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Juntos en la Oscuridad. por Mizuki Nozomi

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Notas del capitulo:

Hola gente hermosa!

Si, ya se que quieren quemarme viva D: waaa, perdonen por la tardanza (ah, me la paso disculpándome jajajaja) Desde que volví de vacaciones los profesores me an dejado mucha tarea *llora en un rincón*

Pero bueno, mejor tarde que nunca xD (estúpida y sensual bipolaridad) les traigo el cap 9! *arroja confeti*

En este capitulo habrá un tanto de acción, muerte, tortura(? y feels *llora auto-odiándose*

Muchas gracias a las personitas que me dejaron reviews c´: Es bueno saber que les gusta la historia ^^

Bueno, son mas demora les dejo leer.

Mas notas al final del cap. ^^

JUNTOS EN LA OSCURIDAD

CAPITULO 9

Estaba demasiado desorientado como para poder enfocar con claridad lo que pasaba a ambos lados de mí tan velozmente, sin llegar a ser más que imágenes borrosas de colores oscuros.

Cerrando los ojos unos instantes volví a abrirlos, concentrándome al máximo para ver lo que sucedía a mí alrededor.

Alguien me llevaba cargando en un hombro; me costaba respirar y mis manos las tenía atadas a mi espalda por lo que me era imposible el tratar de liberarme, sin tomar en cuenta que me sentía demasiado débil incluso como para intentarlo.

Conteniendo las ganas de vomitar por tanto movimiento mira a un lado, observando la gran cantidad de árboles –que apenas era capaz de identificar como tales– quedar atrás.

Con cierta extrañeza note unas sombras que parecían correr casi a la par de mi secuestrador, eran…bestias, monstruos; no tenían una forma en sí, eran como manchas oscuras…a excepción de sus ojos que parecían escupir fuego. Se podía ver salir humo blanco de su hocico cada vez que soltaban algún bufido, siendo esto el producto de su arrítmica y caliente respiración. Su dentadura se asomaba mostrando dientes puntiagudos y peligrosos. Pensándolo bien, estas criaturas eran quizá algo parecidas a un lobo, pero su tamaño correspondía más al de un oso pardo.

¿Por qué no nos atacan?

Estas cosas se veían por demás bastantes fuertes y feroces, y la cantidad oscilaba entre los quince o veinte, incluso tal vez más.

Reprimiendo un gemido al sentir una punzada de dolor en la cabeza me obligue a permanecer con los ojos abiertos, lo más alerta que podía.

El paisaje era bastante parecido a cuando había llegado al territorio de Sebastian, pero algo me decía que no estaba cerca de ese lugar, este bosque no era el mismo, no me encontraría con mi amo al final del camino, no me esperaba un lugar acogedor.

Sebastian…

¿Por qué pensaba en aquel demonio? La respuesta era más que obvia: quería estar con él. Tenía miedo y quería verlo, quería que me abrazara y me hiciera sentir seguro.

Apretando los dientes deje atrás la melancolía y trate de identificar a quien me cargaba de forma tan burda y sin señal alguna de cansancio. Esta persona vestía de blanco….y sus pasos eran demasiado rápidos como para tratarse de alguien normal, alguien humano.

-¿Y tú quién mierda eres? –escupí con cierta dificultad debido a mi debilidad.

-Oh, ya despertaste mocoso. Que mal. –exclamo el tipo ignorando mi pregunta.

-¿A dónde me llevas? –quise saber, reprimiendo un gemido al sentir una violenta ventisca de aire frio chocar contra mi rostro.

-Ya verás. Hay alguien que se muere por verte, así que démonos prisa –dijo riendo un poco y apresurando el paso, extendiendo unas alas negras…no, solo una era negra, la otra blanca…o más bien gris opaco.

- … ¿De qué hablas? –susurre tenso. Esto iba muy mal. Mi cuerpo temblaba.

En el suelo se veía la sombra de un enrejado metálico extendiéndose de lado a lado.

-Perdona, debo preparar unas cosas, así que mejor duerme un poco más –dijo el mayor deteniendo su avance.

-¿Qué…? –quise protestar, más de repente fui lanzado al suelo con fuerza, quedando aturdido y adolorido.

Apenas pudiendo enfocar el oscuro cielo unos segundos, la cara de Ash Landers apareció ante mí, al tiempo que una presión se situaba en sobre uno de mis hombros, cerca de mi cuello, haciéndome quedar nuevamente inconsciente.

