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¿Crees en la Magia? por AkiraNatsuki

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Notas del fanfic:

Creado sin fines lucros y solo por pura diversión.

La pareja es Sasuse x Naruto.

 

Sin más que decir, ¡qué lo disfruten!

Los personajes usados en esta historia, no son de mi autoría. Todos pertenecen a Masashi Kishimoto. 

Notas del capitulo:

Este es un One-Shot, capítulo único.

El Flash Back esta en cursiva.

El One-Shot fue inspirada en esta canción: Magic - Coldplay. Sin embargo, no es songfic. La letra de la canción no tiene alguna relación con la historia.

 

Aquí os dejo el link de la canción, en caso de que deseen escucharla mientras leen la historia.

http://www.youtube.com/watch?v=1PvBc2TOpE4

Era un día bastante peculiar, al menos así era para cierto rubio de ojos azules. El porque, no era tan complicado de saber. Al caminar en su rutina diaria hasta su afamada universidad, un joven de su misma edad que venía corriendo en la dirección contraria en la que venía caminando, se golpeo con él por mera casualidad aunque con la suficiente fuerza para tumbarlo al suelo. Hasta ahí todo iba de maravilla, por así decirlo, pero todo se altero al no recibir una disculpa por parte de aquel extraño, lo que recibió en cambio solo lo dejo perplejo. Su actitud había sido de lo mas desconcertante para él, quien solo caminaba monótonamente como cada día. Aquel muchacho lo aparto por unos mili-segundos de aquella fatigosa ruta con algo ¿inesperado?
 
—Me gustan tus ojos —susurró en su oído mientras dejaba en su mano una pequeña tarjeta.
 
Sin decir más, el joven de cabellera azabache se levanto y siguió corriendo a quien sabe donde. Desde luego eso era lo menos importante pues el de ojos color cielo aún seguía cohibido ante aquella penetrante voz. Pasaron unos minutos antes de que se levantara del suelo para sacudir el polvo que se le había impregnado en la ropa. Acto seguido miró su mano donde tenía la tarjeta que le habían dejado pero grande fue su sorpresa al ver que dichosa carta estaba en blanco.
 
—Una broma de mal gusto. —Se quejó a la par que comenzaba a caminar para ir a sus clases, no quería llegar tarde.
 
Aún a pesar de que ese pequeño trozo de papel estaba sin nada escrito, él se la guardo tranquilamente en su bolsillo. Por alguna razón no quiso tirarla, puede que al final sirva de algo. Siguió entonces con lo mismo, su típico horario de siempre: ir a estudiar su profesión (que en algún momento de su edad, perdió el interés), terminando ir a casa donde haría sus deberes académicos y hogareños, para finalmente concluir su día con algún libro que se le antojara leer.
 
No es que no quisiera cambiar el ritmo que estaba llevando en su vida, pero no era tan sencillo. En esas tres acciones al día, todo se complicaba. El hecho de vivir solo era una carga, pues no había nadie que lo ayudara mantenerse y es lo normal, no tenía padres. Lo único que le quedaba eran aquellos abuelos que pagaban su universidad por compasión, ya que tampoco se preocupaban específicamente por él. Bien sabía que la única razón por la que le obsequiaban el dinero, era por ser el hijo de su adorada madre, sin ese lazo él no tendría absolutamente nada. Aunque no necesitaba de nadie mas que de si mismo, es por eso que siempre se lo repetía sin falta.
 
—¡Hey Naruto! ¿Y esa mala cara? —preguntó un amigo suyo en cuanto lo vio entrar al salón.
 
—Un mal comienzo del día, es todo. —No quiso dar mas explicaciones. Tampoco le iba a decir que algún loco se le había cruzado en la camino solo para darle una estúpido pedazo de papel vacío.
 
—No te preocupes, en lo que avanza el día mejoraran las cosas. —Sonrió amable, aunque ni eso le quito la cara de irritado que llevaba encima.
 
Y al contrario de lo que dijo su amigo Kiba, su día fue empeorando de poco a poco. Primero el tropiezo con aquel joven, luego la caída con bandeja en mano cuando era hora de receso, después el ensayo de 30 páginas sobre la economía del país y el aporte internacional, para finalmente al llegar a su casa con el deseo de descansar, todo se arruine por culpa de su vecina quien hizo un desagüe que llegó hasta parte de su hogar dejando a su paso un horrendo aroma.
 
Si, ya nada podía ser peor para él. Solo entonces cogió un libro de su biblioteca y salió fuera para librarse de aquel maloliente lugar (hasta que lo limpien), a buscar una buena zona tranquila para sentarse a leer su libro. Hoy no era buen día, lo único rescatable era que había pasado por tantas complicaciones que lo obligaron a dejar sus agobiantes hábitos.
 
Ya después de caminar cierto tramo de calle, llegó a un parque parsimonioso en donde busco una banca de madera para sentarse. Al encontrarla sonrió, así sin esperar mas se sentó y comenzó a leer su libro. Todo estaba tranquilo, todo era increíblemente silencioso. Sin alguna persona caminando, sin algún animal emitiendo sonidos, ni nada así. Todo ya estaba bien o al menos eso pensaba hasta que una lluvia algo abundante empezó a caer del cielo.
 
Si antes había creído que nada podía ser peor, esto demostraba lo contrario. Con prisa cubrió su libro dentro de su chamarra evitando que se mojara y luego se encogió de piernas, abrazando fuertemente sus rodillas contra su pecho. ¿La razón?, ya no tenía ganas de nada. No solo estaba frustrado e irritado, tenía algo de depresión consigo. Si tuviera una familia o alguien que se preocupase por él, iría a casa y seguro lo esperarían con algún vaso de chocolate caliente para darle cobijo por el frío.
 
Miró al cielo y sonrió tristemente, una parte de él estaba alegre porque al fin logró librarse de su monotonía, pero la otra parte estaba triste pues no tenía con quien compartir sus sentimientos, en otras palabras, se encontraba solo.
 
Desde hace un tiempo, gran parte de él no tenía esperanzas ni tampoco sueños. Todo se había vuelto parte de una rutina sin fin, todo era lo mismo, nada era cambiante.
 
—Soy idiota —susurró para sí mismo.
 
De pronto a su mente vino el recuerdo de la mañana. Entonces metió la mano en el bolsillo de su pantalón y sacó aquella pequeña tarjeta del desconocido. Otra vez se llevó una gran sorpresa al ver que en ese papel había algo escrito, aún siendo que hace tan solo unas horas no tenía nada dentro de el.
 
—Sigue siendo una mala broma. —Se volvió a quejar pensando que era algún truco barato del papel. Pensó que tal vez era de esos mensajes que escribes con una tinta especial y solo con el agua se hace notorio.
 
Tranquilo y al fin distraído de su pena, leyó en voz alta lo que decía ahí.
 
—¿Crees en la magia?
 
Se burlo. Por supuesto que él no creía en la magia, eso solo era para niños pequeños o personas que no viven su realidad. Eso era su firme pensamiento, pero aún así aquello no impidió que volteara a ver si había alguien merodeando cerca, comprobando que estaba en la mas completa soledad y cerrando ambos ojos susurró unas cuantas palabras bajo el murmullo que emitía la apacible lluvia.
 
—Por un día, creo en ella.
 
