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every breath you take por minhyeyah

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Sólo tiene relaciones sexuales cuando las luces han estado apagas por un par de horas. Cuando es seguro asumir que la mayoría de los otros reclusos han caído dormidos. Baekhyun insiste, y Chanyeol entiende.

“Yo nunca he—con un hombre, quiero decir,” Chanyeol le dice su primera noche.

Baekhyun no dice nada, sólo lo mira con calma. Su única luz durante estos tiempos viene de las lámparas débilmente iluminadas en el corredor, y es justo lo suficiente para distinguir las líneas del rostro de Baekhyun. Chanyeol se pregunta, como lo hace a menudo, si la vida en la prisión había sido en un momento más cruel y dura para Baekhyun. Si Baekhyun tuvo que luchar mucho y duro por el respeto que comanda entre los hombres ahora.

Cómo Chanyeol se entra, eso no importa. No importa que Baekhyun sea su primer hombre, o que él no sea el de Baekhyun. Tan pronto como sus manos tocan la extensión pálida de Baekhyun, y se encajan a sí mismas alrededor de sus ángulos, el deseo dicta su cuerpo y su torpeza se disipa. Es fácil entonces besar los pezones de Baekhyun mientras Baekhyun se ríe por encima de él, trazar con su lengua las afiladas aristas de la caja torácica y los huesos de su cadera, retorcer sus dedos profundamente en su interior, y, finalmente, deslizarse dentro de Baekhyun, jadear ante la calidez y el suave apretón de su cuerpo. Es fácil entonces. Ya amado.

Chanyeol nunca había sido uno que persigue el sexo desesperadamente. Había aceptado la oportunidad para ello cuando venía a él, había tenido una serie de noches con mujeres hermosas, pero nunca había deseado por ello. Nunca lo había anhelado.

Con Baekhyun, la necesidad tira de Chanyeol en momentos inesperados a lo largo del día—observando las líneas del cuerpo de Baekhyun mientras se estira en el patio en el sol de la tarde, observándolo humedecer sus labios mientras mira fijamente las páginas de su libro, observándolo echar su cabeza hacia atrás y reírse por algo que otro recluso dijo antes de encontrarse con los ojos de Chanyeol y devolviéndole una sonrisa de complicidad. Chanyeol sólo puede esperar entonces, ansioso, para que la noche caiga, para que las luces se apaguen, y, finalmente, por Baekhyun, desde su litera, para que diga el nombre de Chanyeol con una sonrisa en su voz. Chanyeol se imagina que esta necesidad tiene algo que ver con la propia vida en la prisión, donde toda su atención está contenida y enfocada, pero más que eso, tiene algo que ver con Baekhyun. Su aspecto físico.

Baekhyun le pregunta sobre ello una noche.

“Realmente te gusta el sexo, ¿verdad?” Baekhyun pregunta, medio burlón pero sus ojos buscando, su barbilla apoyada en su mano mientras considera a Chanyeol.

“¿Te estás quejando?” Chanyeol replica, imitando su tono casual.

“Sí Chanyeol, odio absolutamente lo bien que me haces sentir,” Baekhyun resopla, rodando sus ojos. Este lado irreverente de Baekhyun había sido una grata sorpresa para Chanyeol, lento a revelarse, pero amado. “No, quiero decir. Supongo que estoy un poco sorprendido de que todavía estés—aquí.”

Chanyeol lo mira, el tramo blanco de sus hombros, los huecos de sus clavículas, el dulce lacio de su pelo sobre su frente. Siente cosas insoportablemente tiernas empujando el espacio entre sus labios. Escoge en vez pasar su dedo sobre la oreja de Baekhyun.

Baekhyun sonríe ante esto, sabiendo.

“No eres más que un pervertido entonces,” dice, su tono engañosamente ligero.

“Dice el chico que misteriosamente produjo condones y una botella de lubricante,” Chanyeol murmura, luego hace una pausa. “Por cierto ¿De dónde carajo sacaste eso? Puedo entender cómo te has encontrado algunas de tus otras cosas, pero esa me deja sin palabras. No le tengo que agradecer a Jongdae, ¿verdad?”

La sonrisa de Baekhyun se vuelve reservada, y Chanyeol gruñe y tira de él para darle un beso lento.