-SEBASTIAN-

Sentía mis músculos tensarse a cada movimiento que daba debido a la fuerza que empleaba mientras corría, usando mis alas para darme impulso.

Iba a toda velocidad pero a para mí era todo lo contrario, quería ir más rápido, quería llegar ya al lado de mi pequeño.

Todo era mi culpa, yo debía de haber cuidado a Ciel, debía de haber previsto lo sucedido. El recuerdo de la suave piel de su rostro y mis labios casi tocando los suyos, alimentaban mis ansias por tenerlo nuevamente mi lado. No, no era solo eso, también su voz cuando pronunciaba mi nombre, sus expresiones, su fragilidad e inocencia, su orgullo…, su compañía.

¿Y si no llego a tiempo?

De mi garganta amenazo con salir un gemido ahogado. Mi respiración se agito un poco. No debía de pensar negativamente.

A mi lado Undertaker me seguía el paso de manera fiel; se veía cansado pero no daba señales de desear disminuir la carrera.

Aun me costaba creer lo que el shinigami me había dicho sobre Ash, lo que ese desgraciado había hecho con tal de cumplir con su palabra, cometiendo algo imperdonable (considerado así incluso por los demonios, que éramos supuestamente los seres más sádicos e inmorales). Había matado a uno de los míos y comido su carne en un ritual maldito para poder entrar a mi territorio sin ser notado, pues el demonio que ahora formaba parte de él era un viejo conocido.

Para los demonios, shinigamis y ángeles, no estaba mal matar a la especie enemiga, era algo del día a día incluso, pero…haber hecho la calamidad de comer su carne por conveniencia y capricho…era repugnante.

-Aun no me has dicho algo –comente al sujeto a mi costado mientras miraba de lado a lado alerta -¿Por qué perseguías a Landers? ¿Qué hacías en mi territorio?

-Escuche que me buscabas después del secuestro del conde Vincent Phantomhive ayer, por ello iba a buscarte. No es secreto a que me dedico aparte de mi funeraria, y como ya te conté, tenía información para ti –murmuro con voz muerta – Fue increíble casualidad llegar a tu territorio casi al mismo tiempo que aquel tipo, lo vi desaparecer entre los arboles a unos metros de mí y fue fácil adivinar a lo que venía. Lo perseguí por todo el bosque pero me llevaba gran ventaja y lo perdí. No uso su poder en ningún momento, se mantuvo invisible y aprovecho eso para entrar a tu hogar.

-Se aprovechó de la distracción que provoco la alarma con tu llegada.

-Yo no la active. Use el portal desde la oficina central con la aprobación de Spears, así que no fui yo.

-¿Entonces que rayos fue lo que pasó…? –susurre confundido.

El portal era una conexión que existía de mundos a mundos, y que solo podía usarse de forma oficial para el dialogo tranquilo. Siempre que alguien usaba un portal se guardaba el registro, lo que garantizaba que no habría problemas más adelante en caso de algún altercado. Los portales no eran usados muy seguidos, pues ángeles y shinigamis no tenían nada que hacer en el mundo de los demonios y viceversa.

-Landers tampoco activo la alarma debido a su condición de "amigo" tuyo –informo el de cabello gris.

-Eso quiere decir…que alguien aparte de ustedes llego al lugar ¿cierto? –sopese ignorando aquella palabra tan molesta que había usado el hombre de ojos verdes.

-Si –confirmo el shinigami apretando los puños –Creo que fue una sombra al servicio de Landers que llego justo después de mí... No me quedo de otra que apresurarme a llegar contigo y con suerte frustrar los planes de Ash, pero fracase.

-Fue mi culpa –dije frunciendo el ceño –baje la guardia y deje a Ciel solo.

El shinigami no dijo nada. Su expresión trataba de ocultar la sorpresa en su rostro.

-Hemos llegado –aviso.

Dando un suspiro mire el cielo, sintiendo las gotas de lluvia mojarme.

-Él sabe que estamos aquí. No creo que esto sea tan fácil. –dijo.