—Así se empieza —habló el mismo joven de la mañana, quien apareció con un paraguas para cubrir el cuerpo ajeno.
 
Al oír aquella voz, abrió los ojos observando como el azabache estaba parado detrás de la banca con aquel paraguas transparente cubriendo gran parte de él. Solo entonces se exalto y con prisa se levanto del asiento para alejarse unos cuantos pasos de ese visitante.
 
—¿Quién eres tú? —preguntó cauteloso.
 
—Sasuke.
 
Le vio sonreír y por alguna extraña razón, se sintió confortado. No conocía al joven pero pese a eso, sentía que podía confiar en él. No lo haría, ni tampoco le diría eso, solo que no podía evitar que esos pensamientos se esparcieran por su mente.
 
—Naruto. —Se presentó también aunque con un comportamiento a la defensiva.
 
—Mucho gusto Naruto. ¿Quieres venir conmigo?
 
Llegados a este punto, ¿es lógico ir a la casa de un completo desconocido? Bueno, siendo sinceros no tenía nada que perder así que con el pequeño debate mental en su cerebro, accedió con un asentimiento ir con él.
 
El azabache de nívea piel sonrió paulatino, se acercó hasta él y cogió suavemente su mano entrelazándola con sus dedos delgados, de paso así lo volvió a cubrir de la dichosa lluvia inesperada.
 
—Vamos. A donde la magia nos muestre un camino.
 
Ahora si, él estaba loco. ¿Quién en su sano juicio le hace caso a algún demente que te vigila (por algo sabía donde estaba) y te ofrece ir a su casa (llamada magia)? Definitivamente nadie. Pero no, él es especial y por eso con su retraso mental, le hizo caso sin siquiera rechistar.
 
Suspiró. Solo deseaba que para mañana al despertar se encontrara sano y completo, no sabía quien era él así que tampoco se podía decir que estaba a salvo. Así pasado media hora de una larga caminata bajo la lluvia, él se encontró parado frente a una casa enteramente humilde. Al principio creyó que estaba ciego pues a su parecer, el azabache no parecía ser alguien de pocos recursos, sino todo lo contrario.
 
—Acogedora casa —susurró a la par que caminaba junto a él hacia dentro.
 
—Gracias.
 
El rubio no perdió cuidado a la hora de revisar minuciosamente cada detalle de aquel hogar tan cómodo. Y pese a ser un lugar que no tenía muchos muebles o cosas varias, no perdía su toque hogareño. Cosa que en cierta forma agradecía. Hasta que caminando despistado dentro de la sala, hizo un tropiezo con una pequeña banca colocada justo en medio de la zona.
 
—¡Hey cuidado!, no rompas la mesa. —Le aviso antes de que siguiera intentado destruir algo suyo.
 
—¿Qué dices? Esto es una silla.
 
—No. Es una mesa. —Sonrió tranquilo, desconcertando mas a su invitado.
 
Ahora creía incluso que era mas loco de lo que había pensado. Simplemente no entendía porque su mente le había aconsejado seguir a aquel extraño que no paraba de sorprenderlo con cada tontería.
 
—Vaya que eres raro. —Suspiró inquieto al darse cuenta de que tal vez su idea no había sido la mejor opción.
 
—Deberías ser agradecido con quién te rescato de la lluvia. —Recalco su molestia en la voz.
 
—Nadie te pidió que me ayudaras, Sr. Acosador.
 
—Yo no te he acosado.
 
—¿Acaso pretendes que crea, la inesperada coincidencia de encontrarnos dos veces el mismo día? —le preguntó con claro nerviosismo en sí.
 
—Lo es. Pero tienes razón, nadie me dijo que te ayude así que lo mejor será que te vayas a tu casa. —Se volvió a colocar el abrigo que hace unos minutos atrás había dejado en el perchero, luego se acercó hasta él para tomarlo del brazo y jalar lo de manera suave hasta la entrada.
 
Por un momento Naruto creyó que eso sería lo mejor, pero después recordó que su casa se encontraba lejos, no tenía dinero para tomar algún carro y aún se encontraba lloviendo.
 
—Esta bien, lo siento. De verás te agradezco que me dejes quedarme en tu casa —habló resignado ante su "amigo".
 
—Que bueno, ya era hora alguna palabra amable de tu parte. —Sonrió presuntuoso dejando otra vez su abrigo colgado.
 
Naruto solo se quejaba por su mala suerte y ahora, por la aparente personalidad presumida del azabache, lo único pasable era que se había ofrecido a ayudarlo sin pedir nada a cambio o al menos eso esperaba.
 
Sin mucho mas que decir, el azabache lo condujo hasta la habitación que le serviría para pasar la noche. Eso incluso le sorprendió aún mas al rubio, la casa era pequeña, ¿cómo es que tenía un dormitorio para huéspedes?
 
—¿Te puedo preguntar algo?
 
—Ya lo hiciste. —Se rió suavemente —. Pero adelante, haz tu pregunta.
 
—¿Eres pobre?
 
Durante unos segundos vio como él empezaba a fruncir el ceño, pero luego de soltar un breve suspiro, decidió responder.
 
—Técnicamente no lo soy, pero prefiero considerarme humilde.
 
—No entendí. —Se sinceró—. Ahora debo ir a dormir, mañana tengo clases.
 
—Naruto espera. —El ojinegro se acercó hasta él reteniendo lo del brazo—. Hace rato dijiste que creías en la magia por un día. Quiero que ese día sea mañana.
 
—¿Eh?, ¿cuál sería la diferencia?
 
—Qué hoy no has visto nada de esta. Mañana yo te mostrare la verdadera magia.
 
—No gracias. —Lo miro fijamente con aquella mirada perdida—. Eso no es algo en lo que realmente crea.
 
—Lo sé, pero yo te haré creer en ella.
 
—Tengo clases y...
 
—Y faltarás por un día. —Le interrumpió—. Eso no te va a matar ni mucho menos a desaprobar.
 
Sabía eso a la perfección, pero de todas formas quería ir. Aunque luego recordó un pequeño detalle, el ensayo de 30 hojas que no hizo.
 
—Esta bien, solo por mañana.
 
—Bien. —Sonrió victorioso—. Qué descanses bien.
 
Dicho eso, aquel joven de postura elegante se encamino a su habitación para ir a dormir. Por suerte no estaban tan juntos los dormitorios, habían dos puertas más de distancia. Eso en sí, ya era lo de menos. Ahora tenía que pensar en una buena excusa para escaparse mañana sin pasar mucho tiempo con Sasuke. Estaba agradecido por su ayuda, pero tampoco tenía ganas de ser un fiel devoto de él o algo así.
 
Entró a su cuarto correspondiente y al visualizar la cama, se recostó encima mientras cerraba los ojos pesadamente. Tenía sueño, no lo iba a negar. Así que aún con todos esos pensamientos en su cabeza, decidió ignorarlos por ese momento para poder dormir pasivamente.

 

• • • Magic • • •

 

No supo en que segundo exactamente se había quedado dormido. Lo único de lo que podía percatarse era de que la mañana había llegado con sus tenues rayos solares colándose silenciosamente por las cortinas de la ventana.
 
En un instante no reconoció donde estaba, hasta que luego de un corto tiempo recordó todo lo sucedido ayer. Entonces al mismo santiamén se revisó cada parte de su cuerpo, quizá algo le hizo mientras se encontraba durmiendo. Luego descarto esa descabellada idea al notar que estaba perfectamente bien y por completo descansado. 

