Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Juntos en la Oscuridad. por Mizuki Nozomi

[Reviews - 56]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola! Sigo viva(?

 

Bueno, no diré nada, solo les vine a dejar el ultimo cap .de este fic junto con el epilogo, y como ya es costumbre (se que me odian) una disculpa por la tardanza y mi ya regular desaparición del mundo. Perdón ñ.n

 

En fin, espero les guste ^3^

JUNTOS EN LA OSCURIDAD

CAPITULO 10

Apenas llegar a la mansión con el azulino en brazos, varios de mis sirvientes salieron para recibirnos, informándome que ya habían preparado lo necesario para atender a Ciel. Vestían ropas algo rotas y maltrechas, producto de la pelea que habían librado contra las mascotas de Ash.

-Lleven todo a mi habitación –ordene emprendiendo el camino al lugar.

Haciendo una inclinación con la cabeza todos empezaron a moverse por la mansión, cumpliendo con mi orden rápidamente mientras yo subía las escaleras y me dirigía al lugar, al cual apenas llegar me adentre yendo hasta la cama y recostando con sumo cuidado a mi pequeño.

Sintiendo la presencia de mis sirvientes en la entrada me gire hacia ellos, observando con intriga el gesto de preocupación que tenían todos.

-Gracias por su ayuda –murmure dedicándoles una pequeña sonrisa –Ya pueden retirarse, yo me are cargo de lo demás.

Con algo de sorpresa los aludidos se miraron los unos a los otros, confusos, para después regresar su vista hacia a mí sonriendo con timidez antes de cerrar la puerta e irse.

Negando con la cabeza algo escéptico de mi propia actitud para con mis sirvientes, me volví hacia Ciel, examinando superficialmente su frágil cuerpo antes de poner manos a la obra, despojándolo de la ropa empapada de sangre, dejándolo en interiores.

Por unos segundos mi cuerpo se mantuvo estático, en shock. Sentía la inmensa necesidad golpear algo, desquitar mi creciente frustración nacida de ver el lastimado cuerpo del ser que amaba. Su piel estaba casi totalmente teñida de rojo y morado, producto de los múltiples cortes y los hematomas que le adornaban cada una de sus extremidades.

Conteniendo mi rabia, cerré los ojos suspirando hondamente. Al volver a abrirlos me ordene a comenzar a trabajar.

Ignorando el dolor en mi pecho cada vez que veía a mi ángel, tome un paño y lo moje con agua tibia para después limpiar con suma delicadeza su cuerpo, temiendo que si ejercía demasiada fuerza este se rompiera en miles de pedazos.

Apenas termine con eso, al menos cinco paños se encontraban tirados en el suelo teñidos de carmesí.

Yendo hacia el armario tome una de mis camisas blancas y la coloque a los pies del menor, para que no se manchara, pues sus heridas aun sangraban.

-Ciel…-susurre acariciando su rostro con la yema de los dedos, antes de acercar mi rostro y depositar un sutil beso en su frente, separándome tras unos cuantos segundos.

Inevitablemente, mis ojos examinaron el rostro del menor, cada detalle en este, sin encontrar nada que me desagradara más que los golpes en él, terminando por fijarme en sus pálidos labios, pequeños, jóvenes y visiblemente suaves.

Apretando los puños me rendí ante el deseo que crecía desde hace bastante tiempo ya en todo mí se: Mis labios se estamparon con los de mi pequeño conde, apenas un breve y frágil toque que hizo latir mi corazón con increíble vivacidad. La sangre en mis venas corría con más energía, caliente. Me sentía tan fuerte y débil a la vez.

Soltando un suspiro me separe del glorioso contacto, embozando una sonrisa de suficiencia.

Si en alguna parte de mi aún existía la duda sobre lo que sentía por el niño que descansaba en mi cama, esta había sido destrozada, arrasada sin piedad.

Ciel Phantomhive. Él era el ser que todo este tiempo había estado esperando sin saberlo; él era la hermosa criatura que quería tener a mi lado de ahora en adelante hasta el final de todo.

Aun sonriendo, tome las manos de mi niño, cerrando los ojos y concentrándome en lo que debía hacer.

No paso mucho tiempo cuando un gran adormecimiento se extendió por todo mi cuerpo. Ya casi no sentía mis extremidades por lo que inevitablemente termine hincado en el suelo, recargado contra la cama, sosteniendo solo una de las pequeñas manos del menor. Abriendo mis ojos note con gran alivio que sus heridas habían cerrado por completo, dejando solo una sutil cicatriz. Los hematomas habían sanado, y la piel tenía un color más sano, todo lo demás dependía del descanso.

Con la respiración agitada, use la poca fuerza física que me quedaba para vestir a Ciel, quien en ningún momento dio señales de despertar.

En un intento por levantarme del suelo volví a caer de rodillas, a lo que empecé a reírme con ironía.

