Un beso
Capítulo Final
Sus ojos tenían una fuerza inmensa, podía decir que incluso, si se pudiera medir, aquello que había en su mirada era más fuerte que todo, que el universo, quizás. Y ese todo me gustaba porque se sentía bien en él, porque él era una especie distinta. Él llevaba el cabello castaño y corto, dejando lucir su grueso cuello y sus hombros fuertes. Él…era todo. Todo era él.
Himchan estaba en una esquina, debajo de su cara unas gotas de sudor caían hasta reunirse en las coyunturas de su cuello. La sangre corría por su sistema. Llevaba cuatro dosis en su cuerpo, la última de ellas estaba haciendo efecto, reanimando sus músculos, uniendo fibras, acabando con lo último, con su verdadero yo. Porque esas sobre dosis de sangre eran espada de doble filo. Lo suficiente para aumentar las habilidades, demasiado poco para mantenerte cuerdo. Sí. Cuando sobre pasabas el límite, aquella sangre, los litros deambulando en su cuerpo, sin ser purificados por un corazón, infectaban el sistema en el que estuviesen llevándolo a un estado dónde el instinto le ganaba a la razón. Himchan entonces estaba siendo desplazado, volviéndose un animal que buscaba más sangre, que necesitaba obtener más porque su cuerpo ya no tenía nada.
--Esto se acaba—la voz sonaba pausada, distinta a la que en un principio Bang había identificado como parte del vampiro.
Sus palabras habían hecho eco dentro de mis oídos y cabeza. Yo estaba a cinco metros de él, viéndolo. Sus ojos se movían frenéticamente, para la izquierda y luego la derecha. Azules aun. Sus labios estaban morados y resecos. Yo me sentía extraño aun cuando él era lo raro entre los dos. Sin embargo de cierto modo, después de pensarlo él tenía razón. Esto estaba llegando al fin. Él estaba acabándolo. No yo, sino él. Kim Him Chan.
Yong Guk mientras cojeaba del pie izquierdo. En los últimos momentos se había mantenido protegido por la distancia que lograba mantener contra Himchan, ese punto débil, su pierna, aún estaba resentida por un golpe y la herida de inyección con sangre. Necesitaba mantenerse alejado hasta normalizarse, luchar hasta lograr volver en si después de la sacudida de su interior. De la sangre de Vampiro dentro de su cuerpo pero, ya no había tiempo. La batalla se había alargado mucho y ambos estaban cansados, dando lo último, sin darlo. Era más que evidente. Ninguno, Lobo o Vampiro, quería que el final viniese.
Entonces el mayor de ambos se puso de cuatro patas, con la mirada fija en su enemigo, viéndolo mover su cabeza desesperadamente, siguiendo un patrón. De sus labios abiertos los colmillos se asomaban, parecían más grandes y filosos, como sables.
Una risa se oyó.
El lobo efectuó su última transformación con la aparición de la Luna en el cielo oscuro, fue corriendo hasta enfrentar a Himchan, quien no se movió, recibió el golpe de la cabeza dura contra su costado, poniendo resistencia en sus piernas para no caerse. Sin embargo se cayó. Yongguk encima de él.
Los latidos parecieron incrementar al ritmo de las respiraciones agitadas. El Lobo tenía el hocico abierto a punto de dar una mordida mientras su pata derecha estaba sobre el pecho ajeno, sintiendo las pulsaciones de algo latiendo debajo de la carne y los huesos. De Kim Him Chan.
Quien tenía locura en mí. Ahora entendía como se sentía ese estado que tanta gente mencionaba. Supongo que era como cuando el Sol tocaba nuestras pieles; vaciaba todo. Mi mente en blanco y ya ni siquiera podía sentir dolor, solo flotaba con los pies en el piso, las piernas rectas, mi espalda partida por piedras, mi cabeza dando vueltas, pero yo flotaba sin reconocer qué hacía. Solo esa maldita sed sentía. Era…como si solo mi cerebro me hiciera sentir un musculo, mi lengua gritándome por llenarse. Clavar mis colmillos en algo, buscando sangre y solo él estaba allí. Él era ese algo por lo que gritaba. Aún si no lo reconocía, si solo era un saco de carne, si era lo que me mantendría vivo…si…
Si sus ojos no hubieran dudado, ahora mismo el vampiro estaría muerto, sin cabeza. Con solo sangre derramándose de su cuello degollado. Pero no. Yongguk aún temblaba viendo los ojos azules, tratando de buscar en ellos la razón que le hacía dudar, tratando de volver a los ojos oscuros, no los rojos, no los azules. Sino los cafés. Quería engañarse, mentalizarse.
