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Un chico gay con fetiches extraños por aleii

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Notas del capitulo:

Aloo alooo

buenoooo ya se que tarde un poco en subir cap

pero al fin esta aqui!!!

Yeiii hahahaha 

espero que todos esten bien, disfrutando de

las vacaciones ;)

Saludos!!!

7-Obscuros rincones

-¡Este sábado tenemos fiesta!-grito Alex con emoción, saltando sobre mis brazos; al ver su clara intención de aferrarse a mi cuerpo, reaccione moviéndome a un lado, haciéndolo trastabillar-¡oye!-se quejó, lanzándome una furiosa mirada-¡casi me caigo!

-Fue tu culpa-murmuré, cruzándome de brazos

-Bueno, bueno, luego se pelean, ahora continúa con lo de la fiesta Alex-apremió Natalia al castaño, esperando a que continuara

-Ya se me paso la emoción-refunfuño este, volviendo a lanzarme una mirada malhumorada

Solté un resoplido. No iba a caer en sus jueguitos. Ya me bastaba y me sobraba con Julián como para cargar con otro idiota en mi vida.

-Fer…-ronroneo Natalia, sonriéndome

-¿Qué?-pregunté toscamente, mirándola. Esta me observaba con una traviesa expresión en su rostro

-Anda, ayúdame a animar a Alex-pidió

Ahora fue mi momento de mirarla enojado.

-No-me negué

-A mí no me quiere, así que yo no puedo hacer nada-se quejó, poniendo aquel tono meloso en su voz. Lo odiaba. Siempre lo usaba cuando quería conseguir algo. O cuando quería tener sexo.

-No uses a Fernando-dijo de la nada Daniel, apareciendo en la mesa

Lo mire agradecido. Si había alguien normal en el grupo de amigos, ese era él.

-¡Calla! ¿¡No ves que esto es de vida o muerte!?-exclamó de manera dramática Natalia

-Bueno, aunque he oído que la fiesta será sensacional…-murmuró Daniel, lanzándome una fugaz mirada

En realidad, Daniel no era el normal del grupo, solo era el más astuto, calculador y manipulador de todos. Siempre sabía qué hacer para convencernos de hacer algo, sin que nos diéramos cuenta. ¡Era aterrador!

-Ok, ok-mascullé, poniéndome de pie, y sentándome a un lado de Alex. Este, al verme, fingió estar sorprendido, y rodeo con sus brazos mi cuello, pegándome a él.

-Bueno, ¿ahora puedes continuar?-preguntó Natalia

-Bien, pues la fiesta es de Salvador, ¿lo recuerdan?-preguntó emocionado, sabiendo de antemano que ninguno tenía idea de quién era ese tal Salvador. Si Alex era excelente en algo, eso era el cotilleo, y los chismes de la escuela.

-Ninguno de nosotros tiene idea de quién es ese tipo-murmuró Daniel, sacando tranquilamente unos cuadernos de su mochila, dejándolos uno a uno sobre la mesa

-¿Piensas estudiar en este momento?-pregunté, comenzando a notar como las manos de Alex bajaban lentamente por mi espalda. Como sabía que era inútil decir algo o negarme, simplemente me quede quieto, esperando a que pasara lo peor.

-Sí, bueno, ya sabes que no me gusta salir mal-afirmó, esbozando una media sonrisa

-Escoges los peores momentos para hacer las cosas de la escuela-masculló Natalia

-Esa es la razón por la cual siempre sales mal-señalo Daniel, mirándola-para ti, ningún momento es el adecuado

La castaña refunfuño algo entre dientes, cruzándose de brazos. No comprendía porque esos dos siempre estaban peleando. Bueno, en realidad si lo entendía, solo que prefería no tocar el tema, era algo tabú en el grupo. Hacía unos meses, en una de las tantas borracheras sabatinas que solíamos tener, Natalia y Daniel habían terminado enredándose. Y al decir enredándose, me refería a que habían tenido sexo. Mucho sexo. Por lo que me había contado ella, se la habían pasado haciéndolo una y otra vez: “follamos como conejos”. Pero luego de eso, Daniel no hizo nada por que se volviera a repetir aquello, y Natalia, como toda buena mujer dramática, lo había tomado como una ofensa a su persona, y ahora cualquier cosa que él decía, lo tomaba a mal.

