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La intransitividad del tiempo por ravenK

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Notas del fanfic:

Bien...esto es grave ya que no recordaba como entrar al foro :S cielos, en serio que ha pasado tiempo!!!!
Finalmente, luego de muuuuchos meses este fic esta terminado... me costó bastante ya q la idea estaba ahí pero no podía plasmarla.. necesitaba un insentivo... el cual fue:

M83- Wait

Es la canción en q esta inspirada :) Como lo he hecho hasta ahora, he subido ocho fics (uno x cada pareja: SH y JR) y este es el ultimo de esa pequeña coleccion-dolor de cabeza jeje.

Bien, espero lo disfruten, lamento si hay mucho OC pero casi no conozco a esta pareja :S

Una decepción amorosa es difícil de superar, sobre todo cuando aún tratas con la persona que te hizo daño.

 

Puedes hablar con esa persona, sonreírle e incluso aparentar que “Todo está bien”…  esto solo se logra de una manera, y es superándolo, siendo feliz  por ti y por él, avanzar y tratar de que todo esté bien en realidad.

 

Lo logré hace un par de años, ahora puedo decirlo, fue un proceso gradual y cuando me di cuenta, nuestras charlas se hicieron amenas de nuevo, las sonrisas eran sinceras y sin intenciones ocultas, todo está bien, porque de alguna manera, “logramos” superarlo.

 

Y digo logramos, pues yo encontré a mi verdadero amor mientras él recuperaba el suyo. Dolía, en un pasado dolía, pero ahora dejo de hacerlo.

 

 

Como he dicho, una decepción amorosa es difícil de superar, difícil de olvidar y seguir adelante… pero cuando sucede una segunda vez…

 

No tengo respuesta para eso.

 

 

 

 

¡Zen! ¿Porqué no me contestas el tel…- el espectáculo frente a mis ojos era tal que los cerré y volví a abrirlos, pero esta visión no se iba, era real.

 

Takufumi- murmuraste, claramente sorprendido, no esperabas que me devolviera de la editorial puesto que había olvidado unos oficios, hace media hora…

 

¿Qué pasaría si no hubiese vuelto? ¿Encontraría solo tus cajones vacios y una nota en medio de la cama?

 

¿Vas a algún lado?- trato de no pensar lo peor; tu solo bajaste la mirada y seguiste empacando; mis manos tiemblan y me dirijo hacia ti.

 

Zen, ¿Qué haces?- pregunto estando detrás de ti, viendo como metes tus pertenencias de una en una; cierras la maleta cuando está llena y sacas otra para repetir la acción.

 

 

¡Zen!-

 

 

Me voy- dijiste, sin más, sin emoción alguna, recuerdo haber reído un poco y luego preguntar el porqué.

 

 

 

Tú no contestaste.

 

Esperé pacientemente… durante dos minutos. Al ver que no contestarías y finalmente, cuando terminaste de cerrar la maleta, me armé de valor.

 

¿Al menos puedo saber el motivo? ¿Qué hice mal?- no recibí más que un suspiro por respuesta, no te atreviste a mirarme a los ojos y diste la vuelta, mi corazón comenzó a latir con desespero… esto no podía ser cierto.

 

 

¡Kirishima Zen!-

 

¡Esto se acabó!-

 

 

Gritamos al mismo tiempo… diste la vuelta y pude verte; no había brillo en tus ojos, ni una pizca de misericordia; dos cuencas vacías de todo sentimiento.

 

Con el aliento entrecortado, y aprovechando que aún no te marchabas, pregunté:

 

¿Qué pasará con Hiyo?-

 

Lo lamento, Takufumi- suspiras, te acercas y sueltas las maletas; no sé en qué momento me tumbas en la cama y me miras fijamente; yo solo permanezco inmóvil.

 

Y sigo inmóvil aún cuando tus manos comienzan a recorrer mi cuerpo, desatas tu corbata y abres mi camisa, cierro los ojos al sentir una tibia lágrima correr por mi mejilla; esto duele, porque sé que sus palabras son ciertas, lo sé… pero no puedo evitarlo, no puedo detenerlo.

 

Bajas el cierre del pantalón y sé que todo estará perdido, ¿porqué mi cuerpo esta accediendo? ¿Por qué no puedo empujarte y detener todo esto?

 

Takufumi… me iré, no trates de buscarnos…- besas mi cuello, suelto un gemido.

¿Desde cuan…cuando lo planeas?-

 

Dos meses…- me río irónicamente; ¿Cómo me engañó tanto tiempo? Pero esa no era la pregunta más importante… al sentirlo ubicarse en medio de mis piernas solo puedo formular una más.

 

¿Porqué?-

 

Ya no te amo-  una lágrima corre por tu mejilla; pero solo una… luego, te siento dentro de mi…

 

¿Entonces…- suspiro después de la primera estocada- me amaste alguna vez?-

 

Si- respondiste, al menos… al menos supe que es cierto.

 

Te mueves frenéticamente, buscando saciar el deseo, yo sigo el ritmo y a pesar de que es un momento en que ambos siempre nos sentimos conectados… te siento lejano, y en el instante en que ambos llegamos al éxtasis, nos besamos.

Tus labios sobre los míos, es curioso… no puedo recordar la ultima vez, antes de esta, en que nos besamos… solo puedo tomar este momento y atesorarlo, pues sé que no habrá más.

 

¿En realidad todo terminó? ¿O es un mal sueño?

 

 

Zen- suspiro al sentirlo alejarse; el solo me cubrió con la sabana; estoy cansado y no puedo detenerlo.

