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Ángeles Caídos por noah_uzumaki

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Notas del capitulo:

La relación entre Lucas y Mathias se va deteriorando poco a poco; Por otro lado Mathias y Gabriel vuelven hacer los mejores amigos; Un hombre del pasado con una obsesión vuelve; Lucas lucha por lo que quiere…

Ángeles Caídos 

Capitulo 7

Sin Lamentaciones

 

Lucas caminaba. El joven abogado había encendido un cigarro y lo consumía lentamente con cada aspiración, dejando escapar una nube de humo gris junto a cada uno de suspiros, “Solo podemos ser amigos, aunque lo dudo… lo siento”, aquella frase se repetía una y otra vez en su cabeza. Se detuvo un instante. Había llegado al parque donde encontraba asiento en una banca cercana. Un recuerdo le invadió, llevando su mano izquierda a sus labios acariciándolos. Un sentimiento de melancolía lo sumergía en un mar de recuerdos.

La misma banca, la misma hora, Mathi arrodillándose ahí mismo y uniendo sus labios con los de él, en un cálido beso… Lucas le daba otra bocanada a su cigarro. El hombre intentaba despejarse, pero son el tipo de cosas que son más fácil decirlas que hacerlas, ya que por más que lo intentara de una forma casi que inconscientemente recordaba a su pequeño.

Un grupo de niños jugaba futbol a lo lejos. Los miro por un instante.

Esto realmente es insólito… –sonrió llevando su cabeza hacia atrás, donde la apoyaba en el espaldar del asiento, mirando las nubes–. Esto no me puede estar pasando…

Nubes grises a la distancia anunciaban que llovería. El viento soplaba con fuerza arrastrando las hojas secas que se despegaban de los arboles.

Que época tan triste… –pensaba el hombre, observando el revoleteo de las hojas muertas–. Odio tanto la humedad…

Se escucharon gritos a lo lejos. Varias mujeres adultas  vinieron a buscar a sus hijos, quienes jugaban despreocupados sin importarles que estuviera a punto de llover o cosa parecida, pero aquello no paso desapercibidos para sus madres, que venían para llevárselos ya a casa.

Lucas se acaba su cigarro antes de levantarse de la banca para emprender camino hacia su casa. Sacaba de su bolsillo la cajetilla cigarro, y de ahí otro, el que encendía con su encendedor plateado.

Nunca había sentido la calle tan sola, como si él fuera el único caminante. Los peatones pasaban a los lado, incluso tropezando alguno que otro, pero algo que no le daba ni la más mínima importancia.

Un choque en una intercepción atrajo las miradas curiosas de la gente, reuniéndose alrededor del accidente. Policías y ambulancias habían llegado, así como el cumulo de personas alrededor.

El hombre dio una mirada rápida a lo ocurrido. Una sábana blanca tendida en el piso tapando un cuerpo. “Fatal al menos para uno”, pensó. La policía trataba de alejar a los curiosos, pero estos seguían sin moverse. Lucas le dio otro jalón a su cigarro y se marcho de la escena, a la que no le dio mucha importancia.

El castaño cruzo la esquina, y ahí estaba, como si el destino de verdad quisiera que se encontrara con él, Mathias. El pequeño estaba saliendo de un taxi junto a su madre, habían ido lo que parece ser de compras.

El hombre por instinto quería darse media vuelta y marcharse del lugar, pero en algún momento debían encontrarse, después de todo vivían en el mismo edificio.

Lucas siguió caminando sin detenerse. Sus miradas se encontraron por un instante, antes que el más pequeño la desviara. Por su parte su madre al verlo lo saludo con una gran sonrisa.

–Hola Lucas, tiempo sin verte… –dijo la madre del niño.

–¿Cómo estás? –respondió su saludo con una sonrisa.

–Bien, bien, ¿Qué dices si nos ayudas? –sin esperar respuesta le montaba varias bolsas al hombre, quien quedaba inmóvil.

–C-Claro…

Los tres subieron  juntos. Yasmine parecía hablar sola, ni Lucas ni Mathi le prestaban atención…

–Déjalas aquí… –señalo un mueble en la cocina.

–Claro…

Yasmine comenzó arreglar todo rápidamente.

–Como siempre término arreglando todo yo sola… –dijo riendo al ver que Mathi se había marchado a su cuarto luego de haber dejado las bolsas que cargaba en la mesa.

–Bueno Yasmine…

–Quédate por un café al menos.