Se levantó de la cama y caminó hasta a fuera de su habitación. Miro por el pasillo sin ver nada mas que una fugaz luz proveniente del comedor, siguió la pista y se encontró con el azabache sentado frente a una mesa. Cayó en cuenta sobre algo sorpresivo, aquella mesa no estaba ayer. ¿Cómo hizo para tener una mesa de ese tamaño ahí, a tan altas horas de la mañana?
 
—Naruto, buenos días. —Saludó Sasuke al verlo asomarse por la puerta del comedor.
 
—Buenos días. —Respondió algo cohibido aún si creerse lo que estaba viendo.
 
—¿Sucede algo?
 
—Esa mesa. —Tartamudeo—. No estaba ayer.
 
—Claro que si, ¿acaso no recuerdas la "silla" que casi rompes? —preguntó sonriendo—. Bien pues, es esta mesa.
 
De pronto el rubio se sintió ofendido, ¿le estaba tomando el pelo?, ¿cómo va a ser posible eso? 
Suspiró agobiado, no sé podía entrar en razón con el otro.
 
—Estas loco. —Se sentó enfrente de él—. Eso no tiene lógica.
 
—Incluso la magia tiene su lógica.
 
—¡Ahí vas con lo mismo! —Se medio quejó a la par que recibía unos panes para desayunar.
 
—Dijiste que hoy creerías en la magia. Aún estoy esperando a que cumplas con tu palabra. —Le sirvió un vaso de jugo.
 
—Ya. —Gruño no muy convencido—. ¿Y qué planes tienes para hoy?
 
—Hoy tengo dos funciones. —Comentó mientras terminaba de preparar parte de su propio desayuno—. La primera dentro de una hora, y la segunda al atardecer.
 
—Si que andas ocupado, teme.
 
—¿Teme? —Se sorprendió pero al instante soltó una risita burlona—. Mi vida esta llena de sorpresa, dobe.
 
En ese preciso momento, ambos se miraron fijamente con una pequeña ira contenida en sus ojos. Aún así ninguno quiso soltar el pan que respectivamente estaban mordiendo.
 
—¿Qué me dijiste? —preguntó al terminar de mascar.
 
—Yo debería preguntar eso.
 
Otra vez se intentaron asesinar con la mirada, aunque desistieron cuando sus estómagos empezaron a emitir sonidos de hambre. Suspirando al mismo tiempo, solo se dedicaron a desayunar en silencio. Así la hora se paso volando y ahora ambos se encontraban caminando por las concurridas calles de su ciudad. El tiempo era cálido por lo que no se quejaban mucho, ni tampoco hablaban. El rubio solo esperaba a que su guía al fin decidiera decirle a donde se dirigían o por lo menos, comentarle algo de lo que iría a hacer.
 
En cambio el azabache estaba de lo mas tranquilo y relajado caminando a su lado con una maleta negra en su mano. Eso era todo lo que necesitaba para el día y aunque su compañero estaba desesperado por saber sobre su "trabajo", no quería arruinar la sorpresa.
 
Durante el trayecto, solo se miraron un par de veces sin decir alguna palabra. Era cuestión de percepción saber que ninguno quería dar a torcer el brazo. Sasuke no diría nada y Naruto no rogaría por saber. Hasta que al fin llegaron. Un pequeño parque frente a una escuela infantil, donde el ojinegro se sentó en una banca al azar esperando algo.
 
—¿Qué hacemos aquí? —Imito su acción sin ánimos de esforzarse mas.
 
—Espera unos minutos y ya lo verás.
 
Dicho y hecho, al cabo de unos cinco minutos empezaron a llegar muchos niños que salían de aquel colegio junto con sus profesores. Era hora de receso, siendo un *nido el horario de todo era mas temprano.
 
Al principio Naruto seguía sin entender, hasta que alrededor de ellos se aglomeraron niños de edades pequeñas. Todos lo miraban fijamente con un brillo especial en sus ojos, pero solo uno se acercó para hablar con el ojinegro.
 
—Mr. Uchiha, ¿él es su ayudante? —preguntó tímidamente con su tierna voz de infante.
 
—No. Él también es parte del público. —Se levantó del asiento y se paro en medio de los niños. Todo ante la atenta mirada del ojiazul.
 
Este le vio abrir su maleta en el suelo y de ella sacó una mesa mediana, mas unos cuantos instrumentos que no espero que entraran allí.
 
—¿Listos niños? —preguntó alzando la voz a la par que se colocaba un sombrero alto de color negro.
 
—¡Si! —gritaron a coro todos los niños ahí reunidos.
 
—¿Listo Naruto? —Le miro tranquilamente mientras esperaba que contestara.
 
El rubio se sorprendió, no sabía que decir pero cuando vio a los niños que le rogaban con sus manitas y ojos que respondiera la pregunta, asintió con la cabeza para que él diera comienzo a la función.
 
—Muy bien niños —Se inclinó sacándose el sombrero con su mano—. Empezamos con la magia. Pero qué es de ella sino tenemos a nuestra linda mascota, ¿no es verdad?
 
Todos asintieron con una amplia sonrisa en sus rostros, incluyendo el rubio que veía encantado su actuación para con los pequeños. Entonces Sasuke sin hacerse esperar mas, sacó una gato color moteado de su sombrero. Este maulló sin falta alegrando a todos los allí presente.
 
Naruto por otra parte, era un completo manojo de nervios. La razón era que, él era adulto y por eso mismo sabía cosas que los mas pequeños no. La cuestión de donde había salido el animal, ante sus ojos era algo mucho mas allá de sacarla simplemente del gorro, que a su vez estaba metido dentro de aquella maleta negra.
 
Sus pensamientos se vieron acallados, gracias a los aplausos que recibía el mago por parte del público. Suspiró nervioso, ya luego le preguntaría como hizo para no ahogar el gato dentro de esa valija.
 
—Ahora que tenemos a nuestro tierno amigo, ¿qué tal si jugamos un juego? —propuso con su típica sonrisa de lado.
 
Todos volvieron asentir, incluyendo a las profesoras. Él solo cerro los ojos por unos segundos y al abrirlos, sus hermosos ojos de color noche habían cambiado a un color rojizo sangre.
 
—Uno de ustedes tiene la gema azul del collar de mi gato —Sonrió observando a los niños—. Iré donde cada uno a preguntar quien la tiene y no vale mentir. Mis ojos siempre pueden ver la verdad.
 
Comenzó a caminar de derecha a izquierda, hablando con todos los pequeños y repitiendo la misma pregunta, pero todos decían que ninguno tenía la gema. Entonces el azabache se coloco nuevamente en medio de la joven multitud y observo fijamente a cada uno de ellos.
 
—Mi lindo gato se va a entristecer como no encuentre la gema de su collar  —Se escuchó el maullido del felino—. Quién la encuentre, obtendrá un regalo de mi parte.
 
De pronto todos los niños empezaron a mirarse unos a otros, se rebuscaron los bolsillos y las mochilas, pero la gema no estaba. Algunos incluso fueron con las profesoras a pedirles que les mostraran lo que llevaban en sus carteras, pero tampoco estaba la joya. Hasta que una de las niñas se acercó hasta el rubio y le pidió amablemente que le enseñará lo que había en su bolsillo.
 