-A nadie le importa lo que tú opines Daniel-refutó la castaña-mejor continua con la historia esa del tal Salvador

A estas alturas, una de las manos de Alex ya se encontraba sobre mi trasero, y la otra muy cerca de mi entrepierna. Pero ya era imposible hacer algo para poder alejarlo, al menos si quería que siguiera hablando sobre la tan famosa fiesta a la cual habíamos sido invitados.

-¡Ay, enserio que ustedes nunca están enterados de nada de lo que pasa en esta escuela!-se quejó-pues bien, Salvador era el chico que estaba saliendo con Gerardo, ¿a él si lo recuerdan?, el chico con excelente trasero pero pésimo peinado

-¡Claro, el de los chinos extraños!-exclamó Natalia, comenzando a seguirle el hilo a la historia-pero no sabía que era gay, solo pensaba que era raro

-Bueno, pues raro o no, es gay, y salía con Salvador, un chico algo mayor pero que también había asistido a la escuela; y al parecer esos dos se conocieron porque una coordinadora le había sugerido a Gerardo que tomara clases extras con Salvador, para así poder subir sus calificaciones. A lo cual, me supongo todos se pueden hacer una idea de cómo terminaron las dichosas clases.

-En sexo-afirmó Daniel, retirando la mirada de sus apuntes

-Exacto

-¿Y luego?

-Pues nada, que esos dos eran novios, pero resulta que Salvador era todo un Don Juan, y no solo salía con el pobre de Gerardo, sino también con Amanda, una chica de primero, con Ernesto, uno de segundo, y con Joaquín, uno que acaba de salir de la prepa.

-Bueno, pero… ¿a qué viene todo eso?-preguntó Daniel-no entiendo que tiene que ver el hecho de que Salvador es infiel, con la fiesta

-Ni yo-informé, sintiendo los dedos de Alex sobre el cierre de mi pantalón. En estos momentos sería la persona más afortunada, si al coordinador Xavier, se le ocurriera pasar por aquí, y nos mandara a Alex y a mí a la dirección por comportamiento “depravado”. En mi caso no pasaría de un regaño, ya que sería la primera vez, pero no sería lo mismo con el acosador de Alex.

-Pues nada, que la fiesta es de Salvador-dijo el castaño, como si fuera la cosa más obvia del mundo

-¿Y para eso tenías que contarnos toda su historia?-pregunté

-¡Claro! ¿Se imaginan el drama que va a haber? ¡Están invitados los cuatro: Gerardo, Amanda, Ernesto y Joaquín!

-Ósea que los cuatro están enterados de lo que les hizo salvador-señale

-Exacto

-¿Y piensan ir?-preguntó Natalia-bueno, yo iría para partirle la cara a ese imbécil, pero…

-¿Y cómo conseguiste que nos invitara a su fiesta?-preguntó Daniel, interrumpiendo a Natalia, la cual no dijo nada, y solo lo castigo con una dura mirada.

-¿Cómo?, pues también estuve liado un tiempo con él-explico Alex

-No me digas que tuvieron sexo-murmuré-no, olvídalo, es obvio que te acostaste con Salvador

Esta vez, alejé de un golpe su mano, volviendo a mi lugar. No conocía a persona más depravada que Alex. ¡Meterse con ese Salvador! ¡Solo sabría Dios con cuántos hombres y mujeres había estado!