Soltando un profundo suspiro me acomode mejor, recargando mi mentón contra mi brazo acomodado sobre la cama, mientras que con mi mano libre tomaba de nueva cuenta la de mi niño.

Mirando unos segundos más su rostro fui cerrando los ojos con lentitud. Necesitaba dormir un poco para recuperar la energía gastada, pues apenas mi pequeño despertara seria claro con él, no perdería más el tiempo, le diría todo, le diría que mi frio corazón le pertenecía…pero… ¿y si él no me aceptaba? Yo no quería que se quedara conmigo solo por el contrato, en dado caso de que el no sintiera lo mismo por mí. ¿Qué debía hacer? ¿Forzarlo? ¡No! Claro que no. En el pasado eso no habría sido un problema para mi…pero ahora…

-¿Tanto cambie desde que te conocí? –le pregunte a mi inconsciente conde.

No… si él no quería estar conmigo yo…lo dejaría ir, lo dejaría volver a su vida, a su mundo…

¿De verdad podía hacer eso sin morir? No, casi tenía la certeza de que mi vida se esfumaría con su partida, pero no podía tenerlo encerrado; él era un bello ángel, ¡un ángel real!, y a pesar de mis grandes deseos por estar con él por siempre, no podía simplemente mantenerlo en una jaula de cristal, jaula que era esta mi mansión…

Con un nudo en la garganta debido a aquellas preguntas que solo me causaban nervios y enojo, fui sumiéndome en un estado de estupor. En cuestión de segundos me desconecte del mundo, sintiendo vagamente una débil presión sobre mi mano que alivio casi al instante mis preocupaciones…

-o-o-o-o-o-o CIEL o-o-o-o-o-o-

Me sentía en un mar de oscuridad; mi cuerpo no pesaba, era como si flotara en agua. No podía ver nada a mi alrededor, aunque si podía escuchar voces, coros lejanos que no alcanzaba a comprender.

A pesar de sentir paz en donde me encontraba, igual tenía miedo…no quería estar aquí, quería despertar y ya no estar solo.

¿Dónde estaba mi padre? ¿Qué había pasado?...y ¿Dónde estaba Sebastián?

Con aquellas preguntas bailando en mi cabeza me era imposible concentrarme para recordar lo sucedido en aquella mansión, en aquel salón del que solo recordaba haber sido golpeado y haber visto la desesperación en cara de mi progenitor…

Mi cuerpo aun dolía, a pesar de estar semi-inconsciente este parecía quemarme…

A punto de gritar por la frustración que sentía momento, un cálido contacto sobre mis labios me detuvo, me regreso la tranquilidad por largo rato, haciendo sentir a mi cuerpo una sensación de paz, mientras un ligero cosquilleo lo recorría. El dolor se había terminado. Cuando toda sensación dulce acabo, nuevamente comencé a tener pánico, pues no quería quedarme solo, mas tan solo unos segundos después algo blando y agradable sostuvo una de mis manos.

A pesar del adormecimiento que embargaba cada parte de mi cuerpo, apreté la mano que me mantenía cuerdo, sintiendo el inmenso deseo de no soltarla jamás…

Pestañeando varias veces trate de acostumbrarme a la iluminación del lugar en el que me encontraba, siendo incapaz de reconocerlo pero sintiéndome inmensamente seguro.

Aun me sentía algo cansado, pero justo ahora lo que quería era levantarme y saber que estaba pasando, o más bien, que había pasado.

Respirando hondamente me decidí a incorporarme de la mullida cama en la que me encontraba, pero apenas quise tratar de sostenerme en los codos, sentí una presión en mi mano izquierda. Girando la cabeza con sorpresa, tuve ante mí a Sebastián, que dormía recostado sobre uno de sus brazos mientras que con su mano libre sostenía la mía.

-Sebastian… -musite en un hilo de voz, sintiéndome irremediablemente feliz de saber que estaba bien.

Jamás había visto dormir a ese demonio, y me era increíble la expresión tan tranquila que tenía en su perfecto rostro, tan blanco como la nieve. Su respiración era acompasada y profunda, aunque de tanto en tanto sus parpados temblaban, como si estuviera a punto de despertar…o más bien, como si estuviera teniendo una pesadilla.

Casi inconscientemente me incorpore en la cama, quedando de rodillas, sin soltar en ningún momento la mano del demonio y aproximando la que tenía libre hacia él, con algo de vacilación. Cuando finalmente toque la piel de su mejilla, sus parpados se quedaron quietos, y su expresión se relajó.

Con más seguridad, acaricie su rostro con delicadeza, acomodando los mechones de rebelde cabello que caían sobre su frente.

Me parecía bastante curioso que a pesar de que el demonio estaba dormido no dejaba de emitir un aura oscura, de advertencia, como si se tratara de una peligrosa bestia que en cualquier momento despertaría con ganas de desmembrar a quien estuviera en su camino. Sin embargo, a pesar de eso mí me gustaba estar aquí a su lado, no quería apartarme, me sentía seguro.

