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Vueltas del destino. por LunaArlert

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Notas del capitulo:

¡El último capítulo!

Lo siento por tardarme tanto, me he tardado tres días más de lo prometido pero tuve una semana extraña, primero que según tendría examen, depsués que no, luego circuitos y al final, demás tareas.

Las dejo leer por ahora y ya al final preparen su pañuelo porque lloraremos juntos T-T

Enjoy! (última vez que digo esto para este fic).

Grahim no recordaba haber sentido ese grado de temor en un tiempo al ver que Link perdía el conocimiento. Sin importar que su cuerpo le recordó la delicada herida que tenía en el estómago con un agudo dolor, se movió rápidamente para sujetarlo antes de que golpeara el piso. Cuando sus rodillas chocaron contra el suelo, tuvo que morderse el labio para evitar soltar un quejido, se había reabierto la herida.

Zelda se apresuró a llegar a su lado, luciendo igual de preocupada que él. Sin perder tiempo, se hincó a su lado y colocó una mano en la frente de Link—. Está caliente —dijo, sintiéndose bastante nerviosa.

Grahim devolvió la mirada hacia donde los gritaderos de aquel hombre se seguían escuchando, notando como los policías estaban teniendo un tiempo difícil para jalarlo fuera de la habitación. El hombre, haciendo uso de su monstruosa figura, intentaba soltarse y lanzarse, seguramente, hacia Link o él, desde esa distancia podía sentir el odio e ira desbordante que quería descargar contra ellos. El agarre en los hombros de Link se hizo un poco más fuerte, tenía un intenso deseo de levantarse y golpear a aquel animal, de desquitar toda una vida de humillaciones y dolor, ahora que estaba más vulnerable y no podía defenderse por completo. Realmente lo deseaba.

—Tío, Link necesita que lo llevemos al hospital —fue la voz de Vaati la que le hizo salir del trance en el que había caído. Le sorprendió que Vaati lo llamara de esa manera, normalmente agregaba algún sufijo o partícula que le quitaba la seriedad a la palabra y ahora no.

—Señor Grahim, vamos —Zelda le sonrió levemente, le agradaba ver que se le había pasado ese instinto asesino.

Grahim hizo un enorme esfuerzo para ponerse de pie mientras cargaba a su niño, rogando porque la sangre no manchara su ropa y pusiera a correr a todo mundo en la sala. Gaepora se acercó a él e hizo ademán de querer ayudarlo con Link pero se negó, Link era suyo y él se encargaría de salvarlo todas las veces que fuese necesario, como lo había hecho aquel día donde lo encontró en ese lugar de mala muerte.

Obscuridad. Link se encontraba de pie en una habitación totalmente obscura, a penas y podía ver su propia mano cuando la colocaba frente a su rostro, distinguiendo vagamente el contorno de sus dedos.

El silencio también lo envolvía todo, sólo podía escuchar su respiración entrecortada y el roce entre su propia ropa. ¿Dónde se supone que estaba?

«Culpable de todos los cargos»

Cierto, el juicio había terminado y el Heraldo había sido condenado a prisión. Había podido cumplir con el propósito de ayudar a Grahim y Vaati para librarse de aquel ser tan despreciable, había sido capaz de devolver aunque fuera un poco, el favor que ellos le habían hecho al salvarlo de una vida infernal.

Probando sus alrededores, dio un paso hacia adelante con cautela, aún no sabía que es lo que había en ese lugar y le daba miedo chocar contra algo que terminara por lastimarlo, aunque, en un sueño, es bastante improbable que te lastimes... a menos que se convierta en una pesadilla, claro está.

Tras cerciorarse de que nada pasaría, empezó a dar pasos más seguros hacia adelante, intentando encontrar una salida, una manera para encontrar aunque fuera un poco de luz, le ponían nervioso los lugares tan obscuros.

—Usted pudo haberla matado.

Aquella voz le hizo detenerse en seco, la recordaba perfectamente, jamás la olvidaría.

—¿Quién me asegura que no la golpeó y después fingió el accidente?

Lentamente y con el corazón palpitándole a mil por hora, se giró para encarar la voz que venía de atrás, encontrando a ese hombre de cabello negro canoso de pie frente a él. Mirándolo acusadoramente.

—Jamás le haría daño, es mi madre —respondió, dándose cuenta de que no era él, sino su versión de cuando tenía solo trece años.

