¿Gustas una taza de café?
El lugar, era un barrio cualquiera de Seúl. Las calles estaban empinadas y la luz eléctrica no era muy buena. Al llegar a la casa sintió un escalofrío, nunca se había imaginado que volvería a estar solo. Esa idea le aterraba un poco. Por parte de él, no podía sacar de la cabeza a Jongin, ni un momento. No sabía ni cómo iba a sobrevivir sin él toda una semana.
La casa estaba completamente vacía. Era espaciosa, pero hacía mucho frio. Con mucha pesadez, acomodó sus cosas en la casa. Después de eso, se hizo a la tarea de arreglar el baño, que se encontraba descompuesto, lo que no le tomó ni dos horas arreglarlo.
Aún así, cuando terminó, no vio la manera de entretenerse.
De pronto, un mensaje llegó.
Hola, cómo estás.
Jongin le había mandado un mensaje. Eso lo puso muy feliz, pero no se lo dejaría saber.
Creí que habíamos roto.
Yo también lo creí. –Kai le respondió –Solo platicaré contigo, esta vez. No te molestaré más los otros días.
Eso era tentador. Así que Kyungsoo decidió tomar la oferta; toda la noche estuvo hablando con Jongin, sin duda eso era reconfortante. Se fue sabiendo, que tal vez, Jongin ni lo extrañaría, pero sus mensajes demostraban lo contrario.
Al día siguiente, estaba más adormilado de lo normal. Cuando se levantó de la cama, ya eran las 10:27 de la mañana. Eso era un pecado para su rutina de técnico en operaciones, porque siempre tenía que levantarse a las 5 de la mañana.
Revisó sus mensajes y se espantó al encontrar dos llamadas perdidas del club. Si lo que quería era que se enojarán más con él, lo estaba logrando. Para su suerte, le contestó su Sunbae.
-Soo ¿por qué no contestas? –Donghae, le reclamó serio desde el otro lado de la línea.
-Lo siento, Sunbae –Kyungsoo se disculpó, repartiendo reverencias por todos lados, aunque nadie fuera capaz de verlo.
-No te preocupes, creo que te merecías un descanso. Hoy, no nos han avisado de ninguna misión, así que puedes tomarte el día libre –Kyungsoo asintió con un sonidito casi inaudible y la llamada finalizo.
¿Todo el día libre? ¡Y qué carajos haría solo, durante las siguientes horas hasta que llegará la noche!
Como en la mañana hacía frio, a pesar de ser “verano”, ahí arriba de ese cerro, el viento frio entraba por todos los lados.
Se puso la ropa más abrigadora que tenía y decidió salir a comprar algo que pudiera comer. Si tenía que tomar un descanso, no cocinaría.
Al salir de la casa y a unos cuantos pasos de la casa, se encontró con un local que parecía ser un café, claro que nadie se podía equivocar si un letrero enfrente de ese lugar resaltaba con el nombre de: <<Coffee Exo>>. Aparte de todo eso, un logo muy peculiar adornaba el lugar: Un lobo de siete colas, aullando mientras un eclipse se desencadenaba atrás. El logotipo era atractivo, así que decidió entrar.
Todo el lugar tenía un aura de calidez, de pronto, el frio que lo envolvía de pies a cabeza, se esfumó, se acercó a la barra de servicio, pero notó que nadie estaba en aquel lugar. Recorrió con su mirada la cocina y le llamó la atención, que dentro de ella, un chico de cabello naranja, estaba sumido en la práctica del arte de hacer café.
Se veía tan concentrado, tan calmado, tan lindo… Sin voltear a ver al pelinegro, ese mismo chico le pregunto:
-¿Gustas una taza de café? –Soo se sorprendió un poco por la repentina pregunta, pero era más que obvio en un comercio de café.
-De hecho, andaba buscando un restaurante –el pelinegro tomó asiento en la barra. El peli naranja terminó su obra de arte en una taza de café, que humeaba. Se acercó hasta el guía turístico y le acercó la taza hasta su lugar.
-También sé cocinar. Anda, pide lo que quieres. Lo tendré listo en menos de veinte minutos -. El ambiente era extraño, se podía respirar tranquilidad, amabilidad felicidad.
Kyungsoo miró detenidamente el menú que el mesero le había prestado.
-Que sean unos Hot Cakes, por favor.
El peli naranja le guiñó el ojo –En un abrir y cerrar de ojos, los tendrá señor –Y se fue a la cocina. En el transcurso de los minutos, saboreo del exquisito capuchino que estaba bebiendo. Sin dudas, era uno de los mejores capuchinos que había probado en toda su vida.
Su celular comenzó a vibrar, indicándole que un mensaje había llegado y no era de cualquier persona, era de su ex novio por una semana.
-Buenos días, dormilón. Sunbae me contó que te quedaste dormido.
-Necesitaba un descanso.
La sonrisa de Kyungsoo se ensancho más. Se sentía genial que Kai, le estuviera extrañando y apenas habían pasado dos días. Pero se puso más contento, al ver su comida ya preparada; estaba hambriento.
Probó un bocadillo de los apetecibles Cakes que estaban enfrente de él. Eran una delicia. Sin notarlo se le habían quedado unas moronas de pan, en la comisura de su labio.
