-Caiste del cielo, a mis brazos.
-Las cadenas que me enganchan a tus pies cortan mi piel.
-No intentes soltarte, esas cadenas no desaparecerán.
-Me cortas las alas.
-Si vas a volar, me tienes que llevar contigo.
Si muero, mueres conmigo.
La lluvia entra por la ventana, las gotas caen sobre su frente, toda la noche.
Kyungsoo yo está acostumbrado por el frío que entra entre los tablones de madera, ya está acostumbrado con todo lo blanco que hay a su alrededor, ya está acostumbrado con todo lo negro que hay en su mente.
Puede sentir el olor a tierra viniendo de afuera, el moho que se acumula fuera de la casa. Kyungsoo puede oír a las personas en el piso de abajo, puede escucharlas bailar, cantar y tocar el piano.
Kyungsoo sonríe cuando escucha el piano, sonríe cuando escucha la risa exagerada de las chicas que intentan ligarse a los chavales.
Su corazón por dentro llora, por dentro muere, por dentro pide para que pare.
Quiero bailar también.
Murmura, encarcelado en una cama vieja, entres sus paredes llenas de moho, él murmura entre sus sábanas de algodón puro. Esconde sus llantos en su conejo de peluche viejo.
Kyungsoo escucha un ruido, algo en el tejado.
Algo grande. Kyungsoo se sienta en la cama, no podía hacer mucho más que eso.
Mira para la ventana, en el techo. Observa una pequeña puertecilla de vidrio, sus grandes ojos intentaban captar el máximo de luz posible, pero estaba tan oscuro que era incapaz de verse sus propias manos.
El vidrio se rompió, lloviendo millares de minúsculas partículas sobre él mientras que un cuerpo se caía en el suelo.
Kyungsoo quiso gritar, pero sabía que no podía.
Se movió sobre la cama, hasta llegar al borde de estas y entonces lo vio.
Un ángel había caído en su habitación.
-Pensé que los ángeles no comían…
-¿Por qué dices que soy un ángel? Podría ser un ladrón…
-Los ladrones no tienen alas.
-¿Y eso como lo sabes?
-No lo sé…pero lo supongo.
Kyungsoo observaba al ángel comer un enorme trozo de bizcocho, sentados ambos en la cama, envueltos en sábanas. El que cayó de los cielos aún tenía el cabello mojado, ya que por culpa de la humedad no se daban secados.
El pequeño tocó el brazo del otro, deslizando las puntas de los dedos con suavidad por la herida ocasionada por la caída, y que aun sangraba un poco.
-¿Los ángeles sangran?
Kyungsoo lo preguntó mientras se miraba los dedos manchados.
-Al parecer sí.
El chico miró a su propio brazo herido como si aún no se hubiese dado cuenta de que estaba con un corte de tamaño considerable.
-Jon…
Kyungsoo murmuró, se tumbó en la cama y sonrió antes de completar.
-…in
El pequeño sonrió, siendo observado por los ojos del ángel que terminaba de comer su quinto trozo de bizcocho.
-Es mi nombre….no lo gastes.
El ángel bromeó, se limpió la boca con el extremo de la camiseta y observó mientras el otro chico estaba tumbado con los brazos atrás de la cabeza, sonriendo con los ojos cerrados.
-Aún tengo hambre…
Lo dijo mientras se tumbaba al lado del frágil Kyungsoo. Tenía ganas de tocar, de ver si podía, su piel parecía tan sensible y delicada…Olía muy bien, aunque en un lugar tan oscuro y olvidado como era aquella habitación, Kyungsoo olía a flores que acababan de abrirse.
Kyunsoo abrió sus ojos perezosamente en dirección a Jongin y sonrió, alargando su mano y tocando el rostro del ángel, sin la vergüenza que el otro tenía.
-Dentro de poco tu ala estará curada.
El pequeño lo dijo en un murmuro, y deslizo los dedos del rostro hasta el cuello del ángel.
-Y podrás volar lejos.
¿Vendrás conmigo?
-No puedo, mis alas no se pueden curar.
La sonrisa de Kyungsoo cambió, no parecía tan fuerte ni verdadera, no brillaba como antes. Jongin se sintió mal por eso, quería ver aquella sonrisa brillante que oscurecía cualquier estrella.