—Los pre adolescentes son problemáticos, sus arranques pueden ser de consideración.

Link volvió a sentir como se le llenaban los ojos de lágrimas de nuevo, el cómo su pecho empezaba a punzar con ese dolor tan agudo e intenso que, creía, terminaría por matarlo en el acto. Podía sentir como su cuerpo temblaba de nuevo bajo la amenazante y acusadora mirada de aquel hombre, tal y como lo había hecho siete años atrás.

Quería gritar, huir de ese lugar, no quería revivirlo todo de nuevo, no quería estar al borde del acantilado una vez más, quería seguir feliz, quería continuar con su vida pero no había una salida.

—Ella dijo algo, usted se molestó y la golpeó, simple.

—¡No es verdad! —Gritó.

El grito retumbó en la habitación y tanto Grahim, como Vaati, estuvieron a punto de caer de sus respectivas camas ante la impresión. El mayor fue el primero en reaccionar, tomando el bastón que tenía a un lado de la cama y poniéndose rápidamente de pie, caminó hasta el agitado joven que tenía ambas manos apretadas en la cara.

—Sky Child, oye, cálmate —le dijo, sentándose en la cama y abrazándolo lo mejor que podía.

—No ha sido mi culpa... Yo no lo hice —Link murmuraba, confundiendo aún más a los otros dos.

—Nada ha sido tu culpa, tienes que calmarte —Grahim sobaba su espalda con cariño, intentando concentrarse y no terminar quebrándose por no saber qué hacer para ayudarlo.

Vaati permaneció mirándolos sin estar completamente seguro de qué hacer. Le parecía bastante extraño ver a Link de esa manera, en el tiempo que llevaba de conocerlo, jamás lo había visto perder la compostura de esa manera, ni siquiera cuando se encontraban con el Heraldo. Sentía curiosidad por saber qué es lo que había ocurrido con sus padres que lo ponía tan mal pero también sabía que sonaría como un completo estúpido si lo preguntara.

—Vaati —el murmulló proveniente de la puerta le hizo desviar su atención, encontrándose con Zelda—. Demos una vuelta, es mejor dejarlos solos por ahora.

Con su apoyo, logró acomodarse en la silla de ruedas y pronto salieron de la habitación.

—¿Qué le pasa a Link? —Preguntó, declarando que su curiosidad había ganado la batalla.

—Es complicado —Zelda suspiró, con expresión triste—. Sus padres murieron cuando él tenía trece.

—Más joven que yo —murmuró—. Los míos murieron cuando tenía dieciocho... No, no murieron, los asesinaron —se corrigió.

—Es algo horrible. Yo perdí a mi madre por una enfermedad cuando tenía diez y, aun ahora que tengo veinte, sigo extrañándola cada día.

—Una cosa más que tenemos en común —sonrió levemente, no era algo de lo que estar felices pero sentía que de una manera, los unía más.

Continuaron por el pasillo en silencio, dejando que cada quien apartara el sentimiento que les había creado el recordar a sus respectivos familiares que habían partido ya y disfrutando del confort que se brindaban mutuamente. Finalmente se detuvieron en un descanso adaptado para los enfermos en un balcón, Zelda se acomodó en la banca mientras ponía a Vaati cerca de ella.

—Es algo que le afecta demasiado, puedo ver —continuó, retomando el tema principal.

—Demasiado, no creí que aún le afectara de esa manera —suspiró—. Lo que sucedió fue bastante delicado.

—¿Podrías contarme?

Zelda jugueteó un par de segundos con sus dedos antes de levantar la mirada hacia Vaati. Sus ojos mostraban ese toque de tristeza pero también la determinación que tanto la caracterizaba—. Fue una noche...

A Grahim no le importó que su brazo empezó a entumirse después de estar bastante tiempo en la misma posición, no tenía idea de cuánto llevaban de esa forma pero no le prestó atención. Link se había calmado y dejado de llorar pero aún mantenía su misma posición encorvada, sin levantar la cabeza ni nada.

—Sky Child, dime qué es lo que tienes, de esa manera podré ayudarte —rompía todo su orgullo, sabía lo despreciable que sonaba pero a ese grado llegaba por él.

—Yo no maté a mi madre —susurró, dejando caer su mano enyesada.

