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Mi Criminal [JONGKEY] por NinNiaSHW

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Notas del fanfic:

Subiré esta historia a 4 páginas, ahí ustedes ven a cual de las 4 páginas les acomoda mejor leerla.

1. https://www.facebook.com/media/set/?set=a.660709153982851.1073741840.623244607729306&type=3 ----> Mi usuario de admi es BummieL

2: http://www.wattpad.com/story/17489011-mi-criminal-jongkey

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3: Aquí en amor Yaoi xD

 
4: http://fanficstory.foroactivo.com/t13366-mi-criminal-jongkey-01

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Notas del capitulo:

Acá les dejo el primer capitulo, espero les guste, y dejen sus reviews (:
A leer... denle una oportunidad n_n

-¡Por favor llévenselo de una puta vez!-

Se escuchaba la voz de una mujer gritándole desde la entrada de una casa. ¿Por qué esto le tenía que pasar a él? ¿Qué había hecho él en sus tiempos pasados para merecer aquella humillación? Aquellas risas de vecinos sedientos de venganza, venganza de un muchacho que no supo seguir el camino correcto de la vida.

Pero si se pone a pensar, ¿En verdad existe un camino correcto en la vida? ¿Por qué sólo un camino? ¿Por qué no tomar varios caminos? ¿Por qué no mejor equivocarse? Después de todo, no era la única persona que hacía aquello. Pero... de lo que lo acusaban él estaba seguro que no era cierto.

-¡Llévenselo! ¡Es un criminal! ¡Sáquenlo de aquí!-

Miles de voces resonaban en sus ya cansados oídos, cansados de estar escuchando estupideces, cansado de estar oyendo a gente que ni siquiera tenía la decencia de conocerlo mejor. Sí. Él era un idiota, por la vida que estaba llevando, si de él dependiera él no lo haría, pero, las cosas nunca salen según lo planeado. Él lo sabía a la perfección.

-¡Yo no lo he hecho! ¡¿Cuántas malditas veces lo tengo que repetir?!-

Tal parecía que sus gritos no le ayudaban de nada. Al contrario. Aquellos hombres de apariencia formal lo tomaron de los brazos fuertemente, con tanta fuerza que dolía, dolía demasiado. Está bien, lo odiaban, pero, ¿Era necesaria tanta violencia? ¿Tanta humillación?. Podía ver como los ojos de todos los que rodeaban la calle se situaban en él, algunos escupiéndoles, otros aventándoles palabrotas.

-¡Mierda! ¡Qué no he sido yo!-

-¡Eres un maldito violador! ¡No te bastaba con robarnos y ahora violaste y asesinaste a mi sobrina!
¡Eres de lo peor! ¡Púdrete! ¡Muérete escoria humana!-

Una mujer de edad mayor intentaba abalancearse con toda la intención de pegarle unos puñetazos y quién sabe que otras cosas más, los ojos de aquella mujer reflejaban tanta furia, tanto asco, tanta ira que hasta el mismo lucifer podría quedarse cohibido ante tales ojos.

-¡Joder! ¡Qué me duele putos maricas!-

Esas palabras fueron las que dieron rienda suelta a algunos golpes en su cabeza por parte de aquellos hombres, la policía local del vecindario.

-Entra al auto maldito, veremos si esta vez tienes suerte de salir-

-Un criminal como tú ni siquiera tiene derecho a vivir, espero te mueras así las familias del vecindario podrán respirar tranquilos, vivir tranquilos, lejos de mugrosidad como tú-

En medio de un intento de forcejeo por parte del supuesto criminal uno de los policías no tuvo más remedio que darle un disparo en la rodilla. ¿Que importaba si le disparaba o si hasta le cortara la cabeza? Después de todo, la policía siempre sería el héroe de toda maldad caminante.
Un grito totalmente desgarrador salió de esos labios que brotaban un líquido de color rojo intenso.

Y entre los gritos de dolor combinados con los gritos de los vecinos repudíandolo, el coche partió.

