Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Juntos en la Oscuridad. por Mizuki Nozomi

[Reviews - 56]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Buenas noches!

Bueno, es Sabado! (unos minutos de ser Domingo) asi que técnicamente si cumplí con la fecha que había dado jajaja (lo se, soy una maldita TTnTT)

Lamento la tardanza con el cap, hoy tuve un día atareado ñ.ñ

Agradezco mucho a todas las personas que me dejaron review c´: de verdad muchas gracias! Me hizo muy feliz saber que les gusta mi historia^^

Bueno, ya sin mas que decir los dejo leer ^w^

JUNTOS EN LA OSCURIDAD

CAPITULO 7

Habían pasado seis semanas ya desde que había llegado a este lugar tan lejano de mi casa y de mi padre, pero las cosas -a pesar de todo- no iban mal en lo absoluto.

Si, aun me fallaban muchas cosas, como cuando cocinaba, que casi siempre solía terminar con alguna pequeña herida, ya fuera por una quemadura o algún leve corte en los dedos gracias al cuchillo; o cuando limpiaba y sacudía, que tenía que hacerlo al menos dos veces seguidas debido a que por distraerme terminaba olvidando donde ya había limpiado y donde no. Este tipo de cosas eran en las que más solía equivocarme, pero de ahí en fuera todo lo demás ya podía hacerlo más o menos bien, aunque al final del día terminaba exhausto. Mantener una mansión tan grande y con solo una persona como personal de trabajo, era algo demasiado agotador, sobre todo cuando tenía que lavar los pisos. Aunque en si tampoco es que yo hiciera todo, pues algunas otras labores como lavar la ropa y mantener los jardines -entre otras cosas-, lo hacían las sirvientas una vez a la semana.

Desde el día de mí llegada a este lugar no había podido volver a hablar con Diana y Melany nuevamente –todo por culpa del trabajo y el poco tiempo que ellas estaban presentes-, ni siquiera para agradecerles que las veces que habían venido a cumplir con sus deberes me habían ayudado con algunas cosas sin que yo se los pidiera. Esto último me tenía algo preocupado, pues no sabía si Sebastian se habría enterado, o bien, que aria en caso de hacerlo.

Deteniendo mí avance por el pasillo por el que caminaba con dirección al despacho, mire al suelo sin poder evitar pensar en aquel demonio al que ahora servía, demonio que cada día me intrigaba más y más.

Aun cuando yo mismo sabía que cometía errores en mis labores, Sebastian no me había dicho nada en ningún momento, es más, rara vez me lo llegaba a topar en la mansión y cuando eso pasaba él se limitaba a detenerse para mirarme de pies a cabeza antes de soltar alguna orden con respecto a mi próxima labor, o para decirme donde iba a estar y que no quería ser molestado. Pero aun cuando él no me informase de esto último y yo llegaba a entrar estando él presente, prefería retirarme de inmediato y sin decir nada, pues no me atrevía a hablarle teniendo esa expresión tan concentrada en su rostro. Esa era otra razón por la cual casi nunca lo veía, pues había evitado entrar a los lugares donde sabía que él estaría, a menos que estuviera cien por ciento seguro de lo contrario. Regularmente él se la pasaba encerrado en su despacho, o solía permanecer parado en el balcón de su habitación, mirando algún punto fijo en el jardín, el bosque o el cielo.

Algo que me molestaba últimamente era que había veces en las que haciendo mis deberes me sentía observado por ciertos ojos rojos, poniéndome los pelos de punta y la piel de gallina, y más cuando al darme la vuelta para encarar y reclamar sobre aquella incomoda mirada, resultaba que no había nadie en la habitación más que yo, por lo cual terminaba pensando seriamente en que me estaba volviendo algo paranoico.

-Qué tontería –bufe continuando con mi camino y dejando de lado mis pensamientos de hace unos momentos, mientras apretaba con fuerza los puños, sintiendo un leve ardor debido a las heridas en mis manos, que se encontraban cubiertas con algunas banditas.

