se levantó y evadió a Roy una vez más.
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9:00 pm - En algún recinto del bar.
-¿Está todo listo?
-Todo en orden y preparado, señor.
-¿Están todos?
-No, señor.
-¿Pero quién rayos falta?
Ling Yao se quitó el cigarro de la boca y se levantó dando un golpe contra la mesa y buscó con la mirada entre los presentes.
Creo que es Edward, señor. - señaló Lan Fan, su leal cómplice y mano derecha a quién le guardaba una plena confianza.
No puedo creerlo, otra vez tarde - gruñó Ling Yao.
A la velocidad de un rayo, Ling empezó a debatir en su mente todas las posibilidades en las que Ed pudiera encontrarse. Entonces la puerta se abrió dejando ver los rubios cabellos de Ed asomarse.
¿Se puede saber en dónde has estado? - regañó Ling, buscando alguna pista en su semblante. Agradeció dentro de él que por lo menos estaba en buen estado.
Eh… - trató de responder Edward.
Ling jaló de la chaqueta a Ed y lo llevó hasta el pasillo.
-Lo importante es que estoy aquí ¿no?
-Edward, si algo sale mal será por tu culpa. Lo digo en serio.
-No hice nada. Ahora me acusas de fallarte. ¿No ves que todo va sobre ruedas?
-Estuviste con ese poli, ¿verdad?
-Oye, yo vine para lo acordado ¿recuerdas?, no para hablar de ese idiota. No tiene nada que ver.
-No, Ed; ese ''idiota'' tiene mucho que ver, mas de lo que tu crees, para que lo sepas puedes ir a la cárcel si, por medio de Mustang, los grandes mandos se enteran en lo que estás metido. Se acabaría TODO Ed, todo se iría a la mierda.
-Ling, él no sabe nada...
-Piensa antes de actuar Edward. No quiero que esto acabe mal.
Ling lo dejó reflexionando en el pasadizo, no sin antes fulminarlo con la mirada y entrar de nuevo en la reunión. Ed se apoyó en la pared y soltó un gran suspiro.
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-¿Te sientes bien?
-No del todo.
-¿Por algo en especial?... Tal vez ¿alguien?
Roy la miró a los ojos. Riza Hawkeye era su inseparable amiga y colega, que le aconsejaba cuando estaba en problemas y le apoyaba en sus momentos de soledad. Pero no era la persona a la que le contaba todo. Le faltaba algo, y por más que le doliera, no podía confesarle sus más íntimos secretos. ¿Por qué o cómo? Ni él mismo lo sabía.
-No, no es nada olvídalo.
-Roy, te conozco; y muy bien. Yo sé que a ti algo te pasa. Traes esa cara de distraído y de preocupación desde hace unos días. ¿Qué tienes? Sabes que puedes confiar en mí.
Mustang dirigió su mirada hasta la ventana y vió titilar las estrellas en lo más alto del cielo. Lo pensó una vez más y se dispuso a hablar.
-Hace unos días yo encontré a un chico a punto de ser asesinado. Tenía unos moretones en el rostro y cuerpo, y no sabía su procedencia; así que para ahorrarle los problemas lo curé y lo dejé descansar en un cuarto de hotel. Ya sabrás de que hablo ¿no?
-Si no me equivoco fue en el último tiroteo que interveniste... Lo recuerdo todo. Así que por esa razón desapareciste 2 días y regresaste con esa cara. Roy, ¿tanto te preocupa?
Él solo se quedó callado y apoyó su brazo en el escritorio. El gran señor Mustang resolvía problemas de medio país y no podía con un chico de 18 años. Riza lo miraba dubitativa sobre su comportamiento y quiso decir algo; pero el teléfono los interrumpió.
Ella le dió al botón de altavoz y contestaron.
Roy, ven ahora mismo. - dijo una voz entrecortada - Tenemos una emergencia. Trae a Hawkeye y no tardes.
El Sr. Mustang reconoció inmediatamente la voz y se dirigió a la puerta al mismo tiempo que su compañera tomó su abrigo marrón y ambos salieron al estacionamiento a por el auto, colocarse los cinturones de seguridad y acelerar.
A unos cuantos kilómetros de Central, el celular de Roy sonó y Riza contestó al recibir una señal de parte de Mustang.
-¡Hughes! ¿Qué sucede? - respondió la rubia.
-...
-¿Qué?
La chica puso cara de preocupación y levantó la vista hacia Roy.
-Entendido, vamos para allá - finalizó ella colgando el móvil.
Después de eso el silencio invadió el coche, mientras a Mustang lo invadía la desesperación.
-¿Pero qué te han dicho?
-Roy... debes calmarte...
-¡Si no hablas ya, no podré hacerlo!
-Roy... el chico del que tú hablabas... él... le dispararon.
-¡¿Qué?! No puede ser cierto...
Mustang miró hacia la autopista, silencioso y callado; pero dentro de él llovía la furia y la tristeza al mismo tiempo, y su corazón latía a mil por hora.