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Juntos en la Oscuridad. por Mizuki Nozomi

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Notas del capitulo:

Buenas noches a tod@s.

Si, lo sé, seguro ni me recuerdan :´C pero igual sé que todo es mi culpa por desaparecer de la faz de la tierra por más de 2 meses y sin avisar, a pesar de haber prometido con anterioridad que no lo volvería a hacer.  

Lo siento mucho. Créame que yo odio con mi alma cuando las escritoras (o escritores) se desaparecen sin decir nada y dejan sus fics incompletos (me odio tanto)

Igual me disculpo por las personas que deje colgadas en chat.

Solo…les pido comprensión. La prepa se me complico este semestre (todo se puso muy pesado…) y tuve algunos problemas con eso, con mi familia, mi maldito tiempo,  mi maldito alter ego etc. (lo sé, maldigo mucho. Perdonen) Pero bueno, ¡mañana es mi último día de clases! Salve el semestre con buenas notas (en lo que cabe…) y mis vacaciones son largas!! ^^

Bien, dejando de lado lo anterior. La verdad es que este capítulo tenía solo dos cuartillas escritas desde hace varias semanas y de plano no podía avanzarle por falta de tiempo e inspiración. Pero debido a que como son los últimos días no me dejaron tareas y por milagro divino ayer abrí el documento, agarre la onda y wow, mi cabeza se puso a maquinar. Así que hoy termine el capítulo, le di una revisada y aquí esta J


Nuevamente, perdonen.

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Nota: en este capítulo aparecerá un personaje inventado y se ara mención de otro(s). En lo personal, no me gusta hacer eso de inventar personajes, pero necesitaba a fuerzas que estos existieran para así poder explicar algunas cosas.

Estos personajes no tendrán relevancia en la historia. Es más, hablaran muy poco o quizá nada xDD Eso ya lo verán ^^

Espero esto no les moleste u.u

El nombre de uno de los personajes lo tome prestado de una gran y querida amiga mía a la cual amo! (Te amo mujer!!) ^^

Sin más que decir, l@s dejo leer

JUNTOS EN LA OSCURIDAD

CAPITULO 5

 

Inmediatamente después, todo se volvió oscuro.

-Adiós papá –murmure en un hilo de voz, cerrando los ojos.

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Sintiendo mi cuerpo ligero pero con una sensación de vértigo, abrí de nueva cuenta los ojos. Aun podía escuchar el batir de las plumas a mí alrededor pero no podía ver nada. Todo estaba oscuro, inquietantemente oscuro.

Agarrando con fuerza el libro en mis manos, trate de distraerme pasando mis dedos por el lomo y los costados, sintiendo la suave textura, aunque lastimosamente, eso no me sirvió de nada. El agobio no me dejaba en paz, amenazando con arrastrarme a la paranoia pues no sabía lo que sería de mí de ahora en adelante.

¡Odiaba esto!, Odiaba el sentimiento de vulnerabilidad que la oscuridad y la incertidumbre causaban en mí, odiaba mi miedo y los malditos acontecimientos que me había arrastrado a estar en esta situación.

Apretando los dientes debido a la ira, sentí las lágrimas aglomerarse en mis ojos, pugnando por salir y expresar mi impotencia, pero no, no lloraría, eso no me serviría absolutamente de nada, eso no aria que mi situación cambiara y que esto no estuviera pasando; hacer eso solo me aria ver patético.

Con un nudo en la garganta, opte por volver a cerrar los ojos; después de todo, en cualquier momento llegaríamos a nuestro destino -fuera cual fuera- y  aunque odiaba admitirlo, temía lo que me esperaba.

Me parecía un poco extraño no escuchar comentario alguno del demonio que me cargaba sin señal de cansancio. Sentía su pecho moverse al ritmo de su relajada respiración, y el tranquilo palpitar de su corazón, sintiendo sorpresa al poder sentir esta última acción, pues al tratarse de un demonio no me esperaba eso, aunque pensándolo bien, no era cosa rara, pues humano o no, era un “ser vivo” ¿cierto?