Él se sorprendió, no espero que le fueran a preguntar pero como no era ningún renegón, accedió de buena gana a mostrar los objetos de su *faltriquera teniendo en mente que con él tampoco iban a encontrar dichosa joya. Pero al meter su mano dentro sintió una cosa ovalada que no estaba ahí antes. No sacó su mano por temor a ver que era aquello. Se negaba rotundamente a creer que eso estaba ahí dentro.
 
—No la tengo —habló inquieto.
 
—No se miente a los demás, Naruto. —Miro que Sasuke lo observaba con sus ojos tan inusuales.
 
Se resigno, lo habían descubierto y él ni siquiera tenía ni idea de como la gema había llegado ahí y de como lo habían logrado saber.
 
—Esta bien, aquí la tengo. —Acto seguido sacó la preciosa joya azul y la mostró ante todos.
 
La niña ni corta ni perezosa, cogió entre sus pequeñas manos el objeto brillante y se la llevó hasta el azabache.
 
—Bien hecho. —La felicitó—. Ahora tu premio.
 
Y para sorpresa de todos, sacó de su sombrero una hermoso ramo de rosas azules que le entrego cariñosamente a la niña. Ella contenta aceptó el obsequio y se fue con sus demás compañeros.
 
—Ahora voy a repartir estas tarjetas y...
 
Sin esperarlo, todos los papeles fueron arrebatados de sus manos por el viento. Los niños angustiado de que se arruinara parte de la función, se agacharon a recoger todas las tarjetas. Pero cuando cada uno tomo dos entre sus manos, estas se volvieron burbujas.
 
—No es posible.
 
De todos, quién menos se lo creía era el ojiazul que también se había agachado a recoger una de las tantas tarjetas.
 
—Oh, me he quedado sin papeles —comentó Sasuke con una sutil sonrisa en su rostro—. Entonces ahora solo me queda hacer algún truco con mi mascota.
 
Todos apartaron sus vistas de las miles de burbujas que ahora flotaban en el aire para prestarle atención al de nívea piel. Él aún con su felicidad bien disimulada, cogió a su gatito y lo lanzó al aire. Decir que los adultos pegaron un grito de terror es poco, ninguno se espero aquel acto de agresión contra el pobre animal. Pero antes de que la mascota tocara el suelo, este floto encima de este. Maullaba tranquilo mientras se deslizaba cual hoja verde por el mecer del viento. El lugar se lleno entonces de bulliciosos aplausos que empezaron a opacar el ruido externo de la calle.
 
Los pequeños acariciaban al gato volador y las profesoras miraban maravilladas aquel encantador acto de magia, aunque sus ojos no solo observaban al gato sino también al joven mago. Esto no paso desapercibido por el rubio, que a pesar de no creerse lo que veía, decidió pararse y acercarse hasta el azabache para envolverlo en un abrazo inesperado.
 
—Naruto. —Se sorprendió ante ese gesto cariñoso por parte de él y en ese momento de distracción, el gato dejó de levitar posándose delicadamente en el suelo.
 
—No me creo nada de lo que veo. —Sonrió—. Pero me has dejado sorprendido.
 
El azabache también sonrió pero mas discretamente, parte de él estaba contento por las palabras dichas de su compañero.
 
—Bueno niños, la función de hoy ha terminado. —Todos se lamentaron, pero para evitar que sigan poniendo una cara triste, siguió hablando—. Pero mañana habrá más.
 
Otra vez los rostros felices se esparcieron en el público y sin mucho mas que hacer, Sasuke comenzó a guardar sus cosas dentro de la maleta, incluyendo al gato.
 
—Adiós. —Se despidió de su público y cogió a Naruto de la mano para llevárselo de ahí.
 
Cuando ya habían caminado un buen tramo de la ruta a seguir, Naruto se paro en seco y le arrebato la maleta al ojinegro para abrirla inmediatamente. Sasuke no era tonto e intuía la razón de aquella acción desesperada por parte del rubio. Aunque en vez de reclamar, solo espero a que hiciera lo que tuviera en mente. Ademas quería reírse de la cara que pondría él al abrir su valija.
 
A los dos minutos, Naruto tenía una cara de espanto a la par que Sasuke tenía una cara de burla total.
 
—¿Y el gato? —Tartamudeo ansioso y asustado.
 
—¿Ves ahí dentro algo?
 
El rubio negó con la cabeza aún con el miedo de no saber que rayos había sucedido. Y es que al abrir la dichosa maleta, esta no tenía absolutamente nada. Estaba vacía, sin mas.
 
—¿Qué diablos hiciste? —preguntó atontado.
 
—Magia.
 
De nuevo aquella palabra que usaba él para explicarse, magia. Por un momento dudo si darle un buen golpe para que reaccionara pero no lo hizo al darse cuenta de que tal vez, y solo tal vez estaba en lo cierto. Se paso los dedos por su melena dorada, de cierta forma se sentía frustrado pues no esperaba ese tipo de situaciones. Cansado de pensar en lo mismo, le devolvió su maleta y siguió caminando sin cuestionarse mucho mas.
 
Sasuke se rió levemente, disfrutaba ver la cara de idiota que había puesto el moreno, pero lo quiso disimular bien así que al reírse lo hizo despacio. Luego retomo su caminata al lado de él. Ahora tenían que ir a su próximo destino, algún lugar donde almorzar. Lo cual fue decidido rápidamente por el ojiazul que le indico un buen puesto de sopa deliciosa llamada "ramen".
 
Al principio el azabache se negó pero la insistencia del otro lo obligo a aceptar, además él también le había insistido en que lo acompañara ese día así que estaban a mano. Al entrar dentro del pequeño local, se sentaron en la barra y ambos pidieron su orden. Cabe resaltar que fue Naruto quien pidió por ambos puesto que Sasuke no tenía idea de que consistía cada plato de ahí.
 
Cuando sus pedidos llegaron, empezaron a comer en silencio. Si no hablaban, era porque el rubio estaba del todo concentrado en devorar aquel plato colocado a su disposición mientras que el otro joven, intentaba contenerse las ganas de vomitar parte de lo que había ingerido.
 
Ya habían transcurrido unas dos horas para cuando ambos terminaron de almorzar. El moreno estaba del todo contento pues había degustado su plato favorito, en cambio el blanquecino solo se quejaba y suspiraba algo fatigado ya que no estaba acostumbrado a comer algo así.
 
—Bueno, ¿y ahora a dónde vamos? —cuestiono ya más contento.
 
—A realizar la segunda función.
 
Lo tomo de la mano y empezó a caminar hacia otra dirección, de la que no volvió a decir nada. Naruto ya estaba acostumbrado a que no le dijera nada pero no espero que el azabache lo tomara de la mano cual pareja feliz. Una parte de él se altero y no de mala manera, sino mas bien un nerviosismo por no saber como actuar ante una persona que te atrae de alguna forma. Pero no, a él no le atraía o al menos, no lo iba a aceptar. Aún así pese a tener aquel pensamiento en su mente, no se soltó de dicho agarre porque se sentía cómodo. Aunque no lo admitiría abiertamente.
 
—Sasuke, ¿falta mucho?
 
—No, casi llegamos.
 
