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Ángeles Caídos por noah_uzumaki

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Notas del capitulo:

Mathi y Lucas comienzan a pasar más tiempo juntos conociendose cada vez más, Lucas tiene muy claro lo que siente por el pequeño, mientras que Mathias deja ver un poco más su forma de ser...

Ángeles Caídos 

Capitulo 3

Un Día Cualquiera

 

Perlas de sudor bajaban por su frente. Estaba sentado en el sillón con los brazos de lado a lado en el espaldar. Lucas apenas podía contener su respiración. El joven dejaba escapar palabras poco entendibles entre sus fuertes gemidos.

–No te detengas… –alcanzó a decir.

Al bajar la mirada lo vio perfectamente, un rostro que lo cautivo desde el mismo momento que se conocieron. Mathias estaba arrodillado entre sus piernas, sus rosados labios besaban la base de la intimidad del mayor. El chico sacaba su lengua para comenzar a lamerlo desde la base hasta la punta. Mathi sin pensarlo dos veces lo introduce en su boca donde comenzaba a sacarlo y meterlo rápidamente, y debido al tamaño de la intimidad del adulto, este quedaba aprisionado entre el paladar y la lengua del menor.

–Oh… M-Mathi… –dijo su nombre cuando estaba a punto de llegar al límite…

 

Abrió los ojos con nerviosismo. Lucas aun se encontraba en el sofá de la casa del niño, quien dormía cómodamente en su entrepierna. El castaño paso una de sus manos por su frente, dejándola empapada de un sudor frío.

Vaya… –pensó–. Hace mucho que no tengo un sueño de ese estilo…

Suspiró echando su cabeza hacia atrás, hasta quedar apoyada en el espaldar del sillón. Luego de recuperar el aliento bajo su mirada, ahí estaba el pequeño que ahora inclusive irrumpía en sus sueños, rió ante aquel pensamiento. Miro su reloj, 3:45 AM, “Que tarde es, o que temprano dependiendo el punto de vista”, pensó mientras se estrujaba sus ojos al mismo tiempo que dejaba salir un largo bostezo.

El hombre aun medio dormido, miro un instante más al niño, y con gran delicadeza lo tomaba entre sus brazos.

Para ser tan pequeño es un poco pesado… –se quejo mentalmente divertidamente.

Camino por el apartamento hasta hallarse delante de una puerta con un pequeño y adornado cartelillo azul, “Mathias”, decía.

No hay que ser muy listo para adivinar que este es tu cuarto… –sonrió.

Abrió la puerta entrando al cuarto del pequeño. Era una habitación pequeña, pero se veía muy reconfortante. Una cama individual pegada de la pared contraria a la ventana. Un tele en un pequeño mueble de madera, y en el piso intermedio una PS3, y en el más pegado al suelo, juegos y películas. El escritorio de estudio estaba pegado en la pared debajo de la ventana, tenía una laptop  junto a varios libros y cuadernos encima del.

Era un chico ordenado, teniendo todas sus cosas donde deben estar, pensaba Lucas mientras se acercaba a la cama del niño. Lenta y suavemente lo acostaba, quien enseguida al sentir la suavidad de su lugar típico de dormir se acomodaba.

El hombre le miro mientras dormía, antes de comenzar a quitarle sus zapatos, primero el derecho y luego el izquierdo junto sus calcetines. Fue un poco más lejos, y con mucho cuidado le quitaba su camisa con gran cuidado de no despertarlo, Mathi solo dio un gruñido de molestia antes de acomodarse nuevamente. Por último le quitaba sus pantalones, dejando al pequeño solo en ropa interior. Lucas se levanto alzando los pies del niño para sacar la cobija debajo de él arropándolo hasta la altura del pecho.

Es realmente perfecto… –se dijo acariciándole el costado derecho, desde los hombros hasta su cintura por encima de las sabanas.

Finalmente Lucas se inclinó, con una mano retiraba los cabellos negros de Mathias, para luego darle un dulce beso en la frente.

–Hasta luego mi pequeño… –terminó por susurrarle marchándose del cuarto, no sin antes mirar nuevamente hacia la cama…

 

Los primeros rayos del sol entraron por su ventana, Mathi abrió los ojos lentamente. Aun adormilado hecho una mirada de lado a lado sentándose en su cama.

–¿Qué hora será…? –balbuceó mientras bostezaba.

Miro el reloj despertador de su mesa de noche; un Charizard rugiendo, el que marcaba casi las once y media de la mañana.

–Diablos… –se quejo de forma audible lanzándose nuevamente de espalda.

El niño puso ambas manos detrás de su cabeza de forma de almohada, antes de ponerse a divagar sobre lo que paso ayer. Su último recuerdo; el sentado junto a Lucas en la sala de su casa, cuando cerraba sus ojos un momento, y para cuando los abrió ya se encontraba en su cama.

Sera que él me trajo… –pensó–, eso quiere decir que también me desvistió y me arropó… –una tonta sonrisa se le marco en su rostro.