-Necesito llamar a la dependienta, alguien necesita arreglar esa ventana antes de que empiece otra vez a llover…
Tan pronto como lo dijo estiró su cuerpo, intentando alcanzar algo, una pequeña cuerda blanca que colgaba del techo.
El pequeño se estiró más aún, pero no conseguía alcanzarla, desistió, y volvió a tumbarse en la cama, mirando al techo, para la ventana rota, para las nubes que caminaban por el cielo, para los pájaros que volaban lejos.
-Jongin…
Kyungsoo lo dijo muy bajito, con la mirada aún en el techo.
-¿Qué pasa?
El otro respondió, aún tumbado en la misma posición que antes, analizando todos los movimientos que el pequeño hacía.
-¿Puedes tirar de la cuerda para mí? Y acuerda de esconderte.
Jongin se sentó en la cama y se estiró sobre el cuerpo del mayor, alcanzando la cuerda que activó a su vez una especie de timbre. El ángel se escondió debajo de la cama, pasando los dedos por el polvo acumulado y dibujando allí.
La dependienta llegó rápidamente, Kyungsoo le pidió que llamase a alguien para que pudiesen arreglar su ventana y que trajesen también más comida.
Ella pareció muy feliz, pasó la mano por la frente del pequeño, retirando algunos cabellos de sus ojos.
-Mi niño por fin se está alimentando como debe…
Y con esa frase dejó la habitación.
Jongin salió de debajo de la cama perezosamente, y se arrodilló frente a la cama.
-¿Por qué no fuiste a por alguien tu mismo?
Jongin lo pregunto y estiró uno de los brazos hasta quedar a una distancia a la que le pudiese acariciar.
Kyungsoo se giró y miró al chico que le preguntaba con ojos curiosos, y apenas sonrió, estiró uno de sus brazos y tocó otra vez el cabello húmido de Jongin.
-Escóndete, pronto estará aquí de nuevo.
Lo dijo en un susurro y Jonig se volvió a meter debajo de la cama. No tuvieron que esperar mucho para que la mujer llegase con un pequeño carrito llena de comida, dejándolo al lado de la cama de Kyungsoo.
Jongin salió de la cama tan pronto cuanto la mujer cerró la puerta de la habitación, y se sentó al lado del pequeño, que también se sentó. Kyungsoo cogió una bandeja con bizcochos y se la entregó a Jongin, con una sonrisa en la cara.
-Puedes comer.
Jongin cogió la bandeja y la puso sobre la cama.
-¿Y tú?¿No vas a comer?
El ángel preguntó, mientras se llenaba la boca con comida.
-No tengo hambre, puedes comer…
Kyungsoo sonrió, pasó una de sus manos por el pelo de Jongin y volvió a tumbarse, mientras su ángel una devoraba la comida.
Pudo oír el piano en la planta de abajo, tenía ganas de bailar.
Sus manos sujetaron con fuerza las sábanas blancas, sus ojos se cerraron con aún más fuerza, sus labios pronto se irían cortar como siguiese haciendo tanta fuerza en mordérselos, parecía que quisiera esconder algo encerrado en su corazón.
-Música…
Jongin murmuró, y una gran sonrisa se instaló en su rostro.
En un salto ya estaba fuera de la cama, y saltaba por la habitación con la melodía que venía del piso de abajo. Dejaba caer sus plumas por todos lados, y los pies descalzos se deslizaban por el suelo frío. Kyungsoo se sentó para observarlo mejor, bailaba con tanta alegría, no pudo evitar sonreír.
Sintió las lágrimas recorrer su rostro.
-¡Ven a bailar conmigo Kyungsoo!
Kyungsoo respiró hondo, intentando tragarse las lágrimas que insistían en caer. Fijó su mirada en el suelo, en las pantuflas rojas y llenas de polvo, como si nunca hubiesen sido usadas. Observó al chico y tuvo ganas de bailas con él.
sol en su cara. Debería aprovechar los momentos de luz antes de que llegase la noche.
La música paró.
Jongin paró de bailar y dirigió su mirada hacia la puerta blanca, como si estuviese decepcionado por la ausencia de música en sus oídos.
Kyungsoo observó como volvía asentarse a su lado en la cama, y comer en silencio mientras que los pies estirados sobre la cama se movían de un lado para otro, como si estuviesen recreándola música que había escuchado antes.
El pequeño se encogió entre las sábanas, tumbándose una vez más, cerró los ojos, sintiendo el sol en su rostro. Debería aprovecharlo antres de que llegase la noche