 

 

 

Solo escucho la puerta cerrarse y cierro los ojos.

 

 

 

 

***

 

Un día se transforma en una semana… esta en un mes y cuando me doy cuenta, ha pasado un año.

 

¿Cómo es que sigo aquí en esta casa rodeado de tantos recuerdos?

 

 

 

Ven, Sorata- llamo a mi fiel compañero, este se acerca y me permite acariciarlo, una sonrisa irónica se muestra en mis labios mi gato es mi fiel confidente de las relaciones fallidas.

 

¿Quizás si fueras humano serías mi pareja, Sorata?- lo alzo un poco, el me mira con sus grandes ojos felinos, suspiro, lo dejo en el suelo y se pierde por la cocina.

 

Horas después de tu partida ya era de noche, no había ido al trabajo y ya era muy tarde para justificarme, me di la vuelta en la cama analizando si lo que había pasado hace unas horas era verdad.

 

Dolorosamente, al ver tus cajones vacíos supe que en verdad te habías ido… sin embargo, en el suelo una vieja playera azul llamó mi atención… me arrastré por la cama y la tomé, respiré en ella.

 

Esa noche, aparentaba que las mangas de esa camiseta eran tus brazos, y me dormí arrullado por su aroma.

 

 

 

 

***

 

 

Animo Yokozawa; ¿Qué es lo que siempre me dices? Ahoga tus penas en alcohol- lo miré breves segundos y tomé la lata que me extendía, ¿Por qué había venido aquí en primer lugar? Sin embargo, antes de beber siquiera un trago una mano más pequeña me detiene.

 

Takano-san, eso es muy irresponsable, así no se matan las penas-

 

Pero es un buen pretexto para beber… además Yokozawa es más divertido cuando esta ebrio-

 

¿Crees que soy tu juguete?- interrogo pareciendo molesto, pero no lo estoy, después de todo eso me saco por ser tan débil al pedir refugio en su casa en este día tan amargo.

 

 

¿Aún no sabe nada, Yokozawa-san?- Onodera pregunta, yo niego; a pesar de habérmelo pedido, yo intenté buscarlo, pero nuestras amistades en común decían muy poco; solo que estaba bien y, para luego, con delicadeza, repetir su mensaje.

 

Estaba más que claro que no quería tenerme en su vida… si eso quería, lo dejaría tranquilo.

 

 

Y cesé toda búsqueda. No soportaría otra mirada compasiva de algún tercero.

 

 

 

 

 

 

Eran cerca de las diez de la noche cuando salí de casa de Takano y Onodera, se habían puesto bastante melosos con la bebida y no quería interrumpirlos, me resigné a dormir en mi casa con su fotografía entre mis manos, quizás beber un poco más o desvelarme viendo fotografías de los tres juntos… ¿Cómo estará ella a todo esto? ¿Ella también sabía las intenciones de su padre?

Suspiro… era lo más obvio, por los cinco años que convivimos juntos, Zen era su padre desde hace más de diez… no podía negarse.

 

Al menos quería saber que ella también me quería, aunque sea un poco.

 

 

 

 

 

Feliz aniversario…- digo alzando una lata de cerveza hacia Sorata y en seguida llevarla a mis labios, el liquido corre por mi garganta pero no me proporciona placer ni liberación alguna… patético. Ni siquiera puedo ahogar mis penas en alcohol como dijo Masamune.

 

Sorata se marcha, seguramente pensando en lo patético que me veo, derrumbado en el suelo de la entrada, sin siquiera quitarme los zapatos o mi saco, no me importa menos.

 

Demonios- intento levantarme, pero siento mis extremidades tan pesadas, ¿no sería mejor solo dormirme aquí?

 

“Dormir y  no despertar”- dije en mi cabeza, la idea no sonaba nada mal…sacudo mis pensamientos fuera, no, eso sería el colmo, no le daría la satisfacción a mis subordinados ni de Masamune de librarse de mi tan fácil… aunque esa idea se hacía tentadora con cada minuto que pasaba.

 

¡Suficiente!- gruño y me levanto con rapidez, grave error ya que todo dio vueltas y apenas alcanzo a tapar mi boca con una mano antes de salir traspillando hacia el baño.

 

 

 

Después de vaciar la amarga bebida del sake y los tres tragos de cerveza que di, jalo la cadena del baño, me siento como la mierda más grande del universo, en este día cumpliríamos seis años juntos pero, por alguna razón que aún no termino de comprender no lo estamos celebrando.

 

 

Estúpido Zen…- lo siguiente que sale de mi son lamentos y sollozos, solamente he llorado por un solo hombre en mi vida, pero el sentimiento no se compara a lo que estoy sintiendo en estos momentos, eres un imbécil, te metiste tanto en mi que duele como el infierno todo esto.

 

En algún momento me recuesto en las frías baldosas, mi respiración se regula y el sopor nubla mis sentidos, sin poder evitar el temblor de mis parpados, finalmente cedo al cansancio y caigo dormido.

 

 

 

 

 

Una cosa húmeda y áspera roza mi mejilla, parpadeo cegado por la blancura del lugar y veo una bola de pelos frente a mi cara.

 

Sorata lame una vez más antes de retirarse, desperezo mi cuerpo dándome cuenta del terrible dolor de espalda que me da, pues pasé toda la noche dormido en el frío suelo, la cabeza me da vueltas pero se que pronto cederá y una gran migraña me martirizará el resto del día, buen trabajo Takufumi, solo te falta la resaca a estas patéticas 48 horas.

