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KANADE |KyuMin| por carlie

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Notas del capitulo:

Bueno aquí el segundo capítulo.

Originalmente iba a citar partes de la canción "Kanade", pero encontré varias citas que iban mejor.

Espero les guste :D

“There are all kinds of love in this world,

but never the same love twice”.

F. Scott Fitzgerald.

 

— … No todos moriremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos… — recitaba el Padre, con aires de tranquilidad.

No entendía porque estaban recitando pasajes bíblicos. No es que no fuera bueno, pero, Kyuhyun nunca había sido tan devoto, no había sido un gran creyente. No recordaba verlo rezar o pedir por alguna cosa. No iba a la iglesia todos los domingos a recibir el sermón. Simplemente sabía que Dios existía, que había algo más.

No podía prestarle toda mi atención a aquellas palabras que se supone deberían de traer paz a los presentes, que deberían de consolar por la persona perdida. ¿De qué servía si él no iba a volver? ¿No era más fácil dejarlo ir? Podíamos haber organizado algo más simple, una simple ceremonia entre familiares, y sí, no sería invitado, pero al menos, no estarían presentes tantas personas falsas, que no lo amaban. A la mayoría no las conocía, no sabía de donde lo conocían. Al final terminé desviando mi mirada y la enfoqué en lo primero que pude encontrar.

Sentía como si esto fuera un circo, algo para fortalecer relaciones entre las empresas de sus familias, como si el hecho de estar ahí les fuera a dar prioridades a la hora de tomar decisiones sobre firmas de contratos. ¡Él estaba siendo utilizado!

Me sentía enfurecido, irritado. Era la única forma de poder soportar todo esto. Al principio de la ceremonia casi quebraba y casi comenzaba a llorar. Pero logré controlarlo. Me había prometido mantener la postura hasta el último momento.

Hasta que no me veas.

Donghae seguía a mi lado, tan bien vestido. Traje y camisa perfectamente planchadas y zapatos bien lustrados. Su rostro lucía tan apacible, lleno de paz.

¿Por qué estás aquí?

Suspiré.

De nuevo llevé mis manos a los bolsillos de mi pantalón. Cerré los ojos y moví mi cuello de un lado a otro tratando que se destensaran los músculos, ya que me habían provocado una jaqueca. Oía la voz del Padre, hablaba tan despacio que desesperaba. Era comprensible de un hombre que tenía la cabeza adornada con cabellos blancos.

Y entonces, volví mi mirada a él.

¿Cuántos momentos te estas llevando? ¿Cuántos momentos no habrán faltado vivir? ¿Los podremos vivir con otra persona? ¿Los podrás vivir? ¿Los podré vivir?

— No estoy seguro… — dije casi inaudible.

Esas preguntas se habían estado formulando desde la mañana. ¿Qué se supone que tengo que hacer? ¿Qué hay después?

  • … no queremos que ustedes se queden sin saber lo que pasará con los que ya han muerto, ni que se pongan tristes, como los que no tienen esperanza… — dijo el Padre elevando la voz.

Que oportuno había sido el pedazo de pasaje.

Como los que no tienen esperanza…

La tristeza regresaba, ya  no más enojo con todas esas personas que estaban por compromiso y que ni siquiera lo conocieron. ¿Por qué habría de enojarme? Lo importante era que yo estaba ahí, que yo si lo amaba. Te amo. Sabía que él me había amado tanto y que amaba tanto a su familia; y con tenernos presentes le era suficiente. Con vernos ahí frente a él, estaba feliz. Lo sabía con certeza y me quería aferrar a ese pensamiento. No importaba el número de persona presentes, los importantes éramos pocos, pero bastaba.

Mientras tú seas feliz…

 

Un día había pasado. Hubiera sido feliz al recordarlo si yo hubiera pasado desapercibido por el jefe; pero mi suerte no era la mejor. Era el primer día en el que había llegado y había sentido una mirada penetrarme la espalda, era tan insistente que cuando había volteado decido a reclamar al culpable de esa sensación tan extraña, me había encontrado con aquellos profundos y negros ojos entrecerrados. Me estaban observando cautelosamente desde su oficina.

Al parecer ya sabía que era un flojo y no lo culpaba; lo era. Era culpable de ese delito. Así que debía prepararme para cualquier escenario. Había comenzado a acomodar mis cosas de forma discreta. No es que esperara lo peor, pero, ´hombre precavido vale por dos´, o al menos eso decían.

Sobreviviste sonrió Donghae al mismo tiempo que caminaba conmigo.

El día por fin había acabado y me sentía agradecido.

Todo el tiempo me estuvo observando me quejé.

Estuvo observando a todos, Sungmin golpeó ligeramente mi hombro —. Calma tu delirio de persecuciónterminó carcajeándose.

No le veo lo gracioso dije apresurando el paso. Realmente, anhelaba salir del trabajo.

Me paré frente al elevador junto con Donghae. Él seguía hablando de incoherencias así que preferí ignorarle. Aun así lo miraba para que creyera que le prestaba atención.