Estábamos a aproximados 10 metros del portón metálico color negro. La mansión tras él era grande, aunque no tanto como la mía, su estilo era muy conservador y estaba pintada casi totalmente de negro. El patio principal era enorme, y estaba lleno de flores negras. Su antiguo dueño había sido buen sujeto, de los pocos con los que uno puede mantener una conversación más o menos civilizada; no podía llamarlo del todo amigo pues siendo tan cerrado rara vez uno lograba hacerlo hablar; era alguien muy viejo y sabio…me encargaría de darle venganza por lo sucedido, por los tiempos en los que dejando de lado su típica apatía me hacía comentarios acertados cuando le consultaba cosas cual chiquillo a un adulto.

-Es una trampa –bufe.

-Pues no queda de otra que caer en ella. Usar un portal habría sido más rápido, efectivo y seguro para nuestra causa, pero eso nos habría dado problemas más tarde, ya lo sabes.

-Si… -masculle.

Para ir de un mundo a otro podían usarse varias técnicas, dependiendo de la naturaleza de quien se trate. Un portal era mucho más rápido que nada, y no daba señal de la presencia de quien lo usaba. En las condiciones actuales hubiera sido de gran ayuda su uso, pero eso era imposible por lo mismo. Los portales jamás debían utilizarse con intenciones de lucha, era la regla principal, la única en realidad, por lo que al shinigami y a mí no nos había quedado de otra más que venir a este lugar de forma convencional, activando de forma inevitable la alarma.

-¿Crees que hubiera sido bueno dar aviso a los arcángeles? –pregunto inspeccionando el área.

-No, darían problemas. A ellos solo les importa atrapar a Ash, aun si para ello el conde Phantomhive y su hijo tuvieran que morir –suspire con algo de enfado.

Se suponía que los ángeles eran los buenos en los cuentos humanos, que eran seres puros de luz y amor, etc...Que gran mentira, todos eran iguales o peores que los demonios, solo veían por su propia conveniencia.

- Además de que no están tan lejos de descubrir este lugar –comento una voz detrás de nosotros.

-Faustus, ¿Qué haces aquí? –pregunte algo sorprendido, mientras lo veía descender a mi lado.

-Me entere de la muerte de Félix –señalo mirando la mansión –y por lo que veo, mis suposiciones de lo sucedido no están muy lejos, pues ustedes están aquí.

-Llegas en buen momento –comento Undertaker soltando una risilla –esto está por comenzar.

El pelinegro se limitó a asentir, indicando con la mirada que sabía más o menos lo que estaba pasando.

-Te dije que lo cuidaras –murmuro el pelinegro mientas avanzábamos hacia el portón, que se abrió automáticamente.

No conteste a lo dicho por el demonio, él tenía razón.

Apenas habíamos dado unos pasos por el jardín cuando una gran cantidad de sombras salieron del suelo, criaturas guardianas del territorio, salvajes pero leales a su amo, Ash Landers.

-Son demasiados –gruñí. Tenía que apresurarme a llegar al lado de Ciel, no quería ni pensar en lo que estaba pasando justo ahora dentro de la mansión.

-Ve –dijo el sepultero apretando con fuerza su oz –te cubriremos.

-Pero ustedes… -quise protestar casi automáticamente.

-Aún no sé del todo lo que ocurre, pero si el niño está ahí dentro mejor date prisa –interrumpió Claude sacando de entre su saco negro una espada tan brillante como el oro.

-Gracias –dije corriendo hacia la mansión tras unos segundos de meditación, al tiempo que las sombras se abalanzaban contra cada uno de nosotros.

Con agilidad esquive los ataques de aquellas criaturas oscuras, derribando a las que podía de camino, pero eran demasiadas, y su número parecía ir en aumento.

Cinco de aquellos monstros bloquearon mi camino, mostrando feroces sus largos colmillos.

Apretando los dientes sentí la desesperación en cada poro de mi piel. La presencia de Ciel dentro de la mansión se sentía muy débil…

-¡No tengo tiempo para ustedes! –gruñí furioso, al tiempo que saltaban sobre mí.

Con la espada me las arregle para cortar la cabeza de mis oponentes, sin notar que detrás de mi dos sombras más se lanzaban a mi encuentro en un ataque que no alcanzo a llegar, pues el cuerpo de ambas criaturas había caído directo al suelo, uno con una pequeña daga clavada en su cabeza y el otro con un gran agujero en medio de los ojos.

-¡Sentimos la demora amo! –escuche gritar una voz femenina.

