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Say goodbye por -oOYUKI-NII-Oo

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Notas del capitulo:

Para todos aquellos que tenían dudas sobre la pareja principal del fic, como ya lo saben es un SasuNaru, lo cual mantego, pero como cualquier relación personal que tenemos esta ha tardado su tiempo en desarrollarse. Lo siEnto si sintieron que esperaron mucho, pero aqui comienza un nuevo ciclo para la historia.

Por su atención, paciencia, y tiempo. Gracias

Titulo: “Say goodbye”

Autor: YUKI-NII.

Género: Friendship

Ranting NC17

Pareja: SasuNaru

N/A Naruto no me pertenece. Todo es de su gran autor, Kishimoto-Sensei

Resumen: Naruto ve como todo cae poco a poco, Naruto abre sus piernas tratando de sostenerlo todo. A veces el amor no es suficiente.

Advertencia: ESPECIAL SASUKE 1

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Capitulo. 7

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XXI. THE BANNER OF FUCKING LIES

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Hay muchos secretos que jamás deberían de ser descubiertos. Hay que hacerles una tumba muy profunda y sellarlos con cemento de secado rápido, sepultarlos hasta el núcleo de la tierra, resguárdalos en la mente, hacer hechizos de protección y dejar que el viento se los lleve, como las cenizas de una hoguera.

Hay secretos, que sería el final de miles de historia. Que destruirán un planeta entero y extinguirían miles de estrellas en una lluvia triste.

Hay secretos que no vale repetirlos, que fueron hechos de un solo momento y que no existe para ellos tales cosa como las rebobinaciones y recitaciones.

Hay secretos, que simplemente  deben de quedar dentro de tus labios, delineados con el tiempo y sofocados con el cerrar de los ojos.

Abres la puerta de la oficina, una mirada igual a la tuya, solo que mas cansada, te recibe. Hay amor y amargura entre mezclado en un simple pestañeo, patronas tanto al duelo de esos ojos oscuros, que es obsceno. Te sientas en el sillón de dos plazas con el maletín en la mano y los lentes de aumento numero 3. Huele a café recién hecho, la puerta no tarde en abrirse por segunda vez.

Deidara entra, con un mandil rojo con lunares, una bandeja y café americano todavía hirviendo. Lo deja todo en una mesita y comienza a prepara dos tazas. Su cabello mal recogido le cae por un lado de su cuello, que tiene distintos tonos por cicatrices de quemaduras. Todo el cuerpo de Deidara es como un recorte de pedazos unidos con aguja e hilo. Le falta un ojo que esconde tras un mechón rubio demasiado improvisado.

No puedes recordar cuál fue la forma en la que lo perdió, no te esfuerza por traer de nuevo esa memoria que tu cerebro ha bloqueado como acuerdo mutuo al delicado equilibrio que tiene tu cordura.

Su voz que es dos octavas más aguda que la de un hombre de su edad, te llama. 

Siempre has pensado que la explosividad que se refleja en ella haría detonar dinamitas con solo un ruidito de sus labios. Aun ahora sientes que a veces te lanza granadas difíciles de esquivar que queman tu esófago y ahogan tu lucidez.

Llegó a tu vida cuando solo tenías 12, la diferencia de edades era demasiado evidente. Se presento ante ti como un amigo de tu hermano, tenía el cabello corto y resto de arcilla en su ropa algo roída. Te acaricio los cabello y lleno de energía mal canalizada todo a tu alrededor. Fue uno de los actores principales dentro de la época en que apenas los contactos para el pequeño imperio Uchiha se iban formando. Nunca pidió dinero, solo permanecer junto a Itachi.

Y tú te conformaste, te acostumbraste a su presencia con arranques de mal humor salidos de la nada y muestras de ternura que solo tenía contigo, “porque Itachi es un bastardo y no hay que subirle más el ego.” Sonreías ante una excusa en toda regla que quería cubrir las apariencias. Nunca fue un algo íntimo, la manera casi reverencial con la que el rubio e Itachi se miraban, con un lenguaje desarrollado solo para ambos. Viste el amor por experiencia propia, la forma en la que coexistía era igual a la que lo hacían tus padres, profesando declaraciones cargadas de significados con todas las palabras existentes. Simple y puramente.

