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KANADE |KyuMin| por carlie

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Notas del fanfic:

Al fin me animé a subir el seriado del oneshot "Recuerdos" (aquí el link http://www.amor-yaoi.com/viewstory.php?sid=122395 ).

El fic tiene partes de la canción de Kanade que cantó Kyuhyun. Escuchenla <3

Notas del capitulo:

Hola, bueno al fin me animé a subir el seriado del oneshot "Recuerdos" (aquí el link http://www.amor-yaoi.com/viewstory.php?sid=122395 ).

Es la continuación de lo que pasa después, espero les guste. Es un fic seriado, pero corto, no creo que pase de los cinco o seis capitulos. 

El fic tiene partes de la canción de Kanade que cantó Kyuhyun. Escuchenla

“From the day that you appeared before my eyes

 Everything seemed closer to me

 The morning, lights, tears, and singing voices

 You gave me something that shines bright”.

          

 

Al tiempo que sentía el calor del sol sobre mis ojos, venía a mi mente aquella melodía que tanto cantabas. Con este clima tan perfecto, tan ideal para la ocasión, me llenaba el cuerpo de emociones aún más intensas que meses pasados. Una alegría que me invadía cada centímetro de mi piel, una emoción que me hacía sonreír inconscientemente, una paz que me hacía sentir tranquilo y a la vez seguro. Podría decirse que, era un día perfecto.

Debe serlo.

Estaba de pie, mi cabeza estaba en dirección al cielo, mis ojos cerrados para evitar la mancha negra que vería si observaba directamente el sol. Por alguna razón mi rostro reflejaba felicidad. Respiraba lentamente; olía cada cosa que pasaba por mi nariz: la tierra que había sido removida, el aroma del pasto recién cortado, los árboles que soltaban ese olor peculiar a resina. Todo esto al mismo tiempo que sentía el viento pasar por mi cuerpo. Sabía que mi cabello se movía de manera armónica conforme la brisa pasaba entre los mechones de cabellos.

Mis manos estaban metidas en mis bolsillos. Mis piernas estáticas sobre el suelo; como si tuvieran miedo de moverse y romper el momento, como si tuvieran raíces.

Comencé a escuchar cada vez más y más gente, al parecer los minutos habían pasado demasiado rápido, y eso me molestaba en sobre manera. No es que fuera a tener una eternidad con esta paz que hacía mucho no sentía, sino que, quería que durara un poco más; unos segundos, o minutos. No pedía demasiado.

El ruido se hacía más y más intenso, perturbando todo aquel sonido que estaba escuchando momentos atrás. El viento rozar las hojas de los árboles, como si se estuviera cepillando el cabello de una persona; el cantar matutino de los pájaros y el aleteo  al momento de emprender el camino para buscar comida. El sonido de que no había nada más allá que el presente. Que no importaba otra cosa más que eso.

Toda esa tranquilidad y armonía de sonidos, desapareció y en lugar de eso, se insertaron cuchicheos y uno que otro sollozo. El ambiente se volvió sombrío y tenso.

Quise abrir los ojos, pero el miedo me invadió. ¿Qué es lo vería?

— Sungmin — mi cuerpo se tensó al escuchar una voz llamarme.

Poco a poco mi cabeza descendió hasta el punto en el que ya no podía ver esa gama de colores naranja, rojo y amarillo. Mis ojos se abrieron de golpe, pero al parecer el sol me había deslumbrado, así que una de mis manos viajó a mi rostro para que mis ojos enfocaran el rostro de la persona que había pronunciado mi nombre.

Ahra.

Todo me llegó de golpe cuando la veo. Un vestido entallado por arriba de las rodillas, unos zapatos bajos para poder andar por el césped, unos lentes que cubrían por completo aquellos ojos alegres. Su semblante era distinto e irradiaba un aura diferente, ya que todo su vestuario era negro.

-¿Sungmin? — posó una de sus manos sobre mi hombro.

Respiré profundamente, tratando de tomar todo el oxígeno posible.

-Ahra — dije tratando que mi voz sonara lo más normal, pero había fallado.

-Te estamos esperando — respondió al mismo tiempo que metía su brazo en el mío.

Caminamos en silencio. Volteé mi vista hacia ella. Tan delicada como siempre, pero en el fondo una persona fuerte con actitud de salir adelante. Su cabello estaba suelto y un poco enmarañado, seguramente por el viento, o eso quería creer.

Fijé mi vista en el pasto verde, me rehusaba a mirar al frente. Podía oír el susurro de las personas, podía sentir la mirada de todos sobre nosotros. Cada paso se iba a haciendo más y más pesado, hasta el punto de sentir mis pies de plomo. Pesaban demasiado y estas comenzaron a fallarme, comenzando a dar pasos torpes.

Ahra se percató de eso y sostuvo más fuerte mi brazo. La miré de reojo y pude ver a través es de sus lentes; tenía la vista fijada en lo que sea que estaba al frente. El miedo me invadió por décima vez en la mañana.