Dando un vistazo a mí alrededor - sin dejar de acariciar los cabellos azabaches- note que me encontraba en la lujosa habitación de mi amo, en su cama. ¿Él me había traído aquí?

Cerrando los ojos trate de recordar todo lo que había pasado antes de perder la conciencia, y esto llego acompañado de una punzada de dolor en la cabeza al tiempo que varias imágenes se hicieron presentes, siendo todo tan nítido, desde mi secuestro y tortura de parte del ángel negro, hasta la muerte de este por mano de mi padre…

Habíamos tenido que soportar tantas cosas para finalmente saber qué es lo que había pasado con mi madre realmente, quien había sido el culpable de los días negros en la mansión Phantomhive, quien nos había robado la alegría y gracias a quien había terminado lejos de mi padre, de mi antiguo hogar.

Con un nudo en la garganta lágrimas silenciosas rodaron por mis mejillas sin permiso alguno. No podía contenerlas, me sentía tan lleno de dolor y a la vez tan aliviado de saber que mi padre estaba definitivamente a salvo, al igual que el demonio por el que habían nacido sentimientos en mi interior.

Con una mano sobre mi boca trate de contener mis gimoteos, no quería despertar al pelinegro, no quería que me viera en tal estado, así que soltando su mano me baje de la cama lo más silenciosamente posible, yendo hasta el baño y adentrándome en con cautela. Ya ahí, quite la mano de mi boca y respire hondo varias veces.

Sintiendo el frio suelo bajo mis pies me acerque al espejo del lavamanos, notando con extrañeza que mi cuerpo estaba libre de heridas, cuando recordaba con total claridad que antes de desmayarme mi piel estaba llena de cortes y magulladuras.

Del mismo modo note que lo que estaba vistiendo no era mío…era una camisa de Sebastian. Lleno de vergüenza al tener en claro que él mismo me la había puesto, note con alivio que mi ropa interior seguía siendo la mía…

Suspirando me decidí a tomar un baño; de verdad lo necesitaba.

Regresando a la habitación observe que el demonio seguía donde lo había dejado…y en la misma posición.

Mordiéndome un labio pensé en tratar de subirlo a la cama, pero eso era imposible para mi tamaño, además de que quizá eso implicaría despertarlo…y justo ahora no me sentía con la valentía para hablar con el…

Tomando una manta del armario me acerque a Sebastian y la coloque sobre sus hombros, pues la habitación estaba algo fría.

Sin más que hacer por ahora salí de la habitación con dirección a la mía en donde me adentre casi corriendo, yendo hasta el cuarto de baño para preparar la bañera y desnudarme, antes de adentrarme con lentitud al agua, sintiendo como mis músculos se relajaban casi al instante de tocarla.

Tras varios minutos de permanecer quieto tome el champú y el jabón y comencé a bañarme, hasta quedar completamente limpio.

Saliendo de la tina deje que esta se vaciara y me envolví en una toalla, dirigiéndome así a lavarme los dientes antes de salir del baño con la camisa del demonio puesta y sin la intención de quitármela, tomando así únicamente ropa interior y un short negro de mi armario.

Poniéndome unos zapatos bajos abandone mi habitación y me dirigí a la cocina para preparar algo de té, acompañándolo de algunas galletas, no para mí -pues no tenía apetito- si no para Sebastian.

Cuando todo estuvo listo lo acomode sobre una charola, antes de tomar todo el valor posible para ir al cuarto de mi amo, en el cual apenas estuve frente a la puerta dio un hondo suspiro antes de abrirla con decisión.

-Sebastian… -mis palabras quedaron flotando en el aire cuando en lugar de encontrar al demonio en donde lo había dejado este se encontraba parado justo frente a mí con una expresión de total alivio y quizá, solo quizá, felicidad…

No sabía con exactitud cuánto tiempo nos miramos fijamente, casi sin respirar. Mi corazón latía arrítmicamente al tiempo que una sensación de calidez se extendía en mi pecho.

-Yo…te traje algo de té –logre decir tras unos cuantos segundos más, bajando la mirada al suelo. Lo cierto es que no se me ocurría nada mejor que decir. Después de todas las cosas que habían sucedido hasta ahora, no sabía con exactitud que pensar…

Desde que conocía al demonio frente a mí, jamás había pensado que me encontraría en una situación como esta.

Sin decir palabra alguna el mayor tomo la charola con una sola mano, haciéndome levantar un poco la mirada, viendo con extrañeza como se hincaba frente a mí –dejando la charola a un lado- y estiraba sus brazos pasándolos por mi cintura y atrayéndome a él para estrecharme en un abrazo, hundiendo su rostro en mi pecho, dejándome más confundido de lo que ya estaba.

-… ¿Qué pasa? –me atreví a preguntar colocando mis manos sobre sus hombros.

