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Juntos en la Oscuridad. por Mizuki Nozomi

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Notas del capitulo:

Hola bombones!! ^^ (si, estoy siendo lambiscona para que no me maten por no actualizar desde hace dos semanas TTnTT)

Bueno...perdon por la demora, entre en una crisis existencial y de falta de inspiracion por lo que me la pase como zombie estas dos semanas -.-u de verdad lo lamento u.u  waaa ni siquiera e leido fanfics, mi depresion me tubo jugando un videojuego en internet (?)

Igual me disculpo por mi desaparicion en face, cuando me da la apatia no convivo con la gente por que soy super fea persona ._. (enserio, me comporto como una maldita)

En fin, hoy tube un ataque de inspiracion y este capitulo fue el resultado. asi que sin mas, les dejo el cap. Espero les guste ^^

Mas notas al final del cap :)

JUNTOS EN LA OSCURIDAD

CAPITULO 4

--------Pov Ciel----------------

Con lentitud, un calor demasiado agradable acaricio levemente mi piel expuesta hasta llegar a mi rostro, irritándome por la luminosidad que lo acompañaba. Incomodo, me di la vuelta, tratando de ocultarme de aquella luz tan molesta.

La cabeza me dolía, me dolía mucho, al igual que la mayor parte de mi cuerpo. Me sentía agarrotado, cansado…

Vagamente era capaz de escuchar voces y pasos sordos fuera de mi habitación.

-Te…termine con el comedor, voy al salón principal –grazno una voz de mujer.

-Yo para la cocina. –dijo entre dientes, y a modo de respuesta una voz masculina.

-¿Y yo que hago? –pregunto una tercera voz, esta sonaba juvenil y alegre.

-Ve al jardín principal, hay que arreglar los rosales –respondió a quien reconocí como Tanaka.

-¡Bien! – exclamo antes de salir corriendo. Sus pisadas eran fuertes y escandalosas.

-Ayúdale por favor –le pidió mi mayordomo a alguien más.

- “Con gusto”, dice Emily –murmuro  una nueva voz, esta no denotaba nada, era lúgubre pero…agradable.

-Traten de no hacer tanto escándalo, los amos están durmiendo aun. En cualquier momento regresara Madame Red, así que dense prisa. –fue lo último que dijo mi mayordomo, recibiendo una afirmación de parte de todos. Después de eso solo se escucharon  varias pisadas que anunciaban la retirada de todos.

A excepción de Tanaka, ¿quiénes eran las otras personas?

Con lentitud, me atreví a abrir los ojos, siendo incapaz de ver con claridad en un principio debido a que la luz que entraba por la ventana me lo impedía. Fue cuestión de segundos para que mi vista al fin se acostumbrara, permitiéndome ver con toda claridad, pero…solo con un ojo, pues el otro no vislumbraba nada. Asustado, me lleve  una mano al lugar, palpando lo que parecía ser una gasa, más al recorrerla, pude notar que se trataba de un vendaje que rodeaba mi cabeza pasando por encima de mi ojo derecho.  

-¿Que…es esto? –jadee abriendo los ojos como platos cuando un montón de recuerdos se dispararon por mi cabeza sin aviso alguno, dejándome completamente estático.

“Eso no pudo haber pasado…estoy en mi habitación…y Tanaka está aquí…pero…ayer la mansión se estaba quemando…. ¿fue un sueño?”

-Eso no explicaría esto –susurre.

Sintiendo mi cuerpo comenzar a temblar, me ayude con las manos para poder sentarme en la cama.

-¡Ah! –gemí al sentir un fuerte dolor proveniente de uno de mis costados. Tragando saliva lleve una mano al lugar, sintiendo como mi torso era rodeado por otro vendaje que pasaba debajo de mi camisón.

Mi respiración se aceleró cuando de forma violenta bote a un lado las cobijas que me cubrían, para después levantarme con dificultad de la cama y dirigirme con cierta dificultad al espejo cuerpo entero acomodado en una de las paredes.

Una vez parado  frente a él, me quede sin aliento.

