3. Conociéndonos mejor.
(Tristán)
De nuevo estábamos a lunes después de un intenso fin de semana. Distraído, iba caminando por los pasillos del conservatorio y pensando en todo lo que había pasado en los últimos tres días, no solo me lo había pasado en grande follando con nada más y nada menos que cuatro chicos guapísimos, sino que además había hecho un nuevo amigo.
Con Kiel me lo había pasado muy bien, me sentía muy a gusto con él, y él se sentía a gusto conmigo y mis amigos, o eso es lo que yo creo. Después del viernes en que nos conocimos, volvimos a quedar el sábado por la tarde, también vinieron Alex, Toni, y Zen que también se apuntó y pude presentárselo al fin.
Estuvimos pasando el rato en el centro comercial mirando tiendas, luego fuimos al cine a ver una película en sesión de tarde ya que por nuestro trabajo nos era imposible ir por la noche, y finalmente una cena rápida antes de ir al Open Mind. Kiel se pasó un rato también por allí, aunque volvió a irse temprano como el viernes, creo que se siente mal entreteniéndome en mi trabajo y por eso se va pronto, la verdad es que a mí no me importa que este allí, todo lo contrario.
El domingo volvimos a quedar, pero esta vez para hacer un pequeño picnic con los chicos, había hecho buen tiempo y aprovechamos para comer al aire libre. Luego por la tarde noche, ya nos despedimos para ir de nuevo a trabajar, pero esa noche Kiel no vino al Open Mind ya que al día siguiente había que madrugar, y ya que él no trabaja allí no tenía porque trasnochar.
Y ahora comenzaba una semana nueva en el conservatorio. Al final había decido no cambiar la coreografía que habíamos montado para la exhibición, que no nos hubieran elegido no quería decir que no fuera buena, simplemente tuvimos la mala suerte de cometer un error y eso nos llevó al fracaso. Ahora lo que teníamos que hacer era ensayar sin parar para llevarla perfecta a la nueva preselección, la cual se haría dentro de dos semanas.
- ¡Tristán! – Oí que alguien me llamaba y me detuve para ver quién era – Te he estado buscando por todo el conservatorio quería hablar contigo – Era un chico que iba a mi mismo curso y que llevaba desde que habíamos comenzado el año detrás de mí.
- Acabo de llegar Santi – Comenté sin más.
- Ohhh claro – Expresó con algo de tristeza – Verás, te buscaba para preguntarte si te apetecía montar algo conmigo para la preselección, creo que podríamos hacer algo bonito – Sonrió.
- Lo siento Santi, pero voy a seguir con lo que tenía montado – Le confirmé, y el puso cara de lástima – Pero no te preocupes encanto, me lo apunto y quizás a la siguiente lo podríamos hacer – Intenté consolarlo, quizás no lo hiciera pero al menos le daba esperanzas, la verdad es que era un chico muy tierno y me dolía verlo triste. Su rostro se ilumino ante la posibilidad de que finalmente hiciéramos algo juntos.
- Pues eso sería perfecto, por favor piensa en mí – Sonrió de nuevo, pero esta vez con más alegría, tenía mis dudas de si lo decía con segundas intenciones o no.
- No te preocupes algo haremos – Le devolví la sonrisa con una frase que igualmente podría tener doble sentido.
- ¿Vas a clase de técnica?, ¿Puedo acompañarte? – Me miró con súplica.
- Porqué no – Íbamos a la misma clase así que no veía motivo para no ir con él.
Las clases pasaron rápidas, me gustaba mucho la danza y todo lo que tenía que ver con ella, así que disfrutaba mucho en cada materia y se me hacían muy cortas las horas. Sin casi darme cuenta había llegado la hora de comer, así que le envíe un mensaje al móvil a Kiel para ver si él ya estaba libre y quería comer conmigo.
Nunca me había interesado mucho relacionarme con la gente del conservatorio hasta ahora, y para ser sincero podía decir que tenía a muchos conocidos pero pocos amigos. Con los del departamento de música como mucho me había acostado con alguno de ellos, bastantes a decir verdad, y evidentemente después de eso no quería saber nada de ellos.
Con mis compañeros del departamento de danza compartía clases y ensayos nada más. Intentaba evitar en todo lo posible los líos de cama para no crear malos royos, aunque con alguno había caído, soy de carne y hueso y no puedo resistirme a un buen cuerpo, y más encima, si hay roce en los ensayos. Pero más allá de eso, no quería ninguna relación más estrecha y procuraba evitarla, no quería que me hicieran daño y sabía que el mundo de la danza es muy competitivo, y por mucha amistad que haya un bailarín no dudaría en clavarte un puñal por la espalda si eso le beneficiara a él.
