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Ángeles Caídos por noah_uzumaki

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Notas del capitulo:

Solo, desanimado, una madre que se ausenta, el pequeño Mathias intenta llenar un vacío en su interior entrando en un nuevo mundo de experiencias, pero sus sentimientos por alguien más se hacen más y más fuerte, ¿Por qué, si tan solo era un cliente más?

Ángeles Caídos 

Capitulo 4

Noches del Pasado

 

Dormía cuando su madre entró a su cuarto. Mathias aunque despierto se hizo el dormido, tenía tan solo nueve años en aquel entonces. La mujer de cabellos castaños se sentó en el borde de la cama y posó su mano en el cuerpo de su hijo quien le escuchaba una respiración acelerada, por lo que el pequeño se giro a verla. Estaba llorando.

–Mami… –le dijo, y antes de decir algo más la mujer lo jalo hacia ella envolviéndolo en sus brazos.

Yasmine lloraba desconsolada, mientras que el niño desconcertado no sabía que decir, solo se dejaba abrazar.

–Estaremos bien… estaremos bien cariño… –le repetía–. No pasa nada…

Minutos antes de entrar al cuarto de su hijo había recibido una llamada, su esposo Richard Collen tuvo un accidente mientras venía en su auto.

El hombre, había salido de su trabajo como cualquier otro día. Respetaba las señales, las luces de cruce, un hombre normal que solo se encontró en el momento y el lugar equivocado. No vio el conductor ebrio que no le importo la luz rojo. El impacto fue fulminante…

El cielo se abría dejando caer las primeras gotas de lluvia. Mathias estaba pegado a la falda de su madre, quien sostenía su paraguas con firmeza, lloraba. Mathias mantenía su cabeza baja, solo observando cómo lentamente el ataúd donde se encontraba su padre descendía hasta perderse de vista. Los tenues murmullos de las personas alrededor de ellos se podían escuchar. El pequeño les hecho una mirada a todos tras de él. Caras conocidas que al verle le sonreían, otras primera vez que las veía, pero que de igual forma le hacían un gesto amable.

El apartamento se sentía solo. Mathias fue directo hacia su cuarto para acostarse. Los ojos del niño quedan fijos en el techo. Suspiró.

Mathias no supo de qué murió su padre hasta el servicio funerario, donde sin que notaran su presencia pudo escuchar hablar a la gente. Todos le besaban y abrazaban. Tías lejanas por parte de padre habían llegado. Fueron directo a saludar al pequeño Mathias solo al verlo, quien se sonrojo por todas las caricias, besos y abrazos que estaba recibiendo. Yasmine se mantenía al margen de aquellas mujeres, nunca les simpatizo, desde que salía con Richard, sus hermanas siempre vieron aquel romance como algo que no debía ser. Siempre criticándola, o despreciándola, hasta que Mathias nació, por lo que dijeron que al menos algo bueno salió de esa relación…

El niño no podía dormir, se agitaba en su cama, cambia de posición cada momento, y un calor insoportable que no ayudaba a la situación…

Había pasado ya algo de tiempo desde el terrible accidente. Yasmine comenzó a buscar consuelo de otra forma. Mientras más tiempo pasaba, más tiempo se ausentaba en su casa, pronto Mathi aprendió hacer su desayuno, ir y venir solo de la escuela, almorzar, se había vuelto un chico autosuficiente.

Cierto día Yasmine llegó acompañada por un hombre, un sujeto alto y musculoso. Su cabello negro caía hasta tapar sus orejas, y con unos ojos verdes tan puros que resaltaban por el claro color de su piel. Nariz perfilada, una dentadura rallando a la perfección. Era un sujeto atractivo en todos sentidos.

–Oye pequeño, ¿Dónde está su cuarto? –le dijo en un tono suave y amable.

–P-Por aquí… –dudó un poco antes de guiarlo.

El hombre dejo a la mujer en su cama y luego se fue a la sala con el niño, donde se lanzaba en el sofá.

–Vaya que pesaba… –dijo riendo–. ¿Dónde están mis modales?, me llamo Peter, Peter Bennett, mucho gusto –el hombre le extendió su mano.

–M-Mucho gusto… –le devolvió el saludo–. Yo soy Mathias…

–Eres un chico muy guapo Mathias, Yasmine no me lo dijo.

Con aquel saludo comenzó todo. Mientras que su madre a veces salía con Peter, aquel hombre poco a poco fue pasando más tiempo en la casa de ellos. El afecto que tanto quería el niño se le fue dado por aquel hombre. Mathias ya no se sentía tan solo.