Hoy había sido un día un poco más "soleado" de lo habitual. Aunque el cielo estuviera la mayor parte del día lleno de gruesas nubes oscuras, se había logrado apreciar un poco más de luz. Nunca me habían gustado los días soleados, mas ahora tenía muchas ganas de sentir un poco de sol en mi piel, sentir esa cálida sensación por al menos unos segundos, ver un paisaje iluminado por aquel gran astro; pero al parecer eso quizá no volvería a pasar jamás.

La temperatura de este lugar casi siempre era fría, no como en invierno exactamente pero si algo parecido. Solo algunos días, como hoy, la temperatura subía un poco, siendo incluso agradable. Este día en particular, no había tenido que ponerme ropa demasiado abrigadora, el clima era propicio para algo más ligero. Hoy vestía unos pantalones cortos color azul cobalto con detalles negros, medias altas y botines a la pantorrilla color negro, una camisa blanca con holanes en las mangas, chaleco negro y corbatín azul. Algo simple pero elegante y cómodo.

Dejando de perder más el tiempo, me apresure a llegar al despacho, del cual abrí la puerta con cautela, asegurándome de que Sebastian no estuviera adentro. Una vez confirmada la ausencia del demonio me adentre al lugar cerrando la puerta con cuidado.

Soltando un largo suspiro y estirándome un poco para quitarme el sueño que comenzaba a sentir a pesar de no ser tan tarde aun, me acerque a una de las esquinas de la habitación, donde muy bien escondida había una puerta alagada donde habían algunas cosas de limpieza. Para empezar, concentrándome en despejar primero la pila ya común de libros y papeles sobre el escritorio. Apenas termine de acomodar los libros en su lugar, dejando únicamente el que se notaba estaba siendo leído actualmente, –que puse en el escritorio con un separador –apile los papeles que creí eran de importancia y los deje por un lado. Acomode el tintero y la lámpara, y deposite la basura en su lugar. Limpie el polvo del mobiliario, los libros y cuadros, y barrí el lugar. Una vez termine esta última labor metí toda la basura en una bolsa y guarde las cosas de limpieza en su lugar.

Las primeras veces que había limpiado el despacho, me había tardado al menos 2 horas o más, pues me daba curiosidad leer las cosas que el demonio siempre dejaba ahí, mas después me di cuenta de que con eso no podía conocer mejor a Sebastian, pues él no leía nada en específico; a veces habían novelas, cuentos, libros recientes de biología, física, e historia, entre muchos otros. Mientras que las hojas no tenían escritas más que anotaciones, horarios o pequeños dibujos de nada en particular. Todo eso no me decía mucho de aquel hombre de ojos carmesíes. ¿En qué pensaba aquel demonio?

Me gustaría saber más de él.

Parando en seco mis absurdos pensamientos, menee la cabeza varias veces para sacarlos de mi mente. ¡Eso era algo ridículo!

Sintiendo un pinchazo de dolor en mi espalda al agacharme para recoger la bolsa de basura, me olvide rápidamente de ese tema, concentrándome en terminar mi último deber e ir inmediatamente a mi habitación, donde rápidamente tome un baño para relajar mis cansados músculos y para deshacerme de la asquerosa sensación del sudor mi piel.

Ya era algo tarde -más o menos las 9- pero aun no me apetecía dormir, por lo que al terminar de bañarme me decidí a no ponerme el pijama todavía, terminando así vistiendo un pantalón negro, zapatos bajos, y una camisa blanca sin fajar.

Con el cabello seco y apenas algo cepillado, me dirigí a la cocina para prepararme algo de cenar. No se me antojaba nada muy elaborado, por lo que buscando en el libro de recetas termine preparándome unos panquesillos y un poco de té de canela, esta vez sin leer el procedimiento, pues quería aprender a hacerlo por mi cuenta.