Un tanto intranquilo, me mantuve quieto en brazos del demonio, con la cabeza apoyada en su pecho, pues fuera extraño o no, me tranquilizaba sentirlo cerca de mi entre tanta oscuridad. A fin de cuentas, y aunque fuera solo por ahora,  él no me aria daño.

Sintiendo una ligera ráfaga de viento golpearme, supuse que el “viaje” había terminado. Ahora sentía el suave mecer de Sebastian al caminar, al igual que podía escuchar sus sinuosos pasos al tocar el suelo.

-¿Estas despierto? –pregunto el demonio rompiendo el silencio con voz grave, haciéndome dar un salto.

-…Si –respondí  con los nervios a flor de piel.

-Entonces abre los ojos. Hemos llegado –murmuro antes de soltar un leve suspiro.

Tomando una bocanada de aire, obedecí de forma lenta, temiendo a la imagen que aparecería ante mí, y quedando completamente sorprendido cuando mi vista se topó con esta. Frente a mí, a tan solo unos cuantos metros, de un tamaño quizá más grande que la de mi familia, una gran mansión de mármol blanco y techo color negro se mostraba ante mis ojos. Su diseño seguía la moda del siglo actual, aunque también tenía toques del siglo XVIII. Varias ventanas adornaban el frente exquisitamente, más todas estas estaban bloqueadas por cortinas de un intenso color rojo. Esa mansión, su enorme y espacioso jardín repleto de arbustos con rosas rojas, la reja metálica color negra y con forma en lanzas verticales cuya base de roca rustica de casi 2 metros, y su portón negro abierto de par en par,  parecía -de forma bastante peculiar- estarnos dando la bienvenida.

Recobrándome de la impresión inicial quite mi atención de esa gran mansión, para darme cuenta de que parecía ser de noche ya. ¿Tanto tiempo nos había llevado llegar aquí? Levantando la mirada pude ver la luna sobre mi cabeza, una gran luna de sangre que al igual que los ojos del demonio que me cargaba, era capaz de hipnotizarme.

Escuchando el sonido del viento, esta vez me concentre en tratar de saber más del lugar en el que me encontraba. Justo ahora, el demonio cruzaba la entrada al jardín, momento en el cual el portón se cerró por si solo y sin hacer casi ningún sonido. Con cierta confusión, note que a los alrededores de la mansión  no había más que árboles y más árboles, todos enormes y de diferente tipo que se erguían orgullosos hacia el cielo.

Curioso, me atreví a asomarme por sobre el hombro de Sebastian (quien para este momento no tenía sus alas), para ver con sorpresa que solo un pequeño sendero partía del portón hasta lo profundo del bosque,  perdiéndose en lo más oscuro de este. Tenía que admitir que la vista era única. Tenía cierta belleza peligrosa que llamaba mi atención.

Volviendo mi vista enfrente, admire el bello jardín que estábamos atravesando. Rosas rojas adornaban gran parte de este,  haciendo que el aire estuviera impregnado de su aroma.  A mi parecer eran demasiadas  y el color no me agradaba del todo pues no era un rojo…vivo, sino lo contrario, era demasiado opaco, marrón. Simplemente no me gustaba.

Llegando a la entrada de la mansión, la puerta doble se abrió de par en par, revelando que tras ella no había nadie, solo un gran recibidor de piso implacablemente negro y limpio con una lujosa alfombra a juego con las cortinas. Las paredes de color hueso contrastaban a la perfección con las gruesas cortinas. Unos metros enfrente, una imperiosa escalera color blanco con detalles plateados conducía al segundo piso, dividiéndose en dos a mitad del camino y siguiendo su ruta hacia la derecha e izquierda respectivamente.  

-¿Sorprendido? –pregunto el demonio interrumpiendo el silencio y mi distracción, mientras que a pasos contantes ahora subía las escaleras, tomando rumbo a la derecha.

