Y ahí estaba él, acercándose a Madara, con esa sonrisa increíblemente molesta en su rostro. Era en cierto punto ridículo, tales capacidades de combate y esa fuerza asombrosa simplemente no encajaban con esa suave sonrisa y expresión cariñosa.
Hashirama continuo su camino hacia él, no parecía que estaba planeando atacarlo ni nada por el estilo. Sin embargo, no bajo la guardia, tenía que estar listo para cualquier cosa.
-Vaya siglos sin vernos Madara-expresó el castaño sin dejar de mostrar su sonrisa- sé que has vuelto porque quieres desafiarme, pero solo luchando no es la mejor manera de lidiar con esto.
-Esto es enserio, Senju, uno de nosotros va a morir hoy aquí.
Hashirama agito su mano como quitándole importancia al asunto.
-Vamos Madara, luchamos tantas veces antes, se hace aburrido. ¿Sabes lo que va a pasar?, vamos a luchar durante horas, sabemos las habilidades de cada uno, estamos un tanto iguales en poder-el castaño soltó un suspiro- estoy harto de lo mismo una y otra vez.
Sin saber cómo Madara ya se había arrojado con su abanico sobre Hashirama y de repente, el cielo empezó a nublarse, lo cual trajo consigo vientos agresivos que desataron una evidente tormenta.
-Lo vez incluso parece que el clima se ha puesto en nuestra contra- expreso el castaño esquivando sus ataques sin parar de sonreír. Cosa que sin duda lo irrito más, al notar que Hashirama veía aquel encuentro como un juego de niños.
-Cállate y pelea Senju- logro gritar sin que su voz temblara.
-No deberías ser tan amargado, o de lo contrario tu lindo rostro empezara a arrugarse pronto.
La mente de Madara se quedó completamente en blanco, incapaz de reaccionar. ¿Qué diablos había dicho ese Senju? ¿Estaba tratando de humillarlo?
Antes de que el pelinegro pudiera reaccionar sintió la tierra bajo sus pies ceder y tan solo un segundo después sintió a Hashirama cubrirlo con su cuerpo, y ver una luz que le cegó la vista, escucho unas palabras de fondo, pero no logro comprender nada.
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Cuando recupero la conciencia se encontró tirado en el suelo y sin rastro alguno de Hashirama.
-Mierda, ¿donde se habrá metido?
Tomo rápidamente uno de sus kunais al escuchar unos ruidos tras los arbustos, se levanto algo mareado, sintiéndose como si fuese un poco más alto de lo normal. Ignoro ese pensamiento al escuchar los ruidos en los arbustos nuevamente, bien ese idiota seguro había caído también en medio de esa confusión y se había lastimado. Esa era la oportunidad perfecta, si, era algo extraña, pero no por eso la iba a desperdiciar. Comenzó a caminar lo más rápido que pudo aun con todo el aturdimiento que sentía y el dolor en todo el cuerpo. A tan solo tres pasos más y ya lo tendría, se acerco sigiloso por si era algún truco, mas nada paso así que escarbo entre los arbustos y apunto con su kunai directo a su cuello.
Sintió su boca abrirse de tal forma en que podría jurar que tenia desencajada la quijada. Eso tenía que ser una broma, una estúpida broma. Porque, bajo que otra circunstancia se estaría viendo allí tirado en el suelo, inconsciente. Paso una mano por su frente para secarse el frio sudor que le había empezado a bajar, eso era una buena señal, no era un espíritu viendo su propio cadáver, porque bueno los fantasmas no sudan. Lo más seguro era que se había golpeado demasiado duro en la cabeza y no lo había notado. Si seguro eso era, estaba en shock. Entonces paso una de sus manos por sus cabellos, sintiéndolos completamente lizos y sin evitarlo se miro las manos, más grandes y bronceadas que de costumbre.
En medio de toda su confusión escucho unos gemidos bajitos, y bajo su mirada para encontrarse con su cuerpo mirándolo con una expresión de completo desconcierto.