Estaba vestido con un camisón limpio y unos shorts color crema, mi  cabello estaba despeinado. Aparte de los vendajes sobre mi ojo derecho y mi torso (que no podía ver pero si sentir), había otros más en mis piernas y brazos, cubriendo -lo que recordaba de anoche- raspones y rasguños. Había otro vendaje en mi cuello y una gaza sobre una de mis mejillas.

Por varios segundos me quede parado frente al espejo, tratando de asimilar lo que estaba viendo.

-¿Eso…fue… real? – pregunte a la nada dando un paso atrás, con las manos sobre la cabeza y una expresión descolocada que se reflejaba en el espejo frente a mí.

Cerrando los ojos me lleve una mano a la boca. En mi cabeza, imágenes de la noche anterior comenzaron a torturarme sin descanso, recordaba cada golpe, palabra y rostro de quienes habían estado por matarme, al igual que era capaz de recordar con toda claridad a quien había salvado mi vida…y me había ofrecido un trato.

No, seguro fue un sueño…eso no pudo haber pasado…

Un sonido metálico  me hizo abrir los ojos alarmado, solo para presenciar como  las cortinas de mi habitación se cerraban por si solas de forma violenta haciéndome dar un salto, y dejándome sumergido en la oscuridad. 

No puede estar pasándome esto….

-¿¡Qué…!? –quise protestar, más el sonido de un suspiro que no era mío me hizo congelarme.

-Así que ya despertaste. Pensé que tardarías más tiempo –comento una voz que para mi desgracia, pude reconocer.

Estoy soñando, estoy soñando…-me repetí mentalmente  dándome vuelta hacia dónde provenía aquella voz.

-¿Quién eres? –pregunte escrutando con la vista entre las penumbras, sintiendo el aire pesado y frio.

Una carcajada retumbo por toda las habitación, helándome los huesos.

Detrás de la puerta pude escuchar a alguien pasar.  Estaba por gritar para pedir ayuda cuando una respiración sobre mi cuello me paralizo.  

-Hazlo, y esa persona morirá, mi pequeño sirviente –susurro el inquilino quedamente, detrás de mí, acariciando cada palabra.  

Con los ojos como platos me aleje bruscamente de aquella voz, dándome la vuelta para poder ver a mi interlocutor, más era imposible, no podía ver nada.

-Creo que esto es lo que quieres –dijo mi acompañante al tiempo que una de las lámparas se encendía, otorgando la suficiente luz como para poder ver la silueta frente a mí.

-¡TU! –exclame con el corazón a mil, viendo escépticamente al demonio que me miraba con una sonrisa de oreja a oreja, parado y de brazos cruzados a tan solo dos metros de distancia.  No vestía la misma ropa con la que lo había visto por primera vez, y tampoco tenía sus alas. Esta vez estaba vistiendo un traje negro típico  de  un mayordomo. A pesar de no poder ver con toda claridad su rostro, mi mirada se enfocó exclusivamente en sus característicos ojos rojos, brillantes y peligrosos, que me miraban de forma…extraña, como si admirara algo  fuera de la realidad. Un escalofrió recorrió mi espina, me sentía vulnerable.

-Veo que me reconoces, eso es bueno –comento el pelinegro pidiendo mi atención.

Recobrando mi postura, lo mire fríamente, aparentando una calma que no tenía.

-Espero no hayas olvidado el trato que hicimos, Ciel –continuo recalcando la última palabra.

-…No, no lo olvide –susurre entrecerrando lo ojos, sin poder evitar un estremecimiento al escuchar mi nombre siendo pronunciado con su voz ¿Cómo es que lo sabía?

Por favor… que esto sea solo un sueño…

-Acércate –pidió ladeando la cabeza hacia un lado, y embozando una sonrisa aun mas ancha, dejando ver una dentadura “humana” de perfectos dientes blancos.

-No –Me negué dando un paso atrás.

Supe que había cometido un grave error cuando si mirada se volvió fría y seria.

-Es una orden.

Apenas dijo eso, un dolor agudo apareció en mi ojo “herido”, me quemaba. Era desgarrador.

-¿¡Que…que me está pasando!? –exigí saber sintiendo como el dolor se multiplicaba con rapidez, haciéndome jadear.

-Obedece la orden  -me dijo recobrando la sonrisa e indicándome con una mano que me acercara a él.

