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Love Hurts por Thai Maqui

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Notas del capitulo:

Antes que nada pido una gran disculpa, he dejado los fics pendientes muy abandonados. Tratare de ponerme las pilas y actualizar.

— ¿Dormiste bien mi dulce corazón?

 

Ikky sabía que el castaño estaba hablando con Hoshi, pero deseaba que el apelativo cariñoso hubiera sido para él.

 

Ayer, el temor que algo malo le pasara a su hijo ocultó el shock de volver a ver a Seiya en el parque. Luego de diez años estaba más hermoso a como lo recordaba. Con su cabello castaño ligeramente largo, todo revuelto y los grandes ojos cafés resplandecientes a causa del sol que tanto adoraba, su piel bronceada...

 

Luego… la fantástica escena de la madrugada. Esos pequeños y ajustados bóxers rojos. Ikky tragó saliva, recordando las ganas que tuvo de quitarle la prenda a mordiscos. Besarlo, adorar su cuerpo y hacerlo suyo.

 

— Que te parece fruta para el desayuno ¿te gusta el durazno? – El bebé sonrió agitando las manos. Seiya lo sacó de la silla alta y comenzaron a bailar por la cocina.

 

Ver a las dos personas que más amaba temprano en la mañana riendo y jugando era una sensación cálida y maravillosa. Como deseaba que esa escena se repitiera todos los días. Si tan solo no hubiese sido un maldito... Seiya lo dejó claro no quería nada con él, pero había leído las señales. En su expresión nerviosa y los furtivos sonrojos.

 

Aún lo quería.

 

Solo necesitaba demostrarlo y no arruinarlo. Estaba convencido que, con su atractiva y cariñosa personalidad no le faltaban pretendientes.

 

-- Hola – Ikky gruñó por aquel pensamiento mientras entraba a la cocina.

 

 Completamente celoso.

 

-- Buen día – el castaño lució desconcertado ante la mala actitud y lo atribuyó a la falta de sueño -- esta dentando, seguro por eso estaba tan incómodo anoche.

 

— No es eso— afirmó sirviéndose una taza con café. Tuvo que reprimir un gemido de satisfacción. Estaba delicioso. Seiya lo preparaba tal cual le gustaba.

 

— Te extrañaba, ¿sabes? —  Ikky intentó un ataque directo. — Quién no te amaría. — Sonrió victorioso, allí estaba ese encantador tono rojo.

 

— Bueno, no te preocupes. Yo me haré cargo para que puedas dormir un poco. — Dijo esquivo ante aquella declaración.

 

— Seiya… — si quería la oportunidad de reconquistarlo necesitaba empezar ya. Solo tenía escasos treinta días.

 

— Hoshi ve con papá — dijo al escuchar el timbre del horno. Ikky cargó a su pequeño que lucía incómodo, fue allí que lo vio, el brote color blanco en la parte baja. Su cuarto diente.

 

— ¿Estás haciendo muffins? — Preguntó temeroso con intención de molestarlo.

 

—Oye… he mejorado — fingió ofenderse.

 

—Eran horribles — aún tenía el sabor grabado en sus papilas gustativas — pero te veías lindo con ese delantal rojo y flores blancas.

 

—Como recuerdas cosas así — dijo sorprendido y avergonzado.

 

—El primero que me diste sabía a harina cruda y ese relleno de fresa… le pusiste sal en lugar de azúcar — en ese entonces había gritado y maldecido por lo bajo. Sin contar que estuvo indigesto por dos días. Era irónico como hoy se acordaba con tanto cariño.

 

—Los envases estaban juntos y lucían igual — trató de defenderse.

 

—Pero llegaste con esa sonrisa… — aunque se mostraba arisco y frío por fuera, en su interior sabía que no podía negarle nada al travieso castaño.

 

—Lo comiste todo  inclusive repetiste. — La risa clara y hermosa calentó su corazón, la primera que escuchaba desde que Seiya regresó a casa.

 

Sí casa, esta es su casa — porque ya lo había decidido, no lo dejaría escapar por segunda vez. Serían una familia de tres. Felices y juntos.

 

— No quería que te decepcionaras.