 

 

                                                ***


Un nerviosismo de los mil demonios recorrían su organismo, sí, estaba muy nervioso. Después de haber podido al fin sacado su título, ahora podía dedicarse a trabajar, sólo a trabajar, de alguna forma tenía que hacer dinero. Con todas las deudas que quedó en el tiempo que iba a la universidad ya no podía quedarse en casa sin hacer nada. Un chico lúdico, indeciso, y algo bipolar. Así se definía, podría aprovecharse de su apariencia y perfectamente entrar en un ámbito laboral en donde explote esa belleza que muchas veces volvía locos a las personas.

Pero no. Por mucho que la idea lo tentara tampoco se sentía preparado para ser el centro de atención de todo el maldito mundo. Y sí. Maldito mundo. Maldito mundo por permitir que alberguen personas que jamás deberían haber existido, Maldito mundo por permitir que la injusticia sobrepase la justicia, Maldito mundo por permitir que la humanidad salga cada día más con un cerebro pequeño día a día.

Repudio, repudío al maldito mundo. Repudio a todo desde aquel acontecimiento.

Aún con todos esos pensamientos tampoco se podía dar el lujo de quejarse, a pesar de que en su época escolar no le gustaba para nada la gimnasia e intentaba buscar cada excusa con tal librarse de ese sudor que lo hacía asquearse a él mismo cuando brotaba de su cuerpo, aún así, debía aprovecharse de su habilidad para las artes marciales, su elasticidad, su mente curiosa y sobre todo, su manejo mental hacia las personas.

Se especializó en aquello durante 6 largos años para poder trabajar en lo que por fin hoy lo haría.
Claro está que es un trabajo algo arriesgado, pero, la paga era bastante buena. No podía quejarse de aquello.

-Joven Kibum, pase por aquí-

Dió unos pasos hacia una pasillo iluminado por muy pocos focos, a pesar de ser de día todo era tan oscuro que hasta podría volverse loco y jamás saber si el dia o la noche había llegado. Era para confundirse. Recordó que le habían advertido de este lugar, aquí yacían todos los criminales más peligros de toda la capital. Eso podría haberlo detenido, sin embargo, el mundo funciona con el dinero, y él necesitaba pagar las estúpidas deudas. Se detuvo cuando la persona el cual él le seguía los pasos dejó de caminar al detenerse frente a una sala.

-Esta es su habitación, en la cama se encuentra su uniforme, el Sargento me mandó a recordarle que no tuviera relación alguna con cualquiera de los reos, y que sus días libres son el sábado-

-Y el domingo, lo sé, lo recuerdo perfectamente-

¿Acaso creía que por ser joven tiene mala memoria? Estúpido colega.

-Bien, ya me voy, mi turno ha terminado-

-Antes de que se marche, quería saber si alguien más vendrá a hacerme compañía, digo, ¿estaré solo en este enorme lugar?-

-Por supuesto, ¿O quiere que le traiga también a unos osos de peluche?-

Maldito, maldito, maldito. Pensaba.

-No soy un niñato-

-Pues demuéstrelo joven, si no se siente lo suficientemente valiente para este trabajo, entonces no sé que rayos hace usted aquí-

 

 


                                           ***


-¡Hey! ¡Que tengas buen estadía en esa celda de mierda muchacho!-

-¡Vete a la mierda!-

Mugrosidad, ratas, un olor a muerto, a orina y a excremento. Una combinación horrenda de olores, por un momento deseó realmente morir de una puta vez antes de seguir oliendo aquello que entraba por sus fosas nasales y hacían que su estómago se revolviera por el tremendo asco.
¿Por qué su celda era tan diferente a todas las otras? Las veces que él estuvo en prisión; y vaya que eran varias veces, jamás pensó que aún existirían celdas como en la que se encontraba. Se podía escuchar el sonido agudo de las ratas que recorrían como perro por su casa. No era que le temiera a las ratas, después de todo su vida fuera del calabozo no era muy diferente a esto, viviendo en las calles como un vagabundo. Sólo que le daba verguenza. Sí. Mucha verguenza que su celda fuera tan diferente a las de los demás reos. Ni siquiera habían pruebas contundentes de todo las barbaridades que lo acusaban. Él podía ser de todo, un delincuente, un bastardo, pero un violador, o un asesino, jamás.

