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Verano por Roronoa Misaki

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Notas del capitulo:

Holi chicos!! Me alegra muchísimo que la historia haya tenido tan buena aceptación por parte de ustedes, espero no decepcionarlos :3  Estoy muy feliz de verdad, pero en lugar de agobiarlos mejor les dejo aquí el segundo capítulo, espero que lo disfruten. 

Giró la llave y en un segundo sintió la cascada de agua recorrer su cuerpo y empaparlo por completo. Suspiró de alivio y se quedó inmóvil bajo la regadera por unos momentos. Necesitaba relajarse, despejar un poco su mente y pensar con claridad…

Tonterías.

Lo sabía perfectamente, no podría hacerlo.

Era más claro que el agua que en esos momentos se deslizaba por su piel, llevándose la tención acumulada durante ese largo y ajetreado día, despojándolo de sus inquietudes. Pero sin llevárselo a él.

A él, que estaba siempre en su cabeza. Que ni siquiera con las más minuciosa ducha ni la más pura agua podría sacarlo de su ser.

Ya lo tenía bastante claro.

Después de meses de tormentos mentales, de volverse loco hablando consigo mismo cuando nadie más estaba cerca, de repetirse mil y un veces por qué eso estaba mal y que simplemente estaba confundido. Después de, finalmente, terminar hablando con uno de los que consideraba amigos verdaderos acerca del tema, de pedirle su opinión y consejos.

Finalmente lo había entendido.

Ya no había marcha atrás, se preparó para ello… o al menos eso creía. No, estaba seguro. Ya lo había aceptado, no tenía problemas con ello. Bueno, al menos no en el sentido de negación, sino más bien con el hecho de…

¿Qué seguía ahora?

“Ahora… ahora voy a… no, mejor… ¿Y si…? ¡¡Ah, mierda!! ¡No tengo ni idea de qué hacer!” Suspiró derrotado y estiró la mano hacia el estante que se encontraba a su lado, tomando el bote se shampoo y vertiendo un poco en su mano para después dejar el envase en su lugar y comenzar a lavar su cabello.

No era justo. No lo consideraba para nada justo. En toda su vida siempre había logrado tener el control de sí mismo, siempre encontrando una solución viable ante los problemas que se presentaran frente a él. Se había acostumbrado a ello, a conseguir lo que quería, a lograr dominar cualquier cosa que se propusiera. Su primer reto real fue el basket, el hecho de no saber en qué momento podría aparecer alguien mejor que tú y derrotarte, el tener que esforzarte para conseguir vencer. Le encantaba. Pero por lo menos sabía qué hacer, sabía cómo debía entrenar para seguir mejorando, sabía en qué fallaba y qué era lo que podría ayudarlo a crecer. Pero ahora…

Ahora no tenía ni la más mínima y remota idea de cómo enfrentar la situación. Estaba totalmente perdido en ese sentido, perdido en un lugar donde todo eran dudas respecto a lo que pasaría con cada paso que podía dar, o incluso si simplemente se quedaba quieto.

Había una sola cosa que tenía completamente clara: estaba tontamente perdido por ese chico incontrolable que podía llegar a ser Aomine Daiki.

Pero… eso era con respecto a su persona, ¿Qué había con Aomine?

¿Cómo era que él lo miraba? ¿Qué pensaba? ¿Qué haría si de un momento a otro le decía cómo se sentía? ¿Le rechazaría? ¿Se burlaría? ¿O le odiaría?

Esas y mil dudas más pasaban por la cabeza de Kise cada vez que se paraba a pensar en ello. Pero la tortura era cada vez más grande, el sentimiento de querer estar con él, el deseo de perderse entre sus brazos era cada vez más sofocante.

Lo quería, y quería que estuviera junto a él.

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Suspiró. ¿Acaso no llevaba ya demasiado rato en el baño? Se levantó del sofá en el que se había sentado a ver televisión mientras esperaba que el otro saliera de ducharse y se encaminó hacia la salida de la sala para adentrarse en el pasillo, pasando la puerta de su habitación y deteniéndose justo frente a la puerta que estaba al final del pasillo.

—¿Kise?— preguntó tocando ligeramente un par de veces. —¿Estás bien? Ya llevas mucho tiempo ahí.

—Ah, s-sí estoy bien— escuchó su voz detrás de la puerta para que después de unos segundos el sonido del agua cayendo se esfumara. —Lamento el retraso Aominecchi, voy en seguida.

El sonido de la cortina de la ducha al abrirse y los pasos del rubio se escucharon perfectamente para él, sobre todo porque mantenía el oído completamente pegado a la puerta. No pudo evitar imaginar su estado dentro del baño, con una toalla rodeando su cintura, mientras que pequeñas gotas de agua recorrían su pecho y espalda, y su cabello mojado se pegaba a su rostro y goteaba aún más sobre su cuerpo antes de poder secarlo.

