Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

De un tonto y su eterno atardecer. por ewok-salvaje

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Los personajes y todo lo relacionado a este fanfic son propiedad de Shungiku Nakamura.

Notas del capitulo:

¡Aaaaay! ¡Qué nervios! ¡Mi primer publicación!

No me juzguen por el pésimo resumen.... que soy principiante.

Nota: No soy muy dada a utilizar honoríficos, pero creo que a Onodera le dan un toque.... cute.

 

 

Ya atardecía.

– ¿Quieres ir a mi casa?

– ¿Eh? Ah... Claro...

Bajaste la mirada para que yo no te viera. Parecía que intentabas disimular tu nerviosismo ocultando lo colorado de tu rostro… ¡Imposible! Por más que te agacharas y te escondieras yo veía tus orejas,  completamente rojas, y tus pequeñas manos apretadas en puños aferrándose a tu suéter, y tus hombros, que temblaban sin despistar.

–Je... –Solté aquella risita tonta sin pensar, la verdad, me hacía gracia tu ternura.

Miré hacia la ventana de la biblioteca, el leve viento, despiadado, desprendía las flores de los árboles.

– ¿Sa- Saga-sempai?

 Volteaste a verme, en tu mirada se notaba una leve preocupación. ¿Te preocupaba mi risa? Acaricié tus suaves cabellos. Tu cara sonrojada, adorable. Alzaste la barbilla; pedías un beso. Me incliné levemente, rocé tu nariz con la mía, tus labios con los míos.

Mirada abajo, de nuevo.

Un sonrojo exagerado. Y el leve temblar de todo tu cuerpo.

–Vamos.

Tomé tu libro, tomé el mío y los al estante, de donde después la bibliotecaria los agarraría para ordenarlos.

Salimos de la biblioteca, bajamos las escaleras. La luz anaranjada del Sol alumbraba tu delicado rostro, tu brillante cabello marrón.

¿Por qué siempre tienes la mirada gacha?

 Me miraste velozmente, y cuando cruzaste tus deslumbrantes ojos con los míos te estremeciste.

 ¿No te hacía feliz que yo te mirase?

 Acerqué mi mano a la tuya, primero un leve roce, después, junté nuestras palmas, entrelacé nuestros dedos. No dijiste nada, sólo miraste al lado contrario, evitándome de nuevo; tu mano temblaba. Caminamos en silencio, aún tomados de la mano. Quince, veinte minutos. Silencio.

El armónico sonido de las cigarras de fondo, tu respiración agitada, tu avergonzado rostro, el atardecer.

¿Acaso podría ser yo más feliz?

 

Probablemente, no.

Llegamos. Te solté para buscar mis llaves. Te aferraste a tu mochila ¿Nervios? Giré la perilla, empujé la puerta. Sorata nos recibió con un cariñoso maullido.

– ¿Masamune? –antes de entrar escuché su voz, no me atreví a dar el siguiente paso.

 – ¿Madre? –volví a tomar tu mano, la apreté con fuerza y te jalé incitándote a entrar– ¿Qué haces aquí tan temprano?

 – Vine por algunos documentos.

Te vio entrar. Se quedo parada, expectante. Se fijó en tu cara sonrojada, en tus hombros temblorosos, en nuestras manos.

–... ¿Quién es… ese? –dijo con desdén.

 Diste un pequeño salto. ¿Preocupación? Miraste al suelo, a Sorata restregándose en mis piernas.

Apreté tu mano aún más.

 – Es mi novio.

Me miró fijamente, sin poder dar crédito, con asco, repugnancia, desprecio. Luego, a ti. Nos dio la espalda.

Subimos las escaleras. Entramos a mi recámara, tú primero. Cerré la puerta. Me mirabas sentado en mi cama, con las manos en las piernas y la cara roja. Me quité la camisa. Te empujé hacia atrás, me puse sobre ti. Besé tus labios: abriste la boca. Me rodeaste el cuello con tus brazos. Suspirabas. Desabroché el primer botón de tu camisa: besos en el cuello. (Ya, ¡porque muero de vergüenza!)

–Ritsu....

–Sempai.... tu ma- ¡Ah!... Sempai....

 –A ella no le importa –callaste–.

Te aferraste con más fuerza a mí.

 ¿Intentabas reconfortarme?

–¡Masamune! –la voz terrible de mi madre sonó desde la puerta– ¡Esta es mi casa y mientras estés aquí no harás nada de eso! ¡Ahora, sal de aquí, maldita sea! ¡Lo que me faltaba!

¿A qué hora había entrado? ¿Por qué no escuché sus ruidosos pasos subiendo las escaleras como la escucho ahora golpeando impacientemente con el talón la madera de mi piso?

Abrochaste tus botones. Estabas tan avergonzado. Me puse la camisa, tomé tu mochila y saqué algo de dinero de uno de los cajones del mueble junto a mi cama.

 Sentí la mirada de odio de mi madre, seguro creyó que ese dinero era para pagar un cuarto de hotel. Pobre mujer.

Salí del cuarto sin siquiera mirarla, golpeé con levedad su hombro con mi brazo: sí, ahora sería así. Tú saliste corriendo detrás de mí.

–Espero que vuelvas esta misma noche.

Bajé las escaleras, tú detrás de mí. Revisé qué mi llaves estuvieran en la bolsa de mi pantalón. Abrí la puerta que daba a la calle.

Caminamos unos cinco minutos sin rumbo, sólo derecho, con el espectro del Sol a nuestras espaldas. Paré en seco, me giré hacia donde tú estabas: te abracé, te abracé tan fuerte como pude, hundiendo mi cara en tu cuello, aspirando tu aroma, sintiendo tu calor. Me rodeaste con tus brazos, te aferraste a mi camisa.

– ¿Sempai?

–Perdón...

– ¿Eh?

Me separé de ti. En tu cara, se notaba la intriga. Tan adorable. Besé tu lisa frente, matando cualquier intento de tu parte por preguntar. Cogí tu mano, seguimos caminando.

Ya sólo se veían unos lívidos colores en el cielo crepuscular. Había anochecido.

–Ah, por cierto... –Volteaste a verme, me preguntabas con la mirada qué era lo que quería decir.

–Dime Masamune.

 

 

 

 

 

 

*Prólogo~

–Sempai...

«Dime Masamune»

– ¿Me amas? –Dijo mirando un punto fijo en la pared. Sus mejillas sonrojadas, la camisa desabrochada, marcas enrojecidas en el pecho y el cuello. Esperaba una respuesta concreta.

« ¡Qué bobo! ¿Cómo puedes preguntar algo así? ¿No es más que obvio? ¡Te amo, te amo! ¡¡Te amo!!»

 Y a pesar de tenerlo presente, de saberlo y de creer habérselo demostrado, solo atinó a reír.

Notas finales:

*Entiéndase como prólogo:

1.1.- Soy muy vaga para desarrollar la historia hasta es pundo.

1.2.- No puedo escribir hard.

 

 

¡Muchísimas gracias por leer! Si les gustó, dejen un review ♥

Cualquier opinión es bien recibida ♥♥


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).