 

 

 

Basta ya- recargo mi cuerpo en el lavabo, enfocándome en mis ojos, durante un par de minutos no rompo el contacto, ni siquiera noto si acaso parpadeé… Suspiro, esto no está yendo nada bien, sé que estoy cayendo pero no me importa en lo absoluto, soy demasiado cobarde para terminar con mi existencia, pero también soy muy cobarde para hacer algo por remediarlo.

 

 

Los ojos rojos, labios agrietados y la mirada perdida me saludan cuando alzo la mirada al espejo, algo se rompe dentro de mí, ¿en verdad soy tan débil? ¿Este es el aspecto que doy día a día? ¿A dónde se fue toda mi fortaleza?

 

 

***

 

 

 

No sabría reconocer al hombre firme y duro que era años atrás… ahora solo soy un despojo, la débil cáscara de lo que una vez fui… le di todo de mí y me quedé sin nada, como un tonto fui burlado una vez más.

 

 

 

¿No sería lo mejor terminar con esto de una vez?

 

 

 

Han pasado algunos días desde aquel derrumbamiento y pérdida de orgullo en el departamento, todo sigue igual… al menos hasta el día de hoy.

 

Finalmente lo he decidido, no soy lo suficientemente fuerte para volver a ser firme; mi corazón encontró la sanación después de Masamune… ese bálsamo que curó mis heridas fuiste tú… ahora ¿Qué me quedó? Solo otro dolor más profundo que el anterior, ¿para qué seguir si estoy condenado?

 

Entre a la farmacia recorriendo los pasillos hasta llegar a la sección de medicina sin receta, seguramente deben vender algo que pueda usar…

 

 

Entonces la escucho… una voz que a pesar de que ha pasado tanto tiempo no olvidaría. Con temor de que sean solo ideas mías, giro mi cabeza… solo para darme cuenta que no es una alucinación.

 

Ahí esta, con sus rizados cabellos dorados, tan parecidos a lso de él, su piel tan blanca como la nieve, no puedo evitar notar que ha crecido un poco más, comienza a parecer ante mi esta una adolescente en la primavera de sus quince años si mal no recuerdo.

 

Está hablando con el encargado de la farmacia, veo que sostiene unos papeles entre sus manos, el hombre los toma y se retira a la parte trasera del lugar, ¿estará enferma? Surge un dolor en mi pecho ante esa posibilidad.

Ella titubea un momento y lentamente gira su rizada cabeza hacia mi… no me da tiempo de esconderme entre los anaqueles, y tampoco es que debiera hacerlo.

 

El mundo se congeló en el momento en que ella me miró; más que confusión noto tristeza en sus antes alegres y risueños ojos, las marcas de quien no ha dormido sanamente, y finalmente, una expresión enfadada cubre su lindo rostro.

 

Hiyo…- ella se da la vuelta, en el momento en que el encargado regresa con sus medicamentos, espero que la transacción termine antes de acercarme, ella parece notarlo y se aleja; trato de no llamar la atención hasta seguirla fuera del establecimiento, parezco un acosador lo sé, pero no puedo quedarme quieto, tengo que hablarle.

 

Aléjate de mi o llamaré a la policía- advirtió deteniéndose, sin darse la vuelta, vi alrededor, no había mucha gente transitando a estas horas.

 

Hiyo-

 

Yo confié en ti, Yokozawa- su voz sonaba quebrada, resentida y no sabía porqué, además de que ya no me dice Oni-san… que, a pesar de sonar ridículo, adoraba escucharlo de sus labios.

 

¿A qué te refieres?-

 

Por tu culpa… tu dijiste que estarías con nosotros, tu lo prometiste- se giró, su rostro bañado en lágrimas me golpeó salvajemente, no sabía de que estaba hablando.

 

No entiendo… ¿Qué fue lo que hice?-

 

Mi papa…el…- al ver que estaba a punto de tener una crisis nerviosa me acerqué cautelosamente y la sostuve, ya sea que explotara en llanto o golpes no importaba, necesitaba tranquilizarla.

 

Afortunadamente fue lo primero, aunque no por eso era menos doloroso, sus delgadas y suaves manos se aferraron a mi camisa, pareciera que cargaba el peso del mundo en sus pequeños hombros, quería gritar de frustración y encontrar el origen de todos sus males, pero algo me decía que estaba muy cerca de descubrirlo.

 

¿Qué pasa, Hiyo? Dímelo por favor- no tenía ni idea, los peores escenarios desfilaban por mi mente, si acaso Zen estaba…

 

¿Qué pasa con Zen?- un suspiro y más lágrimas fueron su respuesta.

 

 

***

 

 

El olor a desinfectante inunda mis fosas nasales, apenas pongo un pie en el recibidor y ella pasa una especie de aspiradora por mi ropa, me da una botellita de gel sanitizante y sé que debo usarlo, al terminar me lleva a la sala, no sin antes asegurarse que la puerta al fondo del pasillo este cerrada.

 

 

Sé porque lo hace.

 

Y paso la última hora escuchando de sus labios el porqué la razón de mi ser me abandonó esa noche.

 

 

 

Al terminar su relato, sus cansados ojos me hicieron pensar en lo estúpido que había sido al encerrarme en mi dolor, en casi –literamente- terminar con mi vida de forma tan patética…

 

 

Pero sabía que estaba en mi derecho de hacerlo, el dolor era demasiado, sin embargo no justificaba sus acciones.

 

¿Qué he sido para él todos estos años si no un apoyo? ¿Por qué huyó de mi en primer lugar? El me necesitaba y lo sabía, pero jamás dijo nada… ¿Por qué?

