Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Where did you go? por Limitless

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

No lo he editado, lo haré luego /o/

perdón si hay alguna incoherencia u error~. Espero les guste♥. 

 

 

Para mí, no era más que otra simple, fresca tarde de otoño. Había decidido visitar la nueva cafetería que había abierto cerca de mi departamento, porque estar día y noche encerrado en la misma habitación viendo una hoja en blanco no estaba ayudando en nada al avance del libro que necesitaba terminar para poder seguir pagando la renta, y bueno, tampoco podía negarme a un buen café.

 

Estaba, como siempre, sentado en una mesa alejada de los demás clientes, observando el exterior a través de la gran ventana a mi costado, totalmente desinteresado del sonido que causaba la campanilla en la puerta cada vez que llegaba una nueva persona en busca de algo cálido. Hasta que la silla frente a mí fue ocupada, y un sonriente rostro saludaba a mi perpleja expresión.  Eras tú; nuestro primer encuentro.

 

—Hola. - Me saludaste mientras tus largos y delicados dedos envolvían tu taza de café. Tranquilo, natural. Como si fuera cosa de cada día sentarte con un extraño y dedicar tan encantadora sonrisa.

 

Nunca comprendí por qué lo hiciste, ¿Qué viste en mí? ¿O sólo era piedad por un solitario escritor? Quizás lo mejor sea que permanezca como un misterio. Inevitable. Después de todo fui despreocupándome a medida que me hipnotizabas con el movimiento de tus labios al hablar, con el sonido de tu risa y la extraña y familiar calidez de tu mirada.

 

En aquel entonces tu cabello era de un castaño oscuro, casi como el chocolate, recuerdo tu bufanda roja que descansaba sin ningún orden sobre el respaldo de una de las sillas y el oscuro abrigo que contrastaba con tu pálida piel, a la cual tuve que resistirme durante toda nuestra conversación. Realmente quería descubrir si era tan tersa como parecía ser. Eras perfecto. O para mí lo eras. Desde la forma en que tus ojos se curvaban al sonreír hasta el constante golpeteo de tus pies contra el suelo, seguramente por ansiedad que no había llegado a notar al principio. Eras también, un alma libre. Me contaste las historias de tus viajes anteriores y todos los que aún estabas planeando por hacer, y en ese instante, el brillo de tus ojos delataba que esa era tu pasión; viajar.

 

También fue cuando comprendí, que no te vería el día siguiente en aquel café.

 

Y tal como llegaste, te despediste. Sin avisar, sin dudar. Nunca dijiste tu nombre, y yo tampoco te di el mío, porque sí, te lo hubiera obsequiado para que me recordaras cada día que siguiera a este. Simplemente seguiste tu camino mientras yo te observaba desde mi asiento, cuestionándome una y otra vez si cosas como el amor a primera vista realmente existían.

 

 

 

 

 

Así fueron pasando los días, tal como anteriormente había planteado, las tardes siguientes no regresaste. Y fue difícil, increíblemente difícil el hacerme a la idea de que no podría encontrarme con tus pupilas una vez más, que no tendría la oportunidad de conocer el nombre de la persona que sin mi consentimiento se había alojado en mi corazón y en mi mente.

 

Comencé a escribir sobre ti. Letras, palabras, oraciones completas que hablaban de tu ser, del misterio que eras y de lo mucho que te anhelaba a pesar de lo poco que te conocía. También empecé a visitar aquel café con más frecuencia, aún con la pobre esperanza de que el destino volviera a estar de mi lado y que por coincidencia te encontrara allí. Bebía más cappuccinos de lo que era considerado saludable en un día, sólo porque habías mencionado lo mucho que te gustaba aquella bebida, e intentaba descifrar su secreto para robarlo y así hacer que yo también te gustara. 

 

Pero el tiempo fue pasando, los días se hicieron semanas y un mes después de nuestro imprevisto encuentro traté de convencerme que sólo fuiste otra de las cosas que suelo imaginar cuando estoy solo y sin nada que hacer. Era imposible que alguien como tú existiera.

 

Entonces dejé de marcar las fechas que pasaban en el calendario.