Naruto volvió a suspirar a la par que seguía caminando, hasta que de la nada el azabache se detuvo enfrente de una casa. Pero al notar bien que lugar era, se dio cuenta de que no era simple casa sino mas bien un hogar de asilo para personas mayores edad.
 
—Pareces sacado de un cuento de hadas. —Sonrió maravillado porque ya sabía quienes eran los próximos espectadores.
 
—Soy todo un príncipe, no lo niego.
 
En eso el ojiazul lo miro de mala manera. Él lo había alagado en cierta forma y el otro ahí presumiendo su actitud de "buena" persona. Algún defecto debía tener, era lo que pensaba burlonamente el moreno.
 
—Entremos.
 
Ambos caminaron hacia dentro, donde una enfermera de cabellos azulinos los dejo entrar. Ella tenía unos ojos color blancos y un cuerpo de envidia. Admirado por muchos hombres pero ella vivía mas para atender a otros que para hacerle caso a cualquier degenerado.
 
—Sasuke, bienvenido.
 
—Buenas tardes, Hinata.
 
—Ha venido con un acompañante. —Ella poso su transparente mirada encima del rubio, que mas nervioso no pudo estar.
 
La muchacha como ya se había dicho, era bastante atractiva y eso tampoco había pasado desapercibido por el rubio, que la miraba intensamente aún estando nervioso. Ella no se hizo la indiferente, después de todo él también era apuesto y la joven lo noto claramente.
 
Entre ellos hubo un pequeño coqueteo de miradas ante la atenta vista de Sasuke, que observaba todo en silencio y con clara molestia en su rostro. Pero no dijo nada, decidió solo irse a donde debería realizar su próxima función. Si Naruto quería coquetear con cuanta mujer se le cruzara enfrente, él no se iba a entrometer. Aunque dentro de sí, sabía porque aquello le causaba una molestia mayor. Igual no lo diría, era consciente de que el rubio y él no tenían nada que los una, o al menos eso por parte del otro pues él si tenía un recuerdo muy importante guardado bajo cuatro llaves dentro de su mente. Un recuerdo que se prometió jamás olvidar.
 
—¿Y Sasuke? —preguntó el moreno en cuanto se percato de la desaparecida presencia de su compañero.
 
—No lo sé —contesto la muchacha—. De seguro debe estar con las demás enfermeras y los abuelos.
 
Entonces él empezó a fruncir el ceño y no porque Sasuke se hubiera ido dejándolo solo, ni tampoco porque se fue donde los abuelos, mas bien era una molestia que apareció al oír la palabra "enfermeras" en la misma oración.
 
—Bien, voy con él.
 
—Espera, Sasuke debe estar ocupado y por lo que veo, no eres su asistente. Será mejor que lo dejes solo, así si quieres te puedo llevar a conocer el lugar en lo que él termina la función. —Ella le estaba coqueteando y aunque el moreno se sintió alagado por eso, decidió rechazar su oferta.
 
—Lo lamento, pero quiero ir con Sasuke.
 
Y sin decir mas, empezó a caminar hacia donde él creía que estaría. Por otra parte la joven estaba sorprendida, esa era la primera vez que se le insinuaba a alguien y al mismo tiempo era la primera vez en que era rechazada. Suspiró agobiada y se fue hasta donde los aseos, una gran parte de sí, pensaba que tal vez ya había perdido el encanto con el cual los hombres caían a sus pies.
 
En otra zona de ese asilo, Naruto caminaba sin saber a donde iba. Estaba considerando preguntar alguna información a las muchas enfermeras que lo miraban de forma curiosa, pero desistió de la idea en cuanto oyó la voz de su compañero.
 
—Y bien, ahora el tercer acto. Para ello necesito un voluntario, ¿alguien se ofrece?
 
—Yo. —Todos voltearon a ver al dueño de la voz, que tenía una cara de espanto. Él solo lo había pensado, no había querido decir en voz alta.
 
—Bien Naruto, ven acá.
 
Él se rasco la cabeza nervioso por lo que iba a suceder. Se coloco frente al azabache que sonreía ampliamente y este lo cogió de la cintura para alzarlo como si de una pluma se tratara.
 
El rubio se quedo perplejo, no sentía el suelo y tampoco las manos que supuestamente le sujetaban. Era como si flotara al igual que el gato de la mañana.
 
—Estoy...
 
—Estás volando. —Sasuke sacó sus manos y lo dejo en el aire.
 
Todos miraban asombrados como el joven estaba por encima del aire, sin tocar el suelo y a una distancia considerable de lo que sería el azabache, para no decir que era él quien lo alzaba.
 
Acto seguido Sasuke le coloco su sombrero en la cabeza, mostrando antes que este se encontraba vacío. Naruto se puso mas nervioso aún, eso solo significaba que aún no terminaba el truco de magia. Y como lo pensó, el azabache lo volteo para que tuviera su vista frente al público causando aún mas nerviosismo en el otro, y lo sacudió con suavidad. El moreno que ya estaba inquieto, se sorprendió aún mas cuando vio que del gorro caían flores de colores azules y blancas. Prácticamente había sido bañado en pétalos florales de un exquisito aroma.
 
De pronto se oyó un coro de voces y aplausos en la habitación, todos estaban gratamente sorprendidos por aquel hermoso acto de magia.
 
—Gracias Naruto.
 
Al oír su voz, sintió que se deslizaba hasta tocar el suelo y las flores que en antes había sido pequeñas, se juntaban todos en una pequeña montaña de colores. El azabache entonces camino hasta estar frente a esa recopilación de sus pétalos, ahí se agacho a recogerlos, pero en vez de que sean miles de flores, ahora se había vuelto un hermoso ramo azulino con toques blancos en un elegante envoltorio.
 
—Para ti, Naruto. —Le entrego dicho ramo con una sonrisa galante.
 
Él lo acepto aún con los ojos bien abierto ante tal acto de magia. Seguía sin creerse lo que veía pero eso no evito que en sus mejillas apareciera un delicado color carmesí, producto del acto romántico del azabache.
 
—Gracias.
 
Él asintió con la cabeza y se volteó a ver nuevamente hacia el público. Todos estaban con una sonrisa y a pesar de ser mayores, ninguno parecía haber perdido la chispa infantil que cada uno guarda en su corazón.
 
—Sigamos. —Anunció—. Ahora que mi asistente se quedo embobado con mis rosas, ¿qué tal si vemos alguna película?
 
Naruto se sonrojo aún mas, pero decidió no pensar mucho en ello. En cambio se concentró en lo que había dicho el mago, pues una película no tenía nada de magia o eso era lo que él pensaba. Todos asintieron gustosos, ninguno se quejo. Y dando pase a su nuevo acto, las cortinas se cerraron quitando un poco mas la escasa iluminación que había dentro de aquella habitación.
 
Entonces Sasuke se paro al lado de la pared que estaba enfrente de todos y sin decir nada, paso su dedo por encima hasta forma una figura. Un niño con alas fue lo que dibujo exactamente, luego siguió con un gato y finalmente con un globo. Hecho eso, se aparto de la pared dejando a la vista sus dibujos en color blanco. Se acerco nuevamente al público y con una sonrisa aplaudió una vez.
 
—¿Qué creen que pasará? —preguntó y todos respondieron diferentes cosas—. Quién adivine se llevará un premio de mi parte.
 
Volvió a aplaudir, al instante las figuras que en un momentos estaba quietas, se movieron como si tuviesen vida propia.
 