Las paredes eran invadidas por un color negro oscuro, y una puerta de un material firme lo separaban de esas celdas algo normales en las que todas los reos, a excepción de él, se encontraban. En aquella puerta había una pequeña ventanilla cubierta de unas rejillas, todo aquello parecía un calabozo antiguo, como si fuera usado en la pre-historia. Que ridiculéz, aún en tiempos modernos habían calabozos así en el mundo.

Y qué decir de la cama, si es que a eso se le podía llamar "cama", hasta se veía más cómodo dormir en el suelo con las ratas y el olor a orina. Ni siquiera habían frazadas o sábanas para cubrise, todo era una maldita mierda.

Tenía unas ganas enormes de llorar, estaba a punto de entrar en el pánico, él sabía que no había hecho aquello de lo que lo acusaban, y aún así, aún siendo inocente, o eso es lo que al menos él cree, tenga que pasar sus miserables días de vida en ese lugar, siendo su única compañía, las ratas y el mal olor. Esas personas lo odiaban demasiado que eran capaz de crear falsas pruebas con tal de verlo por la eternidad tras las rejas, dentro de ese calabozo, muriendo lentamente en aquel horrendo lugar.

Se sentía fatal, sus pensamientos se confundían, se contradecían, algo dentro de su cabeza le decía que fuera fuerte, que encontraría la manera de librarse de esto, pero, otra parte de su cabeza le decía que se debía preparar para pasar su eternidad en este lugar. Diablos, demonios y carajos, esto era el infierno, el puto infierno. Golpeando con todas sus fuerzas las murallas en un intento fallido de romperlas, ocupando toda su fuerza logrando que un líquido rojo recorriera sus nudillos. Y a toda esa mierda, debía agregarle que se estaba muriendo de hambre, hace 3 días que no había comido nada. Quería morir, quería morir para librarse de una puta vez de esto. Si la muerte era la única forma de terminar con aquello, le juraba a todos los dioses que de ser necesario atentaría contra su propia vida.

 

                                             ***


El uniforme era tan horrendo que podría vomitarle encima. Obviamente no lo haría, pero en solo pensar que debía vestirse con esas prendas se asqueaba de una manera espantosa. Esos colores tan apagados que lo hacían lucir como un muerto, su piel pálida no encajaba para nada con ese traje oscuro. Faltaban unos cinco minutos para que fueran las doce de la noche, se sentía totalmente aburrido. A pesar de haber cenado con el sargento y con otros colegas, entre ellos uno que lo intimidaba demasiado porque no le dejaba de ver con lascivia, en esos momentos tenía unas ganas de pegarle un puñetazo y arrojarle la comida en la cara para que dejara de mirarlo de esa manera que le mandaba unos escalofríos de mil demonios, incomodándolo demasiado. Pero no lo hizo, era su primer día en el trabajo y no podía cagarla de esa manera. Debía ser estúpido.

Cuando era la hora de dormir, claro que el turno de él era en la noche, por lo tanto todos dormirían menos él, uno de sus compañeros lo acompañó a recorrer el lugar para que pudiera familiarizarse, después de todo, trabajaría un buen tiempo aquí, o al menos hasta que pueda pagar todas las deudas que se le habían acumulado. Desde los baños hasta las celdas.

Debía admitirlo, tenía algo de miedo, ¿Serían esas rejas tan fuertes para que esos grandulones no salieran y lo atacaran? Esperaba que sí. También fue algo incómodo el recorrido por las celdas, ya que mientras su compañero le iba indicando quien era tal criminal y el por qué de su estadía allí, muchos de los reos le gritaban cosas.