El mayor se le fue acercando y entonces dio el primer paso, un beso, un tierno e inocente beso en los labios del pequeño quien solo se sonrojo. Un nuevo sentimiento surgió, le gusto. Para cuando Mathias cumplió los diez años ya había experimentado muchas cosas nuevas con Peter, siendo a él, a quien el pequeño le entregara su virginidad…

–Es un trabajo como cualquiera… –le explicaba Peter–. Muchos hombres y mujeres pagan por esa clase de servicios, y claro tu recibirías una gran comisión… –estaban sentados en una banca en las afueras de la ciudad, el mar se extendía delante de ellos.

–P-Pero… –el niño miraba sus zapatos–. ¿Y mi mamá?

–No te preocupes, yo me encargare de ello…

 

Debes cumplir los deseos de tus clientes…”

Con aquella frase en su mente Mathias ya tenía a su primer cliente. Por lo general “Ángeles Caídos”, realizaba visitas a domicilio. El cliente que contrataba los servicios daba una dirección y el personal le visitaba, pero también había un pequeño club, secreto, donde muchos prefieren la clandestinidad del lugar. Personas famosas, políticos, personas de todos los estratos sociales iban.

Mathias entraba nervioso, pero más que nervios, era ansiedad. Si sería igual que cuando lo hacía con Peter, seguramente lo disfrutaría, después de todo  era la primera vez que aria con otra persona. “Recuerda todo lo que hemos hecho nosotros, solo has eso mismo y estarás bien”, le había dicho Peter antes de entrar.

El cuarto era espacioso. Una cama matrimonial con mesas a los lados, varias lámparas, un baño, un gran espejo en una pared. Mathi llevaba una bata de baño, y debajo de esta solo ropa interior.

Un minuto después entraba un hombre adulto. Un sujeto alto y un poco regordete, y de cabellos negros. Llevaba una bata igual que el niño. Aquel sujeto sin presentaciones y lleno de lujuria jalo al muchacho hacia él, y sin mediar palabras le besaba con intensidad. El chico solo se dejaba guiar, estaba tan nervioso que eso fue lo único que pudo hacer.

Pronto la bata del menor ya estaba en el suelo, mientras que aquel hombre le seguía besando. Su lengua trazó un camino en el cuerpo del joven, quien en su mente deseaba estar en otro lugar, le desagradaba aquella sensación de ser tocado por aquel sujeto, quien marcaba su cuello con su saliva, hasta que fue acostado de espaldas. El niño observo como el mayor se deshizo de su bata arrojándola a un lado, para después caer encima de él.

Sobre su piel le marcaron un rastro de besos en descenso hasta llegar sus pequeños pezones, donde el hombre se concentraba en ellos; mordisqueaba, besaba, lamia y los chupaba, mientras que Mathias solo mordía su labio inferior. Su pequeño ombligo no fue la excepción de las caricias por parte del mayor, quien siguió descendiendo hasta llegar a la entrepierna, donde comenzaba a jugar por encima de su ropa interior, aprisionando el pequeño bulto del niño entre su pulgar e índice, en especial los testículos. Mathias solo gemía, manteniendo en su pensamiento a Peter.

El hombre le bajo finalmente el bóxer dejando salir el pene erecto aun sin desarrollar del chico. Le dio una primera lamida en la base, a lo que el  niño fue incapaz de reprimir un largo gemido. Los minutos pasaron y el mayor seguía lamiendo la base una y otra vez, bajando por momentos para chupar, uno o los dos pequeños testículos a la vez del niño. La boca del hombre fue hasta la punta del pene, y tomándolo firmemente con una de sus manos desde la base, usaba su lengua para retirar la piel que cubría el glande; un nuevo gemido dejo escapar Mathias, el cual se intensifico cuando de un bocado su pene quedaba completamente dentro de la boca del hombre. Dedos firmes comenzaron a jugar con su entrada, hasta que uno de ellos penetraba, llevándolo al límite en cuestión de segundos.

–M-Me… m-me… –no alcanzó a decir más.

Mathias termino en un orgasmo seco en la boca del hombre, quien sentía como el pene del niño con cada palpitación chocaba contra su paladar.

–Eso fue increíble –dijo el hombre riendo, mientras que Mathi aun estaba afectado por ese primer orgasmo.

El mayor se despojo de su ropa interior, dejando salir un pene de mayor tamaño, erecto y con la punta mojada de líquido pre-seminal.

–Vamos… muéstrame lo que sabes hacer… –le dijo.