El peli naranja agarró una servilleta y se acercó cuidadosamente a Kyungsoo –No te muevas –con su dedos, y a través del trozo de papel, retiró los restos de pan –Lo siento- se disculpó el causante del sonrojo de Soo.
-No te preocupes… - Soo rió un poco, tratando de no mostrar su lado débil. Ahora que lo pensaba, nunca se había sentido tan débil, ni con Jongin. Siempre trato de pelear con uñas y dientes por él e incluso antes de conocerlo, nunca dejo que nadie lo pisará, que nadie lo viera como en realidad era, porque tenía un orgullo que mantener en alto. Incluso, Suho quien lo conocía muy bien y todo su pasado, nunca lo había hecho sentir así.
Solo esta vez, una persona, lo había hecho sentir raro, y eso que apenas lo acababa de conocer. No es que Kai nunca lo hubiera hecho, pero el moreno siempre estaba preocupado de que otras personas lo vieran. Un claro ejemplo, fue el beso con Chanyeol. Kai por no lastimar al rubio, hirió a Soo. En este caso, ese muchacho, hizo un gesto de amabilidad, como si nada, como si no le importaran las consecuencias.
-¿Tu baño está…? –Soo preguntó de inmediato y el mesero o dueño, lo que fuera, le indicó la puerta. El pelinegro paso volando directo al sanitario, sin tiempo de disculparse de haber empujado a un pelirosa que había entrado en la cafetería.
Al llegar al WC, se echo agua fría en la cara, suspiró unas cuantas veces y se calmó. Ahora ya estaba mejor.
De nuevo, su celular volvió a sonar.
-Hola –contestó un poco desubicado.
-Kyungsoo, soy Suho –le saludó –lamento molestarte en tu descanso, pero necesito que llames a <<La casa del smoking>> y pidas dos trajes de gala, para esta tarde. Diles que los envíen al club.
-Entendido ¿para quiénes son? Necesito darme la idea de la talla.
-Son para Baekhyun y Chanyeol, irán con nosotros como guardaespaldas.
-Sí, jefe –asintió.
-Nos vemos, Soo. Cuídate –se despidió.
Ahora el pelinegro tenía trabajo que hacer. Salió del cuarto de baño y se dirigió hasta su asiento; tendría que acabarse y pagar lo que había pedido.
Un molesto pelirosa pasó corriendo a su lado y se detuvo rápidamente para no chocar con él. Al llegar a su asiento, su mesero lo estaba esperando.
-Disculpa las molestias –se disculpó el peli naranja. El cocinero estaba seguro de que hablaba del chico que se acababa de ir.
-No es de mi incumbencia, así que no te preocupes –El pelinegro sacó su billetera-¿Cuánto es?
-Es cortesía de la casa –El mesero con cara de Baozi, le dedicó una sonrisa.
-No puedo… -fue callado por uno de los dedos del chico –La primer visita, la pago yo. Mañana si quieres venir, entonces podrás pagarme.
-Gracias… -Soo estaba tímido y eso era extraño. Definitivamente, tenía que ver con ese chico.
Se retiró rumbo a la puerta y una corriente de adrenalina le recorrió todo el cuerpo. Estaba seguro de que si no lo hacía, se arrepentiría toda su vida. Solo por esta vez, quería conocer a alguien diferente que no fuera Kai o alguien del cuartel.
Volvió a caminar hasta la barra.
-Me llamo Do Kyungsoo, pero puedes llamarme Soo –De la nada le dijo al peli naranja. Era lo más arriesgado que había hecho hasta ahora. Podía sentir como sus mejillas se ponían rojas, pero la vergüenza nunca llegó.
-Soy Kim Minseok, pero llámame Xiumin –le sonrió. Ambos estrecharon sus manos.
Kyungsoo se despidió formalmente, pero antes de salir, la voz de Minseok lo retuvo –Si quieres puedo enseñarte a hacer café – le invitó cordialmente –Vi que estabas aburrido y…
-Me encantaría –El cocinero aceptó el trato y salió sonriendo de ahí. No se había dado cuenta hasta que llegó a la casa.
Sin borrar esa sonrisa de su rostro, llamó a la casa del smoking, por el pedido que le había hecho su jefe y una vez terminado, se plantó en su computador.
Escribió unos informes que le llevaron todo el día, hasta que se hubo dado cuenta que ya era hora de dormir. Levantando los brazos y bostezando, se acercó hasta su cama y se recostó sobre ella.
Un mensaje de Jongin volvió a despertarlo de entresueños.
-Buenas noches, Soo.
Kyungsoo, se sentía extraño. Al principio del día sentía que lo iba a extrañar horrores, pero lo cierto, es que no era así. Sí lo extrañaba, pero no tanto para morir.
Ese día había sido entrañalmente tranquilizador, no se había sentido presionado y mucho menos se había sentido triste, ya que, todos los días eran así, y más por los eventos ocurridos en las últimas semanas.
Desde esa perspectiva de vista: el de la libertad de la que ahora gozaba, estar enamorado de Kai, no parecía tan difícil. Cerró los ojos tratando de soñar con él, recordando solo los buenos momentos con él.
En vez de eso, recordó otro tipo de amabilidad.
-¿Gustas una taza de café? –Adormilado, pudo escuchar eso.