Habían pasado unos diez minutos antes de que decidiera levantarse por completo. Aun en bóxer fue directo al baño hacer sus necesidades, lavo su cara, cepillo sus dientes, cuando la alarma biológica de su estomago le avisaba con un gruñido, tenía hambre.

El pelinegro salió del baño directo a la cocina, paso por la sala sin prestar mucha atención hasta llegar a su objetivo, la nevera. Saco un frasco de leche, luego una caja de cereal de la alacena, un plato y una cucharilla.

–Comida de campeones… –se dijo.

Se preparo un rápido tazón de cereal, cuando de pronto escucho una voz familiar desde el fondo.

–Vaya que te levantas tarde… –Lucas había dormido en el sofá.

Mathi no sabía que decir al verlo.

–Bueno, yo no puedo hablar mucho, también me he quedado dormido… –bostezó–. Debería mejor bajar a mi casa y prepararme al menos para ir medio día al trabajo… –completó.

–¿Te quedaste toda la noche? –finalmente le dijo Mathi mientras caminaba hacia la sala con su desayuno, se sentó en uno de los sillones individuales con sus piernas cruzadas encima del mueble y comenzó a comer mientras veía al hombre, quien aun tenía los ojos entrecerrados.

–Creo que es obvio… –le contestó con una sonrisa–. ¿No deberías estar en el colegio?

–¿Y tú no deberías estar en el trabajo? –le dijo con el mismo tono divertido.

–Buen punto, me reportare enfermo… –finalmente dijo divertido.

Mathias solo comía viéndolo.

–Tú mamá se levanta muy temprano, estuve hablando con ella… –le decía el mayor–. Me agradeció que la ayudara, que te cuidara y me quedara aquí toda la noche para que todo estuviera bien…

–Me impresiona que pueda recordar algo, pero ten cuidado seguro le gustaste… –dijo con desdén.

–¿Celos?, tranquilo seré solo tuyo.

–No seas tonto, solo digo lo que ella hace siempre…

–Un momento… ¿Acaso intentas ser rudo? –se reía Lucas.

–¿Qué estás diciendo?

El castaño se levantó.

–Pues si quieres de verdad parecer rudo… no deberías primero que nada estar solo en esos lindos bóxer tan ajustados, y segundo no ser tan lindo… –le contestó, a lo que Mathias solo le volteo los ojos con su rostro completamente rojo, por lo que Lucas solo se rió.

Ya para el mediodía Lucas había bajado a su casa para asearse, dejando a Mathi solo en casa, pero no sin dejarle dicho que volvería más tarde a ver como esta, recibiendo un, “La mayor parte del tiempo estoy solo así que no habrá problemas con eso…”. Aquella actitud le parecía divertida a Lucas, el chico trataba de parecer autosuficiente, pero la noche anterior le pidió que se quedara con él como niño pequeño…

 

Mathi ahora hablaba por teléfono, Gabriel lo había llamado. Eran las dos y media cuando le llamo.

–Solo me sentía mal Gabo… –le decía por teléfono–. Sí mañana iré ya estoy bien… ya estoy totalmente recuperado en serio… no te preocupes... –en ese momento sonó el timbre de su casa–. Están tocando el timbre Gabo… sí vale… cuídate también…

El niño soltó el teléfono luego de colgarlo y se dirigió a la puerta. Al abrirla se encontraba con Lucas que le dijo.

–¿Por qué no preguntas quien es antes de abrir?, acaso no sabes que hay mucho loco suelto.

Mathias le dio una mirada antes de empujar la puerta con fuerza, pero antes de que se cerrara por completo Lucas lograba detenerla.

–Era broma pequeño… –dijo riendo.

El chico ya se había devuelto a la sala, seguido de cerca por Lucas. El adulto llego rápidamente luego de cerrar la puerta detrás de él.

–Veo que estás haciendo tarea… –deductivamente le dijo al verlo sentarse en la mesa con un cuaderno y un libro, matemáticas era la materia.

–Gracias Sherlock… –le contestó en un tono molesto.

–Alguien esta de mal humor.

–Lo siento… es solo que no entiendo nada… –dijo mientras se rascaba la cabeza–. Odio los números…

–Diablos, que tierno es… –Lucas trato de disimular su risa–. Ven déjame ver que tienes ahí, yo soy bueno en matemáticas, era mi materia favorita… –se apresuró en estar a su lado.

El dulce olor de Mathias hacía que Lucas divagara en sus pensamientos, regresando una y otra vez a la noche que lo hizo suyo, pero ahora no era más que un niño común haciendo su tarea de matemáticas.

–Fracciones… –dijo Lucas, tomo una silla y se sentó al lado del pequeño mientras seguía viendo el cuaderno de ejercicios–. ¿Qué no entiendes?

–Bueno veras… –varios segundos pasaron sin decir alguna palabra, hasta que finalmente–, nada de nada… –completó.

Lucas esta vez no oculto su risa soltando una carcajada.

–¿Sabes qué?, mejor no me ayudes… –dijo molesto.

–Lo siento lo siento… –se apresuró en disculparse el mayor–. Ya verás que no es tan difícil como crees, déjame ver…

–C-Creo que será mejor que no me expliques… –le dijo Mathi mirando para el lado contrario.

