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Noviazgo fallido por Natsuki Uzumaki

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Notas del capitulo:

Lamento la demora, pero tenía muchas cosas que hacer y disponía de poco tiempo.

Bueno espero no decepcionar a nadie.

Nos leemos abajito, en la notas finales.

°oO°~ Cap. 3.- Otra vez él  ~°Oo°

 

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Martes por la mañana, el cielo aún se encontraba obscuro y eso que faltaban veinte minutos para las siete. Gaara llegó a la institución y como ya era costumbre caminó hasta las bancas de cemento, que se encontraban a orillas del patio principal, ahí se encontraba sentada Matsuri. La castaña acostumbraba llegar a las seis vente de la mañana y el pelirrojo siempre le fastidiaba diciendo que era ella quien abría la escuela o que parecía que se quedaba a dormir ahí.

 

—Hola, Matsuri —saludó el pelirrojo una vez que estuvo frente a ella.

—Hola, Gaara —respondió con entusiasmo la joven, haciéndole un espacio en la banca.

—Ya ha terminado la primera unidad —comentó el chico.

—Lo sé, pareciera que fue apenas ayer cuando estábamos en secundaria, emocionados por saber cómo sería la preparatoria. Muero de ganas porque este semestre termine y comenzar el segundo, me da mucha curiosidad todo esto de la especialidad. Supongo que tu igual ¿No? He escuchado de varios amigos míos que laboratorio es una especialidad muy dura pero también muy interesante —Matsuri sonaba entusiasmada y lo reflejaba en su rostro.

—Acaba de comenzar el semestre y ya quieres terminarlo para comenzar otro —Gaara quizá también sentía esa curiosidad de saber que se vería dentro de todo esto que recién comenzaba. Pero contrario a Matsuri, él no era alguien que expresara lo que sentía.

—Que te digo, realmente quiero saber cómo será todo esto. Aunque claro lo mejor vendrá hasta cuarto semestre.

—¿Administración era lo que querías o aun estabas indecisa?

—Pues…

—Buenos días, ¿Cómo amanecieron? —saludó, Sai interrumpiendo a Matsuri.

—Buenos días, Sai. Yo bien, gracias —respondió la chica sonriendo alegremente.

—Hola, Sai —Gaara simplemente se limitó a saludarlo.

—¿Sobre qué platican? —preguntó curioso el moreno.

—Sobre lo geniales que serán los próximos semestres —respondió entusiasmada, ella.

—Dudo que Administración tenga algo interesante que ofrecerte, Matsuri.

—Gaara, creo que si Matsuri ha elegido Administración, es porque a ella en verdad le apasiona esa especialidad. Las opiniones varían de persona a persona.

—Tienes razón —dijo el pelirrojo en voz baja. Realmente había ocasiones en las que le llegara a molestar que Sai le corrigiera. Y no es que aquello estuviese mal, era solo que se sentía estúpido o sentía que las personas lo tomaban como un estúpido.

 

 

 

 

 

Había pasado exactamente una semana. Aquel martes pasado, Gaara se topó por mera casualidad a Lee en las oficinas de la institución. Al principio aquello fue desconcertante; Lee había entrado a una institución que tenía poco de haber sido abierta y que se encontraba bastante retirada. Pero sus dudas se disolvieron cuando volvió a verlo el miércoles. Esa vez llevaba consigo algunas carpetas e iba y venía entre oficinas. Le había quedado claro, Lee había cambiado de escuela y ahora entraría ahí en el “Centro de Bachillerato Tecnológico Konoha” o como lo conocían más comúnmente el “CBTK”.

