Himchan acaba de enviar la factura de un pedido cuando Junhong comenzó a llorar en el cuarto. Rápidamente guardó su avance de cuentas en otra pestaña y cerró la pantalla de su computador para dirigirse a la habitación del hijo que pedía su atención.
Junhong lloraba realmente fuerte cuando hacía frío por las tardes y noches de invierno, por lo que Himchan prendía la estufa eléctrica en la habitación (lejos de su cuna y siempre dejando la puerta abierta porque nunca faltaba ese instinto maternal que le decía que todo era posible), y así conseguía que el pequeño no llorara tan fuerte, solo lo suficiente para que Himchan escuchara y fuera a verlo. Si tenía un poco de suerte, sus otros dos hijos no escucharían.
No era la hora de cena, pero Junhong tenía hambre. Himchan se acercó a la blanquecina cuna y tomó al bebé en sus brazos, apoyándolo contra su pecho y poniéndole un chupete en su pequeña boca para que no llore por el rato que tardaba en hacer su fórmula de bebé.
En la cocina habían platos que necesitaban ser lavados, pero Himchan pensaba pedírselo a Daehyun cuando bajara a cenar con él y Jongup. Preparó la botella de Junhong en una mesa aislada y temperó el líquido hasta que fuera bebible para su hijo. Le sirvió la botella y Junhong, hambriento, comenzó a succionar de ella rápidamente.
“No tan rápido, Junhonggie”, le regañó, pero naturalmente el pequeño no comprendió.
Himchan lo cargó hasta su pequeña oficina a un rincón del salón de estar y continuó revisando e-mails.
Cuando Junhong terminó de comer, Himchan esperó un momento antes de volver a levantarse para buscar un pequeño mantel y darle palmaditas en la espalda al bebé.
Mientras hacía eso, Jongup apareció por la puerta con una sonrisa floja.
“Hola, papi”, soltó, con un pequeño bostezo.
Himchan rió suavemente, acercándose al otro y darle un beso en la frente aun con Junhong en sus brazos.
“¿Cómo estuvo la siesta?”, preguntó en tono amable.
Jongup musitó un pequeño bien, antes de seguir caminando hasta sentarse en el sofá y prender la televisión.
Tal como Yongguk, pensó Himchan, por fin logrando que Junhong eructara un par de veces.
Se volvió a sentar con Jongup, acomodando a Junhong entre las piernas del menor. Jongup le miró con duda: usualmente su padre no dejaba que Jongup cargara a su hermanito porque decía que no era lo suficientemente cuidadoso y Junhong no era un juguete.
Himchan solo le sonrió, haciendo que el otro no dijera nada y observara al bebé en su regazo.
Junhong se tambaleó un poco y extrañamente no lloró por la pérdida del calor de Himchan (como si lloraba cuando lo dejaba en la cuna, o cuando se lo pasaba a Daehyun, o a veces cuando se lo encargaba a Yongguk), sino que Jongup le sujetó sus pequeñas manitos y Junhong pareció entretenido.
“¿Te gusta?”, preguntó Himchan a su hijo, al que sí podía entenderle.
Jongup asintió suavemente, algo sonrojado.
“Huele raro”, respondió, acercándose al olfatear los cortos cabellos de su hermanito, “pero es lindo, como un Pikachu”, explicó.
Himchan sonrió.
Junhong había llegado a la casa hace cerca de dos semanas y aun se estaba acostumbrado a él, y él a ellos, a su nueva casa, porque aunque no lo expresara en palabras (era biológicamente imposible), Himchan solo podía sentir como el bebé le demostraba su sentir.
Y ahí era cuando Yongguk le decía que estaba loco.
“¿Cuándo podré jugar con él?”, preguntó Jongup luego.
Himchan lo pensó un momento.
“Junhonggie aún no sabe caminar, Jongup, después de que aprenda no habrá problema”, respondió, “así que tienes que ser paciente como un buen hermano mayor”.
Jongup sonrió ante eso. Él también quería ser un buen hermano mayor, así como Daehyun era un buen hermano mayor con él.
“De acuerdo”, dijo con una suave sonrisa.
El adulto observó como Jongup envolvía con cuidado al bebé en sus brazos y le hablaba con un tono de niño grande:
“Tienes que crecer pronto, Junhonggie, así podremos jugar”, le dijo, el más pequeño no entendiendo pero con una sonrisa miraba al otro, intentando tocar su cara, “te enseñaré todos los pokemons que sé y todos los sonidos que hacen”.