 

Tenía que resolverlo ahora mismo.

 

 

A pesar de las protestas de Hiyori sobre la estricta higiene y mi alarmante estado, no me iría de aquí sin respuestas.

Y a pesar de que temía recibirlas, igualmente no me iría de aquí.

 

Esteré con él hasta su último aliento… le guste o no.

 

 

 

Al entrar en la habitación no reconozco al pálido y demacrado hombre acostado en la cama, esta semi-sentado y me ve extrañado al principio, sin embargo, al reconocerme su mirada es de sorpresa.

 

¿Qué haces aquí?- me pregunta con voz rasposa, intento encontrar el enojo y coraje que me sumieron en esta depresión pero… no puedo hacerlo, todo lo que siento es confusión:

 

¿Porqué?- es lo único que quiero saber, solo quiero saber porqué se fue, porqué me abandonó y esta dispuesto a morir, ¿acaso no valgo suficiente para estar con él?

 

Porque te amo-

 

 

El silencio se hace pesado en cuestión de segundos, nos miramos fijamente, sin saber que decir o pensar, caminamos sobre cascarones rotos en estos momentos, como siempre lo hemos hecho pero nunca tanto tiempo… ¿en verdad es amor lo que profesa? No lo sé… ya no se qué creer. Estoy herido y tengo que escuchar una mejor excusa que esa, sin medir mis palabras lo miro a los ojos empañados en lagrimas:

 

¿Me amas? ¿En serio crees eso? ¡Si me amaras no te hubieras largado a mitad de la noche! ¿Tienes idea de lo mucho que sufrí por eso? ¿Sabes cuánto dolor me causó no encontrarte en la mañana ni a ti ni a Hiyo? Te fuiste Zen, me rompiste el corazón sin explicarme nada, eres… eres un maldito bastardo egoísta- Zen trató de incorporarse, pero solo se movió un poco y comenzó a arremeter:

 

¡Claro que te amo! Y por eso me fui… no quería ser una carga para ti, Takufumi… no quería que te enteraras de esto, no quería arrástrate conmigo en la miseria, no podía hacerte vivir lo que yo sufrí hace tiempo… no quería hacerte daño cuando finalmente muriera-

 

¡No digas eso!- ambos, nos encontramos en medio de la habitación, incapaz de buscarnos el uno al otro, solo sintiendo aisladamente nuestro dolor, tengo todo el derecho de estar molesto, ambos éramos una pareja, ¡maldición!

 

No quería que sufrieras...-

 

Eso no hubiera importado- verlo ahí , tan frágil, tan débil… me hizo querer abrazarlo por primera vez y confortarlo, Zen es un refugio para mi, que un día se marchó y me dejó desamparado, pero ahora, al verlo de nuevo, siento una fuerte necesidad por protegerlo… y entonces, solo entonces, el sentimiento que creía olvidado vuelve a surgir…

 

Ya no es su físico, ahora es más delgado y pálido, su hermoso cabello esta opaco y falta en algunas partes, sus ojos ya no brillan ni derraman seducción, solo el más triste pesar…

 

 

¿Cómo un año puede cambiar tanto una persona?

 

Pero no fue el año, no fue el tiempo, ni la distancia… fue el asesino silencioso que ha decidido hacerlo su víctima.

 

¿Cuánto nos queda?- Pregunto con un escalofrío, por mucho  que detestaré la respuesta.

 

Menos de tres meses- Y el reloj comienza a correr.

 

 

 

***

 

 

Ha pasado un mes…

 

 

El primer cambio que hicimos fue trasladarme a su departamento pues ya tiene las comodidades que Zen necesita, sin embargo no dormimos juntos y no creo que lo hagamos en un tiempo, la salud de Zen es cada día más frágil.

 

Ayudo a Hiyo en los horarios para atenderlo, si sabe o no que somos o éramos algo más que amigos, no tengo idea… y si lo supiera me alegro que no pregunte, no estoy en condiciones para darle una respuesta satisfactoria.

 

 

Pues aún no logro entender en qué situación me encuentro con Zen, solo sé que me ha permitido quedarme porque no quiere discutir, pero se ha vuelto hermético y solemne. No estoy seguro si hago lo correcto.

 

Sin embargo… algunas veces, nos quedamos mirándonos intensamente por varios minutos, aún, a pesar de la nubla del dolor y arrepentimiento, puedo ver el amor que se que aún siente… desde el momento en que lo noté, decidí no dejarlo ir, no perderlo.

 

No antes de que lo inevitable suceda.

 

 

Mientras tanto, soporto el silencio, la incertidumbre y el transcurso del tiempo, que poco a poco me quita lo más preciado, cuanto deseo detener el tiempo, un instante para hacerlo eterno y quedarme con él para siempre… pero los deseos imposibles no se harán realidad, y cuando la realidad de eso me golpea con todas sus fuerzas… solo hay un lugar a donde puedo escapar…

 

 

 

 

 

Francamente, siempre es un placer recibirte en  mi casa, pero en estos momentos debería patear tu trasero de vuelta con Kirishima-san- el antiguo afecto de mi amor no correspondido esta recargado en el marco de la puerta, con un cigarro en la mano, frunzo el seño al verlo dar la calada, una parte de mi se arrepiente de haberle inducido al vicio… de alguna manera se que fue en parte culpa mía.

 

Pero en estos momentos no quiero discutir acerca de eso.