–No puedo, tengo algunas cosa pendiente…

–Nada de eso… –interrumpió–. Esta haciendo algo de frío, lo mejor es tomar algo caliente.

Lucas solo suspiro aceptando la bebida.

Es tan diferente cuando esta sobria… –pensó el hombre sonriendo.

Yasmine le hacía esperar en la sala. Un par de minutos después llegaba con una bandeja, en ella; una cafetera y dos tazas. A los pocos minutos Mathias salía de su cuarto sin pantalones y usando franela.

–Mamá, ¿has visto mi pantalón corto de cuadros?

Llego sin percatarse que Lucas aun se encontraba en su casa. Gruño al verlo volteándole los ojos. El mayor sonrió, “sigue intentando aparentar ser rudo”.

Bueno, muchas gracias por el café, estuvo bueno… –se levantó.

–¿Ya te vas? –dijo Yasmine.

–Como te dije tengo mucho trabajo… –le dio media sonrisa caminando hacia la salida, paso a un lado de Mathi revolviendo su cabello–. Nos vemos pequeño… –balbuceo.

Mathi no le respondió.

–Bueno, cuídate y gracias por ayudarme con las bolsas… –le dijo Yasmine despidiéndose con un beso en la mejilla.

–No hay problema…

Lucas bajo los dos pisos por la escalera. Entro a su apartamento lanzando sus llaves al bol encima de la mesita de la entrada. Se apoyo en la puerta y dejo salir un largo suspiro. Dio una mirada a su hogar, sentía como si le faltara algo. Un reflejo de Mathias estudiando matemáticas en la mesa, esperando para que le revisara su tarea con una gran sonrisa, aquellos recuerdos lo acosaban sin dejarlo en paz.

–Me estoy volviendo loco… –sonrió nerviosamente…

 

***

Otra semana de clases había pasado. Mathias salía junto a Gabo riendo, esta vez Charlie, el hermano menor de Gabriel no había ido a clases, estaba enfermo, por lo que los dos amigos estaban solos.

–¿Vamos por un helado? –dijo Gabo.

–¿Me vas a invitar?

–Siempre quieres que te invite, no soy rico… –contestó el pelirrojo con un gruñido.

–Relájate… –le respondió riendo.

A pocos metros de distancia estaba David conversando con sus amigos. Estaba riendo, pero al ver a Mathi, quien le sonreía pícaramente se le borro la de él, poniéndose inclusive nervioso, así como sus amigos.

–Vaya que quedo traumado… –dijo divertidamente Gabriel.

–Eso pasa por meterse con nosotros… –Mathi le acompaño.

–¿Cuándo me enseñaras a pelear por cierto?

–El arte de la lucha es un camino solitario que solo debe ser usado como último recurso pequeño saltamontes…

–Cállate tonto… –Gabriel le empujaba.

Ambos niños terminaron compartiendo una larga risa…

 

Mathi pidió como siempre sabores cítricos, sus favoritos. Una combinación de limón y naranja que tanto le gustaba. Gabriel por su parte busco algo más dulce, una combinación de chocolate y vainilla.

–Como te gustan las cosas acidas… –dijo Gabo observando como Mathi disfrutaba su helado.

–Cada quien tiene sus gustos –le sonrió–. ¿Quieres un poco?

Mathi tomo una cucharada de su copa extendiéndola hacia el pelirrojo, quien abrió la boca y dejando que su amigo la introdujera. Al segundo frunció el cejo.

–Está muy acido… –dijo acompañado de un escalofrió.

–¿Qué dices?, esta delicioso… –le contestó Mathi riendo tomando otro bocado de su helado…

 

Los chicos ya caminaban en dirección a sus casas. Gabriel se detuvo en una parada de bus, donde pasaría su transporte. Ambos chicos sentados esperando que llegara.

–¿Qué aras este fin de semana? –preguntó Gabo.

–Pues… –quedo por un par de segundos sin decir algo–. Supongo que nada… –terminó de responderle, tenía trabajo por supuesto.

–Yo saldré con mis padres, visitaremos a mis abuelos este fin, a fuera de la ciudad, reunión familiar…  –contestó con desdén.

–Ya veo… suena divertido.

–Claro que no, estarán mis tías, tíos, primos, primas, conocidos…

–Te entiendo… –le interrumpió riendo Mathi.

Llegaba el bus, por lo que ambos se levantaban.

–Bueno, supongo que nos veremos el lunes… –decía el pelirrojo.

