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Un chico gay con fetiches extraños por aleii

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Notas del capitulo:

Aloooo alooo

  aqui esta el siguiente cap (: ya se que tarde como   mil años, y lo siento, pero bueno por fin   esta listo!   Por cierto, hotmail no me deja entrar a mi fucking cuenta    por algo del código de seguridad y no se que, por lo que   a la persona que comento y le pedí que escribiera, no logre leer   nada en caso de que me haya enviado algo, así que dejare mi    face en lo que arreglo el problema https://www.facebook.com/aleii.crz   Saludos!!!
8-Amarga sorpresa
Unas gotas de sangre salpicaron el rostro de Alex. El pelinegro, que se encontraba demasiado aturdido como para reaccionar normalmente, soltó una ligera exclamación de disgusto, la cual, fue interrumpida abruptamente por los gritos y chiflidos que comenzaron a hacerse a nuestro alrededor. 
-¡Tirale los dientes a ese canalla!-no dejaba de repetir nuestra querida Natalia, mientras que los demás invitados de la fiesta aplaudían y gritaban, motivando aquella pelea
-¡Son unos barbaros!-exclamó Alex, jalando de mi brazo, llamando mi atención
Note como se dibujaba una línea roja en su mejilla, debido a su inútil intento por quitarse la sangre que lo había alcanzado. 
-Bueno, tú mismo dijiste que esto podría pasar-le recorde, limpiando su rostro con la manga de mi sudadera
-Lo sé, pero eso no quiere decir que ellos no sean unos barbaros-reclamó indignado, cruzandose de brazos y poniendo aquella expresión de niño malhumorado que tanto le gustaba hacer
-Pues si, entiendo tu punto...-murmuré, pensando en que en este momento no me encontraría metido en tremendo lío si no fuera por ese tonto rubio. 
¿Porque tardaba tanto? ¿Donde demonios vivía la golfa esa? ¿En el otro lado del mundo? 
Si Julián tenía tantas ganas de follar, entonces debería apresurarse, porque a mi ya se me comenzaba a bajar la calentura que había sentido hace unos momentos, cuando habíamos estado encerrados en la habitación.
-¡En la cara, en la cara!-comenzó a gritar Natalia, alzando sus puños en el aire. Al verla tan entusiasmada me fue imposible no reír-¡Eso, así se hace cariño!
Su cabello castaño se elevaba en el aire, mientras ella daba pequeños saltos, apoyando a Gerardo. 
La cosa era que, hace solo unos minutos, justo cuando Julián había escapado con Mónica dejandome solo en la recámara, unos gritos se habían desatado en la fiesta, sobresaltadonos a todos. 
Al salir de la habitación donde me había estado cachondeando con mi precioso rubio, me había encontrado con Daniel, el cual se había ahorrado los irónicos comentarios hacía mi persona, y había tirado de mi brazo escaleras abajo, desde donde provenía todo el alboroto. 
Y al llegar al salón principal, nos habíamos encontrado con una tremenda sorpresa. 
Amanda había tomado una de las charolas de madera que había en el comedor, y ahora la estaba utilizando como un arma en contra de Salvador. Al parecer, ya le había soltado unos cuantos golpes ya que este se encontraba tirado sobre el suelo, intentando cubrir su rostro con sus manos. 
Nadie sabía con exactitud que era lo que la había provocado a hacer eso, bueno, además de los hechos que habían sucedido en el pasado.
E instantes después, justo cuando todos pensabamos que las cosas no podían empeorar, había aparecido Gerardo en escena, soltandole tremendo puñetazo a Salvador. 
Queda de más decir que aquello nos dejo con la boca abierta. 
Aunque lo que estaba sucediendo era algo que todos los invitados de la fiesta habiamos estado esperando, ahora que veíamos la situación frente a nuestros ojos, no podíamos más que estar sorprendidos. 
Solo faltaba que apareciera en escena Joaquín, para rematar. 
Pero no fue necesario, ya que momentos después de que Gerardo le soltara el golpe a Salvador, Amanda y él habían comenzado a discutir.
Al parecer no podían ponerse de acuerdo acerca de quién de los dos tenía más derecho de golpear a su antiguo novio.
-Las mujeres son indescifrables-murmuró Daniel, mirandonos a Alex y a mi.