Con el poco tiempo que llevaba aquí había descubierto que me gustaba cocinar, era entretenido y el olor de la comida –más específicamente los postres –me encantaba.

-Menos vainilla la próxima vez –murmure al dar la primera mordida a uno de mis panquesillos. Sabía bien, pero tal como había dicho me había pasado un poco con esa sustancia.

Tomando una charola coloque ahí mis cosas, y aprovechando que al parecer Sebastian había salido, me dirigí a la biblioteca, en donde entre con una sonrisa en los labios.

Poniendo la charola en la pequeña mesita de centro que se encontraba frente al sofá –mesa que yo no había visto el primer día por la impresión al ver a Melany – tome los fósforos que estaban sobre la chimenea, para después encenderla con un poco de dificultad.

Una vez la chimenea encendida di un paseo rápido por la biblioteca para buscar algo con que entretenerme, tomando al final una antología de cuentos de terror.

Con el libro en la mano me dirigí a sentarme sobre los cojines que estaban a un lado del sofá, sobre la alfombra, pues ese sitio me parecía más cómodo que el sofá y bastaba con estirar mi mano un poco para alcanzar mi té.

Enfrascándome en las letras de aquel gran ejemplar de buenas obras en mis manos, seguí con mi pequeña cena, disfrutando del momento tan tranquilo.

Mi lectura solo fue interrumpida una vez, pues había tenido que levantarme a echar más leña al fuego. Después de eso volví a mi lugar y seguí disfrutando de mi lectura, hasta que después de un rato y con algo de enojo, note que la temperatura había comenzado a bajar gradualmente, señal de que ya era tarde. Mirando el reloj sobre la chimenea vi que eran poco más de las 12, razón por la que algo sorprendido mire el libro en mis manos, notando que me faltaban un poco menos de la mitad de este para terminarlo, así como también note que los ojos me escocían un poco. Seguro que mañana me iba a costar levantarme.

Soltando un pequeño bostezo decidí continuar leyendo, pues si ya era tarde ¿qué más daban 30 minutos más?

Reanudando mi lectura volví a hundirme en esta, ignorando el frio que comenzaba a sentir.

-¿Interesante? –pregunto una voz detrás de mi haciéndome dar un brinco.

-¡Sebastian! –exclame exaltado y girándome de forma brusca.

El demonio se encontraba parado a escasos metros de mí, mirándome con una ceja levantada y con cierta duda en el rostro. Esta vez vestía unos pantalones de vestir negros, con zapatos a juego y una elegante camisa color vino, y un abrigo largo estilo cruzado color negro, sin abotonar. Seguro había llegado hace poco. Estos últimos días Sebastian había estado saliendo en las noches, siempre después de las 8, que era cuando yo me retiraba usualmente a dormir. Siendo sincero, me moría de curiosidad por saber a dónde iba vistiendo tan "normal".

Notando que el demonio aun esperaba una respuesta, no pude evitar sentirme apenado por haberme distraído observándolo.

-Disculpa las molestias, ya me iba –masculle a duras penas, cerrando el libro y con la intensión de incorporarme. Lo que menos quería ahora era un regaño de parte del pelinegro o algo parecido, aunque seguro eso es lo que me ganaría hoy por mi osadía, aunque en realidad no me arrepentía en lo absoluto de mis actos, de haberme tomado libertades no dignas de un sirviente.

-Continua –dijo el demonio caminando hacia mí y tomando asiento en el sofá a mi lado, casi dejándome boquiabierto –Puedes seguir con tu lectura o si gustas ve a dormir.

¿Qué?

-¿Enserio? –pregunte cauteloso, mas no recibí respuesta alguna. El demonio se mantuvo mirando el fuego de la chimenea sin expresión alguna en su pálido rostro.

