Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Let go por Himawari

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

 

 

 

Notas del capitulo:

Hay que dejar el tema de Baekhyun y disfruten de este fic :) 

*le llueven piedras* 

Kim Jongdae era magia. Lo era en todos los sentidos en los que yo no podía serlo jamás. Cuando me miraba a los ojos, yo no me percataba que me estaba convirtiendo en algo pasajero y estúpido. Porque comencé a flaquear en todo lo que creía con firmeza, y todo lo que dirigía mi vida se empezó a romper paso a paso. Me veo más bien como algo que no debió ser. Estoy protagonizando algo que todavía no tiene final. Y peor aún, veo a Kim Jongin destrozado en el final.

 

Jongin.

 

Jongin es mi presente, mi pasado pero no será mi futuro.  No somos iguales, tampoco somos distintos de buena manera. Y conforme paso mis horas al lado de Jongdae me doy cuenta de lo sorprendente del tiempo que hemos estado juntos.  Jongin es como el invierno, congela todo a su paso, acorta las tardes, las mañanas son oscuras  y a los días acaba por matarte de hipotermia.  Así es Jongin, viene con una rareza oscura que pocos saben apreciar pero que  él no puede controlar. Yo no quiero morir en sus manos. ¿O sí?

Antes ansiaba escuchar su voz. Cuando canta es como verlo transformarse en otra persona, completamente ajena a lo que siempre es, y solo así sentía que podía empezar a conocerlo. Pero mi problema fue eso: No conocerlo a fondo y desear pasar mí tiempo con Jongdae.

 

De no haber tenido amigos en común, Jongin y yo jamás nos  hubiéramos hecho amigos. Le atrajo la idea que estudiara fotografía. Decía que así cuando fuese famoso, yo sería quien le tomara todas las fotografías. Y a mí me atrajo su sueño. Cantar, bailar. Quería estar ahí cuando pisara el escenario por primera vez y los aplausos fueran para él. Quería que me viera entre la multitud y que sus sonrisas fueran solo para mí.

Pero entonces llegó el momento delicado de nuestra relación y teníamos que poner las cosas en claro. Yo le hice una promesa especial. Y a él le dio igual.   

 

Era un día cálido cuando lo vi por primera vez mudarse al apartamento de enfrente. No tenía visitas, como nosotros. Pero cuando salía al balcón yo me escondía en las persianas de mi ventana. Y luego se consiguió un perro, y cuando lo sacaba a pasear era la hora perfecta para hacerle compañía a distancia. A veces me miraba cuando no soltaba mi cajetilla de Marlboro.  Yo quería que me mirara. Y luego me consumía la culpa de tan solo desgarrar a mi novio con el pensamiento, porque cuando Jongdae me miraba, quería desaparecer a Jongin del planeta y olvidarme de la promesa. Eran palabras sencillas, pero lo estaba cumpliendo. Hasta que Jongin no hiciera su debut, viviríamos en celibato. Nos entregaríamos mutuamente después de eso.  Mientras los días pasaban, nuestras vidas se vieron tan envueltas en ese estilo de vida que hasta cierto punto, comencé a dudar si realmente podría entregarme a él, y viceversa. Estar con él hacía que todo fuese perfecto, pero nos habíamos esmerado bastante para no atraernos sexualmente, o al menos yo, que la idea de permanecer en castidad cada vez me iba pareciendo más atractiva. Aun así, Jongin me ofreció su cariño al poco tiempo de conocernos y supongo que yo estaba muy falto de este porque lo acepté. Como si realmente hubiésemos estado destinados a estar juntos. A ser mío y yo suyo.

 

Me estaba volviendo loco al pensarlo todo el tiempo.

 

Después de casi tres años a su lado, dejé de respirar y comencé a ahogarme.

 

Pero si hubiese tenido un poco más de sentido común, jamás hubiera empezado a jugar un juego que acabaría por matar mi interior.

