—¡Es difícil competir con tu novio virtual!
Tan pronto el grito se detiene un silencio terrible llena la habitación. Porque la verdad es cruel y esas palabras son verdad, pero ninguno de los dos había querido admitirlo hasta entonces. Sin embargo la sorpresa de Yongguk no es por eso. Sus labios levemente abiertos son porque es la primera vez que su novia le grita. Jieun no es de las chicas berrinchudas que va por la vida chillando ni tampoco de las que guardan sus sentimientos hasta hacerlos estallar. Ella es de las que, si está molesta, espera el momento preciso para decir «estaba enojada» con el ceño fruncido y las mejillas abultadas apenas.
Hace un par de meses eso hubiera sido suficiente.
Ya no.
La chica se muerde el interior de las mejillas sin decir nada y se va.
Yongguk escucha desde la habitación la voz de su gemelo saludando a Jieun en el pasillo y después preguntando qué pasó (lo que le hace suponer que ella debe estar a tres segundos de romper a llorar). Al final es la voz femenina despidiéndose y la puerta principal.
Cuando Yongnam entra al cuarto de su hermano este está como clavado al piso.
—¿Puedo al menos preguntar qué pasó? —Yongguk asiente aun sin moverse más de lo estrictamente necesario —¿Qué pasó? —Yongnam saca una de las papas fritas que llevaba en el plato de sus manos y espera la respuesta de su hermano, sin embargo este está mirando fijamente la pared y cuando parece volver en sí simplemente quita la posición forzaba y mueve las articulaciones del cuello. Algo cansado el hermano mayor decide insistir por última vez —, ¿y bien?
—Ni siquiera yo sé.
A Yongguk no le gusta mentir, no inventa excusas ni siquiera cuando sale a cantar con su grupo de hip hop, ni siquiera cuando Maslo llega a su casa con un cigarrillo en la boca y una sonrisa de oreja a oreja, siempre prefiere decir las cosas como son (en caso de cualquier imprevisto después), sin embargo cuando le contesta a su hermano sabe que está mintiendo.
—¿Te puedo ayudar en algo? —Yongguk niega y Yongnam simplemente le deja el plato con frituras, porque parece que lo necesita más que él — Si necesitas algo, anda a buscarme.
Un poco antes que Yongnam salga de la habitación, el teléfono de Yongguk vibra en su bolsillo.
Yongguk no quiere ver el mensaje, no quiere que los ojos de su hermano le miren con las cejas alzadas antes de irse, no quiere meter su mano en el bolsillo como si la vida dependiera de ello y menos quiere que le den retorcijones en el estómago de puro contento al ver el nombre de “Channie-ah” en la pantalla, no quiere sonreír justo cuando su novia le ha gritado por primera vez exactamente por eso, pero no lo puede evitar.
“Perdón por no responder (/o) Estaba hablando por teléfono así que… ¿entiendes?”
Y el debería sentirse mal, debería decirle a Himchan que le dejará de hablar por un tiempo, hasta que las cosas en su relación se estabilicen al menos.
Sin embargo teclea rápidamente con una sonrisa en el rostro.
“Descuida, yo espero por ti”
La respuesta llega de inmediato y Jieun desaparece de su cabeza.
Con Himchan siempre todo desaparece de su cabeza.
“Ya esto listo, supongo”
“Adivina que estoy viendo”
“Es idiota y te gusta”
Yongguk imagina a Himchan tecleando a poco más de 7.357,33 km. Con un cepillo de diente en la boca y los ojos rodando porque de seguro está viendo “Friend Zone”, y Himchan odia ese programa, pero lo ha estado sintonizando últimamente porque Yongguk ha insistido mucho en eso.
De pronto el grito de Jieun le vuelve a la mente, de súbito y tras casi cuatro horas, porque Yongguk ya está con pijama, acostado listo para dormirse. Yongguk teclea las letras alternando minúsculas y mayúsculas aunque no tenga ni una pizca de sueño.
“ZzZzZzZz”
Es simplemente que cree políticamente correcto dejar de hablarle a Himchan por un momento, no sabe por qué, pero lo hace.
(En realidad si lo sabe, pero prefiere negárselo a sí mismo, porque es más fácil mantener las cosas en cierto desequilibrio a comenzar una construcción nueva)
“¿Estás cansado?”
“Aquí es más tarde, así que yo también”
“Oye, te molesto mañana”
Antes de desconectar el internet inalámbrico de su celular, Yongguk teclea rápidamente un último mensaje.
“No me molestas idiota”
Pasan dos horas y no puede dormir. Supone que es porque su noviazgo se está yendo a la basura.
(Está seguro que en realidad es porque no le importa lo suficiente)
—Dios mío. Cariño, ¿estás bien?
Yongguk apenas suelta un sonido que se parece al mugido de una vaca famélica mientras se sienta en la mesa a tomar desayuno. Apoya los codos en el mueble y entierra su cabeza entre sus manos algo cansado. Su madre no insiste más y no le pregunta nada, pero le susurra algo a su hermana que él puede interpretar como “¿Se peleó con Jieunnie?”. De alguna forma eso le hunde más en su miseria.