-Algo –murmure al llegar al final, mirando con atención el  pasillo que ahora atravesábamos –este lugar es muy grande…

Mi observación pareció distraerlo un poco pues por unos segundos se mantuvo sin dar señales de querer decir algo más. Frunciendo los labios oculte mi nerviosismo. ¿Por qué me estaba llevando por aquí? En toda mansión los cuartos de servicio siempre están en el piso de abajo, esa era una regla general. 

¿Adónde me llevas?

-… ¿Quién más vive aquí? –pregunte en un suspiro tratando de calmarme.

-Solo yo, por así decirlo –respondió con simpleza, deteniéndose por fin frente a una de las puertas de lado izquierdo.

Aguantando mi peso con un solo brazo, abrió la puerta sin dificultad alguna, revelando un espacioso dormitorio completamente amueblado. Con una cama grande con doseles, y cobijas azules y blancas con almohadillas del mismo color, una cómoda color caoba, armarios y tocador a juego. La habitación era iluminada de forma cálida con elegantes lámparas en las paredes y una sutil araña en el techo. Las paredes eran azul marino con bordes blancos y cortinas de terciopelo negro.

-Tu habitación –anuncio Sebastian bajándome al suelo con lentitud.

¡¿Mi habitación?!

-…E-enserio…? –voltee a mirarlo con escepticismo. ¿No se suponía que a partir de ahora yo era su sirviente? ¿Por qué me daba una habitación así?¡Y en el segundo piso!

-Si

-Pero…-mi voz se apagó ante la fija mirada que me dirigía.

-Encontraras ropa en el armario. Cámbiate. Apenas termines búscame abajo ¿entendido?– dijo dándose la vuelta para retirarse

-…Si –respondí abrazando inconscientemente el libro que había traído conmigo.

-Apresúrate –musito antes de salir y cerrar la puerta tras él.

---

Apenas la puerta se cerró, me apresure a ir y poner el seguro, sintiéndome un tanto estúpido por ello. Era obvio que una puerta no me protegería contra un demonio.

Bufando, camine en dirección a la llamativa cama, pasando una mano sobre ella y sintiendo la suave y exquisita textura de la seda. Sinceramente, tenía ganas de echarme sobre la cama, se veía cómoda y yo me sentía cansado. Mala combinación.

Ignorando esos pensamientos, deje mi libro sobre la cómoda, antes de dirigirme con lentitud a uno de los grandes armarios del dormitorio. Abriendo las puertas de par en par, admire con cierta sorpresa que la gran cantidad de ropa que había ocupaba todo el espacio disponible, estando acomodada en al menos 25 ganchos.

En la parte de abajo había 7 pares de zapatos (3 eran botas), cada par a juego con la ropa colgada sobre ellos. Abriendo uno de los cajones a los lados, encontré ropa interior, calcetines, guantes, moños, corbatines, y muchas cosas más que completaban los conjuntos.

Tragando saliva, me dirigí al otro armario –que era un poco más pequeño-  y abriéndolo con cierto nerviosismo me topé con más ropa repartida en compartimientos cuadrados en la parte de arriba, que era donde se encontraban algunas toallas y sabanas. En medio, e igualmente colgando en ganchos como en el otro armario, había 5 batas de baño color crema y 7 camisones para dormir del mismo diseño que el que ahora traía puesto. Todos eran de tonalidades claras y limpias. Uno de los cajones de los lados tenía más ropa interior. En la parte de abajo habían unos cuantos pares de zapatos de tela.

Volviendo a cerrar las puertas de ese armario regrese al anterior tomando al azar uno de los conjuntos ahí colgados y llevándolo a la cama, para regresar por lo demás. Una vez toda afuera cerré las puertas y comence a quitarme la ropa, teniendo especial cuidado de no estirarme demasiado pues aun sentía dolor en uno de mis costados. Sentándome en la cama me cambie de ropa interior antes de levantarme para comenzar a ponerme el conjunto que había “escogido”, mirando con anticipación que el vendaje en mi torso estuviera bien acomodado, asintiendo distraídamente al ver que así era. 