- Estás bien –susurro casi de inmediato, apretándome más fuerte pero sin lastimarme.

Sin saber que decir ante sus palabras me limite a corresponder tímidamente a su afecto, aunque quizá con sentimientos diferentes, pues el hecho de que el pelinegro me abrazara no necesariamente significaba que sentía lo mismo que yo.

Separándose de mi pero sin soltarme, me perdí de nueva cuenta en aquella mirada color carmesí que hacía que mis pensamientos no tuvieran lo sobriedad y coherencia que creía necesitar.

-O-O-O-O-O-O-SEBASTIAN-O-O-O-O-O-O-O-O-O-

No hacía falta decir lo emocionado que me sentía en este momento. Tras despertar de mi largo sueño y no encontrar a mi pequeño niño en la cama, pude sentir claramente como algo dentro de mí se retorcía de total preocupación y miedo. ¿En dónde estaba? ¿Se lo había llevado? ¿Había huido?

Tan alterado estaba que no note los pasos que se escuchaban acercarse a la habitación sino hasta que la puerta fue abierta, deteniendo la frenética carrera que había empezado sin pensar en nada que no fuera en encontrar a mi ángel. Ahí estaba, tan o más hermoso que siempre, mirándome con sorpresa y ¿cariño?, dejándome estático a solo escaso metro de él. Vestía ropa ligera, al parecer se había dado un baño pues su cabello seguía algo húmedo y su piel lucia luminosa y fresca; el aroma que desprendía era exquisito, tan peculiar y único -como el primer día en el que lo había visto-, entre rosas salvajes y chocolate

Con algo de extrañeza note que la camisa que usaba era la misma que le había puesto, y esta cubría hasta sus muslos, pues le quedaba grande haciéndolo ver sumamente tierno, incluso más que un gato.

Teniendo tantas ideas en la cabeza, tome la charola de las manos de mi niño, hincándome y colocándola a un lado, antes de atraerlo hacia mí en un abrazo necesitado, casi suplicante, en el que quise expresar tantas cosas.

- ¿Qué pasa? –pregunto confundido, colocando sus delicadas manos sobre mis hombros, a lo cual creí que me empujaría queriendo alejarme, pero no fue así.

-Estas bien –suspire con alivio.

Descansando mi rostro en su pecho sonreí ligeramente, sintiéndome tan tranquilo.

No puede evitar abrir los ojos con sorpresa al sentir como el menor correspondía con lentitud y a mi abrazo, haciéndome infinitamente feliz, pues eso me daba más seguridad para lo que estaba a punto de hacer.

Separando mi rostro de su pecho mire con determinación a mi adoración, que algo vacilante esperaba algún tipo de explicación a mis acciones.

-Tú y yo somos muy diferentes –dije quedamente, subiendo una mano hasta su rostro, dándole caricia con suma cadencia, notando con preocupación cómo su rostro se distorsionaba en señal de desentendimiento.

- ¿Qué…? –balbuceo negando con la cabeza lentamente, mostrando su confusión. Sus manos empujaron débilmente mis hombros, queriendo apartarme, pero no se lo permití, no hasta decir todo y darle la libertad que tenía antes de conocerme si así lo deseaba.

No había marcha atrás, por lo que con una mirada le indique que no hablara.

Tras un largo suspiro el menor bajo la mirada al suelo, mientras su cuerpo temblaba ligeramente, preocupándome.

- Mi mundo no fue hecho para una criatura como tú, tan puro y divino. -dije con voz suave y sin parar de acariciar su rostro, que nuevamente levantaba hacia mí lleno de estupefacción –Desde el día en el que te conocí sentí que debía tenerte, pero me negaba a aceptar la razón de eso. Después del tiempo que has estado aquí conmigo y tras lo sucedido ayer, me di cuenta de todo, de que no quería perderte, de que te necesito, y quiero que te quedes conmigo a pesar de que hasta yo se que no soy algo digno para ti, que mereces algo mejor que yo...por eso mismo la elección te la dejo a ti…si así lo decides voy a liberarte del contrato y te dejare partir, te devolveré tu vida.

Tras mis palabras el menor no aparto sus ojos de los míos en ningún momento, por lo cual pude notar el momento exacto en el que estos se cristalizaron y las lágrimas se hicieron presentes, rodando lentamente por sus mejillas.

¿Le estaba haciendo daño? ¿Por qué lloraba? ¿Debía continuar?

- No quiero retenerte a mi lado si tu no sientes lo mismo por mí –susurre lentamente, como si le hablara a un niño pequeño.

-… ¿y…que es lo que sientes por mí? –pregunto con voz rota, levantando una de sus manos hacia mí, dando una sutil caricia sobre uno de mis pómulos, tentándome a responder.

-Amor. Te amo – murmure tomando su pequeña mano con una de las mías, sin apartarla de mi rostro y sintiendo la agradable sensación de calidez que esto me transmitía -¿Qué decides?