Sabía que habíamos llegado al lugar cuando nuestros pasos cedieron y por primera vez, desde que había llegado ahí; nombre del cual no quería ni pronunciar en mi mente. Miré hacia enfrente, encontrándome con él.

Las personas lo rodeaban con rostros de pena y desconcierto. Algunas mostraban unos rostros apacibles, otras aún seguían incrédulas.

Mi corazón dejó de latir por centésimas de segundo para después centrar mi vista en donde estaba él. Ya no había nadie ahí, ni siquiera Ahra, que  segundos atrás sostenía mi brazo y ahora ya no lo sentía. No, ahora solo estábamos él y yo. Tal vez no de la forma en la que una persona debe reencontrarse con la persona que ama, pero…

Nos volvemos a ver, ¿cierto?

Tal vez, solo tal vez, ya no estabas frente a mí observándome con tus ojos negros que tanto misterio me daban, ya no podían reflejar aquel sentimiento cuando pronunciabas un: te amo. Tus manos ya no estarían para acariciarme cada vez que me sintiera mal o triste, y vaya que me hacían falta en estos momentos. Ya no estarían para golpearme cada vez que reía porque habías hecho algo tonto; ya no estarías para hacer tonterías. Tu cuerpo ya no me daría aquel calor que tanto anhelaba cuando me sentía solo o hacía frío, ese que me hacía sentir seguro sin importar donde estuviera. Pero principalmente, ya no estarían esos labios, esa boca que en conjunto hacían armonía; ya fuera cuando me besabas o cuando me cantabas.

Estabas frente a mí de una manera tan diferente.

 

El despertador había sonado tarde, más bien no había sonado. No pudo elegir el aparatito otro día para descomponerse; no. Tenía que hacerlo el día en el que el nuevo jefe llegaría.

´Vaya primera impresión, Sungmin´.

Me apresuré lo más que pude. Tomé una ducha y corrí hacia el ropero. Quería elegir lo mejor que tenía, pero las manecillas del reloj tenían prisa y corrían cada vez más rápido el tiempo. Vestí rápidamente un pantalón negro, una camisa blanca, corbata azul rey y un suéter formal negro. No importaba si combinaba o no, solo debía llegar a tiempo y eso era en treinta minutos.

El día no podía empeorar más, pero si podía, el autobús no pasaba y solo quedaban veinte minutos.

´Seguro me corren´.

 

Llegué sin aliento al trabajo, ni siquiera tomé el elevador, corrí a todo lo que mis piernas me dieron. No salude a nadie y como si mi cuerpo y la silla de mi cubículo fueran imanes, llegué y me pegué a ella. Mi respiración era irregular y sudaba un poco.

-¿Estás bien? preguntó mi vecino, Donghae.

Le contesté con una sonrisa.

-Casi no llegas, el nuevo jefe aún… ¡Mira!lo último lo había gritado y señaló en la dirección de la oficina de los jefes.

Ahí estaba. Parecía un niño con esos pantalones casuales de color marrón, algo ajustados. Un suéter negro o azul marino. No podía distinguir bien, mi vista nunca había sido la mejor.

Me moví un poco de mi lugar, sin despegarme de la silla con ruedas, para poder observar mejor.

-¿Y sí es exigente? inquirió Donghae algo asustado.

-Como si los demás no lo hubieran sido  rodé los ojos.

Después continué con mi inspección. Debía medir que tan incumplido podía ser, si se veía exigente, prometería levantarme temprano y poner mil alarmas; no podía perder el trabajo.

Alto, fácil unos diez centímetros más que yo; cabello castaño oscuro, algo largo y con ondas.

Mi vista chocó con la de él. Rápidamente regresé a mi lugar de trabajo. Me había visto perdiendo el tiempo.

´Bien, Sungmin. Vas corriendo derecho a Recursos Humanos´.

Dejé de lado eso de la espiada al jefe y preferí ponerme a trabajar en lo que sea, o al menos disimular que lo hacía.

-Disculpen entre todo el ruido de teléfonos sonando y dedos golpeando los teclados de las computadoras, se escuchó la voz del nuevo jefe . Mi nombre es Cho Kyuhyun. Como ya saben, seré el encargado de esta área de la empresa, así que espero el mejor desempeño por parte de todos —.

Al final de su corto, pero a la vez retante discurso de: atrévete a flojear y quedas fuera, me atreví a verlo de nuevo.

Me asomé lentamente, tratando de disimular, y ahí estaba; hablando con alguien del otro lado. Estaba serio. Nuestras miradas se encontraron por un momento y lo único que pude hacer fue evitarla. Continué con mi trabajo en la máquina que era básicamente capturar datos hasta que los dedos me dolieran o hasta que llegara la hora de la comida.

-¿Y cuál es tu función?  una voz grave interrogó.

Mis dedos dejaron de hacer lo que debían y se congelaron. Volteé mi vista un poco y lo observé por encima de mis hombros. Tenía una mueca burlona, como si me acabara de pillar alguna travesura. Su ceja estaba alzada, haciéndome sentir aún más nervioso.