—P-Por supuesto que no —¿Le sorprendió? Sí, demasiado—. ¿Por qué piensas algo como eso?

—C-Cuando tenía trece años mi mamá se cayó, estaba intentando alcanzar algo que yo le había pedido cuando sucedió —un sollozo hizo que su cuerpo se contrajera, haciendo que Grahim lo abrazara más—. Entré en pánico, había sangre y no sabía qué hacer, me quedé demasiado tiempo a su lado, como un idiota.

—No te llames así, a cualquiera de esa edad le puede pasar.

—Fue hasta que pasó una hora que llamé a una ambulancia... Mi padre llegó antes y, en medio del pánico, se la llevó en el auto al hospital. Iba tan rápido que volcó y terminó muriendo, también —Link bajó su otra mano por fin, dejando ver sus ojos azules totalmente rojos e hinchados por el llanto.

Grahim sintió que el corazón se le contraía, esa imagen de su niño llorando con tanto dolor y sentimiento le destruía.

—Cuando la policía y ambulancia llegaron, estaba solo, llorando, con las manos manchadas de sangre —agitó la cabeza—. El sargento encargado me llevó a la comisaría y me interrogó, cuando los resultados del análisis de mis padres llegaron, se dio cuenta del tiempo entre la muerte de mi madre y mi llamada a la ambulancia.

—¿Qué fue lo que te dijo ese despreciable?

—Me culpó, por mucho tiempo, los tres meses que tardó la investigación, me dijo una y otra vez que yo la había golpeado, que la había matado sin querer y que era mejor confesar para evitar ser condenado en un grado de asesinato mayor —nuevas lágrimas salieron de sus ojos—. Fue hasta que el forense determinó que no era un golpe dado por una persona, que me pidió "perdón" y dejo que siguiera con mi vida.

—¿Qué clase de asqueroso ser era él? —Culpar a un niño de trece años de asesinar a alguien, siendo ese alguien, su propia madre, era la peor abominación que alguien lo insinuara si quiera—. Por supuesto que no fue tu culpa, Link, ni siquiera lo pienses.

—Fue mi culpa que ambos murieran pero yo no los mate —sollozó.

—Tampoco fue culpa tuya, fueron accidentes.

—Debí de haber llamado a la ambulancia antes, quizá se hubiese salvado.

—Link, claro que no...

—Si lo hubiese hecho, papá no habría tenido que salir así.

—Link-

—Si no hubiese pedido nada, estarían a- —Un par de labios lo callaron, haciendo que sus ojos se abrieran de golpe.

Grahim no le había dado tiempo de continuar, lo había tomado de sus hombros y había unido sus labios con los de él, sintiendo de inmediato esa sensación agradable y suave que tanto quería.

Link sintió que la cara se le encendía de rojo, sintió el calor llegar a sus mejillas. ¿Cómo podía permitir que Grahim le hiciera eso? ¿Estaba loco? Pero era verdad, en realidad amaba a Grahim.

El pasional beso se quebró cuando Link necesitó respirar y lo empujó levemente hacia atrás. Sus ojos se clavaron en las sábanas, no se atrevía a mirar a Grahim después de haber permitido aquel beso. Le había gustado pero no se lo diría, nunca.

—Link, entiende esto —Grahim tomó su barbilla entre sus dedos y la levantó para que lo mirara a los ojos—. No fue tu culpa, fue un accidente desafortunado que no debió de haber pasado pero jamás tu culpa, ¿entiendes?

—Pero... —intentó bajar la cabeza pero Grahim se lo impidió.

—Tu eres un chico muy especial, te lo mencioné demasiadas veces. Tu nivel de perfección intenta alcanzar al mío y aunque no lo superas, eres una gran persona.  Es gracias a ti que nuestra vida por fin tomará un rumbo totalmente tranquilo.

Aquellas palabras le iluminaron, le hicieron sentir una persona realmente feliz. Desde chico había escuchado que era un joven especial, que tenía ideas y un intelecto superior a los de muchos, pero para él,  jamás había sentido que hacía algo que mereciera un halago de ese tipo. El que Grahim le agradeciera también influía demasiado, conocía a ese orgulloso hombre y escucharlo decir eso era algo bastante impresionante.

—Te amo, Link —brincó cuando sintió que Grahim lo abrazaba, besándolo de nuevo.

—Y-Yo te amo a ti, Grahim.