Así que a la hora de comer, o lo hacía solo o comía en cualquier grupo que se formara a salir de clase, cuanta más gente haya la relación es menos estrecha. No es que fuera antisocial ni nada de eso, todo lo contrario me llevaba bien con todo el mundo, lo que intentaba evitar era entablar lazos mucho más estrechos.
Pero ahora eso había cambiado, ahora me apetecía comer con Kiel.
“¿Kiel estas libre? Yo voy a comer ahora”
Le di al botón de enviar junto con una carita sonriente. Al poco rato ya tenía respuesta.
“Acabo de salir de la última clase ¿Quieres que comamos juntos?”
Perfecto, no tendría que comer solo.
“Te veo en la cafetería”
Y me dirigí hacia allí. El conservatorio solo tenía una cafetería/comedor, pensándolo bien era muy extraño que no me hubiera tropezado antes con Kiel por allí, bueno en realidad él solo llevaba un par de semanas quizás no iba mucho a la cafetería.
Al llegar el ya estaba sentado en una mesa acompañado de su inseparable guitarra, me dirigí hacia él y me senté justo en frente.
- ¿Qué tal las clases? – Pregunté directamente.
- No te parece que sería mejor comenzar con un “Hola” – Se rió.
- ¡Vahhhh! Sabes que no me gusta perder el tiempo – Le quité importancia – Me gusta ir directo al grano – Me reí.
- Ya veo – Se rió también – Pues las clases bien, aunque tuve problemillas en clase de violín, hay una pieza que se me atraganta.
- ¿Cuántos instrumentos sabes tocar además de la guitarra? – Quería saber un poco más de él.
- Pues para entrar al conservatorio hay que saber tocar como mínimo tres instrumentos diferentes – Comenzó a explicar – Yo sé tocar bien la guitarra, el bajo y el piano, y se me dan más o menos bien el violín y la batería.
- ¡Y encima cantas! – Exclamé sorprendido – Podrías montar una banda tú solo – Me reí.
- No es para tanto – Le quitó importancia con modestia – Y tú ¿Qué tipos de bailes sabes?
- Pues en el conservatorio enseñan de todo, ballet, contemporáneo, jazz, bailes modernos, de todo un poco – Sonreí – Aunque a mí me gusta el contemporáneo y quiero especializarme en esa rama.
- ¿Sabes ballet? – Preguntó extrañado.
- Pues aunque no lo parezca si – Me reí – La técnica es esencial para cualquier estilo, así que tengo una base técnica de ballet.
- No te imagino con un tutu – Se descojonaba.
- ¡Oye! Que los hombres no llevan tutu – Le di un golpecito en el hombro – Al menos no siempre.
- Ya, ya – Le quitó importancia – ¿Y trabajas en el Open Mind para pagarte el conservatorio?, ¿No te ayudan tus padres?
- Mis padres no quieren que estudie danza, así que me lo tengo que financiar yo – Era un tema espinoso y no quería profundizar más – ¿A ti te lo pagan todo? – Pasé la pelota a su tejado.
- Más quisiera – Suspiró – Ellos si me apoyan en todo, pero por desgracia somos muchos en casa y no pueden ayudarme mucho. No obstante, me ayudan en todo lo que pueden, como estoy en una residencia no me gasto mucho, ellos me ayudan un poco y yo pago el resto con mis ahorros y con lo que consigo tocando en la calle. Aunque ya se me están acabando los ahorros y voy a tener que buscar un trabajo más estable, la calle no da para mucho.
- ¿Tienes muchos hermanos? – Pregunté. Antes de que me contestara nos interrumpió el camarero para tomar nota de lo que queríamos, cuando pedimos los dos, seguimos con la charla.
- Somos cinco hermanos – Sonrió – Y yo soy el mayor.
- Tú casa debe ser un circo – Me reí.
- Si lo supieras, no hay ni un minuto de tranquilidad – “Todo lo contrario a la mía” Pensé interiormente – Y tú ¿Tienes hermanos?
- Tengo uno, pero es diez años mayor que yo así que no ha habido mucha relación de hermanos entre nosotros – Siempre me había sentido bastante solo en casa.
- Te entiendo, es mejor tener hermanos de la misma edad más o menos, es mucho más divertido – Aseguró.
- Seguro que tú no te aburres en ningún momento – Me reí.
- Para nada, aunque a veces los mataría – Se rió él ahora.
- Antes has dicho que buscabas trabajo, a lo mejor si hablo con Roberto te da trabajo en el Open Mind – Quizás me apresuraba en ofrecérselo pero se me había ocurrido en este momento – Si no te importa trabajar de noche y con un montón de salidos.
- ¿De verdad podría darme trabajo? – Preguntó entusiasmado.