-Ese culito se mueve bastante ¿A que sí muchachos?-

-Ufff, con uniformados como él, haría de todo para ser libre y tocar ese abultado trasero-

-Un muchachito como tú debe querer algo bien grande, ¿eh precioso?-

Podría decirse que de todas las barbaridades que le gritaban, aquellas eran las más suaves, no pudo ocultar su cara de asco con cada palabra que salía de la boca de esos idiotas, de esos viejos, sí, todos, absolutamente todos los reos del lugar pasaban los 40 años. Se sentía estúpido, él era un mocoso al lado de esos idiotas pervertidos. Claro que no se dejaría lastimar por esos comentarios obsenos. ¿Habría algún reo de su edad? Al menos para no sentirse tan estúpido e intimidado por esos ancianos.

-¿Y esa puerta?-

-Oh, ... es ... lleva a un sótano dónde solemos guardar algunos materiales o muebles viejos, ni se te ocurra meterte por allí, las ratas te comerán vivo y saldrás con tu cabello blanco con tanto polvo-

-¿Ra-Ratas?-

-Sí... bueno, eso ha sido todo el recorrido, ya debo volver a mi casa, regresemos-

-Está bien-

Mientras se encaminaba en el pasillo junto a su compañero, no pudo evitar mirar de reojo a aquella puerta. ¿Qué escondía detrás de esas paredes? ¿Un sótano? ... ¿Ratas? ¡¿RATAS?!, y toda curiosidad se le esfumó, prevenir antes que lamentar. Ni loco traspasaría esa puerta sin con ello se encontraría con esas criaturas que lo volvían un desquiciado mental.


Eran ya las 2 de la madrugada, al principio le asustaba la idea de tener que cuidar, y vigilar esos pasillos él solo, pero, después de unas cuantas horas se acostumbró, con ayuda de su amiga fiel desde ese momento, la linterna, se sentía seguro, sobre todo si en su cinturón se encontraba un arma. Todos los reos ya estaban dormidos, y unos pocos seguían despiertos pero no decían ninguna palabra cuando él se paseaba por allí. Sin darse cuenta llegó hasta aquella puerta. El supuesto sótano.

¿Es un sótano de verdad? Se preguntaba. Por un momento se maldijo a sí mismo por tener tanta curiosidad, si había de lo que él se detestaba y que aunque no lo quisiera eso siempre lo iba a dominar, era la curiosidad. Dicen que la curiosidad mató al gato, pero, esta vez él tenía un arma. No había nada que perder ¿O sí?. Lo meditó unos segundos más, y como siempre, la curiosidad lo dominó. Con su brazo algo tembloroso giró la manilla de aquella puerta que le causaba esa curiosidad que ya se había instalado en él.

Se llevó una sorpresa. ¿Un sótano? Sí, que idiotez. No había ningún sótano, si creían que le verían la cara de idiota, pues, se equivocaban, agradecía a su curiosidad apoderarse de él, de otra manera, se hubiera dejado engañar por esa mentira que le dijo su compañero, ese que desde ahora odiaba por intentar verle la cara de idiota. Un pasillo largo, extensamente largo sin ningún tipo de luz que iluminara el lugar, con la ayuda de su linterna y a pasos cautelosos comenzó a avanzar en aquel escalofriante pasillo.

Un olor a orina, a encierro, y a excremento se incorporaban en sus fosas nasales, haciendo que por un momento pensara salir de allí y regresar al lugar en dónde debía estar vigilando para respirar aire puro. Sin embargo, no fue demasiado impedimiento para detener sus pasos.

Llegó al final del pasillo, al parecer el camino sólo llevaba a un solo lugar. Para su desgracia, otra estúpida puerta. Aunque esta lucía totalmente diferente a la anterior. Estaba totalmente degradada, un poco comida por las posibles polillas del lugar, o quizás las ratas que con su agudo oído podía oir de su presencia. Aquella puerta estaba totalmente cerrada con un enorme candado. ¿Qué habría detrás de esa misteriosa y horrenda puerta? ¿un animal? ¿un muerto?.