Himchan rió cuando Junhong tomó entre sus deditos un solo dedo de Jongup y lo apretaba con fuerza.
“Parece que le gusta la idea”, comentó el mayor.
Jongup le miró ilusionado.
“¿Te parece, papi?”.
“Por supuesto, Jonguppie”, respondió con un tono feliz, y se acercó para besar la frente de sus dos hijos.
De pronto, se escucharon pasos en la escalera y Himchan sonrió cuando Daehyun bajó ya en pijamas y se sentó con ellos.
“¡Junhonggie!”, gritó el hermano más grande, poniéndose de cuclillas frente a Jongup con una gran sonrisa, “Hola, hola”, le saludó.
Junhong pareció descontento, por lo que se giró hacia Himchan y levantó sus brazos hacia él. Himchan lo recibió y rió ante el rechazo junto con Jongup.
“No es justo, a mí me odia”, soltó Daehyun poniéndose de pie. Jongup se hizo a un lado y Daehyun lo tomó en brazos para sentarse con él su regazo, ambos con los ojos en el bebé que se abrazaba del mayor de la habitación.
“No te odia”, negó Himchan, intentando despegar a Junhong de sus ropas, “solo no pasas mucho tiempo con él, y no sabe si eres conocido o extraño”, explicó.
Daehyun hizo un sonido de comprender.
“¿Y qué hago para gustarle?”, preguntó confundido.
“Yo no hice nada para gustarle”, informó Jongup, intentando tener algo de atención de su hermano.
Daehyun le sonrió y removió el cabello.
“Es que tú eres naturalmente gustable, Jonguppie”, le dijo sacando una risa del menor.
“Es verdad”, contestó Himchan, pinchando una mejilla de Jongup sin fuerza.
Jongup sonrió algo avergonzado, pero satisfecho.
“Tal vez si te acercas de a poco comprenda que no eres extraño”, le dijo a Daehyun, quien miró al mayor y este le sonrió, intentando darle confianza.
Himchan sentó a Junhong mirando hacia Daehyun y Jongup, quien de inmediato intentó girarse hacia el mayor buscando su protección, mas Himchan lo detuvo con sus manos y le murmuró un está bien, Junhonggie, que pareció relajar al menor.
Daehyun intentó hacer contacto visual por un momento, y cuando lo logró sonrió suavemente. Junhong no reaccionó, así que Himchan lo alentó a intentar darle la mano, y el aludido de inmediato lo intentó.
Junhong no lo rechazó, le dio la mano por un momento hasta que Daehyun comenzó a emocionarse, haciendo que el bebé le soltara y quisiese girarse de nuevo. Himchan lo mantuvo en su lugar: dejar que se volteara sería darle la señal de que Daehyun era peligroso y necesitaba protección en su presencia.
“Tranquilo, Daehyunnie”, murmuró Himchan, ahora poniéndose de pie y acunando a Junhong en su pecho.
El aludido suspiró derrotado. Jongup sobre él le sonrió.
“Tranquilo, Daehyunnie-hyung”, repitió a su padre, “Junhonggie va a quererte cuando te conozca bien y vea que eres un buen hermano”, dijo con sinceridad.
A Daehyun le brillaron los ojos ante las tiernas palabras de su hermanito, por lo que lo abrazó con cariño.
“Pon a Junhong en la cuna”, le pidió al segundo mayor, quien se puso de pie y recibió al bebé algo nervioso. Himchan encontró el chupete de Junhong sobre la mesa y se lo dio al menor para que no llorara.
“Está bien”, respondió Daehyun, caminando lentamente hacia el cuarto del bebé con el mismo en brazos.
Himchan miró a Jongup y tomó su pequeña mano para llamar su atención.
“¿Me ayudas con la cena?”, preguntó.
Jongup asintió con la cabeza enérgicamente y fueron juntos hasta la cocina, revisando qué podían preparar y sorprender al otro adulto de la casa con algo delicioso.
Jongup sugirió ramen, porque era el favorito de Yongguk, sin embargo, Himchan decidió hacer un estofado de vegetales porque era mucho más saludable.
Al poco rato de que hubieran comenzado a preparar las cosas, tanto Himchan como Jongup escucharon a Junhong comenzar a llorar y pronto Daehyun ya estaba en la puerta de la cocina con una expresión rendida.
“Simplemente me odia”, musitó.