Kim Jonghyun era diferente a los demás hombres que Taemin había asesinado antes.
Era honesto. Puro.
Había venido desde lejos, “Corea del Sur”, dijo.
Sin poderlo remediar, había sido hechizado por la sirena, lo único que podía recordar era su hermosa melodiosa voz, sus besos salados y suaves, y el rostro inolvidable que le había atraído a Taemin.
Jonghyun observó como el suave viento apartaba las hebras caramelo del cabello del bello rostro de Taemin, revelando sus hipnóticos ojos marrones.
Su belleza superaba lo inimaginable, debiera de estar prohibida... El rostro era un óvalo perfecto, la piel tan blanca que parecía emanar una luz cegadora, tenía el torso desnudo y virgen, labios rosados como manzanas maduras se curvaban en su sonrisa.
"Eres tan hermoso…" La sirena se sonrojó, mordiendo su labio inferior lasciva.
Jonghyun lo detalló por tanto tiempo que su mente dejó de preguntarse el sexo de aquel espécimen encantado. Hasta que soltó una risa que parecía más bien una invitación a hacer el amor y quedarse enterrado en aquellos finos y delgados brazos por toda la eternidad.
Jonghyun se sonrojó por tales lujuriosos pensamientos.
Se incorporó poco a poco, hasta quedar arrodillado sobre el verde pasto, el agua no lograba ocultar la larga cola de la sirena, Jonghyun quiso acariciar.
La sirena se giró hacia él y con movimientos de grácil elegancia, pasó del agua al pasto, sentándose en él, cepillándose su dorado largo y sedoso cabello.
Se acercó curioso pasó el índice por la mandíbula de Jonghyun, y este tragó con dificultad.
“Taemin.”
Taemin sonríe, y a Jonghyun le parece la cosa más bella que nunca pudo haber visto sus ojos.
Su corazón se detiene por un momento, tomándose un tiempo para entender que todo eso no está pasando en su alocada imaginación, que no es sólo un sueño, para después batirse con fuerza contra su pecho.
Jonghyun tiene el impulso de alzar la mano y tocarle, esas mejillas níveas que parecen hechas de las más finas sedas, pero se detiene a mitad de camino, porque tocar a esa bella criatura, con sus toscas manos no sería más que un sacrilegio.
Los ojos caramelo le traspasan, Jonghyun presiente que no habrá canción de sirenas que le llegue a hipnotizar tanto como esa mirada limpia.
Taemin se inclina, sobrepasa la mandíbula de Jonghyun con curiosidad, y toca su cabello soltando una risita ahogada. Jonghyun ni siquiera respira, es una ensoñación frágil, volátil.
Comienza a susurrarle cosas que nunca recordará, los labios hinchados rosados de Taemin se posan sobre los suyos.
Debería estar prohibido hacer el amor con un beso, pero es lo que están haciendo, lo que Taemin le hace, y Jonghyun se olvida de todo, solo es consciente de los suaves y jugosos labios que se mueven con parsimonia dentro de su boca.
Jonghyun no tiene tiempo de corresponder, de colocar sus manos en la delgada cintura, porque Taemin se aleja, lamiéndose los labios.
“Eres mío.”
Jonghyun asiente sin realmente pensar bien las cosas.
Suyo, Siempre suyo.