Frunciendo los labios me debatí por unos instantes mentalmente. ¿Estaba hablando enserio? ¿Podía quedarme? Bueno, no es que no desease hacerlo, pero tener a Sebastian aquí me ponía de los nervios, pues las palabas de las sirvientas aun me tenían algo abrumado. Mi vida podía terminarse en cualquier momento a manos de este hombre… aunque igual no podía desaprovechar la ocasión, pues podía aprovechar para intentar saber de mi padre, como iban las cosas en mi mundo, e incluso tratar de conocer mejor a este demonio.

Dándome ánimos mentalmente, me acomode mejor sobre las almohadillas, y con el libro aun en mis manos mientras buscaba las palabras correctas para comenzar a hablar.

-Mañana voy a salir, así que puedes levantarte tarde –murmuro Sebastian rompiendo el silencio.

- ¿A dónde iras? –inquirí girando la cabeza para verlo, siendo incapaz de contener mi curiosidad, pues el jamás me avisaba de este tipo de cosas.

El demonio volteo a mirarme con el ceño ligeramente fruncido.

Por unos segundos me arrepentí profundamente de no haberme limitado a decir un "si", aunque después caí en la cuenta de que quizá le habría enojado más que el hecho de que lo tuteara…

-A investigar algo –comento en un suspiro relajando su expresión, y de paso haciéndome querer suspirar de alivio por ello. Al parecer podía seguir tuteándolo y posiblemente continuar de curioso.

-¿Desayunaras?

-No. Cuando regrese quiero cenar algo –pidió mientras miraba pensativo la charola sobre la mesita.

-¿A qué hora estarás de regreso? –pregunte comenzando pensando en lo que estaría bien preparar para mañana.

-Posiblemente antes de la 8–respondió recargando la cabeza contra el respaldo y cerrando los ojos.

Asintiendo con la cabeza decidí pasar a otro tema.

-Me gustaría saber algo –comente recargando mis manos detrás y enfocando la mirada en la chimenea.

-Adelante.

Mirando mis manos sentí como estas parecían sudar debido a la preocupación que crecía dentro de mí, producto de no estar seguro de la respuesta que recibiría.

-¿Cómo está mi padre? –por fin hable -¿El no a tratado de…?

Mi voz se desvaneció haciéndome incapaz de seguir. Sentía un gran nudo en la garganta.

-¿De hacerse daño? –completo mi pregunta haciéndome estremecer.

Asintiendo con algo de miedo espere una respuesta.

-Esta triste –suspiro volteando a mirarme -pero al parecer no tiene planeado nada estúpido; además de que si el tratara de lastimarse es seguro que sus sirvientes lo detendrían –me aseguro, haciéndome soltar un suspiro de alivio.

Por varios segundos nadie dijo nada. El ambiente en la habitación no era desagradable, pero si notaba un poco de tención -al menos de mi parte- así que decidiéndome a seguir con la conversación busque con la mirada algo que me diera una idea para hablar. Al final, mis ojos terminaron centrándose en la mano a unos centímetros mío, descansando en el respaldo. Las uñas negras me crearon una pregunta en la cabeza desde hacía tiempo rondaba por ahí.

-¿Porque eres diferente? –solté sin más, casi sin pensarlo.

-¿A qué te refieres? –pregunto en respuesta, frunciendo el ceño visiblemente.

Tomando valor de quien sabe dónde y olvidando mi actual posición asumí mi porte habitual, seguro y algo entrometido.

-Tu ropa, tu apariencia. Te ves muy diferente a cuando te conocí. ¿Cuál es tu verdadero yo? –continúe, sin apartar la mirada de sus ojos.

Dedicándome algo parecido a una diminuta sonrisa levanto una mano para mirarse las uñas, que aunque seguían siendo negras, ya no estaban largas y puntiagudas.

-Tienes una apariencia más "humana"-trate de explicarme.

