Ed tomó impulso y lo empujó con los brazos sin dejar de mirarlo a los ojos.
Ambos lanzaban todo tipo de insultos con la mirada sin decir una palabra.
Edward se giró y salió de la habitación cerrando la puerta de un golpazo.
Caminó por los pasillos sin saber exactamente a dónde ir, pero con la idea en la mente de salir de ahí inmediatamente.
Cuando por fin encontró la salida se dirigió a la recepcionista y preguntó por su cuarto.
Ella le dijo que todo había sido cancelado y no había problemas con la cuenta.
(¿Es en serio? - pensó - ¿Quién demonios es ese hombre?)
Mmm... y... ¿podría saber quién lo pagó? - preguntó Ed de manera sutil.
¿Disculpe? ¿Acaso no conoce al señor Mustang? - responde con otra pregunta la recepcionista - Es increíble porque el Sr. Roy Mustang es uno de los investigadores más famosos y mejor pagados del país. Sale en televisión casi todos los días, y mire que en esta ciudad blablabla... la delincuencia blablabla...
Eh... bueno no veo mucha TV, pero de todas formas muchas gracias - interrupió a su discurso Edward - debo irme ¡Adiós!
Y salió casi corriendo del hotel para no escuchar más como alagaba a ese tal Mustang. Se detuvo y se quedó pensando que debería hacer ahora y en su mente iba repasando todas las estupideces que había hecho.
Pero un solo nombre se repetía en cada una de ellas.
Sacudió la cabeza para poner los pies en la tierra y volteó por curiosidad a ver el hotel otra vez.
Esta vez era Mustang el que salía del hotel y, al chocar miradas; Ed evadió su rostro y comenzó a caminar rápidamente como huyendo.
Roy simplemente lo siguió con la mirada hasta perderlo en una esquina y suspiró profundamente.
Siento que nos encontraremos otra vez - dijo para sí mismo en voz baja - No te saldrás con la tuya, muchacho.
Y sonrió para sus adentros.
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Estos hijos de p*** no se saldrán con la suya - pensaba Edward con cólera recordando lo que había pasado la noche anterior - Esto amerita una venganza que nunca olvidarán.
Edward ahora caminaba ''tranquilamente'' por una solitaria callejuela que conducía a la casona donde actualmente vivían su abuela y su hermano.
No sabía porque iba allí, solo sabía que quería verlos una vez mas, después de casi 4 años.
Abrió la puerta lentamente y sin hacer ruido, entró despacio observando alrededor para ver si había alguien; todo estaba igual como cuando se había ido, pero ahora parecía como si no viviera nadie allí.
Había platos en el fregadero y el único sonido era el del viejo reloj de viento.
Edward paseó por la sala como si fuera la primera vez que la veía y exploraba cada rincón.
No pudo evitar soltar una lágrima al tomar un recuadro de un estante, que contenía la foto de su familia: Su padre, su madre, su abuela, su hermano y su amiga de toda la infancia, Winry Rockbell abrazando a su querido perro.
Todos sonriendo felizmente y en un sólo lugar.
Nunca se repetiría ese momento.
¿Ed?... ¿Edward? - sollozó una voz detrás de él - ¿Eres tú?
Edward giró sobre sus talones para ver a sus querida abuela Pinaco y, dando 3 largos pasos la alcanzó para envolverse en sus brazos y apoyar su humedecido rostro en su hombro, como un niño que tiene miedo y se refugia en su madre.
¡Edward! pensé que ya no volverías... - dijo la abuela al borde del llanto correspondiendo a su abrazo - ¿Dónde estuviste todo este tiempo?
Espero no te hayas metido en más problemas - le reprendía la abuela mientras acariciaba los rubios cabellos de Ed.
Venga abuela, solo fueron unas semanas - rió Ed sin subir la voz.
...¿y dónde esta Al? - preguntó Ed, separándose con suavidad de ella y sintiendo toda la calidez de haber regresado a su hogar.
Alphonse esta ocupado últimamente - dijo con un suspiro la señora Pinaco - Desde que ingresó a la universidad esta fuera todo el tiempo. Salió hace un rato asi que...
Y la puerta abriéndose la interrumpió. Ambos giraron la cabeza para ver quién era.
¡¿Edward?! - gritó Al con asombro - ¡No lo puedo creer!
Los hermanos se abrazaron con fuerza, sin querer soltar al otro nunca más.
Hola hermanito - murmuró Ed con la voz quebrada y con los ojos humedecidos pero con una gran sonrisa.
Te extrañe, de verdad te extrañe - declaró Al llorando de felicidad - ¿Por qué tardaste tanto en regresar, tonto?
Estuve en alguno que otro asunto - bromeó Ed escondiendo su preocupación - Vine a verlos otra vez y decirles que es posible que ya no nos volvamos a ver...
¿Qué? Edward no bromees, esto es serio - recriminó Al mirándole a los ojos.
Edward, por favor ¡no vayas a hacer una locura! - reprendió la abuela - ¡nosotros te queremos! no quiero que vayas a arriesgar tu vida por una tontería.
Los quiero también... y mucho - respondió Ed dejándose caer al sillón - pero esto no tiene nada que ver con ustedes... no quiero que les pase nada...
Alphonse se acercó y tomó a Ed por los hombros sin quitarle los ojos de encima.
No tienes que sacrificarte, no le debes nada a nadie - dijo Al resaltando la última frase.
Te equivocas, Al - refunfuñó Ed - debo hacerlo.
Soltándose de sus manos, Ed se levantó, abrió la puerta, se detuvo un segundo para guardar el recuerdo del reencuentro y salió dejando solo silencio en la casa.
Al y la abuela se miraron con desaprobación.
Regresará... - susurró la abuela con tono meláncolico - Se que lo hará.
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Edward se dirigió al lugar de reunión de sus cómplices y amigos de toda la vida.
¿Pero qué diablos? - dijo ofuscado al reconocerlo saliendo del bar - ¿Qué haces tú aquí?
Eh... pero si es el niñato desagradecido que ni se despidió - recriminó Mustang formando una media sonrisa en la cara e interponiéndose entre Ed y la puerta.
¿Podrías dejar ya eso? - masculló Ed - Si tanto quieres las gracias te las daré:
¡Muchas gracias, señor desconocido, que no sé ni el nombre! ¿Contento? - resopló poniendo las manos en la cintura.
No me lo preguntaste... - dijo Mustang acercándose de forma peligrosa a Ed.
¿Qué? - musitó Ed confundido.
Si no sabes mi nombre fue porque no me lo preguntaste - dijo Mustang cruzando los brazos.
Eso no es de mi interés - dijo Edward al mismo tiempo que empujaba a Mustang de la puerta.
Pero Roy no se dió por vencido y lo tomó de la muñeca fuertemente impidiendo que avanzara.
Ed lo fulminó con la mirada y tiró de su brazo bruscamente, pero, al no poder liberarse de él tuvo que escucharlo, mirándolo a esos ojos que se encendían como llamas de fuego y que quemaban al sentir su mirada encima.