Recomponiéndome casi de inmediato seguí con mi carrera hacia la mansión, mirando de reojo como mis sirvientas aparecían en el campo de batalla, una sosteniendo dos espadas cortas, y la otra con una pistola color plata en cada mano. Detrás de ellas tres más de mis sirvientes sostenían sus respectivas armas, uniéndose a Claude y el shinigami en la lucha.

Teniendo la certeza de que mis aliados estarían bien, pase sobre dos sombras más, antes de por fin poder entrar a la mansión tirando la puerta principal de una patada.

Una vez dentro, el sonido lejano de un grito me hizo correr nuevamente a toda velocidad hacia donde provenía.

-Ciel… -susurre sintiendo como mi frio corazón se ultrajaba, producto del temor que sentía en ese momento.

-CIEL -

(15 minutos atrás)

-Papá –susurre cuando al fin pude abrir los ojos de nueva cuenta.

Mi padre se encontraba sentado en una gran silla de madera tosca y muy gruesa, atado de pies y manos. Sobre su boca una mordaza le impedida hablar, mientras sus ojos me miraban casi al borde del llanto. Tenía un gran moretón bajo la barbilla, y su ropa estaba manchada de sangre.

Aun con las manos atadas me las arregle para hincarme en el suelo, con la intención de ir hacia donde mi progenitor, más una mano sobre mi hombro me lo impidió.

-Qué reunión tan emotiva… ¿no creen? –murmuro Ash detrás de mi oído.

Estaba por tratar de darle un cabezazo cuando una patada en mi estómago me llevo de vuelta al suelo, tosiendo con gran fuerza y tratando de recuperar el aliento. Ese tipo era muy rápido...

-No tenemos mucho tiempo señores –canto sonriendo.

Recuperándome poco a poco del golpe, mire a mí alrededor por mero instinto. Estábamos en un salón de gran tamaño, el piso era blanco, las paredes negras, cortinas blancas de algodón cubrían las ventanas, una chimenea enmarcada en blanco brindaba un poco de calor a la estancia. No había cuadros, mesas, sillas, estantes….

-Que lamentable –murmuro el ángel interrumpiendo mi recorrido visual tomándome del cabello y arrastrándome hacia mi papá– uno de esos hermosos orbes manchado con la marca de esa bestia.

Mi padre se quedó de piedra cuando el de cabello blanco expuso del todo mi rostro.

-¿Qué? ¿Te sorprende esto? –Señalo nuestro secuestrador refiriéndose el sello sobre mi ojo –porque a mi igual si me sorprende un poco. Siendo sincero creí que ese demonio ya lo había matado o algo por el estilo, pero…no fue así.

El de alas bicolor le quito la mordaza a mi padre, quien apenas pudo dijo mi nombre, como si no pudiera creer que estuviera frente a él.

-Perdón -susurre con voz estrangulada. Solo de ver su rostro notaba con claridad lo mucho que había sufrido por mi ausencia, y la confusión de tenerme ahora frente a frente en tales circunstancias.

Estaba por agregar algo más cuando fui lanzado contra el suelo, llevándome un golpe en la frente.

-Vincent –llamo el ángel sacando una daga de entre su ropa y acuclillándose a mi lado – ¿recuerdas que te dije que…aria que quisieras morir?

La estancia se mantuvo en silencio unos segundos.

-Todos tienen una debilidad condes –agrego colocando el filo del arma sobre uno de mis brazos, poco más arriba de mi muñeca.

La mirada de mi padre se vio confundida por unos segundos, mas después la comprensión llego a esta, justo cuando la presión filosa sobre mi brazo aumentaba.

-¡NO! ¡NO TE ATREVAS! –escuche justo cuando el arma se clavó en mi carne de un solo golpe, sin darme oportunidad de tratar de impedirlo.

De mi garganta surgió un grito desgarrador que retumbo por todas las paredes del gran salón. Mi cuerpo se contorsiono en el suelo agónicamente mientras mis ojos se llenaban de lágrimas.

Entre el llanto pude ver sangre corriendo de las muñecas de mi progenitor, debido a sus insistentes esfuerzos para liberarse.

Ya entendía las palabras del de blanco: mi sufrimiento seria la corona de espinas para mi padre antes de su muerte.

Apretando los dientes trate de quedarme quieto y detener mi llanto. Si este sería el final no dejaría que ese desgraciado cumpliera del todo su cometido.

-Oye, no te calles, grita más –dijo burlón el verdugo.

Bufando busque sus ojos, transmitiendo con la mirada todo el odio que sentía hacia él.