El niño con alas estaba volando tranquilamente cuando de repente apareció aquel gato amarrado por la cola del globo, flotando a su vista. El niño entonces sonrió y se acercó hasta el pequeño animal para desatar lo y llevarlo a tierra firme. Una vez ahí, amarro el globo a un árbol y se despidió de su nuevo amigo. Cuando se fue, una niña que no había sido dibujada anteriormente, apareció y abrazo al gato con mucha felicidad. Luego se acerco hasta el globo y lo reventó.
 
Ahí termino la corta película, con un "Fin" escrito a lo grande de la pared. De pronto las cortinas se abrieron, la luz volvió a entrar plenamente en la habitación y todos estaban maravillados, a excepción de una de las abuelas que miraba fijamente la pared con una sonrisa entre triste y alegre.
 
Sasuke que antes de terminar el cortometraje, había cerrado los ojos para que al abrirlos se volvieran nuevamente de color rojizo sangre, se acercó hasta la anciana y le sonrió amablemente, bajo la atenta mirada de todos.
 
—Muchas gracias jovencito. Ese recuerdo fue uno de los más bonitos que tengo en mi memoria, aunque no sabía que fue un ángel quien me devolvió a mi gatito.
 
—De nada señora. He cumplido con hacerla feliz. —Coloco su mano en el cabello de la abuela y apareció un gancho de cabello con la forma de ese animal—. Para usted.
 
Todos volvieron a aplaudir y las enfermeras cogieron un peine para peinar a la señora, colocando su nuevo adorno de cabello en ella.
 
—Ahora debo irme. Pero regresaré con más. —Anunció mientras guardaba las cosas que había sacado anteriormente de su maleta.
 
Los mayores asintieron alegres mientras se despedían de él. Incluso las enfermeras se ofrecieron a acompañarlo, pero él se negó pues prefirió que se quedaran a cuidar de los abuelos.
 
Cuando terminó de guardar sus pertenencias incluyendo el ramo que le había obsequiado al rubio (a petición de él), cogió la mano de Naruto y se lo llevo de ahí. En la entrada lo esperaba Hinata con una sonrisa pasiva.
 
—¿Ya se van?
 
—Por hoy ya termine con la función. —Sin decir mas, pues aún guardaba algo de enojo con ella por coquetear descaradamente con el rubio, salió sin despedirse.
 
—Adiós —dijo Naruto yéndose antes de que ella lo quisiera retener, ya que veía claramente sus intenciones.
 
Ahora que todo había terminado, el de ojos color cielo se empezó a preguntar hacia donde irían, él recordaba que Sasuke le había dicho su plan del día, solo dos funciones. Por lo que suponía, debían irse a casa. Pero por alguna razón, ninguno caminaba en dirección a sus respectivos hogares. El ojinegro tenía una ruta en mente, no se la diría porque esta vez era algo mas especial que las dos veces anteriores. Por supuesto tenía que tener la aprobación de Naruto, aunque no le importo pues sabía que de todas formas le iba a gustar la sorpresa.
 
Ya era de noche y ambos seguían caminando en silencio, ninguno comentaba algo ni aunque sea trivial para amenizar la caminata. Eso en sí, no daba incomodidad a ninguno de los dos pero era necesario hablar, o al menos eso creía el rubio que ya estaba algo impaciente por llegar a donde se suponía que estaban yendo. Poco a poco, la ruta por la que pasaban se volvía más vacía y llena de naturaleza. Como si fuera un campo en medio de la ciudad con un lago transparente al lado. Naruto cada vez se desconcertaba mas, no se espero que Sasuke lo llevara a un lugar apartado.
 
Su cuerpo empezó a temblar, en su mente se hizo ideas sobre el misterioso comportamiento del mago, tal vez lo iba a matar y cosas así. Empezó a afligirse, no por nada se sentía arrastrado sin lugar a quejas  hacia un lugar desolado. Hasta que el ojinegro se detuvo repentinamente. Ahí cogió la mano de Naruto y le hizo caminar por una pequeña colina frente al lago, todo cubierto por muchos árboles. Él no tenía ni idea de como habían llegado ahí en unas cuantas horas, es mas, ni siquiera sabía de la existencia de esa zona rústica.
 
—¿Dónde estamos? —Se atrevió a preguntar.
 
—Estamos en lugar exacto para ver la última función.
 
—Pero dijiste que solo eran dos.
 
—Es que esta vez, solo tú y yo vamos a presenciarlo.
 
Naruto no dijo mas, una parte de él tenía miedo por lo que pueda pasar, pero la otra tenía curiosidad por saber que iba a realizar el azabache. Durante todo el trayecto del día, él lo había dejado bastante sorprendido con cada uno de sus actos, hasta el punto de empezar a creer vagamente de que tal vez la magia si existe. Ambos se sentaron en lo alto de la colina, encima del césped. Ahí miraron el cielo nocturno y como las estrellas junto con la luna se reflejaban en la claridad del hermoso lago.
 
—Naruto —llamó—. ¿Estás listo?
 
Él asintió con la cabeza, entonces el azabache le señaló el cielo. De pronto se escuchó un estallido, fuegos artificiales explotaban por encima de ellos, justo en el centro del lago, cosa que no era posible pues ¿quién podía reventar los cohetes desde ese lugar?
 
Naruto veía todo fascinado por tal llamativo espectáculo. Su corazón empezó a latir con fuerza y su respiración se volvió algo rápida de la emoción.
 
—Ahora, ¿crees en la magia?
 
Volteó a verlo, una sonrisa apareció en su rostro y un sutil brillo se reflejo en sus ojos.
 
—Si, creo en ella.
 
Sasuke también sonrió, se sentía complacido y sobre todo, satisfecho consigo mismo. Había logrado devolverle vida a aquellos ojos que él tanto adoraba. Por fin le había devuelto el favor que tantos años espero en poder encontrar la oportunidad para agradecerle.
 
—De nada.
 
Pero Naruto quién aún estaba maravillado, se cuestiono porque él. ¿Por qué él había sido escogido para mostrarle aquellos actos de magia?
 
—Sasuke, ¿por qué yo?
 
—Es algo que te debía desde hace mucho tiempo, Naruto.
 
—¿De qué hablas? —preguntó sorprendido por su palabras.
 
—Tal vez no lo recuerdes pero, hace años tú me ayudaste a seguir con mi sueño. —Al ver que Naruto seguía sin entender, procedió a contarle sus recuerdos.

 

• • • Magic - Flash Back • • •
 
Un niño de aproximadamente unos 6 años de edad, corría tranquilamente hacia el parque. Cuando llegó ahí, se coloco en medio de la zona y agarro su pequeña mochila que llevaba colgada en su hombro, para abrirla y sacar sus cosas.
 
Lo que primero que sacó fue una pequeña silla sin respaldar, luego un juego de cartas y finalmente, un sombrero blanco.
 
Se sentó en su silla, se colocó el sombrero y con las cartas en mano, espero pacientemente a que alguien se le acercara para hablarle. Pasaron dos horas, pero nadie lo hacía. Todos cruzaban de largo, ignorando su infantil presencia. Su rostro cambió, una tristeza apareció en sus ojos al ver que todos lo que pasaban por ahí no le hablaban, sino mas bien seguían caminando a sus destinos. Él a su corta edad, notaba que todos los de ahí tenían perdido el brillo especial que siempre había tenido su hermano mayor. Eran lúgubres, sin vida ni sueños ni esperanzas.
 