Yongnam es el último en sentarse a la mesa, pero también se une al respetuoso silencio y ni siquiera suelta alguna broma por el plato intacto de su hermano menor cuando le recuerda que debe levantar su horrible trasero de la silla o llegarán tarde a clases.
De todas forman llegan cuando el timbre está sonando, así que el mayor de los gemelos golpea en la nuca al contrario y corre a su salón de clase (porque lograron que los separaran en cuarto grado de primaria y desde entonces cada quien está bastante cómodo).
El salón de Yongguk está en el último piso (no como Yongnam que tiene un compañero en silla de ruedas y debe estar en el primero), así que, si sabe que ya llegará tarde, ¿por qué correr? El edificio tiene tres pisos y cuatro escaleras cortas en forma Z que el chico sube una tras otra hasta llegar al pasillo de su salón. Al llegar debería al menos avanzar rápido antes que el inspector de piso le pida un pase, sin embargo no quiere llegar y sostiene el pomo de la puerta por al menos cinco segundos antes de abrir y entrar con un suspiro. Mientras avanza a su asiento, el profesor le dice algo que no escucha, sin embargo no insiste en eso, así que Yongguk asume que no es nada importante.
No pone atención en prácticamente nada de la clase, tiene el corazón apretado y algo parecido a un zumbido constante en los oídos cada vez que enfoca el cabello de Jieun dos puestos más adelante.
—Tenemos que hablar.
La voz de su novia le toma por sorpresa. Yongguk levanta la cabeza de su mochila e intenta no expresar en su rostro todo el dolor de cabeza que le da la situación.
—Sí.
Yongguk se da cuenta de pronto que Himchan no lo conoce. Jieun sí. Jieun se acercó a hablar con él aunque debió ser de la otra forma. ¿Quién sabe si Himchan le hablaría? ¿Quién sabe si podrían arreglarse después de pelear como lo ha hecho con Jieun?
Antes que la chica se termine de arreglar la falda y dirija su mirada hacia él, Yongguk se da cuenta que no conoce a Himchan tanto como este último no le conoce a él. Se pregunta porqué no lo importa.
—¿Debo empezar con un “lo siento”? —Dice ella con una sonrisa que convence a Yongguk de que en serio lo siente.
—No —Jieun le mira sorprendida, Yongguk sabe que si no fuse él mismo también estaría sorprendido —No tienes que disculparte —Añade cuando ella frunce el ceño levemente —Tienes razón.
Hay aseveraciones que uno hace todos los días, cosas que se dicen sin pensar, preguntas que no buscan respuestas y respuestas que nunca se preguntaron, pero la corta oración de Yongguk le crea un hoyo en el pecho tan de golpe que de pronto cree que es necesario concentrarse para respirar.
—Te adoro, te quiero; lo sabes, eres perf…
—El receso es de quince minutos.
Jieun tiene una pequeña sonrisa que no combina para nada con sus ojos tristes, pero Yongguk no mira. No puede arrepentirse cuando ya lo dijo.
—Pero no sé si te amo.
Ella se levanta.
—Está bien.
—Jieun…
—Las cosas sólo empiezan para terminar, ¿no?
—Oye…
—Está bien —Su voz es estrangulada y los labios le tiritan un poco —Himchannie siempre fue más llamativo de todos modos —Y cuando se sienta en su pupitre es demasiado obvio para Yongguk que no debe acercarse.
El timbre suena y Yongguk simplemente sigue en su asiento, la mochila abierta y ni un bocado de sus galletas (Y a este punto lo más probable es que termine muerto de inanición).
Joonmyun se sienta a su lado en un momento cualquiera y le golpea en el brazo con las cejas subiendo y bajando.
—No estoy de humor.
El otro chico pone cara de miedo y saca un cuaderno de la mochila.
En química Yongguk no aprende nada, aunque tampoco le interesa mucho de eso que la maestra dicta y ejemplifica en la pizarra, ya lo sabe y probablemente las imágenes del desastre de Chernóbil ni siquiera sean tan placenteras cuando la mitad del grado comienza a hacer “ugh”s y “ah”s.
La cosa es complicada. Yongguk tiene la decencia de al menos pensar que todo no es tan fácil. Aunque lo parezca y le haga sentir que todo es fácil y…
“¿estás”
“en”
“clases?”
El celular del chico vibra con cada mensaje de Himchan. Yongguk decide engañarse un rato más, fingir que no es tan fácil. Fingir que está dolido y que cuando le responde los mensajes a Himchan con tanta rapidez, es porque necesita un amigo que le suba el ánimo por ahora.
“Sip”
“Pero estamos viendo unas cosas raras”
“Entre estas cosas raras y tú: cosa rara”
“te prefiero a ti”
“x.x”