Recordar sus ojos. A él.
Pero de repente hubo algo. Los ojos ajenos al lobo se cerraron por un segundo, un segundo en el que su pecho dejo de sentir el trote de los latidos, con miedo, pensando que…
--Mátame. Fue un susurro que iba de la mano de un pedido más que de una orden.
El corazón de Yongguk volvió a latir al ver esos ojos rojos, sin embargo deseó mejor ver de nuevo los azules y no los rojos porque los azules aunque mostraban absoluto delirio al menos vivían, mientras que los rojos, solo tenían cansancio y dolían.
Me dolía.
Yongguk de un momento a otro dejó de ser Lobo y de nuevo la piel blanca sintió a la canela. Ambos vibraron dejando a un lado todo. En ese pequeño instante ya no había lobo o vampiro, solo él y el otro. El otro y él. Bang Yong Guk y Kim Him Chan.
Tú y Yo.
Yo y Tú.
De los ojos de Himchan el rojo se fue opacando entre lágrimas hasta quedar un café brillante, sus labios temblaban sintiendo la respiración ajena cernirse allí y después de pasar saliva tres veces volvió a pedir muerte viéndolo directo a los ojos, sin titubear, sintiéndose lleno al ver esa inmensidad, porque ya no necesitaba. Chan se había dado cuenta de algo. Yongguk por su parte no dijo nada, no podía, era como si nadará en mar abierto, con mucho miedo, con ese ser moribundo ahora y sin él cuando todo terminará.
Himchan movió su brazo derecho hasta su propio cuello, arrancó de un tirón la cadena y el dije de la garra bañada de plata, luego lentamente, sin dejar de mirar el rostro bañado en sudor, sin dejar de llorar le entregó el collar al mayor. Bang no se quitó de encima, solo paso su peso a su brazo izquierdo y con el derecho tomó de la mano del otro su distintivo dije. En ese instante sus manos se rozaron.
Te toqué.
Me tocaste.
Y Himchan hizo que sus labios morados se estirarán en su cara formando una sonrisa al igual que una “u” y Yongguk vio en ese gesto todo. Vio la realidad, se vio y lo vio. Como desde el principio, sin final feliz, uno muerto y otro vivo. Sin saberlo el “Mátame” repitiéndose en los labios de su enemigo le hizo temblar. Esa voz con la que se lo pedía, con la que le suplicaba terminar todo, dolía pero el castaño había asentido, luego llevó su mano con el arma en ella hasta el cuello blanco por donde el sudor escurría. Se detuvo al sentir las tres garras chocar con la piel blanca, sus extremidades no tenías fuerzas, él no tenía fuerza y sin embargo ahí estaba, a punto de cortar el hilo de vida de Himchan, porque él se lo pedía.
--Hazlo.
Y Yongguk metió presión encajando a penas una punta dentro del musculo que de inmediato comenzó a soltar un hilo de sangre y…
*
--Y la sonrisa de Himchan…-- la voz de Moon Jong Up asaltó los oídos de Choi Jun Hong.
Choi Jun Hong dejó de leer el libro en su mano, cuando volteó del sillón el chico de cabellos violeta le saltó encima. Ambos cayeron al suelo, Jong Up arriba, Jun Hong abajo. Con sus cuerpos tan cercas, sus ojos fijos en los ajenos, sus respiraciones entre cortadas y el libro que solían leer tirado cerca de la ventana.
Jong Up entonces tomó el dije que colgaba de su cuello, lo arrancó con sus dedos, luego sin despegar la mirada del menor de ambos llevó esa insignia hasta el cuello ajeno, poniendo solo un deje de presión. Jun Hong sonrió imitando a uno de los protagonistas de su libro favorito.
--Hazlo—dijo con la voz perfectamente quebrada, leyendo en su mente los diálogos que tenía ya memorizados.
Y entonces Jong Up lo hizo.
Una ráfaga de aire entró por la ventana, el aire dio vueltas en la habitación hasta atinar al libro abierto que comenzó a cambiar sus hojas hasta llegar al final.
Donde decía que Yongguk posó sus ojos en los de Himchan y al verlos, en lo más profundo de él algo desinfectó el dolor.
Un beso.
De los dos.
FIN.