 

Seiya paró de reír y un gesto de dolor apareció en sus labios. Otra vez el silencio volvió a caer, pesado e incómodo. Con ese desagradable cosquilleo en el pecho y un nudo en garganta. El castaño en total mutismo sacó los bizcochos y los enfrió en un plato.

 

—Por eso aceptaste salir conmigo.

 

Ikky escuchó el rencor y un rastro ahogado en sus palabras. Con todo cuidado recostó a Hoshi ya dormido en el corralito al lado de la mesa. Lo arropó tomándose su tiempo. Tenía la esperanza de evitar aquella conversación.

 

—Por… no… querer herirme.

 

— Yo… —dudó solo un segundo. Con un movimiento nervioso apretó  su cuerpo  a  la  espalda  de  Seiya,  envolviendo  sus  brazos alrededor  de  la delgada cintura,  acarició  la  caliente  piel  del cuello con un beso.

 

—Necesito… irme —. Negó Seiya, solo quería llorar, era tan frustrante. Deseaba escapar y quedarse atrapado al mismo tiempo.

 

— Por favor no me dejes…

 

— Basta Ikky.

 

— Me gustabas… ¡me gustas! — Gritó desesperado. Luego se encontró con la mirada café, nublada  por la  emoción.

 

 — ¿Ikky?—susurró, temblando.

 

— En ese entonces… — habló apenas. Para él abrir su corazón era la cosa más difícil que había hecho en su vida.

 

—Tenía mucha ira acumulada… — quemaba decirlo. Como odiaba tener que confesarlo. Pero Seiya merecía respuestas, si quería compartir su futuro debía sincerarse — vivía frustrado por no poder alejar a Shun de ese tipo.

 

—Miedo de que lo lastimara… miedo de lo que sentía por ti.

 

—Siempre tenía control — su agarre se hizo más fuerte, incluso doloroso. Aún así Seiya no se soltó. — Menos cuando estaba contigo… me tenías fuera de balance.

 

—También… — Su boca estaba seca. Maldijo. — Miedo que todos se enteraran, me señalaran, a las burlas.

 

—Ikky… — Seiya nunca se había puesto a pensarlo, estaba demasiado ensimismado en su propia nube rosa de felicidad. Pero en ese entonces él mismo se lo ocultó a Shun. Que podría haber hecho a esa edad. ¿Ignorar los rumores? ¿Luchar? ¿Enfrentarse a todos para demostrar su amor?

 

—Quisiera… que las cosas hubieran sido diferentes. Cometí tantos errores.

 

— Solo Hoshi vale la pena.

 

—Sí es todo un angelito. — Seiya sonrió viéndolo dormir.

 

—Cuando hables con Shun pregúntale su opinión — toda la tensión que Ikky cargaba en los hombros pareció perderse con ese gesto. Sabía que faltaba mucho, un camino largo y pedregoso lleno de dolorosos recuerdos para reconquistarlo.

 

—Lo veré en un par de horas, iremos a la prueba final del traje.

 

—Qué tal si… — dudó, parecía un adolescente nervioso — si me quedo con Hoshi y después nos encontramos en el parque.

 

—Un picnic con originis de poni y jugo de manzana — ofreció antes que Seiya objetara — que tengan nariz de zanahoria y ojos de nori — hace mucho que no los preparaba. Había perdido el deseo cuando el castaño se fue.

 

—Me gustaría — esos eran sus favoritos. Eran solo suyos, Ikky los había creado especialmente para él.

 

Seiya se quedó allí en brazos de su único amor. Ahogando todas las alertas que le dictaban la razón y el corazón. Quizás por ese efímero momento podía permitirse ser egoísta.

 

Vivir en la fantasía de felices por siempre.

 

 

3. Narcissus*

 

 

Desde aquel instante en que toco sus labios, simplemente se volvió adicto.

 

— Ikky… me gusta… se siente… bien.

 

Dios… como amaba el sonido de la dulce boquita pidiéndole más.

 

Seiya tenía la increíble cualidad de encenderlo con tan solo una mirada. Adoraba sus ojos grandes y llorosos cual chocolate caliente. Oscuros y fogosos. Implorándole en silencio por una caricia… ese deseo hacía a Ikky sentirse poderoso. Seiya solo lo necesitaba a él.  Era su único.