Acercándose hacia mí mientras mi padre luchaba por soltarse, el diablo blanco me dedico una sonrisa psicópata, una advertencia de lo que me esperaba.

-Michaelis no te salvara –susurro colocando un pie sobre mi pecho –Para un demonio una vida como la tuya no vale nada. Tu muerte será como el de un plato roto que solo debe ser remplazado.

Ahogando un gemido cerré los ojos con fuerza, pensando en el dueño del apellido mencionado. Ash se equivocaba. Sebastian iba a llegar pronto, no me abandonaría. Él vendría, mataría a este tipo y me salvaría a mí y a mi padre, así que hasta entonces debía mantenerme con vida.

Sebastian, no tardes mucho – pedí mudamente, negándome a perder la esperanza.

Los cortes en mi pecho y brazos no paraban de sangrar, manchando el piso en el que me encontraba tirado. No podía moverme, o más bien no quería hacerlo, pues tan solo respirar era un verdadero suplicio.

Con el sabor de mi propia sangre en la boca trague saliva para refrescar un poco mi irritada garganta. Por más que había tratado de evitarlo, algunos gritos se habían escapado de mis labios, dejando agotadas mis cuerdas vocales.

Apenas consiente mire el estado de mi padre, quien temblaba de rabia y furia sin querer levantar la mirada para verme, cosa que me parecía correcta en este instante.

Ash había dejado de torturarme hace unos momentos y ahora permanecía parado frente a una de las ventanas, asomándose con cautela entre las cortinas.

Entre golpe y golpe, Landers me había revelado todas las razones que lo habían llevado a esto, a querer destruir a los Phantomhive.

Aun me costaba creer que este tipo fuera un "ángel" ¿desde cuándo las cosas eran al revés? ¿Desde cuándo los demonios eran amables y los ángeles unos monstruos? Sebastian jamás me habría dañado del mismo modo que este sujeto…

Con gran dificultad me lleve una mano al rostro, para limpiarme las lágrimas que nublaban mi vista.

-Se acabó el tiempo –dijo el ser alado desde su lugar en la ventana.

Involuntariamente mi cuerpo comenzó a temblar.

Agachándose un poco, el de cabello blanco tomo la mano que tenía sobre mi cara.

-¿Cómo te sientes? –me pregunto sínicamente.

-Vete a la mierda –apenas pude decir, mirándolo fríamente.

-Oh, tu cara en estos instantes…me recuerda a tu hermosa madre –comento ignorándome y acariciando una de mis mejillas.

Mi padre levanto el rostro descompuesto, mientras yo mantenía los ojos abiertos de par en par.

-Tu… -susurre recordando el cuerpo inerte y helado de mi madre.

-¿Cómo murió? ¡Ah!, la carreta en la que ella viajaba se volcó ¿cierto? ¿Pero…por qué?

-Una de…las ruedas fallo, estaba lloviendo, iba muy rápido –dije con manos temblorosas.

-El chofer sobrevivió, pero Rachel se llevó golpes muy fuertes, y una de sus costillas perforo el pulmón derecho, provocando una hemorragia interna.

-Rachel… –susurro mi padre con lágrimas en los ojos.

-Ustedes vieron el incidente desde la mansión.

-Si –gesticule.

Aun recordaba todo sobre ese día.

Mi madre había ido a ver a su hermana, y aunque yo quería ir con ella al final había tenido que quedarme en casa porque estaba enfermo, había tenido un ataque de asma tan solo unos días atrás.

Papá trabajaba en su despacho mientras yo miraba por la ventana tras de él, esperando el regreso de mamá. No era muy tarde, apenas pasaban de las 6, pero ya estaba oscuro debido a la tormenta que se había soltado minutos atrás.

A lo lejos había visto la carrosa acercase, y feliz le había avisado a mi padre, quien de inmediato dejo lo que hacía y fue a mi lado.

Después…ambos notamos que la carrosa iba muy rápido, ni padre se inquietó, al igual que yo, pero no nos movimos de nuestro lugar, parecíamos dos estatuas que esperaban algo inevitable, algo que en tan solo segundos nos hizo reaccionar y salir corriendo: la carrosa se había volcado de forma estruendosa.

Los gritos de mi padre habían resonado por toda la mansión, con órdenes inmediatas de ir afuera con equipo médico, que buscaran ayuda.