Lo había dicho al fin.

 

Después de dos años, las cosas habían mejorado en demasía.

El Heraldo había sido condenado a cadena perpetua en prisión y la abogada había asegurado que no descuidaría el caso en ningún momento para evitar que pudiera usar algún hueco legal o pretexto para bajar la condena o tener la oportunidad de salir por buena conducta.

Link había decidido quedarse a vivir de manera definitiva en la casa de Grahim, haciendo feliz a este y obligándolo a reprimir un comportamiento que le hubiese despojado de todo rastro de humanidad que lo convertía en Grahim.

—Zelda~ —El joven de cabello morado llamó a la chica que se encontraba sentada en una banca del jardín—. Estuve buscándote. —Dijo, sentándose a su lado.

—Lo siento, me perdí entre las flores, ¿te has dado cuenta de que mi rosal ha crecido? —Le preguntó, recargando su cabeza en el hombro de él.

—Le puse bastante cuidado, debía de crecer —le sonrió, recargando su cabeza en la de ella.

Vaati había continuado su amistad con Zelda durante dos meses. Aunque Grahim y Link le decían que Zelda lo quería realmente y que estaban listos para iniciar una relación romántica como tal, Vaati quería tomarse su tiempo para no forzarla, no quería hacerla sentir incómoda ni presionada. Temía que ella se diera cuenta de que no lo quería, sin importar que Link le dijera más de cien veces que no pasaría.

Fue hasta el invierno de ese año, cuando Vaati salió del hospital, que le pidió que fuera su novia. Zelda recordaba con alegría el cómo su novio se había puesto demasiado nervioso por tener la mirada de Gaepora sobre sí mientras le pedía, con un ramo de rosas blancas en mano, si quería andar con  él. Recordaba que la mayoría de conocidos de su aldea, se habían puesto más que felices por la noticia, incluso parecía que iba a casarse.

—Ya estas por cumplir veintitrés años, querido —Zelda sonrió, cerrando los ojos—. ¿Qué es lo que haremos?

—Uh, tengo una idea, pero no diré nada, tendrás que esperar hasta ese día —Vaati rio ante el codazo que le propinó.

Zelda estiró la mano hasta el mechón de cabello que le cubría el párpado al otro y lo retiró, sonriendo ante la mínima cicatriz que ahora había ahí—. Estoy orgullosa de ti, ¿sabes?

—¿Por qué? No he hecho nada bueno —probó, sabía a lo que se refería pero le agradaba escuchar su respuesta.

—Eres un hombre fuerte, saliste adelante de todo y ahora todo está bien —Zelda acarició su parpado, haciéndolo sonreír—. Te agradezco todo lo que has hecho por mí.

—Zelda, has sido tú quien me ha sacado adelante —Vaati depositó un beso en su frente—. Gracias a ti y Link.

—Eres el mejor.

—Tú eres única.

 

 

—¡Kumiko! Vuelve aquí —Link se encontraba agachado frente a un sofá, estirando una mano que sujetaba una bola de estambre—. Si vienes te daré más comida, anda.

—¿Se te ha escapado de nuevo, Link? —Grahim entró en la habitación, usando sus lentes de pasta fina y cargando un bonche de hojas.

—Es muy terca —frunció el ceño—. Le hace falta que le dé el sol.

—Estoy segura de que saldrá, anda, descansa un poco —le tomó de la mano, ayudándolo a levantarse.

Link vestía la capa roja que Grahim le había dado alguna vez y que, caprichosamente, había tomado la decisión de quedársela para él.

Grahim se acomodó en su escritorio mientras Link se sentaba en el sillón donde el gato se escondía, doblando las piernas para acomodarse.

El joven miró a Grahim por un largo rato. Le parecía increíble cómo habían cambiado las cosas en todo ese tiempo, en un inicio, había odiado y despreciado a Grahim por comprarlo y mantenerlo en un lugar en contra de su voluntad, le había causado una repulsión increíble el cómo Grahim parecía desearlo, sentía que había caído en las garras de una de las peores personas. Aunque recordaba con amargura lo que Grahim le había hecho aquel día donde había intentado escapar, Grahim le había demostrado ser una persona muy distinta, le había mostrado como anteponía todo, absolutamente todo, por él. Que era capaz de dar su propia vida incluso.