 

Fui a la caseta del correo,  busqué su número y metí un papel doblado por la mitad. Había anotado la dirección y mi horario de un curso de inglés que estaba por comenzar y me arriesgué a invitarlo, para así verlo más seguido. Porque tenía que hacerlo.

 

Pero cuando se presentó Kim Jongdae a mi clase de inglés con su mirada despreocupada, me dio la impresión que tenía la libertad de la que yo carecía por completo. Al lado suyo, incluso sin hablar, sin mirarle y sin sonreírle, comencé a sentir como el verdadero yo salía a flote. Y allí me encontraba yo, con él frente a frente, practicando inglés por casi dos horas. No pude evitar fijarme en la manera en que se curveaban sus labios al sonreír. Era una sonrisa genuina. Y la manera en que mordía su lengua al equivocarse. Quería dos cosas; la primera, que el tiempo fuera más rápido para poder hacernos amigos; la segunda, que el tiempo fuera más lento para poder disfrutarlo más.

 

Con los días se fijó que yo aprovechaba el pequeño receso para fumar y nada más. Otros se ponían a repasar la clase, y algunos comían. Pero ese paso de los días trajo consigo que yo dejara de dormir cerca de Jongin. Éste no se dio cuenta cuando me alejaba e inicié a tener erecciones indiscretas bajo las sábanas. Todo se volvió tan nuevo y espontáneo que comencé a cegarme por completo.

Y sin darme cuenta, se me acercó Jongdae pidiéndome un filtro. Él se había acercado a mí. Cuando lo prendió, inhaló y exhaló con tanta delicadeza. Como si tuviese demasiado tiempo sin probar uno. Ese fue el primero de muchos días en los que estábamos uno contra otro, disfrutando del buen tabaco.

 

 

Eran las cuatro de la tarde y Jongin ya estaba de regreso. Con una expresión facial que rara vez dejaba ver y supe que algo había pasado por eso y porque bajo de la manta tenía el brazo vendado. Lo usual era verlo regresar después de medianoche. El muy idiota, después de esforzarse tanto, terminó por quebrarse un brazo una semana antes y se calló lo más que pudo. Hasta que un ejercicio requería ambas manos y se volvió a lastimar.

Verlo así de desesperado y terco me hacía sentir lástima por él. Prendí la televisión y recosté su cabeza en mis piernas.

 

“¿Has considerado dejar tu “trabajo” en esa compañía?, Tanto esfuerzo te va a matar.

 

Así de la manera en que no le gustó mi pregunta, me la regresó una que tampoco era de mi agrado.

 

“¿Has considerado tú dejar de fumar?, llevas un año y medio diciéndolo y nada pasa. Me parece un tiempo suficiente como para hacerlo.

 

“Si te han regresado no te desquites conmigo. No es mi culpa que te hayas lastimado. Y tampoco tuya, accidentes pasan.”

 

Le dolía el estar tan temprano, le dolía tener que descansar cuando sabía que no era su tiempo. Siempre decía que la única forma en que él descansaría sería una vez muerto. Nos miramos fijamente pero no dijimos una sola palabra que cruzaba por nuestra mente y es más, estoy seguro que él ni siquiera trató de ver lo había en mis ojos, ni yo en los suyos. Callamos y el resto del día lo pasamos sin decir una sola palabra.

 

En la clase siguiente Jongdae me sonrió al verme. Me dijo una broma que leyó en internet, pero no le entendí. Traté de deletrear tres palabras frente a la casa y fue un fiasco, todo el mundo se dio cuenta y yo no pude hacer nada para detener el mal rato que estaba pasando. En el receso, Jongdae fue quien me dio un cigarro, no yo a él como era costumbre. Se sentó a mi lado y me puso la mano sobre el hombre.

 

“Se te ha visto desanimado. ¿Estás bien?”

 

“Terrible.” Le contesté.

 

Sonrió y yo sonreí para él.