-Y complicadas-añadió el pelinegro, soltando un suspiro
-Y preciosas, y amables, y dulces, y sin ellas no habría nada bueno en el mundo-intervinó de pronto Natalia, saliendo de entre un grupo de personas. Parecía que por fin se había olvidado de la pelea entre Amanda y Gerardo; y ahora venía por nosotros. 
En su rostro había una expresión más que enojada, y es que mi querida castaña era una gran defensora de las mujeres. 
-Solo dices eso porque eres un inútil con las mujeres-agregó con firmeza, mirando exclusivamente a Daniel
Este, que aún continuaba algo sorprendido por la súbita aparición de mi pequeña amiga, se quedo en la nada, sin saber que decir. Algo increíble, ya que Daniel siempre contaba con alguna ingeniosa frase bajo la manga. 
-Bueno, en eso tiene razón-murmuró Alex, secundando a Natalia
-Ay, tú callate que estas en el mismo barco-gruño la castaña, haciendo caso omiso del comentario del pelinegro-si ni siquiera Fer te hace caso
Aquello provoco unas cuantas risas de parte de Daniel,el cual al fin había logrado salir de su adormecimiento. 
-Pues creo que tú y yo estamos en las mismas, querida-masculló Alex, contraatacando-al menos yo puedo decir en voz alta quién me gusta 
-¡Como te atreves!-exclamó Natalia, mirandolo completamente indignada
Al ver la terrible situación que se avecinaba, pensé en huir. Odiaba estar entre la espada y la pared cuando esos dos comenzaban sus discuciones. Y más, cuando a Alex se le ocurría tocar el tema tabú del grupo, ósea, el secreto amor que Natalia sentía por Daniel. 
-Oh, que bien-murmuró justamente Daniel, soltando un largo suspiro. 
Era claro que al final de todo, él tendría que intervenir entre esos dos, evitando que sucediera lo peor. 
Y es que la castaña a veces perdía la razón, y más cuando estaba furiosa. Nadie quería verla tener una rabieta. Usualmente solía ponerse a tirar cosas, o en todo caso, a avetarlas por al aire. 
Eso era mucho peor. 
-Yo... creo que... ire un segundo al baño-murmuré, esperando en el fondo de mi corazón que Daniel no me hubiera escuchado, pero en ese momento note como tomaba de mi brazo, atrapandome. 
-Ah no, tú no te mueves de aqui-refunfuño, frunciendo el ceño-no me puedes dejar solo con estos dos
-Pero...enserio que tengo que ir al baño...yo...-comencé a balbucear, en un inútil intento por huir-tengo muchas ganas, y si no voy...
-Nada de ir al baño, además me debes una por lo de Julián
-¿Por lo de Julián?-pregunté, intentando sonar inocente 
-No te hagas, los vi a los dos, y si no quieres que me pase el resto de tu vida molestandote por eso...
-A mi me da igual lo que quieras hacer con él, el resto de su vida-masculló de pronto alguien a mis espaldas, tirando de mi cintura-pero por hoy es mío, así que dejalo en paz
Por un momento, me quede atónito.
Mientras el rubio tomaba de mi mano, y me arrastraba fuera del lugar, sentí que estaba soñando. ¿Sería posible que esta fuera la segunda vez que me rescataba? 
Podía ver como se desarrollaba toda la escena desde lejos, como si formara parte de alguna escena rómantica sacada de una película. O al menos eso sentía. 
-Oye, ¿podrías caminar más rápido?
Pero pronto la realidad me aplastó. Fue como si un frío balde de agua me cayera encima.
-Mis padres regresan en una hora, y quiero aprovechar el tiempo
Me aplastó vil y cruelmente. 
-Eres un calenturiento
-Y tú un pervertido ¿cual es el problema?-preguntó, mirandome de reojo
Me encogí de hombros
-Supongo que ninguno
Afuera, el frío aire nocturno me golpeo con fuerza, no solo provocandome unos cuantos escalofríos, sino también recordandome quién era realmente Julián. 
Y aquello, por más fuerte que quisiera parecer, me lastimó.
Un taxi nos esperaba a solo una calle de la casa de Salvador. 