 

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La nitidez de la necesidad de Chanyeol muere después de las primeras semanas, y la necesidad primordial es reemplazada con algo más suave y domado. A veces, Chanyeol duele con ella, esta nueva cosa tranquila, y él sabe que es el comienzo de la aflicción trepándose a través de su anhelo. Sólo se deja llevar en ella cuando está lejos de Baekhyun o cuando está seguro de que Baekhyun está dormido. Desgarra su pecho, el peso de la misma. Lo deja jadeando con su cabeza enterrada en su almohada.

Es tan cuidadoso al respecto, pero Baekhyun por lo general lo descubre de todos modos, parece ser capaz de mirar a Chanyeol y sentirlo detrás de su sonrisa forzada y su voz ronca. Pero Baekhyun nunca dice nada, sólo besa a Chanyeol en la mandíbula o toca el punto suave en la parte interior de su muñeca o simplemente lo mira, su rostro tranquilo con gratitud.

 

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“¿Crees en la vida después de la muerte?” Baekhyun le pregunta una noche, mientras Chanyeol deja besos en su hombro.

Chanyeol se detiene y lo mira, los ojos de Baekhyun encontrándose directamente con los suyos.

“No lo sé,” Chanyeol dice honestamente.

Baekhyun asiente y cierra sus ojos.

“Yo tampoco lo sé,” dice. “Sin embargo me gusta la idea de la reencarnación.”

“¿Sí?” Chanyeol dice, intentando mantener su voz ligera e ignorar el dolor que florece en su pecho.

“Sí,” Baekhyun dice. Hace una pausa. “¿Qué crees que éramos en nuestras vidas anteriores?”

“Yo era un rey,” Chanyeol responde. “Un gran rey. Obviamente. Y tú—”

Hace una pausa para efecto dramático, y los ojos de Baekhyun se abren y se entrecierran, encantado con este espectáculo de gracia.

“Eras mi sirviente.”

“¡Chanyeol!” se queja.

“Mi reina,” Chanyeol remedia. “Eras mi reina. Por supuesto. Justo y sabio y amado.”

Baekhyun sonríe y tira del rostro de Chanyeol de regreso hacia la curva de su cuello.

“Me gustaría algún día ser dueño de una pequeña librería,” Baekhyun murmura. “En algún lugar tranquilo y perezoso. Y tú serías un cliente que entra a la librería un día sólo para librarse de la lluvia. Pero tomas una copia de algún libro que amabas cuando eras niño. Y yo te dejaría tenerlo porque me he enamorado de ti. Y te presento todos esos otros libros de los que nunca has escuchado pero que cambian tu vida. Y luego te enamorarías de mí.”

“Eso nunca sucederá,” Chanyeol dice, el dolor ahora arrollándose dolorosamente.

“Oh, gracias, Chanyeol,” Baekhyun resopla, pero está sonriendo. “Arruina mi fantasía—”

“No, porque yo me enamoraría de ti primero,” Chanyeol susurra, avergonzado y honesto.

 

 

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Chanyeol regresa solo del desayuno un día para escuchar murmullos en su celda. Se detiene y mira alrededor de la pared para ver a Jongdae y a Baekhyun sentados en la litera de abajo. La espalda de Baekhyun está hacia él, y el rostro de Jongdae tiene un aspecto extraño, una apariencia desesperada en lugar de su sonrisa habitual.

“Baekhyun, ¿no quieres por lo menos intentar? Quiero decir, ¿Qué tienes para perder realmente?” Jongdae suplica en voz baja.

“No,” Baekhyun sacude su cabeza. “No. Es demasiado arriesgado. Te pondría a ti y a demasiada gente en peligro.”

“Baekhyun, estoy dispuesto a aceptar los riesgos. Y también los demás. Tú sabes—”

“Jongdae, no es algo que alguna vez he contemplado. Y no voy a comenzar ahora. ¿Cómo sería la vida para mí? Siempre escapando. Siempre escondiéndome. Cualquier persona que conocí estaría—no es lo que quiero.”

El rostro de Jongdae se retuerce en líneas de enojo.

“¿Así que sólo te vas a dar por vencido? Estás listo para dejarlo ir, ¿sólo así? Incluso con Cha—”

“Jongdae, por favor.” Baekhyun está mirando hacia abajo en el suelo, su expresión destrozada. “No hagas esto más difícil para mí,” dice, su voz tan callada que Chanyeol apenas puede oírlo.

Jongdae mira a Baekhyun durante un largo rato antes de mirar hacia su regazo.
“Muy bien,” Jongdae dice, extrañamente suave.