Pasaron varios segundos en los que Ciel se quedó completamente estático y con la mirada perdida. Con tristeza note como esta última se opacaba entre lágrimas…más esto era contradictorio al hermoso sonrojo que apareció en sus mejillas al tiempo que sus orbes se cerraban y de sus labios salía un apenas entendible "lo siento" y su respuesta…justo antes de que el menor se lanzara contra mí, depositando sus suaves labios sobre los míos en apenas un tímido rose.

-O-O-O-O-O-O-O- CIEL -O-O-O-O-O-O-O-O-O-

Con el corazón a mil y los nervios a flor de piel mi cuerpo no reaccionaba. Podía sentir algunas de mis lágrimas rodar por mis mejillas sin cesar.

¿Qué debía hacer? ¿Qué debía decir?

Sebastian me estaba dando mi libertad, la libertad de elegir que hacer, si romper con esto y hacer como si nada hubiera pasado, regresar a mi mundo junto a mi padre, o quedarme a su lado, al lado de la persona de la que me había enamorado irremediablemente y contra todo pronóstico.

-Lo siento –susurre en un hilo de voz.

Con la mirada fija en el suelo le dije al demonio mi decisión de forma tan suave que el sonido de una aguja al caer al suelo hubiera sido más ruidoso.

Sin dejar que él reaccionara a mis palabras me lance contra sus labios, sintiendo una gran vergüenza ante tal acto pues jamás había hecho algo así, por lo que solo fue un repentino pero nimio contacto que logro acelerar mi corazón como el de un colibrí.

Sintiendo que Sebastian no respondía a mis acciones trate de separarme de él, creyendo que lo había arruinado todo, que le había disgustado mi atrevimiento; más apenas trate de retroceder una de sus manos se posó detrás de mi nuca y me detuvo, al tiempo que sus labios volvían a unirse con los míos de forma algo violenta, haciéndome abrir los ojos con sorpresa, topándome con sus orbes carmesís, que con lentitud cambiaban a rosa brillante con pupilas rasgadas.

Sintiendo mi rostro y cuerpo calentarse pase mis brazos detrás de su cuello, sintiendo una sensación húmeda en mis labios, y la otra mano del demonio deslizándose con descaro por mi espalda baja, pegándome a su cuerpo que emitía un calor bastante agradable.

Delineando mis labios con su afilada lengua el pelinegro mordió levemente mi labio inferior, haciéndome abrir un poco más la boca, sintiendo casi de inmediato su embriagante aliento mezclarse con el mío al tiempo que su lengua entraba en mi cavidad bucal, sorprendiéndome un poco.

Sin saber con exactitud que debía de hacer me deje guiar por la extremidad del demonio, sintiendo como esta se paseaba a su antojo, rosando con mi propia lengua, comenzando una danza que hacía temblar todo mi cuerpo.

Cuando el aire comenzó a faltarme emití un leve jadeo, logrando así que Sebastian rompiera el beso.

Cerrando otra vez los ojos sentí como mi rostro se calentaba aún más de lo que ya estaba, por lo que trate de cubrirlo con una mano, cosa que Sebastian impido tomándola y llevándosela a los labios dándole un beso.

-Te amo –repitió recorriendo mi brazo con sus labios hasta llegar a mi cuello, en el cual respiro varias veces de forma profunda, como si quisiera absorber todo el olor que desprendía.

Con el cuerpo temblándome debido a la cantidad de emociones que me invadían ladee el rostro a un lado, dejándole más espacio al travieso demonio que no dudo en aceptar mi invitación y pegarse más a mí, comenzando a dejar húmedos toques.

Sintiendo como mis piernas se negaban a seguir respondiendo me aferre más al cuerpo del mayor, siendo consiente de cómo me abrazaba con más fuerza para poder incorporarse conmigo en brazos, colocando uno de estos tras mis piernas y el otro manteniéndolo ceñido a mi cintura.

Soltando un gemido por lo bajo me rendí al placer que el demonio me brindaba con sus caricias, sabiendo de ante mano que lo que estaba por pasar me era desconocido casi en su totalidad.

-Sebastian…-suspire apoyando mi frente en su hombro, con la respiración agitada.

-¿Quieres que me detenga? –pregunto en un suspiro al tiempo que me recostaba sobre la cama con él encima, haciendo que lo mirara de frente, pudiendo notar el deseo plasmado en su rostro y en cada una de sus palabras.

Algo agobiado mire un lado sin ver nada en realidad, preguntándome lo que debía hacer.

- No… -susurre finalmente, admitiendo para mí mismo lo que quería en este momento: quería sentirme suyo.

Apenas terminar aquella simple palabra mis labios volvieron a ser atacados, esta vez de forma más demandante, sin darme la oportunidad adecuada de responder.

De forma firme pero suave, el demonio se acomodó en medio de mis piernas, mientras las acariciaba, dejándome la piel de gallina.