El chico lentamente recuperado del orgasmo anterior se colocaba entre las piernas del hombre, y tímidamente tomaba su intimidad entre sus manos mientras acercaba su rostro. Su lengua fue lo primero que hizo contacto, lamiendo un hilo de líquido desde la base hasta la punta. Un escalofrío recorrió la espalda del hombre, que termino en un largo gruñido.

El niño simplemente se imagino que aquellas caricias eran para Peter, lo que fue la única manera de que este pudiera hacerlo. Ya para varios minutos lamía rápidamente el miembro del hombre, quien se dejo envolver por un mar de sensaciones. Mathias jugaba con los testículos del hombre, mientras que con su boca, chupaba, lamia, jugaba con su lengua y el glande. El miedo que sentía antes de comenzar se había disipado por completo, ahora estaba disfrutando, tanto lo que hacía, como lo que le hacían a él.

El sujeto tomo fuertemente por los cabellos al chico cuando se corría en su boca. Con cada palpitación dejaba salir una descarga de semen, una, dos, tres, cuatro y hasta un quinto, pero más débil movimiento soltó su semen.

El chico se retiro tratando de recuperar el aire, y dejando que parte del líquido blanco saliera de su boca hasta terminar en las sabanas…

–Eso… eso fue fantástico… –decía entre gemidos–. Mira, mi pene aun no está satisfecho… ¿Sabes lo qué eso significa?

Sin esperar respuesta el hombre devoraba los labios del chico, mientras lo acostaba de espaldas lentamente…

Pasaron un par de horas antes de que aquel hombre abandonara la habitación. Mathias, quien permanecía adentro, se encontraba sentado en el borde de la cama, observando su cuerpo, lleno de sudor y otros líquidos corporales. El pequeño aun con algo de miedo, estaba sorprendido por lo que había hecho, había estado con otro hombre, además de Peter, el mismo con el que perdió su virginidad, el mismo con el que experimento toda clase de sensaciones, el mismo que le robo incluso su primer beso, y ahora el mismo que lo trajo a aquel nuevo mundo…

Aquella noche fue la primera vez de Mathi como empleado de “Ángeles Caídos”.

Peter y Mathias no lo volvieron hacer desde las primeras veces. El hombre le había tomado aprecio al pequeño, por lo que siempre que podía lo ayudaba en todo lo que pudiera.

El tiempo paso, y para Mathi aquel trabajo se le hizo más fácil. Sin importar quienes fueran, mujeres, hombres, personas mayores, algunos les gustaba usar juguetes en él, otros atarlo, pero sin importar nada, solo los veía como lo que eran, “clientes”.

Todo estaba bien, todo marchaba perfecto. Ganaba buen dinero y del que una parte iba directo a su madre quien pensaba que era una pensión de su difunto esposo, o al menos Peter le ayudo a creer eso.

Todo iba bien hasta que lo conoció a él, se suponía que era solo un cliente más, nada más, pero nunca pensó que viviría en el mismo edificio que él, o que incluso era amigo del padre de su mejor amigo…

 

Ya habían pasado varias semanas de aquel beso en el parque. Lucas se mantuvo siempre cerca, siempre atento, ayudándole con la tarea, cocinándole siempre que pudiera, para ellos se había vuelto algo rutinario.

Lucas llegaba a las cinco del trabajo y revisaba su tarea, si algo no entendía se sentaba con él a explicarle. Lo que sentía por aquel hombre es muy diferente por lo que sintió alguna vez por Peter. Quería estar al lado de él, lo quería, le había tomado mucho cariño…

 

Mathias estaba con otro cliente. El lugar, un hotel un poco apartado de la ciudad. El cliente, un hombre mayor, canoso y corpulento.

El niño se encontraba de espaldas simplemente observando como aquel sujeto lo penetraba al mismo tiempo que bajaba en ocasiones para lamer su cuello. Mathias estaba en sus propios pensamientos, ni le prestaba atención a lo que le decía o hacía aquel hombre, simplemente se dejaba guiar por él.

A las dos horas el niño ya caminaba, se había aseado un poco antes de salir del hotel. Su paso era lento y pausado. La noche era fría.

Nubes grises anunciaban que pronto llovería. El niño sin importarle el clima seguía caminando, todo estaba desolado en las afueras. Llevaba sus manos en los bolsillos de su suéter, y tapaba su cabeza con la capucha del mismo. Tenues luces pasaban a un lado, autos que regresaban a la ciudad, la cual se veía a lo lejos.

Comenzó a llover para cuando estaba a pocas calles de su edificio. En tan solo segundos ya estaba totalmente empapado. La lluvia era fría pero no le importo, solo caminaba por inercia sin prestarle atención si estaba mojado, o si tenía frio.

