Parte II: El viaje.
Rubén.
Los días pasaron rápidos, y pronto llegó el día de marcharse a Los Ángeles. Estaba tan nervioso, que desde la semana anterior apenas había dormido o comido, por lo que me enfermé..
“Es que todo me pasa a mi, joder”.
Desde aquel día en el que lo último que obtuve de mi 'mejor amigo' fue un mensaje, apenas había hablado con él, pero aún tenía claro -más que nunca, quizás- que iba a solucionar todo eso. ¡¡Claro que lo haría!!.
Me tomé las pastillas para la fiebre y el dolor y me tumbé en el sillón, esperando a que mi timbre sonara, para así coger las maletas y marchar directamente al aeropuerto, montarme en un avión, llegar al hotel y solucionar todo con Mangel, sincerarme completamente y decirle todo aquello que gritaba y guardaba en una pequeña caja en mi interior.
“Que jodidamente cursi, cojones”
Casi me quedo dormido, cuando el timbré sonó.
Uno.
Dos.
Tres timbrazos.
Si, era Mangel, y al parecer estaba impaciente o nervioso, así que me levanté con algo de pesadez, ya que el resfriado me quitaba las ganas de hacer algo, y abrí la puerta. Él sabía que yo había enfermado, y aún cuando estábamos en una situación algo... complicada me había llamado, e incluso ofrecerse a cuidarme, cosa que me hizo sentir aún más desdichado, ya que era una persona horrible.
-Hey- Saludé como pude, intentando sonar amable y cálido, lo que menos quería era tener a un Mangel triste o decaído, o por el contrario, cabreado o pasando de mi.
-Hey- Me devolvió el saludo, mas, como supuse, ni de lejos había sonado como lo era antes.- ¿Cómo te encuentras hoy?- Me preguntó con una de sus sonrisas dulces. Asdñlfksadjñfasdjafñs. Jo-der. Mangel, para con eso, coño, que parezco una puta colegiala.
-Mejor- Me aclaré la garganta ya que al ver esa sonrisa, la boca se me había quedado seca.
-¿Vamos?- Me preguntó aparentando normalidad, cosa que me ponía nervioso, ya que sabía que para nada esto era normal.
-Claro- Contesté igualmente.
El viaje en avión fue muy ligero, aunque quizás era porque me lo había pasado todo el viaje durmiendo -¡apoyado en el hombro de Mangel!, y eso hace que casi muera allí mismo- excepto una hora o así. En cambio, Mangel se había quedado pendiente de mi. Cuando me percaté de ello, me dieron ganas de mandar a la mierda mi plan, de acorralarlo en el hotel para hablar con él, y besarlo allí mismo, y gritar que me gustaba -aunque eso ya lo dudaba, ya que mi corazón se agitaba, y el zoológico que despertaba en mi, no era un simple 'gustar'-.
-Gracias por cuidarme- Le dije lo más dulcemente que pude, al salir del avión.
-De nada- Me sonrió- Es lo que hacen los amigos.- Y... eso dolió.
-Claro...- Susurré por lo bajo.
“El problema, Mangel, es que yo quiero ser mucho más que tu amigo”.
El momento se acercaba, y a cada centímetro más cerca del hotel, más nervioso me encontraba. Mangel pareció notarlo.
-Oye, Rubiuh, ¿estáh bien?- Me preguntó algo preocupado, cosa que noté en sus ojos.
“Con Mangel, eso de que 'los ojos son el reflejo del alma', va perfecto”.
-Si, solo... algo nervioso.
Me miró dudoso, pero ya no preguntó nada más. Solo se hizo silencio. En aquel taxi reinaba la tranquilidad, ya que aquel silencio no era incómodo, solo algo duradero.
“.Ya vamos a llegar al hotel, por lo que debes relajarte Rubén. Piensa que lo haces por ti y por él. Porque él te importa mucho, muchísimo, y le quieres. Solo saca fuerzas y hazlo.”
Lleguemos a recepción, y mientras Mangel se encargaba de las habitaciones yo pensaba en como 'declararme' a Mangel, hasta que escuché algo que me causó gracia e hizo que me relajara algo.
-¡Yo he pedio' doh habitaciones!.- Seguidamente me miró como pidiéndome disculpas.
“Gilipollas, yo estoy más que encantado de dormir contigo, subnormal”.
-No se preocupe, que ya me las arreglo yo con él- Le dije al recepcionista.
-Te prometo, que yo no he tenío na' que ver con eso- Se excusó rápidamente haciendo que una sonrisa se posara en tus labios. Era tan malditamente adorable...
-Tranquilo Mangel, me gustaría dormir contigo en estas 'vacaciones'- Le guiñaste un ojo mientras entrabas a la habitación, pero antes pudiste ver como un sutil sonrojo se posaba en sus mejillas -nada comparado con el tuyo.-