Mi cuerpo estaba caliente, temblando nervioso pero queriendo más. Era como si algo dentro de mi pecho despertara a las nuevas sensaciones que me eran brindadas, rugiendo por una entrega total.

Con manos temblorosas me sostuve de la camisa del demonio, antes de tomar el valor para comenzar palpar con más soltura parte del pecho y cuello, sorprendiéndome al escuchar suspiros en respuesta a mis acciones, y que me dieron más confianza a seguir.

Con algo de vergüenza note como el pelinegro se daba paso a la piel desnuda de mi pecho mandando a volar los botones de mi camisa, a lo cual quise protestar, pero al sentir los besos, mordidas y lamidas simplemente me quede sin aliento y de mis labios amenazaron con salir sonidos ahogados que me eran imposibles de contener.

Con la respiración irregular no pude reprimir un jadeo cuando sentí como Sebastian se adueñaba de uno de mis pezones, jugando con el mientras que con una mano hacia lo mismo con el otro, hasta hacer que se endurecieran.

Apenas pudiendo mantener los ojos abiertos debido al placer me las arregle para dejar al demonio sin camisa, quedando en iguales condiciones que yo, cosa que en realidad no duro mucho pues cuando menos me di cuenta él se encontraba deshaciéndose de mi short, dejándome únicamente en ropa interior.

-Sebastian –suspire lánguidamente queriendo ver su rostro, queriendo que me besara nuevamente para hacerme olvidar cualquier tipo de miedo.

-Cierra los ojos… -pidió sin parar de acariciar mis pernas, aproximándose en cada rose a mis muslos.

-No, qui…quiero verte –balbucee enredando mis manos en su cabello y jalándolo un poco, para indicarle que levantara la cabeza de mi pecho que recorría con gula.

Parando las caricias que me otorgaba obedeció a mi petición de forma sumamente lenta, dejándome atónito con lo que veía…

-Te quiero…-murmure en un hilo de voz, embozando una sonrisa al ver los ojos rosa brillante y enmarcados en negro, y los finos y peligrosos colmillos que se divisaban entre sus labios entreabiertos.

No necesitaba ver sus manos para saber que sus uñas eran alargadas y puntiagudas, pues podía sentirlas sobre mis piernas dándome cosquillas.

Cerrando los ojos y devolviéndome la sonrisa Sebastian se acercó a mí con lentitud, uniendo nuestros labios en un beso húmedo y excitante antes de descender por mi barbilla hasta mi cuello, mordiéndolo con suavidad.

¿Cómo podía decir que Sebastian era un demonio? ¿Cómo decir que era un ser vil y sin sentimientos cuando me trataba de una forma tan cariñosa? En dado caso -para mí- la definición de demonio era muy diferente a la que todo el mundo conocía. Sebastian era alguien especial, era mi demonio.

Mordiendo mi labio inferior trataba de contener los gemidos que salían sin permiso alguno de mi boca cuando una de las manos del mayor tomo posesión de mi miembro, haciéndome soltar un gritillo y retorcerme bajo su cuerpo.

Aspirando y exhalando aire con rapidez, trate de apartar la mano del demonio sin éxito alguno. La sensación era indescriptible, única.

-Es…espera… -masculle apretando los dientes y ladeando el rostro a un lado, mientras el de ojos llenos de lujuria depositaba besos en todo mi rostro.

-¿Te gusta? –pregunto con tono juguetón, sin parar de masajear aquella extremidad.

Incapaz de responder a sus palabras apreté las sabanas bajo mis manos, sin entender muy bien por qué se llevaba tres dedos a la boca sin dejar de ver mi rostro y deteniendo el masaje a mi erección, haciéndome emitir un quejido con lo último.

-¿Que…? –quise preguntar al ver como sacaba los dedos de su boca y los llevaba hacia mi entrada.

-Esto dolerá un poco ¿de acuerdo? –susurro haciéndome abrir un poco más las piernas, delineando mi cuerpo con la mirada.

-No me veas así –me queje, antes de emitir un jadeo algo asustando al sentir como uno de los largos dedos del demonio se adentraba en mi de forma lenta.

-Du…duele –balbuce cerrando los ojos con fuerza, sintiendo como con su mano libre volvía a masajear mi miembro y como sus labios se juntaban con los míos, tratando de distraerme del dolor.

No paso mucho tiempo cuando otro dedo se sumó a su compañero, girando en mi interior con algo de dificultad, mientras simulaban el movimiento de unas tijeras.

Apretando los labios trate de tolerar la incomodidad que sentía hasta que finalmente el último dedo entro, girando delicadamente dentro de mí.

Aferrándome a los fuertes brazos del pelinegro abrí los ojos con algo de dificultad, topándome con que Sebastian mantenía la mirada gacha y la quijada tensa…se estaba conteniendo cuando bien podía tomarme sin problema alguno, sin que yo pudiera evitarlo…pero no lo hacía, no lo hacía porque me amaba.