—Grahim —lo llamó, haciendo que el otro levantara la mirada de sus papeles—. ¿Alguna vez imaginaste esto?

—¿Qué? ¿El tener a alguien como tú conmigo? —Preguntó—. Debo de decir que, desde niño, sabía que había algo bueno esperando por mí, pero, no imaginé que tanto.

—Enserio, deberías de dejar de ser tan modesto —rodó los ojos. En esos dos años, se había acostumbrado a sus palabras y muestras de cariño, aunque para él eran las cosas más maravillosas que la vida le ofrecía, se lo guardaba.

—¿Qué hay de ti, Sky Child?

—No, siéndote sincero, no —confesó—. Tras la muerte de mis padres, creí que mi vida sería promedio, como la de un típico huérfano. Incluso pensé que moriría solo.

—¿De verdad? —Grahim le miró con los ojos entrecerrados.

—Pues sí, no me considero la gran cosa. Además, bueno, jamás pensé que me intentarían vender como esclavo —se rascó la cabeza—. O que terminaría con otro hombre, con alguien como tú.

—Alguien como yo, sé que soy algo especial pero no lo digas de esa manera —Grahim frunció levemente el ceño—. Y me sorprende que tuvieras tan poco intelecto.

—¿P-Poco intelecto?

—Así es, el pensar que alguien como tú terminaría siendo parte del promedio. Inaceptable —sonrió, haciendo que Link apartara la mirada de él.

—A lo que me refiero es que jamás pensé que el destino daría tantas vueltas. No pensé terminar así.

—La vida tiene maneras muy interesantes de trabajar, Sky Child —Grahim dejó las hojas, dedicándole su completa atención—. Aunque he de decir que nunca esperé que alguien tan perfecto como tú estuviera en un lugar tan repulsivo.

—No debería de haber estado —Link se encogió, abrazándose.

—Jamás volverás a pisar algún lugar como ese de nuevo, de eso puedes estar seguro —Grahim se levantó y acomodó a su lado, jalándolo para abrazarlo—. No permitiré que nada malo vuelva a ocurrirte.

Gracias a ese niño había perdido una buena parte de su orgullo y personalidad que tanto lo caracterizaba, frente a su familia solamente. Decía y hacía cosas que jamás pensó decirle a alguien que no fuera su reflejo en el espejo, ¿un «te amo»? ¿Un «te protegeré»? Él sabía que era demasiado ególatra para decirlo a alguien y, sin embargo, ahí estaba, diciéndoselo a su niño adorado y abrazándolo como si se le fuese a escapar.

—De alguna manera he de devolverte el favor que nos has hecho —sus dedos, que no traían los guantes, acariciaron su cabello, soltando esa esencia que tanto adoraba—. El que me has hecho.

—Señor de los demonios —Link murmuró, cerrando los ojos ante sus gestos—. Gracias.

—¿Hm? Yo sé reconocer cuando he hecho algo y, en este caso, no es así —Link volteó a verlo, un tanto confundido—. Quien infundió ese espíritu de lucha y seguir adelante, has sido tú.

—Sólo quise ayudar… No podía permitir que las cosas quedaran así, ese hombre merecía estar detrás de las rejas —suspiró—, eres muy extraño cuando dices cosas así.

—Realmente, Link, eres una persona realmente cruel cuando quieres —sonrió, acercando su rostro a él—. Eso me agrada demasiado.

Antes de que pudiera reacciona, Grahim lo besó, más pasionalmente que antes y recostándolo levemente sobre el sillón.

—¡Eres un pervertido! —Link se escondió debajo de un sillón, sí, estaba acostumbrado a sus palabras y muestras de cariño pero, simplemente, había un límite.

—Te encanta hacerte del rogar.

—¡A ver, par de pervertidos! Sepárense que mi hija no puede ver sus cosas —Nina abrió la puerta de golpe, haciendo que Link presionara el cojín más fuerte contra su cara.

—¿Tengo que recordarte el por qué las puertas están cerradas? —Grahim siseó, levantándose del sillón y mirándola con desaprobación.

—Liane quería visitar a su tío y, además, vengo al chequeo mensual —contestó con el mismo tono de altanería, bajando a la niña de negro cabello y ojos azules al suelo.

—Tío Grah, tío Link —la niña dijo, caminando hacia donde Link seguía escondido.

—¿Cuándo aprenderá a llamarme por mi nombre? —Grahim bufó.