-Bueno, sí, nos acostamos un par de veces, pero no fue nada del otro mundo Fer, no hay necesidad de que te pongas celoso-ronroneo el castaño, deslizando sus dedos por mi mejilla

-¿Quién dijo que estaba celoso?-mascullé-tu vida sexual me tiene sin cuidado, solo que me estaba preguntando cual era tu límite

-No tiene límite-afirmó Daniel, sonriendo-no todos estamos preparados para eso

-Él si me entiende-afirmó Alex, sonriendo

-Bueno, pero regresando a lo importante, ¿estamos invitados?-insistió Nat

-¡Claro! ¡Toda la escuela lo está!-exclamó

-Entonces no había necesidad de que nos contaras todo eso y de que chantajearas a Fer-gruño Natalia, frunciendo el ceño

-Pues no, pero fue divertido poder manosearlo un poco ¿o no?-dijo el castaño, dirigiéndose exclusivamente a mi

A lo cual le conteste con una mueca

-Te odio-mascullé-así jamás vas a tener sexo conmigo

-¡Claro que no!-exclamó Natalia-además él es de el rubio, así que esta apartado

De golpe, me giré hacia mi bocazas amiga, ¿Qué demonios…? ¡Porque decía eso!

-No me digas ¿funciono tu plan?-preguntó Alex

-¿Qué plan?-preguntó entonces Daniel, mirándome con curiosidad-¿de qué rubio estamos hablando?

-¡A callar! ¡Esto es algo ultra secreto que ustedes dos, metiches, no pueden saber!-exclamó Natalia, orgullosa de ser la única enterada de todo, pero como veía las cosas, dentro de uno o dos días, Alex y Daniel ya estarían enterados de todos. ¡Perfecto!

-¡Oh vamos, no seas envidiosa, cuéntanos!-refunfuño Alex, haciendo puchero

-No

-En algún momento lo vamos a saber-amenazo Daniel-¿no sería mejor que ustedes nos contaran?

¡Aghhhhh!

-Será mejor que se esfuercen-masculló Natalia, mirando a Daniel, retándolo. Luego, se incorporó de la mesa, jalando conmigo. Al parecer, la guerra había terminado. Y Nat era la ganadora.

Ya alejados unos cuantos metros de la mesa donde habíamos estado sentados, la castaña se apretujo contra mi brazo, emocionada.

-¡Esa es tu oportunidad!-afirmó, mirándome

-¿De qué hablas?

-Puedes hacer que Julián caiga, una vez más

-No, nada de planes Natalia, hablo enserio-dije firmemente, mirándola

Luego de aquella maravillosa tarde en casa de Julián, las cosas habían vuelto a la “normalidad”, y con eso me refería a ignorarnos mutuamente. Me suponía que el rubio debía estar cargando con una gran culpa, y sentimientos encontrados. Aunque en ese momento había dicho que todo estaba bien, era claro que en realidad pensaba otra cosa.

Y la verdad es que yo no estaba como para aguantarle sus repentinos cambios de humor. Un día sí, otro no, de nuevo sí, ¡estaba harto!, si quería coger conmigo, pues bien, si no, pues mejor.

-Oye, no te desanimes, Julián debe estarla pasando mal

-Yo también la estoy pasando mal-me quejé

-Piensa que él es el típico estereotipo de macho en busca de hembras

-Eso ya lo se

-Pues ahora imagínate que de repente a este macho, de la nada le empieza a gustar un hombre, uno muy lindo por cierto-dijo, e inevitablemente sonreí-un hombre que además es su primo, ¡obvio que debe estar pasando por un terrible caos mental!, aunque yo no lo pensaría tanto, y te llevaría a la cama en unos segundos-añadió, guiñándome un ojo

-Eres una loca-murmuré, abrazándola-bueno, anda, cuéntame tu maravilloso plan

-¡¿Vas a hacerlo?!-preguntó emocionada

-No lo sé, primero tengo que escucharlo

 

 

Y así, el tan esperado sábado llego. Sin pena ni gloria, y ni con un solo encuentro de telenovela con Julián. Enserio que me tenía que buscar una vida propia, todas mis actividades giraban en torno a ese idiota. La semana entera me la había pasado haciendo diversos planes con Natalia, sobre cómo podría volver a conquistarlo, pero al final ninguno nos terminó convenciendo. Bueno, en realidad ninguno me termino convenciendo a mí; todos eran demasiado arriesgados y en la fiesta habría medio mundo de gente, y todos conocidos de la escuela. Ya estaba confirmado.

