Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

THIS IS WAR por minima

[Reviews - 72]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

3.- Carpe Noctem
-¡Búsquenlo!-

-Oh rayos, rayos, rayos…-

Corría con todas sus fuerzas, el muñón de su pierna ya le dolía y se estaba empezando a rozar con las ataduras de su pierna de hierro, seguramente terminaría con más de una ampolla pero no quería gastar ningún segundo en acomodar su prótesis o en alguna otra distracción, debía alejarse lo más rápido posible a cualquier dirección, eso era lo único que tenía en mente.

La noche era oscura y apenas podía ver más allá de lo que había enfrente de su nariz, hubo tropezones, caídas y golpes, pero se levantaba, se tambaleaba un poco, pero jamás se detenía, el sudor empapaba su frente haciendo que sus mechones se le pegaran en el rostro, no importaba, de por si no podía ver mucho, lo que si le molestaba era el frio, que con el sudor empapando su espalda y pecho se sentía de manera desagradable, la adrenalina ayudaba un poco a dispersar esa sensación, pero esta no dudaría para toda la noche o después de su carrera.

Luego se preocuparía de los pormenores de su situación, que seguramente formarían una lista que pareciera interminable, ahora debía alejarse más y más, a cualquier lugar lejos de sus captores en ese bosque.

Había sido una combinación de suerte e ingenio la fórmula de su éxito en su escape, y agradecía a toda deidad que se le venía en la mente que aquel plan tan improvisado y arriesgado haya funcionado.

Como su captor ordeno había reparado su invención, una especie de lanzador de cuerdas con pesas, como con el catalejo le habían dado todas las piezas que lo conformaban, algunas se mostraban mucho más afectadas que otras, pero nada que un poco de madera, brea y algunos golpes no arreglaran, estaba siendo vigilado por un par de guardias, los mismos que lo custodiaban atado en el poste, y como en aquella vez no creían que pudiera hacer grande cosa para escapar, que equivocados estaban.

Cuando el sol empezó a caer el general regreso a donde Hiccup se encontraba y exigió ver el lanzador ya terminado, para su satisfacción el joven herrero había cumplido sus expectativas, Hiccup nuevamente tuvo que escuchar su risa de satisfacción como los estruendos de una desgarradora tormenta, y como tales, no presagiaban nada bueno.

Cuando la primera estrella se divisó en el horizonte todo el mundo estaba preparado armado hasta los dientes esperando la llegada del enemigo, se notaba el cansancio en sus ojos y cuerpo, desde que tuvieron que lidiar con apagar el fuego ellos no habían tomado realmente un descanso, fue un ir y venir de todos ellos esperando el regreso del de escamas negras en cualquier momento, aun parecían fieros guerreros, aun así, bajo la vista de Hiccup, aquel cansancio les jugaría fácilmente en contra.

Mientras lo ataban a de nuevo a un poste con un fuerte nudo en sus muñecas, rezaba a cuanta deidad le ayudara a hacer el milagro de que su improvisado plan funcionara, y solo ocurriría, cuando el dragón de escamas negras apareciera.

No tenía nada en contra de este, y esperaba que no sufriera daños el, o más bien, que fuera a tirar del gatillo no tuviera tan buena puntería, aunque no sabía que tan buena puntería tenía el general, quien al parecer se había reservado el derecho de tirar el gatillo del arma.

Un par de horas pasaron, todos en vela, todos con los nervios de punta incluso él, hasta que apareció.

Realmente esta vez nadie fue capaz de verlo en principio por el color de sus escamas en el cielo nocturno, se percataron de su presencia hasta que nuevamente el dragón dispuso a lanzar bolas de fuego esta vez sobre algunos hombres.

Gritos de agonía y horror inundaron el campamento, e Hiccup fue testigo de todo ello.

Merecedores o no de este tipo de muerte, aun le parecía una forma horrible de morir para cualquiera aun sean desalmados guerreros como ellos, aparto la vista sintiendo compasión por ellos, sino morían, tendrían horribles y doloras quemaduras que si no cuidaban bien se infectarían y morirían por fiebre, él ya sabía de eso por experiencia propia.

Debía concentrarse él también en sus asuntos, de debajo de su mango saco un pedazo de fierro filoso y empezó a cortar la gruesa cuerda, en cualquier momento ocurriría.

El general observo desesperado como ese monstruo se atrevía a atacarlos con más descaro y crueldad, oh pero él se encargaría de que esta fuera su última noche en la faz de la Tierra, o al menos, la última noche que surcara los cielos.