–Así es, cuídate Gabo… –alzaba la mano Mathi despidiéndose.

Espero a que su amigo se montara. Dio media vuelta para emprender el camino de vuelta a casa.

Parece que va a llover… –pensaba al ver el cielo–. Bueno, es normal en esta época… –suspiró–. ¿Qué estará haciendo…?

A pesar de que el pequeño quería mantener distancia y no pensar en él, sus propios pensamientos lo traicionaban…

 

***

La mañana del sábado pasó lentamente. Lucas se encontraba en una conferencia en las afueras. En el lugar se encontraban abogados de varias partes del país. Todos especialistas en varios campos del derecho.

Lucas estaba en una de las terrazas del hotel, fumaba tranquilamente observando el movimiento de las nubes.

–Me he dado cuenta que as aumentado el consumo del cigarro… –Louis estaba sentado en una de las mesas de la zona, junto a Carlos y Carla.

–No hay que ser un genio para ver que algo te molesta… –le dijo la única chica del grupo.

–¿Qué te molesta idiota? –le siguió Louis.

–Deberían meterse en sus propios asuntos, eso es lo que me molesta… –contestó con algo de molestia.

–Que mal carácter… –dijo Carlos con una risa.

Lucas solo suspiró.

–Disculpen, solo no he dormido bien… –terminó por contestar…

 

La conferencia siguió su curso. Charlas de todo tipo realizaban los expositores. Que hacer en algunos casos, sobre la moral, lo que deberían hacer los abogados y como eran los de la actualidad. Todas muy interesantes, pero para Lucas eran solo charlas aburridas que no ya llamaban su atención ni en lo más mínimo…

Al final Carlos le ofreció llevarlo a casa pero este se negó, prefería pasar un momento a solas sin ser molestado o algo…

Lucas se encontraba sentado afuera del hotel pensativo, cuando las primeras gotas de agua cayeron, “Parece que ya va siendo hora de partir…”, pensó levantándose de donde estaba llamando un taxi del mismo hotel, el cual no duro es aparcarse cerca de donde estaba.

El camino era más largo de lo habitual. Calles vacías y con poco transito, después de todo eran las afueras. Sus ojos se abrieron de par en par al verlo, era Mathias. El niño estaba delante de un motel.

Diablos… –gruño molesto, sabía de qué iba aquello.

–¿Sucede algo amigo? –preguntó el taxista al escuchar el sonido de molestia por parte de Lucas.

–No… nada… –contestó secamente mirando por la ventana…

 

***

Mathi se apresuro en entrar al lugar, a tiempo para evitar el aguacero que se avecinada. Mathi entraba a uno de los cuartos de aquel motel, donde era esperado por un robusto hombre. Aquel sujeto de mediana edad fue reconocido al instante por el pequeño. Su primera vez, aquella vez, era el mismo sujeto.

—Ha pasado tanto desde la última vez, bueno desde la única vez que estuvimos… —le dijo al ver al chico—. Desde que estuve contigo nada fue lo mismo… —seguía.

—Gracias por contratar los servicios de…

—Cállate… —puso su dedo en los labios del niño silenciándolo—. No arruines el momento que estamos viviendo… —le decía—. Siempre te he pensado, y aunque hace ya más de un año no nos vemos, para mí la vez que estuve contigo fue la mejor…

Aquel sujeto llevaba sus brazos a Mathi, donde exploraba cada centímetro de él.

—Vamos, vamos, he esperado mucho esto…

Aquel hombre solo llevaba una bata de baño, dejándola caer revelando su cuerpo totalmente desnudo. Comenzó a desvestir al niño, quien simplemente se dejaba manipular por aquel hombre. Su camisa rápidamente cayó a un lado. El mayor comenzaba a lamer el cuerpo del pequeño. Su pecho, sus tetillas, donde las chupaba con gula, dándole inclusive pequeños mordiscos que hacían gemir al menor.

—Esos gemidos… son tan… son tan deliciosos… —decía el hombre—. No sabes lo emocionado y excitado que estaba cuando me entere que yo iba ser tu primer cliente aquella primera vez…

Mathi solo lo escuchaba aferrándose al cuello del hombre mientras este lo seguía explorándolo con su lengua.

—Tu sabor es tan…

El hombre trazó un camino de saliva hasta los labios del niño, donde eran devorados. Sus lenguas bailaban entre ellas vigorosamente, al mismo tiempo que los pantalones del pequeño caían al suelo, seguido de sus bóxers.

