Mi nombre es Calixto y les contare un poco sobre mí.
Vivía en una época muy oscura, llena de guerras y muertes de las cuales casi nadie sobrevivía. Mi padre, Augusto, me enseñó desde niño lo importante que era para los de mi clase —los aristócratas— sobrevivir a este mal que atacaba a nuestras familias. Me educó y crió con todo lo que la ley dictaba en: lenguaje, esgrima y clase social. Siempre fui un niño muy activo y en mi adolescencia, a los 19, decidí embarcarme en una aventura por el mar a ver nuevas tierras; lugares al que ningún otro hombre se atrevería pisar. Una noche, nuestro barco fue emboscado y saqueado por hombres de apariencia diferente a la nuestra. Sus ojos brillaban con un deseo extraño y al sonreír se podía apreciar un par de colmillos más largos de lo normal, cosa que me dejo descolocado. Mis hombres y yo peleamos con todo lo que pudimos pero uno a uno fue cayendo muerto a mis pies. El último en morir fue Diego. Mi Diego...
Él y yo habíamos estado llevando una relación a espaldas de mi padre desde que había cumplido los 16. Diego era mi fiel sirviente, siempre estuvo a mi lado para protegerme y apoyarme aun cuando era un año menor que yo. Nunca me abandonó, ni siquiera cuando mi madre murió ya que ese trágico día mi padre se encerró en sí mismo y me dio la espalda. Aunque claro, nunca dejo de velar por mi "estatus social" y en cuanto pudo me comprometió a la hija de un general muy reconocido por el país, pero ya era tarde para mi corazón, pues Diego lo ocupaba por completo. Ese mismo día le propuse a mi padre que me diera al menos 5 años para prepararme y disfrutar lo que quedaba de mi vida de soltero y el accedió a cambio de que me fuera con mis hombres de confianza y mi fiel sirviente para protegerme.
"Que iluso" había pensado.
Si mi padre hubiera sabido lo que pasaba entre nosotros, jamás nos hubiera dejado ir juntos. Esos cuatro años que pasamos juntos fueron los mejores de mi vida. Nos amábamos todas las noches en mi camarote, nos susurrábamos todos los días lo mucho que nos queríamos y que pasara lo que pasara íbamos a estar juntos. Pero todo eso se escuchaba como un sueño ahora... Mi Diego caía muerto a mis pies dándome una última sonrisa llena de amor que me partió el corazón en mil pedazos y antes de cerrar sus ojos para siempre me susurro “volveremos a encontrarnos mi amado". No pude aguantarlo más y grite. Grite como nunca había hecho. Cegado por la tristeza y el coraje, mate a todos los hombres que pude pero eran más fuertes que yo. Al final no pude con todos y antes de que me diera cuenta, uno se acercó a mí por la espalda y luego sentí un ardor recorrer mi cuerpo. Lo último que recuerdo fue haber escuchado sus risas y después todo fue oscuridad. Cuando desperté ya no era humano…
Resultaba ser que esos hombres eran seres malignos que mataban por placer y por sangre y yo ya era parte de ellos. Así no podía regresar a mi hogar por lo que me encerré en la primera cueva que encontré y sobreviví de los animales que por allí habitaban. Mi padre me dio por muerto. Mi prometida se casó con otro hombre. Y yo... sentía que moría cada día sin poder sentir el calor de mi amado.
Los años pasaron y yo ya no podía con el dolor de estar sin él, sin escucharlo, sin ver su sonrisa, sin tocarlo... No, ya no podía con esa condena así que con mis poca fuerza de voluntad preparé un veneno toxico para acabar con mi vida. Pero al parecer la vida misma me odiaba, ya que en vez de matarme, me durmió para la eternidad. Y solo el beso de la vida podría despertarme...