 

“No soy tan perfecto como parece.”

 

“Tienes sentido del humor y eso me gusta.”

 

Le gusto. Jongdae es tan inalcanzable hasta el punto de hacerse invisible y si no está cerca, no termino de llenar mi vacío. Es detestable que él me haga esto. Que yo le haga esto a Jongin.                                      

 

“Gracias, me sale muy natural.” Bajo mi piel sentía la sangre hervir.

 

“Y si te sale al natural ¿por qué hoy estás muy decaído?”

 

Le miré como si tratase de resolver un acertijo sin salida. Realmente no estaba seguro de la respuesta. ¿Estaba molesto con Jongin? ¿O estaba más molesto conmigo mismo por seguir soportando sus pataletas? Vi a Jongdae arquear una ceja al no entender mis expresiones.

 

“¿Te parece si nos vamos por hoy?” Le pregunté.

 

Apagué el cigarro que sostenía y me levanté, le dediqué una sonrisa y salí corriendo de ahí. A los pocos segundos escuché sus fuertes pasos detrás de mí.

 

La carrera no fue larga hasta los apartamentos, cinco minutos como mucho y a esa hora no salían los carros a las calles. Pensé en llegar a mí apartamento, pero el pensar que Jongin pudiera estar más temprano a causa de su brazo. No tenía cabeza para amargarme por él. Levanté la vista en el número de su puerta. C208. Yo era A104.

 

Me imaginé como sería mi vida al lado de Jongdae. Los muebles a su alrededor parecían entonar muy bien con su aura. Algo dentro de mí brillaba con luces de neón con la palabra “cuidado” al verlo examinarme.

 

“¿Vives con tu hermano?” Me preguntó al darme un vaso con agua. Negué con la cabeza.

 

“Es mi novio.”

 

“Se ve agradable, aunque nunca se ve por aquí.”

 

“Lo sé, la mayoría de su tiempo ya está apartado. Quizás ahora mismo está rompiendo una pierna u otra brazo.”

 

“Me supongo que trabaja en algo muy peligroso para que eso pase.”  No quería pasar mi tiempo hablando de Jongin, supongo que Jongdae no podía evitar sentir esa curiosidad hacia él.

“No sé si es un trabajo peligroso, pero a veces me da la impresión que vive por un sueño que quizá nunca se realice.”

 

Mi rostro debió haber sido un poema porque Jongdae levantó las cejas en sorpresa.

 

“Un poco cruel ¿no?” Me dijo sin realmente mirarme.

 

“Un poco realista, más bien.”

 

Tuve el atrevimiento de salir a su balcón y en instante en que lo hice, vi a Jongin salir. Se había quitado el vendaje que traía y llevaba su mochila en su brazo bueno. Me sentí dolido, una vez más se me escapaba ante mis ojos, pasaba por un lado mío y ni siquiera se daba cuenta que era yo. Pensé en la misma promesa por la que seguíamos juntos, por las risas que nos unían y las miradas que me hacían querer estar toda una vida con él. ¿Dónde estaba todo eso? Miré a mí alrededor y no tenía a nadie. Jongin me estaba abandonando, me estaba sacando de su vida y yo a él de la mía. Pronto seríamos unas personas que nos quisimos mucho, demasiado. Pero las palabras no construyen el amor.

 

El letrero de neón estaba por explotar. Sentía el nudo en la garganta que me dolía la quijada y me avergonzaba que Jongdae, mi único amigo me viera de esa manera. Me recargué en la pared porque me faltaba el aire, me faltaba todo en mi vida.
Jongdae estaba a mi lado cuando me derrumbé. Cerré los ojos para no tener que ver su expresión dirigida hacia mí. No quería producir lástima.

 

“¿Qué sientes cuando estás con Jongin?” Me preguntó con un tono de voz tan ligero que casi no capté las palabras a la primera.