 

— No… basta — empezó a reírse.

 

Ikky arqueo sus labios en una sonrisa traviesa. Deslizó uno de sus dedos con suavidad por la tersa piel del cuello. Bajando por el pecho, rozando una tetilla hasta el plano abdomen… muy cerca de la cadera.

 

De pronto la risa se transformó en gemidos suaves y excitantes. Ikky conocía todos los puntos débiles de su amante. Habían estado año y medio juntos y no había perdido el tiempo en descubrirlos.

 

Ikky capturó los dulces labios y Seiya le correspondió. Con esa entrega y ansias que le decía cuanto lo amaba. Un beso de sabor dulce y delicado. Luego otro y otro más…hasta que estuvieron entrelazados, tocándose, gimiendo, necesitándose… sus cuerpos febriles, ávidos y sudorosos, sobre la pequeña cama en la habitación del castaño.

 

La sonrisa de Seiya era tan brillante, esa que lograba iluminar sus días oscuros. Ikky pensó que se  veía hermoso, se inclinó y besó su mejilla. Descansó su cabeza sobre el pecho de Seiya, su cuerpo laxo y desnudo entretejiéndose con el más delgado y pequeño.

 

— Me gusta estar así contigo.

 

—A mí también. — Confesó. Allí Ikky podía ser el mismo, sin presiones o temor. Seiya lo amaba, lo comprendía y no lo juzgada.

 

Ese era su momento preciado, solo ellos dos, alejados del mundo. Un secreto compartido en la pequeña habitación.

 

Hasta que la realidad volviera a tocar a su puerta.

 

Cuando el cucú de la pared anunció las siete de la mañana, Ikky agarró sus pantalones y comenzó a vestirse.

 

—Ikky... — un sentimiento incómodo se enroscó en su pecho. Aún así decidió ignorarlo.

 

— La próxima semana abrirá un parque de diversiones…

 

—Porque no vas con Shun, últimamente no pasan tiempo juntos — dijo con una mirada fría y distante — seguro se divierten.

 

Seiya comenzó a pellizcar las palmas de sus manos, un gesto que hacía cuando estaba nervioso. Shun le había mostrado muy emocionado el dije en forma de conejo que Milo le regaló en su primera cita. Estaba tan ansioso por experimentarlo el mismo.

 

—Será el domingo, no trabajas ¿verdad? Ya compré las entradas.

 

— Tengo que quedarme con mi hermano.

 

—Estará con Marin, le está enseñando a hornear. Sabes es muy bueno — mintió un poco por el bien de su mejor amigo, Shun tendría su segunda cita y Seiya no pudo evitar sentirse celoso.

 

— Entonces… haré horas extras — su voz fue dura, sin lugar a reclamos.

 

— Esta… bien.

 

— Quizás otro día — ofreció Ikky a manera de consuelo.

 

Fue allí que notó los ojos húmedos llenos de tristeza. La crueldad de sus palabras y lo hiriente de sus acciones. El daño que le producía a Seiya. Cerró sus puños fingiendo ignorancia, al igual que otras ciento de veces.

 

Lo peor fue… que Ikky sabía que lo volvería a hacer.

 

 

***

 

 

— ¿Eres el niñero del pequeño terremoto? - Habló Shun desde el probador - eres valiente Sei, siempre me tira proyectiles de comida cuando le trato de darle de comer y demora mucho en dormir.

 

- Estás exagerando Hoshi es el niño más bueno del mundo – quizás no estaba siendo objetivo, pero así lo sentía.

 

- A Milo le tira su avión en la cabeza cada vez que lo ve - las rabietas de Hoshi eran épicas. Siempre se preguntaba si Ikky fue igual de pequeño. Por el silencio de su hermano estaba seguro que así era.

 

— Sabes que sus dientes están saliendo – dijo a manera de excusa. — Ahora tiene cuatro y luce más lindo.

 

—Gracias por la información, me mantendré alejado — seguramente no perdería la oportunidad de morderlo.