-Así que por eso llegaste tan pronto-murmuré, mirando al rubio
-Era claro que no iba a caminar de ida y de regreso
Solté un suspiro. ¿En que demonios me estaba metiendo? ¿Realmente era esto lo que quería? Mi grave error era que me estaba liando con un tipo del cual estaba enamorado, y la regla número uno de los "amigos con derechos" era: nunca enamorarse. 
Era lo peor que podías hacer. 
Ambos subimos con prisa dentro del coche, y este se puso en marcha al instante. Era claro que Julián le había dado instrucciones, ya que el conductor ni siquiera preguntó a donde ibamos. 
Entonces, ya sentado en el taxi, con la calefacción a tope, y envuelto torpemente entre los brazos del rubio. 
Oh, si, Julián había intentado rodear mi hombro como solían hacer las parejas, pero al parecer al final había cambiado de opinión, y había dejado su brazo a medias. 
Recorde lo que había mencionado al salir de la fiesta. 
"Mis padres regresan en una hora."
¿Acaso eso significaba que...?
-Julián, tengo una duda
-Mmm
-Bueno, en realidad tengo dos dudas
-¿Cuales?
-Primero... ¿que es exactamente lo que vamos a hacer?
Un volantazo de parte del conductor nos sorprendió, el coche se salió hacía un lado del camino durante un segundo, logrando sobresaltarnos a ambos. Al parecer, el chofer no se había esperado que los dos chicos que se encontraban en el asiento trasero de su taxi, hablaran sobre un tema tan íntimo. 
-Ejem, bueno, yo ¿enserio quieres hablar de eso ahora?-preguntó Julián ligeramente cohibido
-Es necesario
En respuesta, el rubio soltó un largo suspiro
-Pues supongo que vamos a hacer... eso
-¿Eso?
-Sí, eso
-Ósea, vamos a tener sexo-aclaré
Al decir aquello, me había ganado una indignada mirada de parte del taxista por el retrovisor 
Julián afirmó
-Bien, entonces mi segunda pregunta es: ¿donde lo vamos a hacer?
-¿Como que donde? ¡en mi casa!-exclamó, como si aquello fuera lo más obvio del mundo
-¿Acaso estas loco?-pregunté exaltado-¿como que en tu casa?
-No veo el problema
-¡Es la casa de tus padres!-grité-¡ósea de mis tíos! ¿no podemos ir a otro lugar?
-Pues mira princesa, no tengo mucha pasta, y ya de por si el transporte me va a salir carísimo, así que si tienes ganas de follar en un hotel de mala muerte, pues por mí perfecto-gruño el rubio, cruzandose de brazos
Era claro que lo había avergonzado al gritar todas esas cosas frente al taxista, pero es que... ¡a mi que demonios me importaba ese maldito viejo chismoso! yo no tenía ganas de hacerlo en la casa de los tíos. 
Una cosa era toquetearse un poco, y otra muy diferente tener sexo bajo su techo. 
¡Y los niños! ¡Santo dios, no quería ni imaginarmelo!
-Pues entonces nada-mascullé, cruzandome de brazos al igual que él-te quedaras con las ganas
-Bien
-Bien
 
 
Y así el resto de camino hasta su casa, fue en un tortuoso y completo silencio. Solo se escuchaba el leve ronroneo del motor del coche y los bostezos del conductor. 
¡En que maldito momento se me había ocurrido!
Estaba más que arrepentido. No solo había dejado al pobre de Daniel metido en un tremendo lío, si no que al final de cuentas lo había hecho por nada. 
No había valido la pena.
Pero ya estaba decidido. En cuanto bajaramos del coche, lo primero que haría sería llamar a mi hermana, y la obligaría a ir por mi a casa de Julián.
Luego, me olvidaría por completo del rubio. 
Era como si me encontrara montado en una montaña rusa, ya estaba bastante cansado del maldito sube y baja que eran mis sentimientos.
-Eh... van a ser 170 joven-dijo de pronto el taxista, sacandome de mis pensamientos
Julián le entrego un billete de doscientos y le dijo que se quedara con el cambio. Al ver aquello me sorprendí ligeramente, pero entonces caí en la cuenta de que lo estaba haciendo por todos los incómodos problemas que le habíamos causado al "pobre" hombre.
Furioso, salí del coche, sintiendo ganas de matar a alguien. 
Estúpido, estúpido, Julián. Que se fuera al infierno. 