El segundo decisivo fue cuando la bestia voló bajo la luz del astro nocturno, su figura, negra cual noche, salió bajo el círculo menguante de la luna y fue ahí que el general aplasto el gatillo.

Pasaron muchas cosas en ese segundo.

Al aplastar el gatillo un par de cuerdas con pesas fueran lanzadas con potencia en dirección al dragón de escamas negras, algunos hombres aún seguían luchando por apagar el fuego que cubría sus cuerpos otros yacían desmayados en el suelo por el insoportable dolor, un par de cosas se rompieron, una de ellas fue la cuerda que ataba a Hiccup, justo en el momento justo, otra, fue su tirador debido a su sabotaje a la hora de rearmarlo, si creían que iba a ser totalmente obediente y no hacer nada por tratar de escapar, realmente estos tipos se equivocaron.

La mejor palabra que describe a lo que le paso al tirador es que “exploto”, a pesar que no hubo fuego o pólvora por medio, solo una serie de tornillos y clavos sueltos y otras cuerdas y ligas demasiado tensas, la suma de todo aquello hace que todo explote a todas partes, tornillos, clavos y astillas de madera disparados a todas partes con tanta fuerza que al golpear la carne como pequeños proyectiles la cortaba y magullaba.

Mala suerte para el general que guardo el placer de tirar el gatillo, un placer que le costó caro.

Pero hombres como él pueden soportar este tipo de cosas y más, claro, estaba adolorido, sangrante por varios cortes, la confusión rápidamente es sustituida por la ira, ya que no es tan corto de pensamiento como para deducir lo que pasó.

-¡MALDITO! ¡Maldito herrero!-

Ese mocoso bastardo se había atrevido a traicionarlo, pero lo pagaría caro, primero le cortaría su pierna y luego lo judería hasta medio matarlo, cuando terminara con él ni lo reconocería su propio padre, desearía jamás haber nacido.

Fue corriendo a donde lo tenían atado, para solo encontrar el poste y una cuerda, se había escapado.

Y es por eso que Hiccup se encontraba corriendo en medio de un bosque desconocido por su vida y seguridad en esos momentos, huyendo de un ejército que lo perseguían cual jauría de sabuesos del infierno, pensándolo mejor, prefería los sabuesos del infierno, seguramente estos llegarían a tener mucho más piedad que estos hombres.

Horas pasaron, para persecutores y perseguido, y el sol no espero a que terminaran su búsqueda para salir al encuentro de otro día.

La quietud casi sepulcral que existía en esos lares desconocidos había sido perturbada más de lo común durante toda la noche, como si el bosque decidiera tomar un descanso guardo silencio en las primeras horas de la mañana.

Mientras que en un extremo un sargento estaba enojado, colérico por el reciente escape e infructuosa búsqueda de su prisionero, desquitándose cuanto compañero o árbol o roca se encontraba enfrente, al otro extremo del bosque un muchacho prácticamente ya casi caía desfallecido.

Para ser un chico con una pierna falsa podía decir con cierto orgullo que corría rápido, mas haya de cualquiera de las expectativas de las personas que lo veían por primera vez, y quizás esa subestimación de sus captores le dio esa ventaja esa noche, aparte del obvio agotamiento que sus perseguidores habían adquirido al transcurso del día.

Sus músculos ardían dolorosamente, su pecho con unos pulmones sobre esforzados también, se derrumbó sobre una roca, sabía que eso no sería bueno para su salud, empapado de sudor y sobre una roca helada, o si, si esos locos no lo mataban seguro una pulmonía lo aniquilaría, rayos, debía de evitar pensar tan negativamente, al menos ya se encontraba lo suficientemente lejos.

PAZ ZASH

-Rayos- o al menos eso creía.

Oh por todos los cielos, a pesar de todos sus esfuerzos, de arriesgarse de esa manera, haber corrido toda la noche, y ellos lo encontrarían, ¿y se mantenía quieto?, tal vez si no hacia ningún ruido y se mantenía quieto no lo encontrarían, y a pesar de que ya no tenía tantas energías, no se dejaría atrapar sin luchar, aún tenía el pedazo de fierro filoso guardado, solo esperaba que no tuviera que llegar hasta el extremo de usarlo.

-¡Groar!-

-¿Uh?- momento, eso no sonó como a esos soldados, o a algún animal típico del bosque y ¿entonces que era?