Es la última cosa que Chanyeol se deja a sí mismo escuchar mientras silenciosamente se aleja de la celda hacia el pasillo hasta el cuarto de baños que ya estaba lleno de otros hombres. Se quita su ropa y se para debajo de una de las duchas, el agua tibia, mira y mira los pequeños arroyos que se forman alrededor de sus pies.

 

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Los últimos meses vienen.

Chanyeol observa a Baekhyun cuidadosamente. Observa por dolor o miedo o rendición para que crezcan. Espera por devastación y desesperación. Mantiene sus manos cerradas cuidadosamente a sus costados, listo.

Pero Baekhyun aún sonríe y lee su libro y se ríe. Aún les muestra a los reclusos cómo remendar sus calcetines en la esquina del patio y regala sus porciones adicionales en la cena y mete las flores que la jardinera corta para él en el bolsillo de su camisa. Todavía besa a Chanyeol dulcemente y abre sus piernas ansiosamente cuando Chanyeol toca su cadera.

Las cosas que  cambian son pequeñas. Silenciosas. Le toma a Chanyeol un tiempo para darse cuenta que ha estado buscando por las cosas equivocadas enteramente, esperando por ruinas y desastre y corazones rotos como de película. No, las maneras que Baekhyun cambia son suaves y persistentes, sus dedos rozando un poco más de lo usual a lo largo de la columna vertebral de Chanyeol, sus ojos un poco más distantes cuando lee, su respiración un poco más rápida contra el cuello de Chanyeol.

Chanyeol se da cuenta de todo esto. Lo toma todo en su interior y lo siente, pesado, en lo profundo de su pecho. Pero nunca dice una palabra. Sólo sostiene a Baekhyun cerca de él y toca los lugares que más le gustan y le pregunta, en la oscuridad, sobre su librería.

 

 

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En la última noche, Baekhyun sale de la cafetería temprano durante la cena, murmurándole a Chanyeol que no se siente bien y que lo esperaría en la celda. Chanyeol lo mira irse, su propio estómago revolviéndose con cosas que amenazan con estallar fuera de él con cada hora que pasa pero que mantiene calmadas invocando la felicidad de Baekhyun. El resto de la cafetería mira con Chanyeol, y la habitación es callada y cautelosa.

“Esto no está jodidamente bien, viejo,” uno de los reclusos detrás de él murmura. “Ese chico es el último poco de algo bueno en este lugar. No está jodidamente bien.”

Chanyeol se va un poco después, incapaz de tomar las miradas en su dirección o la idea de Baekhyun solo, y se apresura hacia la celda para encontrar a Jongdae esperando por él.

“¿Dónde está Baekhyun?” Chanyeol demanda, una alarma haciendo su pecho golpear con dureza.

“Cállate,” Jongdae dice, volviéndose a poner su gorra y parándose detrás de Chanyeol para deslizar esposas en sus muñecas. “Sígueme.”

“¿Qué diablos está pasando? ¿Dónde está él? No me digas—”

Jongdae gira a Chanyeol y pone un brazo contra su garganta. “Cierra la boca, y sígueme. Esto es para Baekhyun, así que no lo arruines.”

Chanyeol lo mira fijamente y luego asiente. Jongdae gruñe y gira a Chanyeol de vuelta, empujándolo hacia afuera de la celda al final del pasillo.

“¿Qué hiciste esta vez, Chanyeol?” alguien dice en voz alta.

“Sí, este idiota nunca aprende,” Jongdae responde, un poco demasiado rápido, algo extraño en su voz. “Régimen de aislamiento para este imbécil.”

Jongdae lo dirige por los pasos familiares que llevan hacia las celdas solitarias de castigo pero luego lo empuja a través de una puerta lateral de uno de los pasillos que Chanyeol nunca había notado. Un viaje a través de un corto pasillo oscuro conduce a una puerta que dice ‘Sala de Visitas #2’. Adentro, la habitación está bien iluminada y con baldosas de color azul y gris, mesas y sillas empujadas a un lado salvo por una puesta en el medio. Baekhyun está sentado en la mesa, fuera de su ropa de prisionero y en un par de pantalones y una camisa negra, ambos de los cuales son demasiado anchos en él. Baekhyun se levanta cuando ellos entran, su rostro casi tímido.

“Lo tengo,” Jongdae le dice a Baekhyun, empujando a Chanyeol hacia adelante una vez más y deshaciendo las esposas.

“Jongdae,” Baekhyun dice. “No tienes idea de lo que esto significa. Yo—”

“Sí, no pierdas tu tiempo en eso. Disfruta esto, ¿de acuerdo?”