 

 

¿Podemos hablar?- no dice nada, su cuerpo se hace a un lado para permitirme pasar y luego cierra la puerta. Me dirijo al sofá en medio de la sala y Takano se sienta en una silla, con cigarro en mano y expresión inescrutable, después de un par de minutos decido sacarlo todo, el como me he sentido desde que me mudé a su casa, los horarios que Hiyo y yo tenemos, la solemnidad de Zen y la confusión acerca de donde me deja parado todo esto, Masamune solo se queda en silencio, escuchando cada palabras, después de terminar mi relato me encuentro con los codos apoyándose en mis rodillas y la cabeza entre las manos, alzo la mirada después de que ha pasado unos minutos en un silencio tenso. Masamune me mira fijamente:

 

¿Y estas lamentando tu trasero conmigo?-

 

Sus palabras me enojan, por un momento siento la ira correr a través de mi, se supone que había venido a desahogarme, dejar que me consolara aunque suene estúpido e infantil, pero ya lo hizo antes, después de encontrar a Zen por primera vez, Masamune me animó a hablar con él y prácticamente me forzó a tratar de arreglar las cosas, aduciendo que por una “estúpida enfermedad no iba a perder lo mejor de mi vida”… le hice caso y ahora estoy aquí de nuevo.

¿Vas a decirme algo mejor que eso?- pregunto, después de un par de minutos sin más respuesta que esa, Masamune aplasta el cigarro en el cenicero:

 

Tú sabes lo que tienes que hacer, pero si quieres sacar en verdad tus miedos, soy todo oídos-

 

 

 

Como detesto que me conozca tan bien…

 

 

 

Y, en el momento en que el torrente de recuerdos me invade, las sonrisas, los besos, las caricias… no puedo más, es demasiado para seguir cargándolo… y la realidad finalmente da una estocada letal, el reconocimiento que no quiero aceptar:

 

 

 

No quiero perderlo-

 

 

No puedo detener el llanto que siguió a eso.

 

 

 

 

 

***

 

 

Ha pasado una semana luego de que finalmente mis emociones se liberaran en la casa de Masamune y al parecer, las cosas han mejorado un poco, a pesar de que la salud de Zen sigue delicada, Hiyo se ve más animada, esta mañana me ha pedido permiso para salir con un amigo… claro que quería romper el frasco de pastillas que Zen debe tomar en el momento en que dijo eso, y más al notar su rostro ruborizado… es inevitable que sucedan estas cosas, pero aún así la siento como si fuera mía y necesitara protegerla...

 

Me dijo que Zen le había dado permiso, esta mañana se sentía un poco mejor y no quería quitarle esa pequeña alegría a su hija, pero quería asegurarse de que estuviera bien cuidado, Zen le dijo que yo estaría aquí.

 

 

Alrededor de una hora después, veo que Hiyo sale de su habitación, el perfume frutal se percibe en el aire y domina el olor a desinfectante, ella me sonríe y me da un beso en la mejilla:

 

Nos vemos al rato-

 

¿Te despediste de tu padre?-

 

Se ha dormido, no quise molestarlo-

Le diré que te fuiste, ve con cuidado- ella asiente y se va, cuando finalmente la puerta principal se cierra, me dirijo al dormitorio.

 

Zen esta dormido, me da pesar levantarlo pero no puedo dejar que se brinque sus horarios, lo muevo un poco y finalmente se despabila.

 

Me sonríe levemente y correspondo, en silencio, convivimos compartiendo estos breves momentos de tranquilidad, finalmente, Zen termina sus alimentos y me entrega los platos, sus ojos se conectan con los míos:

 

Quiero salir-

 

Me cuesta un poco reconocer su petición y cuando lo hago, me niego suavemente- No puedes, estas demasiado débil-

 

Mi último conteo de sangre indica que estoy lo suficientemente bien para salir, aunque sea una hora-

 

Zen-

 

Me siento mucho mejor que antes, Takufumi- suelto un suspiro, lo miro interrogante- ¿Estás seguro? El doctor dijo que…-

 

El doctor no sabe cómo me siento y si digo que me siento bien, es porque es verdad… Takufumi, quiero salir de aquí antes de volverme loco, sácame de aquí-

 

La demanda en su voz tenía un ligero indicio de fortaleza, y pensé que si estaba lo suficientemente fuerte para alzar la voz, lo estaría para estar afuera un par de minutos… ¿o no?

 

Zen, no quiero que te lastimes… lo consultaré con el doctor, hasta entonces quédate tranquilo- era difícil, en verdad negarme algo y era sorprendente ver al una vez poderoso Kirishima rogar por algo cuando antes lo conseguía con tanta facilidad… me dolía en el fondo esa imagen.

El asintió dando un suspiro resignado, me retiré con los platos usados y luego de lavarlos, hice una llamada al médico. Internamente pensaba que Zen estaba en lo correcto, no solo porque sus niveles de sangre eran aceptables, sino porque no se veía tan demacrado y débil a cuando llegué, ha tenido una ligera mejoría últimamente.

 

Pero no podía fiarme de eso, en cualquier momento podría recaer y no quisiera saber lo que eso desencadenaría.

 

Finalmente el médico respondió al teléfono, luego de contarle de la petición de Zen y mis observaciones apoyando a medias esa idea, el médico autorizó un corto paseo siempre y cuando estuvieran cerca del hospital en caso de que algo pasara y solamente podría durar una hora.

 

Una hora de vida normal era todo lo que Zen pedía, ni más ni menos.