Tan solo de pensar en volver a negarme, el dolor creció más, haciéndome soltar lágrimas.

Tragándome mi orgullo, camine hacia el demonio, soportando ver su sonrisa triunfal.

Una vez frente a él, y a solo unos centímetros, el dolor desapareció casi por completo.  Soltando un suspiro de alivio, me limpie las lágrimas derramadas, evitando mirara al mayor.

-Eso que acaba de suceder se repetirá cada vez que te niegues a una orden mía –me explico acercando sus aguantadas manos a mí y colocándolas sobre mis hombros, que por instinto encogí ante el toque.

Dignándome a mirarlo, lo hice con ira, aun tratando de normalizar mi agitada respiración.

-¿Sabes porque estoy aquí?–pregunto cruzándose de brazos. Sus ojos brillaron color rosa brillante, dejándome sin aliento.

-No exactamente…-exhale sintiéndome inusualmente mareado.

-Anoche tú y yo hicimos un trato –suspiro quitándose el guante izquierdo para después mostrarme el dorso de su mano, en la que tenía dibujado un…sello, que consistía en un pentagrama invertido rodeado por dos círculos, uno delgado y otro conformado por picas. Sin darme tiempo a preguntarle al respecto me tomo de  un brazo, jalándome con tranquilidad hasta el espejo.

-Espe… -trate de protestar.

-Calla –me corto deteniéndose y soltándome frente al espejo, para de inmediato situarse detrás de mí y así comenzar a retirar, sin dificultad alguna, el vendaje que cubría mi ojo derecho. En menos de diez segundos, la venda acabo en el suelo.

 -Ábrelo –ordeno al ver que mantenía mi ojo cerrado.

Dando un suspiro obedecí, ignorando el leve dolor que me representaba hacerlo, quedando impactado por lo que veía: El mismo sello que ese hombre tenía sobre la mano, yo lo tenía sobre mi ojo. Sin poder creerlo di un paso enfrente. El sello era color…violeta, casi morado, mientras que todo mi ojo completamente negro. Era extraño que a pesar de eso fuera capaz de ver con toda claridad.

-Este sello deja en claro que me perteneces, y con el puedo saber en dónde estás –explico el demonio mirándome por el espejo –no puedes huir de mí.

Incapaz de decir algo, me mantuve quieto, ocultando mi mirada con mi flequillo.

-Entiendo. –susurre sintiendo mis ojos escocer.

-Es hora de irnos –dijo colocando una mano sobre mi hombro.

Dando un respingo me zafe de su agarre, mirándolo  con enfado.

El de traje de mayordomo entrecerró los ojos pasándose una mano por el cabello en señal de molestia.

-Dime que no estás pensando en hacer una escena –suspiro dedicándome una mirada fría y con sus labios formando una línea.

 -Por supuesto que no planeo eso, soy una persona de palabra y cumpliré con el trato. –dije chasqueando la lengua pues me ofendía que ese hombre pensara lo contrario de mí.

El demonio coloco su dedo índice y pulgar bajo su barbilla, cambiando su expresión a una un tanto….escéptica.

-¿Que paso con mi padre? –pregunte aprovechando su silencio. Necesitaba saber si, tal como había escuchado decir a Tanaka, él estaba vivo.

-Oh, él está bien–respondió sonriendo con suficiencia.

-¿A qué te refieres con eso?

-Bueno, está vivo y en unos cuantos días estará completamente recuperado de sus heridas.

Soltando un suspiro de alivio ante esas noticias, una nueva pregunta se formuló en mi cabeza.

-… ¿Por qué sucedió lo de ayer? –inquirí apretando los puños. Era poco decir que estaba furioso por los acontecimientos de la noche anterior. El apellido Phantomhive había estado a punto de morir, necesitaba una explicación de ello.

El pelinegro frunció el ceño en clara señal de enfado. Por un momento sentí miedo al ver su mirada carmesí destilar tanto…odio.

-Eso te lo diré después, aquí no es el lugar ni el momento. – mascullo con una mueca.

-…De acuerdo…-acepte a regañadientes.

-¿Eso es todo?

-No. –Me apresure a decir -¿Qué pasara con mi padre?

