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Be my secret por Servent

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Hacía rato que se movía de forma automática, como el cuerpo tenía memorizado que debía hacerlo, cuando por fin la música cesó. Durante unos segundos nadie se movió y solo se podían escuchar las respiraciones aceleradas de las doce personas que ocupaban la sala.

Cuando poco a poco todos fueron abandonando el lugar entre quejidos y discusiones por ocupar el primer puesto en las duchas, el menor lo buscó con la mirada. Estaba arrodillado guardando una pequeña toalla en la mochila que siempre llevaba a los ensayos. Se prometió que esta vez no lo haría, pero no fue capaz de abandonar la sala antes que él.

Siguiendo la rutina que había comenzado semanas atrás, se entretuvo hasta que el mayor le dedicó una mirada de reojo antes de desaparecer tras la puerta de la sala de ensayo. Ignoraba si Luhan lo sabía, pero quería creer que aquello era una señal solo para él.

Le sorprendió no verle en los vestuarios, estaba casi seguro de que no le había perdido de vista en ningún momento. Afligido y algo cabreado por sentirse así empezó a desnudarse. Estaba empezando a ser una obsesión y el mayor no hacía más que confundirlo con cada nueva caria, abrazo, susurro rozando su piel...

Abrió el agua y dejó que cayese sobre su pelo, haciendo que gotas de colores dibujasen sobre su cuerpo desnudo. ¿Qué era él para el mayor? El niño al que cuidar, un hermano, un amigo, un compañero ¿un juego?

Abrió los ojos cuando sus pensamientos fueron interrumpidos por un ruido en el exterior.

 

- ¿Hay alguien fuera?

 

Tras esperar unos minutos suspiró tranquilo, apoyando la frente contra la puerta volviendo a cerrar los ojos. Realmente esperaba que Luhan hubiese vuelto. No le había dado tiempo a ducharse, aun llevaría la camiseta adherida al cuerpo por el sudor y las horas de ensayo.

Deslizó lentamente la mano desde su vientre hasta la ingle, sintiendo como unas simples imágenes del mayor bailando conseguían excitarle. Mordiéndose el labio inferior empezó a acariciarse sintiendo como el agua resbalaba por la espalda, imaginando cómo lo haría por el cuerpo desnudo de su hyung. Esta vez no le ayudarían los roncos gemidos del mayor desde la ducha contigua, pero ya no lo necesitaba, había memorizado su voz. Dejó escapar un jadeo excitado al sentirse completamente duro.

Ahora había sustituido el agua por sus propias manos que acariciaban esa piel suave y blanca, tornándose perfecta en su imaginación. Deseaba ver su rostro en ese momento, pero no con esa expresión gentil o protectora que le dedicaba siempre. Trató de buscar un recuerdo, cualquiera de las mil fotografías que había memorizado, alguna expresión que pudiese malinterpretar y le ayudase a imaginar como sería el rostro de Luhan en un momento como ese.

 

- Hyung...

 

Gimió desesperado. Miles de recuerdos le asaltaban haciéndole estremecer, caricias discretas se mezclaban con gemidos ciegos, pero no era capaz de ponerle expresión a aquel rostro que le estaba llevando al éxtasis.

 

- Espero que te refieras a mí.

 

Fue un susurro tan bajo que podría haber sido producto de su propia imaginación. Se quedó totalmente quieto, con miedo a hacer algún ruido que lo delatase. Sentía la respiración acelerada y el cuerpo ardiendo en deseo. ¿Podría ser...?

 

- Sigue, quiero oírte. Yo he gemido cada día para ti.

 

No fue capaz de reprimir un fuerte jadeo al liberar el aire que estaba conteniendo. Luhan lo había estado haciendo siendo totalmente consciente de que le escuchaba tras cada ensayo. Se mordió el labio inferior con violencia, cerrando la llave del agua para oírle respirar tras la puerta. Apoyó una mano en esta mientras aumentaba el ritmo al que se estaba dando placer, volviéndolo loco el saber que era el mayor quien se lo estaba pidiendo. Cuando un gemido escapó de sus labios pudo escuchar una suave risa tan cerca que lo hizo estremecer.

 

- ¿Quieres que entre?

 

Por toda respuesta se apartó de la puerta, retrocediendo torpemente para abrir esta, encontrándose cara a cara con el mayor. Se había quitado la camiseta húmeda al igual que el pantalón de deporte. Cuando sus miradas se encontraron supo que lo había planeado todo, pero eso no hizo más que excitarlo aun más.

Con una amplia sonrisa Luhan entró en la ducha, empujando por el pecho al menor para hacerse hueco en aquel pequeño espacio. Deslizó las manos por el torso húmedo y amplio entrelazando las manos tras su nuca, sin romper el contacto visual en ningún momento.

 

- He vuelto para ver si me echabas de menos.

 

Las palabras susurradas junto a su oído le hicieron reaccionar.  Sostuvo las caderas del mayor con ambas manos obligandolo a pegarse por completo a sí mismo, jadeando de placer al sentir su piel caliente contra la propia húmeda. Quería, no, necesitaba sentir a Luhan por todas partes.

 

-Te echo de menos cada segundo que estás lejos.

 

Supo que le había escuchado cuando sintió sus dientes rasgando suavemente la piel del hombro, llevándose un gemido ronco con él a medida que tiraba del pelo exponiendo aun más el cuello del menor. Los dedos largos y algo menos expertos de Sehun se colaron bajo la goma de los boxers, buscando el mayor contacto posible con esa piel suave y caliente que lo tenía hipnotizado. Sentía que estaba traspasando todas las barreras que se le habían impuesto, tirando abajo los muros que él mismo había creado por el bien de todos. Y le gustaba, solo quería que no acabase nunca, que pudiese repetirse más adelante.

Sintió un repentino y desagradable frío en el cuello, Luhan se había apartado para poder observarle con una sonrisa ladeada.

 

-Atrévete a hacerlo. Estoy esperando por ti, se mi secreto.

 

No había terminado de entender sus palabras cuando algo se enredó en su pelo y unos gritos lo alejaron del mayor.

 

- ...esperarte más. Si quieres ducharte lo haces en casa.

 

Consiguió enfocar en el último momento como Suho desaparecía tras la puerta. La toalla que le había tirado a la cabeza se escurrió hasta su regazo. ¿Un sueño? Buscó con la mirada a alguien más en la sala pero estaba solo. Se incorporó molesto. Se había quedado dormido y seguramente todos se habían duchado ya, incluyendo al mayor. Se colocó bien el pelo frente al enorme espejo, percatándose de que la camiseta estaba algo cedida a la altura del cuello dejando mostrar parte de su hombro enrojecido. Parpadeó un par de veces confuso. ¿Eso era un mordisco?

 

- ...se mi secreto.

 

Se cargó la mochila al hombro y salió corriendo de la sala, con suerte llegaría a alcanzarlo.


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