“Sí,” Baekhyun dice, sonriendo.

Jongdae le devuelve la sonrisa, luego se da la vuelta hacia Chanyeol y torpemente le da una palmadita en el hombro antes de salir de la habitación y cerrando la puerta detrás de él.

“Baekhyun,” Chanyeol comienza, sin poder explicarse.

“Espera,” Baekhyun interrumpe, levantando sus manos. “Chanyeol, tu ropa es una vergüenza. No puedo creer que pienses que me puedes seducir con ese aspecto.”

Baekhyun hurga en un recipiente grande en la mesa y saca un par de pantalones y una camisa blanca de botones.

“Aquí,” dice, entregándoselos a Chanyeol. “Ahora ve a esa esquina y ponte decente para mí.”

Una sonrisa comienza a curvarse en los labios de Chanyeol mientras toma la ropa y se retira a la esquina. Las ropas usadas encajan ridículamente bien, y enrolla las mangas de la camisa y se alisa el pelo lo mejor que puede antes de volver a caminar hacia Baekhyun. Baekhyun está de espaldas a él, sacando varias cosas del contenedor y preocupándose por sus arreglos en la mesa.

Chanyeol se aclara la garganta mientras camina de vuelta a Baekhyun.

“Dios, Baekhyun siento llegar tarde. No vas a creer lo que me pasó en el camino hasta aquí. Había una familia de ciervos sentados en el centro de la carretera. No se moverían por nadie. Fue una farsa absoluta.”

Baekhyun se da la vuelta hacia él y sonríe, sus ojos trazando su figura hacia abajo y hacia arriba.

“Eso es lo que dijiste la última vez, Chanyeol,” suspira dramáticamente. “Los ciervos sedentarios deben ser bastante comunes estos días, ¿no?”

Chanyeol sonríe y abraza a Baekhyun, besándolo en la mandíbula.

“Hey,” murmura contra la garganta de Baekhyun.

Los brazos de Baekhyun se envuelven alrededor de Chanyeol y lo aprieta casi dolorosamente antes de apartarse de él.

“Entonces,” Baekhyun dice. “Hoy, tenemos Fettuccine Alfredo. Y vino. Vino blanco. Um, creo.” Sus cejas se arrugan mientras levanta la botella y lo mira. “Simi. ¿Eso es bueno?”

Chanyeol resopla y se sienta en la mesa, donde Baekhyun ya ha puesto los platos, vasos y cubiertos. Es sorprendente lo mucho que Baekhyun ha logrado salirse con la suya para esto, pero Chanyeol no dice nada. Sólo esta más que feliz de seguir con esta charada, feliz de disfrutar a Baekhyun.

“Comimos Alfredo la ultima vez,” pretende reclamar. “Prometiste que podríamos comer pizza.”

“La pizza te hace gordo y perezoso en la cama,” Baekhyun sonríe, sentándose también y sacando la pasta del contenedor.

Chanyeol se pregunta si esto es Baekhyun antes de la vida en prisión: más bromista y más impulsivo. Insoportablemente dulce y encantador.

“Hey,” Chanyeol protesta. “No es mi culpa que seas insaciable.”

“¿Perdón?” Baekhyun lo mira boquiabierto, aunque parece encantado con sus bromas.

“Sí,” Chanyeol dice casualmente, levantando su tenedor y comenzando a hurgar la pasta en el plato. “Sigue pretendiendo ser retacado con esa pequeña librería tuya, pero ambos sabemos que eres más feliz en mi cama. Desnudo.”

“¿Librería?” Baekhyun comienza, saliendo de personaje antes de detenerse a sí mismo. “Oh.”

Baekhyun mira hacia abajo en la mesa, y Chanyeol se pregunta por un horrible segundo si fue demasiado lejos. Si rompió la ilusión por sacar a la luz el sueño que Baekhyun había susurrado en su oído con timidez.

Pero luego Baekhyun sonríe, la curva de sus labios desgarradora.

 

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Después de que Chanyeol finalmente logra abrir la botella de vino con un cuchillo, Baekhyun burlándose de él mientras gruñe y tira por varios minutos, los dos se sientan con las piernas cruzadas sobre mantas gruesas que Baekhyun extiende en el suelo. Baekhyun ha apagado las luces y enchufado una pequeña lámpara maltratada que inunda la habitación con débil luz anaranjada.

“Esto sabe horrible,” Baekhyun dice, incluso mientras continúa bebiendo de su vaso. “Vas a tener que ayudarme a escoger uno mejor la próxima vez.”