Poniéndome primeramente la camisa blanca con holanes en mangas, pecho y parte del cuello, después me puse con unos pantalones azul fuerte que se ajustaban un tanto a mi piel. Sobre la camisa iba un chaleco negro que se ajustaba un poco en la cintura, provocándome algo de dolor debido a la herida en mi costado derecho. Ignorando esa incomodidad me vestí con la última prenda; un saco a juego con todo lo anterior y que se mantenía abierto y despejado de enfrente, siendo más largo en la parte de atrás llegando a la mitad de mis piernas teniendo un poco de vuelo en esa parte, simulando-a mi parecer- la silueta de un vestido, estando adornado por un gran moño atrás en la línea de la cintura.

Para finalizar, me calce -con algo de dificultad- unas botas con tacón de 4 cm color negras con listones azules y un moño del mismo color enfrente.

Una vez completamente vestido, tome la ropa que me había quitado y la deposite en un sesto que se encontraba  al lado de uno de los armarios y que supuse tenía esa función. Después me dirigí al tocador, admirando con algo de vergüenza mi reflejo. La ropa que estaba usando era algo llamativa, jamás había usado algo así, esto le daba más presencia a mi persona y eso me desagradaba bastante pues no me gustaba llamar  la atención.

Soltando un largo suspiro acerque mi rostro al espejo, retirándome con cuidado la gasa sobre mi mejilla y la de mi ojo, mirando con resignación la figura dibujada sobre este último.  En cuanto a la herida de la mejilla, esta no se veía mal a pesar de tratarse de un corte algo profundo, aunque no muy grande.

Agarrando un peine, lo pase por mi cabello con lentitud, tomándome mi tiempo deliberadamente.

Una vez completamente listo salí de la habitación, dándole una última mirada a esta antes de cerrar la puerta.

Pasándome una mano por el cabello, emprendí la caminata a través del pasillo, observando con algo de desconfianza el lugar, pues todo estaba bastante silencioso, alterando mis nervios y llevándome a caminar más a prisa, hasta legar a las escaleras, que un poco más calmado baje con pasos lentos admirando de nueva cuenta el bello diseño del lugar.

Al llegar al final de las escaleras, fue cuando me di cuenta que Sebastian no estaba, o más bien, que no me había dicho en que habitación iba a esta esperándome.

Estúpido demonio…

Sin saber exactamente qué hacer, me decidí a vagar por el lugar hasta encontrar a Sebastian, aprovechando para conocer más de lo que ahora en adelante seria mi “hogar”.

-¿Hogar…? –susurre de forma apenas audible.

¡Este jamás seria mi hogar! mi hogar estaba con mi padre, en la mansión donde nací, crecí y me convertí en quien soy; en donde conocí las más grande de las felicidades y también donde sufrí la más grande de las tristezas.

¿Qué estoy haciendo tan lejos de casa?

Como si mi propia conciencia trabajara en mi contra, recordé el grito de mi padre al momento en que me Sebastian me había alejado de él.

Mordiéndome los labios negué varias veces con la cabeza, despejando mi mente de ese recuerdo. Justo ahora no era el momento para recordar eso.

Regresando a la realidad, me di la vuelta al sentí la presencia de alguien cerca de mi.

Fijando la mirada en un punto al otro extremo del recibidor, pude visualizar lo que parecía ser la silueta de alguien entrar a una de las  habitaciones. 

- ….no es Sebastian…- reconocí con los ojos abiertos como platos.

¿Acaso el demonio no había dicho que nadie más vivía aquí?

Con más curiosidad que miedo, me dispuse a seguir a esa persona desconocida, topándome en la persecución con lo que sería el salón principal, que era una gran habitación despejada, de paredes color pastel y una gran araña plateada en lo más alto del techo. Al fondo de la habitación un más que hermoso piano de cola color negro reposaba horizontalmente al lado de un gran ventanal que como en toda la casa, estaba  oculto tras gruesas cortinas. Resistiendo las ganas de adentrarme más en la estancia para acercarme al sublime instrumento me mordí los labios y me centre en buscar a quien casi podía jurar haber visto entrando aquí, sintiendo enfado al ver que la única persona presente en esta habitación era yo. Suspirando me dirigí a buscar otra puerta, encontrando tras de esta un gran comedor, rustico pero agradable. La habitación era bonita, nada del otro mundo.  Adentrándome en ella y yendo hasta donde estaba otra puerta, encontré una implacable cocina, bastante espaciosa para tratarse de ella.