 

 

 

Fuimos al parque que está cerca del hospital, paseamos un rato y descansamos la mayor parte del tiempo, no compramos ningún alimento, pues no quería arriesgarme, al contrario, llevamos unos cuantos sándwiches y jugo, Zen renegó diciendo estar harto de eso, pero no  correría ningún riesgo con él… Finalmente, luego de exactamente una hora le dije que regresáramos, a pesar de sus protestas se dejó llevar de vuelta a la casa.

 

Cada paso que dábamos estaba al pendiente si traspillaba o se decaía, pero Zen no bajó el ritmo, finalmente, llegamos a su departamento y después de preguntarle mil veces si estaba bien, me hizo salir del cuarto, el se recostó en la cama y empezó a leer un libro, al salir de la habitación me detuve en el marco mirándolo, no lucía cansado, al contrario, se le veía bien… casi normal.

 

Y por un segundo… un instante… pensé que todo estaba bien.

 

 

¿Puedes culparme por guardar esa efímera esperanza? ¿Por tratar de tener un poco más de tiempo?

 

Porque este se escurre como arena entre los dedos.

 

 

 

***

 

En silencio, luego de la consulta semanal el doctor que lleva el caso de Zen nos recibió con noticias alentadoras.

 

Al parecer, hay un tratamiento menos agresivo que la quimioterapia, pero apenas esta siendo probado, el doctor tiene una tabla de pacientes potenciales para el tratamiento.

Zen está entre los candidatos.

 

A estas alturas no sabría si considerarlo un milagro o un vale para conseguir más tiempo a su lado…

 

Sabia que Zen quería aferrarse a la mas mínima posibilidad, al menos de durar otro día mas… pero yo…

 

¿Podría abrazar esa esperanza para que en cualquier momento pudiera ser arrebatada de mi ser?

 

En silencio, después de acomodar a Zen para dormir, nos miramos a los ojos.

 

Y la respuesta era clara.

 

 

 

***

 

 

 

Han pasado milagrosos cinco meses desde que Zen inició el tratamiento, su cabello comenzó a crecer un poco, pero aun insistía en cubrirse, el color regreso a sus pálidas mejillas, sin embargo aún no tenía un aspecto enteramente saludable. Ciertamente, estaba en mejor estado que cuando lo vi por primera vez.

 

El tratamiento estaba dando resultados favorables, tanto en su salud como en su estado de ánimo, pues ya podía caminar alrededor de la casa sin ayuda y comer alimentos sólidos de vez en cuando.

 

La alegría se notaba en cada poro de su piel y yo no podía estar mas que feliz por eso.

 

Las dudas, los temores, el miedo a perderlo… aún estaban arraigados en mi, pero procuraba empujarlos lejos, ser tan feliz como el lo era, incluso me atrevo a guardar la esperanza de que se recupere que por poco pierdo.

 

La sombra de la enfermedad no se ha ido, pero ha disminuido su agresividad, los doctores están convencidos de que en un par de meses más pueda ser disminuida casi al grado de eliminarla… pero estaría ahí, si eso pasaba, Zen viviría como un enfermo terminal un par de años…

 

No meses, sino pocos años.

Y aunque el temor siga ahí, yo quiero retenerlo tanto como pueda y Zen se quiere aferrar a la vida hasta que sus fuerzas no le den para más.

 

Esperanzas egoístas albergamos en nuestros corazones, motivados por el amor que sentimos el uno por el otro… un segundo más vale el precio por la futura soledad a la que me he condenado… pero quiero aplazar ese momento tanto como sea posible. ¿Eso es egoísta?

 

 

 

 

***

 

 

 

Hoy es un buen día para salir a pasear- pronuncia estas palabras mirando a la ventana, me acerco para corroborarlo- ¿Te sientes bien?- pregunto tratando de no sonar demasiado intransigente, Zen me mira con una sonrisa autosuficiente:

 

Me encuentro perfectamente, Takufumi… vamos- y sin esperar algún “pero” de mi parte, toma una chaqueta y se encamina a la puerta.

 

Miro una vez mas a la ventana y suspiro, rogando por que el día siga tan brillante como ahora.

 

 

Zen camina por su propio pie, sin bastones ni andaderas, lo hacemos a un ritmo tranquilo pero seguro, cualquiera que lo viera no pensaría que estuviera enfermo, es el mismo Zen, con algunos kilos de menos y la piel un poco palida, pero fuera de eso, se ve normal.

Su cabello no esta muy largo, no como antes, pero al menos esta ahí.

 

Caminamos por el parque dos veces a la semana desde hace un mes, es gratificante para él ya que le permite disfrutar unos pocos minutos de “vida normal” como suele llamarle… y también porque en estos momentos ambos podemos olvidarnos de los problemas del mundo y solo dedicarnos al otro.

 

Como en este momento, su mano sujeta la mía, no me molesta la demostración en publico, solo que aún no me acostumbro… seguimos hablando de temas vanos hasta llegar a la banca donde siempre nos sentamos durante una hora, observando a las personas en su caminar, algunos niños jugando, parejas de la mano, madres con sus niños de la mano…

La risa de un par de chicos capta nuestra atención, un par de adolescentes juega en el tronco de un árbol, un chico rubio y alto y el otro más bajito de cabello rojizo, el rubio parece que quiere atrapar al otro y forcejean un poco, hasta que en algun momento el de cabello rojo deja de luchar y rodea su cuello con sus brazos, atrayéndolo para besarlo.

 

Involuntariamente miro a Zen por el rabillo del ojo, su mirada esta perdida en la pareja, antes de decir algo o ver hacia otra parte el captura mi mirada y ambos nos perdemos en el otro.