Gaara sentía una enorme confusión, recientemente había descubierto que le agradaba Sai en más de una forma; su corazón se aceleraba cuando se encontraban solos, siempre tenían muy entretenidas y buenas conversaciones, se habían llegado a conocer mucho en muy poco tiempo, y cada cosa que descubría y aprendía de él le parecía interesante. Quizá el moreno era muy claridoso y lo hacía enfadar constantemente, pero incluso algunos habían dicho que parecían toda una pareja. No podía evitar sentir que se le revolvía el estómago, no de una manera desagradable, sino de una en la que incluso un calor se instalaba en él. Y ahora aparecía Rock Lee, su primera ilusión, el primer chico que hizo que sus mejillas se encendieran de un carmín intenso y que hacía sentir que su corazón saldría de su pecho con solo mirarlo. Gaara realmente no conocía mucho de Lee, quizá lo único que sabía con certeza era su nombre, algunos de sus pasatiempos y que su actual novia estudiaba en esa misma institución.

 

Si bien, la diferencia era colosal entre uno y otro, la confusión era verdaderamente abrumadora. El pelirrojo sabía que Lee solo lo miraba como amigo, si es que acaso se podía considerar como tal, y que su novia estaba en esa misma escuela. Y Sai, él le había dicho que lo consideraba como su mejor amigo y tenía miedo de que ese sentimiento que comenzaba a surgir fuera solo algo que durara unos meses y después desapareciera; en todo caso si le decía algo sobre esos sentimientos, sería como poner todo eso que habían formado en un par de meses en la cuerda floja. Lo más probable sería que Sai dejara de hablarle y Gaara no quería eso.

 

 

 

 

 

Ya eran mediados del mes de octubre. Gaara llegó a su casa, saludó a su hermana y después se asomó a uno de los cuartos notando a su pequeña sobrina durmiendo una siesta. Siguió caminado hasta llegar a su habitación. Su cuarto era un poco chico, pero tenía una cama matrimonial vestida con sabanas de colores obscuros, un ropero de madera de caoba color chocolate, un pequeño escritorio y un librero ambos de color guindo. Había una ventana cubierta con cortinas de color negro, eso era porque su cama se encontraba de ese lado de la pared ya que a Gaara le molestaba despertar por el sol que se colorara dentro. Las paredes eran blancas pero todas se encontraban testas por posters de personajes pertenecientes a mangas, animes y algunos que otros cantantes de K-Pop y J-Rock. Temari lo había reprendido en varias ocasiones por los numerosos posters que “adornaban” las paredes e inclusive el techo, pero Gaara siempre se negaba rotundamente a quitarlos, alegando que era su habitación y que no le hacía mal a nadie.

 

Se sacó los zapatos y se lanzó a la cama abrazando la primera almohada que logró tomar, cerró los ojos y respiró de manera profunda. Estuvo en esa posición varios minutos y después se sentó en la orilla de la cama. Metió una mano dentro de uno de sus bolsillos y sacó un trozo de papel. A Sai se le había ocurrido sacar un papel cortado en forma de corazón y lo rompió en tres trozos, entregándole a él, Sasuke y Suigetsu un trozo. Todo había sido tan extraño: caminaban por la banqueta y Sai rompió ese corazón frente a ellos y les entregó un pedacito de él y les dijo que les entregaba su corazón. Gaara se mostró indiferente frente al moreno, pero en esos momentos su rostro era todo un poema, estaba quizá enternecido con ese detalle, avergonzado e incrédulo. Pero era compresible ¿De cuándo a acá, un hombre parte un corazón de papel lo reparte entre sus amigos y les dice que les está entregando su corazón? Parecía algo perteneciente a una de esas burdas novelas que a su hermana le gustaban o a los doramas que veía por internet.

Quizá Sai solo estaba de broma e hizo y dijo aquello para hacerlos reír, era un probabilidad pero, Sai sonaba tan enserio y en su cara no había expresión de “¿Han captado la broma?”. De nuevo se sentía tan confundido con sentimientos que no parecían dar indicio de algo en particular. Había tenido la oportunidad de ese mismo día hablar con Rock Lee, todo iba tan bien hasta que apareció su novia; Sakura, la chica de cabello rosado y ojos verdes que casualmente era la mejor amiga de la chica que Sai había dicho que estaba fascinado. Dos tontas chicas se entrometían en su camino, bueno, solo una. Estaba decidido a ignorar cualquier sentimiento absurdo que estuviera surgiendo por Sai. En todo caso, logró acercarse a Lee. Pero incluso él notaba la distancia que el chico de cabellos negros marcaba cuando estaba a solas con él.