Miro más detalladamente su alrededor, más específicamente las puntas de los árboles que podía ver, eran altos y escasos de hojas, con una corteza algo oscura, pero eso no era lo que le interesaba específicamente, sino más bien el hecho que alguno de ellos presentaban las puntas rotas, si, estaban rotas, como si algo los hubiera doblado hasta romperlos, oh por Odín, eso significaba que…

-¡GROARRRR!- otro rugido, mucho más fuerte resonó a sus espaldas, y más de esos sonidos que parecían golpes contra el suelo que no eran como pisadas de soldados como hubiera pensado antes.

Tal vez era porque estaba muy cansado y ni energías tenia para pensar racionalmente para su auto preservación, tal vez era que tenía una naturaleza curiosa desde su nacimiento, tal vez solo quería ver, tal vez era el destino, o una muy mal decisión, aun así se asomó, volteándose boca abajo y arrastrándose hasta la orilla de roca hasta asomar un poco la cabeza, lo suficiente para ver qué era lo que se encontraba al otro lado.

Y ahí estaba, la mismísima bestia que tantos problemas había causado el día anterior con su poderío, ahora atada por las cuerdas rodeando su imponente cuerpo de escamas negras impidiéndole volar y escapar.

Al parecer el general si había tenido éxito a la hora de dispararle a su adversario.

Oh bien, se encontraba atrapado por lo que no podría hacerle nada a él, no era un peligro… por el momento.

Ahora simplemente tenía que irse sin llamar la atención, seguía atado pero eso no quitaba el hecho de que aun podía escupir fuego, había llegado tan lejos como para ahora terminar como una brocheta humana muy cocida, no, no gracias.

Tenía que seguir alejándose sino lo volverían a capturar y estaba seguro que esta vez no serían tan “amables” con su trato hacia su persona, o si, ya había visto los ojos de ese sargento cuando lo había mirado a él, una mirada desprovista de cualquier bondad o piedad, la de alguien sádico, no se tocaría el corazón a la hora de actuar y cumplir sus objetivos sin lugar a dudas, un monstruo, definitivamente un monstruo.

Por eso tenía que alejarse, aun no estaba a salvo, no hasta que volviera a su aldea, o las tierras lo más cercano a ella, por lo que sabía había peligro por doquier.

-Grooarr-

Y por lo que sabía, en estos momentos no era el único que se encontraba indefenso.

-Esta debe ser una de las peores ideas que he tenido en mi vida-tal vez era el cansancio, o el estrés extremo del secuestro y todo lo demás le habían zafado más de la cuenta cosas en la cabeza que se encargaban de su auto preservación –he perdido la cabeza, sin lugar a duda-

Solo a él se le ocurría hacer lo que estaba a punto de hacer.

Hasta el más fuerte cae alguna vez, lo sabe, pero no hubiera esperado que justo a él le pasara literalmente aquella noche.

Se encontraba atacando nuevamente a ese ejército sin compasión, y al segundo siguiente mientras los sobrevolaba analizando su siguiente ataque algo lo había golpeado y envuelto, para después caer en picada hacia el bosque.

Golpes de las ramas al caer y luego el suelo duro golpeándolo, el dolor era insoportable, pero para un dragón como él este tipo de cosas no lo mataría tan fácilmente.

Los dragones eran inmensamente fuertes, pero no invencibles, no inmortales.

Hay fuertes cuerdas que lo atan ahora que se percata, entrelazadas de tal forma que sus esfuerzos al tratar de romperlas son inútiles, años entrenándose, peleando y tratando de sobrevivir y jamás imagino que terminaría de esta manera.

Se percata que se encuentra demasiado cansado, de tanta lucha, de tanto esto, de todo.

¿Este es el fin?

Sabía que algún día el también moriría, en una de sus tantas batallas, al parecer este era el día, no, no debía de pensar así, tal vez era el cansancio.

Ruge y se esfuerza por romper de nuevo sus ataduras, lo único que logra es saltar en el mismo lugar golpeando nuevamente en el duro suelo lleno de ramas y piedritas, es frustrante y daña su orgullo el haber dejado que lo hallan derribado de esta manera y no poder zafarse de esta situación.

Es cuando lo escucha, una ramita seca romperse y no es precisamente el quien lo provoca.

Lo han descubierto, alguien lo ha encontrado, y eso significa una sola cosa, su muerte.

Oh claro que no, no se iría sin luchar, solo que no tiene tanta energía ya por tanto luchar y la caída, y no está seguro de que tiene la suficiente energía para arrojar fuego.