-No es como si fuera algo definido –dijo al fin, con seriedad –Como ya abras visto en veces anteriores, tengo una apariencia más acorde a lo que soy, a un demonio. Mi rostro siempre es el mismo, pero a veces cambio dependiendo de la ocasión. Aquí en mi mundo uno se siente mejor con su apariencia demoniaca, más por costumbre que nada, para dejar en claro la jerarquía. Pero en si, me parece más cómodo estar como ahora, más "humano"; tener alas detrás de ti todo el día a veces es una molestia, ya sea para dormir o sentarte –rio un poco –y lo mismo con las uñas, es difícil escribir cuando son bastante largas, aunque para enfrentamientos son increíblemente útiles. La ropa es por estética común en estos lugares.

Con una sonrisa en los labios, Sebastian paro de hablar, quedándose enfrascado en sus pensamientos.

-Ya veo –murmure con cansancio.

-¿Qué te ha parecido el lugar? –me pregunto perdiendo la sonrisa.

-Es extraño –exclame bajando la mirada -¿Por qué aquí siempre esta nublado?

-Es normal en un mundo para demonios. Jamás estará más iluminado que un día sumamente nublado. Para criaturas como yo es algo cotidiano –explico.

-Que mal –murmure más dormido que despierto.

-¿Has ido afuera alguna vez? -

-No. Las chicas me dijeron que no lo hiciera, que era peligroso… -farfulle reprimiendo un bostezo.

-¿Qué te parece si te muestro el jardín mañana? –propuso con voz monótona.

¿Había escuchado bien? ¿Salir afuera?

-Eh… r vacile –seria genial…

-Entonces mañana, cuando regrese, te lo mostrare –concluyo.

O-o-o-o-o-o-o-o- Sebastian -o-o-o-o-o-o-o-O

Aun con la mirada fija en el techo, e incapaz creer lo que acaba de hacer, me di de bofetadas mentalmente. Este niño incluso me había hecho explicar cosas que no eran de su incumbencia, pero…me había sentido tan seguro al hacerlo que en realidad no estaba arrepentido.

Hasta este momento había entendido que no aprendería de él solo observándolo de lejos como si fuera un animal encerrado y yo un sujeto con serios problemas mentales (por no decir que un acosador). Si de verdad quería saber, necesitaba hablar, por ello y quizá algo más, quería estar con el mañana, mostrarle los jardines.

Sin demostrar mi impaciencia en cuanto a la pregunta que le había hecho, espere su respuesta fingiendo desinterés.

-Eh… seria genial… –termino aceptando. Su voz era queda, cansada, pero igual algo alegre. Esto último me hacía sentir extrañamente bien.

-Entonces mañana, cuando regrese, te lo mostrare –dije pasándome una mano por el cabello.

Si, mañana me apresuraría en mi investigación para volver pronto. De no ser por la ineficiencia de los arcángeles al buscar a Ash Landers, yo no tendría que estar averiguando por mi propia cuenta sobre su paradero para ayudarles a atraparlo de una buena vez.

Sintiendo el empuje de algo contra el sofá baje la mirada para ver de qué se trataba, encontrándome con mi pequeño sirviente, quien cayendo ante el cansancio había terminado recargado contra el sofá, apenas unos centímetros de terminar sobre mis piernas.

-Tan pequeño y descuidado –murmure en un suspiro. ¿Qué humano en su sano juicio se quedaba dormido en compañía de un ser como yo?

Este niño era maduro a pesar de su edad, pero aun así igual era sumamente infantil, curioso y voluble a veces.

-Como un gato –susurre levantándome con algo de cansancio.

Hoy me había asustado al llegar y no ver a mi sirviente durmiendo en su habitación, como comúnmente a esa hora, así que buscando su presencia lo había terminado encontrado en la biblioteca. Al entrar al lugar no había podido evitar perderme unos instantes al verlo ahí, tan sumido en su lectura y con una pequeña sonrisa en sus labios. Las llamas de la chimenea hacían resaltar su piel y hermoso cabello azulado, haciéndolo ver, sin exagerar, como un verdadero ángel.

