Mamá
Su voz llamándome me instalaba unas ganas inmensas de sonreír.
Mamá
Su voz en llanto me hacía querer perder el corazón.
¡Mamá! Salva me
Su voz pidiendo ayuda, de todas la veces que él mencionaba mi nombre, esa fue la primera vez que no quise responder a su llamado. Me quemaba. No tenía las fuerzas para hacerlo, me había vuelto una niña pequeña al sentir sus miedos en esa noche inmensa. Me había transformado en un gato chillón en vez de la Loba que era y mis patas no respondían ante lo que mi mente les decía que hicieran, porque sí, claro que quería ir corriendo, mejor dicho volando, quería salvarlo pero mi cuerpo no respondía. Lo único que hice fue mover los ojos siguiendo la dirección en que aquella sombra arrastraba a mi pequeño y con él, una parte de mí se iba aunque no fuese mi sangre y solo la de él…
Luego mi cuerpo volvió a la normalidad y solo me derrumbé allí bajo el manto de la cama de mi pequeño, porque ese día una pequeña venía alojándose en mi vientre. Mi pequeña, de él y de mí.
***
Un ruido. Parecían ser pasos que venía de afuera, arruinando el silencio en el que ChaeRin se había quedado recordando, dormida por el cansancio pero aún con una flecha en su mano, agarrándola con fuerza mientras sus ojos se abrían sintiendo el sobre salto que los pasos habían introducido en su ser. Casi como aquella vez. En absoluta oscuridad, calmando sus respiraciones y atenta a lo que viniera en una de las esquinas de la casa, intercambiando la mirada a la puerta y luego a la cama. Sus palmas y frente sudaban, oyendo a lo lejos, distante la voz de Zelo, gritándole “Salva me”, rogando entre llanto. Igual al de ese día y al de todas las pesadillas. Entonces Lee Chae Rin se tragó la saliva que tenía aguantando y se paró del suelo, sigilosa hasta llegar a la entrada de madera, su corazón latía mucho cada que oía los pasos al exterior, tan ruidosos que parecían querer ser escuchados y ella no los evadiría. No esta vez.
--¡Tranquila! Soy yo, soy yo—
--¡Daehyun!—gritó CL mientras se paraba.
Le había saltado encima, tirando la puerta y cayendo con violencia y con la flecha lista para matar. Si no fuese porque su mano había tenido un desliz, esa flecha habría dado en el cuello del chico ciego, Chae Rin entonces agradeció a sus nervios y tranquilizándose se dio cuenta que aquel guerrero no venía solo y, no era el mismo de antes.
Daehyun tenía los ojos de un tono oscuro, colocando una pupila y un iris donde solía existir solo blancura, eso no era todo, la rapidez. Eso, eso lo había librado del ataque, no el desliz de la mujer, Chae Rin lo comprendió, en segundos y así también se puso en guardia. Enseñando los afilados dientes de su boca, mientras su nariz se arrugaba y sus ojos se volvían bravos. Amenazante.
--Dije que soy yo—Daehyun alzó las manos en signo de paz, el chico que estaba detrás de él hizo lo mismo. —Es una larga historia, venimos a ayudar—
ChaeRin pareció no estar de acuerdo y siguió bramando. Su sentido del olfato le decía que aquellos dos eran enemigos, olían a sangre, como los Vampiros. Tenían pieles pálidas y ojos rojos, efectivamente como los Vampiros y…
—¡¡¡Mamá!!!—
Lee Chae Rin sintió como el mundo se le venía abajo. Sus ojos bailaban en su cavidad, intentado ver a pesar de la neblina que se había propagado a su alrededor, miraba a Daehyun sin reconocerlo, luego al otro chico y girándose, con lentitud hacía su cabaña vio entre sombras y lágrimas al chico de cabello rubio llevándose a su niña entre brazos, que le gritaba por auxilio. Su cuerpo tembló entre latidos que querían explotar en su pecho, enfocando solo el rostro de su hija bañado en sudor que confundía las lágrimas y aperlaba su piel blanca.
Daehyun y YoungJae sorprendidos pero sin perder la cordura corrieron tras la sombra juvenil que ante la mirada de la Loba se perdía entre aboles.
Reacciona se gritaba ella misma impulsando sus piernas a andar, el dolor de nuevo la estaba paralizando y si esta vez se quedaba sin hacer nada jamás se lo perdonaría, por eso cerró entre su puño la flecha y luego la encajó en su muslo, con tanta fuerza que ni las lágrimas podían salir de sus ojos, solo furia había ya en esa mujer que en vez de cuerpo humano tenía el de un lobo.
***
--Mi señora…--la voz de una sirvienta resonaba en la habitación de la reina, la lengua le temblaba—El bebé…
HyoSung se estaba parando de la cama, aún no se recuperaba del todo, sus piernas y brazos estaban débiles. Cuando se pudo poner de pie, inhaló y exhaló sintiendo como su pecho bajaba y subía, luego sus ojos se fijaron en la señora mayor que había irrumpido en su habitación. Desde que Himchan se había ido, algunas sirvientas y guardias del castillo habían vuelto, pese a eso Hyosung no había hecho ni el más mínimo movimiento, nada le importaba, nada. Los días en Blood ya no eran lo que ella añoraba, fuera día o noche, aquel Rey que tanto ella amaba seguía atormentándola, se había vuelto loco y ella, pronto lo seguiría.
--El pequeño príncipe ha desaparecido—dijo la mujer llena de miedo.
Hyosung se quedó helada ante las palabras que se repetían una y otra vez en su cabeza, haciendo énfasis en príncipe y desaparecido. El silencio abrumó a la sirvienta.
--El joven príncipe heredero se lo ha llevado.
Hyosung entró en histeria, gritando con desesperación, arrojando todo lo que hubiera en sus aposentos. El corazón se le había detenido por segunda vez, a pesar de no tener. Su hijo, el de ella y Himchan…¿desaparecido?