-Tal como acordamos, me he encargado de su completa seguridad. He reunido a las personas indicas para su protección de ahora en adelante. No hay de qué preocuparse.

Cerrando los ojos, asentí con lentitud.

El demonio dio un paso hacia mí.

-Espera…-pedí sin retroceder. Apretando los dientes, lo mire a los ojos con muda suplica. No tenía miedo de lo que sería de mí,  eso no me importaba pues sabía que al tomar esta decisión mi padre estaría a salvo. Con saber eso,  no me importaba si me quemaba en las llamas del infierno, o si el demonio frente a mí me mataba de la forma más cruel posible, pero antes de eso, necesitaba hacer una ultima cosa.

El pelinegro espero paciente lo que quería decir.

-Tal como dije hace unos momentos….no pienso faltar a mi palabra, me iré contigo sin objeción alguna, pero quiero pedirte una última cosa –dije en un susurro, incapaz de mantenerle la mirada. Para mi representaba un gran esfuerzo pedir algo de forma tan amable y sumisa. Era denigrante para alguien de mi posición.

El pelinegro me miro sin expresión alguna, como si no estuviera aquí. Parecía estar pensando algo importante.

-¿Qué es lo que quieres? –mascullo volviendo a enfocar la mirada en mí.

-Quiero ver a mi padre…solo una vez más –susurre luchando porque mi voz no se quebrara. Ese era mi último deseo, quería tener la oportunidad de poder despedirme de mi progenitor, no podía dejarlo de la misma forma que mi madre.

Sin decir nada, el demonio dio otro paso hacia mí, quedando a unos cuantos centímetros. Debido a la diferencia de altura me vi obligado a levantar la mirada, con cierto deje de duda. Mis sentidos se agudizaron al notar con intranquilidad que su expresión parecía la de un animal salvaje dudando entre si atacar o no.

En un movimiento limpio y firme, el hombre levanto una mano (la que no tenía puesto el guante) y la coloco sobre mi cabeza, hundiendo sus dedos en mi cabello. A pesar de no estar haciendo contacto directo con mi piel, podía sentí lo fría que era su mano, como la de un muerto, aunque la sensación era muy diferente…

-Tienes 10 minutos. Si en ese tiempo no estás aquí iré por ti. Que no vea tu ojo –dijo finalmente tendiéndome una gaza que con duda tome, antes de alejarse de mí, yendo a recargarse contra la pared más lejana,  en donde la luz de lámpara no alcanzaba, quedando oculto en la oscuridad.

Sintiendo un hormigueo en donde antes había estado su mano, asentí con cierta torpeza antes de dirigirme con pasos apresurados hacia la puerta al tiempo que me colocaba la gaza sobre el ojo que tenía el sello.

Una vez coloque adecuadamente la gaza, tome con una mano el pomo de la puerta, dispuesto a girarlo, más en lugar de eso me atreví a darme la vuelta hacia donde la figura del demonio se había perdido.

-¿Cuál es tu nombre? –pregunte con cautela, encontrando entre la oscuridad los ya conocidos ojos rojos, que en no despegaban su vista de todos y cada uno de mis movimientos.

Por diez segundos no obtuve contestación, por lo que soltando un suspiro mire el reloj en la pared de la derecha: 8: 37. Tragando saliva me di la vuelta hacia la puerta, dispuesto a irme, más cuando me encontraba por abrirla, el respondió.  

-Sebastian –murmuro cansinamente desde su lugar– Sebastian Michaelis.

Sin saber porque mi cuerpo se negó a moverse siquiera un milímetro, me mantuve rígido frente a la puerta por varios segundos, debatiéndome entre si decir algo o no, hasta que finalmente me decidí.

-El mío, por lo visto,  ya lo sabes, pero aun así lo diré: mi nombre es Ciel Phantomhive –dije antes de salir por la puerta, cerrándola con fuerza antes de correr hacia  la habitación de mi padre (que se encontraba a  5 habitaciones de la mía) sin detenerme a mirar  nada.

Una vez estuve frente a la puerta de mi progenitor, la abrí sin llamar y me adentre sin dudar en la blanca estancia que era tenuemente iluminada por los rayos de sol que se filtraba por el ventanal, que era decorado con cortinas ligeras color azul claro, a gran diferencia de las mías que eran gruesas y color negro. Mi padre y yo siempre habíamos chocado en cuanto a nuestros gustos en la decoración.