A lo largo de los días, lo único que se había escuchado entre los alumnos había sido la dichosa fiesta del dichoso Salvador. Entre eso, y los rumores que giraban en torno a él y a sus múltiples parejas, ese se había vuelto el tema de conversación. Era claro que nadie faltaría al evento. Sería perder media vida social, como solía decir Alex.

Así que al final, en lo único que habíamos terminado poniéndonos de acuerdo Natalia y yo había sido en que debía usar mi sensual lencería, y ropa sumamente provocativa. De esa manera, al menos podría captar la atención del rubio, o eso pensaba Natalia, yo aún no estaba muy seguro de eso.

Por lo que ese día, tuve que escaparme a casa de la castaña, para poder arreglarme y escoger la vestimenta adecuada. Era claro que si mi madre me veía saliendo de la casa con un ajustado pantalón, me regresaría directo a la habitación y no me dejaría salir.

Pero los papás de mi amiga Nat eran un caso totalmente diferente. Eran unos completos liberales y su hija podía salir vestida con una putifalda, y ellos no dirían nada. Incluso elogiarían su atuendo.

-¡Que celoso estoy!-me quejé, rodando sobre la cama

La castaña me miraba por el espejo, mientras se probaba un ajustado vestido azul fosforescente, intentando que sus pechos no se salieran de este.

-Tienes unas bubis gigantes-dije, mirándola huraño-si yo tuviera esos pechos y esas caderas, seguro que Julián estaría rogándome

-¡Cállate!-exclamó esta, lanzándome una tanga a la cabeza

-¡Agh! ¡Asco!-mascullé, lanzándola a un lado-¡estaba usada!

-Ya lo sé, ese era el chiste-dijo, girándose-así que si no quieres que te siga lanzando ropa interior sucia, será mejor que cambies ese estado de ánimo

-Solo te comentaba lo buena que estas

-Gracias, que amable, pero tú también tienes muy buenos atributos

-¿Ah sí? ¿Cómo qué?-pregunté huraño

-Esas preciosas nalgas con las que cargas-contesto, sonriendo-y además eres bastante guapo, así que no te quejes

-Eres una loca

-Lo sé, y bueno, comienza a cambiarte o llegaremos tarde-afirmó, lanzándome a la cara una tanga. Esta vez, era mía.-enserio, si fueras hetero, ya que habría comido-ronroneo, guiñándome un ojo

-Depravada-murmuré, sacándole la lengua, para luego ponerme de pie. Sobre el suelo había cientos de prendas que me había probado frente al espejo, eligiendo junto con Natalia el mejor.

Al final nos habíamos decidido por un ajustado pantalón negro, que hacía juego con una camiseta blanca.

-Sigo pensando que luzco como Harry Styles y ya sabes cuánto odio esa banda-me quejé, cruzándome de brazos

-¡Oye, que ese hombre es un Dios!

-Lo que sea, pero no me gusta eso de vestirme como él

-Cállate, Harry es sexy y ya quisieras tu tener a un hombre como él en tu cama

-Bla bla… bueno, ya no importa, vámonos que luego se acaba el alcohol y tengo ganas de tomarme unos buenos caballitos

-¿Para animarte con Julián?-preguntó Natalia, arqueando una ceja

-Sí, sí, para lanzarme sobre él y meterle la lengua hasta media garganta-dije medio en broma, medio dándole el avión, medio hablando enserio

-Bien, vámonos

 

 

-¡Dios mío!-exclamó Alex, aferrándose a mi brazo, mientras Daniel nos intentaba abrir paso entre el mundo de gente.