Sientes el sillón hundirse a tu lado, puedes ver la sonrisa maliciosa, esa que pone cada vez que hará algo para molestar ya sea a Itachi o a ti. Se inclina y deposita la tasita sobre la mesa, lejos de los papales que ya se han esparcido por toda la superficie. Se deja caer a tu lado, pasando sus brazos por tu cuello y depositando sus labios muy cerca de tu boca.

Tú le miras con el seño fruncido ante tal acción, él solo te sonríe y te besa ahora si sobre los labios, muy suave, como el aleteo de una mariposa, apenas rozando. Se aleja, su mano aun sostiene otra taza igual a la tuya, cruza media habitación y se deja caer sin gracia sobre las piernas de Itachi.

Él, lo ha mirado todo, siempre lo mira todo, con sus ojos rasgados y ojeras de cansancio acumulado con los años. Itachi lo sabe, como cada cosa que quieres antes de que los digas o con saber tu estado de ánimo con solo oír tu voz a través del teléfono. Sabe de tu amor por Deidara.

De tu lento enamoramiento pueril, nunca hizo nada para detenerlo, internamente lo odias, con la rabia de una declaración menguada, y la ira mezclada con la vergüenza de ser tan transparente ante él.

Y así, sin interrupción alguna, es como tú sabes que su amor es demasiado retorcido para ser comprendido. Te ama, y si tu quieres a Deidara te lo da, lo deja él mismo sobre tu cama, porque quiere verte relajado, sin conflictos y que le sonrías, porque es el trabajo de el hermano mayor hacer feliz al menor. La filosofía de Itachi es perturbarte, casi igual que tu estatismo cada vez que abres los brazos y recibes el cálido cuerpo de un rubio que ama tanto a tu hermano que te corresponde cada una de tus acciones de manera rebosante, lleno de toda esa mescolanza amorfa y delirante.

No es un triangulo amoroso. Es una sinergia silenciosa que funciona para los tres. Siempre has apretado los labios cuando los pensamientos como “quiero más” y “no es suficiente” hacen su aparición por las noches. La armonía lograda con los años es algo demasiado reconfortante aun para tu propio orgullo o egoísmo.

Bebes un poco de tu café, ignorando el sonido de los suaves ronquidos desde tu derecha. Deidara ha caído rendido entre los fuertes brazos del Uchiha mayor, que enreda sus dedos sobre las largas hembras rubias. Son más de las 4 de la mañana llevan más de 56 horas sin dormir. El trabajo de la agencia de préstamos ha aumentado. La fiscalía va tras ustedes. Los jodidos viejos asquerosos y gordos, quieren más dinero de su parte.

Uno de ellos, él que le gusta tocar tu cintura y rozar tu piel a la mínima oportunidad ha sugerido que le acompañes en unas vacaciones cortas, que te diviertas, porque aun eres joven. Hay tantas cosas que aún no has experimentado que él quiere enseñártelas todas. Que la fiscalía llegaría aún acuerdo con tan solo un sí de tu parte.

Itachi le ha retorcido el brazo tras la espalda. Orochimaru ha declarado la guerra, tu hermano ha sonreído, casi satisfecho al verlo jadeante, atemorizado y pretendiendo no haberse orinado en los pantalones.

Suspiras un tanto cansado, encontrar la solución para no caer ante leyes que cambian y mueren en lapsos demasiados cortos, es una batalla constante, de números, artículos y libros.

Sacas un cigarrillo, el último de la cajetilla y fumas, dejando a un lado, los papeles, y los ojos ambarinos de Orochimaru con sus insinuaciones de noches largas.