Dejando de un  lado la impresión inicial, me acerque con prisa hasta la gran cama en la que pude ver, descansaba mi padre, tapado hasta el pecho por las cobijas, y quien con mi alboroto, comenzaba a despertar.

-Papá…-susurre con alegría una vez a su lado. Tal como el demonio había dicho, estaba bien, tenía cortes superficiales en el rostro y los brazos, y seguramente más en otras partes de su cuerpo que estaba cubierto por la camisa blanca y las cobijas.

-¿Ciel…? –pregunto mi padre con voz apenas audible incorporando medio cuerpo en la cama con ayuda de sus brazos, antes de abrir los ojos como platos al enfocar su mirada en mi rostro.

Sin dejarlo reaccionar a mi presencia, me lance contra él abrazándolo por el cuello, sin poder contenerme y dejando salir gruesas lágrimas de felicidad, dolor y tristeza.

 Apenas mi procreador salió de su sorpresa, correspondió mi abrazo con la misma intensidad que yo, pasando sus brazos por mi cintura.

-Ciel…  –susurro acariciando con una mano mi cabello, haciéndome sentir como cuando era pequeño. Con un poco de sorpresa pude sentir el leve temblor que recorría su cuerpo y las apenas perceptibles lágrimas que mojaban mi hombro.

-Papá…lo siento –pensé con dolor mirando el reloj sobre la pared. Me quedaban 8 minutos. 8 minutos antes de separarme para siempre de mi padre.

Con el corazón afligido apreté los parpados deseando con todo mi ser que esto no fuera más que un sueño, que no tuviera que despedirme de mi padre, que no tuviera que déjalo solo; pero era inútil, esto estaba pasando y tenía que aprovechar el poco tiempo que me quedaba.

Aflojando un poco mí agarre me separe un poco de mi progenitor, lo suficiente para poder verlo cara a cara. Sus ojos, al igual que los míos, estaban cristalinos y llorosos.

Como si lo hubiéramos acordado ambos sonreímos al mismo tiempo.

-No sabes lo feliz que estoy de verte –comento mi padre revolviéndome el cabello.

-Lo mismo digo –conteste con voz ahogada. Luchando por no romper en llanto de nueva cuenta.

-No puedo creer que estuve a punto de perderte, lo siento Ciel, perdóname por no haber podido hacer nada –susurro recargando su cabeza en mi pecho.

-Papa, no te preocupes, lo que importa es que ambos estamos bien, estoy aquí… –Murmure acariciando su espalda con suavidad, sintiendo con aflicción que mi corazón se partía en pedazos.

Después de unos segundos mi padre se recobró, levantando la cabeza y mostrándome una ligera sonrisa.

-Papa… ¿Qué fue lo que sucedió? –pregunte en un suspiro, sintiendo un peso enorme sobre mis hombros.

-Ash Landers –mascullo endureciendo la mirada – él fue quien planeo todo. Aun no sé exactamente la razón, cuando platico conmigo durante el incendio yo estaba aturdido, no entendí nada de lo que dijo, menciono algo sobre “limpiar Londres de las almas impuras”, y muchas cosas más que no tenían sentido alguno. Después dijo que no era el único en la mansión y que seguro tú ya debías estar muerto…, después de eso caí inconsciente. Cuando desperté estaba aquí, aún estaba oscuro…

De la nada su expresión cambio a una confundida.

-¿Que paso después?

-Un hombre entro a la habitación, era joven, quizá unos cuantos años menos que yo y estaba vestido de mayordomo, ¿Cómo dijo que se llamaba? ¿Sebastian? No lo recuerdo, dijo que había sido mandado por la reina, tenía una carta de parte de ella, en la que explicaba que lo había mandado para recopilar datos de lo sucedido.  Le pregunte qué había pasado y el me explico que no estaba del todo seguro, que ya se estaba investigando el caso y que lamentablemente los hombres que atacaron la mansión habían escapado cuando llego la policía. Después le pregunte por ti y me dijo que estabas bien, descansando en tu habitación. –murmuro acomodándose mejor en la cama para quedar recargado contra el respaldo  y jalándome de la mano para sentarme junto a el -Después entro Tanaka, de verdad que me sorprendí, detrás de él venía Madame Red.  Tanaka dijo que lo dejaron inconsciente en la cocina, probablemente pensaron que no sobreviviría al incendio que provocaron los atacantes. El joven dijo que el incendio se había extinguido por sí solo, y que resultaron dañados algunas habitaciones y pasillos, nada de importancia.