Varios sirvientes habían tratado de detenerme cuando al fin salimos de la mansión, más la desesperación y la creciente necesidad de ir con mi madre fueron más fuerte que todos ellos, por lo que había logrado escapar, corriendo con todas mis fuerzas.

Al llegar al lugar del accidente -a varios metros de la mansión- mi respiración era agitada, y las lágrimas se aglomeraban en mis ojos mientras el miedo crecía y crecía dentro de mí. Sentí mi corazón quebrarse en pedazos al ver a mi padre al lado de la carrosa sosteniendo entre sus brazos a mi madre, mientras ella le acariciaba el rostro con gran cariño y una cálida sonrisa en su rostro, que ocultaba el gran dolor que sentía. Su vestido estaba lleno de sangre, y de su boca escurría un pequeño hilillo rojo.

Al acercarme, ella me había abrazado y en apenas un susurro me había dicho al oído:

"Cuida mucho a tu padre, quiérelo, respétalo, y ayúdalo, no dejes que se derrumbe jamás ¿sí?...Lamento no poder quedarme contigo más tiempo Ciel, querría haberte visto crecer, cumplir tus sueños, hacer tu vida…por favor perdóname. Recuerda que siempre te amare hijo, no lo olvides…"

Después de eso, dándome un beso en la frente, mamá había cerrado sus hermosos ojos para siempre. Casi hubiera parecido que lo único que le faltaba antes de irse era decirme aquello…, despedirse de mi padre y de mí.

Tras ese acontecimiento nada había vuelto a ser igual, aun después de 2 años. Mi padre y yo nos habíamos apoyado mutuamente en nuestra soledad, haciéndonos compañía y desarrollando una buena relación, más estrecha que en el pasado en el que no solíamos tratarnos demasiado.

-Siendo sincero, creí que la muerte de tu madre derrumbaría a los Phantomhive… –murmuro el albino besando mi mano, que aun sostenía entre las suyas –Es una verdadera lástima que no fuera así, me habría evitado todo esto. Fue un gran plan fallido.

Sintiendo asco del contacto de sus labios en mi piel, me las arregle para quitar mi mano de entre las suyas.

-¿Qué quieres decir? –interrogue, sintiendo un enorme nudo en la garganta pues…creía saber ya la respuesta.

-Que provocar la muerte de Rachel fue una pérdida de tiempo -comento embozando una gran sonrisa.

- … ¿Qué?...-pregunto mi padre desde su lugar, con los ojos abiertos como platos.

-Tu…saboteaste la carrosa… -susurre cerrando en puño mis manos, sintiendo calentarse mi cabeza y mi alma debido al dolor y el odio.

-Así es –confirmo como si nada, tomándome del cuello con una sola mano y levantándome del suelo de esa forma, asiéndome soltar un grito debido al dolor que trajo consigo tal acción.

Casi incapaz de respirar, contemple los ojos de Ash, que brillaban en señal de victoria.

Detrás de mi escuchaba la voz de mi padre pidiendo al ángel que lo matara a él y no a mí, soltando maldiciones al verse completamente ignorado por el albino.

-En un rato te mando a tu padre Ciel –dijo Ash sacando una daga de entre su saco.

-Muérete infeliz –fui capaz de decir.

Enfadado por mis palabras, el de blanco apretó el mango de la daga con fuerza, listo para enterrarla en mí estómago.

Con la respiración agitada fije la mirada en un punto detrás de Landers casi de forma inconsciente, como si algo me indujera a hacerlo, mirar hacia la enorme puerta que de un segundo a otro se abrió estrepitosamente… revelando a mi amo, quien parado ahí con un aura oscura rodeándole, ojos escarlata que brillaba como el mismísimo infierno, y su espada negra en la mano derecha, me devolvió la mirada asiéndome sentir un escalofrió por el odio que se reflejaba en ella.

Siendo soltado de golpe mi cuerpo callo pesado contra el suelo.

-Michaelis –dijo el de blanco notablemente sorprendido.

-Landers, esto no te lo pienso perdonar –mascullo el demonio con voz de ultratumba.

-Eres gracioso Sebastian, suenas como si fueras a matarme –respondió extendiendo sus alas bicolores.

-¿Enserio? Que coincidencia que aciertes con eso.

Ambos seres extendieron sus alas totalmente, listos para atacar.

-Aléjate de ellos –mascullo Sebastian avanzando lentamente, con pasos lentos pero firmes.