 

 

 

Gaara guardó los cuadernos de las clases que tendría al día siguiente. Caminó hasta su escritorio, se acomodó en la silla y encendió su ordenador. Observó el logo mientras golpeaba la mesa con los dedos esperando que se abriera la sesión. Una vez que apareció su fondo de escritorio rápidamente abrió la ventana de internet y espero a que se cargara. Abrió la página de “Facebook” y reviso lo que hubiese llegado en sus notificaciones y mensajes. Miro algunas publicaciones que habían en su muro y de pronto se abrió una ventana de chat, era Sai.

 

—¡¡¡Hola Gaara!!! ¿Estás conectado? —Recitaba el mensaje en la pequeña ventanita que parpadeaba. Gaara no sabría decir con exactitud: si le causaba gracia o enfado que el moreno hiciera preguntas tan… Estúpidas.

—Lo siento, pero por el momento estoy dormido. Si desea dejar un mensaje lo leeré cuando despierte —Tecleó con una sonrisa, ciertamente le resultaba entretenido seguirle el juego a ese loco.

—¿Estás dormido? Oh, lo siento entonces me iré. Hablamos cuando despiertes —el mensaje demoró un poco en llegar, pero Sai siempre era lento contestando mensajes.

—No seas tonto, Sai. Obviamente estoy conectado.

—¿Cómo iba a saberlo? Hace un momento me decías que estabas dormido, y ahora estás despierto. Cielos, esto es complicado de entender.

—Rayos, ¿Por qué te encanta hacer el tonto cuando hablas conmigo?

—Es divertido fastidiarte, me gusta ver tus reacciones, jajaja.

—Pero justo ahora no me vez.

—Existe algo llamado “imaginación” ¿la conoces?

—Ok, entiendo tu punto. Pero lo que no comprendo es, ese afán tuyo de siempre molestarme.

—Ya te lo dije. Es divertido.

—Hablando de lo mucho que disfrutas haciéndome enfadar. Me podrías explicar qué significa eso que hiciste hoy en la salida —Gaara tomó el papelito que se encontraba en la esquina de su escritorio. Lo observó mientras esperaba la respuesta de Sai.

—¿Qué cosa?

—Lo de romper un corazón de papel y repartirlo entre Sasuke, Suigetsu y yo.

—¡Ah! El corazón. Bueno, es algo que hago con los amigos que quiero mucho y que espero conservar durante mucho tiempo. Es tal y como dije, les entregué mi corazón, de una manera simbólica y creo que hasta linda. ¿No lo habías entendido? Je’ la verdad pensé que había sido bastante claro cuando lo dije.

—Bueno, si lo entendí, Es solo que… No lo sé, fue extraño.

—Todos tienen una manera extraña de demostrar cariño.

—Bueno, y otra cosa que se me hizo muy extraña, fue que te despidieras de beso… ya tenía una semana que no lo hacías, ¿Por qué hoy sí?

—Emm, ¿De verdad? Es que a veces se me olvidan las cosas importantes. Lo siento, pero, creo que solo fue el viernes porque me estabas rasguñando con ese pedacito de papel aluminio. Sí, solo fue ese día porque no nos habíamos visto el sábado y domingo. Quizás por eso te pareció que tenía una semana que no me despedía de ti como debe ser.

—Pues, sobre eso… sabes, con toda sinceridad.

—Espera te mandaré todos los besos que no te he dado en estos días que no nos vimos.

—Odio que las personas me saluden o se despidan de beso.

—f6;3

—Lo siento, pero la verdad soy muy reservado con mi espacio personal.

—Bueno, algo así me imaginaba —la respuesta del pelinegro había tardado más de lo normal.

—En verdad lo siento, es solo que… eso no se me da.

—Lo sé, te conozco y me di cuenta. Pero, si yo te seguía despidiendo de beso era porque como no me habías dicho nada. Pensé que no te importaba je’ pero, que bueno que me dijiste la verdad, así ya no hare algo que te incomoda. No te preocupes, sentía que no te gustaba que se despidieran de beso, pero lo seguí asiendo porque no habías dicho nada que bueno que lo dijiste Je’.