—He tenido tantos sueños húmedos con tu pequeño pene, tantas veces me imagine saboreándolo…

Que sujeto tan desagradable… —pensaba el niño.

Con sus manos lo tomaba de la barbilla obligándolo a mirarlo a los ojos directamente.

—Te deseo tanto… —le repetía una y otra vez al menor.

El hombre deslizo su mano en el muslo del pequeño, subiendo lentamente hasta llegar a sus testículos donde los masajeabas firmemente. Aquel sujeto fue más allá tomando el pene del pequeño entre su pulgar e índice, hasta que salto a la vida en una erección.

—También lo deseas…

Mathias fue arrastrado y lanzado a la cama, cayendo seguido por aquel hombre, quien no dejaba de acariciar el cuerpo desnudo y sin desarrollar del niño. Busco nuevamente los labios de Mathias, donde se unían en un nuevo y húmedo beso.

Sus ásperas manos seguían sobre la intimidad del pequeño, quien solo se dejaba llevar por los deseos de aquel hombre. Bajo nuevamente a sus pequeños testículos, pero sin detenerse busco la entrada del chico. Un gemido dejo escapar al sentir como el dedo del robusto hombre se hacía camino a su interior, dando incluso un salto.

—Tienes un interior muy sensible…

El dedo se enterró con más fuerza, y más profundamente. Un dolor le invadió, y que iba en aumento cuando aquel sujeto ahora usaba dos de sus dedos para penetrarlo.

—Dime algo, ¿acaso no me has pensado…? —le decía mientras besaba su cuello.

—¿A-A ti? —Dijo entre gemidos—. La verdad que para mí no eres más que un cliente… —le contestó fríamente—, y no serás más que eso…

—Vaya que eres impertinente… y mentiroso.

—Te equivocas… —Mathias sonrió—. No miento, para mí no significaste nada, así que terminemos lo que venimos hacer, así puedo regresar a mi…

Sin terminar la frase su rostro fue volteado por una cachetada.. Hilos de sangre bajaban de la boca del pequeño niño, que terminaban en la almohada donde terminaba manchada de rojo.

—¡Mereces un castigo!

La mirada de aquel hombre cambio. Lleno de ira tomo al chico de las caderas, y de un violento giro hizo que quedara boca abajo. Mathias aun estaba resentido por el golpe anterior, y ahora con una mano sobre su cuello hacía que mantuviera el rostro pegado a la cama, y con la otra que levantara la cadera.

—¡Veras ahora lo que es bueno, te enseñare a quien le perteneces!

Ahora tomando su pene con firmeza embistió con fuerza la entrada del niño, logrando una penetración limpia de un solo tirón, llevando al niño a un orgasmo instantáneo y doloroso, haciendo que se corriera.

Los gritos del chico eran silenciados por la cama, mientras que el dolor iba en aumento con cada embestida, inclusive causando sangrado. Mathias intentaba levantarse pero sus esfuerzos eran inútiles. Su fuerza no se comparaba con la del adulto.

—¡P-Para… p-por favor… p-para…!

Decía Mathi mientras lagrimas recorrían sus mejillas, pero aquel sujeto no se detenía, al contrario aceleraba sus movimientos, dejando escapar un alarido de un próximo orgasmo.

—¡Esto es lo que te mereces para que entiendas…!

La puerta del cuarto fue abierta de una patada.

—¡¿Qué diablos?!

El sujeto volteo de inmediato encontrándose con otro hombre, Lucas había aparecido.

—¡¿Quién carajo eres tú…?!

Lucas de un rápido movimiento saltó de la entrada hasta la cama, donde sin pensarlo dos veces y lleno de ira alcanzaba el rostro del sujeto con un fuerte puñetazo. El robusto hombre salía disparado desde la cama hasta la mesita de noche a un lado, donde quedaba totalmente destrozada.

—Te gusta esto… ¡¿no?!

El joven abogado no se detuvo. Patada tras patada le daba en el estomago al sujeto, quien ya estaba inconsciente, pero esto no le parecía importarle, solo quería hacerle daño.

—Lucas… basta… —le susurraron.

Apoyando su frente en su espalda, estaba Mathias. El castaño se giro a ver al pequeño que tenía el rostro lleno de lágrimas. Se arrodillo a su nivel y lo jalo hacia él, abrazándolo…

 

Lucas montó al sujeto en la cama antes de marcharse junto a Mathias. No dijeron ni una sola palabra en todo el camino. Al llegar a casa Lucas le dijo al pequeño que primero fueran a su casa, este acepto aun después de todo.