´Demasiado estrés por un día´.

Con una mano comencé a sobar los músculos del cuello. Estos siempre me habían ocasionado un dolor de cabeza que no se iba hasta horas después.

Si no estuvieras todo el día volteando a otros lugares que no fueran tu pantalla, créeme, no tendrías esa molestia voz grave.

Mi mano se congeló y por instinto mi cuerpo la imitó. Mis ojos se abrieron y al igual que los de Donghae. Este último con la vista me indicó que respondiera algo. Giré un poco mi cuerpo para quedar frente a esa voz.

Suspiré ligeramente, no quería que notara que por dentro me estaba cayendo a pedazos, y subí mi vista. Esperaba ver alguna de las  expresiones que temprano había observado: mueca de diversión, risa o acecho. Pero, no era ninguna. No sabía cómo describir esa mirada, ese rostro. ¿Indiferencia?

No pasará de nuevo no salió otra cosa de mi boca.

De reojo vi las puertas del elevador.

´ ¿Por qué tarda tanto?´

Sí, claro , se bufó.

Y dicho eso, el elevador llegó. Donghae me tomó del brazo.

Hasta mañana, Señor , se despidió antes de jalarme de nuevo para entrar al elevador.

No pude articular nada. El, ´sí, claro´, me había dejado anonado. Entré en pánico. Y desde mi lugar dentro del cubo de metal, antes de que se cerraran las puertas, regresé la mirada, pero ya no estaba. Obviamente no tomaría el elevador con unos simples trabajadores.

¡Ah! me hinqué  con las manos sobre mi cabeza. La situación me sacaba canas verdes. Me va a despedir —.

¡Sungmin! Haz dicho eso todo el día —, me golpeó en la cabeza —. Si lo dices de nuevo, yo mismo me encargo de que te despida —.

 

Vaya momento para hacerme recordar eso. Miré el cielo y las nubes. Buscaba alguna figura en estas. Pero, no las había, puros trazos desiguales e incoherentes. Los pájaros aún seguían volando de un lado a otro, cantando para comunicarse con los suyos. El tono era tan alegre que me hizo sentir envidia. Yo alguna vez me sentí así. Feliz.

Feliz, de llegar al trabajo y verlo. Feliz de verle sonreír, aunque fuera de mí. Feliz de que me viera. Feliz de que sostuviera mi mano. Feliz por cada beso que me daba. Feliz, por cada ´te amo´ que me tomaba desprevenido. Feliz de que fuera Kyuhyun.

— Tú, que me has hecho ver muchas angustias y males—, mi atención se desvió a lo que estaban diciendo —…volverás a darme vida, y de nuevo me levantarás de los abismos de la tierra—, ¿Volverás? ¿Realmente nos volveremos a ver? —… aumentarás mi grandeza, y volverás a consolarme —.

Me moví inquieto ante tal pensamiento. Algo dentro de mí me decía que lo dejara, que no pensara más, que debía disfrutar este último momento contigo. ¡Estabas ahí! ¡Frente a mí!

¡Kyuhyun estás aquí! ¡Nadie aquí lo puede negar!

Tan cerca de mí, pero a la vez tan lejos. Había algo que me incomodaba por completo. Esa palabra que sabía que si la pronunciaba o articulaba, haría que me quebrara. Todo en mí lo sabía. Estabas frente a mí; no hablabas, no sonreías, no abrías los ojos, no te movías, no escuchabas, no olías… no respirabas. No hacías nada, pero, ¿por qué me hacía sentir tan completo y a la vez tan triste?

¿Por qué estoy confundido? ¿Será que tengo que decir la oración en voz alta para poder creerlo?

“But now I know, that when it comes to us

 Those past days are leading the way”.

 

Si llego a decirlo en voz alta, ¿todos los recuerdos se irán?

Ese era mi mayor miedo. Olvidar.

Olvidarte.

Todas esas cosas que habíamos pasado juntos, todas las aventuras; toda la vida que tuvimos juntos. No habían sido los años, pero, habían sido los mejores meses en mi ahora incompleta vida.

Nuestro primer año.

Viví tantas primeras veces contigo y no de esas primeras veces de tener una cita, o primer beso; no. Cuando conoces a una persona, las experiencias, siempre serán nuevas… En aquel entonces cuando te conocí, no me había dado cuenta de la primera vez que pasé contigo: el verte. Después siguió el de conocerte por completo. Saber tus defectos y amarlos. La primera vez que sonreíste, que me hablaste… Tantas cosas que pasaron y que en ese entonces no me di cuenta.

Saqué mis manos de mi pantalón y removí con estas los cabellos que caían sobre mi frente. Pude notar que estaba transpirando y que mi respiración se había hecho irregular. El aire se volvió denso y mis pulmones me pedían por más oxígeno. En un momento sentía que me sofocaba y al otro me encontraba algo inclinado con mis manos apoyadas sobre mis rodillas.