Arrastrando los pies, y de mala gana, seguí al rubio hasta la entrada de la casa. Ya ahí, él se tomo su tiempo para abrir la puerta. 
Por un momento pensé que lo estaba haciendo a proposito para hacerme enojar aún más. Pero luego recordé que yo le importaba muy poco a ese idiota, así que eso era imposible.
-Los pequeños estan dormidos, así que hay que guardar silencio-murmuró el rubio, entrando
-Entiendo-dije, caminando detrás de él
¡Ahora si se preocupaba por ellos! 
¿Que es lo que había esperado? ¿Que pasaramos la noche cubriendo nuesras bocas para reprimir nuestros gritos? 
Solté un largo suspiro frustrado
Luego de dejar nuestras chamarras en la sala, subimos lentamente las escaleras, intentando no hacer ruido. La casa se encontraba en completo silencio y ninguno quería despertar a los primitos. Sería todo un rollo el ponerlos a dormir nuevamente, y era obvio que nos queríamos ahorrar ese trabajo. 
Por fin, cuando al fin estuvimos dentro de la habitación de Julián, ambos pudimos respirar con normalidad. 
-Ahhh, que cansado...-susurró, dejandose caer sobre la cama
En ese momento, pude sentir el peso de la noche sobre mis hombros, tirando con toda su fuerza. Me sentía exhausto. 
-Pues ya somos dos-murmuré
Entonces, el rubio alzó ligeramente su rostro, mirandome extrañado. Por la forma en que me veía, era claro que se había olvidado que estaba ahí. 
Por un par de segundos, no dijo nada, unicamente mantuvo su vista fija sobre mi rostro, como esperando que me desvaneciera en algun momento. 
Era claro, eso nunca sucedió.
Así que al final termino rodando sobre la cama, haciendose a un lado y dejandome un espacio. 
De Julián, no podía esperar mucho más, esa era una invitación. Por lo que sin decir nada, me dejé caer a su lado, evitando rozarlo. 
Ahora lo que menos quería era entrar en contacto con él. 
Y al parecer ambos pensabamos lo mismo, ya que en cuanto estuve recostado, el rubio me dedico una fría mirada, dejandome en claro que no sucedería nada. Ni esa noche, ni nunca más.
Luego, simplemente cerró sus ojos, olvidandose de mí.
Sería una completa mentira decir que aquello no me dolío, pero en el fondo, sabía que eso era lo mejor. Dejar avanzar esta extraña relación entre los dos, era algo imposible. Y mientras menos sucediera entre nosotros, más fácil sería para mi olvidarlo. 
Pero una cosa era decirlo y otra completamente hacerlo. Sobre todo en momentos como este, cuando tenías a la persona que te gustaba a solo unos centimetros, durmiendo placidamente, justo frente a ti. 
El poder mirarlo con tanto detalle, sin ser interrumpido, era algo maravilloso. 
Aún cuando Julián fuera a veces alguien detestable, seguía siendo hermoso. Claro, en el exterior. 
Y es que el rubio era realmente guapo, no era poseedor de una delicada belleza, pero su rostro era realmente interesante. Sus cabellos, eran sedosos y delicados, y a veces, sus ojos eran del color del almíbar dorado... como en este momento, que me miraban fijamente.
Durante unos instantes, mi respiración se detuvo. 
Julián me había encontrado mirándolo, peor que eso, Julián no alejaba sus ojos de los míos. 
Estaba perdido ¿que más podía pasar?
Una torcida sonrísa apareció en el rostro del rubio, y entonces, algo paso. 
Su mano de alargados dedos avanzó hacía mí, y tomando de mi nuca, me atrajó a un feroz beso, lleno de hambre. Muy a mi pesar, gemí. Gemí al sentir su lengua experta deslizandose entre mis labios, tomando mi boca. 
Y quise quejarme. Aún estaba enojado. Y decididó a olvidarlo. Además ya le había dicho que no quería hacerlo ahí, así que intente resistirme, pedirle que parara; pero Julián me tomo por la cintura, besandome aún más apasionadamente. 
-N-no-balbuceé, intentando hacerlo a un lado
-¿Que?-preguntó, lanzandome una de sus miradas dominantes-¿enserio no quieres esto?
