Llegó la mañana siguiente. Todos se mudaron a la nueva casa, juntos, como habían decidido el día anterior. Colocaron las cosas que usarían todos como las cosas de la cocina, la comida, las mantas, sábanas y de más. Lo complicado fue la hora de decidir quiénes compartirían la habitación.
Uruha y Yuu se desentendieron y llevaron sus cosas a una de las habitaciones, estaba claro que ellos dormirían juntos y los demás lo sabían. Los demás se repartieron las habitaciones por sorteo y no quedaron muy conformes. Miyavi y Tora se fueron a ordenar su habitación, les había tocado juntos. Los siguientes en salir por sorteo fueron Kai y Reita, quienes se llevaban bien pero en la distancia, porque Akira no quería contactos con ningún hombre, le daba igual si era Kai o si era cualquier otro, él quería una cama individual, pero no tuvo esa suerte. Por último, los que quedaron, fueron Hiroto y Ruki; a ellos no les importaba dormir juntos, ya lo habían hecho en la casa del bajito. A pesar de que la cama era para Ruki y Reita, Hiroto solía meterse entre medias porque era muy cariñoso.
Cuando ordenaron todas las cosas, el brujo decidió que debía proteger la casa también y estuvo un rato perdido en su mundo de magia y hechizos. Los demás estaban repartidos en diferentes sitios. Kai cocinaba para todos con la ayuda de Hiroto, Ruki limpiaba con ayuda de Uruha, Yuu se fue a trabajar y los otros dos buscaban trabajo en un periódico.
La mañana fue ajetreada para todos, mudarse siempre era estresante. El pelinegro ni si quiera volvió para comer ya que tenía mucho trabajo atrasado. Los demás pasaron el día en la casa poniéndola en condiciones para que se convirtiera en un hogar.
Miyavi ayudó a preparar los curriculum que usarían, claramente falsos, para que consiguieran trabajo. Los chicos no tenían mucha preparación así que solo podrían hacer lo que ya sabían antes de haberse convertido en animales. Al día siguiente se encargarían de ir a los sitios para ver si con suerte les llamaban de alguno.
A la hora de cenar, llegó el que faltaba y como la casa era lo suficientemente grande, todos pudieron cenar por primera vez juntos en la cocina, en la misma mesa.
-¿Qué tal el trabajo? –dijo Ruki mirando a su amigo, los dos corrían riesgo de ser echados ya que pasaron varios días sin ir.
-Supongo que bien, al menos no me han despedido… quizá les diga que me dejen trabajar desde casa ya que vivo más lejos y aquí tengo el mismo equipo o incluso mejor que el que tengo allí… Bueno, tengo que ir a mi antigua casa a por él porque no me cabía en el coche –respondió Yuu mirando la comida, tenía buena pinta.
-¿Ha comido bien Yuu-san al mediodía? –preguntó Uruha, que estaba sentado a su lado alegre de que volviera a casa.
-Sí… fui a un sitio de comida rápida aunque esto es mucho mejor –respondió el pelinegro dedicándole una sonrisa a Kai por el buen trabajo.
-Bueno, yo me voy a ir a la cama… Estoy cansado –dijo Miyavi levantándose de la mesa con sus cubiertos para dejarlos en la pila.
-Yo ya he terminado, me iré pronto también… Pero te esperaré Ruki-san –dijo Hiroto sonriendo a su nuevo amigo, se llevaban genial.
-Pero no me digas así, que tú eres más mayor que yo –dijo el nombrado y soltó una risa, comiendo un poco más rápido.
-Yo… voy en un rato, quiero el lado derecho –dijo Tora mirando a su compañero de cama, no quería que llegara aquel momento.
-¿En un rato? ¿Piensas quedarte despierto hasta que me vaya a trabajar? No soy un violador, ni si quiera me gustas… Bah –dijo Miyavi y recogió todas las cosas que había ensuciado y se acercó a la puerta mirando a los otros de reojo.