—Dudo que lo haga si Nina sigue pidiéndole que lo llame así —Rei entró en la habitación, haciendo que Link quisiera tirarse por la ventana.

—Bienvenido Rei —a Grahim seguía pareciéndole muy entretenido el cómo se ponía su querido.

—¡Zelda, ya te dije que esperes! —El grito de Vaati hizo que todos voltearan a la puerta, notando que Zelda venía entrando con una sonrisa y a Vaati persiguiéndola.

—Tú me lo has dicho, es mi noticia ahora así que, lo siento querido —la chica sonrió, caminando hasta Link y sentándose a su lado, jalando del cojín—. Tengo una noticia.

—Yo quiero salir por la ventana, gracias —Link estaba bastante rojo, tenía  toda la convención en el cuarto, toda la casa estaba ahí, vaya su suerte.

—Vaati y yo nos casaremos —soltó, haciendo que la niña pusiera atención también.

—¡Es que aún no era oficial! —El otro se quejó—. Pensaba decirle después pero ya saben cómo es…

—Siempre ha sabido cómo ganar —Link comentó, recogiendo en brazos a la niña que le extendía los brazos y haciendo reír a Zelda.

—Qué lindo que esta familia se agrande, de pensar que eran un dúo amargado y molesto —Nina rio, palmeándole la cabeza a Grahim.

—Vaya comentarios —Rei agitó la cabeza.

Link sonrió, la vista delante de él era la mejor que pudo haber pedido. Con su mejor amiga siendo feliz a lado de alguien que la quería demasiado, a una niña que le quería como si fuese un tío relacionado de sangre y a un hombre que estaba dispuesto a dar el mundo por él, que lo amaba.

La vida parecía ser una montaña rusa, con demasiadas vueltas y giros inciertos. Algo que había iniciado como lo peor en el mundo, había terminado como el capítulo más feliz de su vida. Sentía, muy dentro de sí, que las cosas irían bien a partir de ahora.

—Oye, Link, hay algo que quiero mostrarte —Grahim le hizo una seña para que le siguiera.

Link se levantó y dejó a la niña en el piso, quien caminó alegremente hacia Zelda. Con pasos un tanto inseguros, siguió a Grahim quien salió de la habitación.

Los dos caminaron hasta la habitación de Grahim, donde se detuvieron—. Te amo —le susurró en el oído.

—Ya te he dicho que también te amo —respondió, sonriendo y cerrando los ojos.

Grahim sonrió, tomándole de la mano y abriendo la puerta de la habitación. 

Notas finales:

C'est fini.

Ah, me siento tan feliz por este fic. Realmente no tengo ni palabras para agradecerles el increíble apoyo que le dieron; 13 958, ¡trece mil! ¿Ven que cantidadsota? Es demasiado, son tantísimas personas tan bellas que me siguieron apoyando, realmente me mata y me trabo toda, no sé ni qué decir. Trece mil aquí, dos mil y cacho en Wattpad. Es el fic más leído que tengo en todas mis cuentas, de verdad. Jamás pensé llegar a tando >.< ¡MUCHÍSIMAS GRACIAS! ♥♥♥♥

Cuando empecé la idea, no tenía demasiado claro el cómo se desarrollaría todo y, en algunas ocasiones, estuve por mandarlo a hiatus por bastante tiempo, pero fue gracias a su apoyo e inspiración del mundo de afuera que continué y estoy muy feliz de haberlo hecho. ♥

Quiero dar agradecimientos especiales a todos los que me comentaron, que capítulo a capítulo me dejaban a detalle lo que pensaban del contenido, leerlos me llenaba de felicidad y me hacía seguir adelante. Todos fueron un gran pilar para mi ♥ Quiero dar agradecimientos especiales a Madison, Silver, Elizabeth, Ly, Adri, Ko, Michi, Sawada y Skull Kid, porque no hubo capítulo donde no me dejaran sus palabras maravillosas.

Siento que ya me he alargado mucho pero realmente que estoy demasiado feliz y siento que jamás terminaré de agradecerles toda esta ayuda. Muchas gracias por enésima vez, las adoro ♥

Espero ver a muchas de ustedes en fics futuros de esta parejita o algún otro más que haga, me harían muy feliz ♥

*Hace una reverencia*

¡Luna se despide por este fic! ♥♥


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