Pov. Sehun
Tan solo con verla sentía que mi corazón se aceleraba y que se salía de mi pecho en dirección hasta donde ella se encontraba y luego con la misma velocidad regresaba. La primera vez que la vi fue en primavera, cuando las flores crecían en las ramas de los árboles y el césped se tornaba de un verde que llenaba de vida todo el parque, toda ella era una obra de arte, ojos rasgados de una forma única, aquellos labios rosas que dibujaban una gran sonrisa y dejaban ver sus hermosos y blancos dientes, aquellas manos que tocaban suavemente el violín que siempre llevaba ; no había mejor espectáculo que verla tocar tan plácidamente en las bancas del parque lleno de niños y ancianos que salían a pasear a sus mascotas o simplemente salían a conversar, para serles sinceros la única razón por la que iba al parque era para verla a ella y no estar en casa, no es que no me guste mi hogar, simplemente es el hecho de que prefería evitar las discusiones entre mi hermano mayor y mi padre, los reclamos del porque siempre se metía en problemas o el porqué de que todavía no consiga un empleo y que siempre se junte con los chicos que eran una mala influencia para él, mi hermano no era una mala persona o al menos eso creía yo, yo siempre le contaba mis problemas y él me escuchaba y en lo que podía me ayudaba, siempre fue así, también le conté que había una chica que me gustaba y él fue quien me alentó para que entablará una conversación con ella.
Un día por fin me arme de valor y me decidí hablarle, cuando estaba de camino al parque pensaba en como comenzaría una conversación con la que posiblemente se convertiría en la madre de mis hijos – Hola, mi nombre es Se Hun, Oh Se Hun y me gustaría que fueras la madre de mis hijos - No, definitivamente eso no puede ser, tal vez simplemente me acerque y me quede parado a su lado hasta que se sienta incomoda y se aleje, no eso tampoco podía pasar, tenía que dar una buena impresión; por fin cuando llegue al dichoso parque la vi, sentía que mis pies no me respondían y me sudaban las manos, realmente sentía que ese sería el día en el que por fin revelaría el gran amor que sentía por aquella mujer, pero todo se vino abajo cuando vi a mi hermano mayor tomado de la mano con la chica que había robado mi corazón, cuando estaba ya a escasos metros de la feliz pareja me dispuse a girar y correr lo más lejos que mis pies podían llevarme, pero como era de esperarse eso tampoco paso y en cambio escuche que mi hermano me llamaba y hacía señas para que me acercara donde estaba el con sus amigos y ella, la que me robaba los suspiros, cuando por fin reacción me acerque lentamente hasta el grupito y pude percibir un fuerte aroma a licor, mi hermano simplemente me agarro del cuello pasando su brazo por detrás de mi nuca y me jalo hasta donde él estaba.
-Mi pequeño hermano Sehunnie- grito a sus amigos mientras me soltaba y agarraba por la cintura a la chica que estaba a su costado, realmente quería correr de ahí, pero antes que pueda hacer cualquier movimiento mi ira no pudo más.
-TE HE DICHO QUE NO ME LLAMES ASI!!- grite con todo mis fuerzas haciendo que todos me quedaran mirando con la boca abierta.