 

“Esta es mi confesión: No sé qué está pasando con Jongin, no sé qué está pasándome  y no quería acercarme a ti demasiado, no quería hacerme amigo tuyo para que me vieras así. Porque yo no soy así y ahora que me siento tan miserable trabajo más duro para que esto no defina lo que soy y lo que seré. Quiero moldearme a una manera distinta pero a veces siento que no es justo. Primero les fallo a mis papás, luego le fallo a Jongin y luego a mí. Estoy tan confundido que no encuentro la salida.”

 

Cuando explotó el letrero de neón no abrí los ojos. Preferí quedarme a ciegas y sentir los labios de Jongdae adherirse a los míos. Cuando los separó, quedó el leve rastro de ellos sobre mi piel. Y sus dedos se apoyaron sobre mi mano.

 

“Nos conocemos hace muy poco, pero el asunto es que tienes que confiar en mí para que esta amistad fluya.” Me dio un beso fugaz. “Esto será un secreto.”

 

Nunca había estado tan cerca de alguien que no fuera Jongin y rara vez sus besos se sentían tan tórridos como lo hacía este solo. Sin quererlo, estaba desencadenando algo que no pronto no podría controlar.

 

 

 

 

En esos momentos de silencios incómodos con Jongin, me encontraba a mí mismo fantaseando con los labios de Jongdae, quería probarlos una vez más. Quería que Jongin leyera mi mente para que me dejara marchar. La incompetencia mía al no poder decir en voz alta todo lo que pasaba por mi cabeza me hacía sentir como un perfecto cobarde. Hasta ese momento, la voz de Jongdae se reproducía como una alarma. Me había besado.

 

“Sehun, ¿me estás escuchando?” Su voz se oía tan lejana.  “¡Sehun!”

 

“Lo siento, lo siento.”

 

“te dije, que van a venir mis padres de visita.”

 

Mi corazón se hundió a un vacío más oscuro. Los padres de Jongin no sabían de su orientación sexual. Y cada vez que ellos llegaban, yo desaparecía. Por el bienestar de Jongin tenía que hacerlo.

 

“Entiendo,” Le dije. “Haré mi maleta.”

 

“¿A dónde te vas a quedar esta vez.” Me preguntó. Me abrazó.

 

“Con un amigo de la clase de inglés.” Pensé en decirle de Jongdae, pero no me atreví. “¿Cuándo llegan?”

 

“Hoy por la tarde y se van por la mañana.”

 

Miré el reloj principal y era casi la una de la tarde.

 

“Te prometo que esta es la última vez que lo hago.” Me tomó de las manos y me besó, era la primera vez que nos besábamos en días. “Te lo prometo.”

 

Y le creí.

 

Sentí vergüenza al tocar la puerta de Jongdae dos horas después de haber salido y estar encerrado en mi auto. Me debatía entre hacerlo o no, pero al final decidí hacerlo. Toqué dos veces y comenzaba a pensar que simplemente no estaba y tendría que esperar. Me preguntaba si con ese pequeño aguacero Jongin se preocupaba por mí. Mientras esperaba por Jongdae, no sabía si Jongin me estaba viendo, aunque a poca distancia yo podía verlo pegado a su celular. Ni siquiera movía la cabeza un centímetro.

 

“¿Sehun?” Era Jongdae, por fin.

 

Me tomó un par de minutos dejar de temblar y explicarle lo sucedido y como necesitaba pasar la noche en su sofá. Por favor Jongin, diles hoy. Diles que estás enamorado de mí. Seguía rezando en mi mente, mientras Jongdae me miraba. Ese día mi corazón no tenía las palabras suficientes como expresarlas. Había pensado que esa etapa de nuestra relación estaba más que enterrada. Pero no, estaba más viva entre mis dedos que nunca.

 

“No es que odie a Jongin,” No sabía a dónde quería decir con eso. “Claro que no, pero no entiendo por qué no puede decirle a sus padres que es homosexual. ¿Acaso es tan difícil?”