-Descansa Miyavi… Buenas noches –dijo Kai mirándolo y sonriendo, mostrando sus preciosos dientes. El brujo se despidió de todos y se fue a su cama, en el lado izquierdo aunque cuando dormía no sabía si seguiría allí o estaría ocupando todo el espacio.
El próximo en irse fue Akira, si tenía que dormir con Kai al menos no tenía que verlo antes de empezar a soñar. Como el moreno había sido un koala tenía la manía de abrazarse con brazos y piernas a la gente, y más cuando estaba dormido.
Ruki terminó de comer deprisa y se fue con Hiroto también a dormir, a ellos no les importaba abrazarse o no, ni tampoco mostrarse cariño ya que a los dos les gustaba recibir mimos o abrazos. Se durmieron deprisa porque los dos estaban cansados, pero Hiroto rodeó al otro acurrucándose con la cabeza apoyada en su pecho antes de caer dormido.
Solo se quedaron Tora, Yuu y Uruha en la cocina, terminando de cenar ya que Kai estaba saliendo por la puerta, pero no para ir a la habitación, se fue a ver la televisión un rato. Ellos aún comían, o más bien los dos pelinegros, el castaño solo estaba allí admirando la belleza del amor de su vida, cosa que no había podido hacer en todo el día y lo extrañaba demasiado.
-¿Tienes sueño? Ve a dormir si quieres… yo no tardaré en ir –le dijo Yuu a Uruha dedicándole una sonrisita.
-No, te espero… ya te queda poco –dijo el otro con una sonrisa y se acercó a darle un beso en la mejilla. Parecían novios aunque lo negaran.
-¿Sois novios? ¿Empezasteis cuando Shima era un gato o después? –preguntó Tora alzando una ceja.
-No somos novios Shinji… Yo soy muy cariñoso –dijo Uruha apartándose algo sonrojado.
-Tú sí… Pero Yuu no abraza a nadie más cuando llega del trabajo –dijo Tora mirando ahora al pelinegro.
-Tora… Es cierto, no soy cariñoso con nadie más y si acaso con Ruki… Pero la explicación es sencilla, no me gustan los hombres y ellos son muy cercanos, soy cariñoso con quien quiero –dijo Yuu bebiendo un poco de agua, aquello resultó desalentador para Uruha, acababa de decir que no le gustaban los hombres.
-¿No te gustan los hombres? –preguntó Tora alzando una ceja.
-No –respondió el otro y se levantó, recogió las cosas y sin decirle nada más, agarró a Uruha de una mano y se fue con él a la habitación.
Los dos chicos se desnudaron en silencio y hasta que no se metieron en la cama, en calzoncillos, el moreno no se atrevió a abrir la boca. No porque le tuviera miedo, sino porque estaba apenado y quizá Tora lo había puesto de mal humor.
-Yuu… ¿Te has enfadado? –preguntó Uruha mirando al techo, no sabía tampoco si abrazarlo o no.
-No es eso… es la forma en que lo pregunta él, es molesto –dijo el pelinegro girando la cabeza para mirarlo.
-Él siempre pregunta las cosas directamente… y no le gustan los chicos, por eso no quiere compartir cama –dijo Uruha aún sin mirarlo.
-A mí tampoco me han gustado nunca y duermo muy a gusto abrazado a ti –dijo Yuu, pero luego se quedó pensando en sus propias palabras.
-Yo también duermo muy bien contigo… -dijo Uruha ladeándose para mirarlo con una sonrisa.
-Ven anda… -le abrió los brazos y el moreno se abrazó a él con una risita acurrucándose a su lado.
-Hasta mañana Yuu –susurro Uruha dejando un besito en su pecho, conquistaría al pelinegro sí o sí.
-Hasta mañana, Shima –lo besó en la cabeza y ambos se durmieron, como siempre acurrucados y pegadito el uno al otro. Yuu no sabía por qué, pero no podía alejarse de él.