- No lo sé seguro no te emociones – Aflojé su entusiasmo – Pero hace tiempo que dice que necesitamos refuerzos, el pub está creciendo mucho y cada vez va más gente, si falta uno de los cuatro vamos de culo y si la parejita se coge una noche libre entonces Zen y yo nos podemos morir – Sonreí – Si quieres, la próxima noche que vaya a trabajar le pregunto a ver qué dice.
- Pues te lo agradecería un montón – Me sonrió – La verdad es que ya empiezo a estar desesperado y no quiero pedirles más dinero a mis padres.
- A ver si hay suerte – A Roberto le había caído bien Kiel así, que con casi total seguridad lo contrataría, pero no quería darle esperanzas y que luego nada.
- Muchas gracias Tristán, eres mi salvador – Bromeó.
- Que le voy a hacer, tengo complejo de buen samaritano – Me reí – A Alex también le conseguí yo el trabajo.
- Eso es que eres buena gente – Comentó con una sonrisa.
- No sé qué decirte, muchos creen que soy un puto egoísta, una zorra de las malas, un insensible ególatra, podría decirte miles de descalificativos que me han regalado últimamente – Obvié los más obscenos y denigrantes para no causarle una mala impresión.
- Eso es porque no te conocen bien, yo no creo que seas así – Ojala no cambiara de opinión cuando me conociera un poco más.
El camarero nos interrumpió para traernos lo que habíamos pedido. Una vez los platos servidos en la mesa, seguimos charlando animadamente al tiempo que comíamos, me sentí muy bien con Kiel y pensé que a partir de hoy siempre que pudiera quedaría con él para comer. Cuando ya habíamos acabado y estábamos en la sobremesa digiriendo la comida, alguien nos interrumpió.
- ¡Tristán! Llevo todo el día buscándote, parece que te escondas – Andy, un chico del departamento de música con el que me había acostado la semana pasada, se nos acercó y comenzó a hablar conmigo.
- Pues he estado en clases hasta la hora de la comida – No le presté mucha atención, sabía lo que quería.
- Ahhh, claro, veras… había pensado que quizás te apetecería ir a cenar conmigo esta noche ¿Qué te parece? – Traducción, quería que quedáramos para follar de nuevo.
- La verdad es que estoy bastante ocupado, no creo que pueda – Esperaba que entendiera la indirecta.
- ¿Y mañana? – No la entendió, debía ser más directo. El chico no estaba mal, alto, cuerpo bien formado y musculoso, culo apetecible, bien dotado y pasable en la cama, pero no me apetecía lo más mínimo volverme a ir con él, ya lo había catado y con eso tenía suficiente.
- Lo siento encanto pero no suelo repetir plato, deberías buscarte otra compañía – Su cara fue todo un poema, pude notar cómo se enfurecía y como apretaba los puños en señal de enfado.
- ¡Serás puto! – Exclamó furioso, todo el mundo a nuestro alrededor nos miró.
- Y tú eres un maleducado, si no te has dado cuenta estoy acompañado, por favor déjame tranquilo – Comenté con total tranquilidad, no iba a alterarme por algo tan insignificante. …l miró hacia mi acompañante, creo que hasta ese momento ni se había dado cuenta de que no estaba solo.
- Vaya, hola Kiel – Parecía que se conocían.
- Hola Andy – Saludó algo cohibido.
- Te aconsejo que te alejes todo lo que puedas de esta escoria – Me señaló – Tristán te follara y luego te tirara cual pañuelo usado.
- Y todo el mundo sabe como soy, así que no entiendo de que te extrañas – Decidí interrumpir – ¿A caso te creías tan especial como para conseguir cambiarme? No me hagas reír. Siento desilusionarte cariño pero no tienes nada que me llame suficientemente la atención, solo sirves para un ratito de diversión. Deberías quedarte con el placer de disfrutar de un cuerpecito como el mío – Me burlé de él.
- ¡Serás cabrón! – Se abalanzó hacia mí con intención de pegarme, pero se frenó justo a tiempo – No vales la pena – Se dio la vuelta para irse por donde había venido.
- Por dónde íbamos …
- Ese chico ha estado a punto de pegarte ¿No estás nervioso? – Me interrumpió Kiel.
- Estoy acostumbrado, por alguna razón consigo sacar de sus casillas a los chicos – Comenté como si nada – No entienden mi forma de ser y de pensar, soy libre y me dejo llevar por el viento – Le guiñé un ojo con coquetería.
- Ese chico, Andy, fue con el que te vi besándote en el pasillo – Aseguró.
- Ah fue con él – Comenté como si nada – Entonces fue el martes.