Chanyeol sólo ha bebido unos sorbos del suyo, pero ya se siente mareado. Pone su vaso en el suelo, con miedo de diluir estas horas.

“Yo creo que está bien,” murmura. “Es dulce. Y el sabor permanece.”

Chanyeol toma el vaso de Baekhyun, quien le está dando una mirada perpleja, y lo pone a un lado, empujando a Baekhyun hacia el suelo.

“Como tú,” Chanyeol termina.

“Asqueroso,” Baekhyun dice, haciendo una mueca. “Eso fue baboso, no romántico. Recuérdame otra vez por qué estamos juntos, Chanyeol.”

“Porque soy demasiado guapo, supongo,” Chanyeol responde y besa la boca sonriente de Baekhyun.

Baekhyun es más vocal de lo que nunca ha sido durante el sexo, sus jadeos fuertes y desiguales contra la mejilla de Chanyeol y sus quejidos constantes desde donde Chanyeol enterró su rostro en su cuello. Los dedos de Baekhyun cavan dolorosamente en su espalda y Chanyeol puede sentir los dientes de Baekhyun, afilados, en su boca, pero no dice nada. Sólo besa a Baekhyun más fuerte.

Chanyeol se mantiene calmado hasta el momento en el que se hunde dentro del cuerpo de Baekhyun, los brazos de Baekhyun y piernas envueltas firmemente alrededor de él, la boca de Baekhyun presionando besos húmedos contra su cuello mientras se mueve. Pero el calor de Baekhyun, la sensación de placer que siempre había llegado con finalmente estar dentro de él, una comodidad suave, se siente trágico para Chanyeol ahora. Al igual que un final.

Una corriente repentina de dolor pasa por él, y Chanyeol muerde sus labios para evitar que se abran en el torrente de dolor. Se detiene a sí mismo de dejar escapar un sollozo, pero no puede evitar las pocas lágrimas que se deslizan y caen sobre el hombro de Baekhyun.

Baekhyun está tranquilo antes de que afloje sus brazos para pasar sus dedos por el cabello de Chanyeol.

“Chanyeol, por favor,” dice en voz baja. “Sólo por un par de horas más. Déjame tener esto.”

“Lo sé,” Chanyeol jadea, destrozado. “Mierda, mierda. Lo siento mucho. Yo sólo—Baekhyun. Baekhyun.”

Gime y deja caer su cabeza en el hombro de Baekhyun, mordiendo su clavícula para intentar mantenerse fijo, para intentar encontrar su enfoque en la felicidad de Baekhyun. Baekhyun sólo pasa sus dedos por el cabello de Chanyeol, respirando suavemente contra su oído y apretando sus rodillas alrededor de la cadera de Chanyeol. Chanyeol entra en sí mismo y piensa Baekhyun y se traga su dolor a la fuerza por un rato más. Después de unos minutos, su respiración se ha nivelado y sus mejillas están secas.

“Lo siento,” dice con voz ronca finalmente, levantando su cabeza. “Al parecer, soy un borracho muy emocional. No más vino para mí.”

“Sí,” Baekhyun está de acuerdo, su boca formando una media sonrisa. “Aunque me gustas un poco así. Un perdedor.”

“Este perdedor te ama como loco,” Chanyeol susurra contra la frente de Baekhyun, mientras comienza a mover sus caderas de nuevo y Baekhyun jadea debajo de él. “Te ama como ninguna otra cosa. Te ama como si fuera a morir de ello. Triste, ¿no?”

“Sí, que perdedor,” Baekhyun susurra, sus propios ojos un poco húmedos.

Chanyeol se mueve en Baekhyun como si se moviera lo suficientemente rápido y duro, sería capaz de empujarlos a ambos lejos del mañana. De aquí. Ya, Baekhyun se siente más ligero en sus brazos, como si se estuviera desvaneciendo. La única cosa buena que la vida desperdiciada de Chanyeol ha conocido—

¿Todo bien? Chanyeol dice contra la mejilla de Baekhyun, después, cuando ha envuelto a los dos en las mantas como un capullo inflado. No sabe cuánto tiempo les queda antes de que Jongdae regrese a llevarlos de vuelta, pero quiere recostarse con Baekhyun en silencio hasta entonces, encerrarlos en los pliegues cálidos de su ilusión.

Baekhyun cierra sus ojos, las líneas de su rostro serenas y felices, rotas sólo por el alboroto de la emoción que se disipa tan pronto como sale a la superficie, como ondas.