 Volviendo sobre mis pasos  me dedique a abrir más y más puertas hasta que al final ya no sabía dónde me encontraba. Ya había estado en la sala, el recibidor, la cocina, el comedor, un baño, el salón principal y otras habitaciones…

¡Este lugar tenía miles de puertas y puertas y puertas!

Seguro Sebastian debe estar enfadad; ya tarde demasiado…–pensé soltando un suspiro –como sea, es su culpa….

Dejando de lado el tema del probable enfado del demonio por mi tardanza, repase el hecho de que la otra persona a la que había estado buscando todo este tiempo parecía haber desaparecido; a pesar de mis intentos por encontrarla simplemente no estaba…o se escondía muy bien…

¡A estas alturas incluso ya debía de haberme topado con Sebastian!

Ya sin animo alguno me atreví a abrir otra puerta, eligiendo para esto una doble, y quedando sorprendido por lo que encontré tras de esta.

-Increíble…-apenas pude susurrar al tener ante mí un salón con piso de madera y paredes  tapizadas de estantes llenos de libros de todo tipo, tamaño y estilo. Al fondo de la estancia había una chimenea, que le otorgaba una visión más cálida al lugar. Acomodado frente a esta había un bello sofá de cuero negro sobre una alfombra circular color marrón con algunos cojines sobre esta, formando lo que sería un pequeño sitio para una buena siesta. Por si fuera poco, al lado derecho y pegado a la pared  se encontraba otro piano;  este era recto y color café oscuro, y acomodado sobre este mismo, había un violín negro de cuerdas semejantes a la  plata, destellando cual faroles que reflejaban la luz de una hermosa luna llena.

Titubeando un poco me adentre en la estancia, girando sobre mí mismo para ver todo a mí alrededor, deleitándome con lo acogedor que era este lugar.

En una de las esquinas una escalera de caracol metálica llevaba a una pequeña cornisa con barrotes que rodeaba toda la habitación, permitiendo llegar al nivel de los libros que a lo alto reposaban.  A un lado de la escalera, había una puerta.

 -Encontré mi lugar favorito –murmure con una sonrisa y rogando porque Sebastian no tuviera prohibida la entrada aquí, pues eso sería un gran pecado, pero bueno, estaba hablando de un demonio.

Un sonido sordo proveniente de la chimenea capturo de inmediato mi atención, más el sofá obstruía mi visión, por lo que frunciendo el ceño me acerque con cautela al lugar, rodeándolo.

Lentamente, me incline un poco por sobre el sofá, viendo con algo de sorpresa que había alguien ahí, al parecer, recogiendo las cenizas de la chimenea. Se trataba de una chica que usaba un vestido de sirvienta ceñido a la cintura, con red en brazos y holanes en mangas y cuello. El delantal era pulcramente blanco y delicado. Todo era color negro, igual que su brillante cabello el cual llevaba recogido con una liga poco más arriba del nivel de los ojos.  Su piel se veía muy pálida, con un tomo azulado, como el de un muerto…

-…Hola…–me atreví a hablar, saliendo de detrás del sofá.

La chica se mantuvo inmóvil unos segundos, antes de voltear a verme. No hace falta decir el estado de shock en el que entre apenas la vi cara a cara. De cejas delgadas y cara redonda, labios de un color rosa pálido y ojos como dos pozos sin fondo (o más bien, como si careciera de esos órganos). Esto último era lo que me había dejado impactado, aunque en sí, la visión completa de todo su rostro era lo más atemorizante.

-No te ara daño–dijo una voz a mis espaldas haciéndome dar un respingo.

Soltando un jadeo voltee a mirar detrás de mí, topándome con Sebastian, quien ladeando un poco la cabeza, miraba neutralmente a la chica.