Justo como nos habíamos imaginado, la casa del tal Salvador estaba llena de alumnos de la preparatoria. Y el lugar estaba a reventar.

Las personas se contoneaban y brincaban de un lado a otro, haciendo de cualquier pequeño lugar, su pista de baile personal. En el camino hasta el patio trasero, un chico había derramado cerveza sobre mi pantalón, mientras que una chica, había estado a punto de quemar mi brazo con su cigarrillo.

Si, el lugar estaba lleno.

Así que sería imposible encontrarme con el rubio, ¡de maravilla!, ahora tendría que aguantar el roce de la tanga toda la noche, y para nada.

-¡Es increíble! ¿No?-exclamó Nat, intentando hacerse escuchar sobre la música-¡me preguntó si esta noche habrá pelea!

-Eso nadie lo sabe, pero seguro que habrá mucho sexo-afirmó Alex, sonriéndome

-Eso es obvio, no había necesidad de decirlo-murmuró Daniel, tirando de mí brazo

Los cuatro íbamos en fila india, tomados de las manos, evitando a toca costa ser separados. Daniel encabezaba el grupo por ser el más alto, abriéndose camino y sorteando a las personas. Por fin, minutos después, logramos llegar hasta el jardín trasero, el cual también estaba lleno de gente, pero no tanto como adentro de la casa.

-¡Ah, aire libre!-exclamó Natalia-¡y alcohol!-añadió, saltando emocionada hacía una larga mesa, llena de lo que parecían vasos sucios, limones usados, y varios pares de botellas.

La castaña al instante tomo unos cuantos vasos que lucían casi limpios, y comenzó a llenarlos con tequila hasta el borde. ¡Esa mujer nos quería emborrachar! Luego regreso, distribuyéndolos entre los cuatro.

-Bien, es hora de hacer un brindis-afirmó

-¿Un brindis porque?-preguntó Daniel, mirando dudoso el vaso

-¡Por nuestra primera borrachera del mes!-gritó, alzando el brazo

-¡Por la primera peda!-la siguió Alex

Al final, Daniel y yo también terminamos siguiéndoles la corriente.

-¡A tomar!-grito Natalia, y entonces los cuatro nos bebimos todo de un trago. Al hacerlo, puedo jurar que había estado a punto de vomitar. El tequila era de pésima calidad, y el hecho de que tuviera el estómago vacío tampoco ayudaba mucho.

-¡Puaj! ¿Qué nos serviste?-preguntó Alex, sacando la lengua

-Tequila “Herradura blanca”

-¿Qué tequila es ese?-preguntó Daniel, mirando su vaso

-Ni idea-murmuré, comenzando a sentir el típico calorcito, subiendo por mi garganta

-La idea es emborracharse quejicas-murmuró Nat, tomando nuestros vasos, yendo de regreso a la larga mesa. Minutos después, volvió con los vasos llenos.-tomen, hasta el fondo-ordeno

Para ese punto, a todos nos había afectado en algún sentido el tequila, así que sin rechistar, nos tomamos otro.

-Cada vez es más sencillo tragar esto-comentó Daniel

-Pues como no, esto te adormece los sentidos-dije

-Bien, uno más, y cada uno se va a dar una vuelta-afirmó Natalia, yendo una vez más hasta la mesa-ya saben, hay que checar la mercancía-dijo al regresar

Una vez más, todo aquel líquido ligeramente amarillento, entro directo de un trago. Luego de aquello, comencé a sentirme mareado. Y valiente. Y caliente. Y con ganas de encontrar a Julián.

-Bueno, damos una vuelta, y luego regresamos. Con alguien o con las manos vacías, no importa ¿entendido?-señalo Alex

Todos afirmamos, y entonces cada uno se fue por un lado, perdiéndose entre el mundo de gente. Al verme rodeado por una chica de cabello rosa y un chico de cabello azul, me pregunté si sería capaz de recordar el camino de regreso hasta el jardín trasero. De todas maneras, yo sería el que tardaría más.