Sintió unas tremendas ganas de tumbar la puerta de una patada al ser lo único que le impedía poder tener esa vista directamente. Sacudió la cabeza ligeramente para disipar esos pensamientos y a paso un poco lento regresó hasta la sala.

Unos cuantos minutos después Kise se adentró en la sala también, llevaba un short hasta la rodilla y una camiseta gris que le quedaba un poco holgada, mientras que su cabello aún algo húmedo lograba pegarse ligeramente en su frente.

—Joo, Aominecchi, eres bastante impaciente— reclamó mientras se acercaba a la cocina y comenzaba a servir en dos platos lo que el moreno había cocinado para cenar.

—Bueno, si quieres la próxima vez simplemente me olvido de ti y ceno tranquilamente yo solo mientras tu cuerpo se arruga como una pasa bajo el agua.

—¡Mi cuerpo no está arrugado!— replicó haciendo un puchero y, sin poder evitar la tentación, miró su brazo, asegurándose de que lo que había dicho era verdad.

—Ya, lo que digas— comentó indiferente, alejando los pensamientos de querer comprobar él mismo que el cuerpo del otro seguía siendo tan jodidamente perfecto como siempre. Aomine por fin se dignó a levantarse del sofá y acercarse a la mesa justo al tiempo en que el rubio dejaba los platos sobre la superficie.

—Bueno, pero agradezco que me hayas esperado— dijo Ryota dedicándole una ligera sonrisa, ligera pero demasiado tierna como para que el peli azul la observara sin sentir cómo un sonrojo se instalaba en sus mejillas, por lo que terminó apartando la mirada.

El rubio lo miró curioso pero antes de que pudiera decir nada su celular comenzó a sonar. —Tiene que ser una broma— se levantó de su asiento rápidamente acercándose hasta donde había dejado tirada su mochila y sacó su teléfono. —¿Sí?

Daiki suspiró quedamente al ver que su compañero se había levantado, se golpeó mentalmente por haber sido tan condenadamente obvio con su reacción y comenzó a comer sin esperar a que el rubio terminara su conversación.

—Ya, entiendo, gracias por avisarme— cortó la llamada y regresó hasta el comedor, haciendo un puchero al darse cuenta de que el moreno había comenzado a cenar sin esperarlo. —Ni que me hubiera tardado tanto hablando Aominecchi—. Se sentó nuevamente y comenzó a comer con tranquilidad.

—¿Quién era?— preguntó, tratando de no sonar demasiado interesado en la respuesta.

—Era mi representante, al parecer hubo algún tipo de problema con la campaña y recorrieron la sesión de mañana unos cuantos días.

—¿Entonces eso quiere decir que estás libre mañana?

—Sí— contestó encogiéndose de hombros, para luego caer en cuenta de cierto detalle. —Hmm, ahora que lo pienso, no he tenido oportunidad de celebrar nuestra graduación porque estuve trabajando hoy, tal vez podría hacerlo mañana. ¿Qué dices Aominecchi? ¿Me acompañas?

—¿Eh?... ¿yo?

—¡Claro! Anda, será divertido, lo prometo— contestó dedicándole una deslumbrante sonrisa.

—Pero… yo ya lo celebré hoy con los chicos.

—Anda Aominecchi, acompáñame, sería bastante deprimente si lo celebro yo solo.

—Pero si tú tienes bastantes amigos, seguro que alguno de ellos querrá ir contigo—. No sabía por qué insistía en negarse, pero algo en su interior le decía que no era buena idea ir con él, sobre todo en el caso de que fueran únicamente ellos dos, no sabía qué planes podía tener Kise para la “celebración” y no fuera a tener la mala suerte de quedar en una situación incómoda o que pusiera en juego su autocontrol con el chico.

—Posiblemente, pero yo quiero ir con Aominecchi— dijo con tal convicción y seguridad en su voz que casi pudieron haber hecho que el otro se lanzara a él inclusive por sobre la mesa. Pero se contuvo.

—Ya, está bien, iré— cedió con molestia mientras terminaba con su cena. Se levantó de la mesa con el plato vacío y caminó hacia el fregadero.

—¡Genial! Verás que será muy divertido Aominecchi, no te arrepentirás.

“Sí… no estoy tan seguro de eso” pensó el moreno.

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Subió un poco más el volumen de la televisión, aunque sinceramente no estaba prestando ni la más mínima atención a la película que pasaban en ese momento. No podía estar tranquilo, ahora que estaba completamente solo, que su compañero se había ido a su habitación para dormir, no podía evitar sentir su esencia por todos lados.

Sobre todo en el lugar en donde estaba, acostado en el sofá, el mismo en el que había encontrado a Kise horas atrás. Realmente no había podido dejar de pensar en ello desde que el rubio se había retirado a dormir. Lo sentía como si estuviera ahí a su lado, cada vez que cambiaba su posición terminaba imaginando al rubio pegado a él de alguna u otra forma. Y lo peor era su aroma, lo había dejado totalmente impregnado en la superficie del mueble.