Se despejó de sus pesimistas pensamientos cuando sus ojos observaron esa pequeña vetanilla cubierta de unas rejillas. "¡Si!" se gritaba para sí mismo. Con aquella ventanilla podría lograr ver que ocultaba esa habitación que yacía a oscuras.

Con su linterna posó de frente a esa ventanilla, se sorprendió con lo que iba mirando gracias a esa luz que emanaba la linterna, una cama, bueno, un pedazo de madera cubierto por nada. ¿De verdad era una cama? lucía como una, pero se veía bastante incómoda. Alumbró otra esquina y se encontró con las malditas ratas. No había nada más allí. O eso pensó cuando iluminó la otra esquina de la habitación. Un hombre. No. Un muchacho. ¿Un muchacho? Parecía de su edad. ¿Era un cadáver? ¿Estaba muerto?. Deseaba que no, porque de ser así saldría corriendo antes de que su fantasma lo persiga.

Respiro tranquilo cuando notó como la barriga de ese hombre se alzaba al ritmo de la respiración.
Dió un suspiro de alivio, pero, luego lo volvió a pensar. Si ese cuerpo estaba vivo, ¿Por qué estaba oculto en ese calabozo poco higénico, degradado, como si se tratara de un animal?. ¿Por qué le habían mentido para evitar entrar? No entendía una mierda. Y para su mala suerte el estúpido candado era jodidamente enorme que ni con un balazo podría romperlo.

Alumbró con la linterna el rostro del hombre. ¿Sangre? ¿Eso era sangre? ¿Estaba herido y aún en esas condiciones lo mantenían en este lugar?. Siguió iluminando el cuerpo, su ropa estaba rasgada, sucia y con ese líquido rojo. Ese muchacho moriría si seguía sangrando de esa manera.
No quería involucrarse en lo que no debía, pero, ¿Cómo podría quedarse de brazos cruzados ante tal escena?. Volvió a iluminar el rostro del hombre, haciendo parpadear la luz con la linterna, intentado que despertara. Y lo logró. El hombre despertó haciendo una mueca de molestia y dolor.

-Hey, ¿Estás bien?-

Pero que mierda, era obvio que no lo estaba, y aún así hizo esa pregunta tan estúpida.

-Y-Yo-

-¿Qué te sucedió?-

Vió como el hombre intentaba levantarse sin resultado, se agarraba con sus brazos la barriga, hasta pudo notar como la sangre de sus puños estaba algo seca ¿Hace cuanto que estaba sangrando?.

-Ha-hambre-

-¿Ah?-

-Ham-Hambre ... tengo hambre-

-¿Tienes hambre? ... Oh ... quédate allí, traeré algo de comer, tan solo espera un poco, no tardaré-

Y ahí va otra estupidez, ¿A dónde podría escapar ese hombre si esas murallas y el estúpido candado se lo impedían?. A pasos apresurados corrió en el pasillo hasta llegar a la cocina principal. No había nadie, obviamente, él era la única persona despierta, sacó un pan, fruta y una botella con agua lo más rápido que pudo. Luego regresó corriendo al pasillo...
En ningún momento se detuvo a pensar en lo que estaba haciendo... si ese hombre estaba en aquel calabozo no era porque hizo algo bueno, de seguro era peligroso, pero, al verlo en esas condiciones mandó a la jodida mierda toda regla de relacionarse con los reos, mandó a la mierda la moral, mandó a la mierda su seguridad. Sólo quería ayudar a ese hombre.

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Notas finales:

Bueno, eso ha sido el primer capítulo, espero no las halla aburrido con la historia :c
Espero que les sea de su agrado, subiré un capítulo por semana. Ojalá puedan brindarme con sus comentarios y, visitas  *-* me ayudarían mucho para motivarme a escribir. n_n
Disculpen si hay algún error ortográfico o si hay partes que carecen de coherencia (:
Nos leemos la próxima semana, Adiós n_n


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