Encontrar entre todo ese mar de personas a mi rubio sería difícil. Entre eso, y el hecho de que el suelo se movía ligeramente bajo mis pies, no estaba seguro de poder hacer nada.

Al final, luego de un rato, logre dar una vuelta a toda la sala de estar, sin lograr dar con Julián; incluso me había encontrado con Gerardo, el cual esta vez llevaba el cabello alaciado, pero del rubio nada. Quizás no había ido a la fiesta.

Hasta ahora no había tomado eso en consideración.

Ligeramente frustrado, decidí ir al piso de arriba. Aunque estaba seguro que ahí solo me encontraría con chicos teniendo sexo, pero no perdía nada intentando.

Pero al subir, me sorprendí bastante al encontrarme con que al igual que lo estaba la parte de abajo, el lugar estaba lleno de gente, no sabía si estaban haciendo cola para poder tener un momento a solar en una de las habitaciones o para ir al baño, pero el punto es que había muchas personas.

Entre ellas, para mi buena suerte, se encontraba Julián. Estaba recargado sobre la pared, moviendo con lentitud su vaso de plástico rojo, mirándolo fijamente. Al instante, noté como un cosquilleo recorría mi cuerpo, y sin pensarlo mucho, me acerque hasta él.

Seguramente el alcohol estaba ayudando mucho con este encuentro, ya que mis nervios se encontraban a raya, pero podía notar el rápido palpitar de mi corazón, y el típico sudor en las palmas de las manos.

-¿Por qué tan solo?-pregunté-¿Dónde dejaste a la morena?-los últimos días, el rubio se la había pasado con una chica llamada Mónica, de largo cabello negro y grandes ojos azules

-En el baño-murmuró, lanzándome una mirada de reojo-¿y tú? ¿Dónde está tu grupo de amigos?

Me encogí de hombros

-No sé, quedamos en dar una vuelta

-¿Para?

-Para checar la mercancía-dije, repitiendo lo que había dicho Natalia

El rostro de Julián se ilumino al escucharme decir aquello.

-¿Ah sí?

Afirmé

-¿Y me estabas buscando?

Por inercia, moví la cabeza, afirmando nuevamente. Pero al instante me arrepentí. ¡Dios! ¿Ya estaba borracho?

-Bueno no, solo subí a este lugar y… te vi… y quise saludar, eso es todo-dije, sin sonar nada sincero

-Ajá-murmuró Julián, arqueando una ceja. Era claro que no me creía ni un poco-y dime ¿has visto algo interesante hasta ahora?

-No mucho, una chica de cabello rosa

-Hablo de la mercancía Fernando

Ya lo sabía, pero prefería fingir que no entendía. La verdad es que todo este tiempo lo había estado buscando a él. Pero ahora que se encontraba frente a mí, no sabía qué hacer, en realidad solo tenía ganas de dar media vuelta y huir.

-Pues no, no he visto nada interesante-mentí

-¿Enserio?-insistió, acercando su rostro al mío

-Enserio-murmuré

-No te creo-afirmó, mirando directo a mis ojos. Al hacerlo, sentí que me quedaba paralizado, y no solo por el hecho de que su mirada era aterradoramente deliciosa, sino también porque una de sus manos se había movido hasta mi trasero, apretando una de mis nalgas. La sorpresa había sido tanta, que no me había dado tiempo para reaccionar.

-Julián…-susurré, cerrando ligeramente mis ojos

-No me digas, ¿te estoy poniendo caliente?-ronroneo, acercando su boca hasta mi oído-qué te pone más cachondo Fer, ¿el porno, o yo?

En ese instante, Julián empujó ligeramente mi trasero hacía el frente, aproximándome hacía él.