Suspiró cansado, el tiempo seguía avanzando y él seguía ahí sentado sin hacer mucho. De pronto un niño de su misma edad con el cabello rubio y ojos color cielo se acercó hasta él con aquel brillo en sus pupilas.
 
—Hola, soy Naruto. —Saludó alegremente—. ¿Qué haces sentado en medio del parque?
 
Sasuke aún conservando la postura, pese a que en su interior estaba lleno de emoción, sonrió de lado y le acarició los cabellos.
 
—Hago magia, ¿quieres ver un truco?
 
El pequeño moreno asintió de forma energética. Luego se sentó en el suelo, justo frente al ojinegro y se quedo viendo directamente a sus ojos. Eso puso nervioso al pequeño azabache, pero aún así no se dejo intimidar por su cálida mirada. Mas bien, con las cartas en sus manos empezó a removerlas hasta dejarlas sin algún orden en concreto. Cuando termino de barajar todo el paquete, él le dio a elegir entre alguna de ellas.
 
El rubio cogió el dos de corazones y según las indicaciones de su nuevo amigo, escondió su número entre las otras cartas sin que el mago lo viera.
 
—¿Listo?
 
El espectador volvió a asentir, ahora mas emocionado que antes pues no creía que él era capaz de adivinar su carta cuando la había escondido bastante bien a su parecer. Por su parte el blanquecino muchacho tiró todas las cartas al aire y estas instantáneamente se volvieron palomas blancas con franjas rojas, todas a excepción de una que cayó en medio de los dos.
 
Naruto gritó emocionado al ver las aves volar libres en medio del lugar, y aún más al ver su carta en el suelo. A su corta edad, ese había sido el mejor truco de magia que pudo presenciar.
 
—¡Eres genial! —Le halagó cogiendo su número y levantándose para ponerse mas cerca de él.
 
—Gracias.
 
Y de la nada, el rubio lo abrazo con fuerza mientras se empezaba a oír los gritos de sus padres, que preocupados lo llamaban para encontrarlo.
 
—Serás un buen mago. —Sonrió soltándolo—. Nunca lo abandones. A mi siempre me vas a hacer creer en que la magia si existe.
 
Dicho eso, se alejo corriendo hacia donde se oían las voces de sus padres. Para cualquier niño, esas palabras no hubieran significado mucho, pero para él que ya estaba desistiendo en renunciar a ser mago, en abandonar el sueño que su hermano mayor antes de fallecer le inspiró a realizar, esas palabras fueron como su salvación, un pequeño atisbo de esperanza que nadie mas pudo darle.
 
Y sin quererlo, soltó unas pequeñas lágrimas que se deslizaban tiernamente por su fino rostro. Quién le había devuelto su esperanza, fue aquel infante de cabellos dorados y mirada azul claro.
 
• • • Magic - Flash Back • • •

 

—No espero que lo recuerdes. —Comentó el azabache ante el sorprendido rostro de Naruto—. Solo quería contarlo. Además cuando te volví a ver, tú habías perdido el brillo que en ese entonces me hizo feliz. Supe también el porque mediante algunos contactos familiares y por eso, me dije a mi mismo que te ayudaría a recobrar tu esencia así como lo hiciste conmigo.
 
Se quedo callado, no sabía que decir. Solo dejo que las gotas saladas que caían de su rostro, hablaran por él. Era cierto, él no se había acordado de eso. Pero cuando se lo contó, a su mente vino aquel recuerdo que guardo en su mente bajo cuatro llaves.
 
Luego de ese día, el rubio volvía a ese parque con la esperanza de verlo nuevamente, pero este nunca aparecía. El tiempo paso y aquel trágico accidente que le sucedió a sus padres, le arrebato la felicidad que siempre llevaba consigo, hasta el punto de olvidar lo que era verdaderamente importante.
 
—Gracias. —Le abrazó a la par que humedecía su ropa con las lágrimas que aún soltaban sus ojos.
 
—Todo esta bien ahora Naruto. —Acarició su cabeza—. Ya no llores porque te ves como una nena.
 
Y con esas palabras rompió todo ambiente romántico que había creado. A cambio recibió un golpe en la nuca luego de separarse del acogedor abrazo. Por último, el rubio se froto los ojos limpiando todo rastro de tristeza en su mirada.
 
—Teme.
 
—Dobe.
 
Se miraron desafiantes, pero a los segundo estallaron de risa. No sabían cual era el chiste y aún así se reían como si todo fuera lo mas gracioso del mundo. Luego ambos volvieron a mirar el cielo, ahí seguía la luna brillando ampliamente la oscura noche.
 
—Sasuke, ¿y tu familia?
 
—Están bien. Pero yo no vivo con ellos pues cuando se enteraron de mi afición por la magia, enloquecieron. —Suspiró—. Una persona de mi estatus social no debía hacer "estupideces", así que querían imponerme estudios que no me agradaban y cosas así, por lo que cuando cumplí la mayoría de edad, me fui de esa casa.
 
—¿Y cómo le haces para vivir solo? —preguntó sorprendido al escuchar eso.
 
—Mi hermano me dejo una cuenta bancaria con mucho dinero, solo para mi. Use un poco de todo eso en lo que encontraba un trabajo para mantenerme y conseguir un lugar cálido donde vivir. Luego empecé con mis actuaciones en pequeños clubes y con la paga, hice que mis ahorros crecieran. Ya después de tener algo estable, deje de trabajar en esos lugares y me dedique a hacer actuaciones gratis en asilos, hospitales o jardines de niños. —Sonrió pensando en todo eso—. No fue fácil, pero tengo lo suficiente para vivir de esto y ser feliz. Además de que aún me queda mucho del dinero de mi hermano.
 
—Vaya. Realmente eres feliz, ¿eh?
 
—Claro, ¿por qué no serlo? —Presumió—. Tengo todo lo que quiero; un trabajo que me hace feliz, dinero suficiente para jubilarme, belleza inigualable y una gran compañía.
 
Por un momento el rubio se empezó a reír con fuerza al oír lo presuntuoso que podía llegar a ser el azabache. Lo de belleza, aunque era cierto estaba demás decirlo pues parecía todo un creído, pero no dijo nada en cuanto repaso una palabra: compañía.
 
—¿Tienes pareja? —preguntó algo desilusionado sin saber muy bien el porque.
 
—Por ahora no.
 
—¿Entonces por qué dijiste "gran compañía"?
 
El azabache lo miro fijamente y en sus labios se formo una sonrisa coqueta.
 
—Lo decía por ti, Naruto.
 
Al moreno se le subió todos los colores al rostro, no se espero que fuera a contestar aquello tan vergonzoso. Y justo en ese momento recordó lo que había sucedido ayer en la mañana cuando lo vio por segunda vez en su vida.
 
—¿De verdad te gustan mis ojos?
 
A Sasuke le sorprendió aquella pregunta, pero al instante entendió porque lo había preguntado. Él también recordó lo que le había dicho cuando lo vio por tercera vez en su vida.
 
—Yo no miento. —Susurró—. Me gustan tus ojos.
 