 

 

 

 

 

 

Era otra tarde como cualquiera cuando volviste a aparecer. Mis cejas se alzaron en sorpresa hasta ser cubiertas por mi flequillo mientras tú no hacías más que sonreír en mi dirección. Fue como si regresaras para evitar que te olvidara y era hasta frustrante el que lograras tu objetivo sin hacer más que estar ahí.

 

Avanzaste hacia mí con la naturalidad que esperaba y te sentaste en tu respectivo lugar. Debo admitirlo, tardé unos buenos cuarenta y ocho segundos en reaccionar a saludarte y aún después de eso no podía llegar a creer lo que estaba ocurriendo. Incluso me detuve a debatir conmigo mismo si no era mi mente jugando algún cruel truco.

 

Esta vez tu cabello estaba un poco más largo y lo habías teñido de un llamativo rojo que no podía pasar desapercibido. Me dediqué también a inspeccionar lentamente tus facciones en busca de algún cambio (alguna falla), pero seguías siendo tan deslumbrante como siempre.

 

No pude evitar preguntar qué lugares habías visitado. Nombraste ciudades de las que nunca había oído hablar y describiste lugares que creí sólo existían en los mejores libros de fantasía. Creo que tampoco pude evitar el imaginar que paseaba por aquellos lugares contigo. Tú cuestionaste cómo iba con mis libros, si es que había encontrado nuevamente mi inspiración o si había surgido otro problema. Si supieras que la sonrisa que portabas era la responsable de noches completas de versos que no sabía era capaz de escribir.

 

Las horas pasaron como si intentaran huir, y pronto te encontrabas despidiéndote una vez más. Rápidamente sostuve una de tus muñecas esperando no parecer muy ansioso al momento de alzar la vista y liberar una nerviosa risa antes de preguntar tu nombre.

 

—Sunggyu. -Respondiste tras una fracción de minuto, como si hubieras considerado el no hacerlo. - ¿Y tú?

 

—Te lo diré, la próxima vez.

 

Y con una sonrisa que prometía un siguiente encuentro, te vi partir.

 

 

 

 

 

 

Pasé un tiempo pensando y creo que ya descubrí el secreto tras el cappuccino. Tal vez es por el adictivo sabor amargo que viene después del dulzor. Es igual que nuestras despedidas.

 

Podría acostumbrarme a eso.

 

 

 

 

 

 

Debo agradecer que no pasaran más de un par de semanas hasta que nos volvimos a ver. Tu cabello y tú seguían iguales. Alegre, perfecto. Lo primero que hiciste al acomodarte en nuestra mesa fue acercarme un pequeño y colorido envoltorio, te dirigí una curiosa mirada mientras tú intentabas evitarla y murmurabas un “Para ti”. Podría jurar que tus mejillas se tiñeron con un pálido rosa si no fuera por mi amplia sonrisa con la que no podía divisarte adecuadamente. El regalo resultó ser un llavero metálico de la Torre Eiffel.

 

— ¿Fuiste a Paris?

 

—A Europa, pero no a Paris.

 

La confusión se presentó en mi expresión mientras tú reías por mi reacción. Te vi jugando con tus dedos, creo que meditabas tus siguientes palabras.

 

—Conocí a alguien mientras estuve allá.

 

—Oh...

 

Entonces un repentino golpe de tristeza se unió a la persistente confusión, pero al momento de verte en busca de alguna explicación a tus palabras, te veías quizás tan mal como yo. Como si acabaras de confesar una infidelidad a una relación que nunca existió.

 

— ¿Te había dicho antes que siempre he querido ir a Paris con una persona especial?

 

—Creo que sí. Debiste mencionarlo alguna vez.

 

—Bueno, ella no era esa persona.

 

— ¿Entonces?...

 

—Entonces...

 

Estabas nervioso. Mordiste un par de veces tu labio inferior y una de tus manos insistía en acomodar tu cabello que no necesitaba ningún arreglo.

 

—Tengo un vuelo en unas horas, debo irme.

 

Rápidamente te levantaste y tomaste tus cosas, evitando completar la frase que ya era más que obvia, pero no quería aprovecharme de mi suerte y no insistí en que respondieras. Si algo había aprendido contigo era a esperar. Así que decidí no detenerte, no podía cortar tus alas y sabía que nadie podría. Además ambos dábamos por hecho, que a pesar de lo mucho que amaras viajar, siempre regresarías donde todo comenzó.