Te recargas sobre el brazo del sofá mientras observas en silencio a Itachi mover la silla giratoria, en un vaivén lento y pausado, como si acunara aún bebe pequeño y no a un hombre que pronto llegara a los 30 años. Suelta la liga del cabello del de ojos azules. Y lo acomoda un poco mas entre sus brazos, mientras continua leyendo la última reforma de economía.

Te levantas, murmurando que compraras más cigarrillos, tu hermano asiente.

Sales, del piso 6. La madrugada fresca te recibe, miras las luces de la ciudad como estrellas artificiales. Terminas recargándote en el balcón, Sugeitsu ha estado ahí, con los pies sobre este y los brazos tras la cabeza, la silla en la que esta se mantiene solo en dos patas. La empujas levemente haciéndolo caer. Te mira desde el suelo, con una ceja levantada y reprimiendo el gesto de dolor que debe de sentir su trasero.

Extiendes tu mano, él te tira una cajetilla nueva. La abres, arrojándole un cigarrillo que el caza en pleno vuelo. Se sitúa junto a ti llamándote cabrón sin ningún remordimiento.

Conociste a Sugeitsu cuando solo tenias 12 años de edad, lo salvaste de una paliza, que si bien merecía no era seguro que soportaría. No se presentaron. No hubo gracias ni largas conversaciones. Sugeitsu te empezó a seguir silenciosamente, a cuidarte la espalda y velar por tus intereses, tú le dabas un techo y comida. Él se aseguraba de que nada te estorbara a tu paso. Fue una coexistencia holistica. Sencilla y sin complicaciones.

Lo observas encender su cigarrillo, tu mano sustituye tu cigarrillo por el de él. Lo oyes bufar antes de repetir la acción y que ambos comiencen a fumar.

-      El pequeño zorro ha llegado hoy a la ciudad – menciona el de cabellos claros, observándote en todo momento. Casi como si estuviera listo para recibir la petición que saldrá de tus labios de modo automático. –

Han pasado tantos días. Que cuando el momento de su llegada llega hasta ti solo puedes mirar el humo del strike perderse en la oscuridad.

Naruto ciertamente nunca fue el indicado, no era lo que esperabas, no hubo romance, palabras dulces ni segundas intenciones. Era rubio y de ojos azules, demasiado roto como para reparar algo, y con la inocencia velada refulgiendo tras sus pupilas. No comía mucho y casi siempre estaba en silencio. Cuando sus vidas colisionaron no había nada más que un recipiente vacío e ilusiones pisoteadas, lo miraste con cuidado cuando dormía.

Con la sombra fugaz de un niño que lucho hasta el final, que se consumió hasta el último aliento y que la sangre se le dreno al pasar de los años. Notaste que podía tener pensamientos infantiles, que se escapaban de sus labios inconscientes, con comentarios tan inocentes como ver una chamarra llena de bolsillos en un aparador, o la película infantil que ya nadie parecía recordar.

Tomaste, al ser humano que vendía su cuerpo a falta de conocer al demonio y darle el alma a cambio. Besaste cicatrices que nadie más apreciaba ver y que el ocultaba bajo maquillaje barato. Porque ambos era la porquería que quedaba después de esperar por tanto tiempo que todo esté mejor, que el sol brille sobre sus cabezas. Cansados  de esperar que el cielo se apiade y tenga clemencia, de que alguien justifique, ¿Por qué ellos, joder por qué?

El silencio es lo único que queda, antes de dar la media vuelta y aceptar que ya no hay nada que abandonar, solo se tienen a sí mismos para sobrevivir.

Y bajo la piel que se quema en verano y se cristaliza bajo el agua de la regadera, tu empatía comenzó a mutar, con curiosidad, con cariño, con ternura, en actos que todos catalogarían como distantes, casi esquivos. Naruto ha sido la única persona en dormir más de una noche sobre tu cama.

Naruto desapareció en la madrugada de hace más de tres meses, sin promesas ni despedidas, solo un beso, que sostuvo tu corazón antes de abandonarlo con un soplido de tibio aliento.

