—Hey, que te has tardado una eternidad.
El otro chico se acercó rápidamente al sonriente pelinegro que cómodamente descansaba sobre el sillón de la sala de ensayos.
—¿Me extrañaste?
El menor asintió, aún sonriente, y se levantó de su asiento. Alzó los brazos y rodeo al mayor con ellos para acercarlo a sí mismo. Sin mediar más palabras capturó los delgados labios de su amante y una sonrisa satisfecha arrancó de sus labios ante el ansiado contacto.
Sus lenguas se encontraron segundos después. Las caricias pasaron de ser tiernas y anhelantes, a seductoras y sensuales. Las manos del menos acariciaron la nuca y los cabellos rubios, descendieron por los omóplatos y se detuvieron en su cintura, afianzando el agarre como temiendo que el mayor escapara de sus brazos. Por su parte, el rubio levantó sus dos manos para acunar el rostro sonriente del menor, apretó con sus dedos la mandíbula para que éste abriera más la boca y poder así profundizar el beso.
—Extrañaba esto— murmuró el menor, acercando más la cadera del contrario a la suya y moviendo sensualmente sus caderas en círculos. —Tú extrañabas esto, ¿verdad?
—Como no tienes idea.
—Eso suena perfecto.
Sin esperar mucho más tiempo, el menor sacó la camiseta del contrario y mordisqueó sin piedad sus tetillas. Su lengua jugaba con el suave botón y no le dejaba en paz hasta que estuviera lo suficientemente erecto. El mayor acariciaba sus cabellos y sonreía dulcemente ante su chico.
—Deja que también te quite ese estorbo— uno a uno los botones de la camisa blanca del menor desaparecieron. La lechosa piel del pelinegro quedaba expuesta ante la lujuriosa vista del mayor. Sin quitársela el rubio acarició con la yema de sus dedos toda la extensión de piel, pasando por sus tetillas y sus marcados abdominales. —Dios, cada vez más guapo— el menor se rio ante la afirmación de su novio.
—¿Te gusta?
—Me encanta— murmuró, volviendo a capturar sus labios en un apasionado beso —Yo no tengo el pecho así, te arrepentirás de estar conmigo— hizo un tierno puchero que conmovió al más bajo. Entrecerró los ojos y fue él quien tomó con deseo los labios del rubio.
—Me gustas tal y como estás. Aunque un poco de pesas no le viene mal a nadie, Sehun.
—¿Lo dice este chico?— preguntó el mayor.
—Porque lo dice este chico— concluyó el menor, volviendo a sonreír.
Las manos del más alto viajaban por todo el menudo cuerpo del menor. Acarició con los dedos el límite entre la piel y la costura del pantalón y luego los adentró para inspeccionar la sensible piel de su ingle. El pelinegro gimió contra sus labios y se rió ante las cosquillas que le causaban las suaves caricias.
Sin perder el tiempo, aun extasiado por los toques placenteros del mayor, el más bajo desabrochó los jeans ajustados del rubio. Bajó la tela hasta que esta cayó sola por las piernas delgadas y, alejándose un poco, lanzó una mirada lasciva a su excitado novio.
—Que guapo eres— ronroneó, mordiéndose los labios con aquella mirada que tanto ponía al rubio.
—Soy más guapo sin los boxers, ¿sabías? — insinuó, divertido. El menor lo observó de arriba abajo y viceversa para seguir estrujando sus labios con los dientes.
—Creo que me acuerdo…— se rió— pero como me tienes abandonado, pues… no lo sé, puede que sí seas más guapo— volvió a acercarse para capturar un beso simple de la boca de Sehun— y puede que no— se dio la vuelta y se recostó en el sillón nuevamente, acomodándose— ¿Por qué no me enseñas?
—Con gusto— con cuidado y sensualidad bajó su mano por sus pectorales y acarició sus abdominales antes de llegar a la costura de sus boxers negros. El pelinegro estrujó sus labios, sonriendo; anticipándolo. Bajó la tela unos centímetros antes de quitarlos por completo, dejando su excitado miembro a plena vista del menor. Quitó la ropa que se había juntado en sus tobillos, eliminando de paso los calcetines, y se acercó al más bajo sin evitar acariciarse.
—Tenías razón— concordó antes de ser deborado por su novio. Sehun besaba al menor como si se le fuera la vida en ello y acariciaba sus costados con devoción.
—También te quiero desnudo, preciosura— comentó, antes de volver a poseer sus labios, bajando por su mentón y entreteniendose con sus clavículas luego. Sin mucha paciencia quitó el buzo y los boxers del pequeño. El pelinegro gimió sonoramente al verse desnudo entre las manos de su novio y al sentir como el miembro duro de éste se juntaba con el suyo propio creando una deliciosa fricción.