-¿Qué? ¿No hay una respuesta?-preguntó, fingiendo una expresión triste-entonces te preguntare algo más sencillo… dime ¿traes esa irresistible ropa interior que tanto me gusta?

Al instante sentí como me ruborizaba.

-Claro que la traes-contesto Julián, sin dejarme hablar-¿intentas provocarme Fernando?

Moví la cabeza, negando

-¿Enserio?

-Enserio

-Vaya…-murmuró, de pronto empujándome levemente hacía atrás, distanciándonos-y yo que quería divertirme un rato

Al escucharlo decir aquello, note como mis ojos se abrían asustados. ¡No! ¡Yo quería estar con él!

-Eres aburrido cuando no eres sincero-masculló, regresando su mirada hacía la fila de chicas que se encontraba frente al baño

En ese momento, sentí que estaba por perderlo. Era claro que el muy idiota me estaba provocando, pero también sabía que si no tomaba la oportunidad, todo el esfuerzo de Natalia y mío se iría directo a la basura. Así que antes de que saliera Mónica del baño, estire mi brazo, buscando llamar su atención.

Moví mi mano hacía el frente, recorriendo lentamente su muslo. Ante el contacto, Julián se giró, mirándome sorprendido, pero fue solo por un breve segundo, al instante reacciono, mostrándome aquella medía sonrisa que lograba derretir a cualquiera.  

-¿Qué me dices si damos un paseo por los rincones más obscuros del lugar?-preguntó, sin alejar sus ojos de los míos. Cuando me miraba de esa forma, me sentía como si fuera su presa, inmóvil e indefensa, esperando ser devorada. Aunque eso, por alguna razón, me excitaba.

Al final, termine asintiendo y tome de su mano.

Como esperaba, me condujo directo hacía uno de los cuartos. En ese momento, pude ver a lo lejos a Daniel, observándonos, y arqueando una ceja al vernos entrar, pero no dijo nada. Julián cerró la puerta tras de sí y me apoyó contra la pared.

-No sabes lo cachondo que me pones-susurró

Uso una de sus manos para asir mi nuca y acercar mis labios hasta los suyos, dándome un beso hambriento y posesivo. Su lengua, comenzó a deslizarse dentro de mi boca de manera imperiosa, mientras que su cuerpo se presionaba contra el mío, inmovilizándome contra la pared.

Mis manos subieron hasta sus brazos que rodeando mi cintura, me elevaron hasta que mis pies se separaron del suelo; entonces rodeé sus caderas con mis piernas, y enredados en un apasionado beso, deje que nuestras erecciones se restregaran a través de la ropa. Sin poder evitarlo, comencé a gemir, entrecerrando los ojos y disfrutando del momento; la agitada respiración del rubio sobre mi cuello comenzaba a enloquecerme.

Inmovilizado bajo el agarré de Julián, me sentía en mi límite, y buscando aún más contacto, comencé a frotar mis caderas contra las suyas con mucha más fuerza.

Pero en ese momento él me soltó, poniéndome en el suelo.

-¿Qué pasa?-pregunté malhumorado, aún sin soltarme de sus brazos. Mi cuerpo parecía querer aferrarse al de Julián a toda costa.

-No puedo dejar sola a Mónica-explico

Solté un largo suspiro, preparándome para soltarle un tremendo rollo acerca de lo cobarde que era, pero entonces continúo hablando

-Pero no te preocupes, la llevó a su casa y regreso por ti

Al escucharlo decir aquello, sentí que mi corazón se detenía, ¿acaso estaba con un alto grado de ebriedad, al punto que comenzaba a imaginar cosas?

-Esta noche te quiero en mi cama-añadió en un susurro, pegando sus labios contra mi oído

Entonces, me guiño un ojo, y salió de la habitación, dejándome solo.  Por un momento, me quede en donde estaba, intentando procesar todo lo que acababa de suceder, pero parecía imposible, así que al final, tome una gran bocanada de aire, y salí de ahí.


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