Sugeitsu te observa, con esos orbes de azul demasiado templado, expectante, sintiendo la adrenalina que tú dejas catalizada en tus venas, deseando dar la media vuelta y salir para traerte el regalo más grande del mundo. Envuelto en lana y botas altas.

Sin embargo no dices nada. Terminas el cigarrillo y vuelves a la oficina. Sugeitsu vacila entre seguirte o quedarse ahí, mirando los altos edificios, que parecen un diluvio de luces a punto de morir.

Abres la puerta con cuidado, exhalando el último soplo de humo mentolado, Deidara duerme ahora sobre el sillón acurrucado con tu chaqueta y con el cabello revuelto sobre la mejilla. Te inclinas hacia él, subiendo la prenda para cubrir su pecho a la vez que remueves su enredado cabello para que no toque el suelo.

Le das una larga mirada a tu hermano que solo empuja las llaves de la Harley más cerca de ti, sabe que quieres irte, él mismo lo desea. Tus mejillas han quedado un poco sonrojadas por la brisa fría. Tienes los ojos algo inflamados, como si tu rostro fuera el resultado del esfuerzo titánico que te cuesta retener ese medidor de sentimientos muy dentro de ti. El líquido se desborda por el borde, mojándolo todo, te abruma y  socorre por partes iguales. Es el enaltecimiento masoquista más exitoso que ostentas.

Itachi abandona el libro sobre el escritorio y te mira, empujándose hacia atrás con el mueble. Caminas hasta él, tomando el lugar que antes el rubio ocupara, escondes tu rostro en su cuello, es increíble piensas, que aun siendo tú tan alto, Itachi aun te sobrepase por una cabeza. Pone su mano sobre tu espalda, trazando pequeños círculos que te relajan, tus piernas cuelgan sobre las de él.

Itachi es la persona más importante en tu vida, no podrías estar sin él. Lo amas más de lo que te amas a ti mismo. No hay cavidad para nadie más dentro de tu corazón tan pequeñito. Piensas en Deidara, en su cabello, sus ojos, su voz. No se pueden comparar.

Naruto tiene escondido bajo llave ese destello absurdo que te acoge cuando Itachi no está. Como el refugio anti bombas dentro de una guerra. Acomodas los brazos sobre tu regazo y encoges ambas piernas, sientes el sopor del sueño llegando hasta ti en oleadas de marea baja.

Mientras que el remordimiento de no haber pronunciado algo tan absurdo como un “ve por él” hacia el de sonrisa de piraña te transpira por la piel.

Itachi tararea una canción de cuna que aunque indígnate, te envuelve. Naruto canta bajito dentro del baño cuando cree estar solo. Si cierras los ojos puedes verlo claramente, escondido tras girasoles con la desconfianza desbordándosele. Con un tono de voz fuerte que se somete no porque haya sido dominado sino porque hay cosas que quiere proteger aun sobre sí mismo. Y es esa fuerza, esa desesperación, la angustia, la ira, la risa y los llantos que nadie más puede ver que tú sientes que esa correlación de Itachi-tú-Deidara. Está por llegar al holocausto de sus días.

Vas cayendo presa del sueño poco a poco. Itachi te escucha  llamar a un rubio más joven y de piel bronceada a través de la niebla.

Sonríe levemente. Hay secretos tan escondidos que son tan tuyos que ni tú sabes que están ahí. El amor suele esconderse cuando se está frente a él.

 

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N/A: Debido a mi ignorancia en el uso adecuado de los MP y con una posible llamada de atención al hacer esto, yo solo tengo la intención de agradecer cada uno de sus comentarios, que me hacen muy feliz, al igual que una reverencia de gratitud ante el tiempo en que se toman leyendo esta historia que ha crecido con el tiempo.

Notas finales:

Dudas, preguntas o cualquier cosa, pueden contactarme, muchos besos y abrazos a todos.


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