Como intimidaba y aún ni siquiera lo conocía.

-Cap-capturo datos dudé.

´Me va a correr´.

Después de unos segundos que parecieron minutos, solo escuché un ´Uhm´, y siguió su camino. Que complicado era ese hombre y realmente aterrador e intimidante y todos los adjetivos calificativos de terror.

Dejé caer mi cabeza sobre el pequeño escritorio. Me lamentaba por la primera impresión, que sabía, no había sido para nada buena. La palabra ´despedido´, pasaba irrepetibles veces por mi cabeza.

Levanté mi cabeza y por instinto busqué su mirada, para cerciorarme de que no me había visto perder el tiempo. Error. Estaba a dos cubículos, con su mirada clavada en el mío.

Sentí como palidecía por el susto. Y su mohín no ayudaba mucho para no tener miedo. Ceño fruncido, pero con una mueca de rareza. A los pocos segundos o menos ya estaba riéndose discretamente. Estaba soportando la carcajada, podía verlo.

-Me va a correr dije después de ver que ya se había alejado lo suficiente para que no me escuchara.

-Siempre dices lo mismo y terminan despidiendo a alguien más respondió Donghae mofándose.

Lo ignoré y continué con lo mío.

´Tendré que poner mil alarmas´.

 

 Ese recuerdo me llegó en ese momento. El viento inconscientemente sopló más fuerte, ocasionando que sonriera.

-¿Cómo estás? — su mamá estaba frente a mí.

¿En qué momento había llegado?

¿Cómo se supone que una persona debe ver a la otra a los ojos? ¿Qué se supone que hacen las personas? Responden que están bien, pero eso sería una completa mentira y una falta de respeto. No podía mentirle a ella. Sería capaz de hacerlo con Ahra o con cualquier otra persona, pero no ella.

Bajé mi rostro queriendo evadir la realidad. Siempre habían sido tan parecidos. Misma sonrisa, ojos y nariz. No podía y no me atrevía. ¿Cómo sería su semblante? ¿Cómo luciría?

Solo mírate en un espejo…

-Lo siento — dije con mi voz fallándome.

Cerré los ojos, esperando cualquier cosa. Un golpe, una cachetada y palabra humillante; algo.

Hágalo, por favor.

Mis manos se hicieron puños y agaché aún más mi cabeza. Mis parpados reprimían las lágrimas. Cuando escuché los sollozos tanto de Ahra como de su mamá se me heló la sangre y me sentí más culpable. Solo yo la tenía, nadie más. Y todos los presentes lo sabían, haciéndome sentir humillado, pero debía estar ahí.

¿Quieres que este aquí?

Y al fin el golpe llegó. Una cachetada. No me atreví a ver quién había sido, pero lo sentí como si el mismo Kyuhyun me la hubiera dado.

Los presentes estaban descontrolados; ya no eran susurros los que se escuchaban, ahora eran palabras al aire para que cualquiera las pudiera escuchar. Iban desde ´pobre´, hasta ´desgraciado´ y uno que otro ´mal nacido´.  Sentía el alma salir de mi cuerpo, y con ella mis fuerza para estar de pie. Cada palabra la sentía venir de él, ¿por qué? No lo sabía. Su voz aún me seguía taladrando la cabeza sin descanso alguno. ¿Cuándo se iba a detener?

Llevé mis manos a mis oídos, como si eso fuera a detener las voces. Quería que se fueran. Lo deseaba, pero muy dentro de mí me decía que no me negara a seguirlas escuchando, porque ahí iban a estar; tal vez por siempre.

-Mamá… — era Ahra —. Vamos — por obviedad su mamá era la que me había golpeado.

Como si fuera mi última oportunidad de verla, mis ojos me obligaron a verla y por Dios que iba a amar esto. ¡Su mamá era tan parecida a él! Mis ojos quisieron grabar cada detalle y coincidencia que encontraran en ella. Labios, nariz, ojos, cabello… Mi cuerpo gritaba que la abrazara, pero no lo podía permitir.

-Yo me encargo de él —. Donghae —. Es hora — lo dijo tan vacío.

Me paré frente a él, con Donghae a un lado y del otro su madre y Ahra.

 

“The usual background noise, a new wind

 I should have seen you off cheerfully

 But I looked at you, and couldn't smile very well”.

 -Kyu… —  susurré para mí mismo —. Aquí… — la voz se me quebró.

-Aún no, Sungmin — Donghae pasó su brazo sobre mí espalda —. No lo hagas — sonó buscando algo que no llegaría.

El padre comenzó a hablar, a decir la razón la cual todo estábamos el día de hoy ahí. Mi respiración se entrecortó, sentí como huía la sangre de mi rostro para darle un toque pálido, las piernas me temblaban pero me esforcé en mantener fuerte hasta el último momento.

Hasta que no seas capaz de verme.

Totalmente metafórico, dado que estábamos en el funeral de Cho Kyuhyun.

Notas finales:

Listo, espero dejen review para saber si les gustó.

CHAU <3


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