Ese demonio…

-Y veo –suspire lo último todo a Sebastian. Porque yo había visto mi mansión perdida en el fuego y era imposible que los daños hayan sido tan pocos.

-Oh, ahora tenemos nuevos sirvientes, los consiguió este joven. Son muy….interesantes. –agrego riendo un poco.

Apretando la mano que sostenía la mía y que me brindaba tanto calor y tranquilidad, mire una vez más el reloj sobre la pared. Marcaba las 8: 45.

3 minutos…

Ya iba siendo hora de despedirme.

-¿Ciel? –la voz de mi padre me saco de mis pensamientos.

-¿Qué pasa? –pregunte regresando mi vista a él.

-¿Cómo estás? –Pregunto acariciando una de mis mejillas, y pasando la mano sobre mi ojo con la gaza -¿Qué te hicieron? ¿Te sientes bien?

-Tranquilo, solo son unos rasguños. Y…en cuanto a esto –explique señalando mi ojo –no lo perdí, solo está algo lastimado.

-De acuerdo. –exhalo volviendo a abrazarme.

-Papa….-susurre odiando el tiempo,  por pasar tan rápido en estos momentos –te quiero, te quiero mucho.

-Yo igual Ciel, eso lo sabes bien –respondió con cierta confusión en la voz

-Ayer en la noche pensé en algo –susurre abrazándolo con más fuerza - quiero que me prometas una cosa…

-¿qué es?

Armándome de valor, rompí el abrazo, embozando la sonrisa más convincente que fui capaz de hacer.

-Si algo llegara a pasarme, quiero que sigas adelante, aunque no esté yo aquí. Necesito que me lo prometas–pedí indicándole con la mirada que hablaba enserio.

Como si el tiempo se hubiera detenido, mi padre bajo la mirada hacia las cobijas, quedándose de esa forma varios segundos hasta que resoplando regreso su vista a mí.

-Bien, lo prometo –suspiro pasándose una mano por el cabello –pero prométeme lo mismo.  

-lo prometo –dije reprimiendo un suspiro de alivio.

Lo siento, papá…

-Iré a cambiarme –avise dándole un beso en la mejilla antes de levantarme de la cama.

-Te veo en el comedor –dijo jalándome de un brazo para darme un beso en la frente.

Asintiendo una vez, me dirigí hacia la puerta, volteando hacia mi padre para recibir una sonrisa cálida que me transmitió la valentía suficiente para salir y caminar de regreso a mi habitación.

Apenas estuve frente a esta, respire ondo una vez antes de entrar y cerrar la puerta, quedando  sumido en la oscuridad de nueva cuenta.

-Estaba a punto de ir por ti – comento la voz del demonio, demasiada cerca para mi gusto.

Agudizando mis sentidos trate de identificar de donde venía su voz.

-Estoy aquí –anuncio el demonio posando sus manos sobre mis hombros, desde atrás. Justo en ese momento una de las lámparas se encendió, igual que hace unos minutos.

Tragando saliva gire la cabeza a un lado, viendo las afiladas y negras uñas contrastando contra mi camisón y la blanca mano a la que pertenecían.

-Ya me di cuenta –dije tratando de no demostrar nerviosismo. Las manos me sudaban.

Con lentitud sus manos se deslizaron de mis hombros, dejándome libre para moverme.

Apretando los puños, me di la vuelta, soltando un jadeo al ver ante mí la “otra forma” de Sebastian que nuevamente vestía su ajustada ropa de cuero, aunque esta vez tenía puesta una gabardina negra bastante larga que le llegaba casi a los tobillos Detrás de su espalda se encontraban encogidas sus alas.

-¿Sorprendido? –inquirió el azabache con una sonrisa divertida.