 

- Porqué no me dijiste que tu hermano tenía un hijo — cambió de tema. Era más sencillo preguntar con la cortina de por medio, como si se tratase de un muro infranqueable.

 

— Porqué no me dijiste que amabas a niisan y estuvieron juntos — devolvió Shun, al parecer sentía el mismo efecto.

 

- La separación fue difícil – Shun respondió primero ante el claro silencio de su mejor amigo— Ikky no me dio los detalles solo que tuvieron una fuerte discusión, Esmeralda empacó sus cosas y se fue. Para ese entonces Hoshi tenía cinco meses… — informó saliendo del probador.

 

— Sabía que si te enteraras te dolería.

 

-- Fue hace mucho. Algo sin importancia -- su garganta escocía, apenas podía hablar -- siento no decirte.

 

— No soy ciego sabes… eran muy obvios. —Su nissan parecía una persona diferente al lado de Seiya, sin mencionar que se escabullía todas las noches por la ventana.

 

— Sobre ese accidente… — preguntó con cautela — Ikky lo sabe.

 

— ¡No! — Gritó llamando la atención de los clientes.

 

—No fue culpa suya — murmuró bajito. — Yo fui el único tonto.

 

—Entonces… esta vez me dirás que sucede.

 

—Solo somos amigos Shun — ni el mismo creyó lo que decía — le hago un favor a Ikky hasta que encuentre una niñera, eso es todo. 

 

— Si tú lo dices — dijo resignado — pero sabes… me encantaría que fueses mi cuñado.

 

A Seiya también le encantaba la idea, sería un sueño hecho realidad. Pero era muy arriesgado. Un sueño que podría convertirse en pesadilla.

 

— Quizás debes probar la corbata color borgoña — prefirió cambiar de tema.

 

Shun asintió y no insistió. Intervenir no serviría de nada, dependía de ellos dos.

 

— Se ve muy bien — tenía razón le quedaba mejor.

 

 

***

 

 

— ¿Hoshi te sigue llamando mamá?  —preguntó Ikky mientras empujaba el cochecito donde iba su hijo dormido por el camino.

 

—No te burles — contestó Seiya disfrutando del cálido atardecer, la brisa suave y la agradable compañía. Segundos antes había pasado una tarde memorable, un picnic privado bajo el gran roble. Con las risas del pequeño Hoshi y las atenciones de Ikky.

 

— Creo que necesito un buen corte de cabello — tocó un largo mechón.

 

— No lo hagas, te ves hermoso — Ikky había aprendido de sus errores aunque distante para  el resto del mundo, no lo sería con Seiya nunca más.

 

— Ikky no lo hagas — paró en seco.

 

— Yo agradezco que me explicaras, sabes, lo desee durante mucho tiempo — necesitaba dejar las cosas en claro — pero esto… no funcionará.

 

Seiya  se  estremeció  ante  el  contacto.  Los cálidos brazos alrededor de su cintura, apretándolo como si tuviesen temor que escapara.

 

—Te amo — susurró Ikky besando su frente —. Te he amado todo ese tiempo.

 

— Por favor dime Seiya. Dímelo.

 

— Lo  hago  — dijo  suavemente, con temor que sus palabras fuesen escuchadas.

 

— Lo hago. Pero no puedo… no sé.

 

— Shh.  No  pienses Seiya. Solo siente. Estoy aquí para ti.

 

Seiya  vio  cómo  la distancia entre sus bocas se redujo a nada cuando sintió el beso  que  había  esperado  por  lo  que  parecían siglos. Callando cualquier duda, pregunta y temor. Al primer contacto de la lengua de Ikky, Seiya gimió. Un  sentimiento de alivio recorrió su cuerpo, fue como despertar  de  la  pesadilla  más  aterradora para descubrir que estaba en casa, sano y salvo. Seguro en los brazos del hombre que amaba.

 

— ¿Ikky?

 

Años habían pasado desde que la escuchó, pero Seiya reconoció aquella voz. Destrozando su sueño en tan solo unos segundos.

 

— ¿Esmeralda?

 

— Ikky cariño he vuelto a casa.

 

— Seremos una familia feliz de nuevo.

 

Notas finales:

* En el  lenguaje de las flores es egoísta.


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