-Puedo hacerlo, puedo hacerlo- escucha una voz suave y tartamudeante, no suena a alguien grande, es más bien joven.

¿Un joven soldado quizás?

No, no lo es.

Alza la vista cuando lo ve, pequeño, delgado, un niño, ¿un niño?

No esperaba encontrar a otro ser humano aparte de los miembros del ejército, este es un territorio estéril y salvaje, peligroso para cualquiera que no sepa sobrevivir por sí solo, y quienes sepan aun le sería difícil.

Así que es algo sorprendente para él encontrarse a un muchacho tan joven aquí, ¿estaría solo? ¿Perdido? ¿O peor?

Ha sido testigo en algunas ocasiones que los ejércitos utilizan como mascotas o menos a los propios miembros de su propia especie, humanos esclavizando humanos, esos son los peores, utilizan hombres, mujeres incluso niños, los doblegan de espíritu, los rompen, corrompen, y cuando no les son de utilidad los matan o venden.

¿Sería este chico uno de estos esclavos?

Hay temor pero también decisión en esos ojos… entonces ahora moriría bajo la mano de un niño, bien, que así sea, si es entre elegir morir bajo el puñal de uno de sus detestables enemigos o el de este chico, que sea el chico quien tenga la satisfacción de acabar con su vida, eso no le avergonzaría, preferiría eso a darle el gusto a cualquiera de ese maldito ejército.

Cierra los ojos resignado, este es el fin, escucha al muchacho acercarse y arrodillarse a su lado, y esas palabras que repite constantemente.

-Puedo hacerlo, puedo hacerlo… por Odín, por favor no me mates-

¿Qué? ¿Qué fue eso último?

Hiccup sostiene fuertemente su pedazo de fierro filoso, no es un cuchillo pero le servirá, cuando el dragón posa sus ojos en él jura que su corazón se ha detenido, espera una bola de fuego, mínimo un rugido, pero solo recibe esa penetrante mirada con esos enorme ojos, y luego, solo los cierra, simplemente, los cierra y deja caer su cabeza al suelo.

¿Es la resignación? ¿El dragón se resigna a morir?

Es amargo llegar a esas ideas, pero este no será el día en que mate a un dragón, y espera que tampoco sea el día en que un dragón lo mate a él.

Se hinca al lado del dragón y vuelve a rezar que esta que ha sido la más descabellada de sus ideas no cause su final, aunque pensándolo bien, si tiene que elegir enfrentarse a ese general o al dragón en peligro de muerte, se inclina por el dragón.

Agarra las cuerdas y las corta lo más rápido que puede, bajo unos ojos sorprendidos que no pueden creer lo que está pasando, si puede evitarlo, Hiccup no dejara que ese ejército dañe a nadie más, aun si es un desconocido y muy potencialmente peligroso dragón.

Justo cuando la última cuerda es cortada Hiccup retrocede rápidamente hasta que su espalda choca con una gran piedra, la misma en la que se tumbó no hace mucho tiempo, es capaz de observar como las enorme alas negras se estiran en todo su esplendor mientras que el dragón se incorpora, nuevamente siente como si su corazón fuera capaz de dejar de latir y no es capaz de respirar.

Libre, ¡Esta libre!, extiende sus alas adormecidas por horas de estar aprisionadas y se siente magnifico… pero ¿Por qué?

Mira al muchacho, ojos enormes y verdes le observan, le recuerdan a prados verdes y fértiles, a gemas brillantes bajo la luz del sol, a mares verdes llenos de vida, le recuerdan a tantas cosas y a la vez no se parecen a ninguna cosa que había visto antes, y este mismo muchacho poseedor de estos ojos le ha liberado.

Se quedan por largos segundos unidos por la mirada, expectantes, pero ninguno se movió.

Esto era tan confuso tanto para el muchacho de ojos verdes como el dragón de escamas negras.

Lo siguiente que Hiccup supo es que el dragón le gruño y se fue perdiéndose en el bosque.

-¿Qué?... oh gracias Odín, sigo vivo-

Bien, eso había salido bien, seguía vivo, no creía que pudiera recuperar la movilidad y coordinación de sus extremidades en un rato, pero seguía vivo, sin lugar a dudas las creaturas que decían que habían salido del mismo dominio de la diosa Hel eran más piadosas que el general y su ejército.

Y hablando de estos, una vez ordenado enterrar a sus caídos, el general se adentraba una vez más al bosque separado de sus hombres, ese maldito herrero pagaría su traición costara lo que costara.

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).