—La verdad, yo tengo la manía de hacerme a un lado o simplemente rechazar a las personas cuando se acercan con la intención de saludar o despedirse de beso.

—Pero la pregunta es ¿ahora cómo me despido de ti? ¿Un apretón de manos? ¿Un abrazo? ¿Un caluroso “hasta mañana”? ¿Chocar manos?

—No tengo problema por lo que elijas siempre y cuando no incluya besos.

—Ok, bueno ya veré que haré de ahora en adelante… y pues ¿qué haces?

—Pierdo valiosos minutos de mi vida frente al computador, ¿Y tú?

—Jajaja, pues hago la tarea.

—Yo ya la terminé.

—Me alegro mucho por ti. Emm… Oye creo que lo mejor será que me vaya a terminar esto. Entonces, hablamos luego.

—Está bien.

 

Al final de la conversación no había entendido porque repentinamente Sai le había dado mayor prioridad a la tarea. Generalmente podían hablar por horas aunque hubiese tarea de por medio. «¿Le habré dicho algo malo?» pensó sin poder llegar a una respuesta, en concreto.

 

 

 

Miércoles al medio día, faltaban dos clases para poder marcharse a casa. Todos salieron de los laboratorios de computación y caminaron al edificio “N” para tener la clase de Algebra. El maestro era un novato con, cuanto mucho, uno o dos años de experiencia como profesor. Lo cual era sinónimo de desastre total, ya que sus compañeros eran algo platicadores y bulliciosos cuando se lo proponían y, por mucho control que el joven maestro intentará demostrar por sobre sus alumnos, podía llegar a perder los estribos con facilidad. Aquella tarde parecía ser una de esas, por lo alto que se escuchaban las voces de todos dejando apenas audible al profesor que continuaba explicando los procedimientos de los problemas.

Sai estaba sentado, como siempre, a un costado de Gaara. El pelirrojo seguía en silencio la clase del profesor anotando todos los problemas en su cuaderno, repentinamente Sai lo llamó y comenzó a preguntarle algo referente a lo que el maestro anotaba en la pizarra. Fue tan breve el instante en el que el hombre dio media vuelta, totalmente molesto por la actitud de sus alumnos, que no paraban de hablar sin prestarle la más mínima pizca de atención. Él estaba tan enfadado que siendo Sai el primero en ver “perdiendo el tiempo” inmediatamente se convirtió en la primera “victima”.

 

—Oye, muchacho —la seriedad de su voz causó un repentino silenció dentro del aula.

—Sai, creo que el profesor te llama —murmuró Gaara mientras miraba alternamente al maestro y a su compañero.

—¿Mande? —Sai levantó la mirada hacia el hombre que mantenía un semblante serio y cuya paciencia había alcanzado su punto máximo.

—Disculpa que interrumpa su conversación, pero no está en receso. Así que le pediré que se vaya del salón.

—Pero, yo no estaba platicando.

—Por favor joven, estaba casi sobre su compañero. Si no quiere que le quite puntos, será mejor que abandone el aula ¡ahora! —el hombre extendió su brazo señalando la puerta.

—Solo le preguntaba por algo que no alcanzaba a distinguir de la pizarra. No me puede sacar solo por eso, además los demás compañeros también estaban hablando —Sai se empeñaba en defenderse, pero lamentablemente ¿qué podría hacer un alumno contra la autoridad de un maestro?

—No quiero pretextos, joven. Si no sale del salón en este momento, esto no será una simple amenaza —la rudeza de sus palabras no dejaba lugar a más comentarios sobre si estaba en lo correcto o no. Sai lo sabía y recogió sus cuadernos con molestia, incluso en su cara se reflejaba el total desacuerdo ante la estúpida y repentina reprenda del maestro contra él. Pero no podía darse el lujo de perder puntos en aquella clase porque si no el sermón más duro de enfrentar sería el de su abuelo.