 

“Claro que no lo es, pero a veces las personas no lo entienden y les cuesta aceptar.”

 

“Cuando yo les dije a mis padres no lo tomaron a mal.”

 

“Pues eres afortunado entre muchos, porque la mayoría reniegan de sus hijos y los casan alguna mujer que ellos les parezca la indicada.” Dirigí mi mirada hacia dónde señalaba el dedo de Jongdae. Había un retrato al que no había puesto atención antes. Y era la boda de Jongdae con una chica. Y a él se le veía infinitamente miserable. Le miré en completo asombro y él solo se encogió de hombros.

 

“Nos divorciamos hace tres meses y quedamos en buenos términos. Ella sabía a lo que se metía.”

 

“Lo siento mucho.” Le dije bastante apenado.

 

“No tienes porqué sentirlo si tus padres te aceptaron. Al contrario, siéntete orgulloso porque no todos tenemos ese privilegio.”

 

 

Y luego sentí mi corazón en la garganta, los labios de Jongdae me volvieron un prisionero por segunda vez. Y luego coló sus manos bajo mi camisa, me tomé el atrevimiento de hacer lo mismo. Era una mezcla de excitación y peligro de estar tan cerca de alguien, ni siquiera con Jongin había sobrepasado los límites de los besos. Terminé por aceptar que todo era real cuando sentí su erección rozar la mía. Era extraordinario todo se sentía tan perfecto.

 

Pero no puedes hacer esto.

 

Pero sí quieres.

 

Me encontré en medio de unos sentimientos tan culposos y al mismo tiempo tan placenteros. Porque nunca había conocido un placer y no tenía idea que podía llegar a ser tan intenso. Mis brazos estaban tan cerca de la espalda de Jongdae y mis labios estaban tan adheridos a su piel que era imposible separarse. Me estaba dejando llevar por cada jadeo, por cada estocada y más que nada por el instinto.

 

Estando a horcajadas, podía ver directamente a sus ojos y podía dejar que el me viera sentir el placer que me daba. Por fin lo estaba invitando a entrar en mí las veces que fueran necesarias, el tiempo necesario hasta que entendiera que era mío y yo suyo. Esperaba que no notara mis manos temblorosas al sentir llegar el orgasmo y esperé que mordiera mis labios cuando el éxtasis le atacase. Y así sucedió.

 

La sala era fría, esa noche más que ninguna otra se sintió como la más silenciosa e inquieta.

Esa noche me había afianzado más a Jongdae como lo había hecho nunca con Jongin.

 

 

 

 

 

No me tomó muchos días volver a ver a Jongdae. A los tres días volví. Jongin, como era usual, no estaba y yo me encontré impregnado a la esencia de Jongdae, a sus besos y a su manera de mirarme, porque nadie más lo hacía de la misma manera en que él lo hacía. Y trataba de ignorar esa angustia que me daba al tener un torbellino de sentimientos hacia Jongdae y un vacío enorme hacía Jongin.

 

Me consumía al mezclarme con el fuego de sus labios y después de probar el éxtasis con Jongdae, me di cuenta que Jongin me había perdido. Yo estaba yendo contra el mundo y estaba destrozándome con cada choque. Y sin embargo le seguía entregando a Jongin lágrimas y ternura que él no recibía.

 

 

Jongdae.

 

 

Jongdae.

 

 

Estar con él me hacía vivir. Me dijeron una vez que este no era yo. Que no iba conmigo enamorarme de una persona cuando estoy con otra. Pero si no es parte de mí, ¿entonces por qué lo sigo haciendo? ¿Por qué no puedo apartarme de una vez por todas de Jongdae y seguir con mi vida anterior? Si no fuera parte de mí, entonces no lo haría. Era alguien completamente invisible hasta que Jongdae fijó su mirada en mi alma y se atrevió a salvarme de primera mano. Y me vuelvo a consumir entre orgasmos con él. Dos palabras que mi boca se tragaba para no decirlas en voz alta. Decirlas sería una respuesta absoluta de lo que hice.
Quisiera decirle a Jongdae que lo odio por la manera en que entró a mi vida, cuando yo estaba más vulnerable y luego quiero decirle que lo amo porque me salvó. Y mis días si no son a su lado no deseo nada. No era casual la manera en que llegó a mí vida. Era un ángel.

