El delicioso aroma del café inundaba sus fosas nasales, la gente entraba por la puerta con la campanilla que sonaba cada vez que esta se abría, compraban un café para llevar y salían, otros llegaban y se quedaban sentados en una de las tantas mesas de aquella cafetería tan bonita, algunos acompañados, otros solos, pensando, disfrutando de la vista tranquila que ofrecía el clima del día, saboreando su momentánea soledad o tal vez, su infinita soledad y por ultimo… los que esperan.
JunHong está ahí sentado ya desde hace 58 minutos exactamente esperando a su hyung y él, no llega.
JunHong está ahí sentado deseando pedir un café, el delicioso aroma le está matando y él, no llega.
JunHong está ahí sentado, preocupado, “él ya habría llamado” y él, no llega.
JunHong llama a sus amigos y le dicen que no le han visto, “¿es eso malo?” se pregunta JunHong y él, no llega.
JunHong está ahí sentado pensando que debería tomar sus cosas e irse y él, no llega.
JunHong está ahí sentado mirando a la gran ventana que muestra una bonita calle y él, no llega.
JunHong está ahí sentado ya desde hace 90 minutos exactamente y él, no llega. Aun así JunHong lo espera.
Tiene hambre. Llama al mozo y pide una tarta. La tarta llega.
En ese momento suena el teléfono, “es él” tiene una mezclada sensación de emoción y enojo.
“¡Hey! ¿Sabes qué hora es?” pone su voz enojada, pero está sonriendo, no puede evitarlo, la sonrisa no le dura mucho, la voz detrás de la línea telefónica, no es de él ni de nadie que conozca. Tiene miedo.
Está aturdido solo ha logrado entender “Algo ha pasado” y “ven rápido”, pidió la dirección, pagó la cuenta y se marchó lo más rápido que pudo, maldijo en ese momento el bonito día, decidió caminar en vez de traer su carro y ahora no hallaba ni un mísero taxi. Finalmente toma uno.
Su mente viaja a Diciembre, fue en navidad, JunHong le había dado un bonito y elegante maletín nuevo “el que tienes ya está viejo” él soltó una carcajada y le dio un beso “es muy bonito, pero no supera al mío”, JunHong levantó una ceja “no creo que encuentres algo que me pueda superar, ya me has comprado todo, no necesito más que estar a tu lado” afirmó el menor, él negó con la cabeza “no lo tienes todo, amor mio” él se inclinó sobre sus rodillas, tenía una caja con un bello anillo, JunHong recuerda claramente sus palabras:
“Yo, te quiero para siempre, por siempre y para siempre. A través de lo bueno, lo malo y lo feo, vamos a envejecer juntos. Siempre y para siempre”.
Cuando finalmente llega, se detiene en la entrada, toma aire, no puede llorar, sabe que él está bien, pero aun así el pecho le presiona y le pican los ojos.
Luego de un rato se tranquiliza y finalmente empuja la puerta, se dirige a paso ligero a recepción, ha preguntado por él y le ha parecido que le han dado una mirada de lastima.
La dirigen a través de los pasillos, tan largos, tan blancos, tan tristes. Es gracioso. En otra situación hubiera pensado que todo estaba limpio y muy ordenado, pero ahora simplemente no podía, el lugar le parecía un infinito laberinto de pasillos y habitaciones. El dolor de pecho y comezón de ojos habían vuelto.
Los ve en la sala de espera, son sus padres, los de él, están hablando de lo sucedido, la señora llora y su esposo la consuela con suaves besos y palabras dulces.
Se acerca saludar, la señora la abraza y le intenta explicar todo entre sollozos, era inentendible “llegaba tarde a su cita”, “aniversario”, “conducía rápido”, “camión”, “semáforo”, “no logró frenar a tiempo”, y la señora rompió en un llanto desgarrador, JunHong cerró los ojos, no quería oír nada, pero lo hizo y aquel: “no logró frenar a tiempo”, le dejo mal.
Le pregunta a la enfermera si puede verlo, la enfermera le dice que puede, pero que él está muy débil y cansado.
Intenta mantener la cara seria cuando entra la habitación, no puede, la imagen es terrible, el dolor de pecho y comezón de ojos se han aumentado en demasía, es asfixiante, pero debe soportarlo, debe hacerlo por él.
Cuando se acerca, ahoga un gritor de desespero, su rostro golpeado, la boca que adora besar y esos labios que le muestran una infinita felicidad cuando la ve, aquellos ojos que la miran con ternura extrema, están tan morados, golpeados y marcados, aun así cuando el abre los ojos y le sonríe débilmente JunHong sabe que la felicidad de siempre está ahí y que aquella ternura también, son las misma y mayores.
JunHong toma asiento a su lado y aprieta su mano muy fuerte, más que para darle fuerzas a él era para dárselas a si mismo.
No hablan del accidente, solo hablan de cómo les fue y lo que hicieron, como cuando hablan todas las noches antes de dormir.
Él le habla de los niños que querian a tener y de su buena vida y aquella casa en la colina que querían, entonces él dijo:
“Quédate, para siempre, por siempre y siempre, a través de lo bueno, lo malo y lo feo, vamos a envejecer juntos, recuérdalo siempre, seamos ricos, pobres o para mejor, aun nos amaremos, siempre y para siempre”
Luego se contemplan anhelando juntos aquellos hermosos días que él ha descrito, en ese momento el menor tiene una idea, le da un beso en la frente y sale a hablar con las enfermeras.
YongGuk se queda mirando el techo y empieza a llorar, sueña demasiado, siempre lo ha hecho y cree que no hay nada imposible, pero hay una cosa de la que no puede escapar, eso es la muerte.
Tiene miedo, mucho miedo de no poder abrazarlo y besarlo, mirarlo y sonreírle, le duele no ver su bella sonrisa y no poder oler su perfume otra vez, no se arrepiente de nada y a la vez de tanto, quiere ser fuerte, pero ya no puede, a pesar de todo ya se resignó. Va a morir.
Cierra los ojos y espera descansar hasta que JunHong vuelva.
Escucha ruidos y murmullos, no ha dormido profundamente, así que abre los ojos y mira su alrededor, la habitación blanca, los aparatos ruidosos y… Todos.
Vio a sus padres, su madre era un mar de lágrimas, menos que antes, pero aun lloraba y su amado que le sonreía, no le gustó su sonrisa era triste. Esas 3 personas eran su todo, en ese momento vio al cura, “¿ya me quieren velar*?” preguntó para intentar animar el ambiente, es obvio que nadie rio.
JunHong le dio una mirada enojada y luego le besó.
El cura empieza a decir unas palabras a la pareja y JunHong le pide los anillos a la pareja del lado, los padres de YongGuk, todos en la sala ríen y aun así las lágrimas caen al suelo.
Entonces JunHong le mira y dice:
“yo te quiero para siempre, por siempre y siempre, a través de lo bueno, lo malo y lo feo, vamos a envejecer juntos, recuérdalo siempre”
Se ponen los anillos.
Los versos han sido hermosos, han terminado y los pitidos de la maquina van enlenteciendo. YongGuk se muere, es inevitable.
Su voz es demasiado baja, casi un suspiro:
“te quiero para siempre, por siempre y siempre. Por favor recuérdalo, incluso si no estoy aquí. Yo te amaré por siempre y siempre…”