El mayor tomo al pequeño entre sus brazos, desvistiéndolo lentamente en el baño.

—L-Lucas… yo no quiero…

—No malentiendas las cosas… —dijo el adulto riendo—. Solo quiero revisarte, te lastimaron esta noche…

Lucas tomando una botella de antiséptico limpiaba las pequeñas heridas del pequeño, comenzando por la más grande de todas, la de la cara.

—Vaya que ese bastardo te pego con fuerza…

—No era necesario que llegaras… —dijo el pelinegro.

—Claro tenias todo bajo control.

—Se defenderme de sujetos así… no es la primera vez que sucede eso…

—Te creo, pero no quise arriesgarme.

—Además, ¿Qué hacías ahí?

—No te estaba siguiendo si eso piensas, la verdad todo fue pura casualidad, eso es todo… —le contestó, cuando Mathias daba un pequeño grito de queja—. No seas llorón.

—Arde…

—Claro que arde, es un antiséptico, tiene que arder si no, no sirve… —dijo riendo.

—Lucas…

—Ya tranquilo, termino de limpiar tus heridas y podrás irte a casa a descansar…

El joven adulto termino de curar al pequeño, quien luego de vestirse nuevamente y sin decir nada se marchaba a su apartamento…

 

Los días pasaron. Lucas no lograba ver a Mathias durante los siguientes días. Lo más cerca que estuvo de él son los estados cambiantes que realizaba en su face, ya sea cambiando sus fotos, o comentando algo…

 

***

—Lo siento… —decía Mathias.

—No te disculpes… —le contestaba Peter Bennett—. Te tome cariño pequeño, y de verdad quiero que seas feliz, sabía que era cuestión de tiempo, eres muy diferente de los que estamos aquí, muy diferente…

—Gracias por todo… —hizo una reverencia.

—Tan serio como siempre… —suspiró con una sonrisa–. Ven acá… –Peter lo abrazaba.

 

***

Lucas fumaba en la terraza de su casa, al mismo tiempo que se tomaba un trago. Suspiró.

—Vaya, ahora eres todo un fumon… —Mathias estaba observándolo desde el interior del apartamento.

—Ahora todos molestan con el cigarro… –dijo viendo al niño–. ¿Cómo entraste?

—Nunca te devolví la llave que me diste.

—Pero aun así siempre tocabas la puerta.

—Sí, tienes razón.

—Oye, estuve pensando mucho algo… —comenzó Lucas—. La verdad es que, pensaba disculparme por lo que paso el otro día…

—Bien, te escucho.

—Espera, no te emociones… —le dijo—. Pensaba disculparme, sí, pero la verdad es que no lo lamentaría.

—¿Qué?

—Sinceramente Mathias, no lamento haber llegado a aquel motel de mala muerte y haberle pateado el culo a ese sujeto. No lamento que desde el día que te conocí no puedo dejar de pensar en ti, y que sienta celos de tan solo pensar que otras manos te toquen además de las mías. No lamento que quizás haya miles de razones por la que quizás un sujeto como yo, este con un pequeño niño como tú, más porque soy abogado… —suspiró—. Soy egoísta, la verdad que sí, solo quisiera que estés conmigo… diablos…

Terminó con un gruñido.

—Ya veo… —dijo Mathias—. Pues, yo tampoco lo lamento la verdad… —Lucas alzó la mirada—. No lamento haberte conocido. No lamento que seas la persona, quizás más aburrida y monótona que conozco. Eres perfeccionista, y siempre quieres incluso estar detrás de mí para que haga mi tarea o cosa parecida. No lamento que quieras protegerme o que incluso hayas llegado de la nada aquella noche y quitarme a ese tipo de encima. Inclusive no lamento el haber renunciado esta noche a Ángeles Caídos y no pretender volver más a ese lugar, pero, lo que menos lamento Lucas, es estar enamorado de ti, te amo a ti Lucas, y quiero estar contigo…

El corazón de Lucas dio un fuerte salto. El hombre duro un par de segundos en reaccionar antes de salir corriendo hacia el pequeño, quien lo tomaba en sus brazos con fuerza para luego darle beso, quedando ambos sumergidos en lo que siente el uno por el otro…

 

Continuara…

Notas finales:

Espero que les haya gustado así como a mí escribirlo, que pasen un feliz día y que todo les salga bien, sin mucho que decir cuidense amigos :3


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