CAPITULO 15
- Debo irme.
Dijo Emily apoyada en la puerta de mi apartamento, estaba tirado en el sofá mirando fijo la pared.
- Muchas gracias por el café Aoi-san.
- Emily.
Dije corto y bajo, ella seguía mirándome.
- Perdón por lo anterior, no sé qué paso por mi mente.
- No te preocupes – dijo sonriendo- yo hubiera hecho lo mismo.
- No aun así, no se justifica mi comportamiento.
Me levante y camine a ella, le tome la mano y la mire fijo.
- Eres una buena chica, no mereces alguien como yo.
Sus ojos se invadieron de lágrimas, ella negó.
- Te diré un secreto Aoi-San, ese beso, lo había soñado por muchos años, creo que estamos a mano.
- ¿Cómo a mano? No entiendo.
- Tú me hiciste Feliz el tiempo que estuve trabajando con ustedes, no se quizás suene estúpido , me enamore de ti en silencio, cuando supe que estabas saliendo con Uruha fui feliz porque sabía que lo eras y decidí renunciar, seria doloroso para mí , pero debía hacerlo. – sus lágrimas caían en nuestras manos, luego sonrió nuevamente era sorprendente como alguien con tanto dolor pudiera sonreír, seco algunas lágrimas con su mano libre
- Luego, cuando supe que él se había ido quise ver que estuvieras bien y fue esta mañana que me decidí, pero no importa, Uruha regreso, y creo que lo esperas, solo se feliz Aoi-san.
- No – que no lo vistes, tiene un hijo.
- Quizás solo sea su sobrino.
- Esther tiene hijos grandes, debe tener 2 años, el mismo tiempo que tiene de haberse marchado de Japón – replique enojado zafe sus manos y le di la espalda.
- Aoi- Siempre hay una razón para todo, no crees que fue algo maravilloso que viera y me invitaras a salir, y luego verlo, creo que por algo debía pasar eso.
- No – Grite- volví mi mirada a ella, lo amo Emily ese es mi maldito problema, lo amo y no puedo estar con él, el me olvido y olvido todo lo que vivimos, todo gracias a ese maldito accidente.
Emily bajo su vista , luego la subió aun sonriendo.
- Yo creo que debiste decirle eso antes que se fuera.
- Porque siempre tienes algo bueno que decir.
- Porque sufrir no vale la pena. – rodeo mi torso con sus brazos , fue un abrazo cálido, sonreí y la rabia se había aplacado, ella se alejó.
- Si me necesitas, ya tienes mi número , suelo hacer unas buenas sopas de fideo.
Ella camino a la puerta, al abrirla se detuvo y me miro , camine a ella, Esther estaba en la puerta mirando fijamente a Emily.
- ¿Es cierto entonces? Pregunto desconcertada.
- ¿No estabas en tu país? – pegunte más desconcertado aun.
- Debo irme – dijo Emily haciendo reverencia y marcándose, Esther entro en la sala.
- Bueno , sí pero regrese esta mañana, de hecho hace algunas horas.
- Siéntate por favor – le sugerí el sofá, ella señalo a la puerta.
- Emily, es una amiga.
- Una amiga con la que te besas – dijo riendo-
- No, eso fue un impulso, ¿Kou te conto? – ella afirmo-
- Creo que necesitan hablar y dejar todo claro, esto no puede seguir así , ambos se hacen daño.
- No fui yo quien se fue fuera del país con su novia y ahora tienen un hijo, no fui yo quien rompió mi corazón de una manera insensible, Esther, casi hacemos el amor esa noche si no es por Natsuki eso hubiera ocurrido y luego en la cama que ¿lo hubiera dicho?
- Aoi – Grito Esther – Escúchame de una buena vez, Ese hijo no es de Shima, es de Natsuki.
Cerro los ojos y trago en seco.
- No soy yo quien debería de decirte esto.
- Esther no lo hagas – la voz de Shima nos llevo a mirar a la puerta la cual estaba abierta y el entraba con Natsuki y el niño, fije mis ojos en el pequeño, de ser su hijo al menos hubiera heredado sus hermosos labios, pero estos eran delgados como los de Natsuki y de ojos azules, Esther miro a mi y luego a el , camino cerca de la puerta.
- Lo siento eres mi hermano pero no puedo ver como destruyes tu vida, ni la de el.
Señalo a mi estaba un poco más confundido que antes, en los ojos de el se avecinaban lágrimas, negaba mientras bajaba la cabeza.
- Este problema es mío solamente.
- Te equivocas Kou – camine a el mientras evadía mi mirada- me has hecho más daño del que podía soportar.
- Shima, deberían de hablar, ya basta por favor - Natsuki y Esther se tornaban molesta a su actitud, ahora nada tenia sentido.