— ¿Qué sucede?— Donghae me tomó por los hombros, tratando de que me incorporara —. Debes sentarte y…—, decía preocupado.

— ¡No!— grité solo para que él me escuchara.

Me moví bruscamente para soltarme de su agarre. Eso solo empeoraba las cosas. En un lugar como ese, me sentía acorralado. Todos me veían y trataban de concentrarse en los pasajes del Padre.

Forcé mis ojos a cerrarse y a concentrarse en otra cosa.

 

Conforme pasaban más los meses. El miedo había desaparecido para transformarse a un tipo de rencor.

Al principio ese temor de ser despedido porque siempre me estaba observando o preguntando sobre mi relevancia en la oficina, había desaparecido. Sí, siempre me estaba observando cuando tenía tiempo, estaba tan al pendiente de mi desempeño y trabajo; me había acosado con preguntas: ´ ¿Qué haces? ¿Cómo lo haces? ¿Por qué lo haces?´ y  se había burlado de mi expresión. Después las preguntas inocentes, estas se habían convertido en: ´ ¿Seguro que eres indispensable? ¿No puedo reemplazarte? ¿Seguro que lo haces bien? ¿No debo poner a alguien más? ¿Y si haces esto?´, cada vez más personal.

También sentía que lo había hecho para intimidarme como jefe; había pensado que se lo hacía a todos, pero lo peor de todo es que era solo a mí. Solo a mí me estaba molestando y sabía que estaba disfrutando hacerlo. Su maldita sonrisa que me mostraba cuando me daba cuenta que estabas bromeando y que lo estaba  haciendo para incomodarme. ¡Su expresión de alegría me hervía la sangre!

Media sonrisa de lado, tan triunfante. Luego de eso seguían tus ojos burlones: entrecerrados y retadores. Sus cejas solo lo empeoraban más: una presuntuosamente alzada, mientras que la otra se inclinaba un poco sobre su ojo. ¡Todo su rostro! ¡Todo!

 

¿Cuándo se detendrá?me pregunté.

Acaba de sobrevivir a otro ataque del ´jefe´, o más bien de Kyuhyun, como me obligaba a decirle. Pegué mí frente al teclado, sin importarme que las teclas se presionaran como sin sentido. ´Eres tan engreído´.

La regla después de cada ataque era: más trabajo. Siempre se inventaba algo para hacer. Y ni pensar en decirle lo contrario.

Seguro me deja más trabajole dije patéticamente al teclado.

¿Quién?

Me sumergí más en el teclado. Me armé de paciencia, pero sin tomarme mucho tiempo, y alcé mi rostro.

Nadiedije sin ganas.

Tal vez, después de varios meses de tortura, era tiempo de ponerle fin a esto. O al menos no dejarme molestar tanto. Por eso le había respondido de esa forma.

¿Y ese cambio? Hace unos momentos parecías espantadobromeó.

Estoy cansadoquería arrepentirme, pero la moneda estaba al aire.

Me miró sin expresión alguna. ´Seguro está ideando un contraataque´. Y la pregunta forzada apreció: ´ ¿Me despedirá?´.

¿Estás bien?

No esperaba eso, cualquier cosa menos un gesto de ese tipo. Mi cara se descompuso e hice una mueca.

S-Sí…tartamudeé.

No parece, vete a casadijo mientras me daba un golpe en la frente con sus dedos—. No eres necesario.

¡Ah! ¡Kyuhyun! ¡Deja de decir eso!perdí la razón. Había llegado al límite.

A veces después de cada día de trabajo, cuando llegaba a casa, pensaba seriamente en hacer algo para ocasionar que me despidiera; pero, era lo bastante cobarde para hacerlo y necesitaba el dinero para pagar las deudas cotidianas.

Sungmin, es impresionante que después de todo este tiempo, no te des cuenta que es broma, mostró la sonrisa burlona. Me gusta molestarte.

 

Al recordar eso, para mí, el tiempo se detuvo. El recuerdo me vino a la mente de una forma tan real, pude sentir todo. El golpe en mi frente, la molestia, tu presencia, tu… el enojo; a ti. Mi postura había cambiado: de pie, manos a los costados, piernas firmes y seguras; mis ojos mirando un punto fijo en el horizonte. Seguramente con la mirada perdida.

Ya no me faltaba el aire o transpiraba tanto, me había logrado tranquilizar.

El recuerdo de aquella vez que las cosas comenzaron a cambiar entre nosotros. A partir de ese día, todo cambio. Seguías bromeando, pero ya no me molestaba como antes lo hacía. Sabía que no tratabas de ser grosero conmigo, era tu peculiar forma de querer acercarte a mí. Me había costado bastante tiempo en darme cuenta, eras un ser tan difícil de tratar. Pero al final lo comprendí y desde aquel recuerdo, me percaté que había empezado un nuevo ciclo en mi vida: conocerte.

Notas finales:

Dejenme saber si les gustó <3

CHAU.


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