-No pelees conmigo Michaelis, no te conviene.

-Te hiciste más fuerte de forma repugnante, pero sigues siendo solo una alimaña. Maldito bastardo.

Sabiendo de ante mano lo que estaba por pasar, me fui arrastrando hacia atrás con esmero, al tiempo que el ángel se daba vuelta, tratando de alcanzarme pero siendo Sebastian más rápido deteniéndolo de un pie antes de arrastrarlo atrás para alejarlo de mi.

Enfrascándose en una lucha, ángel y demonio se estampaban contra las paredes buscando matar a su contrario de cualquier forma posible.

Con el corazón a mil, note que ambos parecían tener igual fuerza, lo que me preocupo bastante.

Consciente de que no ayudaba de nada solo viendo, tome la daga que Landers había tirado al suelo cuando trato de atacarme, y con ella en mano me dirigí a donde mi padre, quien sin habla y casi en shock, miraba la escena que se había desatado.

-Papá –llame cayendo de rodillas frente a él.

-Ciel –susurro enfocando la vista en mí.

-No te muevas –pedí comenzando a cortar las sogas que lo mantenían atado. Eran bastante resistentes, estando rodeadas por un delgado hilo color plata.

Apenas pude liberar los pies, con un gruñido me las arregle para alcanzar las manos y empezar a cortar los lazos, quedándome de piedra cuando de reojo vi a Ash estampar contra el suelo a Sebastian, levantar su espada y tratar de clavarla en el pecho del demonio, quien con ambas manos en la hoja trataba de impedir tal acción.

Sintiendo que el mundo se detenía por completo mire a mi padre, quien con los ojos fijos en los míos susurro un "ve" de forma firme y clara.

Sin más demora me levante como pude y corrí con las pocas fuerzas que me quedaban, sintiendo en cada paso un millón de agujas clavándose en mis piernas.

Levantando la daga con mis adoloridas e insensibles manos, la clave con un grito en uno de los omoplatos del ángel, quien apenas pudo voltear a verme antes de efectuar esa acción.

Soltando un grito gutural, Landers me tiro al suelo con el empujón de una de sus fuertes alas, pero Sebastian ya se había recuperado, así que quitándole la espada y botándola a un lado de un puñetazo en la cara mando al ángel al otro lado de la habitación.

Metiendo las manos en las bolsas de su abrigo, mi amo saco varios cuchillos de cocina color plata acomodados entre sus dedos, antes de lanzarlos contra el ángel, quedando clavados en sus alas y brazos.

Pegado a la pared, el de blanco grito sin control, retorciéndose para intentar liberarse, algo por demás inútil.

Intentando pararme me hinque en el suelo, sintiendo que el aire me faltaba, cuando de repente unas cálidas manos me tomaron de los hombros, indicándome que no me moviera.

Caminado hacia nosotros mi padre se detuvo a un lado, mirando hacia donde el ángel.

-No hay mucho tiempo, los arcángeles no tardaran en llegar para llevárselo –murmuro Sebastian, que sin soltarme clavo su espada en el suelo, a un lado de mi padre.

-¿Y qué aran con él?

-Sera juzgado. Probablemente le quiten las alas y lo destierren.

Sin dar respuesta, con el cabello cubriendo sus ojos y una postura completamente erguida, papá se acercó a Landers tomando la espada que Sebastian había dejado a su alance.

-Phantomhive… –escupió Ash retorciéndose inútilmente.

-La muerte es un castigo demasiado amable para alguien como tú –corto mi progenitor dando otro paso enfrente –pero dadas las circunstancias…me conformare con eso antes que permitir sigas con vida.

El rostro de Ash se descompuso ante tales palabras, en una mezcla de miedo e incredulidad.

Aun con el cuerpo débil y las muñecas sumamente lastimadas, mi padre levanto la espada sin titubeos, de forma firme y decidida, antes de clavarla con increíble precisión en el pecho del demonio blanco, justo donde debía estar su corazón.

Soltando un fuerte grito, el cuerpo de Landers se sacudió con violencia, mientras una gran cantidad de sangre brotaba de la herida.

De forma asquerosa a la sangre le procedió un líquido color negro aparentemente viscoso y pútrido que igual empezó a brotar de su boca.

Mi progenitor dio algunos pasos atrás, sin dejar de observar la escena.