Sin hablar, en completo silencio y ajenos al mundo Zen sujeta mi mejilla con una de sus manos, nos acercamos lentamente hasta fundirnos en un suave beso, de esos en donde nada tiene sentido y todo lo pierdo, la mano de Zen deja mi mejilla y atrae mi cuello, profundizando el contacto… un poco mas…

 

Y cuando el aire comienza a faltar, me retiro.

 

Ambos jadeantes, Zen me sonríe, yo solo me ruborizo, toma mi mano una vez más y seguimos observando a la joven pareja, ahora el del cabello rojo monta en la espalda del rubio, ambos riendo felizmente.

 

 

Regresamos a casa a la hora pautada, en el camino Zen se ha portado un poco ansioso, pues no deja de besarme en cada oportunidad, ganando unas cuantas miradas ya sea de reproche o sorpresa, en realidad no me importa.

 

Sin embargo, al entrar al departamento no pude predecir el siguiente movimiento; con una fuerza que hace mucho no empleaba conmigo, me arrinconó en la puerta y atacó mi cuello, dejando rastro de su lengua por el largo del mismo, no pude evitar que un gemido de placer-sorpresa saliera de mis labios.

 

Al mismo tiempo que el terror me inundaba. ¿En que está pensando?

 

Basta-

 

Takufumi…-

 

Z-zen… basta, déjalo-

 

Pero tú lo deseas… hace tanto que no te tengo-

 

Impongo mi fuerza para apartarlo, el me mira con reproche y se aleja, en este momento estoy enojado por su actitud, y preocupado-

 

¿Qué se supone que estás haciendo?-

 

¿Qué es lo que te parece? Intento hacerte sentir bien-

 

Pero no pued…- no me dejo terminar pues pateó la mesita de noche derribándola, se dio la vuelta, su rostro desfigurado por la ira:

 

¿No puedo? No me digas lo que puedo o no hacer, Takufumi… ¡Estoy harto! Harto de que cuides cada uno de mis malditos pasos, yo no soy estúpido, si digo que estoy bien, ¡Estoy bien! ¿Acaso estoy mal por querer darte placer? Takufumi… no lo entiendes, ¡Te amo! ¡Te deseo! Deseo tu cuerpo, sentirte de nuevo, quiero estar contigo de esta forma… necesito hacerlo, necesito sentirte y asegurarme que no busques el placer en otro lado… no podría soportarlo- sus últimas palabras fueron ahogadas por el suave llanto que comenzaba a expresar, me dejo sin palabras… ¿en serio se siente así por mi?

 

Zen…- intento acercarme, pero él se da la vuelta y marcha a su habitación dando un portazo.

 

Yo quedo inmóvil en la sala, sin saber qué hacer.

 

 

 

 

 

 

Al entrar en su dormitorio el olor a desinfectante me da la bienvenida, Zen esta sentado en el borde de la cama, su vista clavada al suelo, acercándome cautelosamente me siento a su lado, después de un par de segundos tomo su mano y lo obligo a mirarme.

 

Jamás podría buscar a otro…-

 

Pero no te doy lo que mereces… no hemos tenido relaciones en mucho tiempo…-

 

¿Crees que  me importa eso? como hombre tengo mis necesidades, pero estas pasan a segundo plano cuando se trata de tu salud-

 

Pero aún así… lo estas sacrificando por mi-

 

Y he dicho que no me importa… si es por ti, puedo ser en célibe el resto de mi vida-

 

Zen me mira sin decir nada más, sus labios se acercan peligrosamente, en verdad hay días en que añoro su toque pero sé perfectamente que no puedo hacerlo y desahogo mi necesidad en el cuarto de baño con mi propia mano, aún así, no es suficiente, Zen es único.

 

Voy a demostrarte lo contrario… no te resistas- captura mis labios en un beso húmedo, su mano se enrosca en mi cabello y el deseo se dispara dentro de mí, su otra mano deseosa baja por mi cuerpo hasta la abertura de mi pantalón, entre besos susurra:

 

Ya no necesitas ocultarte en el baño… si quieres mi mano, solo dilo- la vergüenza de que lo sepa es abrumadora, pero aún así, sigo inmóvil… poco a poco me desviste y en algún momento, el también queda desnudo… es entonces cuando logro tener algo de control.

 

Zen… no debemos-

 

Shh… por favor… no nos quites esto… necesito asegurarme que eres mío, Takufumi…- en vista de las circunstancias no puedo hacer más que asentir, lo dejo trabajar en mi cuerpo, sus labios recorren mi pecho deteniéndose en los pezones, lamiendo y chupando cada uno hasta dejarlos duros, sigue más abajo… y más abajo…

 

¡Zen!- un gemido sale de mi boca cuando sus labios se abren y tragan mi pene, su lengua recorriendo salvajemente el largo y su mano jugando con mis bolas, continua solo unos instantes, el placer me incendia y cuando siento que estoy a punto de estallar intento retirarme, pero Zen no me deja, sin poder resistirlo más, estallo en su boca, el bebe gustoso de mi, una sonrisa cruza su rostro y luego me libera para decir:

 

Extrañaba tu sabor-siento el calor subir por mis mejillas ante sus palabras, ya había olvidado lo ocurrente que era en estos momentos.

 

Idiota…- y por esa razón, me encanta hacer esto con él.