-En lo absoluto –mentí. A pesar de ya haberlo visto así anteriormente, la impresión no dejaba de sorprenderme. Era….avasallador.  

- jajaja claro –dijo con tono sarcástico.

-¡Cállate! –grite comenzando a perder la paciencia.

De un momento a otro el rostro del demonio se encontró a muy escasos centímetros del mío, tanto que podía sentir sus labios rozando los míos. Mis ojos se abrieron a más no poder por la impresión ¿en qué momento se había movido? Soltando un gritillo me apresure a alejarme del pelinegro, perdiendo el equilibrio y cayendo de espaldas contra el suelo. Sentía mi cara arder.

Sin darme tiempo a reponerme, el de alas negras se acuclillo frente a mí, mirándome duramente.

-No olvides tu posición ahora, mi pequeño sirviente –sonrió de medio lado levantándose y tendiéndome una mano.

Chasqueando la lengua, desvié la mirada hacia el suelo, dudando entre si aceptar su ayuda o no hacerlo. Decidiendo no aceptarla, trate de levantarme por mi mismo, más un dolor en uno de mis costados me regreso al suelo, haciéndome soltar una exclamación de dolor.

Resignado, espere algún comentario sarcástico o una burla de parte del azabache, más nada de eso llego. Desconcertado, levante la mirada, más el demonio ya no estaba frente a mí.

Antes de poder decir nada, me encontré siendo levantado del suelo y cargado estilo nupcial cortesía del ojirojo, que mantenía una expresión preocupada.

-¿¡Que crees estás haciendo!? –Casi grite,  sonrojándome hasta la medula y retorciéndome en sus brazos– ¡bájame!, ¡estoy bien!

-No –negó con firmeza –ya es hora de irnos.

Apenas dijo esas palabras, deje de retorcerme, quedándome quieto en brazos del azabache.

-Tengo una pregunta –anuncie sin mirarlo – No regresaremos jamás ¿verdad?

-Correcto –respondió el azabache de manera seca.

Soltando un suspiro me quite la gaza que cubría mi ojo derecho. Esa era la respuesta que esperaba…y a pesar de eso mi corazón me dolía.  ¿Mi padre podría superar esto?

-¿al menos podrías dejarme empacar o cambiarme? –me queje ocultando mi tristeza.

-No necesitas empacar nada, y apenas lleguemos a nuestro destino te dejare cambiarte de ropa. –Dijo caminando hasta el centro de la habitación –si quieres llevar algo que sea pequeño y no estorbe.

-Solo quiero el libro y los anillos  que están sobre mi buro –pedí luchando por mantener mi cabeza fría. Este tipo era irritante.

Sin decir nada, el demonio camino hacia donde le había dicho estaban las cosas que quería.

-Tómalas –ordeno agachándose un poco para que me fuera fácil hacerlo.

-Gracias –masculle obedeciendo, poniéndome los anillos en el dedo correspondiente y antes de abrazar el libro contra mi pecho.

-¿Ya es todo? –pregunto regresando al centro de la estancia.

-Si –respondí con la mirada gacha.

-En ese caso, vámonos –murmuro extendiendo sus negras y emplumadas alas.

Repentinamente un montón de plumas negras comenzaron a rodearnos, saliendo de todas partes, la habitación comenzó a verse borrosa debido al movimiento de las plumas.  Inconscientemente cerré los ojos y  me acurruque en el pecho del demonio, sintiéndome inusualmente mareado.

-¡¡CIEL!! –escuche gritar la voz de mi padre. Asustado abrí los ojos, solo para ver la figura de mi progenitor abrir la puerta estrepitosamente.

Inmediatamente después, todo se volvió oscuro.

-Adiós papá –murmure en un hilo de voz, cerrando los ojos.

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FIN DEL CAPITULO 4

Notas finales:

Bien, ese fue el cap 4 ñ.ñ ¿Qué les pareció? ¿Sigo la historia o la borro y me tiro de un puente? ñ.ñ

Me disculpo nuevamente por desaparecer del mundo son avisar -.- tratare de que no vuelva a ocurrir u.u

No sé si pueda actualizar esta semana, esa es la idea pero tengo cita en el hospital -.-

Gracias a todas las personas que siguen este fic, las amo!!


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