Notando que mi respiración era agitada, di un largo suspiro antes de regresar la mirada de vuelta a la sirvienta, que con una ligera sonrisa parecía estarme mirando.

-¿No habías dicho que nadie más vivía aquí? –murmure sintiéndome algo incómodo por la sensación de sentirme objeto de análisis de aquella mujer.

-Ella no vive aquí –respondió en un suspiro.

Sin dejar de sonreír, la mujer se levantó, teniendo en sus manos una escobilla y la bolsa en la cual había metido las cenizas.

-Puedes retirarte, Melanie –dijo Sebastian con algo de amabilidad.

Sin decir nada, la sirvienta hizo una pequeña reverencia a su amo, para después enfocar su mirada en mí antes de inclinar un poco la cabeza sin dejar de sonreír con amabilidad (cosa que no podía ser bien apreciada por aquellos alarmantes ojos).

Sin saber que hacer o decir, solo la mire hasta que salió de la habitación.

-Sígueme –me llamo Sebastian dirigiéndose a la puerta a un lado de las escaleras.

Manteniendo una distancia prudente, atravesé la puerta después de él, encontrándome con un despacho clásico exquisitamente adornado. Una de sus paredes estaba llena de libros mientras que las otras tenían pequeñas lámparas y algunos cuadros con paisajes y escenarios bastante llamativos. A un lado de la única ventana había un escritorio de madera oscura con varias pilas de hojas y más libros amontonados sobre el, y una lámpara a punto de caer. Ante esto había dos asientos. Al lado contrario de todo eso, había un sillón carmín para 3 personas y a ambos lados, una lámpara alta.

La iluminación del lugar era tenue y agradable, otorgando un ambiente tranquilo….aunque no para mí en estos momentos.

Sebastian -quien estaba parado de frente al escritorio- miraba con notable molestia todas las cosas apiladas sobre este. Cerrando los ojos prefirió  sentarse en uno de los asientos para invitados, girándolo para quedar de frente a mí. No pude evitar notar que su ropa era -otra vez- diferente. Esta vez estaba vistiendo un traje negro con holanes en las mangas y sin corbata alguna en el cuello. La camisa estaba abierta tres botones hacia abajo, dejando al descubierto la pálida piel del pecho de su portador. Era un vestuario sencillo pero elegante.

Al fijar la mirada en su rostro, no pude evitar sentirme apenado al notar que él igual me estaba analizando de pies a cabeza con suma atención.

-Te queda bien eso –señalo con una mirada de suficiencia.

Agarrándome un brazo con la mano contraria no hice más que bajar la mirada  al sentir la sangre aglomerarse en mi rostro.

Respirando hondo, levante el rostro, pues estaba esperando una explicación.

-La chica de hace un momento –le recordé frunciendo los labios -¿Qué era?

Mirando un momento el techo, el demonio pareció estar meditando su respuesta.

-Es una de mis almas –exhalo después de unos segundos.

-No entiendo –reconocí negando con la cabeza –Tu….dijiste que mi alma te pertenecía. ¿Cuál es la diferencia entre ella y yo? ¿Por qué ella se veía así?

-Ella es el pago por uno de mis servicios –me explico con paciencia –Cuando alguien invoca a un demonio el pago siempre será el alma del invocador. Una vez cumplido el trato, el demonio es dueño total de esa alma, y puede hacer con ella lo que guste. Esa alma no desaparecerá jamás, a no ser que el demonio decida darle fin devorándola, lo cual es el final de todas, regularmente. Eso es lo que hago con todas las almas que me pertenecen, aunque a veces hay excepciones, como en el caso de aquella chica y otra más que quizá conozcas después. Algunas almas son interesantes y por ello mismo, a veces es más útil conservarlas.

Enfocando la vista en el suelo medite unos segundos lo dicho.

-En cuanto a su apariencia; ese es el aspecto usual de un alma que pertenece a un demonio. La piel es parecida a la de un cadáver resiente pues aunque el alma pueda moverse, hablar, ver, y sentir como un cuerpo real, la vida ya no está presente ¿entiendes?