 

Cuando el moreno abandonó el aula, el maestro comenzó a reprender a él resto de los alumnos que se encontraban en ese salón, en especial a Gaara. Y le pidió que para las siguientes clases debiera mantener distancia sobre su compañero o terminaría como él. Lo que quedaba de clase pasó con normalidad, sin novedades más allá del muy notorio enfado de Sai. El moreno no volvió a decir palabra alguna e inclusive en la salida se fue sin siquiera despedirse. «¿Era algo como para enfadarse así?» pensaba el pelirrojo mientras miraba por la ventana del autobús.

 

 

 

Ya por la tarde, Gaara volvió a entrar a Facebook, con la vaga esperanza de encontrar a Sai en línea y hablar con él. Del poco tiempo que tenían de conocerse era la primera vez que miraba a Sai tan enfadado, el moreno era una persona muy sonriente y alegre, esa faceta de enojo era nueva y ciertamente le desconcertaba. Por suerte lo primero en ver eran varios mensajes suyos.

 

—Hola, ¿Estás conectado? —Decía el primero y tenía cerca de una hora desde que lo había mandado—. Bueno, parece que aún no te conectas. Lamento haberme ido así, sin despedirme de ustedes, pero estaba molesto. Contéstame cuando tengas tiempo, yo te esperaré.

 

Gaara soltó un suspiro de alivio, el Sai de siempre estaba ahí, dando sus disculpas por lo poco cordial que se había comportado ese día. Así que se apresuró a teclear.

 

—Entonces ¿ya no estás molesto?

—Jajaja, no ya no estoy molesto. Hola.

—¿Hola?

—¿Qué hicieron a la salida?

—Fuimos a comprar agua y esperamos el autobús donde siempre. Ya sabes, lo normal

—Pensé que sin mi estarían perdidos. Se sintió mi ausencia —ahí estaban sus mensajes tontos, con los que lo hacía enfadar. Aunque en esos momentos no los sentía de esa manera.

—Oh, claro. Sin ti no sabíamos que hacer.

—Tu sarcasmo atraviesa la pantalla de mi celular y me golpea. Eres cruel.

—No soy cruel, simplemente te soy sincero.

 

 

 

Después de varias horas de plática sin sentido Sai fue el primero en despedirse—. Bueno, debo irme a dormir. Sueña con los angelitos y pues como ve verás con ellos,  no seas malo y salúdame. Jajaja, que duermas bien.

—Ja-ja-ja, eres tan cómico. Dormir, eso es lo que te hace falta, porque dices demasiadas incoherencias —ese fue el último mensaje que le pelirrojo envió antes de apagar el ordenador.

 

 

 

 

Eran principios del mes de noviembre. Gaara ya no sabía qué hacer, el estar cerca de Sai se había comenzado a convertir en un martirio. Le gustaba, no había lugar a dudas y el moreno parecía apegarse cada vez más y más a él, le gustaba tanto que estar cerca de él era lo que menos deseaba, no quería perderlo. Así que poco a poco fue marcando distancias con él, ya no permitía que se quedaran solos, ni un solo momento e incluso comenzó a dejar de hablarle tanto como antes. Sus conversaciones en las redes sociales, prácticamente iban desapareciendo y si el pelirrojo se dignaba a contestarle, sus respuestas eran cortantes. Así hasta que definitivamente no le volvió a dirigir la palabra.

Sai no entendía porque de repente ese chico que consideraba su mejor amigo comenzaba serle tan indiferente, todo era tan extraño y repentino ¿Acaso le había hecho algo? Quizás había dicho algo que no debía. Pero como saberlo con Gaara siéndole tan frio y esquivo, lo mejor sería darle por su lado y esperar que el chico de cabellera roja le dijera porque estaba comportándose así con él.

Notas finales:

Bueno espero que este cap, les haya gustado, solo les puedo decir que ahora viene lo "feo" o la parte más "dramatica", para ambos personajes. Soy mala lo sé. (?)

Gracias a aquellas que dejaron un review, enserio, así sí dan ganas de escribir. (?)

Nos leemos, ahora si el sabado. ~Natsuki~


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