-Parece que alguien no ha tenido un buen día hoy – dijo sorbiendo un trago de la botella que tenía en la mano que estaba desocupada –Sehunni … oh perdón Sehun yo simplemente te quería presentar a mi novia Hye Mi- ¿Novia? Esa palabra resonaba en mi cabeza como campanas, no podía entender como el destino es tan cruel, como puede estar pasando esto, la mujer de mis sueños es la novia de mi hermano? No pude aguantar más y salí corriendo de aquel lugar que una vez fue el paraíso para mí y ahora se había convertido en el infierno. Cuando llegue a mi casa mi madre estaba esperándome para decirme no seque, yo simplemente la ignore y fui directo a mi habitación, en estos momentos no quería hablar con nadie me sentía molesto, frustrado pero sabía que era mi culpa como podía ser tan tonto para no darme cuenta
Pov. Huang Zi Tao
Eran tiempos duros para mi, cuando vuelven a mi mente un nudo se cierne a mi garganta y es una batalla perdida luchar contra las lagrimas, el recuerdo de mi padre y su muerte me dio el valor para jurar venganza sobre los que cegaron su vida, a pesar de mi corta edad la rabia me dominaba, la fuerza de mi madre me consoló en los momentos en los que todo se venía abajo para mí y no podía contener mi llanto, ahora éramos solo ella y yo y nos teníamos el uno al otro para sobrevivir, tuve que mudarme a una región pobre de China para pasar desapercibidos ya que aquellos desgraciados que mataron a mi padre podían buscarnos y terminar su trabajo, apenas tenía siete años. Decidí que tenía que aprender a defender a mi madre de cualquiera, solo no sabía cómo, llevábamos medio año viviendo en el pueblo cuando conocí a una leyenda de nuestra zona al cual llamaban maestro Zoilong, el era un experto maestro de las milenarias artes marciales chinas, me arme de valor para pedir su ayuda, al principio fue rotunda su negativa ante mi pedido, fui paciente y sé que con mi perseverancia logre conquistar el duro corazón de aquel anciano, quizá ese fuera mi talento, aquel maestro me instruyo muy severamente desde el primer día, el decía que tenía talento y solo por eso me ayudaba, pero yo sabía que muy en el fondo había llegado a acostumbrarse a mí, las clases eran después de la escuela y terminaba exhausto sin poder continuar, muchas veces pensé en abandonar, pero el recuerdo de aquellos desgraciados me daba la fuerza para seguir, me eduque en una escuela del pueblo durante mi infancia y adolescencia, mi madre se encargo de que yo no creciera con el rencor contra el mundo, pero no tenia de que preocuparse ya que yo era muy sociable con mis compañeros y jamás use mis habilidades para causar problemas, solo en causas que fueran justas y así fui creciendo, sobreprotegido por mi madre, por la cual daba todo y entrenado en artes marciales, muy duramente, la disciplina que gane me ayudo a mantener buenas notas en el colegio, en aquel pueblo era muy popular entre las chicas por mi aspecto de oso panda, los círculos negros que enmarcaban mis ojos eran herencia de mi padre y los llevaba con orgullo, tal vez daba una impresión equivocada de cachorrito abandonado hasta que demostré en un concurso de talento mi habilidad para usar mi cuerpo como arma, en vez de reducir mi numero de seguidoras aumentaron de forma alarmante, nunca tuve tanta atención, pero lo raro es que no llegue a sentir nada por aquellas compañeras a las cuales rechazaba con pena, eso me asusto y llegue a la conclusión de que las mujeres solo eran amigas para mí, pero nada más, los chicos más cercanos a mí se pavonaban de tenerme como amigo, pero ninguno me insinuó nada, en cambio yo puse mis ojos en un profesor que era joven para nuestra clase a comparación de los ancianos que dictaban clase, el era muy varonil, siempre vistiendo una camisa de manga larga con un chaleco de todos los calores para cada día y unos pantalones a medida que marcaban sus glúteos bien tonificados, era como una fantasía para mí y a pesar de que me gradué con buenas notas en su curso, no me anime a demostrarle mi afecto temiendo su rechazo.
Sabía que mi suerte no podía acompañarme por más tiempo, caminando rumbo al local de comida del pueblo observe una camioneta muy lujosa para la zona, no era el único que observaba por lo que pase desapercibido, pero lo que si me hubiera delatado fue la expresión de terror que puse cuando reconocí a uno de los socios de mi padre, un desgraciado en el que confió y traiciono, tuve que armarme de valor para evitar romperle cada hueso y pensar en proteger a mi madre, esa era mi prioridad, al llegar a casa le explique que ya no era seguro este sitio y teníamos que huir nuevamente, no me gustaba no enfrentarme a ellos pero la seguridad de mi madre estaba primero y tenía que dejarla fuera de esto, afortunadamente no fue difícil escapar de ellos, en tres días viajamos a la ciudad que se convertiría en mi nuevo hogar, habiendo terminado el colegio mi madre y yo buscamos trabajo, ella consiguió uno como empleada domestica de tiempo completo, yo al principio no tuve éxito pero con mi carisma pude acceder a un puesto de atención a clientes en un restaurant tradicional, rente un pequeño departamento en el cual viviría solo de lunes a sábado ya que los domingos mi madre vendría a descansar, como mi trabajo no me demandaba mucho tiempo me puse a estudiar un curso de expresión corporal y yoga, vivimos allí por unos años en los cuales pensé que estábamos a salvo pero estaba equivocado.