Con algo de vacilación termine asintiendo.

 -Ahora, la razón de porque sus ojos son negros –prosiguió, cruzando las piernas y recargándose con total libertad en el respaldo para después juntar las manos – ¿Has escuchado el dicho “los ojos son las ventanas del alma”? Pues bien, eso es cierto de alguna forma. Las “ventanas” están cerradas por que el alma queda resguardada al tener a un dueño, quien es el único que puede tomarla.

Suspirando, el demonio dio a entender que había terminado.

-¿Por qué yo no soy así?

Con ojos penetrantes, su mirada me dio a entender que mi pregunta había sido bastante acertada, o quizá, bastante imprudente.

-El trato que hice contigo es diferente, a decisión mía. Tú, a diferencia de Melanie, aun conservas tu cuerpo físico, el cual al estar en este lugar, jamás envejecerá.  

¿a decisión suya?

-¿Por qué…? ¿Por qué fue diferente? ¿Por qué lo hiciste de ese modo? –Las preguntas parecían salir por si solas de mi boca. No entendía, no lograba comprender.

-Acércate –ordeno suavemente extendiendo una mano en mi dirección.

Abriendo la boca cual pez fuera del agua, trate de encontrar alguna excusa para no acatar su orden, más al final termine cerrándola con resignación, pues con solo ver la ahora severa expresión en rostro del demonio, me quedo más que claro lo que me pasaría si me negaba: Sufriría el mismo dolor que había sentido en mi habitación.

-Eso tenlo por seguro –murmuro, haciéndome abrir los ojos como platos.

¿Que también lee la mente?

-No en realidad –continuo –Apresúrate.

Tragándome la gran cantidad de insultos que quería gritarle a aquel sujeto tan molesto, hice lo que se me había indicado.

Apenas estuve a un metro de distancia de él, mire la mano que me ofrecía con desconfianza. Pero…que más daba, quería respuestas. Mirando a los ojos a aquel quien ahora era mi “amo” levante mi mano derecha con parsimonia. Apenas esta estuvo a al menos 3 centímetros de distancia de la suya, en un movimiento que apenas pude ver, capturo mi mano y jalo de ella haciéndome quedar a sobre su cuerpo, y con el rostro a escasa distancia del suyo.

-¿De verdad quieres saberlo? –pregunto en un susurro mirándome directamente a los ojos. Podía sentir su frio aliento al escapar de sus labios entreabiertos y chocar contra mí rostro, embriagándome de un sutil y fresco olor a canela…

-Si… –respondí entre dientes y sintiendo mi rostro arder. La cercanía de su cuerpo al mío provocaba en mí sensaciones desconocidas. Me confundía, y me hacía sentir vulnerable y pequeño.

 Tragando saliva coloque mis manos sobre su pecho, intentando alejarme de su cuerpo,  y sintiendo de inmediato como una mano se posaba detrás de mi cabeza y otra en la parte baja de mi espalda, frustrando mis planes por completo.

Su rostro se mostraba curioso, como si tratara de descubrir algo en mis facciones. No pude evitar notar la presencia de sus blancos colmillos revelándose.

¿Qué es lo que haces…?

Sintiendo un escalofrió recorrer todo mi cuerpo, vi con alarma como su rostro se acercaba al mío con desesperante calma, alterando todos mis sentidos, haciéndome entrar en pánico.

El reflejo de mi turbado rostro podía verse con claridad en sus ojos carmesís.

-Ciel… –susurro  profundamente, sin dejar de mirarme a los ojos y sin detener su avance.

 

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FIN DEL CAPITULO 5

Notas finales:

Y tan tan! ese fue el capitulo 4 u.u perdonen si me quedo flojo, creo que ando oxidada ñ.ñ Merezco review? ¿quieren conty? ¿si? ¿no? okay... ;-;

Tratare de actualizar lo mas pronto posible c: (esta vez hablo enserio, mañana salgo de vacaciones xDDD)

Gracias por leer!

Besos!!!


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