—Sehun— gimió— Sehun, no aguanto más— recibió con gusto el beso húmedo que le dedicó el otro— Ah, te quiero ya, Hun— su cuerpo sufría espasmos ante las caricias— No me hagas esperar— pidió, ahogado en sus suspiros.
—Estás desesperado, Bangtan— se rió, acariciando las lechosas piernas y acomodándolas en los apoyabrazos del sillón. Expuesto, el pelinegro ronroneó con goze cuando el aire helado de la sala rozó su entrada, sus piernas temblando por todo el placer.
Sehun mordió sus labios ante la vista. El menor solía ser tan sensual para estos momentos… tocó su miembro inconcientemente, dándose cuenta de que no tenía el lubricante para preparar a su pequeño. Diablos.
El menor, ante la demora del otro, humedeció sus dedos con su saliva y comenzó a prepararse por si mismo. Sehun no sabía que decir y hacer… aparte de masturbarse como loco ante la placentera vista. Presemen salió de él y lubricó su miembro con él a medida que más iba saliendo. El menor gemía descontrolado cuando ya tres de sus dedos entraban sin problemas en su interior.
—Ya, Hun, entra, porfavor— sin esperar nada el mayor acató la orden. Y si planearlo siquiera entró por completo a la primera estocada, causando un grito de dolor.
—Perdón, Min— murmuró— ¿te hice mucho daño? ¿Me salgo?
—No, no, ya entraste, deja que me ajuste un poco— soltó un sonoro suspiro y luego sus ejercicios de respiración para apaciguar el dolor. Dios, no recordaba que Sehun fuera tan grande…
—Te amo, Jimin. Lo sabes, ¿verdad?
—Sí, dile eso a Luhan-hyung, ¿sí? — pidió, riéndose divertido a pesar del dolor.
—Ah— el rubio sonrió— …l ya lo sabe
—¡¿Se lo has dicho?!
—Cómo tu le has dicho a Jin pensé que debía decirle a Luhan-hyung.
—Eres el idiota más grande, ¿lo sabías? …Te amo. Estoy listo, ya puedes moverte.
Con una sonrisa en el rostro ambos comenzaron a moverse. Sehun embistiendo con todas sus ganas el cuerpo de su novio y Jimin recibiéndolo gustoso. Besos, caricias y palabras de amor. Hasta que juntos terminaron, entregándoselo todo, como siempre había sido, desde que se habían conocido.
—Oye, idiota— llamó el más bajo mientras acariciaba dulcemente el pecho blanco de su novio. Un sonido, parecido a un gruñido, fue su respuesta— No nos separemos tanto tiempo, ¿eh? Esto fue genial… pero, quiero verte más seguido.
—Las promociones acabarán pronto, Jimin. Luego podremos vernos más seguido. Mañana en la noche tengo libre… podrías venir a la residencia y pasamos el rato, como antes.
—¿Con los miembros ahí?
—Sí, ¿qué más da? Kris es el único más complicado de convencer… pero Suho-hyung es más tranquilo. No te dirán nada. ¿Vendrás?
—Mm… bueno. Ya me he puesto nervioso.
—No hay de qué ponerse nervioso. Eres mi novio.
—Soy un Bangtan, es como si pusieras a Kris con Himchan.
—Eso sería muy extraño— se carcajeó.
—Sehun…
—¿Mmm?
—Tenemos que vestirnos. Los chicos no tardan en…
—¡¡JIMIIIIIN!! ¿Estás ac…?— Jungkook los observó durante un par de segundos antes de desaparecer por la puerta—¡¡Jimin!! ¡Más te vale que don platinado se vaya luego o Rapmon se va a desquiciar! —chilló— Te doy cinco, todos vienes para acá— anunció y se escuchó cuando salió corriendo.
—Tienes que irte— gruñó el menor. Sehun sonrió enternecido por el puchero bonito que se había formado en el labio rojo de Jimin.
—Ven mañana, ¿sí? — pidió, poniéndose la camiseta y ajustándose las zapatillas. Jimin asintió. El más alto se acercó y besó por última vez sus labios antes de trotar hasta la puerta y desearle un buen ensayo antes de irse.
—Wow, has tenido suerte. Jin me ha pillado y ha hecho que los demás compren bebidas. Nadie vio al platinado salir— se rió travieso y se sentó a su lado—Pedazo de novio tienes, ¿eh?
—No me lo mires. Es mío.
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