–Ya te dije que era una broma, no me burlaba de ti en serio.

–No es por eso… –le contestó.

–¿ Entonces, por qué lo dices?

–No quiero que pienses que bueno… soy un ton…

–Cállate… –Lucas le interrumpió de inmediato–. Veras, todos tenemos materias para los que no somos buenos, yo por ejemplo, biología la detestaba como no tienes idea, no podía con esa estúpida materia, pero con matemáticas, física, incluso química, era el mejor del salón, pero en biología era el peor, incluso tenía que hacer un cursos de verano por ella, así que no vuelvas a decir esa clase de cosas, ¿vale?

Mathi sonrió asintiendo con la cabeza. Lucas continuó explicándole calmadamente y paso por paso de cómo debía resolver cada ejercicio. Toda la tarde se les fue en ello, pero, no solo habían logrado resolverlos todos, si no que Mathias había entendido como resolverlos, en la mayoría de los casos.

–Viste… te lo dije, no son tan difíciles como crees, claro aun te faltan algunas cosillas y serás el matemático del salón, yo me encargare de ayudarte –le dijo riendo.

–Gracias… –Mathias le daba una gran sonrisa y un abrazo.

–Bueno, demasiados números por un día, ven vamos –el mayor se levantó.

–¿A dónde vamos?

–Por un helado, enfrente hay una heladería ¿no?

–Sí.

–Bueno, ven yo invito…

Mathias pidió uno de limón y naranja, mientras que Lucas uno de chocolate con vainilla.

–Te gustan los sabores cítricos…

–Son los mejores… –contestaba tomando una cucharada de su helado.

–Tienes algo aquí… –Lucas llevo su dedo índice derecho al borde izquierdo de los labios de Mathi limpiando un poco de helado que tenia, para luego meterlo en su boca.

Casi por un efecto inmediato el rostro de Mathias estaba rojo y con sus ojos abiertos de par en par, a lo que Lucas le sonreía amablemente.

–Oye… –se le acercó el adulto susurrándole–. Tengo que decir que eres un chico muy penoso a pesar del trabajo que tienes…

Mathias le volteo la cara para mirar por la ventana.

–Cállate… –finalmente le dijo–. E-Es diferente…

–¿Diferente por qué?

–Porque sí… –fue la única repuesta que le dio, por lo que Lucas solo reía.

Luego del helado se fueron a dar una vuelta por la cuadra.

–Llevaba mucho sin caminar… –decía Lucas.

–Yo igual.

Estuvieron hablando de todo tipo de cosas, igual que la noche anterior.

–¿Mi juego favorito…? –Decía Lucas pensando–. Los de FIFA, me gustan mucho esos juegos.

–¿En serio? –dijo riendo el menor.

–¿También es tu favorito?

–Ni cercanamente… no me gustan, me aburren la verdad, son…

–Ya entendí… –interrumpió Lucas.

Ambos se dieron una mirada antes de compartir una risa.

–Lo mío es más acción, disparar, infiltrase… Metal Gear por ejemplo, es demasiado bueno –hizo énfasis en la última vocal de su frase.

–Lo imagine… –Lucas le observaba riendo.

Las primeras estrellas hicieron su aparición en un cielo claroscuro. A lo lejos la luna se elevaba a las alturas. Siguieron caminando hasta llegar a un pequeño parque donde encontraron descanso en una banca. Estaba desolado el lugar.

–¿A qué hora llega tu mamá? –preguntó Lucas.

–No se la verdad… –le contestó–, a veces llega a las once, otras veces en la madrugada, lo más temprano que puede llegar son las nueve, y eso porque se viene directo de su trabajo para la casa… pero eso es solo raras veces –completó.

Un aura de melancolía rodeó al pequeño.

–Cuando estaba mi papá era diferente… ¿sabes? –Acabo de un par de segundos comenzó hablar de nuevo–. El siempre estuvo para mí… lo extraño mucho a veces… –de sus ojos estaban a punto de salir lagrimas.

Es solo un niño de verdad… –pensaba Lucas mirándolo concentrado.

–Mi mamá me da todo lo que pido… pero…

–Nunca esta –le completó Lucas.

–Así es… –siguió el pequeño–, y cuando esta, la mayoría de las veces esta… bueno ya tuviste la oportunidad de verla… a veces me siento tan solo en mi casa…

Lucas rodeo con sus brazos los hombros del chico atrayéndolo hacia él, y susurrándole le dijo.

–Cuando te sientas así, no dudes en llamarme, o bajar a mí casa, siempre estaré para ti pequeño…

Mathias miro hacia arriba encontrándose cara a cara con el mayor quien le sonreía débilmente. Sin pensarlo el niño se acomodo en la banca poniéndose de rodillas, y dejando a Lucas sin poder reaccionar le besaba en los labios. El mayor quedo inmóvil sintiendo como los labios del pequeño se juntaban con los de él, en un cálido y tierno beso… 

 

Continuara…

Notas finales:

Espero que les haya gustado el capitulo así como a mí escribirlo, y nos veremos en una proxima entrega, saludos y que esten bien, cuidense!! 


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