Sonrió ligeramente. —Tal vez hasta se me pega en la ropa— dijo con cierto aire de diversión combinado con ilusión. Qué más quisiera él que despertar todas las mañanas con el olor del modelo esparcido por todo su cuerpo, y de paso con el mismo Kise entre sus brazos.

Ese pensamiento dio paso a otro dentro de su mente, uno que -en ese momento se dio cuenta- no había aparecido antes. Se había concentrado tanto tiempo en pensar cosas que parecían imposibles de volverse realidad junto al rubio, pero, puesto que no pensaba contarle lo que sentía, nunca antes se le había pasado por la cabeza cuál sería su reacción.

—Me pregunto qué haría si se enterara…

*****

“Maldito cerebro, ¿por qué no me dejas dormir?”

Hacía unos minutos atrás, cuando Aomine le había propuesto ver una película con él, se había negado, aún cuando le hubiera encantado quedarse con él, por la única razón de que se sentía aún bastante cansado, a pesar de haber dormido unas horas en la tarde. Pero en ese momento llevaba dando vueltas en la cama sin parar y sin poder mantener los ojos cerrados por más de un par de minutos. Maldita ironía.

Suspiró y tomó su teléfono del buro que estaba junto a su cama.

«Kurokocchi, ¿Estás despierto?»

Envió el mensaje a su amigo y se quedó observando el techo de su habitación, aunque en realidad no podía ver nada en la oscuridad. Un par de minutos después el teléfono vibró en su mano.

«Sí Kise-kun, ¿necesitas algo?»

«No lo sé, es que no puedo dormir»

«¿Pasó algo con Aomine-kun?»

Aquella pregunta hizo que se sonrojara ligeramente. Kuroko era el único que sabía de sus sentimientos, se lo había contado en un momento de desesperación porque no entendía lo que le pasaba. Era gracias a él que ahora aquel sentimiento tenía nombre.

«No… creo, no lo sé, estoy algo confundido»

Después de unos minutos Kuroko no le había contestado el mensaje, pensó que tal vez se había quedado dormido o algo más, pero se sobresaltó cuando su celular comenzó a sonar anunciando una llamada y contestó de inmediato.

—¿Qué fue lo que sucedió Kise-kun?­— preguntó en cuanto el otro había contestado.

Ryota pasó a explicarle acerca de lo que había sucedido en la tarde.

—No entiendo cuál es el problema Kise-kun, ¿Aomine-kun te hizo algo cuando te encontró?

—¡Es justo eso, no hizo nada!— exclamó tratando de mantener su voz a un volumen bajo, se suponía que él ya debería estar durmiendo. —No es que yo lo haya hecho a propósito, realmente me quedé dormido, pero… no sé, ni siquiera sé qué es lo que me molesta Kurokocchi, estoy confundido.

—Hmm, tal vez es porque piensas que Aomine-kun no se alteró nada al verte en ese estado, lo que significaría que no está atraído por ti.

Aquello se sintió como si le estuvieran clavando una daga en el pecho. —Eso es cruel Kurokocchi… pero, tal vez sea verdad.

—O está el caso de que no haya querido aprovecharse de la situación Kise-kun, no tiene por qué ser exactamente algo malo. Dime, ¿te hubiera gustado que tratara de aprovecharse de ti?

—No— contestó casi sin pensarlo. Justo después de decirlo se dio cuenta de que era verdad, no le habría gustado, se habría sentido usado por completo. —No, no quiero eso.

—¿Lo ves?—. El rubio podía imaginarse la pequeña sonrisa que en ese momento Kuroko debía tener en sus labios. —No te preocupes por eso Kise-kun, Aomine-kun es un buen chico, no haría nada que te lastimara.

—Lo sé— dijo sonriendo ligeramente. —Gracias Kurokocchi, me siento mejor.

—De nada…. Kise-kun.

—¿Sí?

—¿Piensas contárselo?— preguntó con cierto cuidado.

—Yo… no lo sé. Quiero hacerlo, pero a la vez tengo miedo. Pero… supongo que si veo que tengo una oportunidad, se lo diré.

Habló un poco más con su amigo antes de darle las buenas noches y cortar la llamada. Dejó el celular en donde había estado antes y se acomodó en la cama, abrazando una de las almohadas. Ya se había acostumbrado a ello, a abrazar una almohada mientras dormía, era casi como tenerlo a él a su lado. Ni siquiera sabía en qué momento había comenzado a hacerlo, pero no le importaba, lo seguiría haciendo hasta el día en que pudiera tenerlo a él en sus brazos.

—Si es que ese día llega— comentó con amargura. 

 

Continuará...

Notas finales:

Bueno, eso ha sido todo por hoy, las cosas con este par apenas van empezando, ¿qué pasará? xD 

Muchas gracias a todos por leer, espero que les haya gustado, traeré el siguiente en cuanto pueda. Estaré esperando sus reviews con cualquier cosa que quieran decirme, lo que sea, sientanse con confianza de comentarmelo. 

Cuídense mucho, nos vemos la próxima.

Misa-chan


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