Con la cara deformada en un rictus de desesperación, el ángel se retorció unos segundos más, antes de finalmente quedarse quieto.

-Al igual que su alma, todo en él estaba pútrido –comento mi demonio a forma de explicación.

Observando en silencio el cuerpo de Ash, finalmente me digne a encarar al demonio, tratando de mantener los ojos abiertos.

-Viniste… -susurre a duras penas.

-Por supuesto que sí –respondió con una pequeña sonrisa.

Tomando una de mis manos, mi amo la llevo hasta sus labios, depositando un cálido y suave beso sobre ella.

El casi insoportable dolor en todo mi cuerpo pareció disminuir un poco.

-Perdona por la tardanza –dijo sin saltarme.

Negando con la cabeza débilmente, solté un suspiro, sin poder evitar que mis ojos comenzaran a cerrarse, viendo como última imagen a mi padre, que se acercaba a Sebastian y a mí.

Hincándose a nuestro lado, sentí su cálida mano acariciar mi espalda pausadamente.

Sintiéndome increíblemente cómodo y seguro, comence a quedarme dormido. Estaba exhausto y me dolía terriblemente la cabeza, pero…me sentía feliz, pues las personas que más quería estaban a salvo y todo había terminado…por ahora.

Mirando una última vez los rostros con expresión preocupada enfrente de mí, fui perdiendo la conciencia hasta finalmente desconectarme totalmente de la realidad.

-SEBASTIAN-

Observando atentamente como Ciel finalmente se quedaba dormido, lo acomode mejor contra mi pecho para que estuviera cómodo y no se lastimara.

-Así que tú eres Sebastian Michaelis, el demonio con el que mi hijo hizo un trato –murmuro el padre del menor, levantándose. Su voz sonaba bastante cansada.

-Si –respondí algo incómodo, imitándolo -¿Cómo lo sabe?

-Un viejo amigo me dio algunas pistas, y Landers me conto su versión de la historia sobre eso.

-Creo saber quién es ese amigo… -suspire –En cuanto a lo otro, quizá mi versión sea más interesante.

-Por lo que acaba de pasar diré que es posible que sea cierto –respondió llevándose una ensangrentada mano a la cabeza.

Entre sueños Ciel soltó un gemido, por lo que afloje un poco más mi agarre sobre él, tratando de no lastimarlo. Debía atenderlo pronto…, y no solo a él, el conde tampoco se veía nada bien.

-Sebastian –llamaron desde la puerta del salón.

No necesite voltear para saber que quienes entraban eran Undertaker y Claude.

-¿Qué paso? –pregunto Faustus llegando a mi lado.

-El pequeño no se ve nada bien, debes atenderlo ya –dijo seriamente el shinigami –Mas tarde aclararemos las cosas. Tus sirvientes ya se fueron, deben estarlos esperando.

Vincent permaneció atento a la conversación, pero de un momento a otro termino colapsando, precipitándose contra el suelo, alcanzado a ser sostenido por mis compañeros antes de tocarlo.

-Era cuestión de tiempo…-murmuro el demonio negando con la cabeza.

-Nosotros nos encargaremos de él. Tenemos que llevarlo a su mundo, él no tiene un contrato o algo parecido para poder estar aquí, eso le está haciendo daño.

-Sin contar esto –señalo Claude refiriéndose a las heridas.

-Gracias. Iré a verlos apenas me encargue de Ciel –alcance a decir antes de alejarme unos pasos y envolverme a mí y a mi sirviente con mis alas.

Ignorando las respuestas que me daban me concentre en el amoratado rostro de mi bello ángel.

-Vamos a casa Ciel –susurre haciendo que un torbellino de plumas comenzaran a rodearnos, llevándonos a nuestro destino en unos segundos.

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FIN DEL CAPITULO 9

Notas finales:

¿Y bien? ¿les gusto? ¿no les gusto? ¿Quieren matarme? waaaa perdonen si esperaban mas u.u Les juro que el próximo capitulo estará zukulento(? :if you know what I mean: xD jajajajajaja

Tratare de actualizar la próxima semana, aunque como siempre les digo "no es muy probable", mi vida es algo atareada y el tiempo me escasea -.-u asi que de antemano me disculpo si me tardo mas...

¿Merezco un review? ¿Quieren conty? :3

Bueno, que estén bien babys xD los quiero mucho! /

Besos y abrazos!

Dewa matta! :*


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