-No-murmuré, sin mucha convicción
Entonces, sin dejarme tiempo para decir algo más, me giró bruscamente sobre el colchón, quedando de espaldas a él. Su espalda se encontraba sobre la mía, aprisionandome contra la cama. 
-Sueltame-gemí, perdiendo poco a poco mi seguridad
-Shh, baja la voz ¿o quieres que te escuchen?-susurró contra mi oído, y en vez de alejarse, me apretó aún más contra la cama, dejandome claro que no se iba a detener. Eso, me excitó, aún a pesar de todo-vamos Fer, ¿no quieres que te folle?-su lengua se deslizo por mi cuello y por mi nuca, logrando debilitarme por completo
-Sí-las palabras brotaron de forma natural de mi boca-fóllame
Julián no espero a que dijera nada más, me giró habilmente, dejandome de frente a él, una media sonrísa se dibujaba en sus labios y sus ojos brillaban con excitación. 
-Muy bien-susurró, tirando de mi camiseta con urgencia, logrando deshacerse de ella. Sus manos comenzaron a acariciar mi piel, resbalando por mi cuerpo.
Unos leves gemidos escaparon de mi boca, y al sentirme observado por el rubio, no pude evitar sentirme avergonzado. 
-No me digas que eres virgen-dijo, medio en broma, medio enserio
-No
-Entonces relájate, te estas comportando como una-susurró sobre mi oído, riendo
-No me digas, eres un experto en chicas virgenes
-Algo así, pero esta es la primera vez que lo hago con un hombre; con uno que es mi primo-susurró contra mi oído y sus palabras me excitaron de una manera perversa-así que no te preocupes, te gustará
Sus ojos me dedicaron una última mirada, y entonces comenzó a besarme nuevamente. Sus besos estaban llenos de pasión, eran implacables, violentos, dolorosos, y sus manos me manejaban a su completo capricho.
Sus labios descencían por mi cuello y por mis hombros, haciendome arder, al tiempo que sus manos tocaban con impetú por encima de mis pantalones, llevandome al borde del placer.
-Ahh... Julián, ya..-gemí, sintiendo que estaba por tener mi primer orgasmo. Pero entonces, él me sujeto, acallando mis gemidos entre sus labios, comenzando a rozar su erección contra la mía con dureza.
Una de sus manos se movió por mi pélvis, colandose dentro de mis bragas, y escabullendose hasta mi trasero, deslizó uno de sus dedos entre mis nalgas, moviendolo en círculos.
Aquello me tomó por sorpresa. Realmente iba enserio. 
Mientras tanto, continuó rozando nuestras erecciónes, frotandolas con vehemencia, haciendo imposible callar mis gemidos. 
-Julián-suspire, aferrando mis dedos a su camisa-ya, fóllame-pedí, mordiendo mis labios.
Estaba por llegar al clímax. 
El rubio esbozo una media sonrisa, y comenzó a desabrochar su pantalón. Al verlo, respire con tranquilidad, ansiando tenerlo dentro. 
Pero entonces, se detuvo. 
-¿Oíste?-preguntó
-¿Que? ¿De que hablas?-mascullé, pensando en que ahora no se podía echar para atrás
-Shhh, guarda silencio-repitió, quedandose completamente inmóvil
Y fue cuando lo escuche. Unos leves pasos, seguidos de voces. 
En un segundo, Julián salto de la cama, abrochandose los pantalónes y sin decir nada, me lanzó una cobija al rostro.
-¿Papá?-preguntó, al tiempo que Armando aparecía en la habitación, sin siquiera darle tiempo al rubio para abrir la puerta. Sus fríos ojos pasaron de Julián a mí, y por un momento sentí que me paralizaba. 
Todos mis miedos salieron a flote. 
¿Nos habría escuchado?
Los segundos pasaban y Armando seguía sin decir nada. El silencio era atenazante y ni Julían ni yo eramos capaces de decir nada. 
-Solo lo voy a preguntar una vez-por fin hablo, sobresaltandonos-¿que es lo que pasa aqui?
Por la forma en que nos veía, podía saber que él estaba demasiado consciente de lo que había sucedido. Sus ojos no nos miraban con duda, si no con desconcierto, con extrañeza, como si no terminara de comprender que demonios habíamos estado haciendo.
 

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