Respirando hondamente relaje lo más que pude mi cuerpo, queriendo hacer las cosas más fáciles si me era posible.

-Esto listo –susurre colocando una mano sobre su mejilla, para hacer que abriera sus hambrientos ojos y me besara la nariz, sacando los intrusos de mi interior mientras que con la otra mano se deshacía de su pantalón y ropa interior, revelando su hinchado y erecto miembro.

Cerrando con fuerza los ojos me prepare mentalmente para lo que estaba por venir, teniendo muy en claro que sería algo doloroso.

-Mantente los más relajado que puedas, Ciel… -pidió al tiempo que sentía presión en mi entrada por algo más grande que un simple dedo.

Tratando de mantener mi cuerpo lo más sereno que podía enrosque mis brazos tras su cuello, pegándome a él mientras sentía su miembro abrirse pasó en mi interior de forma lenta pero tortuosa.

-Es...espe…espera –gemí tratando de contener las lágrimas que se aglomeraban en mis ojos debido al dolor.

-¿Quieres que me detenga? –repitió con tono preocupado, tratando de separarse de mí, cosa que impedí abrazándolo con más fuerza.

-No, no…no lo…hagas –apenas pude decir, respirando hondo y tratando de no tensarme más –Continua…por favor.

Conteniendo la respiración sentí como el demonio se debatía por unos segundos antes de finalmente continuar, deslizándose con tortuosa lentitud dentro de mí, dando finalmente una estocada que me hizo soltar un grito y apretar los dientes mientras bufaba con la espalda arqueada, a lo que él reacciono masajeando con maestría mi parte baja en toda su extensión.

-Tranquilo…tranquilo –escuchaba su ronca voz en uno de mis oídos, concentrándome en ella y su tacto hasta que en compañía del dolor se hizo presente una extraña sensación, algo pasional y candente, bastante agradable.

Con un gruñido ahogado Sebastian se movió un poco, haciéndome gemir fuertemente, pero no de dolor.

Aferrándome la espalda del mayor sentía como sus estocadas comenzaban, primero suaves y lentas para después hacerse fuertes y rápidas, llenando la habitación de gritos y gemidos de parte mío.

Mordiéndome los labios enrosque mis piernas en torno a la cadera de mi demonio, justo en el instante en el que una sensación increíblemente fuerte y satisfactoria nacía cuando el pelinegro tocaba un punto en mi interior que me hizo sentir en el cielo y gritar su nombre con fuerza.

Concentrándose en aquel punto Sebastian continuo con las estocadas sin tregua alguna, mientras sus labios buscaban desesperados los míos, robándome el aliento.

-¡Ya...no puedo más! –masculle sintiendo una sensación extraña en mi abdomen.

Atento a mis palabras el mayor acelero el contacto hacia mi miembro, acariciándolo con más rapidez.

-¡Se…Sebastian! –grite arqueando la espalda haciendo que mi pecho se juntara al del mayor cuando sentí como se corría dentro de mí, justo al tiempo en el que yo me venía entre nosotros.

Desplomándome en el colchón sin fuerza alguna y tratando de normalizar mi respiración, solté un pequeño gemido cuando el pelinegro salió de mí interior cuidando no lastimarme, manteniendo su rostro contra mi pecho, jalando con una mano las cobijas para cubrirnos con ellas.

Con la poca fuerza que me quedaba acaricie los azabaches cabellos del demonio sobre mí, embozando una sonrisa nostálgica, mientras mis ojos se cerraban con cansancio.

-Duerme –susurro el demonio acomodándose a mi lado, haciendo que me recostara sobre su pecho –mañana tenemos cosas que hacer.

-¿Me llevaras con mi padre?

-Sí.

-Gracias –sonreí antes de bostezar.

-Descansa-murmuro acariciando mi espalda baja con una mano y depositando un beso en mi frente.

-Te amo –susurre embozando una sonrisa.

-Yo igual, Ciel. Te amo. –respondió regresándome el gesto, sin parar de acariciarme, hasta que finalmente me quede dormido.

FIN DEL CAPITULO 10

-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-

EPILOGO

No hacía falta decir lo feliz que me sentía justo ahora, sentado frente a mi padre en la mesa del jardín mientras observábamos el paisaje que el sol nos brindaba.

Me parecía increíble lo rápido que la mansión Phantomhive había sido reconstruida, haciéndola ver como nueva, al igual que el hermoso jardín en el que Maylene, Bard, Finny y Snake jugaban con la nueva mascota, Pluto, mientras Tanaka los observaba con una sonrisa. Sin duda los nuevo sirvientes eran todo un caso, algo disfuncionales y con pasados algo oscuros, como mi apellido, pero con una gran lealtad a la familia.

-Ciel –llamo mi padre dejando su taza de té en la mesa.

-¿Si? –lo mire con atención, aun aliviado y agradecido con Undertaker y Claude por haberlo ayudado, a él y a mí.