 

 

El suave matiz anaranjado de la tarde nos baña a través de la ventana, reflejando el sudor de nuestros cuerpos y sombras con el movimiento lento y pausado al que soy sometido, Zen no ha perdido el toque ni la habilidad para perderme en el éxtasis, nunca se lo he dicho pero no dudo que lo sepa, es el único que ha sido capaz de hacerme olvidar todo y entregarlo todo…

 

Como nadie ha sido y nunca será.

 

Y entonces… llega el momento en que nuestros cuerpos no soportan más la anticipación, el estalla dentro de mí, inundándome de su esencia y después de unos cuantos empujes más, lo hago yo.

 

Somos un lio entre las sábanas, el olor a desinfectante se perdió y solo queda el exquisito aroma del sexo, la prueba de que una vez más reclamamos nuestros cuerpos. Zen se recuesta de lado atrayéndome a su pecho, duramos un par de minutos en completo silencio, observando la luz del atardecer perderse por los edificios.

 

Te amo…siempre lo hago y no dejaré de hacerlo- su pecho vibra tras aquellas palabras que me hacen inmensamente feliz, asiento suavemente, ocasionando que algunas lagrimas corran por mis mejillas y terminen en su pecho, y así, acunado en sus brazos, me siento tranquilo en mucho tiempo…

 

 

 

 

*****

 

 

Ha pasado un mes desde la primera vez que dormimos juntos después de reencontrarnos y algo ha cambiado, no sé exactamente que es, solo sé que me siento realmente bien…

Zen se ha levantado antes que yo, lo encuentro en la cocina terminando de poner la mesa, me acerco para ver lo que ha servido:

 

Se ve realmente bien, ¿Hiyo ya se levantó?- tomo una tostada del centro de la mesa y me siento.


Si, de hecho, me levantó con el ruido que hacía, no entiendo como no te despertó- Zen termina de servir el jugo y empieza a abrir uno a uno sus medicamentos.

 

Tengo el sueño pesado… ¿Por qué se fue tan temprano?- una vez apilados en la mesa, toma de una en una cada pastilla.

 

Tenían práctica, ya sabes que el torneo de futbol está cerca- asiento, sirviéndole más jugo ya que una de esas se ve más grande.

 

Es verdad, debería ir contemplando la fecha para ir a verla- después de un momento de silencio, Zen me mira sonreído, conozco ese gesto. Ha sido constante en los últimos días.

 

¿A dónde quieres ir?- ya no me opongo cuando Zen quiere ir a algún lado, siempre y cuando tomemos las debidas precauciones.

 

Marukawa Shoten-

 

 

 

****

 

El gesto en el rostro de todos es el mismo: sorpresa, lastima e incomodidad, sin embargo, el respeto que exige su posición y simplemente, por ser él detiene cualquier comentario y solo hay uno que se ha atrevido a preguntar por su salud.

 

Sin embargo, Zen lo ha manejado bastante bien hasta ahora, sonríe y saluda a todos como si no tuviera nada… como si todo estuviera bien.

 

Y una vez más, impone su autoridad, su valor como hombre y entereza.

 

¿Cómo es posible que siga de pie después de tantos golpes?

 

La pregunta sigue en mi cabeza durante el transcurso de la tarde, escuchándolo ponerse al día con todo el mundo, riendo y siendo… aunque sea unos breves instantes… él.

 

 

 

Al regresar a casa, mi silencio se hace notar, Zen me detiene apenas cruzamos la puerta:

 

¿Se puede saber porque estas tan callado?-

 

No es nada malo, lo prometo-

 

Bueno, entonces dime- miro el suelo y luego alzo la vista a su rostro, pensando bien las palabras antes de hablar- Es sobre hoy en Marukawa… yo, bueno… ¿Cómo es que puedes actuar tan… normal?- su rostro me dice que no fue la mejor forma de decirlo, Zen me ve, con el seño arrugado:

 

Bueno… ¿que es lo que querías que hiciera? No por el hecho de tener mi tiempo contado voy a lamentarme por eso… Takufumi, no voy a vivir postrado en mi cama los últimos días de mi vida, eso debió haberte quedado claro- me estremezco ante esas palabras, son tan duras y ciertas… es verdad, en cualquier momento y por mucho que desee que ese día jamás llegue, sucederá… con esta situación me doy cuenta que no tenemos control en nuestra vida ni de nuestra muerte… pero es tan malditamente difícil saberlo con un reloj mental en la cabeza…

 

Además… si no lo has notado, hay un par de buenas razones para seguir luchando un día más…- se acerca hasta quedar frente a mi rostro, me mira con esos ojos soñadores, cálidos y gentiles…

 

Hiyo y tú… son mi fuerza, mi vida, por ustedes seguiré luchando tanto como pueda- besa mis labios, sellando sus palabras- Gracias por volver a mi…- más de esos dulces y salvajes besos me atacan, sus manos se pasean por mi cuerpo y su respiración se acompasa con la mía, la ropa queda fuera y el calor de nuestros cuerpos se confunde… solo un par de horas más tarde, cuando el momento ha pasado y yacemos en los brazos del otro disfrutando el momento… caigo en cuenta de lo que quiere decir.

 

No hay mejor momento que el presente, pues el pasado no puede cambiarse, así como la situación que estamos atravesando, el futuro es incierto... pues no podemos predecir que pasará al segundo siguiente.

 

En este instante… para mí no existe el tiempo, aquí no tengo un límite y en estos preciosos momentos no tengo que decir adiós…

 

Por el momento, por el presente, en cambio… si puedo hacer algo.

 

Zen…-

 

Mhm…-

 

Te amo, cada instante-

 

Yo también, Takufumi, yo también-

 

 

FIN


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