En eso cogió su mano y la entrelazo con la suya. Estaban muy cerca el uno del otro, pero pese a esa distancia tan corta, ninguno se aparto. Es mas, ambos se acercaron hasta rozar de forma leve sus labios. Un beso casto y sencillo, sin malicia ni desenfreno de por medio. Todo era algo... mágico.
 
Al separarse, Naruto se avergonzó. Y entonces le dio otro golpe en la nuca al azabache.
 
—¿Y eso por qué? —Se quejó el otro.
 
—Por besarme sin pedirme que sea oficialmente tu pareja, idiota.
 
Ambos se volvieron a reír. Sabían que en cierta forma, ese era un nuevo comienzo para ambos, que ninguno de los dos desaprovecharía.
 
—Entonces Naruto, ¿quieres ser mi novio?
 
—¿Así sin más?, ¿no habrá magia o algo así? —Se empezó a reír—. Esta bien, acepto tu declaración sencilla. Quiero ser tu novio, aunque suene raro.
 
Sasuke solo esbozo una sonrisa en la comisura de sus labios, Naruto era el único que lograba hacerle sonreír de esa forma. Pero tampoco lo diría, lo que menos quería era que se le subieran los zumos a la cabeza.
 
—Teme, ¿qué paso con tu hermano? —Intuía que tal vez eso no era apropiado de preguntar pero aún así quiso intentarlo.
 
—Falleció —contestó tranquilo—. Cuando cumplí los seis años, la enfermedad con la que cargaba desde que nació, empeoro. Luego de unos meses, falleció como estaba predicho.
 
—Lo siento —susurró triste.
 
—Esta bien. Yo lo recuerdo con alegría, pues fue él quien me enseñó como hacer magia y lo que conlleva hacerla.
 
—¿A qué te refieres?
 
Sasuke lo miro por un segundo y luego dirigió su vista hacia el lago. A su mente vinieron muchos recuerdos junto con su hermano mayor.
 
—Itachi sabía que yo me estaba volviendo un niño creído sin deseos ni sueños que me motivaran a ser una persona de bien. Todo lo contrario a él, que aún siendo mayor no perdía aquel brillo especial en sus ojos. —Empezó a contar—. Un día me hablo de la magia y aunque al inicio no le tome importancia, él me mostró un truco que me dejo maravillado. Fue el que yo te enseñe a ti la primera vez. En aquel momento sonreí como un tonto y me emocione al ver tal acto de magia, luego de eso me explico que la magia no solo es hacer trucos y engañar al público. La magia es algo que puede sacar al niño interior que cada uno tiene escondido bajo las miles de capas "adultas" que vamos formando mientras crecemos. La magia devuelve la esperanza, los sueños y los deseos que olvidamos con el pasar de los días, nos hace creer nuevamente en que no todo se basa en la realidad y que hay algo más allá de lo que podemos entender.
 
—Sasuke...
 
—Antes de que falleciera, fui al hospital a enseñarle el truco que había aprendido y entonces él sonrió diciéndome que lo haría bien en mi futuro, finalmente a las horas falleció con una sonrisa en su rostro.
 
Naruto se asombro por sus palabras, nunca creyó escuchar una historia tan conmovedora como esa, todo parecía tan irreal. Deseo entonces, haber tenido la oportunidad de conocer a su cuñado.
 
—Tú tienes un don. —Sonrió—. O tal vez me hayas lanzado algún tipo de embrujo o hechizo para que cayera en tus redes.
 
—Yo no soy brujo ni hechicero. Soy mago.
 
—Lo sé. —Lo abrazó—. Un mago algo arrogante, presumido pero amable.
 
Sasuke se dejo abrazar y en medio de la noche, se quedaron viendo como las estrellas iluminaban mucho mas que antes. Una noche mágica, una noche perfecta para el amor.
 
—Sabes, tú me has gustado desde la primera vez que te vi. —Admitió el azabache a la par que colocaba su brazo alrededor de la cintura ajena.
 
—Me amas, y como tú has admitido eso... yo te diré que, luego de aquella función regrese a ese parque todos los días para poder verte nuevamente.
 
Su miradas se encontraron, y sus labios no hicieron esperar mas a sus dueños. En un rápido segundo, ambos se besaron con algo más de pasión que la primera vez.
 
Tal vez todo estaba destinado a que sucediera así, o tal vez fue la magia que hizo a dos personas encontrarse para completar la mitad que les hacía falta. Cualquiera de las dos, aquellos amantes se perdieron entre sus caricias llenas de un amor guardada desde su mas tierna infancia. Algo infantil, algo mágico, pero al final un amor puro y sincero.
 
FIN.

 


 
Bonus:
 
—Espera Sasuke. —Le detuvo en su intento de querer volver a probar sus labios—. Qué yo recuerde, esa anécdota de nuestra infancia esta incompleta. Yo te dije algo mientras te abrazaba, ¿verdad?

El azabache por su parte giro su rostro hacia el otro lado. Era cierto, pero no quería admitirlo por razones de orgullo.

—¡Ah claro, ya recordé! —Exclamó feliz—. Te dije que usaras un sombrero negro en vez de blanco, de seguro te quedaría mejor y veo que me hiciste caso.
 
—Cállate.
 
Naruto al notar lo avergonzado que se había puesto su ahora pareja, se rió descaradamente. Al parecer Sasuke si le tenía una consideración muy especial para hacerle caso a tal grado.
 
Por su parte el de nívea piel intento disimular su sonrojo de muy mala manera, pues el pálido color de su rostro no ayudaba en mucho y menos ahora que a su mente venían los recuerdos siguientes a la contada anécdota. Y es que unos días después, el infante ojinegro aprovechó la visita de su tío Sai para exigirle de buena manera que le comprara un sombrero alto y negro para su cumpleaños. Desde luego su tío acepto gustoso pues era la primera vez que su serio sobrino le pedía algo a él.
 
—Deja de reírte.
 
—No te preocupes teme, esto queda entre nosotros. —Siguió regocijándose.
 
Al pasar unos cuantos minutos mas en los que el rubio termino de reírse completamente, suspiró alegre. Había tomado una decisión, algo que debió hacer desde la muerte de sus padres. Buscar su propia felicidad.
 
—Debemos irnos ¿no?, mañana tienes clases. —Intento cambiar el tema de conversación.
 
—No las tengo.
 
—Pero...
 
—Ya no voy a estudiar esa profesión. —Le interrumpió—. La verdad, quiero ser tu ayudante.
 
En eso el azabache soltó una pequeña risa, por mas que fueran pareja, jamás pensó en que su novio accediera a ese puesto reservado especialmente para él en caso de que decidiera ser su acompañante de magia.
 
Mala elección era la que había escogido Naruto, ya que no se imaginaba los vestuarios que le haría colocarse su arrogante azabache para asistir a los espectáculos. Sin tan solo se hubiese contenido a aquel impulso, tal vez se hubiera evitado en el futuro la vergüenza de cada día al salir junto con él al "escenario".
 
FIN.

Notas finales:

Otra vez me encuentro publicando aquí. Dicen que todos vuelven (?).

Si hay algún error ortográfico, me disculpo.

No tengo mucho que añadir, espero que hayan disfrutado de esta historia.

Si merezco un rewiew, con gusto lo aceptare (sonríe).

Adiós.

AkiraNatsuki.

 

Glosario:

*Nido; institución infantil.

*Faltriquera; bolsillo de las prendas de vestir o pequeño bolso.


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