No había duda, este pequeño se había convertido en algo valioso para mí. En un principio lo había visto solo como un entretenimiento momentáneo y mi futura comida, pero con el pasar de los días y al verlo poner tanto empeño en sus labores al grado de convertirlas en una meta, me había dejado cautivado. Aprendía rápido, y aunque en un principio la comida no le quedaba muy bien, después de solo tres días esta mejoro considerablemente. A veces lo veía mirando con interés por las ventanas y me moría de deseos de saber en qué pensaba al hacerlo.

Observando desde mi actual posición al menor, note que la forma en la que estaba acomodado seguro no era nada cómoda, además de que podía ver su cuerpo sufriendo pequeños escalofríos, y salir aire blanco de su boca debido a la poca temperatura.

Inclinándome sobre el pequeño cuerpo del niño lo tome en brazos con delicadeza, tratando de no despertarlo. Acomodándolo en mis brazos estilo princesa lo sentí encogerse contra mi pecho, buscando calor. Entre suspiros aferro una mano a mi camisa mientras que la otra se quedaba descansando en su regazo.

Sintiendo como una sonrisa se formaba en mi rostro, salí del lugar con dirección a la habitación del ojiazul. Una vez en dicho lugar me adentre a este. Todo estaba limpio y ordenado. El característico aroma del menor estaba esparcido sutilmente por el lugar, siendo esto bastante agradable.

Esta habitación siempre me había parecido oscura y "vacía", como toda mi mansión en sí, mas ahora todo era muy diferente; cada lugar al que entraba tenía un ambiente más vivo y lleno de luz, y aunque en un principio me había costado bastante trabajo entender a que se debía esto, al final había quedado claro que todo se era producto de la simple presencia de mi sirviente.

Pensado aun en lo anterior, me dirigí hacia la cama del pequeño.

Haciendo las cobijas a un lado, me agache para depositar a Ciel en su lugar, teniendo especial cuidado al quitar la mano que apresaba mi camisa, y notando con algo de molestia que esta tenia algunas marcas de cortes. Acercándome para ver más de cerca, corrobore que se trataba de cortes de cuchillo. Examinando la otra mano, vi que esta estaba en igual condición.

-Torpe –susurre besando ambas extremidades con algo de culpa, y observando con atención como las heridas comenzaban a sanar, para finalmente desaparecer.

Luego de eso, cubrí el cuerpo del menor con las cobijas, mirando por última vez hoy el rostro del peli azul de belleza sin igual.

-Que descanses –dije con un hilo de voz antes de erguirme y comenzar a caminar hacia la salida.

¿Cómo era posible que en tan pocos días mi forma de ser hubiera cambiado tan de repente, al igual que mi forma de pensar? Sabía que todo era culpa del chico de mirada orgullosa al que había rebajado a sirviente como pago de mis servicios, más aun ahora no estaba seguro de lo que sentía por él. Sabía que si algo le pasaba jamás me lo perdonaría, y sabía que su sola presencia iluminaba cualquier lugar en el que estuviera, aun cuando este fuera un abismo de oscuridad. Él me hacía experimentar cosas que jamás en toda mi existencia había sentido. Él era especial.

Ya quiero que sea mañana en la noche…

¿Cómo se le llamaba a este sentimiento? ¿Amor?

-----------------------------

FIN DEL CAPITULO 7

Notas finales:

Y tan tan! ese fue el capitulo 7 mis lindas personas xD

Muchas gracias a todos por leer. Espero que el fic les este gustando en lo que va ^^

posiblemente actualice unos días después de navidad aunque no es seguro, pero aun así, intentare hacerlo lo mas pronto posible!

oh! que creen? es posible que les suba un pequeño regalo de navidad el dia 23 xDDD Sera un fic Sebasciel, probablemente un one shot con lemmon ¬u¬ jajaja

bueno bueno, ¿Merezco review? Recuerden que por cada review el lemmon se acerca mas y mas :3 jajaja

Besos!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).