Entro al edificio dejando pasos húmedos en el pasillo. Llamo al ascensor el que llego en segundos. Presiono un botón y enseguida las puertas se cerraron. Salió, cruzó el pasillo y quedo delante de la puerta de su casa.

¿Qué me pasa? –Pensaba con su cabeza apoyada a la madera–. Es solo un cliente, es solo un cliente, nada más que eso…

Mathias suspiró y se dio media vuelta. Esta vez no fue por el ascensor, fue directo a las escaleras, bajo dos pisos, y fue hasta el apartamento 5-C. Estuvo varios segundos pensando para sí mismo, cuando finalmente llenándose de valor tocaba el timbre. Eran casi las once y media, por lo que había una gran posibilidad de que Lucas ya estuviera dormido.

–Vamos… vamos… –decía cuando apretaba el timbre una segunda vez.

Para la tercera escucho una voz desde el interior.

–¿Quién podrá ser a esta hora?

Los ojos cafés de Lucas se abrieron como platos al ver al niño.

–¡Mathi!, ¿Paso algo? –se apresuró a preguntarle.

–N-No… solo quería…

–No te quedes ahí parado, pasa… –le interrumpió–. Mírate, estas todo mojado… –le dijo al tocarle la espalda.

Hizo que fuera directo al baño.

–Eres un idiota, ¿Cómo se te ocurre caminar bajo la lluvia?, y además con este frío… –le regañaba–. Terminaras enfermo.

Lucas le ayudaba a quitarse toda esa ropa mojada. Sus zapatos, los calcetines, su suéter, su camisa, y por ultimo su pantalón, al mismo tiempo que preparaba la tina con agua tibia.

–¿Me dirás qué te pasa?

La única respuesta que consiguió por parte del niño fue un abrazo, que lentamente se convirtió en un beso.

–Estás frío… –dijo sonriéndole Lucas una vez separados–. Deja que te bañe…

El mayor le quitaba lentamente el bóxer, Mathi quedo completamente desnudo delante de él, quien le admiro por un instante y acercándose a su cuerpo le daba pequeños besos comenzando por su hombro derecho, hasta llegar a sus labios, donde se daban el primer beso de la noche.

Lo alzó y lo metió en la bañera, que rebosaba de agua tibia. Comenzó por limpiar sus brazos con una esponja, luego salto a su pecho, y con el grifo tipo regadera lo extendía para lavar los cabellos del niño. Sus besos cada vez se hicieron más intensos. Sin poder aguantar Lucas comenzaba a quitarse toda la ropa, la que volaba hasta terminar en el piso, cerca de las ropas mojadas de Mathias.

Ambos en la tina se besaban y abrazaban. Lucas acariciaba la espalda del menor. Ninguna parte de su cuerpo dejo sin acariciar. Usando sus dedos limpiaba la entrada del chico, introduciendo hasta dos dedos para hacerlo.

Mathi suspiraba entre los brazos del adulto, hasta que sus bocas se encontraban nuevamente, uniéndose en un delicioso beso donde exploraban la boca del otro con sus lenguas. Sin resistir Lucas tomo su pene guiándolo a la entrada del niño sentado encima de él, y con un delicado movimiento lo introducía. Mathias dejo escapar un gemido cuando el mayor lo introdujo por completo, pero un gemido muy lejos de ser por dolor. Las caricias se volvieron más intensas, con una mano Lucas acariciaba la espalda del niño, y con la otra jugaba con su intimidad.

Los movimientos se volvieron cada vez más rápido, así como la intensidad de sus besos. Al mismo tiempo ambos estaban al punto máximo de un próximo orgasmo. Los minutos se hicieron eternos, cuando de pronto se corrían, Lucas dentro del niño, y este último debajo del agua…

Aquella noche había sido la segunda vez que lo hacían, pero esta vez fue diferente, no como cliente contratando un servicio.

Lucas secaba los cabellos de Mathias, quien estaba sentado entre sus piernas, ambos con una bata de baño.

–Así ya no te resfriaras, y la próxima vez que esté a punto de llover y estés lejos de casa no dudes en llamarme… –le decía, por lo que Lucas elevo la mirada para verle–. No me mires así… –se sonrojó–, por ti lo aria.

Mathi solo sonrió.

–Gracias… –le dijo el pequeño.

–Cállate…

Lucas bajo sus labios hasta encontrar los del niño, ambos quedando sumergidos en un largo beso…

 

Continuara...

Notas finales:

Espero que les haya gustado así como a mi escribirlo :3 cualquier comentario no duden en decirlo, que tengan una feliiz semana nos vemos en el proximo cuidense amigos!!


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