-Siempre supe que ese tipo no era normal –pensé con la imagen del de cabello grisáceo en la cabeza.

-¿Estas feliz?

Mirando hacia la mansión mi progenitor lucía una sonrisa completamente verdadera, que hacía que me sintiera en paz.

-Han pasado muchas cosas, ya lo sabes. –Murmure mirando al mismo lugar –Siendo sincero no creí volver a sentirme como ahora desde lo que paso con mamá…pero las cosas han cambiado. Soy feliz.

Respirando hondo vi acercarse a tres hombres desde la mansión, que parecían discutir.

-Ya me disculpe por la tardanza, así que cállate de una buena vez –decía Sebastian evitando mirar a Claude, quien hacía lo mismo hacia él mientras Undertaker se reía de ellos.

-Aun me cuesta creer todo lo que paso, y lo de tu relación con aquel hombre –murmuro mi padre llevándose una mano a la frente en señal de enojo.

Ciertamente, en un principio mi padre había armado un total alboroto cuando le había contado lo mío con el demonio de ojos escarlata, incluso le había hecho frente aun sabiendo lo que era, pero Sebastian se había mantenido tranquilo, reafirmándole varias veces sus intenciones conmigo y para mi sorpresa, logrando que mi padre se calmara y finalmente se resignara, pero con la firme condición de que no me apartara de su vida, y eso -por supuesto- era algo que yo también le había pedido al demonio y que este acepto sin dudarlo.

-Siempre seré tu hijo, y siempre te amare papá –le dije con una amplia sonrisa que no pudo evitar devolverme.

-Lo sé –murmuro acercándose para depositar un beso en mi frente –Tu madre estaría orgullosa de ti.

-Gracias –susurre mirando al cielo, antes de enfocar la mirada en mi demonio, que con educación llego hasta nosotros, acompañado solo de el enterrador -pues Claude ya se había marchado- haciendo una leve reverencia ante mi padre, quien hizo lo propio ofreciéndoles algo de té antes de comenzar una amena platica que todos disfrutamos.

Admirando los últimos rayos de sol deje mi taza vacía sobre la mesa, al mismo tiempo que el demonio.

-Los espero aquí la próxima semana para la fiesta que organizara madame Red –murmuro mi padre sabiendo que ya era hora de nuestra partida.

-No faltaremos –dije levantándome y depositando un beso en su mejilla.

-Hasta pronto conde, Undertaker –se despidió el pelinegro tomándome de la mano apenas me separe de mi progenitor.

-Adiós a ambos –me despedí dejando a los dos hombres aun comiendo galletas que el de ojos verdes había traído personalmente.

Respaldando mis palabras el demonio dejo salir sus imponentes y bellas alas, envolviéndonos a ambos con ellas antes de desaparecer entre un remolino de plumas y teniendo como última imagen del mundo humano la sonrisa que nos dedicaban el peculiar shinigami y mi padre.

Sintiendo como los brazos del demonio me apretaban con más fuerza emboce una sonrisa de completa felicidad.

Sabía que mi padre y Sebastian aún tenían sus dudas sobre la decisión que había tomado de quedarme junto a este último, pero no me arrepentía de nada. Mi padre era feliz, pues tenía a alguien con él y yo y Sebastian lo visitábamos con bastante frecuencia, así que estaba bien.

-Sebastian –llame levantando el rostro y sonriendo con picardía –Te amo.

No era la primera vez que se lo decía, ni tampoco iba a ser la última. Sabía lo feliz que lo hacía al decirle aquellas simples pero significativas palabras, así como yo lo era cuando él las repetía para mí.

Llegando a nuestro hogar el mayor me tomo en brazos mostrando sus colmillos en aquella bella sonrisa que me dedicaba.

-Te amo –repitió juntando nuestros labios unos segundos –Y es para siempre.

Aferrándome más a el volví a juntar nuestros labios mientras entrabamos a nuestro hogar, que a pesar de estar en un mundo siempre oscuro parecía brillar como el mismísimo cielo solo por el hecho de estar juntos.

FIN

Notas finales:

¡Hola otra vez!

Espero les haya gustado este último capítulo ^^ No saben lo que me costó terminarlo! Imaginen escribir lemon mientras tus padres pasan a tu lado a cada rato…no fue agradable eso jajajaja.

Bueno, ya enserio. De verdad espero haber cumplido con sus expectativas con lo que respecta al final de este fic *llora en una esquina* Yo me siento feliz de haberlo terminado ya ^3^ , eso significa…nuevo fic! (Ya lo verán, muy pronto *ríe maliciosamente* jajaja, tengo 10 fics empezados…lol)

En fin, ¿merezco al menos un review? *ojos de gato convenenciero*

Muchas gracias a todas las personas que me siguieron a lo largo de esta obra *rueda en suelo sollozando* ¡L s amo!

¡Hasta pronto!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).