- Supongo – Me miró extrañado – Hablabas en serio cuando decías que no te acostabas dos veces con el mismo chico, pensaba que estabas de broma.
- No es que nunca repita, hay algunos afortunados que por alguna razón llaman mi atención y con los que me veo de vez en cuando – Recordé mi lista de “follamigos” que era como yo los llamaba – Luego también están aquellos con los que me apetecería acostarme pero que aún no los consigo, aunque estoy seguro de que algún día caerán – A estos los llamaba “apetecibles” – Y por supuesto están los que ya han pasado por mis manos y que no vale la pena repetir – Estos eran los “desechados” – No puedo olvidarme, por supuesto, de aquellos a los que tengo al alcance de la mano pero que no son lo suficientemente buenos como para molestarme en acostarme con ellos – Estos eran los “descartados” – Y por últimos están los intocables, aquellos con los que no me importaría acostarme pero que por un motivo u otro no puedo, o no quiero, acercarme a ellos – A estos los llamaba “amigos” y Kiel entraba en este grupo.
- Veo que lo tienes todo muy claro – Se rió – Aunque, como ya te dije algún día llegara alguien que te haga cambiar.
- Puede ser, pero hasta ese momento estoy bien así – No quería vincularme afectivamente más de la cuenta con nadie.
- Creo que ya es hora de volver a clase – Kiel miró su reloj al tiempo que se levantaba de la mesa – ¿Quieres que nos veamos a la salida?
- He quedado con Alex para ir al centro comercial, quiere comprarle no sé qué regalo al empalagoso de su novio ¿Quieres venir? – No me importaba en lo más mínimo que viniera y seguro que a Alex tampoco le importaría.
- No quiero molestar, será mejor que lo dejemos para otro día – Se retractó.
- No molestas – Rebatí – Pero como quieras.
- Nos vemos – Se despidió.
- Chao – Me despedí de él con un piquito.
Volví a clases aún pensando en lo que había pasado, quizás no debería de haberme comportado así ante Kiel. Acababa de conocerme y podía llegar a pensar que era despreciable y dejar de verme como un posible amigo, la verdad es que a veces yo mismo me despreciaba ¿Por qué no iba a hacerlo él?
Muchas veces me preguntaba porque actuaba así, porque me importaba tan poco hacer daño a según qué personas, porque era tan absolutamente egoísta y solo me importaba mi diversión sin importarme hacer daño a los demás. Aunque cuando me hacía esas preguntas siempre encontraba la misma respuesta, la vida es demasiado corta no vale la pena preocuparse por esas tonterías.
Llegué a clase de “Origen y Evolución de la Danza”, era una de las pocas clases teóricas que tenía y que, de no ser por el profesor que la impartía, sería un muermo. Por suerte tenía un gran aliciente para no dormirme a media clase y ese aliciente se llamaba Jean Poul.
Jean Poul era un profesor joven de nacionalidad francesa, tendría unos veintiocho años a lo sumo, moreno de piel y pelo, ojos negros, cuerpo trabajado, sonrisa radiante y un aire arrebatadoramente sexy que me volvía loco. Sin duda estaba en mi lista de “apetecibles” y entre él y yo había un juego de miradas y coqueteos varios durante toda la clase que hacía que saltaran chispas.
Aún no había caído en mis redes, pero tarde o temprano lo haría y de eso estaba seguro.
Después de las clases tuve ensayo con el grupo, estuvimos ensayando la misma coreografía que ya habíamos presentado anteriormente para la próxima preselección. Estaba totalmente convencido que a la próxima lo lograríamos. Me despedí de los chicos y me dispuse a salir.
- ¿Amorcito dónde quedamos? – Llamé a Alex para informarle de que ya había salido del conservatorio y saber dónde nos encontraríamos.
- Ya estoy en el centro comercial, ven para aquí – Informó.
- Ok, dame quince minutos y estoy allí – Colgué sin esperar respuesta, entre Alex y yo había la suficiente confianza para que no se enfadara por eso.
Antes de marcharme decidí asegurarme de que Kiel no había cambiado de opinión, así que le mandé un mensaje rápido.
“Rubiales aún estas a tiempo de venirte al centro comercial ¿Te apuntas?”
No tardó en contestarme.
“Estoy de camino a la residencia, dejémoslo para otro día”
Pues nada, otro día sería. Me dirigí hacia el centro comercial donde me esperaba Alex, había sido un lunes muy interesante y aún no había acabado, no lo consideraba un día desperdiciado, si había algo que odiaba con todas mis fuerzas era malgastar un día de mi vida.
Si de algo estaba seguro en esta vida, era que quería aprovechar al máximo cada día, cada hora, cada minuto y cada segundo de mi existencia, pues esta era muy valiosa y demasiado corta para mí.
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