 

 

 

No me di cuenta que Jongin estaba cantando canciones que nunca había cantado antes. Había algo extraño en su sonrisa. No era capaz de leer sus pensamientos, tampoco su alma. ¿Acaso yo actué igual cuando me encontraba con Jongdae? Aunque yo tenía casi un mes que no lo veía. Y lo extrañaba cada día. Yo mismo me estaba destruyendo al seguir a su lado.

 

Pero un día común, el teléfono sonó y era su madre.

 

Sus palabras no las vi venir.

 

 

Ese desconocido llamado Kim Jongin llegó a la una de la mañana y me dio el tiempo suficiente para desempolvar las maletas, de perderme y llorar ante una relación construida en mentiras. Mis propias emociones se volvieron tan remanentes en esos momentos. No era capaz de recordar cosas tan insignificantes que delataran su comportamiento. Solo recuerdo haberlo notado después de la visita de sus padres.

 

Cuando Jongin entró por la puerta, yo estaba fundido en la oscuridad, pero las maletas no pasaron desapercibidas y encendió la luz. Y fue ese instante cuando nos miramos fijamente a los ojos y ninguno de los dos pudo negar los fantasmas con los que cargábamos día a día.

 

“¿Te suena el nombre Do Kyungsoo?” Le pregunté y palideció.

 

“No.”

 

Una mentira más.

 

“Llamó tu mamá. ¿Adivina que hizo? Me confundió con él y me pidió que te dijera que te perdonaba por haberle ocultado que estabas en una relación hace un año con él. Creyó que yo era Kyungsoo porque ni siquiera sabe que existo, ¿no es así? ¿Acaso fue tan sencillo verme la cara?”

 

Pero, ¿estaba yo en el lugar correcto para reclamar? Una parte de mí quería hundirse y tragarse sus palabras porque yo sabía lo que había hecho con Jongdae, pero la otra resurgía con furia porque había sido engañado por un tiempo considerable.

 

“Yo sé que no basta con un lo siento, pero lo siento de verdad.”

 

“¡Claro que eso no arregla nada! ¿Por qué no me dijiste nada antes y hace un año me hubiera largado por esa puerta!”

 

Supongo que esa era una respuesta que él no esperaba, supongo que creía que le lloraría y rogaría por quedarme a su lado. Pero no lo sentía de esa manera. Simplemente no podía.

 

“Sehun, no te necesito.” Y aunque esas palabras las quería decir yo también, me dolieron, porque eran tan ciertas. Él pudo vivir sin mí por más tiempo y pudo engañarme por más tiempo del que yo lo hice.

 

“Yo tampoco. Por eso es que me voy ahora mismo.”

 

Nuevamente no tenía a donde ir y pasé la noche encerrado en mi carro.

Antes del amanecer, alguien tocaba la ventana del copiloto y era Jongdae. Le abrí la puerta, y me encontré con su sonrisa. Le echaba de menos hasta el punto de querer morir.

 

“Sabes siempre eres bien recibido conmigo.” Me dijo al ver las maletas en la parte de atrás.

 

“No he podido dejar de pensar en ti.” Le confesé. Y él salió del auto sin decir una sola palabra. También se esfumaría de mi vida. Pero no lo hizo, abrió mi puerta y me sacó.

 

“Me estaba matando el no poder verte.” Jongdae dijo y me atrapó con sus finos dedos.

 

Jongdae.

 

Él es el indicado.

 

 

 

Notas finales:

¿Le gustó? 

¿Hay tomatitos para mí~? 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).