Chanyeol observa hasta que el sueño tira de él, poco dispuesto, bajo las mantas.

 

 

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Cuando Chanyeol se despierta, está de vuelta en la celda, su cabeza palpitando y su garganta adolorida.

Ha estado durmiendo por dos noches, Jongdae le dice. Drogado.

Y Baekhyun se ha ido.

Chanyeol causa estragos durante días, golpeando sus puños contra las paredes y las barras de las celdas, desgarrando el contenido de éstas mientras grita, bestialmente, de rabia y dolor. La única cosa que queda intacta es la cama de Baekhyun, su libro todavía en el centro de la misma. Los otros reclusos están fuera de su celda y ven el espectáculo en silencio. Chanyeol no duerme, no come, tira el alimento que Jongdae pasa por los barrotes, escogiendo en su lugar acurrucarse en la esquina de la litera de Baekhyun y gruñir en las mantas en angustia. En el cuarto día, Jongdae y otros guardias irrumpen dentro de su celda y lo arrastran al suelo. Chanyeol se derrumba bajo la presión, demasiado enloquecido y débil para resistir, apenas registrando la aguja en su brazo. La oscuridad que lo recibe se siente como la primera paz que ha sentido en meses.

Cuando se despierta por segunda vez, está en una celda nueva, y Jongdae está sentado en un taburete junto a la cama.

“Él sabía que te haría daño,” Jongdae gruñe sin preámbulo cuando ve que Chanyeol está despierto. “Pero no había manera de que pudiera despedirse y marcharse en silencio. Eso es lo que dijo.”

Chanyeol no dice nada, mirando los resortes por encima de su cabeza. No existe un hueco donde el cuerpo de Baekhyun hubiera estado acurrucado.

“Trata de entender,” Jongdae intenta de nuevo, su voz sonando lo más amable que jamás ha sido hacia Chanyeol. “Fue por ustedes dos.”

Chanyeol cierra sus ojos mientras una nueva ola de tristeza se extiende a través de él, profunda e implacable.

Jongdae suspira, y la silla cruje mientras se pone de pie. Algo aterriza junto a la cabeza de Chanyeol, y los pasos de Jongdae se mueven hacia la puerta.

“No dolió, ¿verdad?” Chanyeol dice con su voz ronca sin abrir sus ojos. “¿Jongdae, te aseguraste de que no doliera?”

“Sí,” Jongdae responde, sonando destrozado él mismo. “Baekhyun no sintió nada.”

La puerta de la celda se cierra, y Chanyeol extiende su mano para agarra el objeto que Jongdae dejo caer sobre la cama. Sabe lo que es sin mirar. Pasa sus dedos ciegamente sobre los bordes suavizados, sobre el maltratado lomo, las páginas arrugadas—tocadas con amor por los dedos de Baekhyun durante años.

Abre sus ojos, y voltea la primera página del texto, pero se detiene y se regresa a la página de la dedicatoria. Una flecha había sido dibujada a través de la dedicación original y al otro lado de la página opuesta.

Allí, una breve nota había sido escrita con letra apresurada:

Así que, amor, pretendamos
que nuestras vidas nunca terminarán.

 

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Esa noche, Chanyeol sueña.

Sueña bastantes cosas tristes. Bastante tristeza en hombres buenos.

Sueña que un día estaría corriendo por las calles mientras la lluvia cae alrededor de él, empapándolo y pegando su traje a su piel. Se tropezaría ciegamente bajo un toldo y se quedaría ahí e intentaría secar su maletín. Esperaría por el autobús allí, sintiéndose enfadado y con frío y con un poco de pena por sí mismo.

Una puerta se abriría de repente detrás de él, y recordando que está en frente de la tienda de alguien, se movería demasiado rápido fuera del camino. Una mano agarraría su brazo antes de que caiga y lo estabilizaría, y una voz de desconcierto le preguntaría, “Estoy a punto de cerrar, pero ¿te gustaría entrar hasta que la lluvia se detenga?” y Chanyeol se daría la vuelta, y ahí estaría un hombre con ojos desgarradoramente cafés sonriéndole.

Chanyeol seguiría al hombre dentro de la tienda y miraría las filas de libros hasta que el hombre le daría una toalla. El nombre del hombre sería Baekhyun, y sus dedos serían cálidos donde rozan contra el cuello de Chanyeol, y sería amable y fuerte y juguetón y tierno. Y Chanyeol se enamoraría de él. Viviría con él. Moriría con él.


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