 

Te giraste una última vez antes de partir, y no fue necesario que lo dijeras, yo ya sabía cuál sería tu pregunta.

 

—Soy Woohyun.

 

 

 

 

 

 

— ¡Woohyun!

 

Era la primera vez que pronunciabas mi nombre y podría haber muerto de felicidad en aquel instante. Con tu característico ánimo comenzaste a relatar todo lo que habías vivido en las últimas semanas. Me contaste como es que la navidad es más hermosa en Venecia y que en febrero se celebraría su festival al cual ya estabas planeando asistir. También me explicaste por primera vez como es que te comunicabas en otros países, dándome un ejemplo de tu inglés difícilmente fluido (el mío no es nada mejor) y que nos atrapó a ambos en un juego de risas. Toda la conversación de nuestro encuentro anterior ya olvidada.

 

—Por cierto, ya que pasó navidad y tú ya me regalaste algo. Traje un obsequio para ti.

 

Anuncié, disfrutando cada segundo de tu anticipante mirada y luego de la sonrisa de la que nunca podría cansarme. Había escrito y editado un pequeño libro para ti, que contenía algunos de los poemas de los que eras culpable, así que no olvidé el pedirte que los leyeras luego, no quería que me descubrieras aún.

 

Nuestra tarde pasó como siempre en un parpadeo. Ya no quería seguir despidiéndome de ti.

 

 

 

 

 

 

Realmente no esperaba que al día siguiente fueras tú quien me esperaba sentado en nuestra mesa. Vi que tenías mi libro en tus manos y consideré huir durante un par de segundos, pero entonces te levantaste y como si un hubiera nadie más me besaste. Tus labios se sentían como siempre los había imaginado, suaves, cuidadosos y acogedores.

 

Con tímidas miradas y nerviosas risas decidimos salir a caminar, a pesar del insoportable frío en las calles. Nuestras manos no dudaron en unirse en cuanto se encontraron y nuestros dedos inmediatamente se intercalaron, como si siempre debió haber sido así.

 

Decidimos intentarlo.

 

Querías conocerme más, y yo también. Era curioso como cada día descubríamos algo nuevo del otro. Como que a ti te es difícil despertarte por las mañanas y que no te manejas muy bien en la cocina. También aprendí que siempre agregas algunas cucharaditas más de azúcar a tu café, porque en realidad no te gustan las cosas amargas.

 

Fueron pasando más días, a veces no podía evitar sentir miedo de que en algún momento fueras a desaparecer otra vez, pero siempre me asegurabas que eso no pasaría, que yo era lo que siempre habías estado esperando encontrar. Comenzaste a pasar noches conmigo, durmiendo abrazados, susurrando dulces palabras por las mañanas y llenando álbumes de fotografías de ambos.

 

De pronto todos mis libros narraban historias de que el amor aún existía. Y tú agregaste, que no era necesario viajar hasta el otro lado del mundo para encontrarlo.

 

 

 

 

 

 

Tres años han pasado desde entonces, Sunggyu, tres años que pueden parecer poco para algunos, pero no podría estar más seguro de mis decisiones desde entonces. Creo que los anillos que ambos llevamos son una prueba de aquello. Te amo, te amo desde el primer día y te amaré hasta nuestro último suspiro.

 

Aún estás durmiendo mientras escribo esto, oculto entre las almohadas y las abultadas frazadas de la cama del hotel, ¿Es que no quieres salir a ver la Torre Eiffel?  

 

Notas finales:

So... sí, al final se casaron y fueron a Paris y tuvieron su final feliz~

(wow, una rima(?))

¿Debí dejarlo más explicito? 

Well, ojalá les gustara, esto resultó ser realmente OOC pero aún así me gustó como quedó y decidí publicarlo, tal vez le haga algún cambio más adelante.

Por cierto, tengo una página en facebook si quieren darme un like(?) https://www.facebook.com/we.are.ilimitable?ref=hl

-descaradamente promocionándose.- Hahah♥.

Dejenme un review con un lindo comentario, me alimento de ellos. -Inserte carita de cachorro con hambre.- xD 

Gracias por leer~~. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).